Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Jaime Flores2
1
Este artículo es tributario de dos proyectos: FONDECYT 1130809, denominado
«La Araucanía, sujetos y territorio: 1849-1950»; y FONDEF D09R1004, deno-
minado «Generación de un modelo replicable para la identificación y desarrollo
de contenidos en un circuito estratégico de naturaleza, historia y cultura para
el turismo de intereses especiales. Experiencia piloto en el área de influencia del
municipio de Pucón».
2
Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de La Frontera (Chile). E-mail:
jflores@ufro.cl
417
Jaime Flores
418
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
419
Jaime Flores
420
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
421
Jaime Flores
422
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
423
Jaime Flores
424
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
425
Jaime Flores
siglo XIX, como lo muestran una serie de investigaciones, tenía muy poco
que ver con aquella que habían conocido los españoles dos siglos antes
(Villalobos, 1982; Bengoa, 1985; León, 1991; Pinto, 2003).
En esta transformación iniciada tan pronto como se produjo el con-
tacto con los españoles, una de las primeras señales fue la «araucaniza-
ción del caballo» (Leiva, 1982), proceso a partir del cual los mapuches
desarrollaron una extraordinaria movilidad expresada, entre otros, en el
malón. Estos unían a la sorpresa la rapidez para el ataque y la retirada,
permitiendo, además, cubrir largas distancias. No solo los emplazamientos
militares fueron el destino de los malones, también las haciendas, donde
obtenían un cuantioso ganado que era conducido a la Araucanía. Así, al
promediar el siglo XVII, el objetivo militar de los malones fue diluyéndose
para adquirir un carácter más económico, en el que las haciendas consti-
tuyeron el destino predilecto para la obtención del botín, especialmente
en ganado. Con ello la «Araucanización de las Pampas» pasó a ser un
proceso central en la construcción de la economía, cultura y territoriali-
dad mapuches (Bengoa, 1985; León, 1991; Mandrini, 1992; Pinto, 2003;
Bandieri, 2006).
En este contexto la zona lacustre cordillerana adquirió nuevos senti-
dos. Los pasos que conectaban ambas bandas alcanzaron un rol estratégico
para el tráfico de ganado y los pastos cordilleranos, surgidos luego del
derretimiento de las nieves, tendrán una utilización más intensiva con el
pastar de los animales, así las veranadas se constituyeron en zonas de gran
valor en la constitución y desarrollo de la economía ganadera de la época
colonial y republicana. Una nueva etapa se vivía en la sociedad mapuche,
el de los viajes de los mapuches de la Araucanía a las pampas «argentinas»
es el tiempo de los nampülkafes, esto es, «aquellas personas que viajaban
de forma más o menos permanente al otro lado de la cordillera, ya fuese
a partir de malones y conchavos, o bien, a realizar visitas de cortesía a
los parientes y aliados» (Bello, 2011: 215). Para Bello, el viaje ocupó un
lugar relevante durante casi tres siglos en la sociedad mapuche, dando
cabida a la constitución de un conjunto de rituales «que formalizaban
una relación social y cultural con la experiencia personal o individual de
los viajeros, por ello, el puelmapu constituirá un elemento central de la
identidad étnica mapuche» (Bello, 2011: 214), marcando y organizando
los territorios «bajo la idea de un espacio o geografía ritual», un hecho
común a muchos pueblos indígenas que, en el caso de la Araucanía, estaría
«asociada, en parte, a los pasos y rutas que conducían a la cordillera y a
las pampas» (Bello, 2011: 216).
426
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
427
Jaime Flores
428
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
429
Jaime Flores
430
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
431
Jaime Flores
4
Entrevista efectuada a Aurelio Astrosa, Ránquil, 12 de febrero de 1992.
432
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
433
Jaime Flores
434
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
435
Jaime Flores
llave del famoso paso de Villa Rica que permitía la comunicación con la
pampa argentina (Memorias del Ministerio de Guerra, 1883).
Desde Villarrica, Urrutia inició una serie de exploraciones hacia el
sector cordillerano. El 7 de marzo, bajo una torrencial lluvia, doscientos
soldados, al mando del coronel, avanzaban por la ribera del río Allipén en
dirección de Cunco. Allí esperaba fundar un nuevo fuerte. En su trayecto
cruzó las tierras del cacique Maile Painemilla, quien manifestó su disgusto
pues lo habían hecho sin su permiso. La expedición continuó hacia las
tierras del cacique Queupul, el que, extrañándose de la presencia de los
soldados, se presentó ante el militar diciendo «que se habían preguntado
la razón de su llegada a estos campos donde no había puesto el pie ningún
español (extranjero), agregando que, los árboles seculares han perdido
sus hojas, los esteros i los ríos han cambiado de lecho, a los bueyes se le
han caído los cuernos de viejo, pero hoy después de tantos años llegan
los huincas a arrebatarnos nuestros suelos i a levantar pueblos sobre
ellos; para quitarnos nuestras costumbres i turbar la soledad de nuestro
modo de vivir». El coronel le contestó, con un tono sarcástico, que, como
habían participado en el último levantamiento (1881), se habían hecho
«merecedores de un fuerte» (Subercaseaux, 1883: 114-120).
