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DE PEREZOSO A EXITOSO

EL PODER DE LOS HÁBITOS EXTRAORDINARIOS

Rafael Ducker
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Introducción:
Pasamos gran parte de nuestra vida viendo ejemplos de personas exitosas que han alcanzado
todas sus metas y además se han convertido en celebridades, gente muy famosa que ha podido
cumplir sus sueños. También pasamos gran parte de nuestra vida creyendo que los logros de esas
personas son algo que nosotros jamás podremos igualar y mucho menos superar.
La clave, amigo lector, está en los hábitos. Esas personas que han logrado colmar su vida con
triunfos que los han conducido al éxito, lo han hecho cultivando hábitos positivos que de una
manera u otra han influido en sus acciones y por tanto han sido determinantes en su éxito.
Es lógico creer que no seremos como Michael Jordan si jamás hemos jugado al baloncesto. Si
nunca nos ha interesado la política en lo más mínimo, ¿Qué de raro podría tener que jamás
llegásemos a ser presidentes de nuestro país? O mejor aún, ¿Cómo podríamos aspirar a ser el
actor más famoso de Hollywood si nunca hemos actuado?
Resulta que si bien no podemos vivir vidas ajenas y mucho menos ser exitosos en cosas que
jamás hemos intentado o para las que no tenemos las condiciones, sí podemos llegar a ser los
mejores en el área en que nos desenvolvemos. Si tu especialidad son los negocios, pero sientes
que no has alcanzado el éxito que tanto deseas y además mereces, tranquilo, no estás solo en el
mundo y has llegado al lugar adecuado.
Con este libro no pretendo darte una fórmula mágica para que de la noche a la mañana te
conviertas en el empresario más exitoso o en el mejor padre o el mejor hijo del mundo. Con este
libro lo que quiero es contarte cómo a través de diferentes lecturas y experiencias he aprendido a
controlar mis hábitos, porque de ellos depende que mi carrera sea un éxito o un fracaso.
Todas esas personalidades exitosas que conocemos, los que vemos día a día en la tv y en la
prensa, son personas que han logrado todo lo que tienen gracias al trabajo, esfuerzo y dedicación
que han depositado en sus carreras, además por supuesto de contar con un gran talento para hacer
lo que hacen.
El detalle está en que la mayoría de ellos ha aprendido a identificar la importancia de sus
hábitos cotidianos, que van desde las cosas más sencillas como el levantarse por la mañana, hasta
cosas más específicas como distribuir tu horario laboral.
Una de las claves más importantes es aprender, por una parte, a reconocer cuando un hábito
tiene repercusiones negativas sobre nuestras acciones, para entonces realizar los cambios
necesarios para bien; mientras que, por otro lado, identificar los hábitos positivos también es vital
porque son los que de una manera u otra nos acercan al logro de nuestros objetivos, y son esos los
hábitos que necesitamos potenciar.
Si logramos evitar lo que nos aleja de nuestra meta, al mismo tiempo que potenciamos lo que
nos acerca a cumplir nuestros sueños, notaremos la diferencia de manera significativa.
Imaginemos por un momento que corremos un maratón con un morral de 20 kilos en la
espalda, unas zapatillas incómodas, un suéter de lana y un pantalón de jean. A medida que la
carrera avance, iremos quedando cada vez más rezagados.
¿Qué sucedería si a mitad de esa hipotética carrera nos desprendemos de ese morral y de esos
20 kilos? Sentiremos que podremos llegar más rápido a la meta. Ahora, ¿Qué pasaría si además
cambiamos nuestras zapatillas comunes y corrientes por otras mucho más cómodas y livianas? ¿Y
si además cambiamos nuestra ropa por otra más cómoda y adecuada?
La respuesta es que inmediatamente sentiremos el cambio en la carrera. Dependiendo de lo
atrasados que hayamos quedado por correr con ropa y calzado inadecuado además del peso extra
del morral, podremos percibir esos cambios a mediano o largo plazo; pero si logramos hacer esos
cambios lo más pronto posible, los beneficios podrían ser casi inmediatos.
Lo mismo sucede en los negocios con los hábitos. Si tenemos años aplicando estrategias de
negocio sin controlar nuestros hábitos, lo más probable es que los hábitos negativos nos impidan
progresar en nuestro nicho y alcanzar el éxito. Pero si logramos controlarlos y aplicar los
correctivos necesarios, podremos avanzar mucho más en cada vez menos tiempo.
Es difícil aprender a controlar nuestros hábitos desde siempre, de hecho, creo que no existe
alguien que jamás haya tenido hábitos negativos. Existen teorías que incluso exponen que todos
necesitamos cometer ciertos errores para luego aprender a corregirlos y a partir de allí alcanzar el
éxito.
El caso es que, de un modo u otro, nunca es tarde para aprender a identificar nuestros hábitos
y aplicar modificaciones en función de ello. Los hábitos influyen de manera directa en el éxito de
las personas, las empresas, e incluso las naciones.
En este libro no solo te enseñaré cómo identificar los hábitos, sino que además te mostraré
cómo pude yo personalmente aprender a transformar mis hábitos negativos, para que además de
dejar de perjudicarme, comenzarán a darme resultados positivos.
Además de saber identificar los hábitos negativos y aplicar acciones en función de
transformarlos, también es importante aprender a crear hábitos nuevos que nos permitan llegar a
donde siempre hemos soñado, pero eso es algo que no se logra de la noche a la mañana. Sin
embargo, yo personalmente he aprendido a crear algunos hábitos nuevos que más adelante te iré
contando, hábitos que de manera consciente he aprendido a crear y que hoy por hoy me aportan
beneficios significativos.
La pregunta es: ¿Si yo lo he logrado, por qué tú no? Yo soy un ser humano igual que tú, con
dificultades y tropiezos, con obstáculos en mi vida, y especialmente, con hábitos negativos que a
lo largo de mi vida me han perjudicado en más de una ocasión.
Yo sé que parece mentira que transformando cosas que hacemos casi de manera inconsciente,
podamos lograr convertirnos en personas exitosas. Pero es que algo tan cotidiano como dejar de
procrastinar (hábito negativo e inconsciente) o empezar a levantarnos más temprano (hábito
nuevo, creado de manera consciente) puede tener repercusiones gigantescas en nuestra vida
personal y profesional.
Los hábitos influyen en nuestra vida personal, así como también en nuestra vida profesional.
Jamás tengamos la tonta creencia de que lo que hacemos como personas no nos afecta como
empresarios. La clave está en saber controlar nuestros hábitos, algo que pienso enseñarte desde la
primera página de este libro.
Un vistazo al contenido
Antes de comenzar, tengo un regalo para ti
Introducción:
Las 3 claves principales que debes conocer acerca de los hábitos
Los hábitos que nos definen
La Mecánica de los hábitos, el ciclo de la vida
El Podio de Los Hábitos
¿Los Hábitos del Éxito o El Éxito de Los Hábitos?
Ponle La Etiqueta a Los Hábitos
Transformación, La Clave de Los Hábitos
Divide y conquistarás
La importancia de conocernos a nosotros mismos
Las personalidades más exitosas que han aprendido a transformar sus hábitos
Aprendiendo a crear hábitos nuevos
Transforma tus hábitos en 5 pasos y conviértete en una persona exitosa
Libros Recomendados
Una última palabra
LO QUE ENCONTRARÁS EN ESTE LIBRO

El libro “De Perezoso a Exitoso” es un texto que sabe conjugar teoría psicológica con
ejercicios prácticos para brindar al lector las herramientas necesarias para ser protagonista de su
propia transformación, al mismo tiempo que aprende claves sobre los hábitos que lo conducirán a
un éxito garantizado, tanto en el mundo profesional como en la vida personal.
Este libro no está creado para personas de una rama específica, está recomendado para
cualquier persona que esté dispuesta e interesada en hacer cambios trascendentales en su vida. Lo
interesante es que esos cambios son vistos por el autor como transformaciones, lo que convierte al
libro en una obra incluso filosófica, por mostrar una manera particular de ver la vida con la que el
lector seguramente sentirá afinidad una vez que se vaya adentrando en cada uno de los capítulos
que lo componen.
El texto está compuesto por 11 capítulos donde de manera lógica y secuencial se van
presentando diversas teorías científicas que demuestran la influencia que tienen los hábitos de las
personas en sus éxitos y fracasos.
Co este libro el lector no solo aprenderá tips y consejos útiles para alcanzar el éxito, sino que
lo hará de una manera muy pedagógica por el toque didáctico que el autor ha sabido aplicar a la
obra, demostrando que el conocimiento es la verdadera clave del éxito.
A continuación, te iremos describiendo a manera de síntesis lo que cada uno de los capítulos
ofrece, para que te sirva de abreboca y te animes a leerlo si lo que estás buscando es un libro que
te muestre el camino que solo tú puedes recorrer para alcanzar tus metas:

1- Los Hábitos que nos definen


Así se titula el primer capítulo del texto, aparece luego de una breve, pero interesante
introducción donde el autor nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones inconscientes, esas
que realizamos diariamente y casi sin darnos cuenta.
En este primer apartado, de manera muy creativa e interesante, se no presentan ejemplos del
cine contemporáneo para entender qué son los hábitos en la vida de una persona y las
repercusiones que estos tienen en su entorno social.

2- La Mecánica de Los Hábitos


El segundo capítulo del libro comienza a ser un poco más denso, mostrando de manera
concreta, pero al mismo tiempo muy clara y sencilla, todo lo técnico referente a los hábitos. Una
vez que leemos este capítulo no solo entendemos qué son los hábitos en la vida de una persona,
sino que incluso aprendemos cómo funcionan dentro de nuestro cerebro, para así poder entenderlo
mejor.
Otro aporte creativo del autor en este segundo capítulo es su capacidad de comparar los
hábitos de las personas con el funcionamiento de un automóvil. No hace falta que seas un experto
en mecánica automotriz para que de manera inmediata vayas captando cada uno de los ejemplos
que se ofrecen en este capítulo que cierra con ejercicios muy interesantes para que el lector
comprenda de manera práctica cómo operan sus propios hábitos.
Como podrán ver una vez que se vayan adentrando a este libro, el autor sin duda ofrece una
particular muestra de ingenio que hará de la lectura del libro una actividad muy amena y
entretenida al mismo tiempo que cumple funciones incluso educativas en quienes decidan leerlo.

3- El Podio de los hábitos


En este tercer capítulo se nos muestra un abanico de conocimiento en teorías clásicas propias
de la psicología y el aprendizaje. Todo el conocimiento científico que desde tiempos históricos se
ha gestado a partir del estudio de grandes expertos como Abraham Maslow, es presentado de
manera muy didáctica en este apartado.
Si usted es una persona que piensa que las cosas de la vida deben ser atendidas en orden de
prioridades, este capítulo le será muy útil, porque de manera tanto teórica como práctica podrá
aprender a identificar cada uno de los diferentes hábitos que usted mismo posee, al mismo tiempo
que podrá también aprender a qué tipo de necesidad atienden.
Este tema de las necesidades es detallado de manera muy clara por el autor a través de la
teoría de La Pirámide de Maslow, de lo cual usted aprenderá y pondrá mucho en práctica al final
del capítulo gracias al ejercicio que le mismo ofrece.

4- ¿Los hábitos del éxito o el éxito de los hábitos?


¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?, es la interrogante con la que muy ingeniosamente
se nos introduce a este capítulo que conjuga un tanto el humor con la reflexión e incluso un poco
de filosofía de vida.
Este capítulo tiene la particularidad de ser el único que no posee ejercicios al final, pues
realmente viene a ser la mitad de un apartado completo, o lo que es lo mismo, es un tema que
posee continuidad en el siguiente capítulo, es decir, el quinto de este maravilloso libro.
De manera muy reflexiva, este apartado nos va mostrando interpretaciones de diferentes
aspectos de la vida que de un modo u otro nos invitan a preguntarnos de qué manera nuestros
hábitos influyen en nuestro éxito y qué estamos haciendo para mejorar o potenciar dichos
aspectos.
Como parte del discurso del autor, en este apartado se exponen diversos ejmplos universales
de compañías mundialmente reconocidas, que aprendieron a identificar el poder de los hábitos en
sus ventas.
Como ya se ha dicho antes, este es un libro que va dedicado a todo tipo de personas sin
importar el oficio o la profesión a la que se dediquen, pero si quien lo lee es una persona
interesada en los negocios y en aprender de las más grandes empresas, acá podrá ampliar su
cultura general acerca de la historia de diversas industrias que han alcanzado el éxito en sus
negocios.

5- Ponle la etiqueta a tus hábitos. Aprende a identificarlos y clasificarlos:


Una vez que el lector va avanzando en los capítulos de este libro hasta llegar al quinto
apartado, irá adquiriendo diversos conocimientos que como ya se ha dicho antes, le ayudarán a
identificar su propio camino al éxito a través de la reflexión y toma de decisiones alrededor de
sus propios hábitos diarios.
Si usted lee este capítulo aprenderá que existen diferentes tipos de hábitos, al mismo tiempo
que también entenderá la visión del autor cuando nos habla de ponerle etiquetas a las cosas no es
algo necesariamente malo o prejuicioso como muchos pudieran creer, pues identificar y clasificar
las cosas es lo que nos lleva a poder manejarlas mejor, y en la medida en la que sepamos dominar
nuestros hábitos podremos control nuestras acciones de manera más concreta para poder
encaminarnos al éxito.

6- Transformación: la clave de los hábitos


A medida que vamos leyendo este libro no solo vamos aprendiendo sobre los mismos,
también los vamos identificando y controlando en nuestras propias vidas, pero lo más interesante
es que aprendemos que no es cuestión de eliminar los hábitos que aparentemente no nos aportan
beneficios, sino más transformarlos por otros que sí nos satisfagan de alguna manera.
Este es tal vez el capítulo más reflexivo de todos porque nos conduce a una introspección
personal donde debemos ser muy maduros en admitir lo que hacemos diariamente y que no nos
está rindiendo los frutos que quisiéramos, sin embargo, tampoco es un capítulo para que bajemos
nuestra autoestima, sino que por el contrario nos invita a destinar la fuerza necesaria para hacer
las modificaciones que hagan falta en nuestras rutinas.
Este capítulo no solo nos motiva a saber más sobre nosotros mismos y conocer qué hacemos y
por qué lo hacemos, sino que también nos ofrece las herramientas para que seamos nosotros
mismos quienes hagamos las transformaciones necesarias, en un ejercicio donde nos convertimos
en protagonistas de nuestra propia historia, porque como bien lo dice el propio autor, este libro no
sería nada sin que nosotros mismos aplicáramos a nuestra vida lo aprendido en dicho texto.

7- Divide y conquistarás: aprende a fragmentar los hábitos para poder


transformarlos:
Este un capítulo para amantes de la literatura y sobre todo para toda persona que piense que
las frases y los pensamientos de grandes autores pueden ser motivadoras y propulsoras de nuestra
propia emancipación.
Si usted es alguien que está dispuesto a aprender de los que más saben, este es un capítulo
que además de agradarle mucho le proporcionará bastante de cultura general. Acá no solo leerá
frases de grandes autores de la historia, literatura y filosofía universal, sino que además se
analizarán y comprenderán a profundidad los diferentes significados que dichas citan guardan
dentro de sí.
Por otra parte, es importante destacar que este capítulo, al igual que todos los anteriores e
incluso posteriores a este, ofrece ejercicios prácticos donde usted amigo lector podrá poner de
manifiesto lo aprendido hasta el momento.
Sin ánimos de hacer spoiler, solo podemos revelarle que en la medida en la que usted
conozca las diferentes partes que conforman un hábito y los elementos que hacen que los mismos
se creen, usted sabrá identificar los puntos medulares que le permitirán abordar aquellos hábitos
que deben ser transformados, porque siempre será menos complejo y complicado atender una
parte del problema, antes que todo el problema como un global.

8- La importancia de conocernos a nosotros mismos. Estilos de pensamiento y su


influencia en nuestros hábitos:
Continuando con la línea educativa que este interesante libro propone, se nos ofrece un
amplio conocimiento acerca de los diferentes estilos de pensamiento. Este apartado es muy
valioso porque termina de reafirmar que este es un libro pensado para todo tipo de personas,
desde los que ven la vida de una manera más teórica y filosófica, hasta quienes se confiesan ser
personas más prácticas a las que les gusta más hacer y actuar.
Una vez que usted lea las diferentes corrientes de pensamiento que son tomadas en cuenta en
este libro, usted podrá determinar con cual se siente identificado. Pero todo no queda allí. Si usted
es capaz de conocerse y reconocerse a sí mismo dentro de las teorías aquí abordadas, usted podrá
poner en práctica todos los ejercicios adecuados a su corriente de pensamiento, con lo cual usted
podrá comenzar a realizar esas transformaciones en sus hábitos que lo conducirán al éxito que
tanto desea.

9- Las personalidades más exitosas que han aprendido a transformar sus hábitos
Todos admiramos a alguien y el autor de este libro lo sabe. En este capítulo incluso se nos
habla hasta un poco de farándula al abordar a las diferentes celebridades del mundo de los
negocios que han alcanzado éxito y fama gracias a que han sabido realizar las transformaciones
necesarias en sus hábitos.
Leer este capítulo será dar un paseo por la vida de las personalidades más exitosas e
influyentes de la humanidad con la cual podremos compararnos a nosotros mismos, entendiendo
que, si ellos fueron capaces de alcanzar sus metas, nosotros también, siempre y cuando sepamos
hacer lo necesario para lograrlo.

