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Todo lo que hemos visto en el tema I nos comunica la evidencia de que no existe un
único enfoque para el estudio de los fenómenos económicos, sino varios o muchos. Lo
más importante que debe quedar claro es que no hay un único enfoque y, por tanto,
no se puede hablar de una Economía científica única sino de varios enfoques que
aspiran a ser científicos y deben competir entre ellos mediante la demostración de que
tienen más mérito que los contrarios para alcanzar tal título de científico.
Hay autores que piensan que sólo hay una Economía, una manera de ver las cosas
económicas con objetividad, y que todo lo que no esté de acuerdo con esta manera de
ver las cosas no es ciencia, sino ideología o política; esta alternativa no sería un análisis
científico que pueda resultar en aplicaciones prácticas como la política económica, sino
poco más que charlas de café; no sería el producto de economistas científicos sino de
puros charlatanes56. Pero el estudiante atento percibirá que aquí ocurre como con la
TINA, el eslogan “There Is No Alternative” [No hay alternativa] que usan aquellos
estadistas y economistas teóricos y prácticos que aseguran que no existe ninguna
56
Si el economista en cuestión es un profesor, la cosa se agrava. Por eso dice Edgeworth (uno
de los 200) que el profesor universitario “debe enseñar, no predicar”, y “no debe transmitir a
sus alumnos su opinión sobre determinada cuestión candente del momento” (Edgeworth
1926, vol. I, p. 10). Estas dos afirmaciones parecen razonables –aunque es siempre pedagógico
contrastar las enseñanzas teóricas con lo que pasa en la realidad–, pero en relación con lo
primera habría que preguntarse si hay realmente alguien que enseñe sin predicar: por
ejemplo, si quien predica “anticapitalismo”, predica, ¿no ocurre lo mismo con quien predica
“capitalismo”? Lo que le pasa a algunos economistas que se creen los únicos objetivos e
imparciales es lo que advertía el clásico James Steuart (uno de los 200): que “todo autor se
precia de ser imparcial porque no se apercibe de sus cadenas” (Steuart 1767, vol. I, p. IX). A
estos autores habría que recordarles lo que afirmaba con ironía el escritor español José
Bergamín: “Si me hubieran hecho objeto sería objetivo, pero me hicieron sujeto, soy
subjetivo”. Así lo ha reconocido el economista sueco Gunnar Myrdal (uno de los 200), al
afirmar que su antigua “creencia implícita en la existencia de un cuerpo de conocimientos
científicos adquiridos independientemente de todas las valoraciones es, tal como lo veo ahora,
ingenuo empirismo” (Myrdal 1929, p. 9). Por lo demás, las enseñanzas más elementales de la
Economía ortodoxa pueden ser consideradas creencias, o incluso fe, más que ideas. Así se
expresa el economista estadounidense Lester Thurow, al afirmar que “la aceptación del
modelo convencional de la Economía, el de la oferta y la demanda, equivale a creer que la
tierra es plana o que el sol gira alrededor de ella” (Thurow 1983, p. 14). De forma parecida se
pronunciaba Keynes cuando decía de los economistas que “los teóricos clásicos se asemejan a
los geómetras euclidianos en un mundo no euclidiano” (Keynes 1936, p. 26).
24
Pues bien, lo mismo que hay distintos enfoques de política económica, también los hay
en la teoría económica. Uno podría estar tentado de hablar de una Economía
conservadora, liberal, ultraliberal, socialdemócrata, socialista, comunista, populista,
etc57. Pero no debe entenderse que los enfoques de teoría económica sólo se
distinguen por el partido o la ideología que defiende su autor en el terreno político. El
estudiante se tiene que familiarizar desde el principio con los adjetivos que sirven para
orientarse en el complicado mundo de las corrientes, escuelas y autores que debaten y
se critican en el seno del ámbito de la Economía. Habrá tiempo de estudiar la historia
del pensamiento económico (siempre a un nivel básico en este libro), pero no hace
falta explicarlo todo para que el estudiante comience a distinguir entre clásicos y
neoclásicos, keynesianos y monetaristas, fisiócratas y mercantilistas, marxistas e
institucionalistas, neokeynesianos, postkeynesianos, neomarxistas, sraffianos, etc.
57
El francés del siglo XIX Alban de Villeneuve-Bargemont, por ejemplo, es autor de una
Economía política cristiana.
58
Malthus 1820, p. VII: “las diferencias de opinión entre los economistas políticos han sido
frecuentemente tema de lamentación”. William Thompson: “Encontraremos en las escuelas de
economía política tantas sectas como en las escuelas de religión”.
25
teoría laboral del valor como base de la Microeconomía, o ambas cosas a la vez. Y el
economista ortodoxo es el que defiende este sistema económico en la teoría y a la vez
defiende una teoría del valor diferente a la laboral, por ejemplo, la teoría utilitarista
del valor.
Se ve claro que Sampedro identifica la economía ortodoxa, que él llama “oficial”, con
el término Economics, y la heterodoxa con la Economía política, que él llama “nuevo
paradigma de la Economía” o “Economía como ciencia social”. Por eso, reclama una
59
Sampedro 2000, pp. 9, 14.
26
En cuanto a la segunda cuestión que prometimos tratar, ¿debe hablarse, como afirma
Sampedro en otra parte, de dos clases o tipos de economistas, o esto es forzar mucho
las cosas? Sin duda, Sampedro no le daba a esta cuestión una importancia decisiva,
pero creemos que analizar un poco más esta ocurrencia ayuda a desarrollar con
provecho las reflexiones que venimos haciendo.
En algún lugar explicó José Luis Sampedro que en su opinión “hay dos tipos de
economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos
para hacer menos pobres a los pobres”62. Sin embargo, algunos podrían decir que no
se trata de dos conjuntos disjuntos, es decir, que hay en su intersección economistas
60
Marx defiende en El capital una transición “del modo capitalista de producción hacia el
modo de producción asociado” (Marx 1894, p. 568).
61
Chattopadhyay 1974, p. 75.
62
“La vida inesperada de José Luis Sampedro”, reportaje aparecido en El País de 12 de octubre
de 2011, que relataba una conferencia dada por Sampedro el día anterior en la Fundación Juan
March de Madrid. En realidad, conforme a lo que veremos seguidamente, lo que realmente
parece estar pensando Sampedro es en que “hay dos tipos de economistas: los que trabajan
para hacer más ricos a los ricos (prescindiendo de lo que les pase a los pobres) y los que
trabajamos para hacer menos pobres a los pobres (prescindiendo de lo que les pase a los
ricos)”.
27
que quieren hacer más ricos tanto a los ricos como a los pobres: es lo que
responderían los ortodoxos a las palabras de Sampedro, asegurando a continuación
que no hay ningún tipo de sociedad más beneficiosa que la actual (capitalista), pues
esta genera crecimiento económico (¡o decrecimiento a veces!, habría que decir) y es
ese crecimiento lo que permite que todo el mundo se enriquezca a la vez. No se trata
de un juego de suma cero, añadirían, no es cierto que lo que unos ganen
necesariamente lo pierdan otros.
Los ortodoxos que argumentan de esta manera olvidan varias cosas. En primer lugar,
que entre quienes participan de algo bueno que es común, todos podrían salir
ganando si ese algo crece y aumenta de tamaño; puede haber un crecimiento absoluto
para todos los miembros del colectivo (digamos, de la sociedad). Sin embargo, si al
mismo tiempo que el total aumenta, el reparto o la distribución de ese total va
cambiando, normalmente sucederá que la fracción que corresponde a una parte
aumentará mientras que la de la otra parte disminuirá. Es tan sencillo como esto: si el
total es 100 y en ese total participan dos grupos en principio con el 50% cada uno, es
decir, 50 y 50; y si ahora el total sube a 150 y los grupos quedan con 90 y 60, el
porcentaje de cada uno en el nuevo total habrá cambiado a 60% y 40%
respectivamente. Por tanto, el segundo grupo ha mejorado en términos absolutos (ha
pasado de 50 a 60) pero ha empeorado en términos relativos (ha pasado del 50% al
40% del total). Si se interpretan en este sentido las palabras de Sampedro, se puede
concluir que, en efecto, hay dos tipos de economistas: los que quieren que suba la
participación del primer grupo (digamos, los ricos) y los que quieren que suba la
participación del segundo grupo (los pobres). Este sencillo aspecto matemático de la
cuestión habrá que tenerlo muy en cuenta en capítulos posteriores de este libro, y el
estudiante hará bien en aprenderlo desde ahora mismo.
Ahora bien, una vez aclarado lo anterior podemos replantear la cuestión original: entre
los economistas ortodoxos defensores de los ricos, los hay que quieren enriquecerlos a
costa de los pobres (es decir, que quieren que su parte en la riqueza social pase
sucesivamente de, por ejemplo, un 50% a un 51%, 53%, etc.) y los que quieren
enriquecerlos sólo en términos absolutos pero advirtiendo al mismo tiempo que es
aconsejable –incluso para la supervivencia y bienestar de esos mismos ricos– que la
porción de la riqueza de los ricos sea cada vez menor (que pase del 50% al 48%, 47%,
etc.) o como mínimo que no aumente (que se quede en el 50%). En el primer grupo
podríamos incluir a Thomas R. Malthus (1766-1834), uno de los miembros importantes
de la llamada escuela clásica anglosajona; y en el segundo a pensadores tan variados
como Jean-Jacques Rousseau o John Maynard Keynes (1883-1946), ya citados ambos
en este libro, u otros muy en boga en la actualidad, como Thomas Piketty (1971-), Paul
Krugman (1953-) y Joseph Stiglitz63 (1943-), los dos últimos premios Nobel de
Economía.
Pocas dudas puede haber de que Malthus pensaba como se ha dicho si nos atenemos
a las siguientes palabras que escribió:
63
Uno de los 200.
28
En cambio, las ideas de los otros autores citados son muy diferentes. Rousseau, que
sabía perfectamente que “el espíritu universal de las leyes de todos los países es
favorecer siempre al fuerte contra el débil, y al que posee contra el que no tiene
nada”65, reclamaba que se endulzara un poco esta situación, al menos manteniendo la
desigualdad bajo control. Así, como le parecía monstruoso que “un puñado de gentes
rebose de bienes superfluos mientras que la multitud hambrienta carece de lo
imprescindible”66, se manifestaba a favor de reducir la distancia entre ricos y pobres:
Para ello, lo que debía hacer el Estado es establecer un sistema fiscal progresivo y
“prevenir el continuo aumento de la desigualdad de fortunas”, pues “precisamente
porque la fuerza de las cosas tiende siempre a destruir la igualdad, la fuerza de la
legislación debe tender siempre a mantenerla”; sin embargo, nada de ello le impedía
escribir, en su artículo sobre “Economía Política” para la Enciclopedia, que “el derecho
de la propiedad es el más sagrado de todos los derechos de los ciudadanos”.68
64
Citado en Keynes, 1972, p. 99. Véase también Gómez Camacho 1998, p. 136.
65
Emilio 1762, recogido en Soboul 1974, p. 183.
66
Rousseau, 1755, en Soboul 1974, p. 182.
67
Contrato Social, en Soboul 1974, p. 183. Esto también está en Eden, quien aseguraba que “lo
que conviene a los pobres no es una situación abyecta o servil, sino una relación de
dependencia aliviada y liberal” (Eden 1797, pp. 763-764).
68
En Soboul 1974, p. 185.
29
Pero, volviendo a Sampedro, ¿qué más se puede decir de las dos clases o tipos de
economistas? Empecemos diciendo que aunque Sampedro no está pensando en este
pasaje en las clases sociales –sólo habla de ricos y pobres–, podemos introducir sin
problemas algunos elementos de este análisis de clase, sin necesidad de entrar ahora
en un análisis más complejo. Si identificamos ricos con clase capitalista, y pobres con
clase trabajadora, los dos tipos de economistas según Sampedro pueden convertirse
en aquellos que trabajan para que los capitalistas sean cada vez más ricos y los que
trabajan para que los trabajadores sean cada vez menos pobres. Lo que hemos
discutido después se transforma en una polémica sobre si conviene o no, y depende de
para quién, que unos u otros ganen/pierdan participación en el producto social (o
renta nacional). Es decir, ante la pregunta de qué es preferible: que los salarios
aumenten su participación en la renta nacional (a costa de los beneficios) o que la
pierdan y sean los beneficios los que ganen, las respuestas posibles son sólo dos
(aparte de quienes prefieren que la participación no cambie).
Otros economistas, por ejemplo marxistas y anarquistas, podrían decir que lo más
importante es acabar con el sistema de trabajo asalariado en sí, ya que es este el
origen de todos los males que padecen los trabajadores, frente a los cuales el hecho de
que los salarios suban o bajen parece de una importancia menor. Lo podrían decir y de
hecho lo dicen. Para Marx, este problema está ligado a lo que él llamó la
“depauperación relativa de los trabajadores” (que estudiaremos en el tema 10, no
aquí), pero insistía en que lo que había que hacer era transformar el capitalismo en
otra cosa, es decir, acabar con las clases capitalista y asalariada a la vez y de una vez
por todas. Era lo que ya desde el Manifiesto comunista se llamaba la abolición o
69
Skidelsky 1986, p. 83.
70
Keynes, 1936, p. 329. En realidad, el ya citado Alfred Marshall, pionero de la Economics,
anticipó muchos de los planteamientos de Keynes, pues “participaba de la preocupación
sentida por un amplio sector de las clases medias británicas del fin de siglo por lo que se
denominaba ‘la cuestión social’” y favorecía ciertas “políticas redistributivas” al igual que
muchos “liberales reformistas de la época”, confiando en que “las reformas ahuyentarían las
amenazas revolucionarias y moderarían el movimiento sindical” (Rojo 1984, p. 53).
71
Skidelsky 1986, p. 76.
30
“supresión de las clases”72. Y por esta razón, criticaba Marx a Bakunin, quien defendía,
como objetivo de su visión de la transformación social, la “igualación de las clases”.
Marx argumentaba que si se puede proponer igualar a las clases es porque se supone
que esas clases siguen existiendo (sólo que más igualadas), lo cual para él era un error,
ya que de lo que se trataba era de abolirlas. Esto es lo que plantean las siguientes
palabras de una carta de Marx a Engels (su amigo y compañero en la práctica y la
teoría, y, podríamos decir, el “primer marxista”, como lo ha llamado Rubel):
Otro punto importante de esta cuestión es la crítica de Marx al clásico John Stuart Mill
(en cierto sentido, un socialista, pero un socialista para quien “lo que debe procurarse
no es la subversión del sistema de la propiedad individual, sino su mejora”74) en el
análisis de la distribución en el seno del capitalismo. Para Marx,
“el socialismo vulgar (y por intermedio suyo, una parte de la democracia) ha
aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución
como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el
socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la
distribución.”75
72
“Si el proletariado, en su lucha con la burguesía, se une necesariamente como clase, se hace
clase dominante por medio de una revolución y suprime por la fuerza, como clase dominante,
las viejas relaciones de producción, suprime, con esas relaciones de producción, las
condiciones de existencia de los antagonismos de clase, suprime las clases como tales y, con
ello, su propio dominio en cuanto clase” (Marx y Engels 1848, p. 79).
73
Carta de Marx a Engels de 5-3-1869, incluida en Adoratski 1934, pp. 216-217.
74
Mill 1848, p. 842.
75
Marx 1875, p. 25.
31
Una cuestión omnipresente al respecto son las críticas al uso y/o abuso de las
matemáticas en Economía, críticas bien planteadas por los estudiantes franceses del
movimiento post-autista (vid. infra, epígrafe 2.4):
Donald McCloskey plantea bien el problema cuando lo hace pensando en primer lugar
en el alumnado:
Y algo parecido ocurre con el premio Nobel Herbert Simon78, para quien los manuales
de microeconomía son “un escándalo”, pues “someter a jóvenes influenciables a este
ejercicio escolástico, como si dijera algo sobre el mundo real, es un escándalo”79. Y
escándalo es también lo que traducen las siguientes palabras de Joan Robinson:
76
En la “Carta abierta de los estudiantes de economía a los profesores y responsables de la
enseñanza de esta disciplina” a la que nos referiremos más adelante.
77
McCloskey 1985, p. 6.
78
Uno de los 200.
79
Citado en Barceló 1992, p. 78.
80
Uno de los 200.
81
Leontief 1954, p. 54.
32
Por su parte, Leontief ha abundado en esta cuestión de las matemáticas. Así, escribe:
Y más adelante:
Y es que
Por su parte, Josef Steindl afirma de la Economía matemática que “en vez de ser un
instrumento del economista, ha desarrollado una vida propia”, razón por la cual se
hace necesario advertir sobre la “esterilidad de unas matemáticas separadas de la
ciencia y concentrada en sus propios problemas”88. Pero Steindl sí relaciona esta
cuestión con la cuestión de los enfoques de la Economía, al afirmar que la primera
condición para superar la “esterilidad de la economía actual” es volver a la tradición de
los clásicos (…)”89. Por eso, asegura que el neoclasicismo es “pura apologética”
desarrollada con el propósito de “eliminar a la historia y a la sociedad del objeto de la
economía, y reducir este a un ejercicio matemático: un problema de optimización”90.
