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En primer lugar, hay una relación de dominación entre el hombre y la naturaleza. El individuo
obtiene sus méritos en la apropiación industriosa, el trabajo es la forma de desarrollar las
capacidades personales, así el individuo se apropia de sí mismo y de los frutos de su actividad.
Tiene derecho a disponer de su propia vida y de todo lo que con su trabajo, esfuerzo y
habilidad pueda dominar.
En segundo lugar, la igualdad natural, pone en las mismas condiciones a cada individuo para
gobernarse por sí mismo.
La solución propuesta en el siglo XVII al problema teológico político propone una concepción
de individuo. El individualismo posesivo establece que los individuos son por naturaleza
igualmente libres de las autoridad de los otros. La libertad individual puede ser limitada por las
exigencias de la libertad de los otros. El individuo es el propietario de su propia persona por la
que nada debe a la sociedad. La sociedad es una serie de relaciones entre propietarios, estas
son relaciones mercantiles, que exigen el libre juego de los intereses que movilizan el
intercambio. Cada individuo es propietario de su vida y nada debe a la sociedad.
La práctica del capitalismo consolidó los rasgos específicos de este individuo abstracto; que es
trabajador, ahorrativo, emprendedor, ascético que hace de su vida un instrumento para los
fines de un poder extrapersonal.
La etapa de la libre empresa coincide con las condiciones de emergencia del individuo, como la
aceptación del sacrificio voluntario de la satisfacción inmediata.
La etapa del capitalismo monopólico produce una nueva división del trabajo y ocasionan la
identificación del individuo con su función en el sistema dominante. Esta época incrementa la
capacidad de control y administración de las actividades al concentrar y centralizar el poder de
decisión.
Por último el desarrollo de los medios masivos de comunicación juega un papel muy
importante ya que difunde imágenes representativas de los individuos para beneficio de la
industria.
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Antropología
La oposición individuo-sociedad.
Las concepciones contractualistas de los s. XVII y XVIII establecieron las bases teóricas del
orden social moderno.
Las teorías contractualistas justifican el orden social con el recurso a los derechos y la
preocupación se centra en el uso abusivo de la autoridad política, por eso se dice que el estado
es un mal necesario ya que hace falta pero se lo considera peligroso.
La sociedad se entiende como una yuxtaposición de individuos aislados y las relaciones entre
estos son impuestas por las necesidades y condiciones de la existencia humana. Estas
relaciones requieren protección y vigilancia.
La mediación entre la sociedad y el individuo se da a través de la ley que esta obliga a todos
por igual. El individuo, la sociedad y el estado entran en oposición, donde el individuo debe
competir en el mercado para lograr su autorrealización. El individuo queda enfrentado a todo
lo que pueda oponerse al ejercicio de sus derechos; este es libre por naturaleza.
Hay dos tipos de libertades, la negativa y la positiva. “Desear ser libre es querer eliminar
obstáculos”, de esta manera la libertad se relaciona con tener oportunidades de acción (-)
La libertad positiva se vincula con el uso de la libertad. ¿Por quién soy gobernado? Es la
pregunta de este tipo de libertad, el objetivo es ser libre de hacerlo si se posee libertad en el
sentido negativo (espacio de decisión personal).
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Antropología
Por otro lado, el liberalismo tiene como objetivo impedir el entorpecimiento y desvío del
individuo en la búsqueda de su felicidad; este promueve el pluralismo. Los fines son múltiples,
variables e irracionales (resultado de una elección subjetiva), estos conforman sistemas de
fines últimos inconciliables.
El Estado tiene como objetivo dar seguridades para que cada uno pueda dedicarse a sus
asuntos con tranquilidad y seguridad. Por ende, la despolitización parece ser una ventaja.