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Introducción

La arqueología (del griego «ἀρχαίος» archaios, viejo o antiguo, y «λόγος» logos,


ciencia o estudio) es la ciencia que estudia los cambios físicos que se producen
desde las sociedades antiguas hasta las actuales a través del estudio de restos
materiales distribuidos en el espacio y conservados a través del tiempo.

La arqueología tiene en común con la historia la finalidad de la investigación, es


decir, el conocimiento del pasado del hombre y la reconstrucción de su historia.
Pero se diferencian en el objeto (la fuente) al cual se aplica la investigación:
mientras que la historia analiza los documentos escritos, la arqueología se ocupa
principalmente de los restos materiales. Por lo tanto, la historia y la arqueología
utilizan diferentes sistemas de fuentes (escritas y materiales) y, en consecuencia,
aplican procedimientos e instrumentos de investigación diferentes para obtener
informaciones útiles para la comprensión del pasado (mientras que el arqueólogo
realiza excavaciones en los asentamientos humanos, el historiador ojea antiguos
documentos en los archivos y en las bibliotecas). Si bien en la teoría la distinción
es clara, en la realidad del estudio de las civilizaciones del pasado, se dan con
frecuencia casos de complementariedad y de interdependencia entre los
diferentes sistemas de fuentes: por ejemplo, en el caso de las inscripciones, es
necesario, además del análisis del texto escrito, el examen del soporte material.

El arqueólogo recoge, analiza e interpreta los restos materiales para reconstruir


los antiguos modos de vida de las personas que los han producido y de las
sociedades de las que estas personas formaban parte.

LAS FUENTES DE LA ARQUEOLOGÍA

Una fuente es un documento que da testimonio, directa o indirectamente, de un


contexto, de una realidad o de un evento.

Un historiador estudia las fuentes indirectas, es decir, los textos escritos o los
testimonios iconográficos que cuentan la historia, no directamente, sino a través
de palabras y la visión de un intermediario interpuesto entre nosotros y la
realidad histórica. El arqueólogo, en cambio, para estudiar las sociedades del
pasado, utiliza las fuentes directas: objetos manufacturados y restos producidos
en la relación entre hombre y naturaleza. Estos documentos nos cuentan la
realidad directamente en cuanto ellos mismos son restos tangibles de historia. No
solamente nos referimos a monumentos, estatuas, obras de arte, tesorillos de
monedas y edificios, sino también y especialmente de objetos de uso común; a
este respecto, son muy importantes los más humildes objetos, un fragmento de
sílex o de cerámica, los signos de elaboración dejados sobre el terreno, las basuras
antiguas, los restos orgánicos y ambientales: en definitiva, la totalidad de los
restos dejados por una cultura antigua (a los elementos que hemos citado
podemos añadir incluso los restos de heces humanas, que nos pueden dar una
gran información sobre los hábitos alimenticios, los alimentos disponibles e
incluso las patologías que sufrían las personas que los ingerían ).

EL TRABAJO DEL ARQUEÓLOGO

El arqueólogo, por lo tanto, estudia los restos materiales que las antiguas
civilizaciones han dejado, pero las trazas materiales, a diferencia de las fuentes
escritas, no dicen nada por sí mismas, por lo tanto, corresponde al arqueólogo,
dar un sentido a éstas.

Karnak 2015

Para obtener informaciones es, por lo tanto, necesario, aplicar un método


riguroso de investigación, acercándose lo más posible al método científico. Al
igual que un científico, el arqueólogo recoge datos, realiza experimentos, formula
hipótesis para explicar los datos obtenidos, verifica las hipótesis teniendo en
cuenta todos los datos, construye una interpretación histórica. Para cualquier
paso de la investigación, el arqueólogo aplica un método: para extraer un objeto,
para estudiarlo, para explicarlo y para darle un significado.
El método es un recorrido de análisis basado en procedimientos guiados por el
razonamiento, que permite al arqueólogo responder a las preguntas que se
planteen. El método arqueológico suministra los instrumentos para encontrar
una respuesta a estas preguntas.

El método del reconocimiento topográfico: comprende las técnicas utilizadas


para delimitar y determinar la posición de un sitio arqueológico, sin actuar sobre
el terreno. Se trata de sistemas no invasivos usados para el descubrimiento, la
investigación y la recogida de objetos manufacturados en la superficie, ya sea en
lugares arqueológicos o en terrenos aún por descubrir.