Krugman se une así, dice Geoffrey Hodgson, a “una línea de Premios Nobel entre los
que se cuentan Ronald Coase92, Wassily Leontief y Milton Friedman93, que han
argumentado que la economía se ha convertido en gran medida en una rama de las
matemáticas aplicadas, con un escaso contacto con el mundo real”94. Y el propio
Hodgson se suma a la protesta al afirmar que “las matemáticas son muy importantes y
útiles, pero deben ser un sirviente de la economía, y no su amo”95.
86
Leontief 1971, pp. 1-2.
87
Thurow 1983, p. 16.
88
Steindl 1984, pp. 41-42.
89
Steindl 1984, p. 47.
90
Steindl 1984, pp. 37-38.
91
Artículo en el New York Times, 2-9-2009, citado en Geoffrey M. Hodgson 2009: “La crisis
financiera: cómo se extraviaron los economistas”.
92
Uno de los 200.
93
Uno de los 200.
94
Hodgson 2009.
95
Hodgson 2009.
34
Por otra parte, muchos economistas de la escuela austriaca –opuesta al abuso de las
matemáticas desde la época de su fundador, Carl Menger– siguen a Mises al
considerar que el método matemático es un “método enteramente viciado que
comienza con supuestos falsos y lleva a inferencias falaces”96. Y otros autores afirman
que las matemáticas en sí no son “neoclásicas” (o cualquier otro adjetivo de este tipo).
Esto es lo que afirma Hicks al señalar que “el ‘margen’ no es más que una expresión de
la regla matemática de maximización (o minimización); cualquier tipo de economía es
marginalista cuando se refiere a la maximización”; por ese prefiere llamar a los
marginalistas “catalácticos”97.
2.4 Economía y mundo real (postautistas)
96
Mises 1949, p. 350.
97
Hicks 1976, p. 212. Sin embargo, otros muchos autores piensan que sí hay que usar
calificativos para las matemáticas; por ejemplo, el sociólogo Pierre Bourdieu las considera
neoliberales y conservadoras: “Hoy, quieren hacernos creer que es el mundo económico y social
el que se pone en ecuaciones. Es armándose de matemática (y de poder mediático) como el
neoliberalismo se ha convertido en la forma suprema de la sociodicea conservadora (…)”
(Bourdieu 1998, p. 41). Por eso critica “los modelos matemáticos que inspiran la política del FMI
o del Banco mundial, el de las Law firms, grandes multinacionales jurídicas (…)” (Bourdieu 1998,
p. 25).
35
Lo cierto es que a finales de junio de 2000 el diario Le Monde publicó un reportaje sobre
el movimiento y preguntó su opinión al respecto a famosos economistas. Tras un
Congreso de profesores y estudiantes en París en diciembre, nada menos que el premio
Nobel Robert Solow99, autor del modelo de crecimiento que se ha convertido en materia
básica en los cursos de teoría macroeconómica, escribió una respuesta a las peticiones
originales que publicó en Le Monde del 3 de enero de 2001100. A partir de ahí, el
movimiento no ha dejado de crecer, dando lugar, entre otras iniciativas, a una revista
que se llamó primero The Post-Autistic Economic Review y siguió publicándose luego con
el nombre de Real-World Economics Review hasta la actualidad. En el recuadro 2.1 se
recogen los documentos originales de los estudiantes franceses e ingleses.
RECUADRO 2.1
I CARTA ABIERTA DE LOS ESTUDIANTES FRANCESES
1) ¡Salgamos de los mundos imaginarios!
2) ¡No al uso incontrolado de las matemáticas!
3) ¡Por un enfoque plural en economía!
4) Llamada a los enseñantes: ¡despiértense antes de que sea demasiado tarde!
Carta abierta de los estudiantes de economía a los profesores y responsables de la
enseñanza de esta disciplina
Nosotros, estudiantes de economía en las universidades y grandes escuelas francesas, nos
98
David Laibman, Nota editorial del nº de otoño de 2001 de Science and Society. Puede verse
una versión reducida de esta Nota en Laibman 2002.
99
Uno de los 200.
100
Véase Solow 2001.
