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"Porque Dios es el Rey de toda la tierra" dice el salmista. "Cantad alabanzas con inteligencia " (Salmo 47:7.

Versión Amplificada.)
No se trata de forzar nuestro entendimiento fuera de lugar, y decir: "No lo comprendo, pero alabaré a Dios
aunque me resulte difícil, si ése es el único modo de salir del atolladero." Esto no es alabar, sino manipular.
Todos hemos tratado, en una u otra ocasión, de manejar a Dios, y es maravilloso saber que él nos ama
demasiado para abandonarnos. Hemos de alabar a Dios con entendimiento, y no a pesar de ello.
Nuestro entendimiento nos lleva a confusión cuando tratamos de querer comprender el porque y el cómo
permite Dios ciertas circunstancias en nuestra vida. Nunca podremos comprender el Porqué y el como hace
Dios algunas cosas, pero el quiere que aceptemos con nuestro entendimiento que él las hace. Esta es la base
para nuestra alabanza. Dios quiere que comprendamos que él nos ama y que tiene un plan para nosotros. "Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
¿Estamos ahora rodeados de circunstancias difíciles? ¿Hemos estado luchando por entender el porqué se
nos han venido encima? Entonces, intentemos aceptar con nuestro entendimiento que Dios nos ama y que
ha permitido esas circunstancias porque sabe que son buenas para nosotros. Alabémosle por lo que él ha
puesto en nuestras vidas; hagámoslo deliberadamente y con nuestro entendimiento.
Un matrimonio me oyó hablar sobre la alabanza a Dios por todas las cosas y se fue a su casa totalmente
turbado. Durante muchos meses habían sufrido a causa del estado físico de su hija, a la que habían tenido
que internar en una institución para alienados y el diagnóstico había sido que su enfermedad era incurable. Se
pidió a diferentes grupos de oración que intercedieran por ella y diariamente los padres oraban de rodillas, a fin
de que su hija fuera sanada. Pero su condición seguía invariable. Su actitud inicial al reto de que habían de
alabar a Dios por el estado de su hija les dejó aturdidos y tristes. —Sería una blasfemia —dijo la esposa— dar
gracias a Dios por algo tan obviamente malo. Si le damos gracias, ¿no significa esto que le acusamos de haber
hecho el daño deliberadamente a nuestra hija? Esto no me cabe en la mente en relación a un Dios de amor. —
No parece razonable —confirmó el marido—. Pero, ¿qué sucedería si aquel orador tuviese razón?
La mujer miró desesperanzada a su esposo. -No lo sé —dijo ella.
- Nada tenemos que perder, ¿no es así? – manifestó el marido, que seguía pensativo—. Podemos intentarlo
—continuó diciendo.
Se arrodillaron juntos.
"Amado Señor", comenzó diciendo el marido sabemos que tú nos amas y que amas a nuestra hija aun
más que nosotros. Ayúdanos a confiar en que tú estás obrando en su vida lo que sabes es mejor para ella; de
modo que te damos las gracias por su enfermedad, gracias porgue ella esta en el hospital, gracias por los
médicos que no han hallado un remedio para ayudarla. Te alabamos, ¡OH Dios!, por tu sabiduría y amor para
con nosotros."
Cuanto más oraban aquel día, tanto más se convencían de que Dios hacia lo que era mejor.
Al día siguiente, les llamó por teléfono el psiquiatra del hospital. -Señor -dijo- ha habido un cambio notable en
su hija, y yo le ruego que venga y la vea. Después de dos semanas, salía del hospital, curada. Un año más
tarde, vino a verme un joven después del culto. Se presentó como el hermano de dicha Joven, y me manifestó
que ella se había casado, que estaba esperando un niño, y que era la muchacha más feliz del mundo".

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