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Eugenio Maria de Hostos

UGENIO MARIA DE HOSTOS (1839-1903)


Eugenio María de Hostos y Bonilla nació en Mayagüez, Puerto Rico, el 11 de enero de 1839, y
realizo gran parte de sus estudios en España, en donde inicio su lucha a favor de la
independencia de Cuba y Puerto Rico.
El educador vino por primera vez a la República Dominicana en 1875, desterrado por sus ideas
independentistas, en 1876, retornó a Nueva York, y a instancia de su amigo, el general Pedro
Arismendy Brito, salió hacia Venezuela poco después a continuar la tarea revolucionaria.
En Venezuela se casó el 9 de julio de 1877 ante el Arzobispo de Caracas con Belina de Ayala y
Quintana, fue precisamente en esa nación donde se inició en el magisterio con la intención de
formar en las Antillas generaciones de hombres cívicos, conscientes de sus derechos y de sus
deberes.
Hostos se trasladó a Saint Thomas y de allí volvió a la República Dominicana en 1879
encontrando una enseñanza en condiciones lamentables, producto de los distintos hechos
sangrientos que habían ocurrido. El educador al llegar encontró en el gobierno a amigos suyos y
el poder ejecutivo le encargo la redacción de un proyecto de ley de escuelas normales. Las
cámaras hicieron ley el proyecto, y en 1880 bajo el gobierno provisional de Gregorio Luperón, se
inauguró la primera escuela normal de maestros en la ciudad de Santo Domingo, bajo se
dirección.
Hostos tuvo que crear lo que no había en el país, un cuerpo de profesores, que salieron de la
sociedad “amigos del país”. Bajo los auspicios de esta y la dirección de dos jóvenes estudios,
José Pantaleón Castillo y Francisco Henríquez y Carvajal, empezaba a actuar entonces una
escuela preparatoria.
En el año de 1881 se fundó el instituto profesional para ofrecer los medios necesarios a los que
desearan hacer estudios profesionales. Contenía las escuelas de Derecho, Medicina, Farmacia e
Ingeniería.
Para Hostos el fin último de la enseñanza es el desarrollo de la razón. El desarrollo de la razón es
simultáneamente desarrollo intelectual y moral, pues como dice Hostos, “el criterio más infalible
para conocer si un hombre se desarrolló en toda la fuerza de su razón, está en su vida; si hace el
mal no es suficientemente racional”. Por otro lado, desde el punto de vista sociológico, el fin de
la enseñanza es “formar hombres para la humanidad concreta, que es la patria, y la patria
abstracta, que es la humanidad, en cuanto formar razones y conciencias sanas”. La razón es para
Hostos un organismo compuesto de organismos, de fuerzas que manifiestan su actividad por
medio de las tres funciones básicas de la razón: sentir, querer y pensar. Como todo organismo, la
razón, en cuanta función que llamamos pensar, tiene una necesidad y un propósito a cuya
satisfacción apunta en su actividad: descubrir, conocer y poseer la verdad. Esto significa que la
razón en cuanto pensar tiende al desarrollo de una representación conceptual sistemática de la
realidad.
Hostos se inscribe en la corriente de pedagogía científica de la segunda mitad del siglo XIX. El
educador necesita conocer la estructura, funciones, operaciones y etapas del desarrollo de la
razón en su producción de conocimientos. Esto le proporcionará al educador el sistema y método
natural por el cual la razón se desarrolla y produce conocimiento. El propósito de la enseñanza es
“despertar las fuerzas orgánicas de la razón y fomentar su evolución”; el rol del educador es
entonces servirse de este método natural para recrear las condiciones que permiten el desarrollo
de la razón y eliminar las que lo obstaculizan: “Instruir es educar el entendimiento, educarlo es
ponerlo en actividad y movimiento funcional, ponerlo en función es hacer correspondientes las
operaciones a las funciones, y las funciones a las fuerzas, de modo que la actividad intelectual se
dé con toda su salud, energía y vigor en cada uno de los cuatro momentos de la evolución y en
cada uno de los sujetos sometidos al régimen de la educación”.
La reforma educativa que Hostos proponía se fundamentaba en la idea de que la libertad y
civilización de nuestros pueblos sólo se conseguirían si los individuos que los constituían se
educaban en el desarrollo de su capacidad de conocer, es decir de razonar. Su extraordinaria y
adelantada en los tiempos concepción educativa, hacen que Hostos sea estimado como el más
grande educador.
Murió el 11 de agosto de 1903.

