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FANTASÍA Y FANTASMA EN PSICOANÁLISIS

FANTASÍA Y FANTASMA

Para poder desarrollar el concepto de fantasma en el psicoanálisis lacaniano, es indefectible


considerar algunas de las investigaciones que hizo Freud sobre las fantasías inconscientes, ya que
estos son puntos teóricos sobre los cuales Lacan se apoyo para seguir desarrollando dicho
concepto y llegar a conceptualizar el matema del fantasma. Desde los inicios del psicoanálisis
Freud se interesó por el tema de la fantasía. Ya desde la carta 59 Freud (1897 [1976]) ubica a la
fantasía, en este caso asociándola a la histeria, como un elemento nuevo de la producción
inconsciente, que por lo general los niños oyeron en una época muy temprana y solo con
posterioridad entendieron.

Así también, en la carta 61, Freud asegura haber conseguido una vislumbre sobre la estructura
histérica, la cual estaría influenciada por la reproducción de escenas, es decir fantasías, volviendo
a decir que estás provienen de lo oído y son entendidas con posterioridad, pero además agrega
que dichas fantasías son genuinas en todo su material y que funcionan como protección o
sublimación de los hechos, ya que son un embellecimiento de los mismos y que a su vez funcionan
como autodescarga.

Esta afirmación resulta algo contradictoria, teniendo en cuenta que unos meses más tarde,
escribirá en la carta 69 una de las frases más famosas de toda su obra, “ya no creo más en mi
neurótica” (Freud, 18978 [1976], p. 301). Es así, que surge la siguiente pregunta: ¿por qué Freud
refiere que dichas fantasías son genuinas en todo su material? Son genuinas, porque producen
efectos, y hasta se podría decir que efectos patógenos, que en el caso de la histeria serían los
síntomas, parálisis, etc. De igual manera, el material al que se refiere son las escenas sexuales
infantiles. En relación a esto, Freud plantea dos cuestiones, la primera es que “en lo inconsciente
no existe un signo de realidad, de suerte que no se puede distinguir la verdad de la ficción
investida con afecto”. Y la segunda señala, “la fantasía sexual se adueña casi siempre del tema de
los padres” (Ibíd. p.302). Con lo cual se puede inteligir que la materia prima de lo que hasta ahora
llamamos fantasías inconscientes, procede de la historia edípica del sujeto.

Freud a lo largo de su obra siguió desarrollando el concepto de fantasías inconscientes, siendo así
que Lacan (1957-58) en el seminario 5 hace una relectura del texto Pegan a un niño (1919), ya que
para Lacan este es el preludio a una teoría general del fantasma. En este texto Freud ubica tres
tiempos, con diferentes escenas-fantasías. En la primera escena aparece “el padre le pega al niño
que yo odio”, la cual es interpretada asumiendo que si le pega al otro me ama a mí. Donde el
padre funciona como un agente de castigo, satisfaciendo así una pulsión sádica del sujeto, que no
es otra cosa, que los celos hacia el hermanito. El sentido que se obtiene de esta escena se
fundamenta por el hecho de que ser golpeado (azotado) es una metáfora de ser destituido del
amor del Otro. A su vez, es interesante observar, que si bien es cierto esta es una etapa pre-
edípica, ya aparece la figura del padre.

En la segunda escena aparece “yo soy golpeado por mi padre” donde se puede apreciar un cambio
de sujeto. Ya no es un niño (otro) a quien el padre golpea, ahora es el propio sujeto (yo) quien es
golpeado, ocupando así una posición de objeto, pero sin embargo la figura del padre continua
funcionando como agente de castigo. Por otra parte, este segundo tiempo está vinculado al Edipo,
donde el sujeto se ubica como objeto del deseo del padre y encuentra en ello una satisfacción
masoquista, en hacerse pegar. Finalmente, en la tercera escena aparece “pegan a un niño” donde
el sujeto desaparece (desubjetivación) y la figura del padre no está representada, sino mas bien,
queda indeterminada y es reemplazada por un sustituto (maestro u otra figura de autoridad)
quien actúa como agente del castigo. Es así, que el sujeto desaparece y lo que queda fijado en la
escena es simplemente el detalle de un goce. Respecto a esto Lacan en el seminario 4 (1956-1957)
comenta “el sujeto está reducido al estado de espectador o tan solo de ojo, es decir lo que
caracteriza siempre, en el limite, al llegar a la ultima reducción, a toda clase de objeto”. (p.120).

De igual manera, siguiendo el recorrido que Lacan (1988 [1960]), en Subversión del Sujeto, realiza
del grafo del deseo, donde a la altura del tercer grafo aparece la pregunta ¿Che vuoi? ¿qué
quieres? y en ese momento aparece el fantasma, como respuesta al deseo del Otro. Entonces
ahora la pregunta es ¿qué es el fantasma y cual es su función? En cierta medida el fantasma está
cumpliendo aquí una función de respuesta, o lo que también se puede considerar, que el fantasma
se constituye para el sujeto, como un lugar de refugio en relación al deseo del Otro.

Esta función de refugio se justifica gracias a lo que se plantea en el seminario 6 (1958-1959)


cuando Lacan sostiene que “ante la presencia primitiva del deseo del Otro como oscuro y opaco, el
sujeto está sin recursos” (p.26). Y más delante, en el seminario 10 (1962-1963) indicará “la relación
esencial de la angustia con el deseo del Otro” (p. 13). Así bien, gracias a estas dos citas se puede
colegir que la angustia es el afecto que se produce ante el deseo del Otro y es ahí donde el
fantasma cumple su función de refugio para el sujeto, cubriéndolo de la angustia. Esto resulta
evidente en la clínica, donde se puede escuchar que el paciente no viene a lamentarse de su
fantasma, sino por el contrario, es a través de el que obtiene placer, ya que en este encuentra su
consuelo.

Después Lacan avanzará un paso más en la conceptualización de su teoría introduciendo el famoso


matema del fantasma ($ à @). En este sentido, “el fantasma introduce una articulación esencial,
que se designa como la no oposición entre el sujeto y el objeto” (Lacan, 1958-1959, p. 18) Este
matema le permite escribir una frase que funcionará para el sujeto como un guion. Este guion
fantasmático ubica los lugares y los roles simbólicos que ocuparán el sujeto, el objeto e incluso el
Otro, porque como se puede apreciar en la escena de pegan a un niño, el Otro también participa
de la escena-fantasía.

Esto a su vez, le permite inscribir la relación que mantendrá el sujeto con el objeto. Una relación
que de otra manera no podría ser articulada, ya que tanto al sujeto como al objeto los constituye
la falta. Contrariamente a lo que sostenía la tradición filosófica, al referir la existencia de un sujeto
cognoscente y un objeto cognoscible, quienes se constituyen simultáneamente en el acto del
conocimiento, ya que en ninguno de los dos estaría contemplada la dimensión de la falta. Ahora
bien, esta relación que permite inscribir el fantasma, es al mismo tiempo un punto de fijación del
sujeto a un objeto. Teniendo en cuenta que el sujeto como efecto del significante se desliza sobre
una metonimia infinita, a saber, un significante que remite a otro significante y así sucesivamente,
el sujeto no podría encontrar nunca un lugar. En cambio, el fantasma instala un lugar para el
sujeto a partir de la relación que se genera con el objeto. Todo esto debido a que el sujeto no
tiene objeto hasta que no lo construye en el fantasma. Antes de seguir, es menester establecer
una diferencia entre el objeto de la pulsión y el objeto que se constituye en el fantasma. En el
seminario 11 Lacan (1964-1965) manifiesta que el objeto de la pulsión se sitúa en una
subjetivación acéfala, o sea, que la satisfacción del objeto pulsional es sin sujeto, es decir,
autoerótica. Mientras que en el fantasma la satisfacción pulsional tiene un objeto que está en
relación directa con un sujeto (p.13-14).

Volviendo a punto principal, el fantasma instala un lugar para el sujeto, porque funciona como una
interpretación del deseo del Otro. El cual se escribe en el grafo con el siguiente matema S(Ⱥ), con
lo cual es evidente que si el Otro tiene un deseo es porque algo le falta. Y si tiene falta es porque
está castrado. Esta castración no es otra que la imposibilidad de responder por el ser del sujeto,
puesto que el Otro no tiene un significante que pueda responder a eso y de hecho no existe tal
significante. Responderle al sujeto quiere decir significarlo .Y es ahí donde el Otro falla, que
aparece el fantasma. Instalando un lugar que funciona como una significación absoluta para el ser
del sujeto (le da un lugar, lo sostiene), articulándose así a la condición absoluta que es producida
por el deseo, y que el fantasma sustituye por la significación absoluta. En esta significación que el
fantasma le concede al sujeto, este encontrará su verdad, y es justamente por esta razón que esa
significación es absoluta. Tal es así, que el fantasma adquiere para Lacan, la dimensión de un
axioma.

