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El daño para el caso de marras se concreta cuando el día 21 de diciembre de 1992, agentes de la
policía retuvieron a Rubén y a otros dos taxistas, por presuntos delitos de homicidio y secuestro
simple, medida que se mantuvo desde el 21 de diciembre de 1992, hasta el 14 de abril de 1994,
momento en el cual, mediante sentencia ejecutoriada proferida por el Juzgado 21 Penal del
Circuito, se absolvió al señor en mención y a sus otros dos compañeros.
De esta manera se determina que la medida intramural que padecieron los actores, durante (15)
meses y (24) días, fue injusta convirtiéndose en un daño antijurídico, pues la decisión de 29 de
diciembre de 1992, del Fiscal Primero de la Unidad Especializada de Vida, al decretar la medida
de aseguramiento consistente en detención sin beneficio de excarcelación, que finalmente, fue
revocada mediante sentencia del 25 de marzo de 1994, Comporta la “No soportabilidad del daño”,
al no existir obligación que imponga el deber de quedarse con las consecuencias negativas que se
generaron en los accionantes, al verse privados de disponer del derecho fundamental de la libertad,
en conexidad con otras garantías Constitucionales, derecho que goza cualquier ciudadano, pues la
potestad punitiva del Estado, no es más que la respuesta al requerimiento de mantener un orden
armónico al interior de la colectividad, y cuando la esta medida no cumple esa función, pierde su
justificación y necesidad, por lo tanto deben ser reparados los daños antijurídicos que se causen.
De la narrativa de los hechos se colige que se presenta el fenómeno del daño a partir de la ejecución
del proyecto de la segunda pista del aeropuerto el Dorado, pues el funcionamiento de esta, trae la
confluencia de aviones que causan un ruido que excede los decibeles soportables, ruido que genera
en razón a la cercanía de las propiedades de Rafael con la malla perimetral de la pista aérea, unos
daños o afectaciones a los intereses legítimos materiales e inmateriales que deben ser garantizados
y protegidos dentro del Estado Social de Derecho, configurándose de esta manera el daño
antijurídico, que debe ser resarcido pues no existe justificación normativa para que deba ser
soportado solo por este, pues al actor se encuentra en condiciones de desigualdad frente a la
sociedad, pues se le exige que soporte el ruido que causa el tráfico normal de la fluctuación de
aviones, carga que no es impuesta a los demás asociados por lo tanto deben ser resarcidos estos
daños que se materializan así:
1. La pérdida de valor de su propiedad.
2. Ausencia de renta mensual por los cánones que dejó de percibir por la imposibilidad
de arrendar uno de los locales que integraban el inmueble.
3. Afectación de su salud.
4. Afectación a su integridad emocional.
Respecto al daño antijurídico en la responsabilidad por el hecho del legislador, este se configura
cuando la sociedad demandante tiene que contribuir con un impuesto que es inconstitucional, que
no se ajusta al ordenamiento y que por lo mismo pierde toda obligatoriedad, pues no responde al
beneficio general, por tanto, debe ser resarcido el menoscabo económico que se causó a la parte
actora, resarcimiento que debe estar a cargo de quien determino su expedición.
Normalmente el tema de los tributos puede entenderse como un daño para los intereses
patrimoniales del ciudadano, porque, per se, estos causan un detrimento legítimo, pero es una
obligación o carga que debe ser soportada por cada individuo de la sociedad, pues con estos, se
busca generar beneficios generales y desarrollo para el País, a contrario sensu, cuando estos no se
justifican, y no tienen una relación de equivalente entre sacrificio vs. beneficio, Y lo único que
denota es una falla del órgano legislativo.