10- (solo para expertos) Crea hábitos nuevos:


De manera incluso desafiante, el autor en este capítulo nos invita a ponernos a prueba a
nosotros mismos, para que no nos quedemos con el conocimiento adquirido sino para que también
lo pongamos en práctica de manera concreta y trascendental.
Definitivamente de nada sirve leer todo un libro sobre el poder de los hábitos y cómo
transformarlos si al final no logramos llevarlo a la práctica en nuestras vidas para comprobar por
nosotros mismos los frutos que ello puede rendir.
Este capítulo, además de lo ya mencionado, nos muestra algo nuevo: los hábitos no solo
pueden ser transformado, sino que también pueden ser creados de manera consciente. Este es un
postulado bastante revolucionario porque rompe con paradigmas complejos que dicen que los
hábitos siempre se crean por sí solos de manera inconsciente.
Es necesario señalar que como bien propone el autor, una vez que llegas a este punto de la
lectura, si no has ido poniendo en práctica lo aprendido en los capítulos anteriores, muy
difícilmente podrás ejecutar el ejercicio que este apartado expone al final.

11- Transforma tus hábitos en 10 pasos y conviértete en una persona exitosa:


Por último, el libro cierra con un capítulo que sintetiza lo expuesto en los 10 primeros
capítulos. Es importante entender que este último capítulo no es un resumen, no sirve de mucho
leerlo sin haber leído los 10 anteriores.
Este último capítulo es más bien una especie de recordatorio de todo lo elemental que usted
debe mantener presente, eso que aprendió en los capítulos previos.
Con tips, consejos finales, y recomendaciones muy puntuales, usted podrá cerrar este libro
sabiendo que ha adquirido un conocimiento trascendental que podrá poner en práctica para
encaminarse hacia el logro de todas sus metas, las cuales lo conducirán a eso que usted mismo
haya catalogado como éxito y satisfacción personal, porque como bien lo dice el autor, usted y
solo usted es el protagonista de su propia historia.
Las 3 claves principales que debes conocer acerca de
los hábitos
En esta guía te presentaré de manera directa, clara y sencilla, lo que considero las tres claves
principales que debes conocer para poder introducirte al interesante mundo de los hábitos.
¿Por qué es interesante el mundo de los hábitos? Pues resulta que, aunque los hábitos son cosa
de todos los días, ellos pueden tener influencia directa en nuestros éxitos y fracasos, y, por lo
tanto, aprender sobre ellos para poder identificarlos, controlarlos y posteriormente
transformarlos, es algo necesario si deseamos alcanzar el éxito en nuestra vida laboral,
profesional e incluso personal.
Los Hábitos se crean usualmente de manera inconsciente, aunque no por ello sean
imposibles de controlar
Esa es sin duda la primera clave que debemos aprender sobre los hábitos, que son una
sucesión de rutinas que tarde o temprano se terminan estableciendo en nuestras vidas, pero
principalmente en nuestro cerebro.
Resulta que los hábitos se convierten en tales una vez que se hace repetitiva y consecuente la
sucesión de ellos. Es decir, cuantas más veces realicemos una misma acción, más rápido se
termina convirtiendo en un hábito.
Los hábitos suceden de manera tan cotidiana y repetitiva que muchas veces los ignoramos, y
sin darnos cuenta pueden influir de manera directa y sustanciosa en nuestras vidas.
Por ejemplo, una persona que posee el hábito de levantarse tarde, puede que no se dé cuenta
de que por culpa de ello siempre llega tarde a sus citas y por tanto, se convierte en una persona
impuntual. Más temprano que tarde la impuntualidad termina cayendo mal en las personas que nos
rodean porque es considerada una muestra de irresponsabilidad y de falta de respeto.
Ahora, cuando logramos identificar un hábito negativo podemos diseñar estrategias que una
vez aplicada puedan dar resultados positivos en nuestras vidas, de eso se ta controlar los hábitos.
Sin embargo, no todo el mundo está preparado para ello porque como bien dice una sabio: “Las
personas ven lo que están preparadas para ver”
A continuación, te presento un ejercicio interesante que puede ayudarte a entender la primera
clave, esta de que los hábitos son inconscientes más no por ello incontrolables:
Ejercicio 1: haz una lista de 3 hábitos que consideres puedan tener influencia negativa en tu
vida. Recuerda el ejemplo anterior, imagina que por levantarse tarde una persona llega tarde a una
entrevista de trabajo y por ende no es tomada en cuenta para el puesto para el que aspiraba ser
contratada.
Haz esta lista describiendo ese hábito y su posterior consecuencia. Recuerda, deben ser al
menos. 3.
Todo hábito posee un ciclo de 3 partes: arrancada, trayecto y meta
La segunda clave que todos debemos aprender, es que los hábitos se convierten cada vez en
eventos muy arraigados en nuestro cerebro y por ello es muy difícil deshacerlos, por ello la clave
no es pretender eliminar los hábitos que nos causen efectos negativos en nuestras vidas, sino que
más bien es mucho más provechoso buscar transformarlos.
Para poder transformarlos necesitamos entender perfectamente cómo operan, y para ellos
debemos entender el ciclo en el que funcionan.
Arrancada: La arrancada es aquello que enciende la chispa, eso que causa que nuestro hábito
comience su ciclo. Si tu hábito es fumar porque te relaja, cada vez que te sientas estresado,
molesto o tenso, sentirás la necesidad de buscar un cigarrillo. Esa será la arrancada de ese hábito
que para bien o para mal muchas personas consideran desagradable.
Trayecto: El trayecto es la sucesión de eventos y acciones que hacemos posibles para poder
lograr el cometido de nuestro hábito. Si nuestro hábito es fumar cigarrillo, el trayecto será todo lo
que hagamos para poder fumarlo.
Meta: todos los hábitos, de un modo u otro, están ligados a la obtención de algún tipo de
placer. En este caso, en el ejemplo puntual que te muestro en esta guía, fumar cigarrillos es una
acción que puede representar el placer de relajarse mientras se lleva a cabo.
Para que puedas entender de manera clara y directa esta segunda clave sobre los hábitos, te
invito a realizar el siguiente ejercicio:
Ejercicio 2:
Estudia con detenimiento el hábito que seleccionaste para el ejercicio anterior y señala las
tres fases de su ciclo. Es decir, toma el mismo ejemplo e identifica su arrancada, su trayecto y su
meta.
Los hábitos se pueden transformar si dividimos su ciclo y aplicamos correctivos que nos
permitan obtener consecuencias positivas de él, en alguna de las tres fases de su ciclo.
Si por ejemplo tenemos el hábito de ir a comer un dulce por la tarde, y este hábito nos trae la
consecuencia negativa de que abandonamos por un momento nuestro trabajo y por lo tanto nos
atrasamos en nuestras tareas y dejamos de cumplirlas, pues definitivamente ese es un hábito que,
aunque no es algo 100 % negativo, evidentemente necesita ser transformado.
Si identificásemos las tres fases de ese hábito, podríamos decir que la arrancada sería ver el
reloj y darnos cuenta de que se hizo esa determinada hora de la tarde en la que nos provoca comer
dulce. El trayecto sería pausar nuestras tareas y dirigirnos hasta el lugar donde compramos ese
bocadillo para luego comerlo, lo cual al final representa la meta de ese hábito.
Si lo analizamos con detenimiento, ¿Cuál sería la fase del hábito que realmente nos estaría
perjudicando?
Correcto, el verdadero problema viene cuando perdemos tiempo valioso en nuestras
responsabilidades, las cuales abandonamos por ir en busca de ese delicioso bocadillo.
¿Qué acciones podríamos emprender para transformar ese hábito para que se transforme en un
hábito positivo?
Pues yo personalmente recomendaría tenerlo presente desde antes de salir a trabajar.
Levantarnos un poco más temprano, preparar un bocadillo que podamos llevar al trabajo, y as
cuando se haga la hora en la que sintamos esa necesidad de comer algo dulce, no tengamos que
abandonar nuestras tareas por demasiado tiempo, sino que sea un intervalo muy breve en el que
solo debamos extraer ese postre de nuestra mochila o maletín para comerlo en un tiempo mucho
menor al que representa tener que ir hasta una tienda, comerlo y después regresar hasta nuestro
puesto de trabajo.
Ahora, para que se te haga más fácil comprender la capacidad de transformación que tienen
los hábitos, te invito a que realices el siguiente ejercicio:
Ejercicio 3:
Toma el hábito que ya seleccionaste en el ejercicio 1, ese mismo del cual aprendiste a
identificar cada una de sus fases en el ejercicio 2, y ahora identifica cuál de esas fases podrías
transformar para que se convierta en un hábito positivo.
Una vez que aprendes estas tres claves principales, puedes decir que estás listo para
adentrarte al complejo más no por ello complicado mundo de los hábitos.
¿Te gustaría llegar al nivel experto y poder transformar todos tus hábitos para que se
conviertan en algo positivo que te ayude a lograr el éxito?
¿Sabías que además de transformarse, los hábitos también pueden ser creados de manera
consciente?
¿Te gustaría conocer consejos y ejemplos de grandes celebridades que han transformado sus
hábitos y que gracias a ello son hoy por hoy las personas exitosas en las que se han convertido?
Todo esto y mucho más puedes aprenderlo en mi libro “La Trasformación de Los hábitos”,
no dejes de adquirirlo para que puedas alcanzar el éxito que tanto deseas, ese que quizás aún no
has podido lograr por no poder controlar tus hábitos, pero que tú y yo sabemos que estás a punto
de alcanzar.
Los hábitos que nos definen
Nuestros hábitos nos definen tanto en lo personal, como en lo social e incluso en lo
profesional. Muchas personas tienden a creer que la vida personal es una cosa y la vida
profesional otra, y en gran parte tienen razón, pero cuando se trata de los hábitos hay ciertas cosas
que vale la pena entender.
Hasta hace poco yo mismo creía que nada de lo que yo hiciera en mi vida personal debía
influir en mi carrera profesional, hasta que conocí la importancia de los hábitos. Los hábitos que
tengamos como personas pueden reflejarse en cualquier escenario en el que nos encontremos, por
eso nuestros hábitos nos definen en cualquiera de los tres ambientes antes mencionados.
Si tenemos el hábito de ser puntuales, de levantarnos temprano y llegar a tiempo a las cosas
que hacemos diariamente, ese será un hábito positivo que nos definirá en cualquier ámbito.
Seremos conocidos en lo personal como alguien que se levanta temprano y sabe aprovechar su
tiempo, seremos conocidos en lo social como una persona que puedes invitar a una reunión y tener
la garantía de que no te dejará plantado, y seremos conocidos en los profesionales como una
persona responsable, con ética de trabajo que acude temprano a sus compromisos.
En la película Batman Begins existe una escena donde al personaje de Bruce Wayne
(interpretado por Christian Bale) una chica (Katie Holmes) le dice: “Son tus acciones las que te
definen”. Mi interpretación particular sobre esa frase, es que digas lo que digas, serán los hechos
los que de una manera u otra te definirán. Si no practicas lo que predicas, por mucho que te
esfuerces en convencer a alguien de algo, esa persona no creerá en tus palabras sino en tus
acciones.
Los hábitos son eso, acciones que cometemos diariamente, acciones tan cotidianas y
rutinarias que las hacemos casi sin pensar, como por ejemplo levantarnos por la mañana, ir al
baño, preparar desayuno, tomar el metro o encender nuestro automóvil y dirigirnos a nuestro lugar
de trabajo, entre otras.
Es la forma en la que realizamos esas acciones rutinarias la que en cierta medida hará que
quienes nos rodean tengan una idea de nosotros. Por muy inteligentes que seamos y por muy
capacitados que estemos para un determinado oficio, si somos una persona con el mal hábito de
entregar tarde los trabajos encomendados, seremos reconocidos como personas irresponsables
muy a pesar de nuestro talento y nuestras habilidades.
Existe una infinidad de maneras en que la sociedad puede catalogarnos según nuestros
hábitos, lo que a la larga nos termina definiendo como personas. Por ejemplo, si somos personas
que tenemos el hábito de comer al mismo tiempo que realizamos una actividad laboral, podremos
ser conocidos como personas desordenadas que no sabemos administrar nuestro tiempo para cada
cosa.
Si, por otro lado, nos tomamos el tiempo de sentarnos a comer relajados sin ninguna otra
ocupación más que la de alimentarnos, o mejor dicho, si tomamos una pausa en lo que estamos
haciendo para disponernos a comer, puede que las personas a nuestro alrededor nos vean como
alguien que le da valor a cubrir sus necesidades y seguramente no tendrán una opinión ni negativa
ni positiva, esto porque para efectos de la sociedad lo más normal es tomarse una pausa para
comer en sana paz.
Ahora, si por otra parte tenemos el hábito de no comer hasta que hayamos terminado nuestra
labor, algunas personas lo tomarán como que somos un poco obsesionados con nuestro trabajo y
puede que tengan opiniones negativas al respecto, como también puede suceder todo lo opuesto y
consideren valioso que nuestra ética laboral esté por encima de nuestras propias necesidades.
Sea como sea, definitivamente nuestros hábitos nos definen. Claro, existe también toda una
amplia gama de factores que influyen sobre lo que la sociedad pueda pensar de nosotros, y
también habrá quien diga que lo que la gente piense sobre nosotros no tiene importancia, pero eso
ya dependerá de nuestra forma de pensar y de ver la vida.
Nuestros hábitos por sí solos no son lo único que nos define, también influyen el contexto, el
tipo de actividades que realizamos a diario, el área en el que nos desenvolvemos, las personas
con las que compartimos cotidianamente, y así mil cuestiones más.
El punto es, que los hábitos no solamente influyen en la opinión que las personas se formen
sobre nosotros, sino que además influyen en nuestra forma de vida, y tarde o temprano,
terminamos siendo lo que nuestros hábitos nos hayan conducido a ser.
Si somos personas con hábitos alimenticios negativos, comemos a horas irregulares y no
ingerimos comida balanceada, muy seguramente terminaremos padeciendo problemas de salud
como obesidad, y así es como seremos llamados “gordos” por la sociedad.
Si somos personas que tenemos el hábito de pensar bien lo que vamos a decir y nos
expresamos de la mejor manera posible, seguramente podremos hacer que quienes nos rodean nos
entiendan, y lo creamos o no, eso puede influir en cosas muy importantes en nuestra vida como
conseguir un empleo o casarnos con la persona que más amamos.
Continuando con ejemplos cinematográficos, la película Split (Fragmentado), protagonizada
por James McAvoy, es un filme que trata sobre el caso de un sujeto que padece el síndrome de
personalidad múltiple. En dicha historia, cada una de las personalidades opera de manera
individual y cada una posee a su vez rasgos característicos muy marcados que la definen.
Según la forma en la que actúa cada una de las 23 personalidades diferentes del sujeto que
protagoniza la historia, los diferentes personajes que lo rodean se construyen 23 imágenes
diferentes de este mismo sujeto.
La película Split en cierta medida nos ayuda a atender cómo nuestros hábitos, que pueden ser
muy variados e ir de positivos a negativos según las repercusiones que estos tengan sobre nuestra
vida y la de quienes nos rodean, nos definen sin lugar a dudas. Entonces, si nuestros hábitos nos
definen como esposos, como padres y/o hijos, como compañeros de trabajo, como amigos, etc.,
Creo que se hace bastante obvia la importancia que los hábitos tienen en nuestra vida.
Los hábitos son aquellas acciones que realizamos de manera cotidiana, esas cosas que
hacemos día tras día y para las que prácticamente no necesitamos pensar, o por lo menos no
demasiado para poder llevarlas a cabo.
Los hábitos suelen crearse de manera inconsciente, y generalmente están vinculados a la
búsqueda de satisfacer una necesidad. Lo interesante de los hábitos es que se construyen casi sin
ser planificados, aunque más adelante te hablaré de una manera en la que aprendí a crear yo
mismo mis propios hábitos de manera consciente.
Cuando los hábitos se crean de manera inconsciente, que es como generalmente sucede, no
nos damos cuenta de ello y por tanto rara vez intentamos controlarlos. Cuando los hábitos son
positivos, no importa demasiado si no los controlamos porque de una u otra manera nos aportan
algún beneficio. Sería importante poder monitorearlos y potenciarlos para sacarles el mayor
provecho posible, pero de igual manera, mientras sus repercusiones sean positivas no hay mucho
de qué preocuparnos si no los controlamos.
El detalle está cuando los hábitos que no controlamos tienen repercusiones negativas. Cuando
tenemos hábitos negativos debemos aprender a identificarlos para poder intervenir y hacer los
cambios necesarios que nos ayudarán a modificarlos y por tanto reducir en la mayor medida
posible los efectos negativos de los mismos.
Pero, ¿Qué sucede si no somos capaces de darnos cuenta de que nuestros hábitos son
negativos? Si ese es tu caso, si no sabes identificar tus hábitos negativos, yo te ayudaré con este
libro a identificarlos de la mejor manera posible para que puedas hacer los cambios pertinentes y
derrumbar los obstáculos que tú mismo te has colocado de manera inconsciente y que no te dejan
alcanzar el éxito que tanto ansías.
Por otra parte, si crees que todos tus hábitos son positivos y que no tienes ninguno cuyas
repercusiones sean negativas, es muy probable que sí los tengas y que no seas capaz de
distinguirlos, porque particularmente creo que no existe una persona perfecta que no posea un solo
hábito negativo. Yo mismo, con todo y lo mucho que he dedicado horas y horas de lectura y
reflexión para poder entender mis hábitos, aún poseo muchos que de una u otra forma son
negativos.
No te alarmes. Es cierto que no hay nada más peligroso que creer que estamos haciendo las
cosas bien cuando en realidad sucede todo lo opuesto. Sin embargo, de ser ese tu caso, en este
libro también aprenderás a medir la influencia de tus hábitos y poder determinar si son realmente
positivos o negativos.
Quiero aclararte que los hábitos no son positivos o negativos necesariamente según lo que
piense la sociedad de ti por ello. Si tienes el hábito de fumar cigarrillo y la gente te desprecia por
eso, no es precisamente eso lo que te definirá como una persona negativa ni tampoco será eso lo
verdaderamente negativo de ese hábito. Lo negativo de fumar cigarrillo son las repercusiones que
puede tener en tu salud y la poca aceptación que puedas tener por parte de tus compañeros de
trabajo o de tu familia.
Que las personas desarrollen cierto desprecio hacia ciertos hábitos por meros prejuicios no
es del todo negativo, el problema está en las veces que abandonarás tu puesto de trabajo por ir a
realizar ese hábito negativo, en las veces que incomodes a tu familia cuando lo hagas y en lo
molesto que resultes para las personas que te rodean en la sociedad.
