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Platón

(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y su discípulo
Aristóteles, Platón es la figura central de los tres grandes pensadores en que se asienta toda
la tradición filosófica europea. Fue el británico Alfred North Whitehead quien subrayó su
importancia afirmando que el pensamiento occidental no es más que una serie de
comentarios a pie de página de los diálogos de Platón.

La circunstancia de que Sócrates no dejase obra escrita, junto al hecho de que Aristóteles
construyese un sistema opuesto en muchos aspectos al de su maestro, explican en parte la
rotundidad de una afirmación que puede parecer exagerada. En cualquier caso, es innegable
que la obra de Platón, radicalmente novedosa en su elaboración lógica y literaria, estableció
una serie de constantes y problemas que marcaron el pensamiento occidental más allá de su
influencia inmediata, que se dejaría sentir tanto entre los paganos (el neoplatonismo de
Plotino) como en la teología cristiana, fundamentada en gran medida por San Agustín sobre
la filosofía platónica.

Nacido en el seno de una familia aristocrática, Platón abandonó su inicial vocación política y
sus aficiones literarias por la filosofía, atraído por Sócrates: fue su discípulo desde los veinte
años y se enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias). Tras la condena a muerte
de Sócrates (399 a. C.), huyó de Atenas y se apartó completamente de la vida pública; no
obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a
concebir un modelo ideal de Estado.
Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de Pitágoras;
tras una negativa experiencia en Siracusa como asesor en la corte del rey Dionisio I el Viejo,
pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue rescatado y pudo regresar a
Atenas. Allí fundó en el año 387 una escuela de filosofía, situada en las afueras de la ciudad,
junto al jardín dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre de Academia. La
Academia de Platón, una especie de secta de sabios organizada con sus reglamentos,
contaba con una residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y seminarios especializados, y
fue el precedente y modelo de las modernas instituciones universitarias.
En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la filosofía
englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo (en la propia
Academia) las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas diferenciadas del saber,
como la lógica, la ética o la física. Pervivió más de novecientos años (hasta que Justiniano la
mandó cerrar en el 529 d. C.), y en ella se educaron personajes de importancia tan
fundamental como su discípulo Aristóteles.

Obras de Platón
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado
casi completos. La mayor parte están escritos en forma dialogada; de hecho, Platón fue el
primer autor que utilizó el diálogo para exponer un pensamiento filosófico, y tal forma
constituía ya por sí misma un elemento cultural nuevo: la contraposición de distintos puntos
de vista y la caracterización psicológica de los interlocutores fueron indicadores de una
nueva cultura en la que ya no tenía cabida la expresión poética u oracular, sino el debate
para establecer un conocimiento cuya legitimación residía en el libre intercambio de puntos
de vista y no en la simple enunciación.

