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Jacques-Alain M iller
A lfo nso Carofile
M iguel Furman
A d riana Luka
Adrián Scheinkestel
Rafael Skiadaressis
Néstor Yellati
Departamento de estudios
sobre Psiquiatría y
Psicoanálisis (CICBA)
imiqrama
| ÍÍÍ| E D I C I O N E S
© G R A M A ediciones, 2008.
F o n d o de la L eg u a 2476, Edif. 3, D epto. 40
(1 6 4 0 ) M artín ez, Pcia. de Buenos A ires, A rgen tin a
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Im p r e s o en A r g e n t in a
D is t r ib u y e en E spa ñ a :
PR Ó LO G O ................................................................................................. 7
Samuel Basz
1. PERVERSIONES Y PERVERSIDADES
b. Perversión y psicopatía.
Las psicopatías. U na perspectiva I Horacio Vommaro.......... 59
2. PSICOPATÍAS
3. EL NIÑO DISOCIAL
4. LO S PACIENTES JUDICIALIZADOS
5. CARACTEROPATÍAS
Sa m u e l B a s z
visualizar sus prejuicios, su vida m atrim onial, los hijos, ¡el "bien
suprem o"! de acuerdo con el psicoanálisis. Ésta no es una cuestión
abstracta, es algo que ustedes deben preguntarse en esta situación.
¿El analista es un estilo que, quizás, ha rechazado una elección
hom osexual o quizás es am istoso con esa elección? ¿Es suficiente sus
y psicoanálisis
pender cualquier deseo de norm alizar? Pero, ¿es posible p ara un aná
lisis llegar al propio fin de su cam ino sin levantar el tem or a la fem i
nidad? ¿Qué hacer con la hom osexual femenina?, una perversión
desde la perspectiva psicoanalítica, tan paradójica que L acan una vez
propuso llam ar heterosexuales a "todos aquellos que am en a las
2
m ujeres".
La perversión prueba al analista para que entierre, para que supri-
^
m a toda contratransferencia en este acto en beneficio del deseo del
analista, o sea, para beneficio de este deseo que opera a través de la
suspensión de toda creencia y conocim iento; opera m ediante la intro
ducción de un eje, de la m arca de una interrogación en el lugar del
significado. De m odo que el enunciado y la enunciación puedan
separarse y aparezca el significante am o en una desnudez sin-senti-
do con la constante cristalización del joui-sens que Lacan llamó obje
to a. N o se tom a al individuo diciéndole en la cara que valorizan su
notificación de que es hom osexual, no lo dan por sentado, creo que
ya lo dije aquí una vez: uno puede creer que es hom osexual porque
se acostó una vez con un chico cuando tenía 14 años y otro puede
creer que no es hom osexual cuando se acuesta con dos o tres chicos
por sem ana. Es una cuestión de significado. Y están en análisis tan
pronto com o ya no saben lo que significan las palabras. Lo están tan
pronto com o el significado lexical se deshace progresivam ente por
un nuevo significado que surge del discurso actual, construido en
análisis paso a paso o casi error por error. Es una regla que no se
puede evitar, el preguntar al que viene a verlos por análisis acerca de
este gancho: ¿qué espera del análisis? Llam aría a esto la pregunta
gancho. Y el analista debe dar algo com o respuesta prom etida.
U stedes tienen que sortear esta esperanza contra lo que pueden o no
prom eter.
H ay y a algo en un sujeto que se define com o hom osexual, es decir
que él, al presentarse así, subraya su posición subjetiva en referencia
a su elección de objeto. Para él, aparece que la característica m ás
im portante de su posición subjetiva, cuando se define com o un
hom osexual, es el objeto, o sea, es una traducción de la elección de
objeto freudiana, es decir que se caracteriza a sí m ism o por el sexo de
la persona de la que espera lo que podem os llam ar gratificación
sexual (para no usar todos esos insultos). De m odo que usem os ésta
alguna vez, cuando sea necesario, cuando otras expresiones no pue
perversión
ta es: ¿es concebible para un analista prom eter un cam bio en la elec
de
muy im portante en B u rd eos- que él realm ente creía que nunca había
visto a un verdad ero perverso.
Si decim os perverso analizante, debemos decir al m ism o tiempo
que, com o perverso, él expresa su certidum bre respecto de los m odos
y m edios de su goce sexual (es una condición de la condición, cénit);
él expresa certidum bre y eventualm ente sufre de esta certidum bre; al
2
de Juana de A rco, su protegida, el rico barón llevaba una vida "n orm al",
F undamentos
pero entonces com enzó una historia de crím enes y sacrilegios contra Dios
y la Iglesia que culm ina en la tortura, la violación, el asesinato, la necro-
filia y el vam pirism o de niños y adolescentes (unos cuatrocientos).
Finalm ente detenido, se le infligieron todo tipo de torturas p ara obtener
su confesión; solo la entregó ante la am enaza de su excom unión. Miirió
ahorcado y quem ado en la hoguera.
*
}os "Tres ensayos..." de Freud. E. Laurent ha aludido a eso, creo que
Freud en los "Tres ensayos..." presentaba la perversión así, y se des
prende también del texto de Gillespie que hem os trabajado en mi
seminario, donde él sostiene que en los "Tres ensayos..." la perversión
representa un im pulso sexual positivo inmodificado, etc.
Entonces, yo creo que en aquello que yo llamo el psicoanálisis clá
sico, la perversión no es un empuje instintual básico, se cocina, si
puedo decirlo así, no es básico. Es una estructura altam ente com ple
ja, tan sofisticada com o plena de intrincaciones com o una neurosis. Y,
por ejemplo, no es por casualidad que todos nos hem os acercado a la
perversión a través del trabajo de escritores. En m i sem inario clínico
en París p asam os m ucho tiempo con Gide, vam os a pasar tiem po con
Proust, hem os pasado tiempo con Rousseau; esto es porque no tene
mos todo el m aterial que querríam os de la práctica. Diría que tuvi
mos también lo que parece ser una referencia favorita: la Historia de
O, porque dos exposiciones le concernían. Diría que no hay nada per
verso en la Historia de O, es una historia escrita por una m ujer para
agradar a un hom bre, lo confesó m uchos años después de haber
escrito eso. Q uería interesarlo, era editora y ella escribió a la noche
para fascinarlo, para interesarlo, eso es la Historia de O. Diría que es
la interpretación femenina de la fantasía del m acho respecto del
masoquism o femenino.
Y, de hecho, digo que no hay perversión en la Historia de O. Ésta
es una historia de am or y debo decir que hay una expresión francesa
-n o sé si ustedes la u san -, yo siempre pienso en ella, realm ente pensé
en ella hace unos m inutos, pero era, es "Histoire á l'eau de rose". Dicen
eso: una historia de A gua de Rosas. ¿Cuál sería la expresión am eri
cana para A gu a de Rosas? ...significa una historia que es una torta de
crema... Diría que la Historieta de O es una historieta de A gu a de
Rosas. Q uizás ustedes prefieran eso, pero yo lo siento m uy consis
tente... D igam os que, principalm ente, son las señoras las que se inte
P siquiatría
resan en la Historieta de O.
Entonces dije que la perversión es una estructura altam ente com
pleja, y que el perverso sigue siendo un sujeto durante todo el tiem
po de lo que podem os llamar su satisfacción. Así que prescribo todo
rebajamiento subjetivo de la perversión. Pero la dificultad estriba en
y psicoanálisis
que Freud de ningún m odo hace un uso extensivo del térm ino hom o
de
1g 2. M iller se refiere a Una Eva y dos Adanes o Con faldas y alo loco. [N. de la T.]
instinto sexual podría ser un im pulso natural hacia el otro sexo, que
sepa su fin predeterm inado. Y por eso Lacan escribe una S tachada,
sujeto con una barra: prim eram ente, usa la palabra sujeto en contra
posición a la palabra individuo, o sea, no coordinado a ningún fin
biológico, y en segundo lugar la barra, diría, anula todo determ inan
te exterior e introduce un corte, un salto, una discontinuidad en cual
quier cadena de determ inación. Por eso, solo concierne a una S con
una barra, un sujeto tal que podem os pensar en una elección de obje
to (la elección de objeto es impensable si no es una elección de obje
to relativa a un sujeto indeterm inado).
Al m ism o tiem po, no es una elección determ inante, es decir que
"sujeto indeterm inado" no es el yo autónom o, así que, tanto en Freud
como en Lacan, asistim os a una elección forzada, la elección que
depende de condiciones. De hecho, la perversión pone en cuestión el
concepto m ism o de sexualidad.
Si el concepto biológico de sexo implica una com plem entariedad
de los dos sexos, en una tesis de libido sexuada, la perversión es un
testimonio de que los seres hum anos, los sujetos, pueden buscar la
gratificación sexual fuera del norm al acoplam iento biológico del
sexo. Y no estam os aquí para elogiar la perversión, pero tam poco
para enterrarla. ¿Es decir que tenem os que crear un concepto para
una gratificación sexual que puede o no ser realizada a través del
acoplam iento norm al y puede ser realizada con un individuo del otro
sexo pero sin el acoplam iento norm al? ¿Con un individuo del m ism o
sexo? ¿Con un individuo de otra especie? ¿C on una cosa inanim ada?
Esto es lo que Freud creó con la libido, un concepto p ara la gra-
tificación sexual que puede ser realizada de varias m aneras, no diría
de infinitas m aneras, pero sí de m uchas m aneras.
Y ustedes saben que el psicoanálisis ha creado efectivam ente una
lista m uy am plia de actividades libidinizadas. A dm itam os que copu
lar es satisfacer la libido, pero con el análisis sabem os que com er tam
P siquiatría
sím bolo del lugar de la satisfacción o com o significante del goce, que
F undamentos
complejo de Edipo. Lacan una vez trató de dar una fórm ula lingüís
tica de éste, que fue la m etáfora paterna. Así que, efectivam ente, se
pueden distinguir dos cosas: pueden decir que antes de la actividad
del operador_n, tienen la pura pulsión supuestam ente libre de de
puración com o tal, y pueden decir que la perversión está ligada a la
jTulsión que no ha pasado por el norm alizados O pueden considerar,
en la perversión, a la pulsión que ha pasado por el operador n. Y diría
que la perspectiva psicoanalítica clásica sobre la perversión se opuso
a^ualquieFaproxim ación biológica a la perversión, pero tam bién a
muchos enfoques psicoanalíticos crípticos.
El enfoque psicoanalítico clásico es que el operador n funciona
siempre -e s decir en la perversión-, o sea que la perversión se enfo
ca fundam entalm ente desde el complejo de Edipo. Y si L acan se inte
resó en W. H. Gillespie es porque concluyó efectivam ente, desde
Freud, que el com plejo de Edipo, el complejo de castración, son esen
ciales en la perversión. Y esto es, al m ismo tiempo, la elaboración de
Lacan. Con esta diferencia,”queTa”puÍsión, la pulsión pre-edípica no
'es”pre-lingüística, no es m ateria prim a com o tal, sino que la pulsión
es un concepto altam ente elaborado en contraposición con lo que se
podría llam ar necesidades naturales. Aunque la pulsión no es prim i
tiva y podam os pensar una pulsión pre-edípica, dice que, sin em bar
P siquiatría
D e Ste
d E $
”~"É1 voyeur pone la m irada para obstruir el agujero del Otro, pone
la m i r a d a para h acer el todo del Otro. Así, también, hay una tensión
entre perversión y sublim ación que podem os entender si la.sublim a
ción supone que el objeto no existe y se puede crear algo, y la p er
v e r s i ó n , al contrario, debe hacer existir al Otro para ser el instrum en
Gilíes de Rais. Quiero decir que el peor perverso es uno que habla en
nombre de la m oralidad y los verdaderos perversos... los que nunca
vlíñ ¿ñlínálisFs pueden juzgar, predicar, enseñar, precisam ente tienen
una posición de autoridad y de control del goce de los otros, y en esto
2
3. J.-A. Miller alude a nórmale, que en francés condensa los significa dos
"norma-macho" (norme y mole). [N. de la T.] 25
diría que la peor perversión es la rectitud. Y ésta es la constante lee-!
ción de Freud.
Es precisam ente lo que alimenta la conciencia m oral -exactamen-i
te la m ism a energía a la que renuncian para ejercer la satisfacción d|
la pu lsión-, es decir, no tienen a uno frente otro, el perverso criminal
y el recto juez; sino que el recto que es precisam ente el peor criminal]
Eric Laurent aludió a eso esta m añana cuando habló de la ley y ef
juez... es aquel que pretende encarnar la ley m ora quien es el verdal
dero sádico. Ustedes, por ejemplo, puede creer que "K ant con Sadel
es realm ente uñá idea forzada de Lacan, él fue a buscar eso, pero no
es Lacan quien inventó la noción de superyó sádico. N o es él quien
inventó la noción de que lo que pueden tom ar com o una encarnacióií
de la m oralidad tiene exactam ente com ponentes sádicos, y es uno de;
los secretos de "K ant con Sade", que hable de Freud con Melani|
Klein, que hable del superyó posedípico y del superyó pre-edípico de1
M elanie Klein. Pero Freud m ism o sabía m uy bien que el secreto de la
conciencia m o ral es el elemento sádico y él dijo sádico, y Freud
m ism o aludió a Kant. En "El problem a económ ico del masoquismo",!
Freud dice: "El im perativo categórico de Kant es así el heredero
directo del com plejo de Edipo". Así, es una referencia a Kant com o el
principio de la m ás alta m oralidad, y Freud dice que el complejo de
Edipo es la fuente de nuestra ética individual, nuestra m oral, y por lo
tanto de esta m oral desexualizada, pero él nota que el verdadero!
m asoquism o m oral sexualiza la m oral otra vez y alude allí al hecho!
de que la supresión cultural de los instintos retom a en gran parte al
sujeto im pidiendo que el com ponente destructivo instintual se ejerza
en la vida, volviéndolo contra el sujeto mismo. Por lo tanto, este texto
tiene una referencia al superyó sádico, el superyó aum enta su sa
dism o contra el yo, el sadism o del superyó, etc. A sí que la idea de
leer "K ant con Sade", la originalidad de Lacan, es ir y volver a unir
K ant con Sade, pero la conexión de los dos ya es m uy clara en Freud.
perversión
m ente de la perversión tardía y que hay una gran área..., la hom ose
xualidad, y m e gustaría m ucho que usted especificara por qué real-:
m ente se detuvo allí.
J.-A . M il l e r : H o m o s e x u a lid a d fe m e n in a o e v e n tu a lm e n te h e te r o -
se xu alid a d ... L a c a n p r o p o n e q u e el a m o r p o r la s m u je re s se lla m a
Psiquiatría
po.
T r a d u c c ió n d e l in g l é s :
G r a c ie l a M u sa c h i
2
Perversiones y perversidad es
Acerca del diagnóstico de perversión
N ésto r Y ella ti
femenina, y esto tiene que ver con las presiones políticas m uy im por
tantes que se ejercieron desde 1969 cuando surge el m ovim iento de
gays y lesbianas, que sostiene com o uno de sus objetivos el no ser
incluidos en u na clasificación que considere su posición sexual com o
un trastorno.
y psicoanális is
que im plica, tiene com o consecuencia posible que el goce del pedófi-
lo, del exhibicionista o del sádico, sea sin angustia y sin culpa. Por
supuesto que esto no es absoluto, derivam os en este punto de m ane
ra inevitable en. la clínica del caso por caso, pero sin duda, sabem os
que el acto perverso consiste en hacer aparecer la división subjetiva
en el Otro.
Es decir, para ubicar la perversión, la "parafilia" sin "m alestar",
P erversiones
alcanza con el m aterial que proveen los diarios cuando anuncian que
se ha desm ontado una red pedófila en los m ás altos niveles de
gobierno (Bélgica, España) o cuando se descubren los m illones de
dólares que utilizó el clero católico en EE.U U . para ocultar la pedofi-
32 lia de cantidad de sus miembros.
podem os decir algunas otras cosas ya a título de curiosidad; en
o tras p a r a f i l i a s aparece el llam ado parcialismo, que es la atención
c e n tr a d a exclusivam ente en una parte del cuerpo.
T r a d u c i d o sería: la fetichización del cuerpo, donde la pulsión que
eS parcial se satisface en una parte del cuerpo, ya que la sexualidad
h u m a n a no adm ite totalidades. Es probable que dicho "parcialism o"
se encuentre m ás en hom bres, lo que perm itió que Lacan pudiera
caracterizar al am or en el hom bre en tanto fetichista. Es decir, no se
trata de parafilia sino de sexualidad hum ana.
O tro diagnóstico de interés es el "com portam iento trasvestista
tra n s ito rio relacionado con el estrés". Esto tiene su im portancia para
n o s o tro s , porque L acan en el Seminario 5 y también en los Escritos
hace una crítica y un análisis exhaustivo de un caso que no duda en
¡ l a 'm a r de perversión transitoria, y que es consecuencia de la direc
ción de la cura en un sujeto voyeurista. En el diagnóstico D S M tam
bién e x is te esta posibilidad de transitoriedad, pero se la relaciona con
el e s tré s , con lo que nos da una buena oportunidad de pensar la dife
re n cia entre angustia y estrés. Justam ente, en el caso que presenta
L a c a n , íó interesante es localizar la angustia, el m om ento de su sur
gimiento, cuál es el real convocado en ese análisis para confrontarlo
córTIo que es llam ado un estrés sin duda dem asiado relacionado con
la r e a l id a d .
' Por último está el transexualism o, que no está en esta lista inicial
porque figura bajo el acápite de "trastornos de la identidad sexual",
y que en casos extrem os im plica la cirugía.
Hasta aquí el com entario respecto de la clasificación de m anual,
que es la que nos guste o no prevalece en el discurso psiquiátrico
actual.
Pasemos entonces al psicoanálisis.
Freud tam poco dice "perversión" en "Tres ensayos sobre una teo
ría sexual"; habla de aberraciones sexuales, donde la cuestión está
P siquiatría
La teoría Queer, que quiere decir raro en inglés, establece una dife- ”37
rencia clara entre lo que es el sexo y el género, y dice que "el género!
—que no se limita a masculino y femenino de ninguna m anera, sinoí
que incluye los otros géneros (gay, lesbiana, transexual, hermafrodi -1
ta, trasvestista, e tc .)- es "una construcción social". N o hay papeles!
sexuales biológicam ente o naturalm ente determ inados. Es im portan-!
te determ inar cóm o se piensa esta cuestión de la construcción sexual!
ya presente en el libro de Simone de Beauvoir, El segundo sexo, una!
referencia de gran im portancia así com o también los estudios cultu-
ralistas de M argaret Mead. §
De todas m aneras rom pen con la idea de una sexualidad natural,?
lo que recuerda al térm ino freudiano de soldadura, lo que no está?
dado, sino que debe advenid tratándose entonces de determinar;
cóm o se produce la sexualidad hum ana. f
Por otra parte, y esto nos interesa en tanto uno de nuestros ejes de!
trabajo es el diagnóstico y la clasificación, vem os que la teoría Queer -
rechaza las clasificaciones en térm inos de utilizar categorías univer-j
sales lim itadas. Ni siquiera acepta una serie, una clasificación de¡
género que tenga un límite, y decir entonces que no existen dos sino
diez. N o se trata de eso. Los géneros no solamente pueden au m en tad
pueden cam biar según la cultura de la que se trate, sino que también
pueden asum irse géneros diferentes a lo largo de la vida de un
m ism o sujeto.
Pero lo interesante es que los teóricos Queer no solo se oponen a l;
establecimiento o aceptación de una norm a que dijera qué es lo ñor- ¡
mal y lo patológico, sino que hacen de la heterosexualidad supuesta- ;
m ente norm al el producto de un discurso hegem ónico que la liga al
ser blanco y protestante. Obviam ente hay una referencia a la socie
dad estadounidense.
De lo que se trata entonces no es de determ inar qué es lo normal
y lo que no lo es, sino de partir del principio de que toda identidad
sexual es anóm ala.
perversidades
Voy a decir dos cosas más, para dar cuenta de porqué pensar la
teoría Queer desde la perspectiva del tiempo del Otro que no existe:
lo que se denom ina la auto-designación del género y un uso del len
guaje determ inado que rechaza su uso tal com o está establecido.
¿Q ué quiere decir auto-designación? Doy un ejemplo. En un tras
torno de la identidad sexual con disforia, es decir, tener un cuerpo
y
A d r i a n a L u k a : E s u n m u y b re v e c o m e n ta rio r e s p e c to d e e s to q u e
traías de la c a n tid a d d e g é n e r o s q u e e s tá n in c lu id o s p o r la te o ría
Queer, lo qu e e m p ie z a a in q u ie ta r a lo s n iñ o s, p o r q u e c o m o la te le v i
sión no tien e n in g ú n v e lo y a p a re c e to d o , lo s n iñ o s p r e g u n ta n
m ucho. P a s a n d e la c u rio s id a d d e m ir a r a la a m ig u ita a m ir a r al tra -
vesti, y creo q u e e ste es to d o u n te m a .
Respecto de las fantasías sexuales y que Freud habla tam bién allí
de una soldadura, entiendo que lo hace para plantear que hay un
autoerotismo que luego se liga, se suelda a una fantasía, pero que en
el origen no está ligado. Entonces plantea la perspectiva que retom a
claramente Lacan, donde dice que la pregunta que hay que hacerse
2
su h o m o s e x u a lid a d se p ro d u c e a p a rtir d e u n a e s c e n a d e lo s o c h o
a ñ o s d o n d e fu e v io la d o p o r u n v e c in o q u e e r a u n s e ñ o r m a y o r, u n a
im a g e n h e te ro . É l s ie m p re h a b ía s ig n ifica d o q u e el c o m ie n z o d e su
h o m o s e x u a lid a d te n ía q u e v e r co n e sa e s c e n a d e lo s o c h o a ñ o s .
y y psicoanálisis
r e v e la la re la c ió n e n tr e u n a e s c e n a y o tr a e n el d e ta lle d e la c a p a c id a d
fija d o ra e n el n o m b r e d e p ila d el se ñ o r m a y o r q u e e s u n a n a g r a m a 45
del nom bre de la m adre. La revelación de ese detalle hace caer la
serie e introduce el agujero de la lógica secuencial.
Esta reconstrucción anagram ática escupe todo su sentido sexual
restando com o m aterialidad de letra. Se revela su posición de falo
m aterno, "soy eso, lo que está parado entre sus piernas". Condición
de goce y dificultad con el tener, la actuación sexual y lo que él lla
m aba su inhibición respecto al tener: ganar dinero, cuestión laboral,
etc.
Por lo tanto es la identificación al falo, com o objeto im aginario, a
lo m aterno, y ser el objeto a nivel del goce. M odalidad de h acer exis
tir al Otro, O tro am am antador.
Yellati en su intervención planteaba la cuestión de ser un cru za
do de estos pacientes, a estos sujetos religiosos, al servicio de soste
ner un Otro com pleto a partir de su propia posición.
El últim o corte es cuando él relata la escena de los cuatro años.
Dice: "U n a vez se me paró el pito". Este corte sanciona el clivaje del
ser y el tener, en el "u n a vez se m e p aró ". El acto analítico tiene su
chance en lo posible que hace caer lo necesario inscripto en una con
tingencia de goce. La apertura del tener haría m entir lo real de otra
m anera, la producción de ese recuerdo de los cuatro años, m arca una
división que conm ueve su identificación al falo im aginario y a su
posición de objeto a nivel del goce. División que resuena en el aguje
ro secuencial de la revelación del detalle anagram ático.
A ctualm ente, Roberto acaba de alcanzar un título universitario, y
según sus palabras está feliz pero a la vez triste y extrañado. La som
bra del aspecto m ortífero de su goce cedido cae sobre sí, siguiendo
las coordenadas del duelo. Q uizás esté en el horizonte del análisis de
Roberto hacerse de su actividad actual profesional, que es la investi
gación social de la m arginalidad. Q uizás se trata en su actividad
actual, profesional, en su investigación, hacerse un nom bre desde el
cual pueda exhibir su erudición en el tem a.
perversidades
y
| P erversiones
Comentario
A d r iá n S c h e in k e s t e l : Yo basé mi com entario en algunas de las
partes que quedaron excluidas en tu trabajo, pero voy a hacer refe
rencia a una de ellas para que se entienda, y me parece que no va a
complicar dem asiado las cosas, que es la referencia que hacés, en el
escrito que no leiste, al tiempo futuro anterior. Al "habrá sido", este
tiempo verbal al que L acan acudió bastante en todo un período de su
enseñanza en el sentido de un tiempo verbal que es anticipatorio o
previo a otro. Y este m om ento previo al que le sucede luego otro
puede ocurrir tanto en tiempo futuro, com o en tiempo presente,
como en tiem po pasado. Ese es uno de los intereses decisivos de tra
bajar sobre este tiem po verbal, que es el tiempo del su je to d e l in co n s
ciente, que tiene q u e v e r con este efecto retroactivo, este efecto aprps
’cóup que O svaldo nos ha señalado respecto a ciertos tiem pos dialéc
ticos que se producen a partir de los cortes de sesión.
Entonces, este futuro anterior -m e parece que está descrito en el
caso- com o un tiem po en el que la contingencia tiene su chance en la
experiencia analítica, es lo que habré sido para lo que estoy llegando a ser,
esta acción venidera que anticipa otra acción venidera, es la tem po
ralidad que corresponde al sujeto psicoanalitico.
La presentación de este caso, con su secuencia de cortes, ubica que
a este futuro anterior hay que ponerlo en forma. H ay que producir
lo. Esta producción - a mi m odo de v e r - m arca el clivaje entre el "yo
soy eso" de la identificación en la que la significación fálica se anuda
a una fijación de goce. El clivaje entre el "y o soy eso" y el "tu eres
eso" com o resto de la operación analítica en el final de análisis.
Hacem os esta diferencia entre esta auto-identificación "y o soy esto"
y este "tu eres eso" que, m ás bien, resta de un análisis hacia el final
del análisis de todo lo que fueron la serie de las identificaciones falli
das o identificaciones que fueron cayendo en la experiencia analítica.
P siquiatría
la práctica analítica.
Tenemos la serie, por un lado, esa sucesión contable que es el esta-
tuto m ism o del significante. Su aparición y desaparición, su presen
cia representable y el poder de su ausencia en la eficacia simbólica,
que da estatu to a j a falta. __
2
Conversación
A d r ia n a L u k a : M uchas gracias Osvaldo. Estaba tratando de v er
si podía articularlo con 10 que trajo Néstor en la prim era parte y
pensé que podríam os dividirlo así: por un lado está lo que es la
hom osexualidad de este paciente donde no hay ninguna pregunta,
más bien es cierta preocupación por la im agen del Otro, quizás res
tos de ese análisis anterior con la figura del padre y el resguardo,
como decía A drián. Y después está este juego que él inventa, donde
a partir de la pregunta tuya algo se le desarm a y esa certeza cae, él
pone en Internet la pantalla y un goce allí. Estoy tratando de situar
qué estatuto darle a esto y qué estatuto darle a esos encuentros en los
baños. Si esos encuentros en los baños podríam os pensarlo com o un
rasgo de perversión, es decir, la hom osexualidad de un neurótico por
un lado, y por otro lado este rasgo de perversión; y luego estaba tra
tando de ver cóm o podem os situar todo este arm ado que hace del
juego por Internet.
bien hay algo del orden del límite, el saber con qué goza el Otro
s
resulta que qued a del lado de la fantasía, no en la escena. C on lo cual
tam bién está ahí la cuestión de tener que distinguir si se trata de un
rasgo de perversión en el punto donde no se v a a diferenciar de otro
neurótico. Pero ahí hay algo que m e hace problem a.
- 1-
-II-
con el valor tem poral del pretérito perfecto com puesto, ya que el
acontecim iento, anterior al otro acontecim iento futuro, puede ocurrir
en el futuro, estar ocurriendo en el presente o haber ocurrido ya.
Aristóteles ya estaba concernido por este problem a bajo el princi
.. y p s i c o a n á l i s i s
pio del tercero excluido, tal com o es form ulado en el capítulo nueve
de "Sobre la interpretación" en su Organon. Este principio dice que
dada una proposición y su negación, una al m enos es necesariam en
te verdadera; y esto vale para todos los acontecim ientos futuros
com o un determ inism o absoluto.
2
* Trabajo realizado como efecto del Cartel que integró junto a Susana Amado,
Lucía Blanco, Oscar Sawicke y cuyo más Uno es Vera Gorali. 53
Si esto fuera así, dice Aristóteles, ya no habría nada que deliberar
ni de qué inquietarse.
"L a preocupación por conservar en su lu g ar la cap acid ad de deci
sión hum an a obligaría, así al Estagirita a lim itar la validez del terce
ro excluido a los acontecim ientos pasados o presentes, así co m o a los
acontecim ientos futuros únicam ente en el caso de que fuesen efecto
de un determ inism o conocido" (Gardies).
Esta decisión es posible en lógica tom ista, en tanto pasaje de la
potencia al acto, ya que se presupone el acto en el agente que cau sa
este acto.
El acto analítico tiene su chance en lo posible de la caída de lo
necesario, que se inscribió contingentem ente, com o una respuesta a
lo imposible.
Lo necesario aspira a la serie, rechaza la secuencia, ad o ra el deter
m inism o, reprim e el consentim iento.
El futuro anterior o nuestro futuro perfecto, introduce en la serie
gram atical de los tiem pos verbales, el agujero del valor m od al de
probabilidad, situando un futuro que puede valer com o p re té rito -
com puesto.
- III -
- IV -
P siquiatría
Bibliografía
-III-
- IV -
P siquiatría
H o r a c io V o m m a r o
que él quería seguir viviendo, pero que hacía ciertas cosas que se lo
impedían. C uando com encé a preguntar por esas 'cosas', descubrí
psicoanálisis
tocar en el punto flojo de una mujer y sé hacer para que ella respon
psicoanálisis
da, se cóm o hacer para que se sensibilice. Las mujeres son así, son
seres etéreos", decía. Quinto punto: provocar terror en ellas. Es decir,
cuando la m ujer quedaba en una situación de no poder desprender
se, él encontraba la form a de aterrorizarla para que se quedara con él.
Ya vem os cóm o a partir del cuarto punto, pero especialm ente en el
2
ser destinado por esta persona, porque el objeto a ser consum ido
siempre es el otro para el sujeto perverso.
Lo único que se m e ocurrió decirle - a la cuarta vez que llam ó en
esa m ism a n o ch e - fue que "lam entablemente, si seguía así, iba a
f
m ism a secuencia de goce, que yo había sido cazado com o -p recisa- ”59
m e n te - el pez en el anzuelo (y en el m ism o redil que las m ujeres).
Entonces, ¿qué hacer?, ¿tom arlo o no tom arlo?
Ven que ahí pueden aparecer cuestiones de las que podríam os lla
m ar de las variables estándar, ¿qué hacer?, ¿hay que to m ar o no a
alguien en una entrevista cuando está alcoholizado?, ¿sí o no?, ¿bus
car una norm a, general, que valga para todos los casos? Bien.
Sabem os que eso no sirve para nada. Sin saber bien qué hacer, deci
d í hacerlo pasar.
De esa m anera, esta persona pudo term inar de d ep u rar la posi
ción de goce en la que se centraba. Luego de que lo hice v olver varias
veces en el m ism o día, finalmente m e dijo: "¡M u y bien! ¡U sted está
así, esperándom e! , ¡yo quiero que usted se quede aquí esperándo
m e ... hasta la m uerte". El goce de dejar plantado al otro, consum ir al
otro de esa m anera, darlo vuelta com o el envés del guante, era la
satisfacción que perseguía. Es lo que quería h acer Sade con sus vícti
m as, ¿recuerdan esa m áxim a de Sade?: "H e tenido entre m is m anos
la piel del im bécil", dar vuelta, precisam ente, el saco de piel.
Debo ir finalizando... Com prueban ustedes hasta qué punto la
secuencia fantasm ática de goce con las m ujeres se repetía con el ana
lista bajo transferencia.
L a brecha entre saber y goce -q u e parecía establecerse en ciertos
m om entos de las entrevistas, m om entos esenciales en los que volvía
sobre sus actos para ubicarse en torno de su resp o n sab ilid ad - volvía
a cerrarse no bien se abría.
L a interrogación final con la que decidió interpelarm e p o r un
corte de entrevista - "¿p ero quién se cree que es usted p ara hacerle
esto a D on J u a n ? " - decía la verdad de la transferencia en cuanto
equivocación del sujeto supuesto saber.
El últim o recurso al que había echado m ano había sido el de
intentar convencer a u n a m ujer —una v ez m ás—p ara que ella retorna
ra a él por la m ediación de u n niño, al que había aleccionado m uy
y perversidades
precisam ente p ara 'en g atu sarla'. E sa m ujer era estéril, y él sabía el
im p acto que ejercería sobre ella usando este recurso.
Fu e en ese m om ento cuand o decidí suspender las entrevistas,
haciéndole saber a esa persona las razones por las que no le daría
en trad a en análisis: él pretendía una y o tra v ez rechazar su respon
sabilidad respecto de los actos que realizaba en su vida, utilizando
cualquier recu rso p ara lograrlo. D esde m i posición, yo no podía con
P e rv e r s i on e s
P si qui atrí a
y p s i c oa ná l i s i s
2 ;;
Un rasgo zoofílico en una psicosis
M ig u e l F u r m a n
curso que parecía obsesivo ya que planteaba dudas acerca de todo, e s ----
^ ^ jcAuauuau, ae su trabajo, de la relación con la novia y de
la relación con sus amigos.
De adolescente tuvo una operación en la pierna que lo dejó con
cierta dificultad para caminar, por eso se consideraba "petiso, feo y
re n g o ".
Su atracción por los hombres le provocaba culpa y angustia, y no
encontraba un fundam ento a estas fantasías hom osexuales. Se fue
despejando la idea de que esa atracción se fundaba en el deseo de
buscar en ellos los rasgos o atributos que él consideraba que no tenía,
pero com o una fascinación digam os, fetichizada del falo. Efectiva
m ente, reconocía que le atraían hombres con características determ i
nadas: rubios, corpulentos, altos, y de genitales que supuestam ente
serían m ás dotados que los de él.
Lam entaba no haber podido establecer una relación m ás estrecha
con el padre, quien había fallecido cuando él era adolescente de cán
cer de pulm ón. Él tem ía m orir de lo m ism o ya que era u n fum ador
com pulsivo, siempre le parecía que la m adre se interponía entre
ellos, la consideraba una mujer intrusiva, autoritaria y m anejadora,
inclusive de la em presa y de los lazos familiares.
Tenía dificultades para estudiar ya que estaba m uy p reocupado y
pensativo respecto de su orientación sexual. A dem ás del hecho de
que él m ism o postergaba recibirse, su novia era m uy exigente y le
im pedía estudiar porque quería estar continuam ente con él; por otra
parte ella tom aba m ucho y lo instaba a tomar.
Frente a la problem ática que presentaba parecía dispuesto a ubi
car su responsabilidad subjetiva y a orientarse hacia una suposición
de saber acerca de sus síntomas, dudas y com pulsiones.
En el curso del tratam iento se recibe, deja a la novia, com ienza a
poner ciertos límites a su m adre, establece nuevos lazos de am istad,
y sale con otras mujeres, pero generalm ente en relaciones de am istad.
El tem a de su supuesta hom osexualidad queda un poco de lado,
y perversidades
A pesar de que estuvo con otras m ujeres siem pre le resultaba difí
cil acercarse y seducirlas sexualm ente, y es p o r eso que los lazos con
ellas eran solo de am istad, y era m ás fácil ten er relaciones con el
perro ya que no había rechazo u oposición.
Com o él tiene un concepto devaluado de sí m ism o, tener relacio
y ps i c oa ná l i s i s
nes con su perro le parece que es lo que se m erece, es decir, "ser tra
tado com o un perro som etido sexu alm en te", p ero tam bién para él el
perro, en algún sentido, es som etido p orq u e n o puede elegir.
Si bien esta últim a descripción p arece m o stra r un fantasma per
verso, los m om entos anteriores y posteriores a ese acto tienen carac
terísticas im portantes de despersonalización y perplejidad.
2
Pero según el sujeto, luego de estos ep iso d io s con el perro, es que "7 5
sufre las crisis que padece, porque siente angustia, culpa, v erg ü en za
y bronca, que se transform an en ideas persecutorias.
Sin em bargo las sensaciones paranoicas que describe en cad a u n a
de las crisis tienen un valor de certeza a considerar. C om o se pu ed e
apreciar se trata de un caso difícil respecto del diagnóstico, que se fue
revelando en el curso del tratam iento com o un caso de psicosis. P o r
otra parte es de destacar que los episodios p erversos son difíciles de
caracterizar.
Surgen algunas preguntas que podem os hacer:
¿Los actos perversos son desencadenantes de los síntom as psicó
ticos tal com o lo describe el sujeto, o m ás bien se ubican co m o rasg o
de perversión o síntom a perverso, o com o pere-versión, es decir, una
versión del N om bre del Padre forcluido en una estru ctu ra psicótica,
de m odo tal que el rasgo de perversión funcionaría com o suplencia?
¿C óm o ubicar a la angustia, la culpa y la v ergü en za posteriores al
acto perverso?
¿El acto perverso, en este caso, im plica la identificación del sujeto
al objeto com o resto y la división del lado del otro p roduciend o
angustia en el partenaire, com o clásicam ente se entiende la p erv er
sión? ¿C óm o pensar la utilización de antipsicóticos com o en este caso
donde los síntom as rem iten rápidam ente con dosis m ínim as?
Creo que el caso que les presenté es duro, difícil. Traté de sacarle
—si p o d ía - el patetism o del acto perverso con el perro, pero bueno, es
inevitable m encionarlo. Tiene m ás características que no las v oy a
describir, y m e parece que tiene alguna relación con el caso que pre
sentó Ernesto, en el punto del diagnóstico diferencial obsesión-per
versión, u obsesión-psicosis.
Conversación
C a t a l i n a B o r d ó n : Quería preguntarle a Ernesto Sinatra, ¿cóm o
terminó ese tratam iento? En realidad la pregunta m ás precisam ente
sería ¿em pezó, hubo entrada en análisis? Porque m e parece que eso,
en todo caso, nos va a perm itir situar la cuestión diagnóstica.
Creo que Miller -e n Introducción al método psicoanalítico- dice que
"los perversos son inanalizables". N o hay perverso en análisis, en
tanto y en cuanto esto que vos traías, incluso lo pensaba desde el
Seminario 10, "E l perverso es el que pasa la división al cam po del
O tro". Y ahí m e parece que está lo inanalizable. Y después, en cuan
to al caso que presentó Miguel Furm an, a m í me parecía que efecti
vam ente se trataban de rasgos perversos en una estructura psicótica.
Me parece que lo del perro tiene una literalidad, esto de ser tratado
com o un perro, en tanto es lo que él considera que se m erece.
aunque no siem pre. Pero él se coloca en el lu gar del Sl7 que es el que
dom ina la escena. Y tam bién la escena sexual. P o r eso él -c o m o dice
L acan en el Seminario 2 1 - es el am o del juego. E so es el m a so q u ista en
tanto perverso, él es la v o z del amo.
80 Y en este caso justam ente es im presionante la p re se n cia del obje
to voz. En ese sentido, si bien él aparece com o el Otro del otro, al
m ismo tiem po es aquel instrum ento que tiende a hacer existir el goce
en el Otro. H ay una doble función del perverso en esta cara m aso
quista. Por eso los ocho pasos son el índice de la posición m asoquis
ta en la p ráctica sexual. Pero ya están ahí indicados. Esa era m i supo
sición, adem ás, m e alegro de haber transm itido eso. Porque fue exac
tam ente lo que m e llevó después a intentar ubicar algo m ás.
Por supuesto que aquí está claro cóm o el saber acerca del goce no
elimina, necesariam ente, el goce que está en juego. En tanto nos per
mite entender cóm o puede ser el saber mismo m edio de goce. La arti
culación difícil entre el lenguaje y Mengua, que hace L acan en su últi
m a enseñanza, se entiende acá claramente. N o lo varnos a desarrollar
ahora pero sería un tem a interesante para tratar y voy a lo que plan
teaba A drián Scheinkestel.
L a cuestión de la holofrase es algo que no tom ó Lacan después,
pero sí situó determ inadas m aneras que tienen ciertas estructuras clí
nicas no tradicionales para tratar el lenguaje. Cuál es el tratam iento
de goce del lenguaje que se hace. M uy bien, la m etonim ia que hace
precisam ente el funcionamiento de la holofrase da cuenta de ese pro
ceder, no lo he pensado así, pero m ás bien m e llevaría a situar lo que
aquí aparece en tanto el manejo m etoním ico del lenguaje. Com o des
lizamiento del goce en el lenguaje. Es cierto que ahí está "la m isión",
pero no m e arriesgaría a dar sentido a eso. Lo que podría ser un ver
dadero problem a clínicamente. Sirve, tal vez, com o quien intenta leer
Finnegans Wake, que uno se siente a veces desposeído tanto del senti
do que tiende a dárselo al texto. Y a veces el texto está ahí p ara bur
larse de nosotros. Y este hombre se burlaba del otro, constantem ente.
Y no sé si esa cuestión de la 'consum ición' no está en juego ahí, una
vez más, com o un efecto de un análisis anterior.
H ay que recordar que este hombre viene de m uchos análisis.
Tenía m ás de veinticinco años de tratam iento. Había que estar adver
P si qui atrí a
decir, hay que poner cada caso a funcionar para saber si la persona
5
que está ahí no se puede analizar o sí. Sabem os, y con eso nos tran
quilizamos, que podem os analizar a un perverso respecto de lo que
hay de neurótico en él. Todo eso perm ite aproxim arnos a quienes lle
gan con cuestiones bizarras, sin ser psicóticos -au n q u e a veces pare
cen se rlo - y no sabem os m uy bien com o m aniobrar. Y si adem ás, la
barra tiende a ser tirada para el lado del analista - y que a veces es el
reservorio de la angustia del Otro, es aquel que se h a instrum entado
p ara que el Otro g o c e - es una cuestión sum am ente com pleja.
Lo que podem os hacer entonces de la m ejor m anera es recibir a
cada quien y analizar hasta donde se puede.
En este caso que Ies acabo de contar se avanzó hasta un punto,
hasta donde no podía convalidar esa falla ética, porque sabía que se
había caído absolutamente lo que de transferencia había. La transfe
rencia que le había posibilitado a él que fuera el com pañero de ruta
hasta que hubiera podido situar lo que él situó, estos pasos, esta
secuencia de la relación al Otro. Pero m ás allá no quería saber nada.
Solamente quería seguir gozando e incluir al analista com o ese m ism o
objeto. Entonces, ¿ahí cóm o seguir? Les cuento el final para ubicar
alguna cuestión m ás a Catalina Bordón por lo que preguntaba.
Todo parecía quedar totalm ente tranquilo. El lobo que había apa
recido conm igo en el m om ento que le digo: "Se acabó. Esa falla ética
no la puedo validar. Que usted use a un niño para h acer eso, no lo
voy a v alid ar", él aceptó, entendió perfectam ente. Pero a la hora
suena el teléfono y deja un mensaje: "Entendí Sinatra, pero adem ás
¿usted no se habrá asustado?".
Fa b i á n N a p a r s t e k
Miller escribe por prim era vez en El Otro que no existe y sus comi
tés de ética, en 1996, algo respecto del lugar del objeto, en la página 82,
donde se refiere a la prevalencia del a sobre el ideal, leyendo de esa
m a n e r a esa frase de L acan que a partir de Miller se hace bastante
conocida: "el objeto a en el cénit de la civilización", referida a la
manera en que él lee la caída de los ideales y la prevalencia del obje
2
to a. 85
A dos años de haber trabajado este seminario con Eric Laurent,
escribe en El hueso de un análisis respecto de los térm inos femenino y
m asculino, diciendo que uno de los problemas para el cam po feme
nino es la caída del amor, y cómo ciertas mujeres se ubican del lado
m asculino, de alguna m anera fetichizando a los hombres, y en este
caso en vez de plantear la prom oción del objeto a propone la prom o
ción del fantasma. Textualmente: "L a desvalorización del amor, la
piom oción del fantasma y esos fenómenos están principalmente
situados del lado m asculino".
Entonces sería necesario que las mujeres despertasen, despertasen
de la buena m anera,que no sería la m ism a m anera que la de los hom
bres:
- la m ujer es llevada a hacerse fetichizar en la relación de pareja,
es llevada a sintom atizarse, se ve forzada a velarse, a enm ascararse y
a acentuar su semblante. Mientras que ella hace de su pareja un A
barrado, com porta igualmente que de su goce ella nada sepa.
- que el hom bre por un lado fetichiza a la m ujer al precio de eclip
sarse en su fantasm a, un hombre sabe m ucho m ás de su goce que una
mujer, él sabe m ucho m ás sobre los detalles que condicionan su goce
pero evidentem ente eso es mucho menos interesante.
- Cuando está diciendo esto se está refiriendo principalm ente a la
relación fantasm ática de un sujeto en relación con el objeto a. Lo que
Miller allí indica entonces es que cuando el hombre ubica a la mujer
en el lugar del objeto a dice "es aburrido", porque es repetitivo, pero
finalmente el hombre está totalmente orientado sobre qué quiere res
pecto del otro sexo, a tal punto que, cuando lo consigue, tenem os la
imagen cinem atográfica de tocar el botón y que la m ujer se v aya de
la cama porque se consiguió todo. N o es m ás que una form a perver
sa de enfrentar la relación de los sexos, porque el fantasm a no des
cribe m ás que una forma perversa; es todo un m om ento de Miller en
el que pone las cosas en térm inos de una revalorización o mejor, un
¡2 énfasis en el fantasma.
< Sin em bargo, tiempo después, fundam entalmente en C om anda- ,
£a: tuba, cuando retom a la m ism a indicación de Lacan habla allí de los
> desorientados. Es interesante porque en este caso tenem os la orienta
se ción total, la orientación por lo m asculino y en cam bio en
>- Com andatuba retom a la m ism a indicación de Lacan que es el objeto
¡2 a al cénit de la civilización para hablar de los desorientados. Miller
o hafcla de la ruptura de la familia, de los lazos familiares, pareja, etc.,
¡2 y tem a com o tem a a los desbrujulados, que m ás bien hay que pensar
> como desorientados, y allí no lo cita a Lacan pero hay una indicación
!l muy precisa y sobre la cual m e quiero detener.
