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de William Blake
Libros
Por: pijamasurf - 07/09/2017
A diferencia de lo que dicta la doctrina cristiana, Blake consideró que el Infierno podía
ser un lugar de conocimiento y hallazgos
Entre los varios nombres que podrían citarse, en esta ocasión quisimos recuperar el de
William Blake, cuya figura ha sido revalorada en años recientes al grado de que la
crítica lo considera uno de los mejores artistas ingleses de todas las épocas. Aunque en
general a Blake se le suele conocer como poeta, lo cierto es que fue un artista total y
ambicioso que incursionó en otras disciplinas además de la literatura, especialmente la
plástica, con notable talento.
A los 33 años –esa significativa edad a la que la tradición atribuye la muerte de Cristo y
a la que figurativamente Dante alude al inicio de su Comedia– Blake comenzó a escribir
Las bodas del Cielo y el Infierno, una de sus obras más conocidas en donde poesía,
pintura y misticismo se funden con el ardor aún juvenil y sin embargo también ya
maduro, encauzado aquí a una toma de postura frente al levantamiento de la Revolución
francesa, que acababa de ocurrir, y la visión racionalista de la vida que amenazaba con
imponerse a todo el género humano. A imitación de Dante y de John Milton (por su
Paraíso perdido), Blake encontró en su propio descenso a los infiernos una forma de
redimir la soberbia de la razón y su aparente incapacidad de dar cabida a cualquier otra
forma de experimentar la realidad.
El libro está compuesto de diversas partes, entre las cuales figura un apartado que lleva
por título “Proverbios del Infierno”: 70 sentencias, a imitación tanto de los dichos
populares como de los proverbios bíblicos, en donde se condensa cierta sabiduría
atribuible a las regiones que la doctrina judeocristiana considera llenas de dolor y
tormento. Sin embargo, cabe mencionar que Blake no compartía esta consideración y
que, más bien, pensaba que el Infierno podía ser un lugar de lucidez e inteligencia. De
hecho, en la “fantasía memorable” que precede a los Proverbios, el sentido de sus dos
párrafos y los versos que la componen apuntan hacia la posibilidad de que un paseo por
el Infierno sea ocasión de hallazgos e inspiración, quizá sobre todo porque la otra
posibilidad es el imperio racionalista, donde no parece haber lugar para los sueños, los
equívocos, las locuras y, en fin, todo ese “reverso” que también forma parte de la mente
humana.
Compartimos a continuación tanto los Proverbios como la fantasía que los prologa.
Una fantasía memorable
Mientras me paseaba por las llamas del infierno, disfrutando de esas delicias del genio
que a los ángeles parecen locura y tormento, recogí algunos de sus proverbios; pensando
que del mismo modo que los dichos al uso en un país son prueba de su carácter, así los
proverbios del infierno mostrarían la naturaleza infernal mejor que cualquier
descripción de edificaciones u ornamentos.
Al regresar a casa, sobre el abismo de los cinco sentidos, donde una pendiente de lados
planos mira desafiante al mundo presente, vi a un poderoso diablo que envuelto entre
negros nubarrones se cernía sobre los bordes de la roca. Con llamas corrosivas escribió
la sentencia que aquí surge, la cual puede ahora ser percibida por las mentes de los
hombres, por ellos leída en la tierra:
Las horas de la locura las mide el reloj, pero ningún reloj puede medir las horas
de la sabiduría.
Ningún pájaro se eleva demasiado alto, si vuela con sus propias alas.
Las prisiones están construidas con piedras de la Ley, los burdeles con ladrillos de
la Religión.
El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la ira del mar tempestuoso y la
espada destructiva son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo
humano.
Dejad que el hombre vista la piel del león y la mujer el vellón de la oveja.
El egoísta necio que sonríe y el necio sombrío y ceñudo serán tenidos por sabios y
se tomarán por norma.
Nunca perdió más tiempo el águila que cuando escuchó las lecciones del cuervo.
Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber.
Nunca pregunta el manzano al haya cómo crecer, ni el león al caballo cómo lograr
su presa.
Así como la oruga elige las hojas más hermosas para poner sus huevos, el
sacerdote deposita su maldición sobre los mejores goces.
La corneja quisiera que todo fuese negro, y el búho que todo fuese blanco.
Exuberancia es Belleza.
El progreso traza los caminos derechos; pero los caminos tortuosos, sin progreso,
son los caminos del genio.
¡Suficiente! O demasiado.