Ahora, antes de poder identificar si nuestros hábitos son negativos o positivos, debemos
aprender a descifrarlos, conocer cómo operan. Por más que los hábitos suceden de manera casi
inconsciente, o como algunos autores llaman: “en piloto automático”, no significa que sean algo
fortuito o que no podamos descifrar. Existe toda una historia de estudios científicos que se han
destinado a entender los hábitos y el mayor descubrimiento que se ha hecho hasta ahora es que sí
los podemos modificar, pero solo si entendemos bien cómo funcionan en nuestro cerebro.
En al capítulo a continuación te hablaré sobre cómo se crean los hábitos, cómo funcionan, y
cómo identificar si sus repercusiones son negativas o positivas para tomar medidas al respecto.
Pero antes quiero dejarte con una interrogante que sería interesante que pudieras responder antes
de comenzar a leer el próximo apartado.
Pregúntate a ti mismo lo siguiente: ¿Cuál de mis hábitos sería el que más me define en lo
personal, social y profesional? ¿Cuál sería ese hábito que de una u otra manera influye en todos
los escenarios donde hago vida y que en cierta medida me define según el rol que cumplo en cada
lugar dónde estoy?
Ahora, para no olvidar lo aprendido hoy, te invito a que realices un ejercicio muy breve: Haz
una lista con 5 adjetivos que te definan como persona, 5 palabras que digan cómo eres según tus
hábitos. Este ejercicio lo haremos juntos, acá te dejo mis 5 adjetivos que me definen según mis
hábitos:
Alegre, intenso, perfeccionista, apasionado, monotemático.
Ahora es tu turno, haz esa lista y nos vemos en el siguiente capítulo.
La Mecánica de los hábitos, el ciclo de la vida
Como te dije al principio de este libro, mi intención es explicarte todo lo que sé sobre los
hábitos, incluyendo anécdotas personales acerca de cómo descubrí la importancia que tienen
dentro de nuestras vidas. Los hábitos son una sucesión de ciclos que de diferentes maneras
influyen en nuestras vidas y las de quienes nos rodean, tanto de manera directa como indirecta.
Para poder influir sobre nuestros hábitos y conducirlos hacia aspectos positivos, debemos
primeramente conocer muy bien cómo operan. Los hábitos siempre tienen consecuencias, pero no
siempre han de ser negativas, todo depende de si nos dejamos llevar por ellos o si por el contrario
aprendemos a controlarlos, tomando así las riendas de nuestro propio destino.
Si has decidido dar el paso de conocer los hábitos y su funcionamiento es porque estás
animado a realizar un cambio en tu vida, y ese primer paso es el más importante de todos.
Reconocer que nuestros hábitos tienen consecuencias en nuestras acciones, o admitir que no los
controlamos es apenas el primer paso, pero sin duda también el más grande.
Para aprender a controlar nuestros hábitos, lo primero que debemos saber es que ellos son
una sucesión de ciclos que generalmente tiene tres etapas que yo personalmente comparo con las
del funcionamiento de un automóvil.
La primera etapa en el ciclo de los hábitos es la arrancada, es aquel hecho o fenómeno que
enciende la chispa en nuestro cerebro y nos conduce a la rutina. Un ejemplo muy particular en mi
caso es al despertar por las mañanas. Tengo el hábito de tomar café, cuando lo hago tengo la
sensación de que me lleno de energía, me despierto mejor, y veo las cosas con más claridad, por
lo cual siento que puedo ejecutar de manera óptima las tareas que me propongo para cada día.
Despertar por las mañanas con el propósito de estar activo y empezar a trabajar es mi
arrancada, es lo que me conduce a la rutina de mi hábito: tomar café todas las mañanas. Ahora, la
segunda fase de los hábitos, esa que aparece después de la arrancada, es la que me gusta llamar:
el trayecto. El trayecto dentro de los hábitos es ese camino que trazamos diariamente o según la
frecuencia de nuestro hábito, y es la misma fase que nos conlleva a la tercera que es la meta del
hábito.
Entendiendo que los hábitos son un ciclo de tres etapas, podemos aprender a entenderlos
mejor y así poder trazar estrategias y ejecutar acciones en pro de controlarlos y garantizar que las
consecuencias de nuestros hábitos sean siempre lo más positivas posible.
Bien, continuando con la comparación automovilística, despertar con la sensación de querer
estar activo es mi arrancada, y mi trayecto es preparar el café y todo lo que sea necesario para
llegar a mi meta que es tomar café y empezar a trabajar a primera hora de la mañana.
La meta, esa tercera etapa de la rutina o ciclo del hábito, es la más crucial porque de ella
dependerá que nuestro cerebro memorice los dos pasos anteriores. La meta generalmente está
asociada a la obtención de placer. Si nuestro cerebro interpreta la meta como una recompensa,
como algo placentero al final de una rutina, no solo memorizará los pasos previos, sino que poco
a poco los iremos realizando de manera casi inconsciente, con más frecuencia cada vez, hasta que
finalmente se forma el hábito.
Visto de esa manera, podemos seguir diciendo que nuestro cerebro funciona como un
automóvil, porque una vez que un hábito se instaura en nuestro sistema es como si estuviéramos en
piloto automático. Cuanto más frecuente sea el ciclo de nuestro hábito, menor será el tiempo que
tarde en instalarse en nuestra memoria.
Ahora, para que puedas entender mi experiencia, quiero que te hagas una pregunta: ¿crees
que, si el cerebro no encontrase placer en tomar una taza de café, aprendería ese hábito de manera
tan arraigada?
La respuesta es obvia: no, si no fuese porque tomar café me aporta cierto placer al final del
ciclo, seguramente no se convertiría en un hábito para mí. Pero quiero que reflexiones un poco
más y te preguntes: ¿Qué cosas haces diariamente que al final te conducen a una recompensa
(obtención de placer, o “meta” como me gusta llamarle) y por tanto se ha terminado formando un
hábito en torno a ello?
Nuestro cerebro identifica la obtención de placer y decide de manera inconsciente que la
rutina ha valido la pena y considera que la repetirá cuantas veces sea necesario para volver a
obtener esa recompensa.
Recapitulemos sobre las etapas que conforman el ciclo de un hábito: primero está la
arrancada, esa señal que nos indica que es momento de iniciar el trayecto que nos conduzca a la
meta, y dicha meta está asociada a una recompensa, a la obtención de algún tipo de placer.
Pregúntate: ¿Qué cosas encienden la chispa de tus hábitos? Piensa en un ejemplo de una arrancada
en tus hábitos.
Otro ejemplo para que entendemos aún mejor la forma en que operan los hábitos, puede ser el
acostarse temprano. En mi caso, irme a la cama aproximadamente a las 9 de la noche es un hábito
que aporta consecuencias positivas porque descanso más y mejor y me permite levantarme con
energía al día siguiente. ¿Cuál sería la arrancada en ese ejemplo? Pues probablemente el primer
bostezo de la noche, o quizás ver el reloj y darme cuenta de que ya es la hora de irme a dormir. El
trayecto después de la arrancada sería preparar todas mis cosas para no acostarme con nada
pendiente, y la meta será despertar al día siguiente bastante descansado y con ganas de trabajar.
El detalle con los hábitos es que mientras más frecuentes son, más rápido se instalan en
nuestro cerebro, y cuando eso sucede funcionamos casi en piloto automático pues no tomamos
medidas ni decisiones al respecto, a menos que estemos conscientes de dicho hábito y lo
queramos controlar o transformar.
Cuando sucede que un hábito se instaura profundamente en nuestro cerebro, tomamos atajos
sin darnos cuenta, porque nuestro cerebro no piensa en la rutina sino en la meta, y ese es el
problema de no estar conscientes de lo que hacemos. Si tenemos un hábito y estamos conscientes
de ello, lo podremos controlar para que nos aporte consecuencias positivas, pero en caso
contrario seremos nosotros los que trabajaremos en función de nuestro hábito, y no viceversa
como debería ser.
Cuando se presenta un imprevisto durante el trayecto, si estamos conscientes del hábito
sabremos tomar decisiones adecuadas que nos permitan continuar con nuestra rutina sin alterar los
resultados positivos de la misma, o al menos dedicaremos el mayor esfuerzo posible por lograrlo.
Ese tipo de imprevistos son los que me gusta llamar averías.
Las averías no forman parte del ciclo del hábito, pero son algo que eventualmente puede
suceder. Un ejemplo sería que se me presente una emergencia y no pueda acostarme temprano, o
que se me agote el café y no me haya dado cuenta. El ejemplo con el café tiene una arista y es que
involucra una sustancia psicoactiva. Cuando el placer llega al cerebro a través del consumo de
una sustancia, el hábito se instala en nuestro cerebro muy rápido y es donde podemos incurrir en
adicción. En el caso de una adicción al café ya no lo estaría tomando por los beneficios positivos
del mismo sino por la mera liberación de endorfinas que se da cada vez que lo consumo.
Si controlamos un hábito podemos sacarle el mayor provecho posible, pero si no lo
controlamos, o peor aún, si ni siquiera estamos conscientes de él, si lo ejecutamos casi sin darnos
cuenta como si estuviésemos en piloto automático, será el hábito quien nos controle a nosotros.
Cuando es el hábito quien nos domina olvidamos sus beneficios, olvidamos incluso el
trayecto y nos enfocamos únicamente en la meta. Si yo no estuviese consciente de mi hábito con el
café podría suceder que una vez que el café se me agote me dedique únicamente a comprarlo y me
olvide por completo de las actividades que debía realizar en la mañana por dedicarme a conseguir
dicha sustancia.
Yo no quiero sonar demasiado moralista como para decirte que los hábitos asociados a
sustancias son peligrosos, de hecho, te estoy confesando que tengo el hábito de tomar café todas
las mañanas, así que sería un poco hipócrita de mi parte, pero sí quiero advertirte de los peligros
de no controlar un hábito.
Si yo no prestara atención a la importancia de mi hábito de acostarme temprano, me iría a la
cama a cualquier hora, me despertaría cuando sienta que he descansado lo suficiente y no a la hora
que debería hacerlo para poder aprovechar al máximo el día y cumplir con mis deberes y tareas
pautadas
Ahora, no todos los hábitos que he tenido me han aportado resultados positivos y por ende he
tenido la necesidad de transformarlos. Pero debo insistir en que hasta que no nos demos cuenta de
que tenemos un hábito no podremos saber si sus repercusiones son negativas o positivas, y hasta
que no identifiquemos la parte negativa de nuestros hábitos no sabremos cómo transformarlos para
revertir la situación y lograr que nos aporten beneficios en vez de complicaciones.
Un ejemplo de un hábito negativo que mantuve durante años sin darme cuenta, fue mi afición a
eventos deportivos televisados. Todas las noches, después de las 6pm encendía el televisor para
mirar partidos de futbol, beisbol, baloncesto o futbol americano. Sentarme en el sofá media hora
antes de cada juego se convirtió en una rutina casi que religiosa hasta que poco a poco se instauró
en mí el hábito de ver juegos televisados todas las noches.
¿Cuál era la arrancada? Ver el reloj y saber que algún juego estaba por comenzar. El trayecto:
abandonar lo que sea que estuviese haciendo para irme a ver tv. La meta: ver juegos y disfrutar del
espectáculo deportivo.
Los deportes no son algo negativo, todo lo contrario. El espectáculo televisivo por sí solo
tampoco representa algo del todo condenable. El problema estaba en que mi hábito era algo que
realizaba de manera inconsciente, y al no controlarlo traía consigo una consecuencia negativa: el
incumplimiento de mis deberes por dedicarme a ver tv.
Por abandonar mis deberes y dedicarme a ver juegos en la televisión, olvidé por completo un
trabajo que tenía pendiente y las consecuencias fueron nefastas. No solo perdí un cliente y por
tanto dejé de ganar cierta cantidad de dinero que necesitaba, sino que además manché un poco mi
reputación, quedé como un trabajador irresponsable y le fallé a mi familia cuando no pude cubrir
ciertos gastos por la pérdida de dicho negocio con el mencionado cliente.
Lamentablemente tuve que atravesar por esa consecuencia negativa para darme cuenta del
tipo de repercusiones que estaba teniendo mi hábito, y fue allí donde decidí tomar acciones al
respecto. Al principio quise erradicarlo por completo, pero también descubrí algo interesante: ver
juegos al final del día era algo que de alguna manera me motivaba a trabajar arduamente, pues ese
momento de ocio representaba inconscientemente una especie de recompensa al final de una larga
jornada de trabajo.
Duré una semana sin ver un solo partido, pero inconscientemente seguía pensando en ellos y
me colocaba de mal humor pasar todo el día trabajando sin ver ni un solo partido. En ese momento
hice otro descubrimiento importante que quiero compartir contigo porque sé que te será tan útil
como lo ha sido para mí hasta ahora.
Mi problema no era ver los partidos, de hecho, podría considerarlo hasta necesario como una
manera de relajarme al final de un día agotador y así alcanzar cierto equilibrio emocional, reducir
el estrés y mantener la sensación de que el trabajo diario valió la pena.
Mi descubrimiento fue que no era cuestión de erradicar mi hábito, sino de transformarlo y
mantenerlo siempre monitoreado para poder controlarlo y no dejarme llevar por él. Allí fue
cuando decidí que mi prioridad sería dedicarme por completo a cumplir mis tareas y no ver tv
hasta haberlas terminado por completo.
Esa transformación en mi hábito me condujo a enfocarme más en mi trabajo, a levantarme más
temprano para lograr que mi día me rindiera y así poder cumplir con mis deberes para luego ver
tv en paz sin haber abandonado mis responsabilidades.
Si te fijas bien, en ese ejemplo la avería sucedía porque llegadas las 6pm olvidaba todo lo
que estaba haciendo por ir a ver tv, y pude repararla entendiendo que no debía ver los juegos hasta
tanto no cumpliera con mis deberes, lo que me hizo dedicarme a cumplirlos lo más temprano
posible.
Si existe un hábito que te está aportando consecuencias negativas, piensa en qué te hace
ejecutarlo a pesar de ello. Recuerda que la clave no está en erradicar los hábitos sino en
transformarlos para que los resultados puedan ser provechosos.
Ahora, recapitulemos un poco a través de un pequeño ejercicio. Ya te conté que la arrancada
es esa señal que nos lleva al hábito, ese hábito es la acción que llamamos trayecto, mientras que la
meta es esa especie de recompensa que encontramos al final del trayecto, es decir, luego de
realizar la acción de nuestro hábito.
Te invito a que describas en una hoja un hábito que tengas, señalando cuál es la arrancada,
cuál es el trayecto, y cuál es la meta. No te tomará más de 5 minutos y te ayudará a mantener
fresco el conocimiento.
El Podio de Los Hábitos
Continuando con mi premisa de compartir lo que he ido aprendiendo de los hábitos, creo que
ha llegado la hora de contarte cómo se posicionan. Los hábitos son para mí como pilotos en una
carrera, que dependiendo de sus características poseen una posición específica.
Recuerda que el ciclo de los hábitos posee tres fases: la arrancada que es esa chispa que
inicia el ciclo, luego está el trayecto, es decir, la fase que sigue a la arrancada donde hacemos lo
necesario para llegar a la meta que es la última fase de los hábitos. Dependiendo de la meta, es
decir, del tipo de final o recompensa que tenga nuestro hábito, este tendrá una posición dentro de
esta carrera que llamamos vida.
Los hábitos son ciclos que generalmente conducen a la ejecución de acciones destinadas a
lograr un propósito asociado al placer. Es decir, los hábitos buscan cubrir al final del proceso una
necesidad que surge desde la arrancada.
Dependiendo del tipo de necesidad que estemos cubriendo con nuestro hábito, el mismo
podrá ser muy arraigado o no. Mientras más básica sea la necesidad, mientras más elemental y
necesaria sea, más difícil será controlarlo y/o transformarlo. Pero, ¿cuáles necesidades son más
básicas y cuáles son menos elementales? Esa pregunta debe estar retumbando en tu cabeza
mientras lees estas líneas.
Resulta que un señor muy estudioso de las personalidades de los individuos, un reconocido
científico llamado Abraham Maslow, se dedicó a estudiar los aspectos positivos de la psicología
para comprender el comportamiento de las personas. Maslow entre sus hallazgos descubrió que
existen diferentes tipos de necesidades las cuales clasificó de acuerdo a su urgencia.
Esta clasificación de las necesidades es conocida como la pirámide de Maslow o la pirámide
de las necesidades. Maslow estableció que las partes iniciales de la pirámide que conforman la
base, es donde estarán situadas las necesidades más básicas, como respirar, comer, dormir, entre
otras, o sea, todas las necesidades fisiológicas.
La pirámide de Maslow posee 5 etapas, ya conocemos la primera que es de las necesidades
fisiológicas. Ahora, la segunda es la de la seguridad personal. En esta segunda etapa Maslow
clasificó a las necesidades que aportan seguridad a las personas, como por ejemplo un trabajo, un
hogar, tener recursos materiales y económicos que te puedan brindar seguridad tanto personal
como social y hasta moral.
La tercera etapa de la pirámide de Maslow está relacionada con las relaciones
interpersonales, es decir con la necesidad de unir lazos con otras personas, esto incluye desde
tener una pareja, un círculo de amigos hasta incluso tener hijos y formar una familia.
La cuarta y penúltima etapa de la pirámide de Maslow comprende las necesidades ligadas al
reconocimiento. En esta etapa Maslow se refiere a aspectos que están directamente relacionados
con la superación personal, el autorreconocimiento, el éxito, el respeto y la confianza. Y a su vez
esta etapa es la puerta de entrada para la quinta y última parte de la pirámide de las necesidades
que Maslow estableció de manera categórica.
La quinta y última etapa de esta pirámide es la autorrealización. Para Maslow la
autorrealización se da cuando hemos alcanzado todos nuestros propósitos en nuestra vida y hemos
cumplido con las metas que nos hemos trazado.
Si analizamos esta pirámide podemos darnos cuenta de dos cosas: La primera es que cada
etapa necesita ser cumplida para poder llegar a la siguiente, y la segunda es que a medida que
vamos escalando la pirámide, las necesidades van siendo menos básicas y más complejas.
Por ejemplo, la última etapa podría estar ligada a la publicación de un libro, esa podría ser
una necesidad que yo tuve como escritor y como empresario, poder publicar un libro donde cuente
mi experiencia y pueda contar a otros cómo logré transformar mis hábitos y emprender mi camino
hacia el éxito. Pero antes de lograr publicar mi libro y sentirme realizado como emprendedor,
necesité cubrir las necesidades de la etapa anterior de la pirámide, es decir, la etapa del
reconocimiento, donde tuve primeramente éxito y luego decidí escribir un libro contando cómo lo
logré.
