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Dentro de los que afectan a los alimentos, los principales microorganismos emergentes son:
La Listeria monocytogenes: en la leche y los quesos.
El Campilobacter jejuni: en la carne de cerdo y las aves.
La Salmonella entérica: en los huevos.
La Escherichia coli del tipo 0157:H7: en las carnes.
Si bien algunas de las enfermedades que provocan son “viejas conocidas”, por ejemplo, la
salmonella, se consideran emergentes porque están ocurriendo con mayor frecuencia y han
ocasionado, en las últimas 2 décadas, brotes epidémicos en varios países desarrollados y en
vías de desarrollo, poniendo en evidencia la fragilidad de los programas de prevención y
control de las Enfermedades Transmitidas por Alimentos
Aunque cada uno de ellos provoca diferentes síntomas y estos van a depender del número
total de microorganismos presente en el alimento, la sensibilidad individual y la cantidad de
alimento ingerido, de forma general los síntomas que se producen son:
Los más comunes
– De tipo gastrointestinal: Náuseas, vómitos, diarrea aguda, dolor y calambres abdominales.
– Fiebre, dolor de cabeza.
– Escalofríos, mareos.
En casos más graves
– Arritmias y dificultad para respirar.
Estos síntomas se pueden experimentar desde minutos después de la ingestión del alimento
contaminado a días más tarde, donde resulta más difícil la detección del agente causante
¿Como evitarlo?
Dentro de los alimentos y el agua de consumo algunos son potencialmente peligrosos y hay
que prestar especial atención a ellos. Así, los alimentos ricos en agua (alta tasa de humedad),
ricos en proteínas, los no procesados (frescos) y con baja acidez tienen mayor probabilidad de
ser contaminados por estos microorganismos emergentes y llegar al consumidor final si no
aplican medidas.
A nivel casero, pautas tan básicas como lavarse frecuentemente las manos, separar los
alimentos crudos de los cocinados en la nevera y aplicar técnicas culinarias apropiadas (calor
y tiempo suficiente) son básicas para evitarlos.
Es importante que en restauración colectiva todo el personal esté debidamente formado y se
cumplan las normas relativas a la manipulación de alimentos para evitar que se produzcan las
citadas ETAs.
Además, la industria alimentaria debe desarrollar programas de control para la identificación y
destrucción de estos microorganismos antes de que sus productos lleguen al mercado
ayudando así a proteger la salud pública. En este aspecto cobra especial importancia el
disponer de un buen sistema APPCC que ayude a detectar peligros potenciales de
contaminación estableciendo los mecanismos adecuados para minimizar su incidencia, así
como una adecuada para que, en el peor de los casos, contribuya a solventar de manera
rápida y eficaz posibles casos de contaminación