La fundación del fuerte Cunco era clave para controlar la región cordi-
llerana. Este se conectaba con el de Llaima, cuya tropa debía refugiarse en
Cunco durante la estación de invierno para evitar que la nieve los aislara.
A su vez, ambos sitios eran apoyados por el recién creado fuerte de Freire,
más central y con mayor guarnición preparada para cualquier evento.
Así, una red de nuevos fuertes se unía a los establecidos en la línea del
Cautín. Paralelamente, como ya hemos explicado, en la zona cordillerana
más al norte, por donde se desplazaba Urrutia, una expedición al mando
del teniente coronel de la Guardia Cívica, Martín Droully, avanzaba por
el Alto Biobío y los valles de la cordillera de Los Andes. El esfuerzo por
flanquear el este de la Araucanía con el establecimiento de una línea militar
llevaba un par de años y estaba llegando al momento de su consolidación.
En 1883, la dotación de soldados en la Araucanía alcanzaba una fuerza
efectiva de 2.700. Luego de la Campaña de Villarrica y la instauración
de la línea de la cordillera en aquel año, las acciones bélicas fueron dis-
minuyendo significativamente. En adelante, la tarea del ejército consistió
en permanecer alerta ante posibles alzamientos mapuches, en establecer y
mantener el orden alterado por partidas de bandoleros que comenzaban
a actuar con mucha frecuencia en La Frontera y la consolidación de la
soberanía en la zona cordillerana. Pero, en general, se reorientó a la conso-
436
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
437
Jaime Flores
438
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
439
Jaime Flores
440
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
441
Jaime Flores
442
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
443
Jaime Flores
valoración hacia fines del siglo XIX y primeras décadas del XX, que fueron
desde la estética, lugar de recreación y contemplación; ética, en tanto lugar
de realización de un proyecto pedagógico acerca del patrimonio natural e
histórico de la nación, de conservación de la naturaleza y de proposición
de una moral social pionera; valorización económica, en tanto lugar de
explotación racional de sus recursos naturales y simbólicos (por ejemplo
el paisaje por el turismo); valorización política, en tanto territorio neutral
argentino-chileno o bien de frontera defensiva.
Sin duda que estas claves nos ayudan a pensar el desarrollo del turismo
en Chile, en particular el que se desplegó al sur del río Biobío en el marco
del proceso de construcción nacional, ya fuese en su dimensión económica,
territorial o simbólica, siendo necesario explorarlo a partir de un marco
nacional y local, a la vez de lo que en paralelo ocurría en Argentina. Así,
por ejemplo, en la creación de parques nacionales, a ambos lados de la
cordillera de Los Andes influyó la ideología de parques nacionales ema-
nada desde Estados Unidos (la creación, en 1872 del Parque Yellowstone
constituyó un hito para quienes pregonaban la necesidad de preservar
algunos espacios prístinos para las generaciones futuras). Pero también
estuvieron presentes los problemas limítrofes no resueltos entre Chile y
Argentina y, por lo mismo, la necesidad de dar un reimpulso al proceso
de «nacionalización» de estos territorios periféricos por medio de vías de
comunicaciones, la educación de sus habitantes y el estímulo a la economía.
En Argentina, la política de creación de parques nacionales «estaba
orientada a la afirmación de la soberanía territorial, al desarrollo regional
de áreas de frontera y periféricas, por medio del impulso de la actividad
turística. Por tal motivo, se realizaron fuertes inversiones en estructura
vial, de transporte y hotelera en dichas regiones que solo cincuenta años
antes habían sido dominio indígena. Se crearon villas turísticas como Llao
Llao, Catedral, La Angostura, y Traful»7. En este contexto se explica la
llegada del ferrocarril a Bariloche en 1934, mismo año de la creación del
Parque Nacional Nahuel Huapi. El año 1938, la Dirección de Parques
inicia la construcción del Hotel Llao Llao. Por esa misma época se crean
los Parques Nacionales de Iguazú (1934), en Misiones; Lanín (1937),
en Neuquén; Los Glaciares (1937), en Santa Cruz; Los Alerces (1937) y
Lago Puelo (1937), en Chubut. A juicio de Bessera, con la creación de la
Dirección de Parques Nacionales en 1934, el Estado Nacional argentino
7
Dirección de Parques Nacionales: http://www.parquesnacionales.gov.ar/02_inst/05_
historia. htm. Ezequiel Bustillos estuvo al frente de la Dirección entre 1934 y 1944,
constituyéndose en el gran impulso de este proceso.
444
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
445
Jaime Flores
A modo de conclusiones
Al concluir creemos necesario reiterar algunos aspectos que, a nuestro
juicio, merecen ser considerados a la hora de analizar la cordillera de Los
Andes y desde los cuales hemos intentado desarrollar este trabajo, esto
es, avanzar sobre una lectura más amplia en sentido espacial y temporal.