Pero antes de lograr el éxito como empresario y como persona, tuve que cubrir las
necesidades de la etapa anterior de la pirámide de Maslow, esa etapa que trata acerca de
establecer lazos con otras personas. Esas personas pudieron ser mi familia, mis compañeros de
trabajo, mis amigos; todos los seres que de una u otra manera me motivaron a emprender mi
camino que hoy día siguen siendo parte importante en mi vida.
Antes de establecer nexos afectivos y personales necesité satisfacer necesidades menos
complejas y más básicas, como las de la segunda etapa que tratan sobre tener seguridad, que en
ese momento para mí representaba poder tener un empleo donde obtener recursos y una casa
donde vivir. Y antes de satisfacer esas necesidades tuve que cubrir otras todavía más básicas
como respirar, comer y dormir.
Viendo la pirámide de Maslow de esa manera, tanto en forma ascendente como de manera
inversa, podemos entonces entender que los hábitos son más arraigados o más difíciles de
controlar y modificar dependiendo de la etapa de la pirámide en la que se encuentren. Si un hábito
está ligado a la quinta etapa de la pirámide de las necesidades de Maslow, ese hábito no será tan
difícil de identificar y transformar como sí lo sería uno ligado a la primera etapa, la de las
necesidades básicas y fisiológicas.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué un hábito es más difícil de modificar cuando se trata de
necesidades básicas? Para que respondas esas preguntas debes recordar que los hábitos tienen una
meta que es esa fase final del ciclo que conduce a algún tipo de placer, y que dependiendo de
cuánto placer aporte esa meta, el cerebro decidirá si desea o no formar un hábito a partir de la
rutina que implicó llegar a la misma.
Si esa meta o placer que nos aporta finalmente el hábito está ligada a necesidades básicas,
estaríamos hablando de necesidades cotidianas, cosas que obligatoriamente debes realizar para
poder existir, cosas como respirar, o tomar agua, por ejemplo. Mientras más básica sea la
necesidad, más frecuente será la misma, y mientras más frecuente sea, más probable será que
busquemos satisfacerla de manera inconsciente.
Respirar es algo tan cotidiano y frecuente que lo hacemos sin pensarlo, mientras que intentar
publicar un libro es algo más complejo y por lo tanto menos frecuente. Entendiendo esta diferencia
podemos comprender por qué algunos hábitos son más difíciles de controlar y transformar en
comparación con otros.
Recuerda que los hábitos que realizamos de manera más repetitiva son los que se instauran en
nuestro cerebro hasta el punto de pasar a piloto automático y tomar atajos, es decir, son aquellos
que llevamos a cabo de manera inconsciente. Cuando no estamos conscientes de los hábitos en los
que estamos inmersos se nos hace imposible monitorearlos, y por lo tanto también se nos dificulta
identificar las consecuencias negativas que pueden darse a partir de ese hábito.
Yo, al igual que tú y cualquier otro ser humano, soy una persona con muchos hábitos, algunos
más arraigados que otros, y por lo tanto algunos se me han hecho más difíciles de controlar e
incluso he tardado años en darme cuenta de identificarlos y por ende de sus posteriores
consecuencias. Lo importante es que he podido identificarlos, ver cómo operan y cuáles son sus
consecuencias, lo cual me ha ayudado a aprender a transformarlos.
A continuación, te iré dando ejemplos de hábitos que he ido transformando en mi vida,
hábitos que se diferencian entre sí según el lugar que ocupan en la pirámide de Maslow:
El primer ejemplo que te voy a comentar es el de la parte básica de la pirámide, la de las
necesidades fisiológicas. Tengo el hábito de tomar bastante agua durante el día, pero nunca a
grandes cantidades, siempre de a pequeños sorbos. El problema con tomar pocas cantidades es
que siento sed cada 20 minutos, lo bueno es que con apenas un sorbo puedo mitigarla. La cosa se
me volvía crítica cuando salía de casa a alguna actividad en la que permanecía ocupado por horas
hasta que me di cuenta de las averías en mi hábito, y de que necesitaba mantener conmigo un termo
o filtro para poder tener agua en cualquier momento que sintiese sed.
Desde entonces me ha ido muy bien conservando siempre conmigo un envase con agua, fue
una transformación que hice en mi hábito y que me ha funcionado muy bien. Ahora, el segundo
ejemplo está relacionado con la segunda etapa de la pirámide, la de la necesidad de seguridad
personal. Antes tenía el hábito de llegar al trabajo justo a la hora de entrada, y si por alguna razón
existía el “riesgo” de llegar más temprano de lo normal, lo evitaba a toda costa. ¿Cuál fue el
problema con ese hábito? Que cuando me tocaba decidir entre llegar muy temprano o llegar tarde,
terminaba prefiriendo lo segundo.
Con el pasar del tiempo ese hábito me fue definiendo, fue siendo catalogado entre mis colegas
como el impuntual, el irresponsable de la oficina, y más temprano que tarde esa terminó siendo mi
carta de presentación. No le daba importancia hasta que terminó siendo un problema pues estuve a
punto de perder mi puesto en la empresa. ¿A qué se debía ese hábito? A que en el fondo no me
gustaba mi trabajo. Sé que estarás pensando que la solución a ese terrible hábito era renunciar y
ceder mi puesto a alguien que lo valorara más, pero debo confesar que me gustase o no, era el
único empleo que tenía y debía conservarlo hasta que pudiera emprender mi propio negocio, como
en efecto terminé haciendo.
Quiero hacer un paréntesis en este ejemplo porque deseo acotar que además de lo ya
expuesto, ese trabajo significaba una responsabilidad que había adquirido. Llegar tarde a la
oficina era faltarles el respeto a mis clientes, a mis jefes, a mis compañeros de trabajo e incluso a
mí mismo. ¿Por qué a mí mismo? Porque al incurrir en tan desagradable hábito permitía que se
construyera una reputación equivocada respecto a mi persona y mi trabajo.
¿Recuerdas cuando al principio de este libro te hablaba de cómo los hábitos nos definen?
Bueno, lo dije con propiedad porque lo viví en persona. Soy testigo de cómo la sociedad puede
etiquetarte por tus hábitos y si estos tienen consecuencias negativas, pueden cerrarte todas las
puertas hasta dejarte atrapado en una espiral de fracasos en las que tú mismo te metes.
Por eso decidí en ese entonces transformar ese mal hábito y comencé a ir más temprano a la
oficina, pero ahora llevaba conmigo un buen libro para leer en caso de que me tocase llegar al
trabajo más temprano de lo habitual. El resultado es que recuperé la confianza de mis jefes y mis
compañeros e incluso de mis clientes, al mismo tiempo que construí una imagen diferente de mí,
algo que hoy en día me ha rendido frutos como emprendedor.
Ahora, continuando con los ejemplos, te quiero hablar de un hábito que tengo y que guarda
relación con la tercera etapa de la pirámide, la de las relaciones interpersonales. Suelo tener el
hábito de iniciar conversaciones con personas que apenas conozco. Todo surgió como un
ejercicio, me di cuenta de que necesitaba mejorar mis habilidades comunicativas y dejar de ser
tan introvertido. La chispa que enciende ese ciclo es generalmente el compartir un espacio con
personas con las que casi no hablo, no sé si a ti te pasa, pero ese tipo de silencios me resultan
súper incómodos.
El trayecto en ese hábito es escoger un tema de conversación. Casi siempre surge del mismo
contexto, por ejemplo, hace poco vi a una chica en el metro que leía un libro de Edgar Allan Poe,
autor que siempre me ha resultado fascinante. No quería interrumpir la lectura de aquella chica,
pero me resultaba incómodo que solo estuviésemos ella y yo en aquel vagón por más de 10
minutos sin mediar palabra alguna.
Cuando la chica cerró el libro no pude evitar preguntarle por el mismo y por el autor, y para
mi sorpresa la chica no tenía la más mínima idea sobre Poe, de hecho, me comentó que apenas
estaba comenzando el libro por recomendación de un amigo. No pudimos entrar en más detalles
porque cada uno tomó su camino, pero te pregunto: ¿Cuál crees que haya sido la meta en ese
ciclo? Me gusta conversar con las personas porque me hace sentir más confiado y seguro el poder
compartir mis ideas y mis opiniones, es una manera de ensayar mis argumentos, siento que me
prepara a la hora de exponer una idea en alguna reunión importante o incluso en una junta de
negocios. También me permite descubrir las maneras de pensar de las personas que me rodean, lo
que al mismo tiempo me ayuda a entenderlos mejor.
Si te fijas, en ese ejemplo puntual el hábito principal era el ser introvertido, el no conversar
con las personas a no ser que existiese una razón de peso que nos obligara a entablar una
conversación, o que en su defecto ya fuésemos muy amigos o personas muy cercanas. Fui capaz de
transformarlo en función de una debilidad que pude identificar en mi manera de interactuar con las
personas a mi alrededor.
El cuarto ejemplo es uno de los que más me ha ayudado a crecer tanto en lo personal como en
lo profesional. Antes tenía el hábito de rendirme cuando veía las cosas muy cuesta arriba, algo
que con el tiempo descubrí que era una debilidad pero que al principio disfrazaba de arrogancia
de manera inconsciente. Cuando algo me salía mal consideraba que era mala suerte al mismo
tiempo que pensaba que yo tenía mucho talento y no merecía pasar por ese tipo de situaciones,
consideraba que mi talento valía mucho y no debía gastar tiempo ni esfuerzo en demostrarlo. Con
el tiempo eso me fue pasando factura hasta que entendí que, si no transformaba ese hábito, no
llegaría lejos.
En ese entonces la arrancada era ver una dificultad, el trayecto era evadirla y la meta
deshacerme por completo del hecho de tener que lidiar con un obstáculo. Prefería abandonar mi
idea, rendirme, antes que tener que esforzarme demasiado. Hoy en día aprendí a hacerle frente a
las dificultades al mismo tiempo que descubrí que si monitoreas lo que haces, puedes prevenir los
obstáculos.
Por último, más no por ello menos importante, está la última fase de la pirámide, la de la
autorrealización. En este momento el único hábito que puedo tener al respecto es estar en una
constante búsqueda de superación personal, de tatar de alcanzar el éxito, y si te fijas esto guarda
mucha relación con la etapa y el ejemplo anterior.
Si entendemos los hábitos, si conocemos cómo operan, si identificamos el tipo de necesidad a
la que buscan dar respuesta, podremos controlarlos. Controlar los hábitos no es erradicarlos, es
saber manejarlos para que nos den los resultados deseados, bien sea transformándolos para que
nos aporten beneficios o potenciándolos para que continúen brindándonos bienestar y cuestiones
positivas.
Ahora, como ejercicio para mantener fresco el conocimiento adquirido, te invito a que
compares dos hábitos que tengas, uno que este en la parte más baja de la pirámide, es decir, uno
relacionado a las necesidades físicas más básicas, y otro que esté en la parte más alta, es decir,
que esté relacionado con la superación personal.
Hazlo en una hoja tipo tabla comparativa, y al final escribe una reflexión sobre cuál
consideras más difícil de transformar y por qué.
¿Los Hábitos del Éxito o El Éxito de Los Hábitos?
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Ya te he hablado de lo que son los hábitos, su
importancia en nuestras vidas y cómo funcionan. En esta oportunidad tengo la necesidad de
contarte la estrecha relación que existe entre el éxito y nuestros hábitos. La pregunta en este
momento es: ¿Cuál es el verdadero orden de las cosas, el hábito conduce al éxito o acaso el éxito
puede convertirse en un hábito?
¿Alguna vez has escuchado la frase o la etiqueta del “mal perdedor”? Ese soy yo, o a veces
lo soy, no todo el tiempo. Sé que todos los días se nos atraviesa alguna frase motivacional que nos
dice que las derrotas son para aprender de ellas, que cada vez que nos caigamos debemos
levantarnos, y desde luego que hay algo de razón en ello, aprender de los errores y saber
recuperarnos es sin duda una gran virtud, pero nada se compara jamás con el éxito.
Cuando digo que soy un mal perdedor es porque de verdad no me gusta perder, de hecho, el
escritor Charles Bukowski alguna vez escribió: “aprender a ganar es importante, pues
cualquiera puede ser un buen perdedor”, y la verdad es que desde que conocí esa frase la he
tomado como lema personal y profesional, porque no quiero ser una persona cualquiera, quiero
mantenerme como alguien exitoso.
No me malinterpretes, no soy un obsesionado con el éxito ni tengo una posición maquiavélica
en la que lo único importante sea ganar sin importar el precio. No, esa no es mi manera de ver la
vida. Pero seamos honestos, ¿a quién le gusta perder? Sé que es mucho lo que podemos aprender,
sé que es necesario tropezarnos para aprender a levantarnos, pero, ¿quién pierde de manera
consciente? Esa pregunta te la hago porque en lo que has leído hasta ahora te he hablado de la
importancia de estar conscientes de nuestras acciones y sus repercusiones, para así poder
controlarlas y hacer que nos rindan los frutos deseados.
Insistiré en que mi intención no es hacerte creer que no pierdo y que no me equivoco, al
contrario, me pasa mucho, de hecho, estoy casi seguro de que me sucede con más frecuencia que a
ti. Si te fijas en los ejemplos que te di en el capítulo anterior acerca de los hábitos que he logrado
transformar, podrás notar que son varios, algunos eran más desagradables que otros, pero todos
me aportaron consecuencias negativas en su momento: llegué a perder muchas cosas, clientes,
amistades, hasta mi propio empleo en más de una oportunidad por mi arrogancia, por no saber
identificar los errores que cometía en el proceso y por creer que mi talento estaba por encima del
verdadero nivel que tenía para entonces.
He perdido mucho, pero no lo he perdido todo. He aprendido a no hacer del fracaso y la
derrota un hábito, y creo que ese ha sido mi mayor acierto, del que más me siento orgulloso y por
eso escribo este libro, para contar mi experiencia y compartir lo que he aprendido, porque cada
vez que haya alguien prestando atención a mis consejos y leyendo mis palabras, habrá también una
persona más que estará alcanzando su propio éxito y esa persona será la prueba de que al final de
cuentas yo tenía razón en mi manera de actuar, pero no en la que mostraba hace unos años sino en
la que puedo proyectar ahora que he aprendido la importancia de los hábitos.
Ahora, dentro del aprendizaje que he adquirido en relación a los hábitos, he entendido que
existe un hilo que nace de ellos y conduce hacia dos vías, una es el éxito y la otra es el fracaso.
Creo que no podemos decidir de manera tajante hacia cuál de esos dos caminos nos pueden
conducir nuestros hábitos, pienso más bien que la sucesión de hábitos es la que al final nos lleva
hacia un lado u otro. Es decir, no creo que un día podamos levantarnos y por arte de magia creer
que desde ese momento todos nuestros hábitos nos aportarán beneficios solo porque así lo
deseamos. Creo, por el contrario, que debemos trabajar en ello, porque será la constancia, la
dedicación y el esfuerzo lo que nos retribuya lo invertido.
Si no controlamos nuestros hábitos, si no sabemos identificarlos, si no aprendemos a
reconocer las consecuencias negativas de ellos, no podremos alcanzar el éxito, porque nadie es
perfecto como para tener hábitos inconscientes y obtener resultados positivos de ellos aun cuando
no puedas ni monitorearlos.
El éxito es parte del camino, es la senda al final de la acumulación de los hábitos. Algunas
compañías, como la empresa automotriz Ford, han sabido reconocer la relación entre sus hábitos
empresariales y el éxito de su compañía. En Latinoamérica, la empresa Ford instauró varios
concesionarios en diferentes países de la parte baja del continente, y algo que aprendieron es que,
si mantenían el hábito de pensar más en el cliente que en el empleado, no llegarían al éxito
anhelado.
Parte de la filosofía de esta empresa transnacional, es la de crear autos para la gente, en
masificar la producción y el comercio de los vehículos, tratando de hacerlos lo más accesibles
posible, creando la mayor cantidad de alternativas para todos los gustos y posibilidades. Esto se
puede reflejar en la existencia de vehículos costosos como un Ford Mustang, que es además todo
un clásico para los conocedores del mundo de la mecánica automotriz, al mismo tiempo que
también hay versiones más económicas como el Ford Festiva.
Esa filosofía caló muy bien desde siempre, y cumple con una de las premisas de la libertad de
mercado: ofrecer alternativas a todos los diversos sectores del mercado para obtener así mayor
demanda. El detalle estuvo en que esa filosofía solo agradaba al cliente, no al empleado, y tarde o
temprano, el éxito de una compañía se termina debiendo a la satisfacción laboral de sus
trabajadores.
La compañía Ford se dio cuenta de que si sus empleados estaban insatisfechos no podrían
vender de la manera más óptima su producto, y más lapidario aún: si sus empleados jamás habían
conducido un Ford, ¿cómo iban a transmitirle un sentimiento positivo a los clientes respecto a un
producto que no solo jamás habían usado, sino que además les resultaba muy ajeno?
Entonces la compañía decidió cambiar de hábito, no de filosofía. Siguió premiando al
consumidor fiel, siguió teniendo en cuenta tanto al cliente exclusivo como al regular, pero decidió
además implementar un sistema de premios por comisión que consistía en otorgar bonos a los
empleados, acorde a las ventas.
Otra transformación que la compañía Ford implementó en sus hábitos empresariales fue la de
ofrecer facilidades de pago y acceso a sus vehículos para sus empleados. Estas medidas no solo
generaron un ambiente laboral cargado de satisfacciones, sino que además tuvo un impacto
positivo en las ventas.
Pero Ford también entendió que no solo debía hacer una transformación en sus hábitos
empresariales, sino que además debía atender los hábitos de sus empleados. Por ello creó un club
de actividades recreativas donde todo el personal de planta pudiese disfrutar de diversas
actividades para liberar estrés y sentirse a gusto con la compañía.
Muchos de los empleados de Ford en América Latina son hombres, y en su mayoría tienen el
hábito de tomar cerveza y participar en juegos deportivos y recreativos. ¿Qué hizo Ford? Indagó
en los hábitos de sus empleados y se preocupó por ellos. Puede parecer trillado o cliché, pero
definitivamente ha rendido frutos, y la máxima prueba es ver dónde está ubicada esa compañía hoy
en día.
Hoy en día Ford sabe que también tiene un público femenino y hasta ha lanzado promociones
dedicadas a ese sector de la población, tanto en lo referente a empleados como a los propios
clientes. ¿Qué aprendemos de esto? Que no solo debemos transformar nuestros hábitos para poder
sacarles provecho, sino que necesitamos estar en una constante actualización, salir de nuestra zona
de confort y preocuparnos por quienes nos rodean, porque de una manera u otra influyen sobre
nuestro éxito.

