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Jesús en salvador.
El capítulo 4 del evangelio de san Juan, el pueblo samaritano
concluye después de ver los signos y escuchar la predicación de
Jesús, que Él es el salvador del mundo (Jn 4, 42). Si Jesús es el
salvador del mundo que viene a salvar a todos los hombres, es
conveniente que nos hagamos la pregunta: ¿de qué nos salva
Jesús? De hecho, el mismo nombre de Jesús significa “Yahvé
salva” pero nos salva de qué.
El pueblo de Israel esperaba con ansias a que llegara el Mesías
del cual los profetas tanto hablaron que vendría para salvarlos,
es por eso que el pueblo esperaba un Mesías político que les
devolvería la tierra prometida y restauraría el Reino de Israel.
La salvación que concebían los israelitas tenía que ver con el
rescate del pueblo sometido en manos del imperio romano, pero
lamentablemente esta no era la concepción de salvación que
concebía Dios.
De que nos salva entonces?
Mt 1, 18-22
Cuando el ángel le anuncia a José que la Virgen María está
esperando un hijo que es obra del Espíritu Santo, le dice que el
nombre que debe ponerle es Jesús, porque él salvará a su pueblo
de sus pecados. Esto quiere decir que el Mesías que el pueblo
esperaba sí venía a salvar al pueblo, pero no los salvaría de lo
que ellos pensaban; no los salvaría del imperio Romano: los
salvaría de sus pecados.
Jn 1 26- 30
Cuando Juan el bautista señala a sus discípulos a Jesús les dice:
he ahí al cordero de Dios, “el que quita el pecado del mundo”
(Jn 1, 29) y en la 1 carta de san Juan nos dice que Jesús se
manifestó para Borrar los pecados (1Jn 3, 5)
Queda claro entonces que Jesús es salvador, sí. Pero salvador
del pecado. Pero, ¿Qué es el pecado?
Les voy hablar de algo que ustedes ya conocen; ustedes ya
saben lo que está bien y lo que está mal. Pero lo que pasa es que
estamos en una sociedad donde todo es relativo y subjetivo, y lo
que es pecado el llamamos debilidades o pequeños errores o
peor aún, algunas cosas que son pecado ya no la consideramos
pecado bajo la excusa de la liberta de cada persona.
Hemos reducido el pecado a: Yo no robo, yo no mato y ya lo
demás no es pecado. O, yo digo mentiras, pero mentiras blancas
parece que, si no le hacemos daño a nadie, no es pecado.
Pecado:
Catecismo
1. El pecado es una ofensa a Dios. Punto
No es solo una falla suya o un error