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EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA
ANÁLISIS ARGUMENTATIVO
Estanislao Zuleta, el presente análisis argumentativo no pretende hacer una crítica exhaustiva al
cambio, sino más bien a dar lugar a la posibilidad de generar un espacio de discusión y reflexión
en torno al cuestionamiento más importante que se planteó Zuleta ¿Por qué la educación no
enseña a pensar? Lo anterior, considerando que el autor es uno de los pensadores más
tradicional porque consideraba que se tornaba reduccionista e incluso podía llegar a limitar las
capacidades intelectuales de los niños terminando por encaminarlos en una senda conformista y
dócil. De la misma forma, consideraba que los niños son pensadores innatos que se van
perdiendo en la monotonía y la repetición de información que les es enseñada por sus educadores
como verdad inequívoca, y que los convierte en individuos que obedecen y asienten a todo, pero
no piensan por sí mismos por que se conciben como inferiores, mientras el educador se posiciona
interrelacionarse con otras personas, siendo más específicos con sus estudiantes. La
principal crítica que realiza de aquellos es la pérdida de armonía y amor al momento de enseñar,
hasta convertir este acto en una transmisión de información” (Acevedo, Correa, 2017, p.1)
Las nuevas propuestas educativas que quizá intentan transformar esta realidad lucen
relevantes y pertinentes en los decretos y leyes pero distan mucho de la verdadera educación que
“tradicionales”, es una realidad social en la que en definitiva, no se nos enseña a pensar, se nos
brindan las fórmulas, las guías, los métodos ya propuestos para resolver un problema, pero no se
nos conduce nunca al pensamiento crítico, al debate, a asumir una postura frente a una temática,
a defender nuestras ideas, e incluso a contradecir aquello que se nos es transmitido como la
verdad absoluta, una forma de enseñanza que no da lugar a la reflexión y a los cuestionamientos,
la educación que Zuleta denomina como “intimidante”, es exactamente eso, una educación que
se torna autoritaria, pasiva y aburrida, que es incapaz de suscitar en el estudiante el deseo por el
conocimiento sin más, ese deseo por el cuestionamiento continuo que ha llevado a la humanidad
a grandes descubrimientos, y es que entonces, ¿qué hubiera pasado si el gran Nikola Tesla no
hubiera desafiado su sistema por defender sus convicciones, si hubiera detenido sus inventos
porque era considerado un excéntrico, o hubiera abandonado sus ideas y creencias futuristas que
hoy en día son una realidad, y que en su época eran consideradas simples falacias de un
sensacionalista. No obstante, la realidad del ejemplo no está muy distante de la nuestra, aquél
para la mejora, no solo para crear un proceso reflexivo entorno a la educación colombiana sino
para entrar en acción en pro de una optimización de nuestra pedagogía, que nos permita por fin
bachillerato desde la mirada del autor, que aunque cruda, considero totalmente real, la educación
que se nos brinda está estrechamente ligada con la economía, entonces se nos enseña que aquél
que tiene buenas notas va poseer dinero, y el que no probablemente no tenga un futuro con una
economía muy estable, una preocupación que sin duda se va instaurando en las mentes de los
estudiantes y les genera una inclinación por obtener buenos resultados, nuevamente no por el
querer acercarse al conocimiento, si no por el poder brindar “un mejor futuro” a su familia, en un
país de pocas oportunidades. Es por tanto, que debemos llegar a reconocer que el sentido de la
educación no debería ser únicamente conseguir el empleo mejor pago, y que las buenas notas de
pensamiento si, yo considero posible la creación de una educación que transforme, que nos
forme como individuos capaces de crear y defender ideas, hombres y mujeres que se podrán
verdades expuestas por otros, que tienen voz y opinión sobre las mismas, que son cada vez
menos manipulables. “Estanislao Zuleta no era un profesional como el que quieren formar en la
actualidad en las universidades, un profesional “competente” para el mercado, donde las lógicas
universitarias no se rigen por un afán de saber sino de ser competente laboralmente: “la
universidad para el trabajo” o, más bien, una universidad no para saber sino para trabajar.”