¡g~ Es posterior a la "Proposición del 9 de octubre", y es una charla
que Lacan da a los psiquiatras que se llama "Pequeño discurso a los
psiquiatras", en donde retom a esta cuestión de una m anera m uy pre
cisa con varios puntos de importancia.
Es m uy interesante cóm o retom a el tema de la com prensión res
pecto de Jaspers y lo critica; anteriorm ente había puesto el acento en
la cuestión im aginaria de la comprensión, pero acá el pone énfasis en
la relación con el objeto a. Es m uy interesante como hay algo de la
comprensión que está sostenido en el plus de goce, ligando la com
prensión a la segregación com o una forma de segregación. "Pequeño
discurso a los psiquiatras" es de 1968, no está publicada, la traduc-
.ción que existe es m uy mala, y la cita apunta a pensar la locura, la
psicosis, en relación, por un lado, con el Otro, y por el otro, con el
objeto a.
Era una lógica m uy precisa en la que vuelve a su vieja indicación
de que loco es el hombre libre, una especie de ironía lacaniana por
que la locura había sido en la historia de la psiquiatría la alineación
mental, y él viene a decir que el loco es el hombre libre, es decir que
hay allí una ironía hacia toda la psiquiatría.
Lo justifica de la siguiente manera: el loco es el que tiene el obje
to a en su bolsillo y por eso no le reclama el objeto a al Otro, que es lo
que hace el neurótico. Plantea que com o el loco tiene el objeto a en su
bolsillo -d a el ejemplo de las v o ces- entonces no precisa del Otro, es
libre respecto del Otro, pero al mismo tiempo está totalmente inva
dido por esos objetos a. Uno diría que no hay sujeto más tom ado por
los fenómenos de la palabra que el psicótico, sin embargo lo que está
diciendo es que tiene libertad respecto del Otro, por no tener que
reclamarle ese objeto, e inm ediatam ente que da esta indicación sobre
la psicosis, habla de la época. En la época de la universalización,
ahora diríamos, globalización, cuanto más se somete a las transfor
m aciones de la ciencia, m ás dom ina todo en nuestra vida cotidiana,
hasta la incidencia de nuestros objetos a. Si hay uno de los frutos m ás
P si qui atrí a
tangibles que ahora se puedan tocar todos los días, lo que deviene de
los progresos de la ciencia es que los objetos a se meten en todas par
tes, aislados, solos y siempre listos a sorprendernos en el prim er
encuentro. Solo hago alusión aquí a la existencia de lo que se llama
los mass-tnedia, a saber esas m iradas errantes y esas voces capricho
y ps i coa ná l i s i s
sas por las cuales están destinados muy naturalmente a estar rodea
dos cada vez m ás. Es el sujeto de la ciencia el cual se mete por los ojos
y por las orejas, y es interesante porque com para al sujeto de la época
con el psicótico en tanto nos m eten el objeto a en el bolsillo. Pero el
punto que m e interesa subrayar es que no se trata del objeto a en el
fantasm a , cuando él dice "aislado y solo", más bien lo que m uestra
2
comienza a sentirse culpable por prim era vez, afirma que vivía "d e
^_____ u en ia tram pa, lo suyo fue cam
biar las mujeres por la droga m atando el aburrim iento/ pero com ete
un fallido y dice "m atando el aburrido". Se interrum pe la entrevista
subrayando lo que es una sanción del inconsciente.
Antes de atenderlo a él había venido un chico que había arm ado
un barquito con una nuez y había puesto en la vela una calavera, y
m e había pedido probarlo en el baño, dejándolo ahí. El paciente m e
pide perm iso p ara ir al baño y encuentra ese dibujo infantil de una
calavera recostada en un barquito y sale del baño aterrado, diciendo
que esa visión lo pone en relación con la m uerte y que eso lo angus
tia terriblemente.
Eí ser acelerado se vinculará al evadirse, a no enfrentar las cosas
escapando a toda velocidad con el riesgo de m atarse. La droga al
igual que las mujeres le hacían perder la cabeza, y jugaba con las
mujeres com o con la muerte. Julieta, su actual pareja, le puso un lími-
:e, es quien lo m andó a que se analice, y así el acelere encuentra otro
/ínculo, el m iedo a m orirse, salir a matarse. La droga tam bién es pen
cada com o si se tratara de algo norm alizados tapa el agobio, le per-
nite disfrutar de una fantasía, ahora siente que no vale la pena estar
:oIgado, en su vida se ha boicoteado y no se refiere solo al consum o,
'a que tiene un juicio penal por estafa al que se le sum a uno por
laños por un accidente automovilístico, por lo cual puede term inar
n la cárcel y se pregunta qué culpa está pagando.
Una prim era respuesta es el haber contagiado a su ex mujer, el
ccidente autom ovilístico que él provoca yendo de contram ano y
íego del cual m odifica la posición del auto, antes de que llegue la
olicía. El sujeto estuvo un tiempo bastante largo en el hospital, vuel-
e a consumir, y ante la presión de su pareja que concurría a un
rupo de familiares de alcohólicos, va a Alcohólicos A nónim os prác-
cam ente todos los días a dos grupos diferentes, y le sirve.
L a debilidad cobra el estatuto de un significante m ostrando una
.entificación al padre, trabajada en relación con las mujeres, con las
•ogas, con el m eterse en problem as, con el sentirse im potente. Se
?nte enganchado con la debilidad al no tener patrones, valores,
?nte que le faltó la im agen de un hombre, es uno de estos deso-
jntados que com entaba Fabián. Se corrige, su padre era débil para
•n su m adre, era alcohólico. U na vez su m adre le había puesto un
nite pero tenía u na tendencia a la autodestrucción.
Em pieza a tener problem as en A. A., no lo aceptan por no ser alco-
'lico, y esto lo ata m ás al grupo, ocupa el lugar que dice ocupar en
familia, el de la oveja negra. Al dejar de drogarse dice "m e conec-
con la m aquinaria infernal de la v id a", y se suceden sueños en los
e la d roga em pieza a jugar un papel; cuando consum e drogas
empieza a soñar que consume, incluso en un sueño quiere consum ir
y se le acaba, se despierta desesperado, luego sueña que consum e y
se siente mal, y en otro pega un saque": dice que no se quiere poner
mal y lo tira al inodoro. Son todos sueños que nos m uestran la rela
ción con el objeto droga en una secuencia que se observa a lo largo
del análisis, prim ero consum e, luego se le acaba y se desespera, des
pués se siente mal. La droga no le alcanza para eliminar su malestar.
Decide tirarla al inodoro m ostrando una separación del objeto al cual
se había referido en varias oportunidades haciendo alusión a la m ate
ria fecal, y el goce anal no tardará en ponerse en juego en el análisis,
la ansiedad es canalizada por la m asturbación, y afirma que la merca
viene disfrazada de m ujer pero com ienza a hablar de sus relaciones
con los hombres, se refiere a la infancia, a un hom osexual que le daba
cigarrillos si accedía a dejarse tirar la gom a y a que en una oportuni
dad lo penetrara.
Más tarde trabajó en un boliche gay, luego surge el exsocio con el
que tiene una relación que define com o dependiente durante cuatro
años y que no tardará en revelarse co m o hom osexual. N o se perdona
un acto de zoofilia con una yegua antes de debutar con una mujer,
pero lo que le m olestó fue vender la d roga, ayudaba a "equilibrar esa
porquería , tapaba esa responsabilidad que no podía asumir, cosas
sin resolver com o su separación.
El padre cobra im portancia en su d iscu rso , habla de un duelo que
le quedaba por realizar, recuerda que em p ezó bebiendo de m ás, des
pués pasó a la droga quizás para d iferenciarse, pero ya no encuentra
diferencia con su padre, lam entándose de haberlo rebajado com o lo
hizo. El tem a de su m adre no lo tenía resu elto , y allí sitúa su inma
durez, los días que pasa sin co n su m ir so n m uchos pero vuelve a
hacerlo cada tanto. La droga le p erm ite "sen tir dolor sin dolor", el
significante que insiste ahora es irrita d o ", algo no encaja y no sabe
de qué se trata.
P siqui atría
Su posición con respecto a la ca stra ció n cam bia, tiene los celos que
tenía cuando se drogaba pero sin d ro g as, tien e desconfianza, relacio
nándola con un recuerdo infantil.
U na vecina herm osa que tenía u n m a r id o enferm ero, al volver a
casa lo encuentra con otro. La d e sco n fia n z a com ienza a vincularse
y p s i c oa ná l i s i s
Perversión y objeto a
En el sem inario La angustia encontram os varias precisiones acerca
de la perversión com o estructura desde la perspectiva del objeto a,
orientación que avanza al considerar la perversión m ás allá de la
cuestión falo-castración-fetiche.
En efecto, Lacan parte déT apregunta de qué es el fantasm a plan
teando que decir que el mismo es un anhelo, es bastante ingenuo, y
entonces propone lo que considera la estructura del fantasm a en el
perverso y en el neurótico, que se diferencian, ya que el objeto en el
caso del perverso está de su lado, en cambio en las neurosis el fan
P siquiatría
2
3
L acan, J.: El seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Bs. As., 2006, pág. 60.
perversión está del lado del sujeto perverso, en cambio en las neuro
sis el fetiche o su cara real, el objeto a, está del lado del Otro.
Si bien el neurótico tiene fantasmas perversos no significa que lo
sea estructuralm ente; en realidad el fantasm a le sirve para defender
se de la angustia, es un cebo, ya que transform a el objeto a en posti
zo, es decir en menos qp. En el campo de la perversión, al contrario se
transform a el -<p en objeto a.
Para Lacan el fetiche revela en forma velada al objeto com o causa
de deseo, es decir el fetiche representa al objeto a, es un cp que sin ser
el objeto de la pulsión propiamente dicha, lo representa.
Según Lacan: "el fetiche causa el deseo y ese deseo se engancha
donde p u ed e"3, de tal m anera que por ejemplo en el caso del fetiche
del zapato no es necesario que la mujer porte el m ism o sino que el
zapatito puede estar en los alrededores.
Los ejemplos que desarrolla para argum entar acerca del objeto
com o causa son el sadism o y el m asoquismo, proponiendo un esque
m a aplicable tanto al sadism o com o al m asoquism o, partiendo del
objeto a com o causa de angustia
El sujeto sádico trata de im poner al partenaire su deseo, pero como
voluntad de goce, se identifica al objeto a, y vía la voluntad de goce
divide y angustia al partenaire.
No se trata tanto de hacerlo sufrir sino de angustiarlo, la angustia
del otro es lo que el perverso intenta hacer aparecer com o im perati
vo y voluntad de goce.
El perverso no se divide subjetivamente ni se angustia, ni hace
inhibiciones, él es el objeto causa, él m ismo es el puro fetiche negro.
Sade era m uy claro en la descripción del acto sádico y Lacan arti
culó el im perativo Kantiano con el im perativo de goce sadiano, en su
texto "Kímt con Sade".
También el m asoquista se identifica con el objeto a, pero esta iden
tificación aparece en una escena, en un rito.
perversidades
El m asoquista intenta dem ostrar que el deseo del Otro hace la ley,
y el efecto de esta cuestión es que el m asoquista queda en la función
de resto, de deyecto, "echado a los perros", a los despojos, a la basu
ra.
Por otra parte la posición del m asoquista en su fantasm a de ser
objeto de la voluntad de goce del sádico, enm ascara su propia volun
y
Perversión y rasgo
Perversión y suplencia
4 Legui l , F.: "R asgo de perversión" , en: Escansión nueva serie, Manantial,
Bs. As., 1986.
<=>
sión, m encionem os algunas cuestiones acerca de la relación entre
perversión y suplencia.
Com o es sabido hay un pasaje en la enseñanza de Lacan del
Nom bre del Padre com o m etáfora, al N om bre del Padre com o fun
ción lógica, y finalmente al Nombre del Padre com o síntom a o sint-
home.
La pluralización de los Nombres del Padre im plicaría una plura-
lización de las suplencias, es decir, el N om bre del Padre no sería el
único elem ento que cumpliría la función de suplencia, ya que puede
haber varios elem entos que cumplan la función suplem entaria del
padre.
Del m ism o m odo se puede decir que dada la falla estructural del
nudo, o dicho de otra m anera, dado el lapsus del nudo, no habría una
sola form a de anudam iento que haya que referir solo a la función del
padre.
Evidentem ente cuando se considera esta cuestión lógica y topoló-
gica se trata de ubicar el Nom bre del Padre com o un m odo m ás de
anudam iento o de suplencia, y en este sentido las suplencias, por
ejemplo en las psicosis, no serían solo del N om bre del P ad re forclui-
do, sino suplencias del desanudam iento de los tres registros.
Se podría decir que el desanudam iento estructural es equivalente
a los conceptos de forclusión generalizada, no hay relación sexual, y
al significante del Otro tachado.
En el m arco del seminario Le sinthome L acan se refiere al m od o de
lazo tetrádico del nudo borrom eo, planteando que: "P erv ersión solo
quiere decir versión hacia el padre" -h a y una llam ada al pié de pági
na en el sem inario, donde se aclara que perversión es hom ofónico
con pere-version (padre versión) y 'vers' significa h a c ia - entonces, "en
sum a el padre es un síntoma, o un sinthome".5
¿Se podría entonces plantear que la perversión es un m odo de la
versión del padre y en cuanto tal una versión sintom ática que hace
cuarto nudo o suplencia?
L acan, J.: El seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. A s., 2 0 0 7 , p ág. 20.
Conversación
E rn esto P é r e z : M e parece m uy interesante esta cuestión del desa
nudamiento de los tres registros, y en ese sentido clínicamente se ve
muchas veces que una posibilidad de suplencia es la perversión.
E rn esto P é r e z : M e p a re c e u n te m a c o m p lic a d o el s ín to m a e n la
p e rv e rsió n c o m o e s tr u c tu r a ¿n o ? P o rq u e , p o r lo q u e v e n im o s v ie n d o ,
el h e ch o d e la d ific u lta d p a ra el an álisis en la p e rv e r s ió n d o n d e ju s
ta m en te se tra ta d e la p re g u n ta p o r el sín to m a , e s d u d o s o , n o se c ó m o
u b icarlo ahí.
versión.
Con lo cual, también tenem os que hacer esa diferencia. ¿Qué clase de
objeto está en juego? M uchas veces, en la clínica con la psicosis se
trata de que la angustia queda del lado del analista, y no se trata de
una perversión.
2 S
A g r a d e z c o n u e v a m e n te al d e p a rta m e n to , e s p e c ia lm e n te a N é s to r
Yellati q u e tu v o la g e n tile z a d e in v ita rm e . T en g o q u e a g r a d e c e r a
O sv a ld o D e lg a d o ta m b ié n , p o rq u e a tra v é s d e él v in e a c á y m e fu e
ro n p re s e n ta d o s u s te d e s .
E sp e re m o s q u e este caso y e s ta s p e q u e ñ a s r e f le x io n e s s ir v a n p a r a
lo este t i e m p o .
q u e u s t e d e s e s t á n t r a b a ja n d o e n
El caso que voy a presentar es m uy actual, com o decía Rafael, ya
que tal vez hace algún tiempo este tipo de casos no se presentaban en
nuestros consultorios. Es un caso que se presenta en la Clínica
Campi, que yo dirijo, y es un tem a de actualidad. Yo le he puesto “La
ceremonia del espejo" como título, se trata de un caso de travestism o.
El caso tiene que ver con el tem a de la perversión y el diagnósti
co diferencial que va a estar en juego, porque ahí van a poder verse,
o diferenciarse, o poder discutirse las tres estructuras clínicas. N o sé
si llamarlo caso ya que la construcción de un caso im plica el estable
cimiento de la transferencia, cosa que aquí no ocurrió porque el
paciente abandona el tratam iento en las entrevistas preliminares,
situación que suele ocurrir con cierta frecuencia en la clínica de las
perversiones, concurren cuando algo no anda bien con su partenaire
P s iq u ia t r ía
Primera entrevista
y
p s ic o a n á l is is
Segunda entrevista
J.C. es un adolescente afeminado, usa pelo largo m u y cuidado, lo
m isino que todo su aspecto personal. Com ienza diciendo: "A h o ra mi
m adre sabe que soy travestí. H ace dos años m e destapé y m e em pe
cé a vestir de mujer. Me gusta salir así, especialm ente a bailar, pero a
todos lados, que me miren y se me acerquen por lo que so y ".
Constantem ente utiliza la función de la m irada p ara que lo m iren
com o mujer: en el colectivo, en todos lados hace esta experiencia.
Yo le pregunto sobre algo de la pareja y él me dice que no se siente
atraído por los sexos, "lo único que quiero es transform arm e en mujer,
incluso pienso en operarm e", dice. Hasta ese mom ento no había tenido
ni relaciones sexuales, ni pareja. "Yo vengo por m í m adre, no por mi,
yo no quiero cambiar, estoy bien así. Quiero que ella no sufra, me
angustia que diga todo el tiempo que no puede vivir m ás así".
Cuenta que es el m enor de tres herm anos, que vive con su m adre
y el herm ano de veintitrés años. La herm ana m ay or vive en el piso de
arriba.
C uando le pregunto por su padre dice: "N o se n a d a ". Le vu elv o a
preguntar nuevam ente cóm o se llama, si vive: "N o se, no se", m e
repit*. Llegado a este punto le digo que averigüe de su padre para la
próxim a entrevista.
Tercera entrevista
Llega puntualm ente con su aspecto seductor al igual que en las
anteriores entrevistas y dice: "Estuve averiguando co m o usted m e
pidió. Según mi m adre perdí a mi padre a los tres años. A p artir de
ese m om ento dorm í con ella hasta m ás o m enos los doce años. Mi
m adre es bellísima. M e encantaba salir con ella a cam inar y hablar de
todo, siempre fuim os m uy am igos y salíam os juntos a todos lados
h asta ahora".
Vuelvo a retom ar el tem a del padre, porque él hablaba de la
madre. Él entonces saca una foto y me la muestra. "M e la dio mi
mamá, me contó que se llamaba Jesús y después de su m uerte me lle
vaba al cem enterio". Veo la foto. Están el padre y el hijo (que es,él)
tomados de la m ano. "Q ué raro -le d ig o - que haya olvidado tantas
cosas". "M ire -m e d ic e - no insista, él no significa nada para mí. Es
un tema ce rra d o ". Desvía la vista y se pone a m irar por la ventana en
silencio, pero en pose, com o para ser visto, como un artista que busca
el mejor ángulo p ara ser mirado.
Cuarta entrevista
J.C. llega sonriente y seductor, desenvuelto con los m ovim ientos
de su cuerpo. Dice: "A ntes no era así, era vergonzoso y re-tímido,
porque a los siete años se m e cae una pared encima de una pierna y
repetí el grado. Me dejó una m arca -la señala- y me escondía de tími
do y me quedaba desde afuera espiando a los dem ás". Yo le pregun
to qué m iraba y contesta: "M e quedaba m ucho tiempo m irando,
especialmente, cóm o m am á se vestía y se arreglaba. En varias opor
tunidades m e puse frente al espejo y me maquillaba. Me ponía tam
bién su ropa. Lo m ás excitante era su ropa interior y la de mi herm a
na. Esto, a partir de los doce años, se hace habitual, casi cotidiano.
Sentía verdaderam ente placer al hacerlo. Lo m ás im portante era ves
tirme de mujer, 'travestizarm e' -utiliza este térm ino-, todavía no soy
mujer mujer, pero pienso en viajar a Chile para operarm e. Por ahora
no me interesan los m uchachos, después veré, nunca tuve relaciones
sexuales con nadie, no m e interesa". Entonces le pregunto por la ope
ración y por qué piensa que todavía no se decidió, y m e dice: "Es por
mi madre. Ella sufre del estóm ago y de alta presión y, una vez, por
un problem a con mi herm ano tomó pastillas y estuvo internada".
Le pregunto por otros recuerdos de esa edad y m e dice que
recuerda que a los doce años se enam oró de una chica de su m ism a 2?
edad: "M i m adre m e obligó a dejarla porque el ambiente donde ella ^
vivía era m alo, era perjudicial para mí. A partir de aquí yo m e dije £¡
por qué no puedo ser un travestí y com encé a construirm e com o tal", ~
palabras textuales.
Hice un resum en del resto de las entrevistas.
El paciente estuvo un mes y pico, casi dos m eses en tratam iento. ^
La función de la m irada es estructurante durante las entrevistas, g
constantem ente se pone en pose para ser m irado com o un artista que g
busca el perfil que lo favorece. Trata de capturar la m irada del otro
para construir su im agen que siempre intuye ideal. Es vendedor de ^
cosméticos, de lo cual se considera un especialista. En las entrevistas ^
refiere que lo m ás im portante es travestizarse, vestirse de mujer, lie- 113
gar a operarse su pene y agregarse pechos y nalgas con inyección de
siliconas, práctica que ha realizado ya, pero quiere mejorar.
"Travestizarse", verbo que deja traslucir su posición subjetiva,
pues dice no interesarle los m uchachos porque todavía no se consi
dera m ujer mujer.
Creo de todas formas, con respecto al pasaje al acto de la opera
ción que él lo tom aba seriamente, no se trataba de una provocación.
Esto m e parecía m uy im portante para el diagnóstico, es decir, saber
si con esto m e provocaba o si realmente tenía una idea seria de lle
varlo adelante.
Es con el tem a de la operación donde el sujeto choca con el sufri
miento de su m adre. Es decir, para seguir su carrera de m ujer mujer
él vino al tratam iento. Una m adre que le plantea un conflicto, porque
si bien ella se opone concientemente a esta transform ación, es ella la
que lo obliga a dejar a esa chica de la cual estaba enam orado. Según
contó en otras entrevistas, la muchacha que la m adre prohíbe tenía el
pelo deslum brante com o a él le gusta. Su madre, poco tiempo después
de esta prohibición, lo abandona, comienza a salir con un hom bre con
quien sale también en la actualidad. Este abandono lleva al sujeto a la
Cerem onia del Espejo, a la ropa de mujer, a "travestizarse", com o una
m anera de retener a su madre, y a pensar en la operación.
D urante las entrevistas no toleraba los silencios y se defendía tra
tando de incom odarm e, hacía algún adem án y preguntaba cóm o lo
veía. En este punto de desinterés se interrum pen las entrevistas, tal
vez cuando se entera que su m adre estaba mejor, porque a su vez
había iniciado un tratam iento en la m isma institución.
Bueno, para term inar y ordenar un poco lo que acabo de contar.
Habría que hacer varias escansiones de acuerdo a su historia.
A los tres años, con la m uerte del padre, em pieza toda una pro
m iscuidad con la m adre que im plica dorm ir con ella h asta p ráctica
m ente los doce años.
A los siete años, el acontecimiento traum ático de la pared que se
le cae sobre una pierna fue im portante porque pierde el año lectivo,
está m ucho tiem po en cam a, y a partir de ahí queda m uy aislado,
com enzando su actividad escoptofílica con la m adre y su herm ana en
su intimidad.
A los doce años, la m adre lo saca de la cam a de su lado y ahí es
donde em pieza la cerem onia del espejo: travestism o declarado. El
había jugado a vestirse, desvestirse, con ropas fem eninas, pero nunca
lo había m anifestado así com o él lo llama: el destape, "travestizarse".
A los quince años la m adre empieza a tener una pareja, entonces
aparece este síntom a transexual, del pasaje al otro sexo.
H asta acá las consideraciones del caso.
Comentario
G loria A k s m a n : Buenas noches. Creo que efectivam ente se trata
de hacer un diagnóstico de estructura. Y también estoy de acuerdo en
que debemos discutir si se trata de una perversión, un anudam iento
perverso, o bien lisa y llanamente del empuje a la m ujer en una
estructura psicótica.
En algún lugar del escrito leí -coincido con E rn esto - que no hay
demanda de parte de quien concurre a las tres entrevistas, la dem an
da es m aterna, y esta m adre parece pedir que le saquen este proble
ma de encim a ahora que está saliendo con otro hombre, porque hasta
los doce años no había ningún problema. A hora hay que sacarse el
problema de encim a ya que ella así no puede vivir. Y sitúa que el pro
blema de ella es que el hijo se viste de mujer.
Ernesto cree conveniente citar al joven J.C., de diecisiete años, a
una entrevista a solas. Es allí que J.C. se presenta con un dicho de su
no relación con el goce sexual, y esto me pareció interesante. A él
-que es travestí- no le interesan los sexos. "N o m e siento atraído por
los sexos", dice, m odo particular de nom brar su posición: los sexos.
Y veremos que esta es una m anera, al menos intento probar esto, de
restarse de la m étrica fálica. Es decir, hay algo del enigm a por ser
hombre o ser mujer que no aparece en esta presentación.
Entonces, les llamo la atención a ustedes - y lo escribí para recor
dárm elo- que él no dice que no le interesa el sexo, la relación sexual,
él dice "los sexos".
Travestí no deja de ser en este discurso un significante que nom
brando su ser no dice nada respecto del goce sexual. Dice que nunca
tuvo relaciones sexuales con nadie ni le interesa. El neologism o que
Ernesto m arca - y que aparecerá m ás tarde, "trav estirm e"- es donde
el sujeto deja ver el trabajo de lo que -s o ste n g o - tiene que ver con el
empuje a la mujer.
P si qui atrí a
vestido eso con qué pasm ar al prójimo. Esa es la condición del tra- Tt?
vestí. Es en esto que el pene no se confunde con el órgano tal como
sucede en el transexualismo al decir de Lacan cuando habla del error
com ún del transexual, que es confundir el pene com o órgano en
lugar de la investidura fálica, confundir el falo con el órgano.
¿No es el caso entonces de J.C.? El significante travestí, es un sig
nificante que apela solamente a una imagen. En lugar de ropas de
hom bre ropas de mujer. Y es por ello que vam os a decir que estruc
turalmente hablando - y también en el mismo sentido en que lo pre
sentó antes Miguel F u rm an - J.C. no es un perverso, porque el per
verso no se abstiene de la escena sexual, m ás aún, es allí donde la fór
m ula instrum ento del goce del Otro cobra el valor conceptual. El res
tituirle el objeto al Otro, entonces, no prescinde de la escena, y más
aún, ella es condición. Quiero decir que instrum ento del goce del
Otro es la fórm ula de goce sexual.
Piera Aulagnier, en una clase m aravillosa que les invito a leer del
Seminario 9, La identificación, donde Lacan pondera esta exposición de
ella, la invita a hablar, y ahí me anoticié que el térm ino instrum ento
del goce del Otro es de ella y que Lacan lo tom a luego para el tem a
de la perversión. Dice ella: "Perversión es a nivel del goce, poco
im porta la parte corporal puesta en juego para obtenerlo, pero tiene
que estar en juego para obtenerlo. Si com parto la desconfianza de
Lacan sobre lo que se llama la genitalidad es que es m uy peligroso
h acer el análisis de la perversión com o una cuestión anatóm ica. Esto
es decir que es un perverso porque es hom osexual o decir que es un
perverso porque se viste de m ujer", y agrega: "habría que situar la
cuestión del lado estrictam ente de la im plicancia del cuerpo en ese
goce".
En segundo lugar direm os que J.C. parece haberse confrontado
con el tem a de la sexualidad bajo la form a de lo que llama, en una
prim era escena, el estar enam orado. Y cuya resolución ante la prohi
bición m aterna de seguir viéndola, no es la pregunta por el qué m e
quiere el Otro, qué me quiere mi m adre, sino m ás bien que la res
puesta anticipada bajo la form a del empuje a la m ujer es lo que se
manifiesta. Ubiquém onos en el diálogo con la m adre respecto del
encuentro con la chiquita de doce años: la m am á le dice "es una chica
que no te conviene", y él dice "entonces, por qué no ser un travestí".
Cuestión que se repite cuando afirma que la m adre lo abandona; allá
conno aquí la cerem onia del "travestizarse" construye la im agen de la
m ujer que en el futuro se redoblará mujer-mujer.
Es que en la relación con la m adre, el sujeto se encuentra en u n a
posición de objeto -d ice Piera A ulagnier- del propio m etabolism o de
la m adre, dice ella, y agrega: "es necesario que la m adre haya podi
do ella m ism a asumir su propia castración, es necesario que desde
ese m om ento, desde esa relación dual, el tercer térm ino, el padre esté
presente en tanto referencia m aterna. Solo en este casó -q u e esté el
padre p resen te- lo que ella buscará en el niño no será una satisfac
ción al nivel de una erogeneidad corporal -equivalente fálico- sino
una relación que, constituyéndola com o m adre la reconozca a la vez
como m ujer de un padre, cosa ausente en el caso. Y dice de la m adre
del psicótico respecto del lugar que tiene el hijo para ella: "Él es para
su m adre este objeto propio del metabolismo y en donde la partici
pación paterna es para ella negada, inaceptable, él es desde ese
m om ento y durante todo el em barazo el objeto parcial que viene a
colmar una falta fantasm ática a nivel de su cuerpo y el rol que le será
por ella asignado será el de testigo de la negación de su propia cas
tración."
Es decir, que en esta m adre donde la relación de la palabra del
padre no es vehiculizada, nos perm ite articular que J.C., a falta de
haber sido sim bolizado por el Otro, será llevado a hacer coincidir en
su respuesta simbólico y real. Es esto lo que Catherine M illot habla
respecto del transexualism o.
La relación especular con la novia de los doce años y con la
m adre, nos recuerda a lo que Lacan trabaja en el Seminario 3 en la
identificación "com o si", es decir, aquella que suple la falta del signi
ficante del N om bre del Padre.
Lo interesante -señ ala Millot en el libro El empuje a la m ujer- es
que no hace falta en este tipo de casos el cataclismo im aginario para
identificar el fenóm eno del "empuje a la m ujer", que responde en el
lugar del agujero que deja la falta de significante. Es lo que sucede en
ambas oportunidades -c re o que hasta hubo una tercera- donde la
respuesta del paciente es desde este empuje a la mujer. Es decir, que
cuando el Nom bre del Padre es convocado al lugar donde no puede
responder, el empuje a la mujer es con lo que J.C. responde cada vez,
aún en el consultorio cuando convoca la m irada de Ernesto. J.C.
P si qui atrí a
busca la m irada del Otro que lo feminice, la busca a los doce años, la
busca en su m adre, en el espejo, en Ernesto: "Q ue los otros m e vean
com o s o y ".