36
abierta)
Como estudiantes de la Universidad de Cambridge, deseamos alentar un debate sobre la
economía contemporánea. Exponemos a continuación lo que nos parece que caracteriza a la
economía actual, lo que creemos que necesita ser debatido y por qué:
Tal y como se practica en su enseñanza e investigación, creemos que la economía está
monopolizada por un único enfoque en la explicación y análisis de los fenómenos
económicos. En el centro del mismo se encuentra el compromiso con los modos formales de
razonamiento que hay que emplear para que la investigación se considere válida. No es
difícil probar esto. Los contenidos de las principales revistas de la disciplina, de sus
facultades y de sus cursos apuntan todos en esa misma dirección.
En nuestra opinión, es discutible la aplicación general de este enfoque formal para entender
los fenómenos económicos. Éste es el debate que tiene que producirse. ¿Cuándo son esos
métodos formales la mejor manera de generar buenas explicaciones? ¿Qué es lo que hace
que estos métodos sean útiles, y por tanto cuáles son sus limitaciones? ¿Qué otros métodos
pueden usarse en economía? Este debate tiene que producirse dentro de la economía y
entre economistas, más que en los márgenes de la disciplina o fuera de ella.
Proponemos en particular lo siguiente:
1) Que los fundamentos del enfoque dominante sean debatidos abiertamente. Esto
exige que las críticas flojas se rechacen con tanta fuerza como las defensas
inadecuadas. Los estudiantes, profesores e investigadores necesitan saber y
reconocer los puntos fuertes y débiles del enfoque dominante en economía.
2) Que los enfoques alternativos para la comprensión de los fenómenos económicos
sean sometidos al mismo grado de debate crítico. Cuando esos enfoques
proporcionen una comprensión significativa de la vida económica, su enseñanza e
investigación debe fomentarse dentro de la economía. En la actualidad esto no
sucede. Los enfoques alternativos desempeñan un papel menor en la economía
actual, sencillamente porque no se ajustan a la opinión dominante de lo que
constituye la economía. Debería estar claro que una situación así se refuerza
automáticamente.
Este debate es importante porque en nuestra opinión el statu quo es perjudicial al menos en
cuatro sentidos. En primer lugar, perjudica a los estudiantes, a los que se les enseñan las
herramientas de la economía dominante pero no su ámbito de aplicación. El origen y
evolución de esas ideas se ignora, así como la existencia y el estatus de las teorías
alternativas. En segundo lugar, perjudica a la sociedad, que debería estar aprovechando lo
que los economistas pueden decirnos acerca del mundo. La economía es una ciencia social
con una enorme relevancia potencial a través de su impacto sobre los debates de política
económica. En su forma actual, su efectividad en este campo está limitado por la aplicación
acrítica de los métodos dominantes. En tercer lugar, se está frenando el progreso hacia un
conocimiento más profundo de muchos aspectos importantes de la vida económica. En
cuarto y último lugar, en la situación actual un economista que no practica la economía en la
forma prescrita encuentra muchas dificultades para que se reconozca su investigación.
El predominio del enfoque dominante crea la convención social en la profesión de que sólo
la producción de cocimiento económico que se ajusta a dicho enfoque puede ser buena
investigación, por lo que todas las demás formas de conocimiento económico simplemente
se rechazan por considerarse pobres o algo ajeno a la economía. Muchos economistas se
tienen por tanto que enfrentar al dilema de usar lo que consideran métodos inapropiados
de enfrentarse a las cuestiones económicas o adoptar los métodos que ellos consideran
mejores para el problema en cuestión sabiendo que su trabajo probablemente no será
38
Cerremos este epígrafe y el tema II con otra reflexión de Laibman, esta vez sobre Marx y
Bakunin (al igual que en el epígrafe 2):
“Dicho todo esto, sigue siendo cierto que la abstracción y la lógica –y por tanto
las matemáticas— son herramientas básicas para una Economía alternativa que
quiera retar y finalmente desplazar a la posición neoclásica. Les recordaría a los
estudiantes y a cuantos sospechan de estos formalismos que fue Bakunin quien
acusó a Marx de autismo teórico. Decía (como cuenta el Karl Marx de John
Lewis): ‘Marx echa a perder a los trabajadores; hace que sólo se preocupen de la
lógica’101. Si Marx tenía razón en esto, y no Bakunin, lo que estaba haciendo era
alertarnos del peligro de establecer una dicotomía entre ‘rojos’ y ‘expertos’.
