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El señor JAIRO DE JESUS OSORIO se acerca al consultorio jurídico Guillermo buriticá, para que

se le preste la asesoría respecto a un tercero en este caso a su hija, que reside en el extranjero en
España, el caso fáctico en concreto es que ella se casó en Colombia con su esposo también
colombiano, pero ahora están los dos en dicho país y quieren separarse de mutuo acuerdo
divorciarse desde el extranjero es posible siempre que el divorcio o la separación sea
de MUTUO ACUERDO.

En todo divorcio o separación, será preciso la presencia de un abogado y un procurador, que


bien podrán ser los mismos para ambos cónyuges o bien, aunque significa más gasto, cada
cónyuge podrá contratar a estos profesionales de manera independiente. De hecho, y como
explicaremos a continuación, para poder divorciarse desde el extranjero, la figura del
procurador que represente al cónyuge que se encuentra en el extranjero es fundamental.

De manera general, en los procedimientos de divorcio o separación de mutuo acuerdo,  junto


a la demanda es obligatorio que los cónyuges presenten un convenio regulador en el que se
regule todo lo relativo a las cuestiones relacionadas con los hijos, como pensión de
alimentos, régimen de visitas, uso de la vivienda familiar, pensiones compensatorias,
liquidación de la sociedad de gananciales en el caso de que este fuera el régimen económico
del matrimonio. ARTICULO 90 CODIGO CIVIL.

Bien, pues una vez presentada la demanda junto con el convenio regulador, y admitida por
parte del Juzgado, éste requerirá a los cónyuges para que comparezcan y delante del
Secretario ratifiquen por separado ese Convenio presentado. Esto significa, que ambos
cónyuges deben de manifestar en el Juzgado que están de acuerdo con los pactos recogidos
en el Convenio presentado.

Al igual que existe la posibilidad de casarse por poderes, también uno puede divorciarse desde el
extranjero  siempre que haga un Poder a favor del procurador que le representa en el
procedimiento para que pueda ratificar dicho Convenio en el Juzgado y en su nombre

Evidentemente, primero se deberá llegar a los acuerdos pertinentes para que el o los abogados
contratados redacten el Convenio conforme a los mismos.  Una vez confeccionado este
documento, se enviará al cónyuge para que en presencia de un Notario del país en que reside, o
bien en el Consulado de España que por demarcación corresponda por su domicilio en dicho país,
haga lo siguiente

A. Firmar dicho documento (convenio regulador).

B.  Manifieste ante el Notario o Consulado (mediante un Poder) que está de acuerdo


en tramitar de mutuo acuerdo su separación o divorcio conforme a los términos
recogidos en el convenio regulador que acaba de suscribir.

C.  El convenio firmado debe de quedar protocolizado en el Poder realizado, es decir, se


debe de incorporar al Poder.

D.  Igualmente,  en el Poder notarial se deberá hacer constar que se apodera al


Procurador que se haya designado  para que en su nombre pueda ratificar en
presencia judicial el convenio regulador que se va a presentar junto a la demanda de
separación o divorcio.
Para finalizar, se deberá enviar dicho Poder con el convenio protocolizado, debidamente
legalizado y traducido por traductor jurado si el mencionado Poder se hubiera redactado en
idioma diferente al español. Si dicho Poder se ha realizado ante autoridad española
Consulado de España, no será necesario ni la legalización ni traducción jurada, lo cual es
más económico y rápido.

Una vez presentada la demanda de divorcio junto con el Convenio, el Juzgado tramitará el
procedimiento de manera ordinaria, como si el cónyuge estuviese en España, y cuando lo
requiera para que comparezca en el Juzgado para ratificarlo, será el  Procurador quien en su
nombre comparecerá y ratificará el convenio.

Respecto a la jurisprudencia podemos encontrar.

