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11/5/2020 DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO

San Gregorio de Agrigento, Comentario sobre el libro del Qohelet (Lib 8, 6:


PG 98, 1071-1074)

Mi corazón se alegra en el Señor

Anda, come tu pan con alegría y bebe contento tu vino, porque Dios ya ha
aceptado tus obras.

Si queremos explicar estas palabras en su sentido obvio e inmediato,


diremos, con razón, que nos parece justa la exhortación del Eclesiastés, de
que, llevando un género de vida sencillo y adhiriéndonos a las enseñanzas
de una fe recta para con Dios, comamos nuestro pan con alegría y bebamos
contentos nuestro vino, evitanto toda maldad en nuestras palabras y toda
sinuosidad en nuestra conducta, procurando, por el contrario, hacer objeto de
nuestros pensamientos todo aquello que es recto, y procurando, en cuanto
nos sea posible, socorrer a los necesitados con misericordia y liberalidad; es
decir, entregándonos a aquellos afanes y obras en que Dios se complace.

Pero la interpretación mística nos eleva a consideraciones más altas y nos


hace pensar en aquel pan celestial y místico, que baja del cielo y da la vida al
mundo; y nos enseña asimismo a beber contentos el vino espiritual, aquel
que manó del costado del que es la vid verdadera, en el tiempo de su pasión
salvadora. Acerca de los cuales dice el Evangelio de nuestra
salvación: Jesús tomó pan, dio gracias, y dijo a sus santos discípulos y
apóstoles: «Tomad y comed, esto es mi cuerpo, que será entregado por
vosotros para el perdón de los pecados». Del mismo modo, tomó el cáliz, y
dijo: «Bebed todos de él, éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza
nueva, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el
perdón de los pecados». En efecto, los que comen de este pan y beben de
este vino se llenan verdaderamente de alegría y de gozo y pueden
exclamar: Has puesto alegría en nuestro corazón.

Además, la Sabiduría divina en persona, Cristo, nuestro salvador, se refiere


también, creo yo, a este pan y este vino, cuando dice en el libro de los
Proverbios: Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he
mezclado, indicando la participación sacramental del que es la Palabra. Los
que son dignos de esta participación tienen en toda sazón sus ropas, es
decir, las obras de la luz, blancas como la luz, tal como dice el Señor en el
Evangelio: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. Y tampoco
faltará nunca sobre su cabeza el ungüento rebosante, es decir, el Espíritu de
la verdad, que los protegerá y los preservará de todo pecado.

https://www.mercaba.org/HORAS BIENAL/TIEMPOS/Par/TO_PAR_SEMANA_20.htm#San_Gregorio_de_Agrigento 1/1

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