Quienes tienen un compromiso por el cambio social deben buscar los
fundamentos conceptuales más sólidos y generales, y conocer todo acerca de la
inclinación de las curvas.”102
2.5 Recapitulación
Palabras clave: Ortodoxia, heterodoxia, capitalismo, teoría laboral del valor. Ricos y pobres,
desigualdad. Abolición e igualación de las clases. Matemáticas: uso y abuso. Autismo y
postautismo en Economía.
Muchos autores, como por ejemplo el conocido economista español, luego novelista, José Luis
Sampedro, identifican la Economics con el enfoque ortodoxo de la Economía y creen que la
Economía política es la base del enfoque heterodoxo. En este libro se va a adoptar la posición
de considerar economistas heterodoxos solamente a los economistas que, en su análisis de la
economía, prefieren sustituir el capitalismo por otro sistema alternativo, o bien son partidarios
de la teoría laboral del valor (es decir, de la idea de que los precios mercantiles vienen
determinados por las cantidades de trabajo necesarias para producir las mercancías), o bien
ambas cosas a la vez.
101
En otra versión, la afirmación de Bakunin sería “[Marx] echa a perder a los obreros al querer
convertirlos en razonadores” (en carta a P. Ánnenkov, desde Bruselas, 28-12-1847; recogida en
Enzensberger 1973, p. 75).
102
Laibman 2002.
39
Sampedro sugirió también que existen dos tipos de economistas, los que quieren que los ricos
sean más ricos y los que desean que los pobres sean menos pobres. En este punto, tras
observar que no se trata de dos conjuntos disjuntos, se estudian las diferencias entre quienes
desean lo primero con indiferencia de lo que les pase a los pobres (caso de Malthus, por
ejemplo) y los que, más numerosos, no son partidarios de que la desigualdad supere cierto
máximo (como es el caso de un Rousseau en el siglo XVIII o de un Keynes en el siglo XX). Para
estos últimos, los ricos deben enriquecerse pero sin que los pobres se empobrezcan, lo que es
posible desde un punto de vista pero, desde otro punto de vista, es imposible. Por último, se
ven las diferencias entre un Bakunin partidario de la igualación de las clases y un Marx que
prefiere sustituir ese objetivo por el de abolición o supresión de las clases.
Otro aspecto de la Economía que tiene que ver con su calificación como ortodoxa o
heterodoxa es el del uso y/o abuso de las matemáticas. Sin embargo, aunque muchos críticos
del abuso de las matemáticas pueden considerarse economistas heterodoxos, la verdad es que
también abundan, entre los ortodoxos, las voces disidentes a este respecto, desde los premios
Nobel Milton Friedman, Ronald Coase, Herbert Simon o Paul Krugman a economistas
matemáticos tan importantes como el nobel Wassily Leontief o John von Neumann.
Pero no sólo los grandes economistas. También los estudiantes se han rebelado contra tal
estado de cosas, y por eso surgió en el año 2000 el llamado movimiento post-autista, que
aunque iniciado por estudiantes de tercer ciclo de las universidades francesas e inglesas
(especialmente, de la Sorbona y de Cambridge), fue anticipado por algunas expresiones que
encontró en el campus de Somosaguas David Laibman, el director de la revista estadounidense
Science and Society. Lo que todos estos estudiantes pedían a la Economía era salir del mundo
imaginario y autista de la Economía ortodoxa, para dar entrada a mucha más realidad en la
teoría económica.
2.6 Para seguir leyendo
Para un análisis de las diferencias entre Economía ortodoxa y heterodoxa, una vía es estudiar
materiales de este último enfoque, siempre menos abundantes que los del primer enfoque; puede
verse al respecto la recopilación de Miren Etxezarreta (ed., 2005): Crítica a la economía ortodoxa,
Universidad Autónoma de Barcelona, Servei de publicacions; también el libro de Diego Guerrero
(1997): Historia del pensamiento económico heterodoxo (Madrid: Editorial Trotta); así como otro
casi del mismo título: F. Pérez e I. Jiménez (1977): Teoría económica heterodoxa, Oikos-Tau,
Vilassar de Mar, Barcelona.
Para entender mejor el pensamiento de José Luis Sampedro, pueden verse el artículo y el libro que
se citan: Carlos Berzosa (1987): “La visión heterodoxa de la economía y del sistema capitalista, de
José Luis Sampedro”, en Ciclo de Conferencias en Homenaje al profesor Sampedro, Fundación
Banco Exterior, Madrid, 33-53. Y también: Noelia Fernández Aguado: “La contribución de José
Luis Sampedro al pensamiento económico crítico y heterodoxo”.