Salta de bulto, que para que pase de ser un daño jurídico a uno antijurídico, debe ser declarada la
normativa, inexequible, como en el caso de la Ley 633 de 2000, artículos 56 y 57, que mediante
sentencia C-992 del 19 de septiembre de 2001, la Corte Constitucional declaró la
inconstitucionalidad de la misma, lo que da lugar al resarcimiento del daño que se causó durante
9 meses que duro su vigente, posición reconocida por la jurisprudencia del Consejo de Estado
mediante sentencia de 26 de marzo de 2014, Exp 28.742. En donde además se dijo que la
reparación procedía, con independencia de que el alto Tribunal Constitucional determinará los
efectos de la sentencia.
Esta posición fue sentada a través de sentencia del 10 de agosto de 2015, (Exp 30134), del Consejo
de Estado, donde se dijo:
“ (…) sostiene que se puede establecer la responsabilidad patrimonial del Estado por la
privación de la libertad de un ciudadano cuando el proceso penal termina con sentencia
absolutoria (o preclusión de la investigación) u opera por equivalencia la aplicación del in dubio
pro reo, pese a que en la detención se hayan cumplido todas las exigencias legales, ya que se
entiende que es desproporcionado, inequitativo y rompe con las cargas públicas soportables que
una persona en el Estado Social de Derecho debe asumir, máxime cuando se compromete el
ejercicio del derecho fundamental a la libertad”.
No obstante, en mi consideración existió una falla del servicio de la Administración, puesto que la
detención y después la medida de aseguramiento intramural, obedeció al maniobrar ilegal de los
agentes de Policía, que hicieron incurrir a la misma Institución y a la Fiscalía General de la Nación,
en error, situación que de todos maneras no libera a la Fiscalía de su responsabilidad de haber
tenido que ser exhaustiva en esclarecer la verdad de los hechos, de esta manera la responsabilidad
debe ser compartida según el grado de injerencia en el resultado dañoso y se debe vincular al
proceso civil a los agentes de policía que actuaron ilícitamente, además de iniciar la
correspondiente acción penal en contra de estos.
La imputación fáctica, refiere al nexo causal entre la acción y el resultado dañoso; relación causal
entre la apertura de la segunda pista del Aeropuerto el Dorado por parte de la Administración, que
dio como resultado los daños antijurídicos en el accionante, esta imputación estaría en cabeza de
la Aeronáutica Civil, al igual que la imputación jurídica o normativa, entendida como la obligación
que establece la obligatoriedad del estado de que los daños antijurídicos que sean causado deben
ser reparados, en atención a los artículos 2, 13, 80 y 90 de la Constitución Política, enunciados
normativos que ponen al Estado en sintonía con las garantías constitucionales y principios de
justicia distributiva, en razón al beneficio que se genera con la ampliación del aeropuerto a la
colectividad.
El régimen jurídico por el que respondería el Estado para el caso de marras, es el objetivo, de daño
especial, que busca devolver el equilibrio en las cargas públicas, restablecer el desbalance que
como en este caso, se generó a una persona o un grupo de personas, para que sea toda la sociedad,
la que asuma las consecuencias nocivas, respondiendo a principios de solidaridad, equidad y
justicia. En este sub examine, no se podría hablar de una falla en el servicio, pues no se observa
un actuar ilícito, desajustado e irregular de la Administración.
CASO 3, RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DEL LEGISLADOR
La imputación fáctica o relación causal por acción se establece a partir de la expedición de la Ley
633 de 2000, artículos 56 y 57, que 9 meses después de que se establece en el ordenamiento jurídico
es declarada inconstitucional y el daño de Índole patrimonial que padeció la sociedad accionante,
al contribuir con el pago del impuesto TESA, durante su vigencia, donde la entidad llamada a
responder es el órgano legislativo - Congreso de la República.
REPARACIÓN
La reparación para los casos de estudio procede según la tipología de daños aceptada por la
Jurisdicción Contenciosa Administrativa, veamos:
La reparación responde a las tablas y baremos establecida por el Consejo de Estado en sentencia
de unificación de 28 de agosto de 2014, (Exp 25022), para casos de privación injusta de la libertad,
muerte y lesiones personales.
DAÑOS INMATERIALES O EXTRAPATRIMONIALES: