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Natalia Ordoñez Román 18211018

EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA
ANÁLISIS ARGUMENTATIVO

Inicialmente, resulta de gran relevancia resaltar que en semejanza con el propósito de

Estanislao Zuleta, el presente análisis argumentativo no pretende hacer una crítica exhaustiva al

modelo educativo en Colombia y tampoco está encaminado a la creación de una propuesta de

cambio, sino más bien a dar lugar a la posibilidad de generar un espacio de discusión y reflexión

en torno al cuestionamiento más importante que se planteó Zuleta ¿Por qué la educación no

enseña a pensar? Lo anterior, considerando que el autor es uno de los pensadores más

importantes de la historia de Colombia para la educación, principalmente por la pedagogía que

intentó promover en sus conferencias y libros, estuvo siempre en contra de la educación

tradicional porque consideraba que se tornaba reduccionista e incluso podía llegar a limitar las

capacidades intelectuales de los niños terminando por encaminarlos en una senda conformista y

dócil. De la misma forma, consideraba que los niños son pensadores innatos que se van

perdiendo en la monotonía y la repetición de información que les es enseñada por sus educadores

como verdad inequívoca, y que los convierte en individuos que obedecen y asienten a todo, pero

no piensan por sí mismos por que se conciben como inferiores, mientras el educador se posiciona

en un lugar de sabiduría y poder absoluto frente a ellos.

Las reflexiones de Zuleta siguen manteniéndose vigentes en la actualidad porque el sistema

educativo no ha cambiado. “Las inquietudes del filósofo y educador evolucionan hasta describir

puntualmente cómo se manifiestan académicos, investigadores y, sobre todo profesores al

interrelacionarse con otras personas, siendo más específicos con sus estudiantes. La
principal crítica que realiza de aquellos es la pérdida de armonía y amor al momento de enseñar,

hasta convertir este acto en una transmisión de información” (Acevedo, Correa, 2017, p.1)

Las nuevas propuestas educativas que quizá intentan transformar esta realidad lucen

relevantes y pertinentes en los decretos y leyes pero distan mucho de la verdadera educación que

se imparten en colegios y escuelas, la educación pública sigue arraigada a los métodos

“tradicionales”, es una realidad social en la que en definitiva, no se nos enseña a pensar, se nos

brindan las fórmulas, las guías, los métodos ya propuestos para resolver un problema, pero no se

nos conduce nunca al pensamiento crítico, al debate, a asumir una postura frente a una temática,

a defender nuestras ideas, e incluso a contradecir aquello que se nos es transmitido como la

verdad absoluta, una forma de enseñanza que no da lugar a la reflexión y a los cuestionamientos,

la educación que Zuleta denomina como “intimidante”, es exactamente eso, una educación que

se torna autoritaria, pasiva y aburrida, que es incapaz de suscitar en el estudiante el deseo por el

conocimiento sin más, ese deseo por el cuestionamiento continuo que ha llevado a la humanidad

a grandes descubrimientos, y es que entonces, ¿qué hubiera pasado si el gran Nikola Tesla no

hubiera desafiado su sistema por defender sus convicciones, si hubiera detenido sus inventos

porque era considerado un excéntrico, o hubiera abandonado sus ideas y creencias futuristas que

hoy en día son una realidad, y que en su época eran consideradas simples falacias de un

sensacionalista. No obstante, la realidad del ejemplo no está muy distante de la nuestra, aquél

que se atreve a cuestionarse es considerado arrogante y revolucionario, y es una crítica válida

para la mejora, no solo para crear un proceso reflexivo entorno a la educación colombiana sino

para entrar en acción en pro de una optimización de nuestra pedagogía, que nos permita por fin

acercarnos a la verdadera producción de nuevo conocimiento.


Entre tanto, resulta del mismo modo fundamental hacer alusión a la concepción del

bachillerato desde la mirada del autor, que aunque cruda, considero totalmente real, la educación

que se nos brinda está estrechamente ligada con la economía, entonces se nos enseña que aquél

que tiene buenas notas va poseer dinero, y el que no probablemente no tenga un futuro con una

economía muy estable, una preocupación que sin duda se va instaurando en las mentes de los

estudiantes y les genera una inclinación por obtener buenos resultados, nuevamente no por el

querer acercarse al conocimiento, si no por el poder brindar “un mejor futuro” a su familia, en un

país de pocas oportunidades. Es por tanto, que debemos llegar a reconocer que el sentido de la

educación no debería ser únicamente conseguir el empleo mejor pago, y que las buenas notas de

un estudiante emprendedor no pueden transformar la realidad social, pero un cambio de

pensamiento si, yo considero posible la creación de una educación que transforme, que nos

forme como individuos capaces de crear y defender ideas, hombres y mujeres que se podrán

situar en el papel del conocimiento, y no en el de sumisión, individuos que se cuestionan las

verdades expuestas por otros, que tienen voz y opinión sobre las mismas, que son cada vez

menos manipulables. “Estanislao Zuleta no era un profesional como el que quieren formar en la

actualidad en las universidades, un profesional “competente” para el mercado, donde las lógicas

universitarias no se rigen por un afán de saber sino de ser competente laboralmente: “la

universidad para el trabajo” o, más bien, una universidad no para saber sino para trabajar.”

(Gallo, 2011, p.145).

La anterior es sin duda una de las discusiones más importantes propuestas por Zuleta,

relacionada al sistema que promueve la educación como medio para generar, y no para conocer,

lo que nos lleva a cuestionarnos el significado de la educación en Colombia, y el sentido que

tiene para los estudiantes, de manera que se puedan seguir generando espacios de reflexión no
solo en los maestros, sino en los mismos estudiantes que durante años no han tenido voz, fieles a

su papel de obediencia y sumisión porque la información que se les brinda no provee

herramientas para el pensar, y de que sirve conocer cientos de fórmulas y leyes físicas y

matemáticas si no es para aportar algo al propio entorno, y para qué debíamos conocer los

hechos históricos más relevantes con fechas y lugares exactos que nos eran evaluados por la

capacidad de memoria y no de reflexión ni de crítica ante los hechos, si no se nos brindaron las

herramientas para conocer que necesidades sufría la gente en aquella época histórica, cuál era el

sentido de los conflictos de clase, como vivían los diferentes grupos y que diferencias tenían en

su calidad de vida y las comparaciones a nivel cultural. De la misma manera, no puedo ver aún la

relevancia de conocer los nombres y biografías de cada uno de los presidentes si no se conocen

las verdaderas razones de las luchas de independencia, no se reconocen los gobiernos totalitarios

y antidemocráticos que ha tenido Colombia, si no se nos enseña a cuestionar la guerra que

vivimos, si no se reconocen los campesinos que han perdido su vida, los estudiantes

desaparecidos, ¿de qué nos sirve una fecha y biografía? “Mientras el alumno y el profesor estén

convencidos de que hay uno que sabe y otro que no sabe, y que el que sabe va a informar e

ilustrar al que no sabe, sin que el otro, el alumno, tenga un espacio para su propio juego, su

propio pensamiento y sus propias inquietudes, la educación es un asunto perdido” (Zuleta, 1987,

p.12). En Colombia no se nos permite conocer la verdadera historia, y resulta complejo

conocerla por los propios medios porque nadie se atreve a cuestionar la información que provee

el maestro. No obstante, aunque son pocos, existen maestros que no conciben los

cuestionamientos como amenaza, pocos los que promueven en el estudiante aquella postura

crítica frente a algo, los que abren las puertas a la reflexión y a la discusión real y no repetitiva

de datos y hechos históricos vacíos que al estudiante no le interesan, por que lo ponen una y otra
vez en un papel de sumisión extremadamente aburrido y fatigante, que no va permitir que se

despierte nunca su verdadero deseo por conocer e investigar.

