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EJEMPLO ESPIRITUAL
Demostraremos nuestro compromiso con Cristo al poner en práctica las
disciplinas espirituales; demostraremos nuestra dedicación al cuerpo de Cristo
siendo leales a Dios y a su Iglesia y a la obra de Cristo al ser buenos
administradores.
2. PUREZA MORAL
Participaremos en toda actividad que glorifique a Dios en nuestro cuerpo y
evitaremos satisfacer los deseos de la carne. Leeremos, miraremos y
escucharemos todo lo que sea de beneficio para nuestra vida espiritual.
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, por lo cual debemos usarlo para
la gloria de Dios (Romanos 12:1-2; I Corintios 6:19-20; 10:31). Debemos andar
en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Las Escrituras
en varios lugares presentan ejemplos de la conducta carnal que no glorifica a
Dios (Romanos 1:24; I Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21; Apocalipsis 21:8). Las
prácticas pecaminosas más prominentes que aparecen en estos pasajes incluyen:
la homosexualidad, el adulterio, las actitudes mundanas (como el odio, la envidia
y los celos), la comunicación corrupta (como el chisme, las emociones iracundas
y palabras soeces), el robo, los asesinatos, las borracheras y la brujería. La
brujería tiene que ver con prácticas oculta que están prohibidas por Dios y
conducen a la adoración de Satanás.
Lo que leemos, miramos y escuchamos
3. INTEGRIDAD PERSONAL
Viviremos una vida que inspire responsabilidad y confianza, que produzca el
fruto del Espíritu y manifieste el carácter de Cristo en toda nuestra conducta.
Responsabilidad y confianza
El cristiano debe ser una persona confiable, de palabra (Mateo 5:37; I Pedro
2:11-12). El jurar es contrario a la confiabilidad del cristiano, por lo tanto, debe
evitarse (Mateo 5:34-37; Santiago 5:12). Cristo enseñó, por precepto y ejemplo,
que debemos amar a nuestros enemigos y preferir a nuestro prójimo (Mateo 5:43-
48; Romanos 12:10; Filipenses 2:3; I Juan 3:16). Debemos comportarnos de tal
manera que nuestra conducta lleve a otros a Cristo (Mateo 5:16; I Corintios
11:1).
El carácter de Cristo
El distintivo de la vida en Cristo es el amor por otros (Juan13:34-35; 15:9-13; I
Juan 4:7-11). En su relación con el Padre, Jesús mostró sumisión (Lucas 22:42;
Juan 4:34; 5:30). En su relación con otros, demostró aceptación (Juan 8:11),
compasión (Mateo 9:36; Marcos 6:34) y perdón (Mateo 9:2; Lucas 5:20). No
podemos llevar el fruto del Espíritu y manifestar el carácter de Cristo si no
estamos espiritualmente unidos a Él (Juan 15:4-5) ni tenemos la semilla de la
Palabra sembrada en nuestro corazón (Juan 15:3; I Pedro 1:22- 23).
La prioridad de la familia
Cuando Dios creó al ser humano, varón y hembra los creó (Génesis 1:27). Los
dotó con características (I Corintios 11:14-15; I Pedro 3:7) y responsabilidades
diferentes (Génesis 3:16-19; I Pedro 3:1-7). En el orden bíblico, el esposo es
cabeza del hogar (Efesios 5:22-31; Colosenses 3:18-19), los padres deben criar y
disciplinar a sus hijos (Efesios 6:4; Colosenses 3:21) y éstos deben obedecer y
honrar a sus padres (Éxodo 20:12; Efesios 6:1-3; Colosenses 3:20). Para que
haya armonía en el hogar debe observarse el orden bíblico de responsabilidades.
5. TEMPLANZA EN LA CONDUCTA
Practicaremos la templanza en la conducta y evitaremos actitudes y actos
ofensivos contra nuestros semejantes o que conduzcan a la adicción o esclavitud
a las drogas.
Templanza
Adicción y esclavitud
6. APARIENCIA MODESTA
Demostraremos el principio bíblico de la modestia vistiendo y luciendo de una
manera que realce nuestro testimonio cristiano y evite el orgullo, la presunción y
la sensualidad.
Modestia
Apariencia y vestido
Como cristianos somos miembros del reino de Dios, aunque también lo somos de
la sociedad de este mundo. La obediencia a Dios nos requiere que actuemos de
una manera responsable como ciudadanos de nuestros países (Marcos 12:13-17;
Romanos 13:1-7; I Pedro 2:13-17). Por lo tanto, debemos apoyar la ley y el
orden civil; respetar a nuestros líderes y orar por ellos; participar en las
actividades de las escuelas, de la comunidad y del Gobierno; ejercer nuestro
derecho al voto y expresarnos con relación a asuntos morales claramente
definidos. La ley de Dios es suprema, pero debemos obedecer las leyes de
nuestro país, siempre y cuando no estén en conflicto con la obediencia a Dios
(Hechos 5:29). Cuando sea necesario estar en desacuerdo con las prácticas y los
requerimientos del Gobierno, debemos hacerlo motivados por la preocupación de
promover la justicia y no por el simple deseo de disentir y estar en controversia.
El amor por los demás y el reconocimiento de que todas las personas son iguales
ante los ojos de Dios (Hechos 10:34; 17:26) deben motivarnos a hacer algo por
mejorar la situación de los menos privilegiados, abandonados, hambrientos, sin
hogar y las víctimas de prejuicios, persecución y opresión (Mateo 22:39;
Romanos 13:8-10; I Juan 3:17). En todas nuestras relaciones debemos ser
sensibles a las necesidades humanas (Lucas 10:30-37; Santiago 1:17) y evitar la
discriminación racial y económica. Toda persona debe tener libertad para adorar
y participar en la vida de la iglesia, sin importar su raza, color, sexo, clase social
o nacionalidad.
La vida es algo que solamente Dios da (Génesis 1:1-31); por lo tanto, somos
responsables ante el Creador de cuidar de la nuestra y la de otros. Si las
circunstancias lo requieren, debemos estar dispuestos a cualquier sacrificio por
servir a los demás (Juan 15: 13); pero la regla general es que respetemos nuestra
vida y utilicemos todos los medios posibles para conservarla. Dios es el único
que confiere la vida y sólo Él decide cuándo debe terminar (Salmos 31:14-15).
En vista de que un feto humano es sagrado y bendecido por Dios, tenemos la
responsabilidad de proteger la vida de los que aún no han nacido (Jeremías 1:5;
Lucas 1:41). Es nuestra firme convicción que el aborto, la eutanasia (muerte
provocada a los ancianos, impedidos mentales, enfermos de muerte, o
incompetentes en cualquier forma), por razones de conveniencia personal,
adaptación social o ventajas económicas, son moralmente incorrectos.
Además, creemos que es nuestra responsabilidad cristiana cuidar de la Tierra y
sus recursos. En el principio, Dios dio al ser humano el dominio sobre la Tierra
(Génesis 1:26-30), sin embargo, esto no nos da derecho a contaminar nuestro
medio ambiente o desperdiciar los recursos naturales.