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LOS CONTRATOS AGRARIOS.

1.1. Los contratos agrarios: concepto.


Concepto de Maiztegui: Es aquel que más allá de perseguir la explotación o producción de un predio
rural puede tener por objeto la constitución, mantenimiento o prosecución del funcionamiento de una
empresa agraria en cualquiera de sus actividades agroeconómicas (cultivo del fundo, cría de animales,
silvicultura) o accesorias (transformación o enajenación) de productos agrarios, conservando racionalmente los
elementos objeto de la explotación y pactando un precio en dinero o asociativamente en proporciones que
acuerden las partes.
La evolución de los contratos agrarios permite indagar qué debe entenderse por tal, o más bien, para
emplear la terminología que utiliza la doctrina, cuál es la noción de contrato agrario, lo que supone, como dice
Irti, encontrar una relación lógica entre dos conceptos: el concepto de contrato, aspecto que obviamente entra
en la teoría general del contrato del derecho civil, y el concepto de agrariedad.
La importancia del código italiano de 1942 en relación con la noción de derecho agrario es
trascendente, puesto que se pasa de una legislación en que la agricultura era ignorada a una especie particular
de empresa, y desde este momento el contrato agrario viene a ser “el contrato puesto en relación con la
empresa” y surgen importantes aportes doctrinarios para la construcción de una noción de éste.
Bolla y Frassoldati creyeron encontrar elementos comunes en todos los contratos agrarios; de este
modo el contrato agrario se califica como contrato para la empresa agrícola, esto es, un contrato que tiene en
la empresa su causa, lo que importa una superación del concepto antiguo, que encontraba como elemento
unificante al fundo.
Bassanelli por su parte, a diferencia de la noción anterior, el concepto de contrato no estaba ya
solamente vinculado al goce de la tierra, sino al surgente fenómeno de la empresa, “el contrato agrario es para
el ejercicio de la empresa y constituye el medio mediante el cual el futuro empresario, procurándose el
temporario goce de la tierra, se asegura el elemento económico que está por crear”: el contrato agrario nace
antes de la empresa, en un momento anterior a la iniciación de la actividad agrario, y es por tanto un acto de
organización. A su turno Carrara destacaba que el contrato agrario tiene una función instrumental en su
confrontación con la empresa, que consiste en proporcionar al empresario, durante el plazo del contrato, el
goce de la tierra y de las pertenencias objeto de la actividad de la empresa.
Pone de relieve Galloni que después de la entrada en vigor del código italiano de 1942 la doctrina ha
destacado la estrecha relación existente entre contrato agrario y empresa agraria, y de ello resulta que ella
está siempre presente en el contrato agrario como elemento calificante. De este modo, la noción de contrato
agrario puede ser restringida o amplia; en el primer sentido entrarían todos los contratos cuya función
económico-social es dar vida a la empresa y disciplinar su ejercicio, pero en realidad si lo que califica al
contrato como agrario es su relación con la empresa agraria, se puede definir también, en un sentido más lato,
no sólo como aquel destinado a la organización y ejercicio de una empresa agraria, sino también aquellos
preordenados al servicio de una empresa ya constituida y funcionando, y de ahí que no sería menos cierto que
una categoría más amplia comprendería todo tipo contractual en el cual la empresa agrícola tuviera un relieve
causal.
En consecuencia, contratos agrarios serían aquellos cuya función económico-social consista en dar vida
a una empresa agrícola y reglar su funcionamiento, y en este caso la correlación entre empresa y contrato es
particularmente intensa, de tal modo que a cada tipo de contrato corresponde un tipo de empresa. Del
contrato nace la empresa; éste es fuente, claro está, de derechos y obligaciones, pero debe tenerse en cuenta
que la constitución de la empresa no es suficiente, pues ella tiene inicio solamente cuando de hecho nace la
iniciativa económica, es decir que el nacimiento es un acto ulterior, característica que la doctrina llama
principio de efectividad. De este modo puede decirse, que para Galloni resulta claro que del contrato nacen
inmediatamente derechos y obligaciones entre las partes, especialmente las de entregar la cosa, pero si bien
tal entrega es condición necesaria, no es suficiente para el nacimiento de la empresa.
1.4. La especialidad de los contratos agrarios.
En este punto Brebbia se remonta a las codificaciones anteriores, pero a partir del código italiano de
1942, que da la noción de empresa, los contratos tienen la función de instrumentar a la empresa agraria. La
sanción de este código produce cambios importantes porque lo agrario pasa a constituir una categoría jurídica
y el medio para calificar jurídicamente. En el concepto de empresa la actividad agraria es la que sirve para
distinguir la empresa agraria de la comercial.
Bolla dice que la especialidad de los contratos agrarios se da por los elementos comunes: los sujetos, el
objeto como organismo vivo, por la causa y por el tiempo. Con la legislación moderna hay una limitación cada
vez mayor a la autonomía de la voluntad, se le da mayores facultades al arrendatario

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