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DIGNIDAD HUMANA Y DERECHOS HUMANOS

Para poder hablar de la dignidad humana, primero debemos hablar de


derechos humanos y de su estrecha relación con la dignidad de la persona
tanto la primera y segunda guerra mundial, y la crueldad con la que se
desarrollaron las mismas, fueron la razón para elaborar la “Declaración de los
Derechos Humanos de 1948”, por cuanto esto contribuyó al buen propósito de
promulgar los artículos que expresan la actual declaración sobre los derechos
humanos. En este sentido, el objeto de la declaración procura el fiel
cumplimiento por parte de los Estados firmantes a respetar la dignidad humana
como expresión máxima para la convivencia social no solo intrínsecamente de
un país, sino de modo mundial. Los derechos humanos y la dignidad
contemplan una relación estrecha, articulándose una reciprocidad entre ambos,
en la medida que los derechos humanos son operados por las personas, en
esa medida la dignidad humana tiene valor, mientras que, al existir dignidad
humana, se hacen presentes los derechos humanos.
En efecto la dignidad humana es el valor supremo que inspira a los derechos
humanos, al no respetarse los derechos humanos, se afecta directamente la
dignidad humana tal y como lo señala nuestra constitución, la dignidad humana
es el fin supremo de la sociedad y del Estado; este valor fundamental de la
sociedad es totalmente inalterable y merece el total respeto y estima.
Hablar de dignidad humana nos remite a esa perfección en el ser humano que
supone una cierta superioridad, un rango eminente y un mérito especial. Como
ilustra Massini:
“Este término, que tiene sus orígenes en la palabra latina
dignitas, se relaciona “con las nociones de “respeto”, de ser
“merecedor de” o “acreedor a” ciertas prestaciones, como
cuando se calificaba a alguien como summa laude dignus,
queriendo significarse que era acreedor a, o merecedor de, los
mayores elogios. Esto explica que a esa perfección o
superioridad de la persona humana se vinculará, ya desde el
origen de la palabra, la noción de que algo le es debido al sujeto
humano en razón de esa misma superioridad.” (Massini, 2005, p.
134).
La dignidad humana, se traduce en la excelencia que posee el ser humano por
encima de los demás seres del universo y sobre la cual descansa un cumulo de
cosas que le son debidas por el solo hecho de pertenecer al género humano.
La dignidad vinculada al ser nos permite esbozar que la dignidad está
estrechamente ligada a los valores de libertad e igualdad, lo cual desarrolla la
teoría institucional, que hace referencia a que desde un enfoque institucional, lo
que busca no es restringir y controlar al Estado y a la comunidad, sino, por el
contrario, el desarrollo de la persona humana. Por lo que esta teoría desarrolla
que, "no existe ni puede haber dignidad humana sin libertad, justicia, igualdad y
pluralismo político; además estos valores serían indignos si no redundasen a
favor de la dignidad del ser humano”
por lo que en relación a la libertad de la persona supone estimar que el
fundamento de los derechos humanos reside en la dignidad de la persona, es
decir, en el desarrollo de la vida acorde a lo que cada individuo considere que
constituye su propia dignidad como ser humano y de respetar y resguardar que
cada persona desarrolle conforme a su voluntad su propia concepción de lo
que constituye su dignidad en torno a la idea de que hay que contemplar,
respetar y resguardar el desarrollo de la vida conforme a lo que la persona
considere que es lo más conveniente para la consecución de su idea de
dignidad humana, o, dicho de una manera, lo que se trataría es de reconocer,
respetar y proteger que la persona pueda desarrollar sus propios planes de
vida. por lo que es obligatorio reconocer, respetar y amparar los planes de vida
que la persona autónomamente se quiera dar y las acciones que la misma
realice para obtener su efectiva consecución; siendo para ello los derechos
fundamentales los mecanismos político jurídicos idóneos.
En consecuencia, cuando decimos que la dignidad tiene una referencia directa
e indesligable del ser, estamos asumiendo lo que afirma el profesor Chávez-
Fernández:
Todo ser humano es ontológicamente digno al ser
teleológicamente libre, al ser criatura relacional, perfectible y