Es así que en nuestro sujeto la m etáfora delirante en la que se
encuentra estabilizado dice que está construyéndose com o mujer.
y p s i c oa ná l i s i s
m ismo que decir "soy anoréxica", etc. Porque el ser anoréxica, bulí-
m ica, es presentarse en tanto enfermo. En cambio él se presenta con
una certeza de goce, y es eso lo que nos hace pensar en perversión. A
tal punto que será el partenaire m adre la dividida, la angustiada por
la posición de certeza de él. Es com o pregunta que lo planteo, no me
queda caro que sea así, pero podría ser, en tanto partenaire, ese sujeto
2
tión de que no nos quedemos con la im agen de que a —> $, así se escri
ba la perversión solamente. Depende de donde ubiquemos los tér
minos.
El tem a del empuje a la mujer. Me parece que una cosa es el fenó
m eno elem ental que se llama "empuje a la m ujer", lo cual no está pre
cedido de pregunta alguna en la estructura. N o es la posición histé
rica que se pregunta acerca de la mujer, por ejemplo, D ora en la posi
ción de hacer el hombre. En este caso, el empuje a la m ujer está tom a
do com o el fenómeno elemental que se anticipa justam ente en los
m om entos donde el sujeto queda confrontado, a la m anera de lo que
el neurótico quedaría confrontado a -p o r ejem plo- "cóm o, después
20 de tanto tiem po m e abandona, qué soy para el otro". En ese sentido,
yo, no m e anim aría a llam ar empuje a la mujer a la pregunta neuró
tica sobre el Otro sexo.
Respecto de la intervención de Adriana Luka, sim plem ente decir
que él aparece com o "ser travestí" en lo que dice ser, no en lo que se
espera que haga de su goce sexual, con lo cual parece que es un sig
nificante que le organiza algo. Y respecto de lo que plantea Néstor,
que efectivam ente su posición es de certeza, pero no se si de goce en
ese punto. Me parece que esto que él dice "y a veré", hay algo de lo
asintótico allí para pensar: "C uando sea mujer mujer, ya veré".
Por otra parte, el neurótico no quiere saber nada sobre el goce del
Otro, con su síntoma tapona esa posibilidad y esa es la distancia que
m antiene del fantasma, no lo acepta. Pero esa no aceptación m ism a
es el rasgo de perversión que le perm itirá entonces encam inarse
hacia el encuentro de su pareja sexual.
L a angustia que el neurótico intenta eludir con esa m aniobra le
perm ite m antener velada su posición de objeto nacido en el cam po
P erversiones
Psicosis y perversión
A partir de un diagnóstico de masoquismo perverso de Michelle
Demusán y releído com o psicosis por Jean-Claude M aleval, aborda
mos el tem a del rasgo de perversión en la psicosis.
Destacam os de la propuesta de Maleval el poner en serie la per
versión, los fenómenos psicosom áticos y la escritura com o form as de
estabilización en la psicosis, y esta es la línea que nos interesa tomar.
Es decir, la perversión com o una forma de estabilización. Pero entién
dase bien, perversión com o prácticas perversas.
El caso al que nos referimos es el de un paciente de 65 años que
testimonia ante una analista Demusán, sus prácticas m asoquistas
sostenidas durante casi 26 años. En la actualidad -cu an d o tiene 6 5 -
es un apacible jubilado que vive con su familia adoptiva sin que ellos
estén enterados de su pasado.
El testimonio se suscita a raíz de ser enviado por un m édico radió
logo. Se llevó a cabo en dos entrevistas y Dem usán decide no conti
nuar por la angustia y el horror que le provocan.
Dice en uno de sus párrafos: "E s sorprendente que su organism o
haya soportado sin perjuicio la ingestión diaria de orina y de excre
P siquiatría
m ento durante varios años". El tem a del cuerpo, entonces, pasa así a
ocupar el prim er plano. El testimonio brindado por el paciente inten
ta ofrecer un verdadero ejemplo de goce masoquista, dado que toda
la literatura a ese respecto e investigada por este sujeto lo deja pro
fundam ente insatisfecho.
y psicoanálisis
como verdaderos objetos de desecho por uno o dos hombres que siste
máticamente les infringen toda clase de mutilaciones monstruosas.
5
Vamos a ubicar algunas que se puedan decir: el lugar de la vícti
m a lo ocupaban tanto M. com o su mujer; ella soportaba tales tortu
ras, se siente a tal extrem o dom inada por la exigencia de perversión,
que toda su energía se pierde en ello.
Él tenía tatuado todo su cuerpo y los tatuajes decían: "Soy una
puta, sírvanse de m í com o una hembra, gozarán bien, soy una puer
ca, culéenme, soy un retrete vivo, no soy ni varón ni m ujer sino una
puerca, una puta". Las cicatrices y los rastros de ese vicio no son
m enos sobrecogedores: la tetilla derecha ha desaparecido, literal
m ente, quem ada con un hierro al rojo vivo, atravesada con púas,
arrancada, el ombligo ha quedado transform ado en una especie de
cráter, le introdujeron plom o fundido y lo m antuvieron m ediante un
palo m etálico calentado al rojo. El aparato genital, esto es im portan
te, no había escapado a las prácticas, un anillo de acero de varios cen
tímetros de diám etro había sido colocado de m anera fija en la extre
m idad de la verga, después de haber hecho del prepucio u n a especie
de cojín relleno de parafina.
Lo llam ativo es que durante ocho felices años que duró el m atri
m onio -ta l com o dice este sujeto, dada la tem prana m uerte de ella-
las relaciones sexuales entre ellos estaban bien diferenciadas de este
tipo de prácticas, siendo que eran m antenidas al m odo de lo que se
llam a la sexualidad norm al."
Com enta Claudio Godoy en la revista Ancla, que es donde salió
publicado el caso: "D estacam os tam bién el m odo enigm ático en que
las prácticas perversas cesan, a la vez que se disipa la fantasm ática
que las acom pañaba m ientras el sujeto iniciaba una vida conform is
ta, de apacible jubilado inserto en el seno de una familia adoptiva.
Solo destina las m arcas en su cuerpo en un particular exhibicionismo
a la m irada ocasional de los m édicos y al testim onio que le dirige a
D em usán", y culm ina diciendo: "C om o el trabajo de M aleval lo des
taca, estos casos dem uestran no ser tan aislados. N o obstante - y aquí
y perversidades
l o r ia k sm a n
Si el rasgo de perversión no hay que entenderlo en el sentido no de
reducirlo, es decir de que es lo mismo, porque en ese sentido estoy
con lo que decís vos Néstor, no es lo mismo. La noción del diagnós
tico diferencial es válida siempre. O se es neurótico o se es psicótico,
¿y el perverso?, dem ostrám elo clínicamente.
P or eso, el punto está en que nosotros nos dirigim os fuertem ente
a la cuestión clínica y sobre todo, situam os que el tem a del rasgo de
perversión es que el sujeto tiene que dar testim onio, no es algo que
se dice. Es lo que se hace con eso.
Entonces, ahí es donde uno va a decir hay un tal rasgo de perver
sión.
Por otra parte, m e parece que, aún hablando de suplencias, no se
trata de barrer con las diferencias neurosis-psicosis, se trata de cóm o
se piensa la diferencia -e n este trabajo por lo m enos lo intentam os
tran sm itir- del rasgo de perversión en cada una com o diferencia.
I n t e g r a n t e s : S il v ia F is c h m a n , S il v in a L a u r a G a r r e t a ,
A d r ia n a L a f o g i a n n is , A n a L ia M a y o , A d r ia n a P a g e ,
E l e o n o r a S p in o s o , A m a l ia R a c c ia t i , X im e n a U r iz
C o o r d in a c ió n : A d r ia n a L u k a
paciente cuenta que "N . decide irse a la casa de su herm ana con los
hijos", y a partir de ahí decae su presencia física y su desem peño
laboral.
Relata que ahora que su mujer se fue con sus hijos se angustia
mucho, y dice: "M e masturbo en forma incontrolable, no puedo
y
parar, voy a jugar al bingo y gasto todo lo que gano, y ella se enoja
psicoanálisis
lar una foto de una mujer muy linda que estaba en una pose para "i
5
tener relaciones sexuales con un caballo. Dice: "Eso m e disparó, me
hizo acordar a m is tiempos cuando yo tenía la yegüita petiza, y me
desesperé, yo m e doy cuenta de que mi problem a es sexual".
En otra entrevista agrega: " Yo me doy cuenta que algo le pasa a
la doctora (psiquiatra), ella se pone nerviosa cuando em piezo a
h a b la r"... La analista interviene: "H ay que ver qué dice usted cuan
do habla".
"Yo soy m uy morboso, ella me pregunta cóm o ando con mi mujer,
le cuento que nos peleam os y que después term inam os en una rela
ción sexual, la veo que se pone incóm oda, yo no sé porqué".
La psiquiatra que lo atiende (la doctora a la que él se refiere) cam
bia la m edicación. Le indica Valcote y Clonazepan. El paciente se
niega a tom arla, m otivo por el cual la doctora decide no atenderlo
m ás.
Trae este episodio com entando que va a volver al hospital donde
ya había sido atendido, pero no sabe cóm o hacer porque el psiquia
tra es hom osexual, "lo que pasa es que soy m uy m orboso y em piezo
a pensar, que puedo ser hom osexual, y lo que haría". Intervención:
"P ero usted no va a ver al hombre, va a ver al m édico", y responde
"Claro, claro, yo voy a continuar con usted".
La analista le dice que si la doctora no lo atiende, ella tam poco
podrá hacerlo. A nte la intervención de la analista el paciente respon
de, "usted sí que m e sabe llevar".
El tratam iento queda interrum pido desde la institución, debido a
que no es posible continuar con este tratam iento sin la atención de la
psiquiatra. El paciente insiste en el pedido de un nuevo tu m o , que le
es denenegado.
Comentario
P siquiatría
\ y psicoanálisis
2
R a f a e l S k ia d a re s s is
no.
Esta expresión también se utiliza para designar cuadros neuróti
cos que no presentan síntomas, sino, dificultades repetidas o cons
tantes en relación con el ambiente. W. Reich también aportó al tem a
con la "coraza caracterial" conjugando la relación con los objetos, la
2
patológicas.
En relación al psicoanálisis J. Lacan ha desaconsejado el trata
miento del canalla; pero no obstante es un campo donde las ofertas
del capitalism o genera y, a veces, fomenta formas psicopáticas de
vida sobre las que el psicoanálisis junto a los otros recursos terapéu
y psicoanálisis
p or ejemplo.
También se utilizan antipsicóticos para el tratam iento de la im pul
sividad, con resultado dispar.
___ Lam ento no haber traído ninguna buena noticia. Sin em bargo,
163 acabo de recordar algo que no quisiera omitir. Rafael decía -l o cual
es estrictam ente cie rto - que el diagnóstico de psicopatía proviene
originalmente de la literatura alemana. Esto es m uy interesante
d e s d e el punto de vista socioantropológico por varios m otivos. Uno
hasta podría hacer una conexión entre esta clasificación con tufillo
racista y lo que pasó en A lem ania poco tiempo después. Pero tam
bién sirve para orientarse dentro de la fauna en la que todos nos
movemos. Escuché a residentes de psiquiatría de un hospital en el
que trabajan los especialistas en Leonhard, Kleist y Wernicke decir
"nosotros vem os psicópatas todos los días", y a otros de un hospital
cercano sorprenderse por no verlos nunca. Esto es interesante para
ver cóm o la teoría determ ina la m irada clínica. N o todo paciente
agresivo, im pulsivo, violento, m aleducado, enojado, es un paciente
psicópata. Yo m ás bien diría que para contextuarlo en el m edio nues
tro, un paciente que va al hospital público a las siete de la m añana y
que es atendido a las once y m edia durante cuatro m inutos, y no
rompe una puerta con la m ano, ahí estaríam os hablando de la otra
parte del problem a social que es el control social de la agresividad de
los pacientes que no tienen m ás remedio que atenderse en el hospital
público. N o siem pre una persona enojada es un psicópata y m enos
en una guardia.
A s í q u e a v e c e s u n o sa b e , s e g ú n d e q u é h o s p ita l v ie n e n , d o n d e
p u e d e lle g a r a e s ta r el s e s g o d ia g n ó s tic o .
sus hijas él es capaz de ser padre, m adre, tío. Com enta que una de sus
hijas, de dieciséis años, dijo que creía que él era capaz de curarse
hasta del cáncer. Esto m e lo cuenta com o ejemplo de la im agen que
él les da a sus hijas. "Q ue todo lo puedo, hasta curarm e de un cán-
154 cer". Se describe com o un padre dador, com prensivo, amable, atento.
"Un padre p ara sus hijas", digo. Cuenta, entonces, todo lo sufrido
d esp u és de separado, m om ento en el cual pierde todo y vuelve a
habitar un cuarto derruido en la casa de sus padres.
Ahí em pezaron los robos. Prim ero fueron pequeños objetos, des
pués fueron objetos de valor: "Yo ganaba bien y gastaba todo lo que
ganaba. Lo que no alcanzaba a pagar o era m uy caro, lo robaba. Iba
a una galería, por ejemplo, y estudiaba cóm o y cuándo iba a hacerlo.
Después de haber logrado el hecho, la insatisfacción, sensación que
desaparecía con el próxim o plan. Hasta que m e pescaron robando
dos camisas. Tengo una probation, tengo que asesorar com o abogado
en una iglesia. Yo no soy un tipo bueno, pero 'soy un buen tipo', agre
ga, y decido cortar ahí la entrevista. Prim era escansión que pude
hacer.
De las relaciones con mujeres dice ser m uy seductor, "pero en m í
siempre funcionaba lo otro, el deseo por un hom bre". Le pregunto
entonces por sus relaciones antes de los diecisiete años y habla de J.,
un hombre que de niño lo sentaba sobre sus rodillas y tenía con él
cierto juego am oroso aunque no recuerda penetración. J. era para él
una figura afectiva fuerte. Después, otro J., un m uchacho vecino m ás
grande que él desde los siete u ocho años hasta los diecisiete, y dice
no haber sentido eso nunca m ás. Pregunto sobre eso y aclara: "que el
sexo lo cubra todo".
Es en la casa de su abuela que se inicia como hom osexual. N unca
habló de su inicio sexual en la infancia com o abusado por el otro.
Siempre en prim era persona dice: "Yo em pecé con las relaciones
hom osexuales a los siete años". El sospecha que su padre era hom o
sexual y esto lo basa en la idea de que su m adre no era una mujer
satisfecha, no hay otros datos al respecto salvo un dicho del padre
sobre él: "A este no le gustan las chicas".
En relación a la transferencia, en un prim er m om ento, m e pareció
que quería asustarm e am enazando con suicidarse.
P siquiatría
de fam iliarizar el trato, quería que el trato fuera m enos formal, pro
pone el tuteo - a lo que m e n eg u é- así com o a responder algunas pre
guntas sobre mi subjetividad que dejé caer sin contestar.
Deja entonces su relación tanto con su pareja hom o com o con su
pareja heterosexual. Viene regular y puntualm ente a las entrevistas,
que em pieza a llam ar "m i análisis".
2
A la tercera vez que nom bra así esas entrevistas decido aclarar lo
S
institucional de ese tratamiento, haciendo referencia en el m arco de
una prepaga, que sí tenían orientación psicoanalítica, pero que un
análisis era otra cosa. "Entre otras cosas el pago", respondo.
A la próxim a sesión falta sin aviso, y a la próxim a vez le pregun
to qué pasó y él me dice que no me preocupe, que m e lo v a a pagar.