En el primer caso ello implica contextualizar a Los Andes como parte de
un territorio mayor; el segundo, una mirada de larga duración que nos
permita constatar las diversas concepciones que sobre la cordillera se ha
tenido, una de cuyas últimas versiones es la de límite y/o línea, pero no la
única. Más aún, esta postura hegemónica implementada por el Estado-
nación a partir de fines del siglo XIX no ha extinguido la concepción
que la sociedad mapuche construyó sobre este territorio. Su persistencia
podemos observarla al profundizar nuestro análisis en el sector andino de
la Araucanía, expresada en una «geografía ritual» que significa, contiene
y rememora una lógica territorial antigua, donde la cordillera no solo es
un espacio poroso con distintas puertas que unen el ngulumapu con el
puelmapu, sino también un espacio acogedor, generoso y habitable, como
lo prueba la población indígena que en él vive. En contraste, los Estados
nacionales fueron edificando una cordillera como obstáculo, estéril, de-
sierta, inhabitable, un «límite natural» entre dos países, una frontera, en
tanto línea, que la fractura en dos y que la cartografía nacional contribuye
a fijar en nuestra imagen de Chile y Argentina.
Pero la historia ha ido dejando su huella en el espacio y, contrario a
lo que se piensa comúnmente, la cordillera de Los Andes ha sido un te-
rritorio habitado desde hace varios milenios, así lo muestran los estudios
arqueológicos, los trabajos históricos y las fuentes a que hemos pasado
revista en este trabajo. Es un continuo de habitabilidad iniciado por
aquellos que fueron conociendo y adaptándose al bosque templado de los
espacios lacustre cordilleranos, poblaciones arcaicas capaces de adaptarse
a las condiciones ecológicas en una relación profunda con estos elementos
para construir un territorio en que uno de sus signos más distintivos es
la combinación de invernadas y veranadas, que han marcado la forma de
ocupación y utilización de los recursos allí existentes.
En indudable que con la llegada de los españoles se abre una nueva
etapa en la construcción territorial. Los esfuerzos por establecer centros
urbanos y explotar lavaderos de oro fueron resistidos por la población
indígena del territorio andino de la zona de Villa Rica, pero, finalmente,
estos terminaron con su expulsión en 1602. La presencia hispana aportó
446
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
447
Jaime Flores
Referencias bibliográficas
Adán, L.; Mera, R., Becerra, M. y Godoy, M. Ocupación arcaica en territorios
boscosos y lacustres de la región precordillerana andina del centro-sur
de Chile. El sitio Marifilo-1 de la localidad de Pucura. Chungará, 2004,
Vol. 36, número especial,, pp. 121-1.136.
Adán, L. y Mera, R. Variabilidad interna en el alfarero temprano del centro-
sur de Chile: el complejo Pitrén en el valle central del Cautín y el sector
lacustre andino. Chungará, 2011, Vol. 43, Nº 1, pp. 3-23.
Aguilera, M. La Antigua Villa Rica. Historia, arqueología y tradición. Etno-
cultura Mapuche, Historia Colonial y Republicana del área del lago
Mallowelafquén y volcán Rucapillán. Villarrica: documento mecano-
grafiado, 2006.
Anderson, B. Comunidades imaginadas. México: Fondo de Cultura Econó-
mica, 1993.
Bandieri, S.; Blanco, G. y Varela, G. (Coord.). Hecho en Patagonia. La historia
en perspectiva regional. Neuquén: Cehir-Educo, 2006.
Bello, A. Nampülkafe. El viaje de los mapuches de la Araucanía a las pampas
argentinas. Territorio, política y cultura en los siglos XIX y XX. Temuco:
Ediciones UC Temuco, 2011.
Bengoa, J. Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX. Santiago de Chile:
Sur Editores, 1985.
Bengoa, J. Historia de los antiguos mapuches del sur. Desde antes de la
llegada de los españoles hasta las paces de Quilín. Santiago de Chile:
Catalonia, 2003.
Bessera, E. La Colonia Nahuel Huapi y los orígenes de la actividad turística
en la región andino-patagónica. En Historia de la Patagonia, 4tas.
Jornadas, Santa Rosa, 20 al 22 de septiembre de 2010. Disponible en:
http://www.4asjornadas.rhdg.com.ar/Jornadas%202y3/2as%20Jornadas%20
de%20Historia%20de%20la%20Patagonia%202006/ponencias/
Bessera.pdf
Braicovich, R. y Caracotche, S. Una biografía de las canoas monóxilas de la
región andina norpatagónica. Perspectivas para su memoria y con-
servación. En III Jornadas de Historia de la Patagonia, San Carlos de
Bariloche, 6 al8 noviembre de 2008. Disponible en:
http://www.hechohistorico.com.ar/Trabajos/Jornadas%20de%20Barilo-
che%20-%202008/Braicovich-Caracotche.pdf
Carabias, D.; Lira, N. y Adán, L. Reflexiones en torno al uso de embarcaciones
monóxilas en ambientes boscosos lacustres precordileranos andinos,
zona centro-sur de Chile. Magallania, 2010, Vol. 38, N° 1, pp. 87-108.
Carmagnani, M. El regreso de los dioses. México: Fondo de Cultura
Económica, 1988.
448
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
449
Jaime Flores
450
La construcción del espacio. Una mirada histórica...
451