Ahora, hablando de las compañías automotrices en general, podemos ir descifrando su éxito


en la medida que vamos viendo cómo a través de la historia se han ido preocupando más y más
por los hábitos de sus clientes. Primero crearon los convertibles para quienes tienen la costumbre
de viajar y tomar sol, luego los teléfonos dentro de los autos (cuando no existían los teléfonos
móviles) para quienes tenían el hábito de realizar llamadas mientras manejaban. Así también se
creó el encendedor de cigarrillos, los portavasos, y demás accesorios enfocados en atender los
hábitos de los consumidores, o en este caso compradores de vehículos.
Pero salgamos de los ejemplos de autos y vayámonos a las grandes franquicias de comida
rápida. Restaurantes como la cadena McDonald’s descifraron que parte de los hábitos de sus
clientes era ir a comer en familia, por tanto, ofrecen distracciones tanto para adultos como para
niños.
Otro ejemplo interesante fueron los primeros fabricantes de televisores que supieron que
muchos de sus clientes tenían el hábito de ver tv hasta quedarse dormidos, para ellos se creó la
función de “sleep” con la cual puedes programar tu tv para que se apague después de que te hayas
dormido, todo gracias a la incorporación de un reloj contador predeterminado.
Hasta el local más sencillo e informal de comida rápida, de esos que suelen estar a orillas de
la carretera, ha sido creado gracias al estudio de los hábitos de los consumidores lo cual a su vez
les ha otorgado éxito.
Podría pasar toda una vida dándote ejemplos de las innumerables compañías que han
alcanzado el éxito gracias a que han sabido sacar provecho de los hábitos de sus clientes, así
como otras que también han entendido la importancia de conocer los hábitos de sus empleados, y
las que han llevado este tema un poco más lejos y han sabido transformar sus propios hábitos
empresariales.
Sea como sea, la relación entre los hábitos y él éxito es directa y proporcional. Los hábitos,
cuando no son controlados pueden representar un riesgo, y esos riesgos, a medida que se van
descuidando se van acumulando, y cuando menos te lo esperes, el cúmulo de esos riesgos te puede
llevar directo a un fracaso sin retorno.
Por eso no es solo cuestión de saber que los hábitos existen, no es solo saber identificarlos,
es también cuestión de trabajar en ellos, de dedicar todos los esfuerzos posibles en hacer de
nuestros hábitos una fuente de beneficios. Porque como diría el mítico personaje del cine, Rocky:
“La única parte donde ÉXITO aparece antes de TRABAJO, es en el diccionario.”
Ponle La Etiqueta a Los Hábitos

Aprende a Identificarlos y Clasificarlos


A lo largo de este libro me he mantenido hablándote de la importancia de identificar los
hábitos para poder controlarlos. Los hábitos son parte de nuestra vida, creo que no transcurre un
día en el que no pongamos en práctica al menos cinco de ellos. Si aprendemos a identificarlos
podremos sacarles el mayor provecho posible.
También te he hablado de que identificarlos es un gran paso, pero es apenas el primero, para
poder lograr que nuestros hábitos nos aporten beneficios debemos también conocer muy bien
cómo funcionan los hábitos, cómo se crean, y qué los mantiene activos en nuestra memoria.
En este capítulo quiero hablarte de algo que no te he comentado de manera formal, aunque ya
te he asomado la idea en capítulos anteriores: clasificar los hábitos. Clasificar los hábitos es tal
vez una de las mejores maneras de identificarlos, te ayuda a saber qué tipos de hábitos tienes y
por tanto resulta más fácil abordarlos, porque no todos los hábitos son iguales, y por lo tanto no
todos requieren el mismo tipo de atención.
Antes que nada, hablemos sobre lo que significa clasificar algo. Ya vimos hace un par de
capítulos que el señor Abraham Maslow clasificó las necesidades de acuerdo a una pirámide en
función de la categoría que estas ocupas en nuestras vidas. También vimos una manera de
categorizar los hábitos en función del tipo de necesidades a la que están ligados, pero clasificar
los hábitos es un poco distinto a lo que hizo el señor Maslow, o mejor dicho, yo personalmente
quiero enseñarte a clasificarlos de una manera diferente, la misma en la que yo lo hice y me ha
rendido resultados.
Clasificar las cosas es algo que el hombre ha hecho desde hace mucho tiempo, no sabría
decirte desde cuándo, tal vez desde que entendió que ahorrar tiempo era importante. Si algo
aprendí en la vida es que parte de la importancia de controlar los hábitos radica en el tiempo que
podemos ahorrar y las repercusiones positivas que eso trae consigo.
Nada más la propia invención del alfabeto es una muestra de la importancia de clasificar las
cosas, llamarlas por su nombre, facilitar la comunicación y la comprensión entre las personas,
ahorrar tiempo y esfuerzo valioso que podemos dedicar a otras tareas.
Hagamos un ejercicio visual, imaginemos por un momento que entramos a un supermercado
donde los productos no están clasificados, donde las cosas no tienen precio ni etiqueta, donde
nada está en un lugar específico. Te pregunto: ¿Cómo harías para encontrar el producto que estás
buscando? Si no estás apurado, seguramente te atreverías a intentar encontrarlo por ti mismo, y si
tienes suerte puede que lo halles rápido. Pero, ¿qué pasaría si transcurriera media hora y todavía
no encuentras lo que buscas?
Piensa ahora que en ese supermercado existe un empleado encargado de decirnos dónde están
las cosas, además de su valor y cualquier información que necesitemos. Ese empleado puede
parecer ser nuestra salvación, el oasis del desierto, el guía que nos va a orientar. Pero, ahora
imaginemos algo más, o mejor vamos a plantearnos la siguiente pregunta que nos servirá de
ejercicio visual: ¿Qué pasaría si entran 100 personas y todas desean saber dónde están diferentes
cosas y sus respectivos precios?
Seamos honestos, con ese ejemplo lo primero que puede pasar por tu mente es la palabra
caos. Pobre empleado, nada más de imaginarlo atendiendo mil preguntas al mismo tiempo me
siento agobiado, sin contar con el hecho de tener que memorizar dónde está cada cosa además de
su valor y demás características.
Lo trascendental de ese ejemplo anterior no es que nos sirve cómo ilustración en la
importancia de mantener el orden, sino en realidad de cómo el orden nos puede conducir al éxito.
Te pregunto: ¿Crees que un supermercado que no tiene sus productos clasificados y etiquetados,
puede tener las mismas ventas que uno que sí sea ordenado en ese particular? Yo de verdad lo
dudo mucho.
Saquemos cuentas: Todo el tiempo en el que cada consumidor va hasta el empleado a hacerle
alguna pregunta, es tiempo que ese cliente se tarda en ir hasta la caja registradora. ¿Y si ese
cliente va a comprar 12 productos distintos? Serán entonces 12 visitas distintas al pobre empleado
que todo lo sabe, antes de finalmente ir a pagar por su compra.
Yo particularmente creo que no hace falta ser un experto en matemáticas para entender que
ese tiempo perdido buscando información, es tiempo en que los clientes dejan de comprar.
Además de que tarde o temprano los consumidores terminarán dirigiéndose a otro supermercado,
porque preferirán uno donde las cosas ya estén clasificadas, pues para ellos también es valioso el
tiempo.
Debemos entender que si las cosas no se clasifican perdemos tiempo, y el tiempo, tanto en los
negocios como en la vida en general, es el recurso más valioso. Gracias a los avances de las
ciencias ya se han podido clasificar muchos tipos de enfermedades según sus características, lo
cual se traduce en tiempo vital (literalmente) que los médicos ahorran al momento de atender a un
paciente.
Imagínate si por cada dolencia que un paciente muestre en un hospital, los médicos deban
dedicarse a adivinar y a leer en libros para descifrar qué tipo de padecimiento tiene el enfermo y
después repetir el proceso para saber cómo tratar lo que el paciente tiene. Definitivamente sería
todavía más catastrófico que el ejemplo del supermercado.
Ahora veamos esos ejemplos de manera inversa, pensemos en todo el tiempo que la
humanidad ha ahorrado gracias a la clasificación de las cosas, pensemos en los millones de vidas
que se han salvado gracias a las clasificaciones que han surgido a partir de la ciencia y la
medicina.
Una palabra clave dentro de los negocios es la logística. Pensar en las cosas antes de que
sucedan es un buen ejercicio para poder prever contratiempos y así reducir los riesgos. Toda
empresa necesita hacer análisis, estudiar tanto el mercado como la industria donde se
desenvuelve, además de realizar acciones a partir de dichos análisis para lograr resultados
positivos.
Lo mismo sucede en la vida con casi cualquier aspecto, especialmente con los hábitos. Una
vez que entendemos que los hábitos existen y son parte importante de nuestra vida, también
comprendemos que tienen influencia directa sobre las cosas que nos suceden. Si entendemos cómo
funcionan los hábitos podemos identificarlos, podemos darnos cuenta de los hábitos que tenemos y
cómo y por qué se han formado.
Ahora, saber que tenemos un hábito y aprender a reconocerlo e identificarlo, es sin duda un
gran progreso; pero también es necesario que aprendamos a clasificar los hábitos, y la mejor
manera que yo encontré de hacerlo es clasificándolos según sus consecuencias, según sus
repercusiones tanto en mí como en quienes me rodean, y según el tipo de influencia que ejercen
sobre las cosas que me importan.
Yo no digo que soy el más experto sobre los hábitos, tampoco pretendo darte un manual sobre
cómo vivir tu vida; lo que sí deseo es contarte mi experiencia para que puedas compararla con la
tuya y ver si lo que a mí me funcionó, a ti también te da resultados positivos. Yo estoy seguro de
ello, sin embargo, cada quien vive y ve la vida de manera distinta, pero si algo no falla es la
ciencia, y es gracias a la ciencia que se ha descubierto la influencia que los hábitos tienen sobre
nuestras vidas.
Yo aprendí a clasificar los hábitos según el tipo de influencia que ejercen sobre mis acciones
y mi vida en general, y esa manera de clasificarlos es bastante básica, si se quiere. Yo creo que
existen hábitos óptimos y hábitos mejorables.
Para mí los hábitos óptimos son aquellos que además de aportarnos beneficios, no necesitan
mayor atención pues les estamos sacando el provecho que queremos. Mientras que los hábitos
mejorables me gustan a su vez sub clasificarlos en potenciables y transformables.
Llamo hábitos potenciables a todos aquellos que nos aportan o pueden aportar beneficios si
los controlamos de una manera más adecuada. Dentro de los hábitos óptimos también incluyo a
aquellos que ya lo hacen, que ya nos ofrecen aspectos positivos, pero que están lejos de rendir su
máximo potencial, es decir, aquellos hábitos que son positivos pero podrían ser todavía más
provechosos.
Ahora, los hábitos transformables son aquellos que muchas personas llaman “mal hábito”.
No me gusta clasificar las cosas como buenas o malas porque creo que ese tipo de etiquetas no
son del todo justas, o pienso que no describen en realidad las características de los hábitos, siento
que son muy superficiales.
Para mí los hábitos transformables son aquellos que de alguna manera influyen de manera
negativa, tanto en nuestras vidas como en la de quienes nos rodean. Porque si no somos capaces, a
veces, de darnos cuenta cuando un hábito nos afecta de manera negativa, muy probablemente
tampoco veremos cuando es a otros a los que les repercute, como el típico fumador que además de
tener un hábito dañino para su salud, atenta contra la de quienes lo rodean.
Ahora que te he contado la manera en la que he clasificado los hábitos, quiero darte algunos
ejemplos muy puntuales, ejemplos de hábitos que tengo y que he clasificado de esa manera que te
acabo de explicar.
Comencemos por los hábitos óptimos. Un hábito óptimo que conservo y mantengo es el de
acostarme temprano durante la semana. Ese hábito no solo me permite descansar mejor, sino que
también me ayuda a poder levantarme temprano al día siguiente y así lograr hacer todo lo que me
propongo diariamente.
Ese hábito óptimo de acostarme temprano también influye en mi ánimo, pues amanezco
descansado, lleno de energía. Porque para ser sinceros, de poco o nada me serviría levantarme
temprano si igual me siento agotado, de mal humor o indispuesto para el trabajo, como me sucedía
cuando me acostaba tarde.
Un detalle clave con los hábitos óptimos es que no debemos descuidarlos, es un grave error
creer que porque no necesitan ser mejorados tampoco hace falta monitorearlos. Recuerda que el
ciclo de los hábitos es como un automóvil, y nuestro cerebro en cualquier momento puede tomar
algún atajo que no nos convenga y si no estamos alerta podemos tomar decisiones de las que luego
nos arrepintamos.
Ahora, dentro de los hábitos mejorables potenciables te tengo un ejemplo en el que ya trabajé
y guarda relación con el anterior: Levantarme temprano. Levantarme temprano fue un hábito que
no era negativo, pero que no me rendía frutos porque me acostaba tarde. Al acostarme tarde y
levantarme temprano, despertaba cansado, de mal humor, sin ganas de trabajar ni de nada que no
fuese seguir durmiendo. Ese hábito, aunque no era negativo, necesitaba cierta modificación para
poder sacar el verdadero provecho. Por eso terminé entendiendo que no solo debía levantarme
temprano sino también acostarme temprano.
Recuerda que dentro de los hábitos mejorables también incluyo a los hábitos transformables,
que en cierta medida son el tipo de hábito protagonista en mi libro, aquellos cuya influencia en
nuestras vidas es negativa y por ende necesitamos aplicar correctivos profundos y complejos para
que dejen de hacernos daño y podamos sacarle provecho.
Un ejemplo de un hábito transformable que puedo darte de manera personal, es el comer todo
el tiempo fuera de casa. Yo tuve ese hábito hasta que enfermé. El problema de no preparar
nosotros mismos nuestros alimentos va mucho más allá de razones económicas, es un tema de
salud. Como comer es un hábito que se ubica en la parte más gruesa de la pirámide de Maslow, es
definitivamente un hábito muy difícil de desarraigar, por lo tanto, por muy negativo que me
estuviese resultando, lo mejor no era intentar erradicarlo sino transformarlo.
El próximo capítulo es especial para este tema, en él te ofrezco tips sobre cómo transformar
los distintos hábitos, pero por los momentos no deseo saturarte de información. Espero que este
capítulo te haya sido de utilidad en tu proceso por identificar los hábitos y puedas aplicar lo que
estoy compartiendo contigo y así le saques provecho al ejercicio de clasificar nuestros hábitos.
Recuerda que las etiquetas en la sociedad pueden parecer perjudiciales y prejuiciosas, pero
cuando las clasificaciones se hacen con fines positivos, con la intención de mejorar, no hay mal
que por bien no venga.
Ahora, para finalizar este capítulo es positivo realizar un ejercicio que guarda relación tanto
con el conocimiento adquirido en este apartado como con el que se trató en el capítulo anterior.
Harás una lista de 3 hábitos que creas que te pueden conducir al éxito, y luego una lista de 3
hábitos que creas que pueden conducirte al fracaso.
Ejemplo:
Éxito Fracaso
Levantarme temprano Ser impuntual
Ser ordenado con mis cuentas Administrar mal mi tiempo
bancarias
Comer balanceado Llegar tarde al trabajo

