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Poco a poco su poesía se fue despojando del ropaje modernista para ganar en efusión y
sinceridad. En La rosa de los vientos (1930) se adentró en el vanguardismo, rozando
incluso las imágenes surrealistas. Con Estampas de la Biblia, Loores de Nuestra Señora e
Invocación a san Isidro, todos de 1934, inició en cambio un camino hacia la poesía
mística.
En la década de 1950 se publicaron sus libros Perdida (1950), Azor (1953) y Romances
del destino (1955). En esta misma época, en Madrid, salieron a la luz sus Obras
completas (1953), donde se incluyeron dos libros inéditos: Dualismo y Mensaje del
escriba. De su obra poética posterior destaca Elegía (1967), libro en memoria de su
marido.
• El amor y la naturaleza;
• Las ansias de libertad;
• Angustia por la fugacidad de la vida;
• La muerte;
• Sobre la etapa final su poesía muestra una tónica más reflexiva y filosófica (ejemplo:
Perdida).
1. Sus primeras obras están marcadas por una clara y positiva sensualidad.
2. En sus últimos libros de poemas, los mismos pierden el tono festivo para adentrarse en
temas universales y circunspectos, como la brevedad de la vida, la soledad o la muerte.
Entre estos se encuentran Estampas de la Biblia (1935) y Perdida (1950), en los que
muestra una sólida madurez y un carácter reflexivo. En Azor (1953), Oro y tormenta
(1956) y La pasajera (1967), la obra se hace más apesadumbrada todavía y en ella se
percibe la actitud de su autora a la hora de enfrentarse a la vejez y a la enfermedad.
Obras
En verso