Los veintiséis diálogos platónicos probadamente auténticos (de los cuarenta y dos
transmitidos por la Antigüedad) pueden clasificarse en tres grupos. Los diálogos del llamado
período socrático (396-388), entre los que se incluyen la Apología, Critón, Eutifrón, Laques,
Cármides, Ión, el Hipias menor y tal vez Lisis (que quizá sea posterior), revelan claramente la
influencia de los métodos de Sócrates y se distinguen por el predominio del elemento
mímico-dramático: comienzan abruptamente, sin preámbulos preparatorios. Todas estas
obras son anteriores al primer viaje de Platón a Sicilia, y en ella dominan los diálogos
investigadores a la manera socrática.
Dentro de los diálogos del siguiente período, llamado constructivo o sistemático, pertenecen
a una fase de transición Protágoras, Menón (que anunció la doctrina de las
Ideas), Gorgias, Menéxenes, Crátilo y Eutidemo. Los grandes diálogos de esta etapa son el Fedón,
cuyo tema es la inmortalidad del alma; El banquete, en el que seis oradores debaten sobre el
amor; La República, el texto platónico más sistemático, fruto de largos años de trabajo, que
presenta tres líneas principales de argumentación (ético-política, estético-mística y
metafísica) combinadas en un todo; y el Fedro, que mediante la forma de diálogo dramático
debate aspectos relativos a la belleza y el amor, y contiene momentos de honda poesía.
Estos diálogos, en los que se muestra en su apogeo la fuerza expresiva de Platón, no son
ensayos filosóficos propiamente dichos, sino obras literarias que tratan temas filosóficos, y
por ello no se limitan a un solo tema o asunto.
Los diálogos del período tardío o revisionista, por último, fueron escritos a partir del
momento de la fundación de la Academia. Si bien carecen de los méritos dramáticos y
literarios que caracterizaron a los diálogos precedentes, presentan en cambio una mayor
sutileza y madurez de juicio, ya que en ellos se expresa más el pensador decidido a
presentar la definitiva exposición de su pensamiento filosófico que el artista. En el Parménides,
Platón revisa la doctrina de las Ideas; en el Teeteto combate el escepticismo de Protágoras
acerca del conocimiento, al tiempo que exalta la vida contemplativa del filósofo; en
el Timeo expone el mito de la creación del mundo por obra del Demiurgo; en el Filebo trata
las relaciones entre el Bien y el placer, y en Las leyes intenta adaptar más a la realidad su
doctrina del Estado ideal, tomando como referencia las constituciones y legislaciones de
varias ciudades griegas.
Una característica del estilo platónico que revela una admirable conjunción entre
pensamiento y expresión es su empleo del mito para hacer más evidente el pensamiento
filosófico. Sin duda el más célebre de ellos es el mito de la caverna utilizado en La República;
pero también son conocidos el del juicio de ultratumba, que aparece en Gorgias, y el de
Epimeteo, en Protágoras.

La filosofía de Platón
El conjunto de la obra de Platón, cuya producción abarcó más de cincuenta años, ha
permitido formular un juicio bastante seguro sobre la evolución de su pensamiento. De las
obras de juventud consagradas a las investigaciones morales (siguiendo el método
socrático) o a la defensa de la memoria de Sócrates, pasó Platón a desarrollar sus ideas
filosóficas y políticas en los diálogos constructivos o sistemáticos, y luego a revisar y
completar sus propias teorías en las difíciles obras de su etapa final.

El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación
práctica. Dos son los temas permanentes que prevalecen sobre los demás. Por un lado, el
conocimiento, esto es, el estudio de la naturaleza del conocimiento y de las condiciones que
lo posibilitan. Y por otro, la moral, de fundamental importancia en la vida práctica y en la
realización de la aspiración humana a la felicidad en una doble vertiente individual y
colectiva, ética y política. Todo ello se resuelve en un verdadero sistema filosófico de gran
alcance ético basado en la teoría de las Ideas.

La teoría de las Ideas

La doctrina de las Ideas se fundamenta en la asunción de que más allá del mundo de los
objetos físicos existe lo que Platón llama el mundo inteligible (cósmos noetós). Tal mundo es un
reino espiritual constituido por una pluralidad de ideas, como la idea de Belleza o la de
Justicia. Las ideas son perfectas, eternas e inmutables; son también inmateriales, simples e
indivisibles.

El mundo de las Ideas posee un orden jerárquico; la idea que se encuentra en el nivel más
alto es la del Bien, que ilumina a todas las demás, comunicándoles su perfección y realidad.
Le siguen en esta jerarquía (aunque Platón vacila a veces en su descripción) las ideas de
Justicia, de Belleza, de Ser y de Uno. A continuación, las que expresan elementos polares,
como Idéntico-Diverso o Movimiento-Reposo; luego las ideas de los Números o
matemáticas, y finalmente las de los seres que integran el mundo material.

El mundo de las Ideas, aprehensible sólo por la mente, es eterno e inmutable. Cada idea
del mundo inteligible es el modelo de una categoría particular de cosas del mundo
sensible (cósmos aiszetós), es decir, del universo o mundo material en que vivimos,
constituido por una pluralidad de seres cuyas propiedades son opuestas a las de las Ideas:
son cambiantes, imperfectas, perecederas. En el mundo inteligible residen las ideas de
Piedra, Árbol, Color, Belleza o Justicia; y las cosas del mundo sensible son
sólo imitación (mímesis) o participación (mézexis) de tales ideas, es decir, copias imperfectas
de estas ideas perfectas.

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