Los 3 hábitos que te conduzcan al éxito son hábitos que deberás potenciar, mientras que los
otros son hábitos que necesitarás transformar. Ten esa lista a la mano que la usaremos para los
próximos capítulos.
Transformación, La Clave de Los Hábitos
Albert Einstein decía que la energía no se destruía, sino que se transformaba. Esa teoría o
postulado es algo así como mi bandera, mi lema, mi filosofía que me lleva a ser fiel a mi principio
de que lo mejor cuando un hábito no nos aporta beneficios, es transformarlo.
Erradicar un hábito no es necesariamente imposible, pero recuerda que dependiendo del tipo
de necesidad que esté involucrada, puede que el hábito esté muy arraigado, y cuando es así, es de
verdad muy difícil eliminarlo. En esos casos, lo más inteligente es intentar transformarlos, para
que así el hábito siga existiendo, pero esta vez no solo deje de tener repercusiones negativas, sino
que además aporte beneficios sustanciales.
Ahora, visto de otra manera, alguien pudiera decir que es más fácil eliminar algo que
transformarlo. Por ejemplo, es más fácil tirar una computadora a la basura que repararla, pero con
los hábitos las cosas no funcionan de esa manera, pues son mucho más complejas.
Los hábitos son algo que opera principalmente dentro de nuestro cerebro, recuerda que son
atajos que se van instaurando en nuestra memoria hasta hacerse algo tan cotidiano y repetitivo que
lo hacemos casi de manera inconsciente. Intentar eliminar algo de nuestra memoria no es tarea
fácil. ¿Cuántas personas no han intentado desaparecer de sus pensamientos a algún ex? ¿Cuántas
veces no hemos tenido experiencias negativas que nos gustaría no recordar jamás en la vida?
Ahora te pregunto: ¿Alguna vez has podido olvidar algo de manera consciente? ¿Alguna vez
has podido desaparecer de tu memoria algo en lo que desearías no volver a pensar jamás? Yo
particularmente creo que no, creo que eso es imposible, o por lo menos muy difícil.
Yo sé que transformar las cosas no es algo sencillo, implica trabajo, dedicación y esfuerzo.
Transformar es un proceso complejo que además requiere tiempo, pero cuando estamos decididos
y existe una razón positiva por la que hacemos las cosas, todo vale la pena.
Un objeto dañado, un televisor que se quemó, un microondas muy viejo que ya ni enciende;
casi todas las cosas que ya no funcionan o que de alguna manera no nos sirven, pueden parecer
ejemplos perfectos de cosas que es mejor botar antes que transformar. Pero cuando se trata de
personas, de seres vivos, es distinto.
La conducta de un niño con faltas de educación no es algo que podamos eliminar. De hecho,
no solo no podemos, sino que no debemos eliminarlo, lo ideal es atender el problema y poder
transformar la conducta de ese niño.
Las emociones tampoco podemos eliminarlas, y creo que no existe algo más humano que las
emociones, no en vano hay mucha poesía y literatura en general, magníficas obras de arte que se
han escrito con las emociones como musa principal. Estar triste, aunque no nos aporte mayor
beneficio, es una emoción que no se puede eliminar, pero sí podemos dedicar esfuerzos a
transformar esa tristeza en algún otro tipo de emoción que sí nos aporte bienestar y sensaciones
positivas.
Ahora la pregunta es: ¿Cómo hacemos para transformar un hábito? Bueno, yo te voy a contar
cómo lo hice yo y por qué hasta los momentos ha sido una de las cosas más importantes y
trascendentales que he aprendido en la vida.
El primer paso es identificar nuestros hábitos para luego evaluarlos. Cuando ya sabemos que
tenemos un hábito podemos comenzar a analizarlo y determinar el tipo de hábito que es, es decir,
podemos clasificarlo. Dependiendo del tipo de hábito que sea es que tomaremos la decisión
acerca de si requiere ser transformado o potenciado.
Recuerda que los hábitos transformables son aquellos que no nos aportan beneficios y que por
el contrario representan algún tipo de obstáculo en el logro de nuestros objetivos, es decir, son
aquellos hábitos que pueden perjudicarnos tanto a nosotros mismos como a quienes nos rodean.
Cuando yo identifico que un hábito me está afectando de manera negativa, comienzo a
reflexionar sobre eso. Lo primero que debemos hacer es analizar las causas y las consecuencias
de ese hábito, reflexionar acerca de los puntos exactos en los que ese hábito está teniendo esa
influencia no deseada.
Por ejemplo, durante un tiempo estuve llegando tarde a la oficina donde trabajaba, la cosa se
terminó volviendo cotidiana, hasta que me di cuenta de que llegar tarde comenzaba a caer mal en
mis compañeros, y a su vez eso causaba que cuando yo necesitara ayuda de ellos, pocas veces me
la ofrecían. En ese instante me di cuenta de que llegar tarde, aunque no influía en mi trabajo como
tal, generaba una sensación de molestia e incomodidad en quienes me rodeaban, y más temprano
que tarde esa incomodad me terminaba pasando factura.
Cuando necesité que alguno de mis compañeros me cubriera mientras yo iba a resolver unos
asuntos personales, nadie quiso hacerlo. El problema no eran mis compañeros, cualquiera hubiera
podido pensar que se trataba de que ellos eran malas personas o algo parecido, pero la verdad es
que esa actitud era el fruto que yo mismo había cosechado con mi hábito de llegar tarde casi todas
las mañanas.
Reflexioné bastante y me di cuenta de que el problema era llegar tarde, pero por más que
intenté llegar temprano en reiteradas oportunidades, nunca lo lograba. Allí me di cuenta que no se
trataba de pararme más temprano sino de acostarme más temprano la noche anterior. Hice la
prueba y comencé a llegar un poco más temprano, pero igual algunas veces volvía a llegar tarde.
Comencé a analizar mejor mi hábito y entonces descubrí que además de acostarme más
temprano, lo que realmente necesitaba hacer era tratar de dejar todo listo por la noche, para que a
la mañana siguiente no me quedaran tantas cosas pendientes y así no perdiera tanto tiempo antes
de salir de casa.
Cuando comencé a transformar mi hábito noté varias cosas, la primera es que las cosas no son
tan sencillas como parecen. Transformar un hábito tan arraigado como el del sueño no es nada
fácil. Tantos años levantándome a una misma hora, cuesta trabajo acostumbrar al cerebro y al
cuerpo en sí, a algo distinto.
Luego también noté que no todos los correctivos o modificaciones daban resultado, y que al
final de cuentas los hábitos, por muy cotidianos que sean, conforman un ciclo complejo que
involucra toda una serie de factores que influyen y que deben ser tomados en cuenta.
El hábito de pararse tarde parece tener una solución simple: pararse más temprano. Pero la
verdad es va mucho más allá de ello, como hemos podido evidenciar con mi ejemplo. Por último,
terminé dándome cuenta de que, si no nos rendimos, si nos enfocamos en lo que deseamos y nos
mantenemos constantes en nuestros objetivos, poco a poco los iremos logrando hasta obtener los
resultados esperados.
Al principio era muy agobiante para mí. Me estresaba ver cómo me levantaba más temprano y
las cosas no cambiaban, seguía llegando tarde al trabajo. La transformación no puede ocurrir de
un día para otro, y no existe una receta precisa para lograr los cambios que deseamos, pero lo que
sí es seguro es que es posible, aunque nadie te va a decir cómo hacer las cosas, pues solo tú tienes
la respuesta a tus preguntas.
Con este libro, como ya lo he dicho en reiteradas oportunidades en capítulos anteriores, yo lo
que deseo es contarte mi historia, compartir contigo lo que he aprendido sobre los hábitos y
servirte de guía en el camino que estás emprendiendo, ese que yo ya recorrí. El detalle es que tus
pasos no serán idénticos a los míos, y eso es lo hermoso de la vida, que cada quien deja una
huella imborrable e inigualable.
Yo deseo ser tu mentor, he pasado por cosas que tú también estás pasando. Quiero contarte
cómo superé mis obstáculos para que tú también superes los tuyos, pero mi intención principal es
contarte mi historia para motivarte a que tú escribas la tuya. Fueron muchos los libros que leí, y
son todavía muchos más los que planeo seguir leyendo a lo largo de lo que me resta de vida, y
ahora quiero hacer lo que otros hicieron conmigo, servir de guía.
Pienso que no existe mejor mentor que los libros, para mí representan un universo de
conocimiento depositado en páginas que además de ofrecernos sabiduría, nos pueden entretener y
motivar a hacer las cosas. No sé si luego tú también te motives a escribir un libro, lo cual te
confieso me llenaría de mucho orgullo, pero por los momentos, con saber que vas aprendiendo lo
que te quiero enseñar, me complace lo suficiente como para seguir este camino con el mejor de los
ánimos.
Dentro de esos mentores literarios que he tenido podría pasarme toda la vida entera
haciéndote recomendaciones, pero para resumir un poco el cuento quisiera hablarte de Giber
Becerra, autor y coach motivacional que además es preparador físico del Club Deportivo
América, que hace vida dentro de la liga mexicana de fútbol.
Giber descubrió que tenía el hábito de no dejar tiempo para la lectura. Al principio se lo
atribuía al trabajo, pero por pura casualidad recibió de regalo un libro que lo hizo reflexionar
sobre las maneras de pensar, sobre el poder de la mente y lo que él llama parásitos mentales,
aquellos pensamientos negativos, pesimistas y hasta fatalistas que no nos permiten avanzar porque
creemos que no vale la pena intentar ciertas cosas.
Cuando Giber reflexionó al respecto, se dio cuenta de que su problema era que no dejaba
tiempo para la lectura, no porque de verdad no le alcanzaran las horas del día, sino porque en el
fondo creía que era algo inútil e innecesario. Siempre había una excusa para no leer. A medida
que fue identificando ese aspecto negativo en su hábito, también se fue dando cuenta de que
aquella manera de pensar era errada, y que no le estaba mintiendo a nadie más que así mismo,
haciéndose creer que no tenía tiempo para leer cuando en realidad no quería hacerlo.
Pero lo más importante, además de haber podido identificar el hábito y la influencia negativa
del mismo, es que pudo salir de esa falsa creencia y transformarla en una más acertada: Los libros
son el mejor y más grande mentor que podamos tener.
¿Cómo hizo Giber para transformar su hábito? Primero comenzó a reflexionar bastante, a
pensar al respecto, pero sobre todo se convenció a sí mismo viendo otros ejemplos. El libro que
le prestaron lo llevó a leer otro, y luego otro, y así sucesivamente hasta que no solo invirtió dinero
en libros, sino que también sacrificó todo el tiempo que fuera necesario para dedicarse a leer.
Giber se dio cuenta de que la avería en su hábito no era la falta de tiempo sino su manera de
pensar.
Cuando tu mayor obstáculo está en tu mente, el camino es cuesta arriba, porque cambiar
nuestros paradigmas mentales, nuestra manera de ver la vida, no es algo sencillo. Pero si
pensamos en la palabra transformar nos daremos cuenta de que el proceso de cambio deja de ser
algo tedioso para convertirse en una aventura traducida en un proyecto de vida.
Pocas cosas son tan satisfactorias como ver que hemos trazado un rumbo, emprendido un
camino basado en estrategias diseñadas por nosotros mismos, y que al final dicha planificación
nos dé los resultados esperados.
Con este libro espero que puedas sentirte inspirado a encontrar las averías en tus hábitos,
pero no habré logrado nada si no te atreves a ser el protagonista de tu propia transformación. Por
eso espero que a medida que vayas leyendo estas líneas, vayas aplicando lo que hayas aprendido.
Para este capítulo no tenemos ejercicios porque hasta los momentos es bastante teoría la
manejada y no te quiero saturar de información, pero no te tardes en comenzar el próximo capítulo
donde he preparado un contenido esta vez mucho más práctico para ti, menos conceptual, más de
acciones que de conceptos.
Divide y conquistarás
Aprende a fragmentar tus hábitos para luego transformarlos
“Divide y conquistarás” es una frase de Nicolás Maquiavelo, que emplea en su popular
tratado filosófico El Príncipe. En su libro Maquiavelo expone diferentes postulados acompañados
de estrategias políticas destinadas al logro de los objetivos.
En este libro no pretendo hablarte ni de política, ni de guerras, mucho menos de conflictos
por poder. Pero, así como Maquiavelo pensaba que la mejor manera de derrotar al enemigo era
logrando causar división entre sus filas, resulta que los hábitos que no nos aportan consecuencias
negativas, pueden ser mejor abordados si se atienden desde sus diferentes partes.
Hasta los momentos, si bien hemos ido realizando algunos ejercicios, pudiésemos decir que,
hasta el capítulo anterior, hemos visto con detalle todo lo que corresponde a los aspectos teóricos
que quiero enseñarte, esas cosas que yo aprendí y que así como me han sido útiles a mí, pueden
serlo también para ti.
Cuando yo trato de enseñarte lo que he aprendido, no solo pienso en lo que tú puedes lograr
al adquirir los mismos conocimientos que yo, sino que también te imagino como una persona que
además de lograr cambios positivos en su vida, eres capaz de transmitir las cosas positivas que
vas aprendiendo a lo largo de ella, porque lo esencial es que nuestro esfuerzo pueda beneficiarnos
tanto a nosotros como a quienes nos rodean.
Conocer cómo funcionan los hábitos y cómo se crean, es vital para poder entender cómo fluye
el ciclo de nuestra vida, porque no olvidemos que la vida en cierta medida es una sucesión de
hábitos.
Ahora que ya conoces cómo funcionan los hábitos, creo que es momento de adentrarnos en
una fase más práctica de este libro, a través de ejercicios más concretos y ejemplos más prácticos,
que te ayudarán a lograr tus objetivos, entre ellos potencias tus hábitos positivos, y transformar
aquellos que necesitan alguna mejora.
La mejor manera de transformar un hábito, es conociéndolo muy bien. Ya sabemos cómo
operan los hábitos, ya aprendimos cómo se forman, también hemos aprendido a identificarlos e
incluso a catalogarlos o etiquetarlos según el tipo de influencia que ejercen sobre nuestra vida y
nuestras acciones.
Una vez que ya conocemos a profundidad un hábito y hemos tomado la decisión de
transformarlo, lo importante es fragmentarlo, dividirlo en sus diferentes fases, para que se nos
haga más fácil descubrir el área por la que lo vamos a abordar.
En este capítulo realizaremos ejercicios destinados a aprender de manera concreta cómo
transformar un hábito, pero antes aprendamos sobre una ley que históricamente ha sido clave
sobre el comportamiento de los seres vivos, especialmente los humanos.
El condicionamiento operante es una vertiente del conductismo, y el conductismo es a su vez
una corriente o estilo de pensamiento. No todas las personas pensamos igual, y es tal vez allí
donde radica la belleza del mundo; en la originalidad, en las particularidades que cada persona
puede ofrecer día a día y de las que podemos disfrutar si son bien manejadas, como sucede con
los hábitos.
Más adelante, en otro capítulo, te contaré con más detalle sobre los diferentes estilos de
pensamiento que existen. Por ahora solo te hablaré del conductismo. El conductismo es un estilo
de pensamiento que se centra en la conducta, en lo que hacemos y queremos seguir haciendo, al
mismo tiempo que también en lo que hacemos y deseamos dejar de hacer. En otras palabras, el
conductismo es tal vez la corriente o estilo de pensamiento que más relación guarda con los
hábitos.
El conductismo es también una teoría psicológica que sostiene que nuestra forma de ser y
nuestra manera de actuar, puede ser condicionada mediante algo conocido como la ley de estímulo
y respuesta, al mismo tiempo que por la ley de refuerzo y castigo. A esta vertiente teórica del
conductismo se le conoce como condicionamiento operante.
El condicionamiento operante, al igual que los ciclos de los hábitos, también establece que
toda acción tiene un estímulo y una respuesta. El estímulo es lo que nos lleva a realizar una
determinada acción, y dicha acción es lo que conocemos como respuesta.
Por otro lado, el mismo condicionamiento operante también establece que si realizamos una
acción y obtenemos una recompensa, consciente o inconscientemente vamos a intentar repetir esa
acción para volver a tener esa recompensa. Pero el condicionamiento operante también establece
que, si realizamos una acción y obtenemos un castigo por ello, vamos a evitar repetir dicha acción
para no volver a ser castigados.
Veamos ejemplos de cómo lo aplicaron los primeros expertos como Pavlov, Brunner y el
propio Skinner, todos científicos clásicos que en su momento dedicaron su carrera y hasta su vida
entera a estudiar la conducta de los seres vivos, aplicando experimentos en animales para luego
trasladarlos a los humanos. Skinner es conocido por haber sido un poco más drástico y aplicar sus
experimentos a sus propios hijos, los otros dos fueron menos arriesgados y probaron con simios,
perros, y otros animales.
Un ejemplo sería sacar a pasear nuestro perro, si hace sus necesidades en el lugar que
esperamos, le otorgamos una galleta, mientras que, si no lo hace, nos lo llevamos a casa y no le
damos nada a cambio. Fijémonos en cada detalle. Mostrar la correa al perro es la señal de que
vamos a pasear, ese es el estímulo. La respuesta debería ser que haga sus necesidades en el lugar
apropiado para eso. Si el perro hace lo que esperamos, le damos un premio, y quizás así aprenda
a repetir esa acción. El premio sería la galleta. El castigo sería no darle la galleta.
Visto de ese modo, podemos decir que hemos fragmentado el hábito del perro aplicando las
leyes del condicionamiento operante. Mi intención ahora es preguntarte: ¿Te sientes listo para
fragmentar tus hábitos y aprender a identificar la mejor manera de abordarlos?
No todas las personas son conductistas, pero los hábitos sin duda sí que lo son. Podemos
tener una corriente o estilo de pensamiento muy específico, puede que seamos cognoscitivistas, o
constructivistas, o incluso humanistas; entre tantas otras maneras de pensar que se han ido
descubriendo a lo largo del avance de las ciencias y los estudios psicológicos en particular, pero
nuestros hábitos siempre tendrán un estímulo y una respuesta, y podrán repetirse o no en la medida
en que tengamos recompensas y castigos, respectivamente.
Ahora, como te comenté al principio de este capítulo, en este apartado seremos mucho más
prácticos. Para poder entender nuestros hábitos, es importante dominar la teoría, pero para poder
transformarlos lo que se necesita es acción, y vamos a comenzar desde ya a realizar acciones
destinadas a transformar esos hábitos que de algún modo no nos están aportando los beneficios
que deseamos.
El ejercicio en este capítulo es un poco más complejo y lo iremos fragmentando por fases, tal
como iremos haciendo con nuestros hábitos hasta identificar esa parte que necesita ser modificada
para lograr la transformación deseada.
Fase 1: Toma uno de los tres hábitos que ya tienes visualizados como hábitos transformables,
esos que no aportan beneficios y que deseas modificar para que sí lo hagan. Una vez que tengas
ese hábito, comienza a fragmentarlo según la siguiente fase.
Fase 2: Identifica las partes de ese hábito y determina cuál es el estímulo, dónde está la
chispa, eso que te lleva a realizar esa acción repetitiva que ya se convirtió en hábito. ¿Por dónde
comienza ese hábito?
Fase 3: Una vez que ya has identificado el estímulo de tu hábito, comprueba que es cierto que
esa es la chispa. Pregúntate si ese hábito, si esa acción es la respuesta al estímulo que
identificaste. Por ejemplo: Si mi hábito es levantarme tarde, podríamos decir que es la respuesta
al estímulo de acostarme o dormirme muy tarde por la noche.
Fase 4: Una vez que ya sabes cuál es tu hábito, y conoces muy bien a qué estímulo sirve de
respuesta, es momento de hablar de refuerzos y castigos. Pregúntate: ¿Qué premio o recompensa te
hace mantener ese hábito? Y luego pregúntate: ¿Qué castigo puede ser aplicado para tratar de
transformar ese hábito?
Hazlo en una hoja en blanco, escribe a mano los detalles de los que te he hablado, y seguro te
sorprenderás de lo claro que se ve el panorama una vez que fragmentamos lo que necesitamos
analizar.
A continuación, te dejaré un ejemplo de cómo yo haría este ejercicio:
Fase 1 Fase 2 Fase 3 Fase 4
Identificar Identificar Comprobar Determinar
hábito estímulo que el hábito posible
transformable: de ese es respuesta al castigo para
hábito: estímulo: transformar
Comer hábito:
constantemente Hora libre Sí, cuando llega
comida chatarra. para la hora del Habituarme a
almorzar y almuerzo siento llevar mi
aprovechar la necesidad de propia
salir de la ir a un comida
oficina. establecimiento preparada en
de comida casa, y no
rápida como comer si no
una manera de lo hago.
distraerme y
olvidar un poco
el trabajo