Aportaciones a la Educación
      Eugenio María de Hostos fundó una Escuela Normal para señoritas, creó un plan de estudio que
abarcaba dos ciclos de asignaturas donde se debía estudiar geometría, aritmética, lectura razonada,
ejercicios geográficos y cosmográficos, geografía patria, manejo de globos y mapas, lenguaje,
historia, metodología, higiene escolar, organización escolar, psicología, trabajo manual, gimnasia y
arte. Fundó un Instituto Profesional formado por las Escuelas de Derecho, Medicina, Farmacia e
Ingeniería en Santo Domingo. En Chile, fundó el Instituto Pedagógico y dirigió el Liceo de Chillán
donde ofreció famosas conferencias dirigidas a la educación científica de la mujer. Fundó Escuelas
para Padres, la Escuela Nocturna para la clase obrera y diseñó planes de estudios que incluían la
música y el canto como proceso formativo.

Eugenio María de Hostos


(Eugenio María de Hostos y Bonilla; Mayagüez, Puerto Rico, 1839 - Santo
Domingo, 1903) Político, pedagogo y escritor puertorriqueño. Hombre austero y
de ideas liberales, cuyo pensamiento recibió influencias del krausismo y del
positivismo, Eugenio María de Hostos consagró su vida a un doble ideal: la
independencia de su patria y la educación de los pueblos.
Eugenio María de Hostos

Hostos soñó con una confederación antillana libre como base de una América
libre y unida, y a ello se dedicó con ahínco desde sus tiempos de estudiante en
España; vio en la mejora de la educación popular el fundamento de un futuro de
libertad y justicia, y, a lo largo de una vida itinerante que lo llevó a recorrer
toda el continente, prodigó por doquier su labor de renovación pedagógica.

Biografía
Tras haber cursado estudios primarios en la capital de su país natal, Eugenio
María de Hostos viajó en 1852 a España para completar su formación
académica. Estudió en Bilbao y en Madrid, donde se licenció en leyes y tomó
contacto con los diversos grupos de discípulos de Karl Krause que en la segunda
mitad del siglo XIX animaban la vida cultural madrileña.
El krausismo determinó, a partir de entonces, los derroteros filosóficos,
pedagógicos y políticos por los que habría de discurrir su actividad intelectual; y
así, partidario de la independencia de las colonias antillanas, creyó posible una
gran federación ultramarina que instaurase la república en aquellos lares.
Convertido en adalid del independentismo antillano, Eugenio María de Hostos
pronunció en el Ateneo de Madrid varias sonadas conferencias que quedarían
plasmadas por Benito Pérez Galdós en la novela histórica Prim (1906),
perteneciente a la cuarta serie de sus Episodios nacionales. Confió en que la
Primera República española (1873-1874) daría la libertad a su país, y abandonó
España cuando vio frustradas sus esperanzas.
Empezó entonces para el ilustre puertorriqueño una vida de peregrinación, de
propaganda, de lucha por sus ideales. Vuelto a Hispanoamérica, formó parte de
la Junta Revolucionaria Cubana creada en Nueva York y dirigió su órgano
periodístico, La Revolución. Posteriormente, Eugenio María de Hostos recorrió
América del Sur propagando sus ideas liberales, dirigió en Venezuela el Colegio
Nacional de Asunción y fundó en Santo Domingo la llamada Escuela Normal,
para volcarse de lleno en una incesante actividad pedagógica (1879-1888) que
luego extendió por Chile entre los años 1889 y 1899.
Fruto, en parte, de esta abnegada labor, fueron los dos tratados de sociología
que publicó en 1883 y 1901. Hostos proponía una educación liberal que llevara
a un progreso moral e hiciera posible el desarrollo de la democracia y las
instituciones representativas en Hispanoamérica. De regreso a su patria, fue
nombrado jefe de la comisión encargada de reclamar en Estados Unidos la
independencia de Puerto Rico dentro de una confederación de las tres grandes
islas antillanas. Pero la dominación española había sido sustituida por la
norteamericana, y, rota la ilusión de ver a su país libre, emigró de nuevo a
Santo Domingo, donde consagró el resto de sus días a su obra pedagógica y
cultural.