La SC878-2018

En virtud del postulado de la exclusividad de la jurisdicción, los jueces de cada Estado son los
únicos que, en principio, pueden proferir decisiones judiciales obligatorias al interior de sus
respectivos países, pues de no ser ello así se violaría la soberanía nacional. De ahí que ninguna
providencia dictada por jueces extranjeros tiene obligatoriedad ni ejecución forzada en Colombia,
a menos que medie la autorización del órgano judicial competente, que según la Carta Política es
la Corte Suprema de Justicia.

Esa excepción a la regla general se justifica en virtud de los principios de cooperación internacional
y reciprocidad, en atención a los cuales es posible que a las sentencias dictadas en otras naciones
se les otorgue validez en la nuestra siempre y cuando en aquéllas se le reconozca valor al mismo
tipo de providencias emanadas del poder judicial colombiano.

La reciprocidad diplomática se puede verificar con la existencia de tratados celebrados entre


nuestro país y la nación donde se profirió el fallo, de modo que en su territorio se le otorgue valor
a las decisiones pronunciadas por la jurisdicción colombiana. A falta de esos convenios, debe
acreditarse que hay reciprocidad legislativa, la cual consiste, al tenor del artículo 605 del Código
General del Proceso, en la consagración en ambas naciones de disposiciones legales con igual
sentido.

Sobre el particular, la Sala ha sostenido que «[E]n primer lugar se atiende a las estipulaciones de
los tratados que tenga celebrados Colombia con el Estado de cuyos tribunales emane la sentencia
que se pretende ejecutar en el país. Y en segundo lugar, a falta de derecho convencional, se
acogen las normas de la respectiva ley extranjera para darle a la sentencia la misma fuerza
concedida por esa ley a las proferidas en Colombia

Además del anterior requisito, para que un fallo extranjero surta efectos vinculantes en nuestro
país se requiere que se cumplan los presupuestos que reclama el ordenamiento legal interno,
específicamente los contenidos en el Capítulo I del Libro V del Título I del Código General del
Proceso.

El trámite del exequátur deberá ceñirse, por tanto, a la forma y términos establecidos en el
artículo 607 ejusdem, y la providencia que se pretende se reconozca, deberá cumplir con os
requerimientos previstos en el artículo 606 del mismo ordenamiento, cuyo numeral segundo
señala que para que la sentencia extranjera pueda surtir efectos en nuestro país no se debe
oponer «a leyes u otras disposiciones colombianas de orden público, exceptuadas las de
procedimiento».

La SC2228-2017

En virtud del postulado de la exclusividad de la jurisdicción, los jueces de cada Estado son los
únicos que, en principio, pueden proferir decisiones judiciales obligatorias al interior de sus
respectivos países, pues de no ser ello así se violaría la soberanía nacional. De ahí que ninguna
providencia dictada por jueces extranjeros tiene obligatoriedad ni ejecución forzada en Colombia,
a menos que medie la autorización del órgano judicial competente, que según la Carta Política es
la Corte Suprema de Justicia.

Esa excepción a la regla general se justifica en virtud de los principios de cooperación internacional
y reciprocidad, en atención a los cuales es posible que a las sentencias dictadas en otras naciones
se les otorgue validez en la nuestra siempre y cuando en aquéllas se le reconozca valor al mismo
tipo de providencias emanadas del poder judicial colombiano.

La reciprocidad diplomática se puede verificar con la existencia de tratados celebrados entre


nuestro país y la nación donde se profirió el fallo, de modo que en su territorio se le otorgue valor
a las decisiones pronunciadas por la jurisdicción colombiana. A falta de esos convenios, debe
acreditarse que hay reciprocidad legislativa, la cual consiste, en la consagración en ambas naciones
de disposiciones legales con igual sentido.
Además del anterior requisito, para que un fallo extranjero surta efectos vinculantes en nuestro
país se requiere que se cumplan los presupuestos que reclama el ordenamiento legal interno.

Para que la sentencia extranjera pueda surtir efectos en nuestro país no se debe oponer a leyes u
otras disposiciones colombianas de orden público, exceptuadas las de procedimiento.

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