El método de la estratigrafía: es el método con el cual, el arqueólogo aísla y


analiza los restos que en el curso del tiempo se han acumulado en el terreno,
producidos tanto por las acciones humanas (la construcción de una casa, la
excavación de una fosa para los residuos) como de fenómenos naturales (una
inundación, la cueva de un animal, un corrimiento de tierras, etc…). La primera
cosa que hace el arqueólogo es descomponer (a través de la excavación) el
conjunto de estos restos, actuando desde la más reciente a la más antigua; más
adelante, con el estudio y la interpretación se dedica a recomponerlas desde la
más antigua a la más reciente, de manera que reconstruye la historia del sitio
investigado.

El método de la tipología: analiza las producciones manufacturadas en base a su


forma y a su función (objetos de uso cotidiano, decoraciones, etc…) y la sitúa en
una secuencia cronológica relativa, en función de los datos recogidos con la
excavación estratigráfica).

El método de la iconografía y el método estilístico: se refiere al estudio de las


imágenes y al modo en el cual han sido realizadas.

El método de las ciencias naturales: clasifica y estudia los elementos botánicos,


zoológicos, antropológicos y los componentes geológicos de los objetos
manufacturados, estudiando un amplio abanico que va desde la cerámica a las
piedras de construcción.

El método arqueo-métrico: comprende los análisis químicos y físicos sobre los


objetos y con los datos bio-arqueológicos determina la composición de la materia
con la que han sido producidos, la proveniencia y la cronología.
COMO SE DATA UN HALLAZGO O UN SITIO ARQUEOLÓGICO

Para el arqueólogo es fundamental datar tanto objetos como sitios arqueológicos,


ya que el fin último de su trabajo es reconstruir la historia y comprender cuando
y como se ha producido un determinado evento.

Es importante, ante todo, distinguir entre dos tipos de datación: la datación


relativa y la datación absoluta.

La datación relativa establece una relación cronológica de anterioridad o


posterioridad entre dos o más piezas, estratos, depósitos, etc… Distingue lo que
viene antes y lo que viene después, pero sin establecer necesariamente cuándo;
en qué momento preciso.

La datación relativa se obtiene a través del método estratigráfico, con el método


tipológico o con el uso combinado de los dos sistemas y la integración de los
mismos.

El método estratigráfico permite reconstruir la cronología relativa de un sitio


arqueológico. La estratigrafía se basa en el principio de que el estrato que está
más bajo es más antiguo del que está encima: la sucesión de los estratos, por lo
tanto, puede suministrar una secuencia cronológica relativa, desde el más
antiguo (el estrato que está más abajo) al más reciente (el estrato que está más
arriba).

El método crono-tipológico aplicado a una determinada categoría de objeto,


ordenando todos los objetos que forman parte de una determinada secuencia
cronológica, agrupados por tipos. Los tipos son: el conjunto de objetos
caracterizados por un alto número de particularidades comunes. Un objeto, por
ejemplo, un recipiente de terracota, puede ser clasificado en base a unas
características (forma del borde, forma del pie, técnica de elaboración,
dimensiones, decoraciones, funciones, etc…); será, por lo tanto, el arqueólogo el
que deba elegir los aspectos más significativos en base a los cuales definir un tipo.

Una vez determinados los tipos, éstos son sistematizados dentro de secuencias
cronológicas relativas (el tipo A, ha sido producido antes del tipo B; el tipo C es
una evolución del tipo B) a los cuales, si es posible, se intenta relacionar con
elementos de cronología absoluta (por ejemplo; el tipo A ha sido producido desde
el Siglo I al II, d.C, ya que se encuentra constantemente en el interior de tumbas
realizadas en este periodo). La organización de los tipos en secuencias
cronológicas, se basa en dos conceptos fundamentales: el primero presupone que
los objetos producidos en un determinado periodo y en un determinado lugar
tengan un estilo y un aspecto característicos que los relaciona, el segundo, que
los cambios de tipo estilístico sean graduales y sigan una línea evolutiva.

La seriación es la organización de los objetos según un orden ``de serie´´. El


método crono-tipológico, en este caso no se aplica a un solo objeto, sino más bien
a asociaciones de objetos, es decir, a contextos (en particular a las necrópolis); lo
que se obtiene, por lo tanto, es una secuencia cronológica de asociación de los
hallazgos.

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