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UNIVERSIDAD UTE

Fernanda Boada

Inteligencia emocional

Deber

Realizar una consulta sobre el cerebro emocional y cerebro racional, con respecto a las

características de cada uno y la relación entre ellos.

Introducción.

La personalidad tiene dos facetas interrelacionadas: la mente que piensa (el cerebro

racional) y la mente que siente (el cerebro emocional). En circunstancias normales estas dos

facetas de nuestra personalidad están en equilibrio y coordinadas una respecto a la otra.

Con todo, cada una tiene una naturaleza característica. La mente emocional es mucho más

rápida que la mente racional, se activa con rapidez sin detenerse a analizar las

consecuencias de una acción, sigue una lógica asociativa y un pensamiento categórico. La

mente racional, en cambio, establece relaciones entre causas y efectos, y como se apoya en

evidencias objetivas, puede re-evaluar una situación concreta y cambiar una conclusión

previa.

Desarrollo.

Todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente. Una es

la mente racional, más pensativa, capaz de reflexionar y más despierta. Y la otra la mente

emocional, más impulsiva y más poderosa. Cuanto más intenso es el sentimiento, más

dominante llega ser la mente emocional, y más ineficaz la mente racional. Normalmente
existe un equilibrio entre la mente emocional y la mente racional, porque la emoción

alimenta y da forma a las operaciones de la mente racional y la mente racional ajusta y a

veces censura las decisiones de las emociones.

Todo comienza en el tallo encefálico que es la parte superior de la médula espinal. Esta

región es la más primitiva del cerebro y es la que compartimos todas las especies que

tenemos sistema nervioso. Nuestra vida emocional tiene su origen en el sentido del olfato,

en el lóbulo olfatorio porque en aquellos tiempos el olfato fue un órgano sensorial clave

para la supervivencia. A partir de ahí se fueron desarrollando otros centros que luego

fueron evolucionando hasta terminar recubriendo por completo la parte superior del tallo

encefálico.

El sistema límbico es el que reacciona cuando estamos atrapados por el deseo o la rabia,

cuando el amor nos enloquece o cuando el miedo nos paraliza. El neocórtex del homo

sapiens es mucho mayor que el de cualquier otra especie, y es lo que nos hace humanos.

Nos permite estrategias mentales y planificar a largo plazo. Este nuevo estrato cerebral

permitió comenzar a matizar la vida emocional. El neocórtex permite una complejidad

mayor en la vida emocional, como por ejemplo tener sentimientos sobre nuestros

sentimientos.

Pero lo cierto es que estos centros superiores no gobiernan toda la vida emocional porque

en los asuntos decisivos del corazón, y principalmente en las situaciones emocionalmente

críticas, podríamos decir que delegan su cometido al sistema límbico. La amígdala es una

especie de almacén de las impresiones y los recuerdos emocionales de los que nunca hemos

sido totalmente conscientes. Dicho de otro modo, nuestras emociones tienen una mente

propia, cuyas conclusiones pueden ser completamente distintas a las de nuestra mente
racional. De este modo la amígdala puede desencadenar una respuesta antes que los centros

corticales hayan comprendido completamente lo que está ocurriendo. Cuanto más intensa

es la activación de la amígdala, más profunda es la impronta y más duradera es la huella

que dejan en nosotros algunas experiencias.

El desarrollo emocional del niño influye en su evolución intelectual. Un desarrollo

emocional poco satisfactorio puede influir en aspectos como limitaciones en la memoria,

dificultades en la percepción y atención, y disminución de asociaciones mentales, o

limitación en la capacidad de abstracción. Por el contrario un desarrollo emocional

adecuado incrementaría en el niño su curiosidad y motivación y mayor aptitud para la

intuición. Así que debemos prestar mucha atención a los primeros años de vida del infante,

ya que de estos dependen como el chico en un futuro no muy lejano, pueda afrontar los

problemas y salga adelante de la mejor manera posible.

Como ya nos hemos dando cuenta, no es posible tener una emoción sin que esta nos genere

algún tipo de pensamiento, ni se puede pensar en cosa alguna sin que esto nos depare algún

tipo de sensación. Cuando nuestro cerebro emocional y nuestro cerebro racional están en

equilibrio, podemos sentirnos a nosotros mismos, a nuestra propia experiencia personal.

Conclusiones.

El funcionamiento del cerebro es un proceso en el que se recogen datos y se transforman

creativamente. Conocer los dos lados del cerebro es sumamente importante para liberar el

potencial creativo de cada persona. Hay que buscar también el equilibrio que se obtiene

como consecuencia de conciliar polaridades y no tratando de eliminar una de ellas. De esta

forma podemos descubrir todo el potencial que posee una persona. Trabajar ambos lados
conjuntamente hace que nos sintamos más felices, que podamos afrontar nuestros

problemas con la mejor actitud y podamos encontrar una solución a cada uno con la mejor

actitud posible. El equilibrio humano determina nuestro bienestar.

Referencias bibliográficas.

https://emocioteca.com/cerebro-emocional-y-cerebro-racional/

https://psicologiaymente.com/psicologia/somos-seres-racionales-emocionales

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