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Los dones espirituales

Esta lección está destinada a ayudarnos a comprender los dones del Espíritu y a
motivarnos a buscarlos diligentemente.

Introducción
Muestre la ayuda visual 34-a, “El poder del sacerdocio puede protegernos del
mal”.
En marzo de 1961 una terrible tormenta se desencadenó en las islas de Tonga, en
el Pacífico Sur. Muchos edificios fueron derribados por el viento; se
desarraigaban árboles grandes, y el viento destrozó y arrasó muchas casas. Varias
personas resultaron heridas y otras murieron.
En una aldea, una familia Santo de los Últimos Días se amontonaba en su
pequeño hogar, temiendo por sus vidas. Al relatar esta experiencia, el padre de
familia dijo que podían sentir estremecerse la casa, como si estuviera a punto de
caer y sabía que si la familia permanecía allí, todos morirían, además si él salía a
la calle en busca de ayuda, moriría. Mientras luchaba tratando de tomar una
decisión en cuanto a lo que fuese mejor hacer, sintió el impulso de usar el
sacerdocio para proteger a su familia.
Subiéndose a una silla, puso sus manos en la parte del techo que pensaba iba a
caer primero. Entonces dijo: “Por el poder del sacerdocio que poseo y en el
nombre de Jesucristo, mando que permanezcas sólida e íntegra hasta que pase la
tempestad”. Después de finalizadas estas palabras, la casa dejó de estremecerse y
el techo de crujir.
Después de la tormenta pudieron comprobar que su hogar fue el único que
permaneció en pie. (Adaptado de Eric Shumway en Stories of Insight and
Inspiration, pág. 71–73.)
Si se enfrentara a una emergencia en este mismo instante, ¿se sentiría usted
preparado para ejercer su fe y su sacerdocio?
Si somos fieles y dignos, el Señor nos dará bendiciones espirituales. El profeta
Jacob, en el Libro de Mormón, describe esta condición entre su pueblo: “Por
tanto, escudriñamos los profetas, y tenemos muchas revelaciones y el espíritu de
profecía; y teniendo todos estos testimonios, logramos una esperanza, y nuestra
fe se vuelve inquebrantable, al grado de que verdaderamente podemos mandar en
el nombre de Jesús, y los árboles mismos nos obedecen, o los montes, o las olas
del mar” (Jacob 4:6).
¿Cuáles son los dones del Espíritu?
Los dones del Espíritu son bendiciones especiales de conocimiento y poder
espirituales. Se llaman dones porque nos son dados por el Señor. Aunque son
dones, se nos retienen hasta que demostramos por nuestra fidelidad la dignidad y
deseo de aceptarlos.
¿Pueden pensar ustedes en algunos dones espirituales?
Algunos dones del Espíritu están descritos en las Escrituras. Muchos de ellos se
encuentran enumerados en 1 Corintios 12, Moroni 10:8–18 y D. y C. 46:8–29.
Invite a los miembros de la clase a que lean en D. y C. 46:13–26.
¿Cuáles son los dones espirituales que se mencionan en estos pasajes de las
Escrituras? (Puede hacer una lista en la pizarra de los siguientes dones
espirituales y otros que mencionen los miembros de la clase.)

 Revelación

 Testimonio.

 Juicio.

 Conocimiento.

 Sabiduría.

 Enseñanza.

 Exhortación.

 Predicación.

 Fe para sanar.

 Fe para ser sanado.

 Milagros.

 Profecías.

 Visiones.

 Discernimiento de espíritus.

 Hablar en lenguas.
 Interpretación de lenguas.
Pida a los miembros de la clase que piensen en los otros dones que ellos hayan
recibido.

Cómo obtener dones espirituales


El Señor tiene muchos dones espirituales y desea concedérnoslos, pero debemos
prepararnos para recibirlos. Si lo hacemos, nos serán dados aquellos dones que el
Señor sabe que estemos preparados para recibir. No obstante, pocos son los
hombres que gozan de todos estos dones: “Porque no a todos se da cada uno de
los dones; pues hay muchos dones, y a todo hombre le es dado un don por el
Espíritu de Dios. A algunos les es dado uno y a otros otro, para que así todos se
beneficien” (D. y C. 46:11–12).
Nuestra responsabilidad es descubrir cuáles dones hemos recibido y vivir
dignamente para usarlos. Muy a menudo se nos dice cuáles son los dones que
tenemos o cuáles son los que debemos buscar cuando somos apartados para un
oficio o llamamiento o cuando recibimos la bendición patriarcal. Por ejemplo, a
un misionero fue llamado a un país extranjero puede que se le prometa el don de
lenguas para ayudarlo a aprender el nuevo idioma. A un maestro se le puede decir
que busque el don de enseñar. Los niños pueden recibir ayuda de sus padres para
ubicar los dones espirituales que necesiten desarrollar.
El Salvador nos ha mandado que busquemos los mejores dones (véase D. y C.
46:8). Estos incluyen dones tales como la fe, el testimonio, la revelación y la
sabiduría. Mientras hablaba acerca de los dones espirituales, el presidente Joseph
F. Smith dijo una vez: “Yo opino que hay muchos miembros de esta Iglesia que
han sido bautizados para la remisión de sus pecados, y que se les han impuesto
las manos para otorgarles el don del Espíritu Santo, pero que en verdad nunca
han recibido tal don, es decir, las manifestaciones de él. ¿Por qué? Porque nunca
ordenaron su vida como para poder recibir tales manifestaciones. Nunca se
humillaron; nunca tomaron los pasos que los prepararían para recibir la compañía
del Espíritu Santo. Por lo tanto, pasan por esta vida sin recibir este conocimiento
(“Seek Ye Earnestly the Best Gifts,” Ensign, junio de 1972, pág. 3).
Aunque debemos buscar constantemente los dones del Espíritu, debemos
buscarlos por las razones correctas. Nuestro Padre Celestial no está complacido
con aquellos que desean recibir señales simplemente para satisfacer su curiosidad
(véase Mateo 12:39). No se requiere ningún esfuerzo o preparación para desear
tales señales. Debemos buscar con empeño los dones espirituales, lo que significa
que debemos tener las razones correctas mientras nos preparamos para recibirlos.
¿Cómo podemos recibir los dones del Espíritu?
Para recibir los dones del Espíritu debemos hacer lo siguiente:

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