Eugenio de Hostos

La preocupación de Eugenio María de Hostos por la ética quedó plasmada en el


ensayo Moral social (1888), y su temprana vocación legalista, en Lecciones de
Derecho Constitucional (1887). También es autor de tres ensayos: Biografía de
Plácido (1872), Cartas públicas acerca de Cuba (1895) y Meditando (1909), obra
póstuma que recoge su célebre ensayo sobre Hamlet. En el terreno de la creación
literaria, Hostos dio a la imprenta en 1863 la novela simbólica titulada La
peregrinación de Bayoán, donde dejó plasmados sus postulados independentistas.
En 1939 se publicó su obra completa (20 volúmenes).
Obras de Eugenio María de Hostos
La producción de Hostos, extensísima y variada, comprende muchos más títulos
que los anteriormente destacados, y, pese a tal diversidad, se halla presidida en
su mayor parte por aquellos mismos ideales de libertad en el terreno político y
de humanismo en el educativo que siempre guiaron su trayectoria vital. Ello
puede afirmarse incluso de las obras que, dentro de su amplísima bibliografía,
podemos calificar de literarias.

Si alguna vez se ha considerado su obra literaria como de interés secundario,


ello no se debe a falta de aptitudes ni de calidad: su primer trabajo en prosa, la
singular novela titulada La peregrinación de Bayoán, escrita en 1863 en España,
tiene un interesante contenido simbólico y poemático que anunciaba a un
escritor de gran porvenir literario, dentro de la corriente romántica. El relato
representa la unión de las Antillas, personificadas en distintos personajes que
llevan nombres indígenas: Bayoán es Puerto Rico; Marién es Cuba; Guarionex
es Santo Domingo. La hondura del pensamiento y la exposición de ideas revelan
ya en este texto primerizo el acendrado amor de Hostos a América y su
preocupación por el porvenir de las Antillas.
Este primer grupo de obras literarias incluye otras dos novelas inéditas: La
novela de la vida y La tela de araña. Eugenio de Hostos escribió asimismo algunas
composiciones poéticas y un poema neoclásico titulado El nacimiento del Nuevo
Mundo. Después redactó algunos cuentos y comedias para sus hijos (Cuentos a mi
hijo, 1878), pero no pasó de ahí: sus ilusiones literarias de juventud serían
pronto consideradas por el propio autor como ocios impropios del hombre
llamado a más altos menesteres patrióticos y humanos.
El grueso de la obra de Hostos lo conforman ensayos de diversa temática: ética,
sociología, derecho o literatura. En este ámbito su libro de mayor alcance se
titula Moral social (1888), fruto de las clases que dictó durante su permanencia
en Santo Domingo, de 1879 a 1888. Hostos siguió las tendencias filosóficas del
momento en que se formó su pensamiento (el positivismo de Comte), pero en
ocasiones recuerda la corriente krausista, introducida en España por Julián Sanz
del Río. En Moral social, Hostos expone, de todos modos, una concepción propia y
original de la ética en las relaciones del hombre con la sociedad.
Otras ensayos de tipo didáctico de Hostos, como el Tratado de
Sociología (1901), tuvieron el mismo origen, pues provienen de su labor docente
en Santo Domingo; son asimismo dignos de mención títulos como En la
exposición y La cuna de América. Por su sólida estructura científica sobresalen
sus Lecciones de Derecho Constitucional (1887), obra premiada en la Exposición
Nacional de Guatemala en 1897; su Geografía Evolutiva (1895) y el ya
citado Tratado de Sociología (1901).
Todo ello da una idea de la importancia del polígrafo puertorriqueño, pero su
actividad abarca todavía más aspectos: recogió las impresiones de su largo
viaje por Sudamérica en Mi viaje al Sur; es autor de una biografía del cubano
Francisco Vicente Aguilera, que publicó en Caracas; de una Biografía de Plácido,
publicada en Chile en 1872; de las Cartas públicas acerca de Cuba (1895), de la letra
y la música de un Himno a Borinquen y de otros muchos trabajos.
Entre sus estudios de crítica literaria, por último, sobresalen el dedicado a Romeo
y Julieta (Barcelona, 1867), la inmortal tragedia de Shakespeare, y el ya citado
sobre Hamlet (Santiago de Chile, 1872), uno de sus ensayos de mayor interés.
La Confederación de Estados Americanos, reunida en Lima en 1938, proclamó
póstumamente "Ciudadano de América" a Hostos, apreciado todavía hoy como
ilustre polígrafo y como el más brillante de los educadores de Hispanoamérica.

Introduccion
desarrollo
conclusión
opinión personal
bibliografía

Sustentante Varonesa Anabel Suarez


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Seccion 185

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