Le digo entonces que no todo es dinero, que se trata tam bién de otra
cosa. Me dice que había pensado en dejar de venir y que yo tendría
que ser m osca para verlo. Le digo que com o no puedo ser m osca
entonces m e cuente lo que yo tendría que ver. Se siente un exitoso
total, que eso lo hace sentir m uy bien, y m e aclara que él se puede
relacionar con el otro solo de dos m aneras: "O quererm e m ucho o
sufrir por m í". Su problema es que no puede ser el m ejor pero tam
poco puede dejar de serlo, agrega, y cuenta lo que yo entiendo es su
verdad: "A veces m e resulta difícil seguir". Le m arco esa frase y él
agrega: "N unca m ás pude sentir eso que yo sentía cuando tenía sexo
de chico". Que "el sexo tapa todo hasta llegar a la inconsciencia", y
agrega, "si yo no tengo éxito no m e quiero". Recorto sus dos frases:
"A v e ce s me resulta difícil seguir" y "si no tengo éxito no m e quiero",
y lo invito a seguir para tratar eso que aparece en esas frases. Que si
él está dispuesto yo lo espero el lunes en su horario de siem pre. Al
irse, y nuevam ente en chiste me llam a "tortu rad ora".
Al próxim o lunes su secretaria m e avisa que se había ido de viaje.
U n lunes después, dos mensajes en el contestador. E n el prim ero
m e dice que había decidido no seguir con el análisis y un segundo
mensaje en el que m e aclara, de m uy buen hum or: "sig o pensando
que soy el único, mi nombre e s ..." . Y allí me aclara quien es.
Psicopatías
Conversación
S a n t i a g o L e v ín : Com o com entario farm acológico m e parece que
este es un excelente ejemplo de lo poco que puede servir una inter
vención farm acológica. El cambio de un ansiolítico por el otro está
perfecto, es de buena práctica, porque el alprazolam se presta m ás al
consumo excesivo y al abuso. Yo pongo en duda que el paciente lo
haya aceptado, de hecho venía tom ando sin prescripción m édica el
alprazolam, y tam bién queda bastante claro que el com entario de
ideas suicidas era un com entario psicopático y no una confesión
desde una posición depresiva auténtica, con lo cual me parece exce
lente lo que la terapeuta le devuelve: "A lguna gente se suicida", lo
cual es estrictam ente cierto y enseguida eso se da vuelta. A hí hubie
ra sido la ocasión de una intervención fallida. Era una tram pita m ás
de todas las tram pitas que hay en el caso. Es com o cam inar por un
terreno m inado: donde uno le da la m ano al síntoma, estalla.
Este es un paciente con el que yo no hubiera hecho ninguna cosa
distinta farm acológicam ente hablando, ni una sola, porque no hay
ninguna otra cosa para hacer.
palabra todo. El todo puede querer decir m uchas cosas. Vos le abrís
el juego y comienza.
Y m e parece que efectivamente algo del todo bacilo en esa inter
vención que decía Néstor, cuando vos le decís "esto es u n a p rep aga,
170 esto no es todo -u s á s ese significante- hay que p a g a r". "N o es tod o"
puede sonar de mil m aneras. Cuando él viene a tratar el todo, decir
le "no es to d o ".
Estos son los problem as que también tenemos los analistas cuan
do trabajamos ligados a ciertos dispositivos institucionales. Mi pre
gunta con relación a esta última intervención era, ¿cóm o pensás tu
inclusión en un dispositivo de prepago? ¿Cuando estam os ejerciendo
bajo ese p aragu as no estam os haciendo análisis? ¿Cóm o te ubicás
ahí?
M a r ía M a rta S c o r tic a tti : Ahí tiene que pagar con todo, y enton
ces no lo tolera. Es ahí donde él me pone en el lugar del Otro que
goza, y p or eso me nom bra 'torturadora', no me pone en cualquier
otro lugar. C uando m e nom bra torturadora le pone un goce a mi
P s ic o p a t ía s
N ésto r Y ella ti
Lo "antisocial"
ción con o sin hiperactividad, vemos que está ubicado haciendo serie
con el TOP (Trastorno de oposición con provocación) y el trastorno
disocial del niño. No se me ocurre sufrir ni hacer sufrir con la lectura
del DSM en este momento, basta con recordar que el problema del
niño con déficit de atención es que no presta atención suficiente, que
no mantiene la atención, que no escucha cuando se le habla, que no
2
sigue las instrucciones, que se distrae, que no hace los deberes, que no
»
llega a tiempo, que se retrasa, etc.; y cuando es hiperactivo porque no
se queda en el lugar en el que debe estar. Sin entrar en m ás detalles. El
que se opone, es el Trastorno Negativista Desafiante, discute con adul
tos, desafía a los adultos, rehúsa cumplir sus demandas, acusa a otros
d e sus errores, es colérico y resentido, es rencoroso, es vengativo. Es lo
que podríam os llamar un "pichón de psicópata".
Si bien el disocial continúa la serie, evidentem ente un límite es
atravesado en tanto pasa al acto de m anera violenta, la palabra deja
de ser barrera y m ediación, hay agresión a personas y animales, des
trucción de la propiedad, fraudulencia o robo, violaciones grav.es de
norm as, ataques al otro, a la propiedad del otro, al cuerpo del otro.
Me parece que toda esta descripción del DSM, se podría reducir
perfectam ente a lo que podríam os llam ar las patologías del lazo al
Otro; agreguen al Otro social, que es una m anera de referim os al
Otro ya no limitado a la m adre com o gran Otro.
En todos estos casos hay una patología, una confrontación del
sujeto con el Otro, pero obviamente las manifestaciones no son las
m ism as. La m ás benigna es no atender, distraerse, no concentrarse o
ponerse hiperactivo y bastante molesto. Pero hay otros que se con
frontan de m anera m ucho m ás directa, no se trata de no atender ni de
ponerse inquieto: dicen no, dicen que no lo van a hacer, enfrentan y
se oponen al Otro. El llamado disocial directam ente lo ataca, puede
tom ar contacto violento con su cuerpo. Por qué no pensar esta pro
blem ática com o las patologías del lazo al Otro y que son, en definiti
va, distintas m anifestaciones de esa perturbación que tiene cada
quien con la sociedad en la que le ha tocado vivir en las instituciones
por la cuales habitualmente debe circular, y que en el caso del niño
será fundam entalm ente, el colegio.
Desatender, escapar, oponerse, atacar a quien encarne el discurso
del am o en tanto indica lo que se debe hacer para que todo ande.
H ace ya bastantes años los colegas del TyA convocaron a Colette
Soler para hablar de la posición del toxicóm ano, la posición canalla,
la posición cínica, o la posición cínico-canalla del toxicóm ano, y ella
dijo allí algo que me sorprendió: "El toxicóm ano es un objetor de
conciencia al goce universalizado de la civilización".
¿Qué quiere decir esto?, "rehúsa entrar en el goce fálico si se
entiende por este lo que implica la com petición social, no entra en la
carrera, hace huelga del falo". El toxicóm ano com o un sujeto que dice
Psicopatías
Lo canalla
se posiciona com o objeto para hacer surgir en el cam po del Otro al 183
sujeto barrado cuya manifestación más evidente y cierta es la angustia.
En ese sentido, podríam os decir que cuando hablamos de psicó
pata nos referim os un poco al canalla, pero también nos referimos a
lo que llam am os perverso, pero la distinción estructural se puede
hacer y es conveniente hacerla: ¿está en posición de gran Otro o en
posición d e objeto? Eso perm ite ubicar p or decir de alguna m anera el
lado perverso del psicópata o su lado canalla, que son diferentes.
Les voy a leer lo que dice Miller de la posición canalla. Esto se
encuentra en uno de los libros que están dirigidos a la opinión ilus
trada que se llama La ternura de los terroristas, donde tom a una figura
paradigm ática de la época en el comienzo de los ataques suicidas a
los que ahora estam os acostum brados.
Miller dice que "el terrorista es un idealista, es un loco, no un
canalla", y cita a Lacan en su texto "Ciencia y verdad": "D e nuestra
posición de sujetos som os siempre responsables, llamen a eso terro
rismo donde quieran".
C uando Miller define al canalla tom a un ejemplo extrem o, para
digm ático, casi inigualable y del cual podem os aprender en tanto
aprendem os de los paradigm as: Stalin, el gran canalla. "Ningún
escrúpulo, ninguna decencia, sin vacilación, sin falta en ser, el hom
bre de acero, «1 perfecto canalla, intocable, cerrado sobre sí mismo, el
esplendor del canalla, su articular brillo maléfico proviene de que no
posee alteridad. El canalla -a c á introduce una cierta v ariació n - no
acepta al O tro con m ayúscula, él es el Otro con m ayúscula. Él no
tiene Otro con m ayúscula, no acepta a Otro con m ayúscula que no es
m ás que ficción -é l no es ninguna ficción-, ni a los pequeños otros
que no valen nada. N o se trata de narcisismo, porque a N arciso le
hace falta la escena del espectador. Tampoco podem os llam arlo cinis
mo, elevada ascesis espiritual e higiénica... Fue un gran canalla pero
no fue un terrorista, porque el terrorista pone su vida en juego acep
tando perderla por una significante ideal".
Evidentem ente podem os encontrar m uchos m ás canallas que
Stalin, pero para Miller es el paradigm a del canalla. Tenemos el gran
canalla com o tenemos la psicosis extraordinaria, pero también están
los pequeños canallas.
B ib liografía
DSM IV. Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales.
P sicopatí as
N éstor Y e l l a t i : Y o n o p re te n d í d e c ir q u e el p s ic ó p a ta e s tu v ie r a
fu era d e d is c u rs o . E s cie rto lo q u e d e c ís re s p e c to d e la p o s ic ió n iró n i
ca d el e sq u iz o fré n ic o , q u e a v e c e s se triv ia liz a c u a n d o se la p ie n s a e n
térm in o s d e q u e u tiliz a a lg ú n ju e g o d e le n g u a je e m p a r e n ta d o c o n lo
que se lla m a iro n ía , q u e es la iro n ía c u a n d o c o n siste - p r e c i s a m e n t e -
en cie rta u tiliz a c ió n d el le n g u aje, y n o se tra ta d e e so , e s s u p ro p ia
p osición e n ta n to e sq u iz o fré n ic o la q u e iro n iz a , a ta c a el fu n d a m e n to
del la z o so cia l, lo q u e im p lica m a n te n e r s e p o r fu e ra d e lo s d is c u rs o s .
Habría que hacer la diferencia porque com o vos decís el psicópa
ta ataca pero lo hace de otra m anera. N o pretendí decir que el psicó
pata también tuviera una posición irónica. Más bien hay que pensar
lo como posición canalla o cínica. Es decir, lo que siempre se dijo del
psicópata es que pasa al acto, y hay que caracterizar de una m anera
más precisa de qué se trata la actuación psicopática, porque es el
punto en el que, precisamente, nosotros nos quedam os un poco en
ascuas cuando Lacan hace esa caracterización tan precisa del acting
P siquiatría
out, del pasaje al acto y del acto. Allí las personalidades de acción no
quedan incluidas, cualquier estructura puede caracterizarse desde la
perspectiva de si está produciendo un acting o si realizó un pasaje al
acto, pero en el cam po de lo que llam am os la psicopatía uno tiene
que precisar el carácter de lo que es el actuar. La psiquiatría y el psi
y psicoanálisis
E stab a p e n s a n d o m ie n tra s h a b la b a s q u e, ju s ta m e n te , el c a s o q u e
v oy a p re s e n ta r n o e s e s p e c ia lm e n te u n ca s o q u e h a g a h u e lg a d el
falo.
A mí me gustó, antes de em pezar a leer el material, cóm o el depar
tamento difundió el caso vía mail y los afiches porque pusieron: caso
clínico. "U na perversión ordinaria". Y me pareció un concepto inno
vador que habría que investigar pero, en este sentido, lo que sí puedo
adelantarles es que efectivamente no se trata de una perversión
extraordinaria, pero que sí lo podríam os pensar com o perversión
ordinaria.
Otra cuestión antes de la lectura es que no se trata de un caso clí
nico sino de un material clínico, diferencio esto porque acá hay un
tiempo, hay un inicio, hay una trayectoria y hay un cierre de ciclo.
Esto es im portante porque, en todo caso, también me gustaría abrir a
la discusión cuáles fueron las consecuencias de este trayecto para
este sujeto, de este tiempo para este sujeto.
Lo llamé "Giros del goce, un espectador solitario".
P siquiatría
esa sensibilidad. Él cree eso. El se define com o siendo "el que explo
psicoanálisis
ta", muy nervioso, impulsivo, "m e descontrolo". Dice que quiere fre
narse más.
Viene, entonces, por la pareja. Conviven hace cuatro años y llevan
seis meses de casados. Sin em bargo, relata, que es el m om ento de su
vida en el que quiere evaluar lo que le pasa y ahí com ienzan una serie
2
NÉSTOR Y e lla t i : El com entario lo iba a hacer hoy Silvia Vogel pero
no pudo venir por inconvenientes personales, por lo que voy a seguir
en la m esa y a decir un par de cosas respecto del caso.
Me resultó de lo m ás agradable que hayas leído en el anuncio que
nosotros hacem os vía mail y cartel la referencia a tu caso com o pre
gunta, pero en términos de perversión ordinaria, porque en realidad
no es casual. Me gustó, adem ás, porque si el significante tiene efectos
es porque refleja algo de la clínica, refleja algo de la práctica. ¿A qué
apunta eso?, evidentem ente responde al m odelo que viene de la psi
cosis y la caracterización que hace Miller de la psicosis en tanto extra
ordinarias y ordinarias.
Al respecto debo decir que no sabemos m uy bien qué es porque
no logram os ponem os de acuerdo. Cada vez que nos reunim os con
colegas y hablam os de psicosis ordinarias decim os cosas diferentes,
así que no hay m ucho acuerdo al respecto. De todas m aneras hay una
idea que me parece que puede ser verdaderam ente com partida sobre
la psicosis extraordinaria y cuyo paradigm a es Schreber; y esas
pequeñas psicosis que circulan por el m undo inadvertidas com o tales
y que en esa m edida se las llama ordinarias, que surgen en el cam po
de la clínica de m anera sorpresiva y que no im piden esa circulación
por el m undo, aunque con determ inadas restricciones. Me pareció
que en el cam po de la perversión se trata de lo m ismo, porque cuan
do Lacan hizo una teoría de la perversión recurrió a la literatura, a
Sade y su obra, y ese es el perverso extraordinario.
¿Pero cóm o no concebir que están las pequeñas perversiones?,
raiLUKAI JAi
10 I n t e r v e n c ió n : O d e e s ta r c o n s u lta n d o a u n a n a lista .
N ésto r Y Claro, tiene que darse esa condición. Lo cual no
e l l a t i:
deuda, o de padecer con esto de term inar siem pre en los cines p o m o
y achacarse de esto, no jactarse.
I ntervención : A m í m e p a re c e u n a n e u ro sis o b s e s iv a c o n ra s g o s
p e rv erso s, p e ro p a r a c o m e n ta r p o d ría m o s h a c e r d e to d o el c a s o la
elecció n d e o b jeto se x u a l d e u n su jeto q u e q u e d ó s u s p e n d id o p o r a lg o
del o rd e n d e lo tra u m á tic o . Él d e cid e la h e te ro s e x u a lid a d y se c a s a .
D ecisión y a cto , tien e u n a v id a e n d e u d a - " t o d a m i v id a e s u n a
d e u d a " - y d o n d e él trab aja p a ra tra ta r d e cu b rir e s o q u e lo p o n e s ie m
p re e n m e n o s e n re la ció n al v a lo r q u e h a y qu e te n e r p a ra . Y d e sp u é s
de h a b e r p a s a d o p o r el p a d re q u e le su s tra e alg o lo q u e te p re g u n ta es
"¿ q u é se le d ic e a u n a m u je r? " , c o n lo cu al n o sé si h a b ría m o tiv o s p a r a
se g u ir u n tra ta m ie n to , m á s allá d e q u e lo q u e se te rm in a so n lo s tie m
p o d e la o b ra so cial. Me p a re c e q u e e stá te rm in a d o el re c o rrid o .