Puede parecer drástico, pero comer comida chatarra todos los días es un hábito transformable
porque desde el punto de vista tanto económico como en salud, solo aporta consecuencias
negativas.
El estímulo no es solo el hambre o el deseo y la necesidad de comer, sino que también
representa una excusa al momento del descanso, una manera de descansar por un momento alejado
del estrés laboral.
No está mal querer despejar la mente, pero inconscientemente estaba malgastando dinero y
poniendo en riesgo mi salud, así que era necesario transformar.
Una manera de no olvidar que no debo repetir ese hábito, es obligándome a traer mi propia
comida ya preparada, hecha en casa de la manera más saludable posible, y el castigo sería que, si
lo olvido, no almuerzo.
La transformación hacia la que apunto es que no hay nada de malo en salir y distraerse un
momento, el detalle negativo estaba en el despilfarro de dinero y el poco cuidado a mi salud. La
idea es lograr el hábito de salir a almorzar fuera de la oficina, sin necesidad de ir a un
establecimiento de comida rápida, y en vez de ello ir a un parque o una plaza, o incluso un centro
comercial a comer algo mejor y distraerme igual, que era mi intención inicial, después de todo.
Espero que puedas realizar este ejercicio con la mejor disposición y lo conserves contigo
porque para el próximo capítulo lo tendremos en cuenta.
La importancia de conocernos a nosotros mismos
Estilos de pensamiento y su influencia sobre nuestros hábitos
¿Cómo te fue con el ejercicio anterior? ¿Lograste identificar un hábito transformable para
luego fragmentarlo? Bien, en el capítulo anterior hablamos del conductismo, así como también de
otras corrientes de pensamiento, pero el ejercicio estaba basado únicamente en el
condicionamiento operante, esa vertiente del conductismo que ya vimos que puede ayudar a crear
o transforma un hábito a través de estímulos/respuestas y castigos/recompensas.
Como ya te conté en líneas anteriores, el conductismo no es la única corriente de pensamiento
que se ha descubierto hasta ahora, hay muchas más, y conforme vayan desarrollándose más
avances científicos en materia de psicología, seguramente se irás descubriendo cada vez más
corrientes o estilos de pensamiento.
Hay una frase bastante común que dice: “cada cabeza es un mundo”. Esa frase quiere decir
que nadie piensa 100 % igual que nadie. Podemos coincidir en una o varias cosas, pero jamás
podremos pensar en toda ocasión totalmente igual que como lo hacen los demás.
El conductismo es apenas una de las corrientes de pensamiento conocidas hasta ahora, pero
fue tomada para el capítulo anterior porque es la que más relación guarda con la forma en que se
crean los hábitos, sin embargo, esto no quiere decir que si posees hábitos eres totalmente
conductista.
A continuación, te iré detallando las diferentes corrientes de pensamiento hasta que
encuentres una con la que te sientas más identificado:
Cognoscitivismo: Esta corriente establece que todo está en la mente, en la forma de pensar, y
por supuesto en la razón y la lógica. Según este estilo de pensamiento, las cosas las aprendemos
mejor si las memorizamos, aunque también si las analizamos y reflexionamos sobre ellas.
El Cognoscitivismo establece que según el conocimiento que tengamos sobre algo, podremos
formarnos una opinión y realizar determinadas acciones. Un ejemplo de una persona con un hábito
cognoscitivista sería alguien que a la hora de comer necesita conocer el valor nutricional de todo
lo que está en el plato, y si no conoce dichos valores no se atreve a decidir si desea comer eso o
no.
Otro ejemplo de una persona cognoscitivista puede ser una persona que piensa que para
poder conducir no solo es necesario tener habilidades de manejo, sino que además es muy
importante conocer de memoria las leyes y señales de tránsito.
Los cognoscitivistas son personas cuyo pensamiento guarda mucha relación con la memoria.
No solo les importa conocer las cosas, sino que también basan sus juicios en lo que recuerdan. Si
una persona de corriente cognoscitivista va a una tienda y recibe un trato inadecuado, es probable
que además de no volver a ir a esa tienda, comience a creer que todos los demás establecimientos
con características similares serán lugares igual de inapropiados.
Constructivismo: Es una corriente de pensamiento marcada por el fenómeno de que cada
persona forma o construye su propio conocimiento. Los constructivistas son personas que no creen
mucho en las referencias, no se establecen ideas de algo hasta conocerlo por sí mismos.
Un ejemplo de una persona con pensamientos constructivistas sería alguien a quien le
advierten que no vea una determinada película, pero igual decide hacer caso omiso e ir al cine a
verla para formarse su propia opinión.
Las personas constructivistas no son reacias al conocimiento ni a las referencias, es solo que
prefieren que les des herramientas o material y los dejes decidir qué hacer con esa información.
En pocas palabras, un constructivista es alguien que agradece que le recomiendes un plato de
comida específico, pero decide que solo cuando él lo pruebe dirá si es agradable o no.
Los sujetos que se identifican con esta corriente de pensamiento suelen ser personas
proactivas y dinámicas a las que les gusta el trabajo individual o en equipo, pero generalmente no
le huyen al hecho o fenómeno de trabajar.
Humanismo: Esta es una corriente de pensamiento un poco más contemporánea en
comparación con las anteriores, que son definitivamente mucho más clásicas. El principal
precursor de esta corriente fue el científico Carl Rogers.
El humanismo se centra en la persona, es una corriente de pensamiento en la que los sujetos
creen que todo ser humano tiene la capacidad de cambiar para mejor. Esta corriente también
establece que no creemos para siempre en algo, que a lo largo de nuestra vida y nuestras
experiencias podemos cambiar, no solo de conducta sino también de opinión.
Las personas humanistas suelen ser menos radicales, creen que existe un mundo diverso y que
lo que puede ser importante para ti, tal vez para mí no lo es. Un ejemplo de una persona humanista
sería alguien que conoce a otra persona con muchos hábitos transformables, pero no por ello
busca alejarse de esa persona ni lo tilda como un sujeto tóxico, pues piensa que el ser humano es
capaz de cambiar y por ende de modificar sus conductas más inapropiadas.
Una persona humanista suele ser optimista, suele tener actitud positiva ante la vida, y piensa
que no existen absolutos. El humanista no es una persona perfecta ni cree que el mundo lo sea,
pero sí piensa que todos podemos ser mejores personas, incluyéndose tanto a sí mismo como a
quienes lo rodean.
El Cognoscitivismo, el construccionismo y el humanismo, son apenas tres de las diferentes
corrientes o estilos de pensamiento que existen según los diferentes científicos que han estudiado
el aprendizaje humano. Hoy conociste estos tres estilos nuevos, en el capítulo anterior ya
hablamos bastante sobre el conductismo, incluso con mucha más profundidad porque tanto en la
teoría como en la práctica parece ser el estilo de pensamiento que mejor guarda relación con los
hábitos.
Ahora te pregunto: ¿Con cuál corriente o estilo de pensamiento te sientes mejor identificado y
por qué?
Conocernos a nosotros mismos es vital para poder conocer nuestros hábitos y luego aprender
a transformarlos cuando sea necesario. No siempre seremos de un mismo estilo de pensamiento,
en ocasiones podremos mostrar características propias del conductismo y puede que en otras
circunstancias mostremos mayor afinidad con el constructivismo. Puede que para algunas
situaciones nos sintamos más cómodos con el humanismo y para otras con el Cognoscitivismo. A
eso, a ese fenómeno de tomar la postura que mejor nos convenga o parezca para diferentes
situaciones, se le conoce como eclecticismo. Todos podemos ser eclécticos, pragmatistas,
podemos creer que no existen absolutos, como también podemos ser radicales e intransigentes.
A continuación, te ofrezco una lista con características propias de cada corriente o estilo de
pensamiento en las que quiero que enfoques mucha atención:
Conductismo Cognoscitivismo Constructivismo Humanismo
Se centra en Se centra en Busca Cree en la
la conducta el construir su humanidad
Cree en conocimiento propio como algo
recompensas y la memoria conocimiento positivo
y castigos Cree en No se basa Cree que
Busca repetir conceptos y mucho en todos
acciones definiciones referencias podemos
positivas establecidas Cree mucho cambiar y ser
Cree que Opta por la en sus mejores
toda acción memorización experiencias personas
es en realidad Establece propias Es optimista
una reacción prejuicios Es proactivo Se muestra
a algo según y dinámico activo ante
experiencias nuevos
previas conocimientos

Ahora que ya has visto este pequeño repaso de cómo se caracteriza cada uno de los cuatro
estilos de pensamiento que considero debes conocer, sería muy positivo que realizaras el siguiente
ejercicio:
Escribe una lista con 5 cosas que te hagan sentirte identificado con alguna teoría, corriente o
estilo de aprendizaje. Recuerda que no todos pensamos igual y que no siempre nos identificaremos
con una misma corriente.
Las personalidades más exitosas que han aprendido a
transformar sus hábitos

Desde el comienzo de este libro te he hablado de la importancia de los mentores, de aquellos


seres que de una u otra manera nos dan ejemplos de vida, nos dejan una enseñanza profunda a
través del ejemplo y de la cual podemos aprender cosas grandiosas que podamos aplicar en
nuestra vida diaria para cada vez acercamos a ser mejores personas, a ser esa persona que tanto
deseamos y merecemos ser.
En mi caso particular, siempre he creído que no hay mejor mentor que los libros, porque de
ellos he aprendido casi todo lo que me ha sido útil en la vida. Casi todo lo que de algún modo me
ha ayudado a llegar lejos y cumplir mis metas, es porque lo he leído. Esa es una de las razones
principales por las que decidí escribir este libro, para poder servir de mentor a todo el que esté
dispuesto a leerme.
Dentro de las varias lecturas que he realizado a lo largo de mi vida, también he leído
biografías. Aquellas personas cuyas vidas han sido interesantes e inspiradoras generalmente
terminan publicando un libro que nos muestra cómo han trazado su camino. En este capítulo quiero
hablarte de ellos, de esos grandes ejemplos que vemos cotidianamente en la televisión y que
quizás no sabíamos que sus vidas son todo un ejemplo de trabajo, constancia, disciplina y
dedicación.
“Cuando estás demasiado cómodo, ese es el mejor momento para cambiar”. El archifamoso
y conocido actor, escritor y director de cine, Clint Eastwood, mencionó esa frase alguna vez, y
determina, a mi manera de ver las cosas, cómo es su filosofía de vida.
Con esa frase, Clint Eastwood nos habla de la tan mencionada zona de confort, esa de la que
tanto nos hablan los psicólogos, esa de la que aparentemente debemos cuidarnos. Pero, ¿Cómo es
que una zona de comodidad, puede ser peligrosa para nosotros? Es una pregunta que siempre me
he hecho y que luego de conocer la vida Clint Eastwood y de leer sobre su manera de ver las
cosas y especialmente la frase que te mencioné en el párrafo anterior, entendí muchas cosas que
hoy te voy a contar.
La zona de confort es ese espacio en el que nos sentimos demasiado cómodos, ese momento
de nuestras vidas en el que nos sentimos tan seguros que no percibimos la necesidad de atrevernos
a nada nuevo. La zona de confort es una zona muy peligrosa porque nos quita el hambre, las ganas
de lograr cosas que no hemos intentado antes, por eso Clint Eastwood nos dice que el mejor
momento para cambiar es cuando ya no sentimos la necesidad de intentar algo diferente.
La zona de confort también puede ser interpretada como ese momento en el que nos hundimos
en nuestros hábitos. Recuerda que la mayoría de los hábitos se forman de manera inconsciente, y
cuando eso pasa, nos encontramos en una situación de la que no tenemos control. En este libro,
desde la primera página, he hecho énfasis en la importancia de tener el control de nuestros
hábitos, porque solo así podemos transformarlos para que nos arrojen los beneficios que
esperamos de ellos.
Recuerda también, que transformar los hábitos no es un proceso sencillo, requieres esfuerzo,
dedicación, y cuando estamos en la zona de confort eso es lo que menos hacemos, esforzarnos ni
dedicarnos por nada. Por eso la zona de confort es peligrosa.
Por otro lado, también recuerda que, aunque los hábitos suelan formarse de manera
inconsciente, cuando hemos llegado a un nivel elevado de nuestra conciencia, los podemos no
solo transformar sino incluso hasta crear nosotros mismos, pero ya sabes, eso es algo que no todos
pueden alcanzar porque para ello hay que tener disciplina y constancia, y una vez más te digo:
cuando estás en la zona de confort te olvidas de eso y no te atreves a probar cosas nuevas.
Ya que en este capítulo el tema central son las celebridades que han transformado sus hábitos
para alcanzar el éxito, es momento de hablar de deportistas, pero no de cualquier deportista, sino
de aquellos de élite que son mundialmente famosos, esos que han hecho de su nombre una marca y
han sabido llegar hasta los lugares más recónditos del mundo.
Comencemos por Michael Jordan. El famosos ex jugador profesional de baloncesto no solo
rompió todos los récords en la NBA sino que además instauró sus propios números, dejando ahora
récords que parecen imposibles de alcanzar, mucho más de superar. Un hábito que confiesa que
tuvo durante un tiempo era el de concentrarse en algún récord en específico, en complacer a la
prensa y al público en cuestiones muy particulares.
Cuando el padre de Jordan murió, Michael decidió abandonar la NBA para intentar dedicarse
al beisbol. Jugó con el equipo de ligas menores de los Medias Blancas de Chicago y la verdad es
que su desempeño fue pésimo. Con el pasar del tiempo se dio cuenta de que lo estaba haciendo
era un terrible error.
Jordan en su época de jugador activo de baloncesto fue el mejor, y de hecho hoy en día sus
números parecen demostrar que sigue siendo el mejor de todos los tiempos. Se quiso dedicar al
beisbol porque ese fue siempre el sueño de su padre y quiso complacerlo, rendirle una especie de
homenaje póstumo.
Jordan entendió que su hábito de querer complacer a los demás no le permitía ser él mismo, y
que solo siendo él mismo y dedicándose a lo que de verdad le gusta, podría llegar lejos. Por eso
se olvidó de la prensa, de los delirios de los fans, y se dedicó a jugar de la mejor manera posible,
dando lo mejor de sí, pero sin la presión de hacer siempre lo que otros esperaban que él hiciera.
Otro que transformó sus hábitos fue Derek Jeter. El famosos ex campocorto de los Yankees de
Nueva York fue por años el soltero más codiciado de toda la gran manzana. Como jugador activo
dejó récords difíciles de romper y se convirtió en uno de los jugadores más importantes en la
historia de esa franquicia y de toda la MLB.
¿Qué hábito transformó Derek Jeter para alcanzar el éxito? El ahora dueño de los Miami
Marlins admitió que un error que tenía en su manera de ver la vida, era el solo ejercitarse para los
juegos. Es decir, su rutina de ejercicios solo se llevaba a cabo en los momentos previos a los
partidos, hasta que entendió que de la salud de su estado físico dependería su éxito.
Jeter comprendió que necesitaba mantenerse sano, tener su cuerpo lo mejor preparado posible
en todo momento, para así evitar diferentes tipos de lesiones que lo mantuvieran alejado del
terreno de juego. Con esto Jeter también aprendió algo: la importancia de practicar yoga todas las
mañanas.
Jeter como jugador siempre llevó un estilo de vida intachable, jamás se le vio ligado a ningún
escándalo a pesar de vivir en la ciudad que nunca duerme. Además de dormir temprano y
alimentarse muy bien, Jeter comprendió que no solo debía ejercitarse para estar en forma durante
los juegos, sino que también era necesario cultivar la elasticidad de su cuerpo, por lo que creó por
sí mismo, de manera consciente y decidida, el hábito que por año le fue muy útil y lo ayudó a
alcanzar el éxito: practicar yoga todos los días a las 5 am.
Otro deportista de élite que aprendió la importancia de los hábitos, es Tom Brady. A
diferencia de los dos ejemplos anteriores, Tom Brady aún es jugador activo, al menos para el año
en el que escribí este libro. Tom Brady es a la fecha el Mariscal de Campo titular de los Patriotas
de Nueva Inglaterra y el jugador de la NFL con más anillos de campeón en toda la historia del
fútbol americano.
El hábito que Tom Brady transformó fue su alimentación. Tom Brady tiene 40 años y es un
jugador activo y exitoso y eso en parte se debe a que es vegano, según él. El propio Brady
protagoniza un documental donde explica cómo pudo transformar su hábito y cómo ello le ha
rendido una cantidad innumerable de beneficios.
Con esto la intención no es que te conviertas en vegano o vegetariano de un día para otro,
tampoco busco que te conviertas en experto en Yoga o dejes de hacer tu trabajo para irte a jugar
baloncesto. Estos tres ejemplos de deportistas de élite que han sabido transformar sus hábitos e
incluso crear unos nuevos de manera consciente, son ejemplos de que lo importante es que, sea lo
que sea que hagamos, debemos tratar de ser el mejor en nuestra área. Y la única manera de
lograrlo es sabiendo identificar las cosas que no nos dejan avanzar, especialmente aquellos
hábitos que nos aportan consecuencias negativas.
En el mundo de los negocios también han existido historias de personas que han alcanzado el
éxito gracias a que aprendieron a controlar sus hábitos, transformando los que no eran
provechosos y potenciando los que sí aportaban consecuencias positivas. Un ejemplo muy puntual
fue Steve Jobs. Jobs aprendió a crear el hábito de utilizar siempre un mismo estilo de ropa y
mantener su closet lleno de un mismo tipo de prenda: jeans y suéter.
Para Steve Jobs esto no solo representó una manera de crear una imagen y una marca, sino
que además le ayudaba a no perder tiempo y poder dedicarse a cosas más importantes como su
trabajo.
Bill Gates aprendió el hábito de invertir dinero en obras de caridad y destinar parte de su
fortuna a ayudar a otros. De manera muy interesante este magnate nos cuenta en varios libros cómo
ayudar a otros lo ha proyectado como una persona poderosa con buenas intenciones, lo cual a la
postre le ha abierto varias puertas en el mundo de los negocios.
También tenemos el ejemplo de Mark Zuckerberg, que aprendió a ser más arriesgado y
atrevido, hábito que no es necesariamente el más recomendable pero que al menos a él
particularmente le ha rendido varios frutos.
Recuerda que tener hábitos es lo más normal del mundo, no creo que exista una persona en el
universo que no tenga varios hábitos, de hecho, pienso que la vida misma es una sucesión de
hábitos, y que si aprendemos a controlarlos podremos alcanzar el éxito en lo que sea que nos
propongamos lograr.
Ahora que ya te he contado la historia de varios famosos que han entendido la importancia de
controlar los hábitos y transformar aquellos que no nos aportan beneficios, es momento de que tú
mismo escribas tu historia. Comencé hablándote de mentores, de lo importante que son los libros
para mí, ahora es tu turno de reflexionar sobre aquellos ejemplos de vida que te motivan e
inspiran a ser cada día mejor.
Haz una lista de 3 personas que consideres admirables, personas que te gustaría imitar,
personas que consideres ejemplos de trabajo, constancia y dedicación. Una vez que tengas esa
lista, dedica 10 minutos todas las mañanas a agregar una razón por la que los admiras. Puedes
utilizar el siguiente cuadro como ejemplo:

Mentor Lunes Ma. Mi. Ju. Vi. Sá. Do.


Derek Levantarse
Jeter temprano
todos los
días
Clint Ser capaz
Eastwood de salir de
la zona de
confort
Mi papá Ser un papá
responsable
y atento
con sus
hijos

Como podrás ver, los ejemplos no necesariamente son de personas famosas, puedes colocar
personas cercanas a ti, personas que de algún modo te inspiran a ser cada vez mejor en lo que
haces.
Aprendiendo a crear hábitos nuevos
(Advertencia: solo para expertos)

Hola, hemos llegado a este capítulo y solo puedo hacerte una advertencia: si has llegado hasta
aquí es porque no eres una persona común y corriente. Si lograste interesarte por la
transformación de tus hábitos y has cumplido con detalle los ejercicios de los capítulos previos,
es porque eres una persona decidida, comprometida consigo misma, capaz de identificar lo que
debe mejorar y realizar acciones para lograrlo.
En este capítulo, ya no te hablaré de transformaciones, porque las más interesantes son las
que tú hayas hecho aplicando los conocimientos de los que hemos conversado en los apartados
que te hicieron llegar hasta este capítulo.
En esta parte del libro es momento de enseñarte algo nuevo, algo de lo que no he podido
contarte demasiado en las partes anteriores de este libro, porque como ya lo he dicho, son cosas
solo para expertos. Es importante aclarar que con “expertos” no me refiero a personas que se las
saben todas y se creen muy inteligentes. Con la utilización de la palabra experto me refiero
aquellas personas que han sabido darse cuenta de lo que es provechoso para ellos, así como
también de aquello que no.
Este capítulo será totalmente práctico, te iré desglosando en 6 breves detalles, las diferentes
maneras en las que puedes crear hábitos nuevos, y tú manera de demostrar que estás preparado
para esta fase final del libro, será ir cumpliendo de manera práctica lo que te iré enseñando a
partir de este momento. ¿Estás preparado?
Comencemos por recordar lo que son los hábitos. ¿Recuerdas cómo se forman? Pues te invito
a rememorar las primeras cosas de las que te hablé al inicio de este texto. Primero que nada, no
olvidemos que los hábitos se forman casi de manera inconsciente y que son todas aquellas
acciones que realizamos de manera cotidiana, y que generalmente están ligadas a la obtención de
placer o al cumplimiento de una necesidad.
Bien, recordando que los hábitos son eso, es momento de tener una hoja blanca a la mano y
comenzar con los ejercicios que he preparado para ti en este capítulo:
1) Menciona un hábito que crees que te impida ser mejor en algo, uno que de alguna
manera represente un obstáculo, uno que no te permita lograr lo que necesitas lograr
y que sabes que necesitas transformar.
2) Bien, ahora que ya tienes ese hábito identificado, te invito a hacer algo distinto. No
pienses en transformarlo, mejor piensa en cuál sería un hábito positivo que no tienes,
pero te gustaría mantener, un hábito que sea lo opuesto a ese que ya sabes que tienes
y que no te permite mejorar o avanzar en lo que te propones.

A continuación, un ejemplo:
Hábito que desearía ¿Por qué?
transformar
Casi nunca miro a las personas Soy tímido y cuando no miro a
a los ojos. las personas a los ojos piensan que
es por algo malo, en varias
entrevistas de trabajo no me han
contratado por eso.

Hábito que desearía tener ¿Por qué?


Ser más sociable y confiado al Porque eso podría abrirme
hablar con las personas varias puertas en el mundo tanto
personal como profesional.

Si te fijas en el ejemplo que te acabo de dar, la persona tiene un hábito que de alguna manera
no puede controlar, y lamentablemente mirar está dentro de las bases de la pirámide de Maslow,
es decir, es casi un instinto, y por lo tanto ese será un hábito difícil de transformar.
Sin embargo, una manera interesante de mejorar nuestra situación cuando tengamos un hábito
muy difícil de transformar y que sepamos que nos está trayendo consecuencias negativas, es
empezar de cero y crear uno nuevo.
Ya has identificado un hábito transformable y uno que podría sustituirlo. Ahora te pregunto:
¿Cómo hacemos para que ese habito que deseamos tener, se convierta en algo cotidiano, algo que
hagamos diariamente casi de manera automática?
Bueno, es momento de la tercera fase de este ejercicio complejo:
3) Recuerda las tres partes del ciclo de los hábitos y aplícalas al ejemplo que has
escrito, a ese hábito que no tienes, pero te gustaría tener para reemplazar al hábito
que consideras no te aporta beneficios positivos.

A continuación, un ejemplo:
Hábito que Arrancada Trayecto Meta
deseo crear
Ser más sociable Al momento de Entablar una Lograr
y confiado al encontrarme con conversación proyectarme
hablar con las personas clave con temas que como una
personas (jefes, tengamos en persona confiada
compañeros de común y en los y segura de sí
trabajo, clientes) que al mismo misma.
ser yo quien tiempo yo me
comience la pueda destacar
conversación conversando.
Ejemplo: de
deportes con un
cliente que es fan
de algún equipo
de futbol
americano.

Ahora, una vez que has identificado lo que serían las etapas del ciclo de ese hábito que
deseas crear de manera consciente, es momento de la cuarta parte de este ejercicio:
4) Pregúntate cuál podría ser una avería en ese hábito. ¿Qué cosas podrían hacer que
ese hábito positivo no se dé como esperas?
A continuación, un ejemplo:
Hábito que deseo crear Avería
Ser más sociable y confiado al Vergüenza, pena, falta de
hablar con las personas seguridad.

La quinta parte de este ejercicio va encaminada a hacer que te des cuenta de algo:
5) Pregúntate: ¿Qué puedes hacer para evitar averías en ese nuevo hábito que deseas
instaurar en tu cerebro?
La respuesta a esa pregunta solo la tienes tú. En esta parte del ejercicio deberás hacer una
lista con las averías que puede tener ese hábito y las posibles maneras de solucionarlas. A
continuación, un ejemplo:
Averías Soluciones
Vergüenza Enfocarme en lo
que soy capaz, en mis
talentos, y olvidarme
por un momento de
mis defectos.
Pena Pensar que la
otra persona puede
estar interesada en lo
que tengo que decir.
Falta de Pensar mis ideas
seguridad con anterioridad, y
hablar de cosas que
realmente domino
para no aparentar
inseguridad.

Por último, la sexta parte de este ejercicio, pero antes es importante que recuerdes que los
hábitos solo se vuelven algo cotidiano y automático cuando lo hacemos repetitivamente. Por ello,
a continuación, el 6to y último apartado de este ejercicio donde aprenderás cómo crear tus
propios hábitos de manera consciente:
6) Haz una lista de 3 situaciones que creas que puedes planificar, y ejecuta lo que ya
determinaste, es decir, lleva a cabo tanto la arrancada como el trayecto y la meta de
lo que sería ese posible hábito que deseas crear.

Si tuviésemos que continuar con el ejemplo anterior, una manera de planificar escenarios para
poner en marcha ese hábito que deseo crear, sería prepararme para conversaciones específicas
que sé que están por ocurrir. No siempre podremos planificar todo, pero mientras se pueda, será
una genial manera de poner en práctica lo que sabemos de los hábitos hasta que se vuelvan algo
inconsciente y cotidiano.
Ya dicho esto, pues solo me queda desearte el mejor de los éxitos esperando que puedas
lograr crear tu propio hábito. Recuerda: La meta lo es todo, la meta es la clave del hábito, lograrla
es lo que hace que nuestro cerebro lo aprenda y lo ejecute.
Consejo final de este capítulo: Trata de agregar a esa meta alguna recompensa, algo que te
haga sentir placer una vez logrados tus propósitos.
Transforma tus hábitos en 5 pasos y conviértete en una
persona exitosa
Ya has aprendido, no solo a transformar tus hábitos sino incluso a crear nuevos, de manera
consciente, con propósito y fundamento. Si eres una persona preocupada por tus hábitos, por
comprenderlos, controlarlos, y potenciarlos o transformarlos, es porque eres alguien preocupado
por ti mismo, y cuando te importas tú de manera positiva, también te estás preocupando por las
pernas que te rodean, lo que te convierte en alguien especial encaminado al logro de sus metas y la
obtención de beneficios tanto para ti como para los tuyos.
En este capítulo final mi intención es recordarte los 5 pasos que te ayudarán a transformar tus
hábitos para alcanzar el éxito que deseas y mereces, son pasos que ya hemos visto a lo largo de
este libro y que te desgloso a continuación:
Identifica tus hábitos:
Recuerda que los hábitos son cuestiones cotidianas, cosas que hacemos casi todos los días y
en ocasiones hasta sin darnos cuenta, de manera casi inconsciente, como si lo hiciéramos en
Piloto Automático.
Lo primero que debemos hacer es entender que los hábitos son importantes y que de ellos
depende que las cosas nos puedan salir bien o mal, esto debido a que a la larga suelen tener
influencia sobre las cosas que nos pasan y la gente que nos rodea.
Una vez que hemos entendido eso, es momento de darnos cuenta de cuáles hábitos tenemos.
Existen muchos tipos de hábitos, unos más frecuentes que otros, lo importante antes que nada es
darnos cuenta de que existen, de que suceden, para que luego podamos tener verdadera
consciencia sobre ellos y por supuesto control total de nuestros actos y sus consecuencias.
Aprende cómo operan:
Si no sabes cómo operan los hábitos, no podrás identificarlos ni clasificarlos, y mucho menos
transformarlos. Para entenderlos lo importante es no olvidar que funcionan en un ciclo parecido al
de un automóvil donde: La arrancada es esa chispa que genera el hábito, esa cosa que sucede e
inicia el proceso o ciclo del hábito. El trayecto es ese periodo del hábito en el que una vez
iniciado, nos encaminamos al logro de la meta, que finalmente es lo que buscamos con el hábito,
aún cuando todo esto suceda de manera inconsciente.

Clasifica tus hábitos según sus beneficios/consecuencias


No se trata de ver las cosas como solamente negativas o positivas, sino de reflexionar sobre
sus consecuencias. Una vez que hemos identificado los hábitos que tenemos y hemos descubierto
cómo opera o funciona cada uno de ellos, es importante clasificarlos de acuerdo a si nos aportan
beneficios o por el contrario representan un obstáculo en el logro de nuestros objetivos.
Recuerda que los potenciables son aquellos hábitos que nos podrían aportar beneficios y que
vale la pena mantener y monitorear, mientras que los transformables son aquellos que no nos
aportan beneficios y por tanto debemos atender con urgencia.
Determina la transformación:
Los hábitos son algo en gran parte inconsciente, pero tener la determinación de atenderlos
para sacarles el mayor provecho posible es algo que solo se logra de manera consciente.
Recuerda que no solo es cuestión de darnos cuenta si nos aportan beneficios o no, también debes
saber cómo operan para fragmentarlos y atenderlos por partes, según su funcionamiento y su
consecuencia.
Intentar cambiar un hábito de un día para otro no es precisamente algo muy racional. Lo más
inteligente, además de todo el conocimiento y la determinación necesaria, es tener paciencia y la
plena consciencia de que ningún proceso será breve, y menos cuando se trata de transformar
hábitos que se encuentran en la primera etapa de la pirámide Maslow. No olvides que cuanto más
asociado a cuestiones fisiológicas esté el hpabito, más difícil será transformarlo.
Crea tus propios hábitos:
Este último apartado del libro es una especie de resumen/recordatorio donde quiero mantener
presente los fundamentos de mi libro, eso que con tanto esmero he decidido sistematizar y
proyectar a través de palabras escritas para que conozcas cómo yo pude lograr el éxito una vez
que comprendí, identifiqué, clasifiqué y transformé mis hábitos.
Sin embargo, si recuerdas el capítulo anterior, tendrás presente que, si de verdad estás
comprometido contigo mismo, podrás no solo transformar tus hábitos sino aprender además a
crear otros nuevos, enfocados a lograr las metas que te traces.
No olvides que lo más importante es estar consciente de nuestros hábitos y sus repercusiones.
Mientras vivamos en una burbuja y no admitamos las consecuencias de lo que hacemos y cómo
impacta tanto en nuestras vidas como en la de las personas que nos rodean, no podremos avanzar
en nuestro mundo personal y profesional porque será como intentar caminar con una venda en los
ojos.
Espero que este libro no solo te haya sido útil y provechoso sino además entretenido y aspiro
que pronto podamos tener la oportunidad de compartir experiencias, donde tú puedas contarme no
solo cómo te ha ido aplicando lo que has aprendido en estas líneas, sino que también me enseñes
las cosas que hayas aprendido por ti mismo en este fascinante mundo de transformar nuestros
hábitos para alcanzar el éxito.
Libros Recomendados
A continuación, te enseñare mi colección de libros recomendados que puedes encontrar en
Amazon (Kindle), que serán excelentes para llevar al máximo nivel tu conocimiento y dominar en
plenitud los hábitos:

Súper Hábitos - ¿Y si mejorar fuera posible?

El Hábito más Importante – Aprende a renovar tu mente, romper malos hábitos y cambiar tu vida
para siempre
Una última palabra
Antes de culminar con este libro, quiero manifestarte mi más sincero agradecimiento por
tomarte el tiempo de leer mi trabajo y sueño de meses, el cual finalmente termina de la mejor
forma. Mantente atento, ya que, si descargaste mi libro gratuito “Hábitos en 21 días” (disponible
para descargar comienzo de este libro), te estaré informando de mis nuevos trabajos, apuntes e
incluso material didáctico exclusivo para mis lectores.
Si disfrutaste el libro y encontraste que fue útil, estaría muy agradecido si dejas una
Valoración, Recomendación o Review (como quieras llamarlo) de forma totalmente honesta en
Amazon.
Tu apoyo realmente puede hacer la diferencia para mí y cientos de personas que están
buscando un libro como este y quien mejor que tú para recomendarlo.

¿Me harás este pequeño favor?

Gracias por permitirme ayudarte.


PD: ¡Escríbeme! Me encanta estar en contacto con mis lectores. Puedes escribirme sobre
alguna sugerencia, idea, critica e incluso me haría muy feliz recibir un simple ¡Hola! De tu parte.
:)
Mi correo: info@elhabitodelexito.com
Saludos, tu amigo
Rafael Ducker

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