Por otra parte, no se puede hablar del objeto sin relacionarlo a la pulsión. Tal relación es al mismo
tiempo un limite, tanto para la elección de objeto como para la pulsión. En este caso el fantasma
plantea un recorte pulsional, ya que solo selecciona uno de los objetos de la pulsión, produciendo
así una ficción, que es tomada por el sujeto como realidad. Esto es lo que vendría a establecer el
marco del fantasma; en tanto, que fija la pulsión con un determinado objeto. Es así como el
fantasma le ofrece a la pulsión un objeto, entorno al cual esta puede hacer su recorrido, el mismo
que repetirá compulsivamente, y que estará determinado por el guion fantasmático. Este vendría
a ser el escenario donde se despliega el fantasma, el cual busca siempre ser comprobado en la
vida cotidiana y repetir el personaje que ocupó en la escena fantasmática. Ya que gracias a esto, el
sujeto pudo encontrar el significado de su ser y así soportar la angustia que le produce la
castración del Otro.

Hasta ahora se ha podido apreciar que el fantasma está constituido por varios puntos. Pero en el
punto donde aparece la satisfacción pulsional es donde se introduce el goce. Volviendo a la escena
de pegan a un niño, en el segundo tiempo donde aparece la satisfacción masoquista, el sujeto se
ubica como objeto del goce del Otro, o lo que también se podría decir, sostiene el goce del padre.
Sostener el goce del Otro implica que el Otro goza de mí, o sea, me goza. Es así como el fantasma
niega el apotegma lacaniano “No hay relación sexual” intentando producir la relación sexual con el
Otro, ya que no solo es el goce masoquista del sujeto, sino que ese goce masoquista sostiene el
goce del Otro, o sea, le da consistencia al goce del Otro, para no encontrarse con la falta en el Otro
y de esa manera velar su castración, la cual está articulada en esa pregunta que no tiene respuesta
y por lo tanto le produce angustia.

Finalmente Atravesar el fantasma, lo cual está ubicado dentro de los horizontes del fin de análisis,
implica desprenderse de ese lugar de objeto que se ocupó para el Otro, que como se sabe permite
sostener la función deseante, es decir, lo fundamental del fantasma es sostener al sujeto como
deseante o como objeto deseado. El atravesamiento del fantasma implica inexorablemente
permitir que la pregunta se formule con propiedad, ¿Qué quieres? ya no devolviéndole la
pregunta al Otro ¿Qué me quieres? para posicionarse como su objeto de goce, sino más bien,
formularse ese pregunta asumiendo que no tiene respuesta, que ya no hay fantasma que le pueda
dar sentido, que es justamente un punto de total sin sentido, en el cual tendrá que afrontar la
angustia que lo movilizará, de alguna manera, para dejar de ser el objeto del goce del Otro.

Bibliografía:
· Freud, S. (1897) “Fragmentos de la correspondencia con Fliess: Carta 59” En Obras Completas,
Tomo I. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1979.
· Freud, S. (1897) “Fragmentos de la correspondencia con Fliess: Carta 61” En Obras Completas,
Tomo I. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1979.
· Freud, S. (1897) “Fragmentos de la correspondencia con Fliess: Carta 69” En Obras Completas,
Tomo I. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1979.
· Freud, S. (1919). Pegan a un niño. Contribución al conocimiento de la génesis de las
perversiones sexuales. En Obras Completas, Tomo I. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1979.
· Lacan, J. (1960). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. En
Escritos , Tomo II. México: Siglo XXI, 1988.
· Lacan, J. El Seminario, Libro 4: “La relación de objeto”. Buenos Aires: Paidós, 1994.
· Lacan, J. El Seminario, Libro 5: “Las formaciones del inconsciente”. Buenos Aires: Paidós, 1999.
· Lacan, J. El Seminario, Libro 6: “El deseo y su interpretación”. Buenos Aires: Paidós, 2014.
· Lacan, J. El Seminario, Libro 10: “La angustia”. Buenos Aires: Paidós, 2006.
· Lacan, J. El Seminario, Libro 11: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Buenos
Aires: Paidós, 1987.

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