D r . A l f o n s o C a r o f il e
imprescindible.
§>
Com o vem os la cuestión de las personalidades anorm ales se
rem onta m uy atrás en la historia. Recordem os que el psicoanálisis
puso en cuestión la m ism a noción de personalidad. L acan afirma: "El
sujeto prom ovido por el discurso freudiano, no es ese sujeto unifica
do e integrado de la personalidad: es el sujeto del síntom a, está divi
d id o .... El inconsciente freudiano escapa a este círculo de certeza en
el que el hom bre se reconoce com o y o ".
Sin em bargo ya en 1835, Pritchard, m édico inglés, se ve compeli-
do, a causa de la necesariedad de explicitar ante la ley la conducta de
algunos sujetos que: "E n estas personas los principios m orales y acti
vos de la m ente están fuertemente pervertidos o depravados, el
poder de autogobierno se ha perdido o está en gran m edida deterio
rado, y se advierte que el individuo es incapaz, no de hablar y razo
nar acerca de cualquier tem a que se le proponga, sino de conducirse
con decencia y decoro en los asuntos de la vida". Esta es la definición
de Pritchard, que en realidad no ha cam biado dem asiado.
Tomemos una viñeta clínica actual. Dice un sujeto exam inado en la
admisión del Hospital Borda: -"Yo no le voy a mentir vengo de penal
en penal... hice una caída y zafé una vez m ás... esta vez por robo agra
vado... siempre nos ponem os de acuerdo con el abogado y zafo...".
En la historia clínica hay una larga carrera de prisionizado, desde
adolescente. En una oportunidad estando en admisión se le permitió
salir al parque y regresó al servicio alcoholizado, fumando un "porro"
y vociferante, y hubo que inyectarlo. Fuera de eso su estado mental y
la ausencia de enfermedad psiquiátrica de ingreso determinó que no se
le suministrara ningún plan de medicación. En la actualidad no está
m edicado ni se observan síntomas de productividad psicótica. Según
él: "Está a la espera de que el SEDRONAR le otorgue una vacante".
A quí no solo vem os un trasgresor sino también una trasgresión
legal a la que el Estado le responde. La ley penitenciaria contem pla un
"régim en de progresividad" para el tratam iento de los delincuentes,
pero no contem pla esto para los inimputables. De facto se usa el hos
pital psiquiátrico civil, com o régimen de progresividad para inim pu-
tafcles. La iatrogenia hacia los enfermos mentales internados e iner
m es y hacia el "psicópata" dominado por la defusión pulsional es
doble. Las patologías del acto, las patologías relacionadas con la falta
de control sobre los impulsos parecen extenderse. Junto al acto rápi
do, hábil, sin dudas ni pensamientos, casi autom ático, aparece la falta
g |Psicopatías
El niño disocial
El niño que dorm ía parado
G im e n a B a r a n d e l a
)6 jugar. N o adm ite que los personajes hablen: "N o -d i c e - los autos no
hablan, eso lo dije yo", o "no, es un muñeco, él no lo hizo, esto lo hice
yo". Es imposible poner distancia y arm ar alguna ficción con estos
objetos. Luego, estos objetos pasan a ser m altratados, castigados, y me
impide que intervenga cuidándolos de sus ataques o me engaña para
que yo los entregue a su cuidado y luego los golpea. En ocasiones los
objetos son efectivamente dañados. Ese es el límite que pongo: "Si se
rompe ya no es juego, si nos lastim amos ya no estam os jugando".
Se inicia entonces un período de juegos m ás sostenido. Com ienza
a anticipar el final del encuentro, ya no saca todos los juguetes sino
que elige algunos para jugar ese día.
Diego y su herm ana ven a su m adre en form a irregular. Los abue
los reclam an que ella vaya porque necesitan un descanso. A su vez,
en cada encuentro, verifican que Gabriela -m a m á de los ch ico s- no
sabe, o no quiere, o no puede cuidarlos.
No hay un lugar para Diego. El alojamiento en casa de los abuelos
es siempre transitorio, en el horizonte se vislumbra la posibilidad de
que vuelvan con su m adre y a su vez intuyen que esto no va a ocurrir.
Silvia, especialmente, se queja porque no puede disfrutarlos com o
abuela, y señalo que tam poco se decide a brindar los cuidados m ater
nos.
Diego no dem ostraba ningún interés por actividades gráficas,
pero de a poco com ienza a utilizar la plastilina, m aterial sobre el que
deja distintas m arcas, y luego las tém peras, con las que dejó sus
manos grabadas en una hoja. Escribo su nombre, su edad, la fecha en
que las hicim os y propongo guardarlas. Por prim era vez en el con
sultorio Diego accede a escribir su nom bre.
El tratam iento se torna discontinuo, no lo traen o llegan tarde, y
ya no lo trae su abuelo sino su tía Luciana. Cuando la veo por pri
m era vez le pregunto si es la m am á y responde: "N o, ¡por Dios!".
Diego com ienza a decir algunas cosas sobre su m adre, habla de
ella y de M artín, su novio. Pregunto por su padre y me cuenta que
P siquiatría
que las cosas con él han m ejorado, sin embargo, lo que le preocupa
ahora es la situación de su m adre y su deseo de verla m ás veces por
semana.
Interrogado, en esta prim era entrevista, por lo que hace durante
los viajes de su casa a la casa m aterna -tiene que tom ar tres colecti
y
psicoanálisis
puesto tope a una m irad a obscena que, por otra parte, retiene su inte
rés y le sirve de excusa p a ra no hacer lazo con otros de su edad.
£
A partir de aquí se trabajará con lo poco que él puede decir sobre
lo que ve, y le solicito que dibuje planos del lugar donde su madre
vive. Planos que luego junto y que con él escribo sus referencias. La
prim era casa de su m adre, la segunda, la tercera, el río, el descam pa
do, la zona m ás peligrosa, la parada de colectivo, etc. Paralelamente
expresa un pedido que le hace a su padre y al que éste se niega a
acceder: L. quiere quedarse a dormir allí con su madre. Exijo que dé
sus razones de este pedido y minimizo su explicación de querer que
darse m ás tiem po allí, y concluyo: "m ás no es m ejor". Finalmente
dirá: "Le pido eso porque sé que me va a decir que no".
Estas entrevistas se ven intercaladas por los prim eros relatos tími
dos acerca de fiestas de quince y elecciones de representantes estu
diantiles de la escuela. Finalmente, un episodio escolar confuso con
una preceptora exige que asista al día siguiente con su padre a la
escuela. Lo oculta una serie de días, falta al colegio y se queda duran
te horas jugando en un cyber, y tam poco asiste a su tratam iento. El
padre se entera por un llam ado de la vicerrectora. L. dirá: "A h ora no
puedo salir del cuarto, me parece bien que no m e deje". Sus m enti
ras, sus ocultam ientos, ¿son llamados dirigidos al padre para que
intervenga?
M antengo por prim era vez una entrevista con el padre del joven.
Se trabaja con él la necesidad de que L. asista acom pañado a ver a su
m adre, alguien que vele, aunque m ás no sea, esos traslados. El padre
accede, con gran dificultad, a ir a buscarlo y a h acer juntos el viaje de
vuelta luego de estas visitas.
L. puede, después de esta intervención que pareció aliviarlo,
hablar no solo del tem or al padre, sino de lo que L. enuncia com o su
necesidad de llam ar su atención. Ubica el com ienzo de sus m entiras
y robos en el m om ento del nacimiento de su m edio herm ano, hijo de
su padre y de su nueva pareja. Dice: "M i papá de bebé me m iraba
todo el tiem po".
Al preguntarle cómo es posible llamar la atención de su padre a
través del ocultamiento, dice: "Sí, porque cuando se enteraba era
m ucho peor". Describe que los castigos paternos siempre consistie
ron en el encierro en su cuarto y en un aum ento del control y la vigi
lancia.
D oy por concluido el tratam iento de este joven hacia el final de las
vacaciones de invierno. Sus últimos relatos, si bien algo escuetos,
hacen referencia a salidas con com pañeros de la escuela.
res. En este punto, si uno tiene que sum ar para disocial, robar y m en
tir son cosas que puntúan, pero me parece que el resto de las cosas
graves del trastorno no las tiene.
Se escapó del colegio un par de veces pero no es algo sistemático.
N o parece estar culpando a los dem ás de lo que él hace e incluso,
y psicoanálisis
Comentario
S ilvia B a u d in i : Yo ubico un poco este com entario en el m arco de
un texto de J. Lacan del 22 de octubre de 1967, que son pocos días
después de la "Proposición del 9 de octubre", titulado "A locución
sobre la psicosis del niño", durante una jom ad a sobre ese tem a.
Me interesó este texto prim ero porque es un texto en el que Lacan
hace una interlocución con la psiquiatría, especialm ente con la antip
disocial
llevados al com ité de ética por niños m altratados con juez de por
medio, etc, etc. U n m altrato, por supuesto, realizado, porque no es un
fantasm a de m altrato, es un m altrato realizado. ¿Cóm o hacer enton
ces para que estos niños perm anezcan con su abuela juntos, pero
niño
cierto que Gimena ve a este nene hace dos años y del animalito que
psicoanálisis
trajo la abuela al chico que nos presenta ahora hay una distancia m uy
grande. Se trate o no de una psicosis, la responsabilidad que él va
adquiriendo a lo largo del tratam iento -p o rq u e yo creo que sí hay
una responsabilidad en los niños y él la to m a - es m uy im portante. El
2
P siquiatría
y psicoanálisis
2
IV
Los pacientes judicializados
Personalidad y m arginalidad
A d r ia n a L u k a
robarle)".
El adolescente m arginal estructura su m odo de vida entonces en
espacios sociales desfavorables, con privaciones y pocas posibilida
des de acceder a otra experiencia de vida en m edio de situaciones
familiares conflictivas, de violencia, abuso, etc.
y
El otro punto que me interesa tom ar para los casos llam ados "de
jóvenes delincuentes", es la inimputabilidad, dado que la edad se ha
bajado de 18 a 16 años, y hay un debate entre los constitucionalistas
respecto del tem a frente al empuje social al castigo. A lgunos están de
acuerdo en bajarla y otros consideran que hay que atacar las causas
y
Referencias
Lacan, J.: El sem inario, Libro 20, Aún, Paidós, Bs. As., 1999, pág. 111.
L acan,J.: "Prem isas a todo desarrollo de la crim inología", en: Autres Ecrits,
Seuil, París, 2001.
Psicoanálisis e instituciones carcelarias
J uan Ca r lo s Fern án d ez
n o q u e le in flig ió a s í c o m o d e l s e n tim ie n to p e rm a n e n te d e s e r u s a d o
p a r a fin es e c o n ó m ic o s . 237
En lo que sigue de las entrevistas Patricio deja de quejarse y
dem andar en form a querellante salidas, al tiem po que com ienza a
relatar situaciones de su historia con su padre.
En una de las entrevistas com enta en tono de revelar un secreto,
el intento de violación que sufriera en otra internación, lo que sum a
do a lo anterior configura un cierto encadenam iento de escenas.
Com enta am argam ente el cambio sufrido por su padre a partir de
que éste hubo estado preso, de cómo lo obligó a dejar la escuela e ir
a trabajar m uchas veces sin com er en todo el día, etc.
El aprovecharse del otro y el m altrato en sus diversas form as -q u e
él repite con sus com pañeros- denuncia la identificación, lo que
adm ite alguna vez ante un señalamiento con un silencio que otorga,
pero que no alcanza para cesar de repetir aunque en form a atenuada.
Luego de una salida dispuesta por el juzgado de la cual retorna,
m e aborda en un pasillo, en un estado de visible ansiedad solicitán
dom e urgentem ente hablar, y sin dilación relata ahí m ism o una falla
viril que ocurre ante la situación de encuentro sexual.
Tomando en cuenta que Patricio era un fuerte consum idor de
cocaína y que obviamente sabía de los efectos que esta produce, es
dable suponer que intentó otra cosa, es decir, ir al encuentro sexual
com o alternativa al consumo, priorizando un goce, sexual, sobre el
otro, el del tóxico. Dicho esto, de inmediato m e conm ina a que le
"diga que esto no va a volver a suceder".
De buena m anera trato de indicarle que no puedo asegurarle eso
pero Patricio parece nuevam ente no querer escuchar otra cosa que lo
que solicita, retirándose con m uestras de frustración.
A los pocos días el juzgado lo egresa. Se pudo saber que evalua
ron una m ejora que perm itía su egreso quedando al cuidado m ater
no.
Bibliografía
Lacan, Jacques, El seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs.
As., 1992.
L a c a n , Jacques, El seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Bs. As., 1982.
A u c r e m a n n e , Jean Louis, "L'enfance inadaptée' ce que répondait Auguste
A ichorn", en Les feuillets du Courtil N ° 11 -O c t 1995 - Belgique et Lille.
V i g a n o , Cario, "U ne nouvelle question preliminare: l'exem ple de la toxico-
m anie", en M ental 9, París, 2001.
R u e d a , Félix, "Pathologies du trasfert dans les troubles de la personalité", en
Mental 9, crp. cit.
D avid, Pedro, Sociología criminal juvenil, Depalma, Bs. As., 1968.
B r o u s s e , M arie-H éléne, Los cuatro discursos y el Otro de la modernidad, Letra,
Santiago de Cali, 1999.
Caracteropatías
Las caracteropatías
A d r iá n S c h e in k e s t e l
Seminario 17, a. fines de los años 60, donde Lacan habla de la impo
tencia de la verdad.
Hacer verdad del inconsciente, es solo una parte de la práctica,
que deja un resto sin sentido, o fuera de sentido, que es necesario tra
tar de otra manera. Hacer algo con él, manipularlo, encontrarle un
2
Interpretación
E m ilio V a s c h e t t o y J o r g e Fa r a o n i
libremente sobre esto en grupo; para apoyar a nadie con estas experien
cias hay que entender, aprender y crecer con ellos a su manera. Ver:
www.hearing-voices.org.
4 Cf. B r a c k e n , R, T h o m a s , R, Postpsychiatry, Oxford Medical Publications,
2005 y el artículo de los mismos autores, Postpsychiatry: a neiv direction for
mental health, British Medical Journal, 2001; 322:724-727. Citado por
£ |C
del furor por curar. Cuestión que no es tan fácil de leer en los otros
dispositivos que participan del servicio. J.-A. Miller en La erótica del
tiempo da cuenta de una doble dimensión del tiempo para la constitu
ción del lugar de sujeto supuesto saber. Es desde este lugar desde
donde el analista tradicionalmente opera. La pregunta es si un tera
peuta puede sobrellevar una tarea que de antemano se encuentra tan
y ps i coa ná l i s i s
sino que apunta a lo real. Ver: L acan, J., El seminario, Libro 23, El sintho
me, Paidós, Bs. As., 2007.
§}
LOS AUTORES
JACQUES-ALAIN MILLER. Psicoanalista. Profesor regular de la Univer
sidad de París VIII. Analista Miembro de la Escuela de la Orientación
Lacaniana (EOL). Analista Miembro de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis (AMP). Dicta en París desde el año 1982 el "Curso de la
Orientación Lacaniana" del cual han sido publicados varios volúmenes
(Paidós, Buenos Aires). Autor de numerosos libros y artículos en revistas
nacionales e internacionales.