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GRAMSCI
Una nota personal
Sin embargo, la anécdota, preguntando a una persona de 18 años, cree que es algo para
alguien de 25 en adelante, una de 25 para alguien de 30, alguien de 35 de 40, de 40 de 50,
de 50 de 65 y más. Total la educación para adultos, no es para nadie. Lo sé en carne
propia, cuando pensaba en un adulto de mi edad, con una serie de condiciones de vida,
que caracterizaban, el ser adulto… y no, no las tengo.
Entonces ¿Quién es el adulto responsable? Sé que están ahí, disfrazados, rezagados bajo
el apodo de los ninis, los fifís, los Godínez, los millennials.
"¿Cómo se deberá ejercer la presión educativa sobre los individuos, obteniendo de ellos
consentimiento y colaboración, convirtiendo así en libertad la necesidad y la coacción?
¿Cómo lograra el hombre individual incorporarse al hombre colectivo? “
Gramsci analiza los procesos de hegemonía que movilizan la sociedad, e identifica las
relaciones pedagógicas, como hegemonía, partiendo de ahí vale la pena preguntar ¿Por
qué la poca importancia social de la educación para adultos?, puede haber muchas
razones, pero podría adjuntarse la advertencia de que la educación para adultos no es
esta relación “ mediante las cuales las nuevas generaciones entran en contacto con las
viejas absorbiendo de ellas las experiencias y valores históricamente necesarios, y
madurando y desarrollando una propia personalidad histórica y culturalmente superior.”
Al menos no en teoría, no en concepción, ya que la educación para adultos trabaja con
este hombre que ya ha sido educado este “hombre colectivo” “que ya fue orientado,
purificado de todos los elementos extraños que pudieran contaminarlo para hacerlo
homogéneo” ya forma parte activa de este “conformismo social” por tanto al analizarlo
así, no constituye una prioridad para el Estado como instrumento de racionalización” cuya
función es crear y reproducir un tipo de civilización y ciudadano, por tanto resulta el de
menor utilidad para cumplir el objetivo como sociedad que “el individuo se incorpore al
modelo colectivo”.
Los millennials, son tal vez el caso más evidente, (aunque no todos, por supuesto) como
ejemplo de esta situación, los millennials generación nacida entre 1980-1993, han
alcanzado y rebasado, ya la mayoría de edad, son votables, votados y muchos tienen ya
hijos, sin embargo, no se les trata como adultos.
Como Gramsi, explicaba, cada relación pedagógica, cada madre, es un elemento del
estado, una relación de fuerza y consenso; coerción y persuasión. Anteriormente, la
sociedad, esperaba que sus miembros se convirtieran en adultos, los padres manifestaban
su gusto por que sus hijos crecieran, maduraran, pero los padres tampoco quieren
envejecer por tanto, sus hijos no pueden ser adultos, y se refleja en esta relación
hegemónica molecular.
Sin embargo podemos ver esta relación de hegemonía, que encamina y prepara o no al
individuo a asumir su papel en la sociedad como adulto activo, que participa de las
decisiones de su comunidad, de su país. Lo persuade “transforma la libertad, la necesidad
de coerción” la libertad, de renunciar a la adultez, a sus responsabilidades pero también a
sus derechos, a la toma de decisiones activa, a la posibilidad, de ser una posibilidad.
“todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las clases la clase dirigente no
solo justifica y mantiene su dominio sino también logra obtener el consenso activo de los
gobernados”
Y es que ser adulto, no es una posición del todo cómoda, es complejo, hay muchas
responsabilidades, sociales, morales, hay que hacerse cargo de sí mismos.
Pero por no ser adultos, la actividad social se ve limitada, cada vez hay más
abstencionismo, en relación al voto, hay poca actividad para la preservación del planeta, y
el activismo social se ve reducido a likes en las redes sociales.
Tal vez como dice escibe Gramsci a su esposa hace falta que “se les recuerde que han
crecido un año más, que cada vez son menos niños y más hombres”
M de Ibarrola, las dimensiones sociales de la educación: antología, SEP, cultura, 1985. Antonio Gramsci pp. 39-60