En cuanto a las matemáticas, citaremos uno de los primeros libros de Economía matemática, el
importante libro de ese gran economista del siglo XIX que fue Antoine Augustin Cournot103 (1838):
Investigaciones acerca de los principios matemáticos de la teoría de las riquezas, ed. J. C.
Zapatero, Alianza, Madrid, 1969. A continuación, un manual de otro autor francés importante,
este del siglo XX: Maurice Allais (1965): Economía matemática, Aguilar, Madrid. Sobre las críticas
al uso de las matemáticas en Economía nos remitimos al artículo de W. W. Leontief (1954): “Las
matemáticas en la teoría económica”, en Ensayos sobre economía, Barcelona: Planeta-Agostini,
103
Uno de los 200.
40
1986, pp. 39-68. Y, por último, es aconsejable leer las críticas de un matemático a las propias
matemáticas desde este punto de vista: Morris Kline (1980): Matemáticas. La pérdida de la
certidumbre, Madrid: Siglo XXI, 5ª ed. esp., 2000.
En cuanto al post-autismo, citemos que la revista Real-world economics review es la fase actual
(http://www.paecon.net/PAEReview/) de una sucesión que empezó como “post-autistic
economics newsletter” (Nº 1, septiembre de 2000), siguió con “post-autistic economics review”
(desde el nº 10, 2001) y sigue en la actualidad –desde el nº 45 (2008)– como Real-world
economics review.
7 Ejercicios y problemas
1 En relación con la definición de Sampedro de dos tipos de economistas, vimos que Marx
quería la abolición de las clases, mientras que Bakunin habló de la _______________ de las
clases.
2 En relación con la participación de dos partes en el total de algo a dividir, diga qué resultado
se obtiene en cada uno de los siguientes casos:
a) Si 100 se divide a partes iguales entre A y B al principio de un periodo, y al final del
mismo A ha crecido un 30% y B un 50%, ¿cuánto será entonces el total?
b) Si A ha subido un 20% y B ha bajado un 40%, ¿cuánto es el nuevo total? ¿Qué
porcentaje tienen ahora A y B en dicho total?
c) Si A tenía al principio el doble que B, y al final tres veces más, y si el total es ahora 100,
¿qué porcentaje y qué suma absoluta tiene B en el total?
3 Comente la siguiente frase de uno de los 200: “Es una cuestión de gran importancia para la
Economía por qué las predicciones macroeconómicas de los economistas matemáticos han
sido en conjunto menos exitosas que las corazonadas de los no matemáticos” (Boulding 1948,
p. 189).
4 ¿Qué piensa de la siguiente afirmación? “La capacidad para juzgar la relevancia de una teoría
económica y sus conclusiones para el mundo real apenas está asociada con la capacidad para
entender matemáticas avanzadas” (Champernowne 1954, p. 369).
5 Explique si está de acuerdo o no con la siguiente cita: “Sin negar que algunas de las doctrinas
de la Economía política pueden exponerse matemáticamente, y hacerse así más claras para
algunas mentes, mi propia creencia es que este modo de presentar las verdades económicas
puede aplicarse de forma muy limitada” (Cairnes 1872, p. 76).
6 Comente esta frase: “Para mí, nuestra ciencia debe ser matemática, simplemente porque
trata de cantidades” (Jevons 1879, 4ª ed., 1911, p. 3).
7 Escriba un comentario sobre la segunda de las dos notas que caracterizan a la Economía
heterodoxa, y diga cuál es la otra nota que la define según el autor del siguiente párrafo: “Pues
bien, quiéraselo o no, es un hecho que la historia de la heterodoxia en el pensamiento
económico aparece ligada a la teoría del valor basada en el trabajo, o –como se la llamará en el
texto– teoría laboral del valor. Con todos los matices que se quiera hacer, los heterodoxos
siempre han sido conscientes de que, en la relación capitalista, el trabajo siempre lleva la peor
parte, y muchos de ellos interpretan el fenómeno como la explotación del trabajo por el capital.
En cambio, los ortodoxos insisten en que, desde un punto de vista económico, no hay razón
alguna para hablar de la explotación –que ellos siempre conciben en términos distributivos– de
un factor productivo por otro factor, ya que creen que el sistema da a cada factor un equivalente
de lo que éste aporta a la producción.” (Guerrero 1997, p. 14).