teologal desde sus dinamismos de permanencia y de despliegue,
al ser dueño y deudor, y en tanto tal como veremos enseguida
sujeto, por naturaleza, de derechos naturales, de cosas justas
naturales. La dignidad humana, manifestación de su condición
ontológica personal, puede ser aprehendida, sin duda, por la
razón natural. La experiencia universal e histórica a veces crítica
del valor singular de la vida humana y de su despliegue así lo
atestigua (2006, pp. 383-401).
Podemos decir entonces que la dignidad humana no es otra cosa que la
condición ontológica de la persona vista desde la perspectiva de su singular
valor moral. Por esta condición todo ser humano es dueño de sí titular de sus
derechos, y por esta razón, moral y jurídicamente deudor de los derechos de
los demás.
Atendiendo a su sentido etimológico, eutanasia quiere decir «buena muerte»,
del griego eu (bueno) y thánatos (muerte) y se refiere a las acciones
encaminadas a acabar con la vida de una persona causada por otra, en
principio un profesional de la medicina, a veces sin que medie una petición libre
y expresa de quien va a morir, considerando que eso le es un bien. Se hace
bajo la suposición de que la muerte es preferible a una vida en sufrimiento. La
Asociación Médica Mundial definió la Eutanasia en 1987 como: «el acto
deliberado de dar fin a la vida de un paciente» y, en enero de 2002, la
Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL)2°, definió la «eutanasia»
como la «conducta (acción u omisión) intencionalmente dirigida a terminar con
la vida de una persona que tiene una enfermedad grave e irreversible, por
razones compasivas y en un contexto médico que puede producirse tanto
mediante una acción como por una omisión»
Todas las declaraciones y tratados internacionales sobre derechos humanos,
es decir, que promueven, protegen y garantizan la vida, condiciones y calidad
de vida del ser humano se basan en los principios universales de igual valor y
dignidad humana, en la autonomía personal y en el respeto por la diversidad
cultural.
El principio de autonomía personal establece que los seres humanos somos
libres de diseñar nuestro propio proyecto de vida, fijándonos las metas y
objetivos que nos ayuden a desarrollarnos en plenitud, guiados por valores que
atribuimos a las situaciones, objetos y personas que hacen a nuestra felicidad.
De acuerdo con esta idea, la desdicha o sufrimiento del ser humano podría, en
parte, relacionarse con las restricciones internas y externas su la libertad. Las
limitaciones internas son éticas y se refieren a los principios morales que guían
la actuación. Las limitaciones externas son siempre jurídicas e implican una
interferencia del orden público a la libertad personal. Las limitaciones jurídicas
regulan la interacción subjetiva (Kant, 1797).
El principio de dignidad humana establece que todos los seres humanos
tenemos un valor intrínseco, que está por encima de cualquier precio y no
admite equivalente. La dignidad humana es la fuente de la libertad y la paz en
las relaciones interpersonales, específicamente de los derechos y deberes
civiles y políticos, que requiere del ejercicio de un trato justo
En un artículo publicado en 1992, uno de los juristas más representativos del
pensamiento jurídico en Argentina, Carlos S. Nino, se ocupó de la eutanasia
afirmando que si se dieran las condiciones fácticas de enfermedad irreversible
y terriblemente dolorosa sería permisible proceder con la eutanasia, sea en
forma pasiva o activa (Nino, 2013).
“Creo que la diferencia está dada por la distinción entre
requerimiento y consentimiento: el primero es la expresión del
ejercicio de la autonomía del individuo, indica que el estado de las
cosas en cuestión se conforma con el proyecto vital del individuo. En
cambio, el consentimiento del individuo meramente expresa su
disposición a ceder parte de su autonomía como condición necesaria
―dados los arreglos legales de la sociedad― para satisfacer
razones que pueden o no estar asociadas al ejercicio de su
autonomía en persecución de un plan de vida.”
La concepción de la dignidad humana establece que todos tenemos derecho a
una vida digna por lo que sería contrario el que se ilegal la eutanasia pues
estaría condenado al individuo a sufrir una vida totalmente indigna.

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