Los métodos tradicionales nos enseñan una forma siempre igual de obtener un resultado

matemático, Zuleta afirma que no entendemos el resultado, solo sabemos que si realizamos dicho

procedimiento obtenemos el resultado, y no puede tener más razón, nunca se nos enseña a buscar

un porqué, es solo en la universidad dónde adquirimos algo de autonomía y derecho a defender

nuestra postura, ¿y qué pasará con aquellos que no tuvieron la oportunidad de acceder a la

educación superior? Y aunque no conozco la respuesta, temo que hayan continuado su vida

pensando que la verdadera educación era esa educación autoritaria y aburrida del bachillerato,

que no hayan aprobado el ICFES por que eran creativos, artísticos o diferentes, pero no conocían

las fórmulas aritméticas que memorizaron en octavo grado y además su familia no tuvo los

recursos para pagar un preicfes que estaba fuera de su alcance económico. Sufrimos de una

educación sin filosofía, de una materia que lleva ese nombre pero que de nuevo retrocede a

enseñar lo mismo, la mera historia vacía, los nombres que llevan los autores más relevantes, y las

fechas en las que dijeron alguna frase célebre. Esta es sin duda la realidad colombiana, donde se

romantiza que un estudiante tenga que soportar un trabajo nocturno para poder pagar su carrera,

que tenga que soportar el comer mal, dormir mal, el tener que salir de su pueblo a buscar

oportunidades en una ciudad desconocida y lejana que lo desampara. Un país en el que pocos

maestros se cuestionan sobre su quehacer y su responsabilidad social, pocos tienen una verdadera

vocación que los impulsa a enseñar desde la filosofía, desde el encaminar a sus estudiantes a

querer investigar, querer obtener nuevo conocimiento y sentir amor por el mismo, dejando de

lado ese afán por convertirnos en profesionales “competentes”, útiles para la producción y la

economía, pero no para generar un verdadero cambio significativo a nivel social, que sirva para
algo más que aumentar los números de alguna empresa internacional. Es entonces allí donde los

educadores deben situarse para entrar a revisar su propia pedagogía, y en caso de ser necesario,

transformarla por una que enseñe a pensar.

Está claro que el modelo educativo en Colombia sigue siendo tradicional y antiguo, aunque

las reflexiones se mantengan y aunque se hayan creado nuevas propuestas y decretos, estos se

deben llevar a la acción real, estos espacios de discusión sientan las bases para generar

propuestas de cambio. Para mí como estudiante, la lectura de este libro ha significado la

generación nuevas perspectivas, nuevas formas de comprender aquello con lo que siempre estuve

inconforme como estudiante, y que muchas veces no expresé mientras estuve en esa misma

posición pasiva que describió Zuleta. Además, fue de total agrado para mi conocer este autor, no

solo porque muchas de sus ideas representan lo que en diferentes ocasiones me he cuestionado

frente a la educación, sino porque además puedo decir con seguridad, que después de leer

educación y democracia, Estanislao Zuleta se ha convertido para mí en uno de los pensadores

latinoamericanos más grandes, al lado del gran Paulo Freire.


REFERENCIAS

 Zuleta, E., (1995). EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA: UN CAMPO DE COMBATE,

Bogotá, Colombia: Omegalfa biblioteca libre.

 (2017) Documentos. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, 19 (28), 247-

268. Recuperado el 3 de mayo de 2020, de http://www.scielo.org.co/scielo.php?

script=sci_arttext&pid=S0122-72382017000100013&lng=en&tlng=es.

 Gallo Acosta, Jairo (2011). Estanislao Zuleta y la transdisciplinariedad: deconstruyendo

certezas, tendiendo puentes. Tesis Psicológica, (6), 144-150. [Fecha de consulta 5 de

mayo de 2020]. ISSN: 1909-8391. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?

id=1390/139022629009

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