sión de Dios que tuvo el profeta lsaias En el capítulo 6 de su libro, encontramos una de para hablar como se podría pensar, sino todo lo contrario, quedó listo para cumplir la comi sión divina. las descripciones más hermosas sobre el tro Entonces, oyó la voz de Dios pregun no de Dios y el llamado del joven profeta. tando: «¿A quién enviaré y quién irá por noso En su encuentro con Dios, lsaias ve al tros?» (vers. 8). Esta es una pregunta intere Señor y oye su voz ( vers. 1 y 8); dos pasos in sante ¿Acaso no sabía Dios a quién enviar? dispensables para todo aquel a quien Dios de Claro que sí, él lo conoce todo; pero para sal signa como misionero. Nuestros OJOS deben var nuestra vicia, nuestra familia e incluso al elevarse hacia las realidades eternas, fuera mundo, Dios busca personas que estén dis de los poderes de este mundo, hasta contem puestas a servirle ele corazón. Él no fuerza a plar a Dios en su majestad. Y nuestros oídos nadie, sino que está buscando voluntarios. deben apartarse de los ruidos de este mundo Así que lsaías respondió: «Heme aquí, para escuchar su «silbo apacible y delicado» envíame a mi», (vers. 8). ¿Qué causó aque (1 Rey 19: 12). lla respuesta del profeta? El estar en la pre Sin embargo, faltaba una obra más por sencia de Dios, el reconocer su indignidad y el hacer. Los labios del profeta estaban impu haber sido perdonado. ros y no podía proferir palabras de exaltación La experiencia del profeta lsaias nos re como lo hacían fácilmente los serafines cuan vela las siguientes verdades ... Primero, Dios do decían: «Santo, santo, santo es el Señor To quiere y puede salvar al ser humano. Segun dopoderoso» (vers. 3, NVl). do, sclo aquellos que han gustado la salvación Entonces, Dios emió a uno de los sera pueden servoceros efectivos del evangelio. Y fines con un carbón encendido del altar, para en tercer lugar, querer ser salvos y no com tocar los labios de lsaías. Los labios son una partir con otros la salvación, es egoísmo; y de las partes más sensibles del cuerpo. así que Dios nos salve solo para atraer a otros sin que podriamos decir que aquella fue una pensar en nuestra salvación, es ser utilizados. experiencia dolorosa para el profeta. Pero La ecuación correcta es que Dios nos salva y lsaías no estaba preparado para proferir las luego pone en nuestro corazón el deseo de palabras de Dios hasta que su dependencia acercar a otros a la salvación. en el poder humano fuera puesta a un lado. ¿Estás listo para decir como lsaias: Luego de que el serafín le acercó el carbón a «Heme aquí, envíame a mi»? los labios, el profeta no quedó imposibilitado
Pr. Dany Perla Quintanilla
Nuevo Horizonte » Julio-Septiembre Asociación Metropolitana Salvadoreña