La anterior es sin duda una de las discusiones más importantes propuestas por Zuleta,
relacionada al sistema que promueve la educación como medio para generar, y no para conocer,
tiene para los estudiantes, de manera que se puedan seguir generando espacios de reflexión no
solo en los maestros, sino en los mismos estudiantes que durante años no han tenido voz, fieles a
herramientas para el pensar, y de que sirve conocer cientos de fórmulas y leyes físicas y
matemáticas si no es para aportar algo al propio entorno, y para qué debíamos conocer los
hechos históricos más relevantes con fechas y lugares exactos que nos eran evaluados por la
capacidad de memoria y no de reflexión ni de crítica ante los hechos, si no se nos brindaron las
herramientas para conocer que necesidades sufría la gente en aquella época histórica, cuál era el
sentido de los conflictos de clase, como vivían los diferentes grupos y que diferencias tenían en
su calidad de vida y las comparaciones a nivel cultural. De la misma manera, no puedo ver aún la
relevancia de conocer los nombres y biografías de cada uno de los presidentes si no se conocen
las verdaderas razones de las luchas de independencia, no se reconocen los gobiernos totalitarios
vivimos, si no se reconocen los campesinos que han perdido su vida, los estudiantes
desaparecidos, ¿de qué nos sirve una fecha y biografía? “Mientras el alumno y el profesor estén
convencidos de que hay uno que sabe y otro que no sabe, y que el que sabe va a informar e
ilustrar al que no sabe, sin que el otro, el alumno, tenga un espacio para su propio juego, su
propio pensamiento y sus propias inquietudes, la educación es un asunto perdido” (Zuleta, 1987,
conocerla por los propios medios porque nadie se atreve a cuestionar la información que provee
el maestro. No obstante, aunque son pocos, existen maestros que no conciben los
cuestionamientos como amenaza, pocos los que promueven en el estudiante aquella postura
crítica frente a algo, los que abren las puertas a la reflexión y a la discusión real y no repetitiva
de datos y hechos históricos vacíos que al estudiante no le interesan, por que lo ponen una y otra
vez en un papel de sumisión extremadamente aburrido y fatigante, que no va permitir que se
Los métodos tradicionales nos enseñan una forma siempre igual de obtener un resultado
matemático, Zuleta afirma que no entendemos el resultado, solo sabemos que si realizamos dicho
procedimiento obtenemos el resultado, y no puede tener más razón, nunca se nos enseña a buscar
nuestra postura, ¿y qué pasará con aquellos que no tuvieron la oportunidad de acceder a la
educación superior? Y aunque no conozco la respuesta, temo que hayan continuado su vida
pensando que la verdadera educación era esa educación autoritaria y aburrida del bachillerato,
que no hayan aprobado el ICFES por que eran creativos, artísticos o diferentes, pero no conocían
las fórmulas aritméticas que memorizaron en octavo grado y además su familia no tuvo los
recursos para pagar un preicfes que estaba fuera de su alcance económico. Sufrimos de una
educación sin filosofía, de una materia que lleva ese nombre pero que de nuevo retrocede a
enseñar lo mismo, la mera historia vacía, los nombres que llevan los autores más relevantes, y las
fechas en las que dijeron alguna frase célebre. Esta es sin duda la realidad colombiana, donde se
romantiza que un estudiante tenga que soportar un trabajo nocturno para poder pagar su carrera,
que tenga que soportar el comer mal, dormir mal, el tener que salir de su pueblo a buscar
oportunidades en una ciudad desconocida y lejana que lo desampara. Un país en el que pocos
maestros se cuestionan sobre su quehacer y su responsabilidad social, pocos tienen una verdadera
vocación que los impulsa a enseñar desde la filosofía, desde el encaminar a sus estudiantes a
querer investigar, querer obtener nuevo conocimiento y sentir amor por el mismo, dejando de
lado ese afán por convertirnos en profesionales “competentes”, útiles para la producción y la
economía, pero no para generar un verdadero cambio significativo a nivel social, que sirva para
algo más que aumentar los números de alguna empresa internacional. Es entonces allí donde los
educadores deben situarse para entrar a revisar su propia pedagogía, y en caso de ser necesario,
Está claro que el modelo educativo en Colombia sigue siendo tradicional y antiguo, aunque
las reflexiones se mantengan y aunque se hayan creado nuevas propuestas y decretos, estos se
deben llevar a la acción real, estos espacios de discusión sientan las bases para generar
generación nuevas perspectivas, nuevas formas de comprender aquello con lo que siempre estuve
inconforme como estudiante, y que muchas veces no expresé mientras estuve en esa misma
posición pasiva que describió Zuleta. Además, fue de total agrado para mi conocer este autor, no
solo porque muchas de sus ideas representan lo que en diferentes ocasiones me he cuestionado
frente a la educación, sino porque además puedo decir con seguridad, que después de leer
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