Sei sulla pagina 1di 6

LA NATURALEZA DE LA RELACIÓN CONYUGAL

PERTURBADA
por Albert Ellis, Ph. D.

Ensayo presentado en la Convención Anual de la Asociación Americana de Psicología, Los Angeles, 7 de


Septiembre de 1974. Revisado en 1993.

Permítanme empezar este ensayo con un típico ejemplo de relación


conyugal perturbada; después, intentaré mostrar cuál es la naturaleza esencial de
esta interacción neurótica; y, finalmente, intentaré indicar algunos de los remedios
que se pueden aplicar para interrumpirla y minimizarla.

Richard, un marido de 32 años de edad, que estuve reconociendo en


consejo matrimonial, tenía un brillante talento artístico. Estaba deseoso de tener
una compañera con la que fuera estimulante convivir y le proporcionara suficiente
tiempo libre para sí mismo, estando en el hogar, para poder dedicarse a su
profesión: escribir. Su esposa, Anne, tenía 30 años, cariñosa y bella, estaba más
interesada en establecer relaciones más estrechas con su marido y sus dos hijos
que en fines intelectuales. También buscaba mayor intimidad y relaciones
sexuales más a menudo; mientras que su marido estaba perfectamente satisfecho
con una corta interacción centrada en el coito con una frecuencia de una vez cada
dos o tres semanas.

Richard estaba tan disgustado con las persistentes demandas de Anne de


compañía que la criticaba constantemente, despreciándola en público,
descuidando la educación de los niños, y cayendo en la depresión en tantas
ocasiones que sólo esporádicamente se dedicaba a escribir. Anne, por su lado,
tuvo varias aventuras con hombres que se mostraban algo cariñosos con ella o le
gustaban; se quejaba frecuentemente ante los niños sobre el inadecuado padre
que tenían, y encontraba excusas para interrumpir a Richard en los días que
ocasionalmente salía de su depresión y empezaba a trabajar en la novela que
estaba desesperadamente intentando terminar. Ambos esposos frecuentemente
discutían sobre temas sexuales y mantenían relaciones muy insatisfactorias en los
raros casos que se ponían de acuerdo para tenerlas.

Individualmente, ambos estaban obviamente perturbados a su manera.


Richard se autocondenaba innecesariamente por no conseguir hacerse con la
tarea de escribir, y consecuentemente se deprimía más y más y por lo tanto
escribía menos. Anne tenía tal terrible necesidad de ser amada para poder ser
digna como ser humano que tenía aventuras extras con otros hombres para
reafirmar su deseabilidad y atractivo personal. Ambos esposos, en otras palabras
estaban tontamente saboteando sus propias metas vitales e innecesariamente
creaban autodesprecio y hostilidad uno hacia el otro.

Estaban interactuando neuróticamente en su matrimonio porque, después


de ver como se estaban frustrando ante algunas de sus principales metas
matrimoniales, en lugar de encararlo estoica e inteligentemente, intentando
minimizar sus desacuerdos, insanamente se enfurecían contra estas
contrariedades y, por tanto, se frustraban a sí mismos aún más. Así, denigrando a
Anne por no ser mas autosuficiente y por demandar tanto de su tiempo, Richard la
alentaba para ser todavía menos capaz de valerse por sí misma y para estar más
disgustado sobre su búsqueda de más tiempo para él mismo. Interfiriendo
coléricamente en la tarea de escribir de Richard, Anne le alentaba a incrementar
su deseo de soledad; y el maldecirle por ser un inadecuado padre y mal
compañero, hacía que su sentido de paternidad y el tener unas relaciones
regulares sexuales fueran incluso menos deseables para él.

La relación matrimonial perturbada, en otras palabras, nace cuando uno de


los compañeros reacciona muy negativamente ante las frustraciones normales y
las excesivas e irrealistas demandas del otro compañero, y en este proceso se
ayuda a incrementar estas frustraciones y demandas. Como consecuencia, el otro
compañero, por su parte, también reacciona de forma inadecuada tanto a los
requerimientos sensatos como a las demandas irracionales del primero; y se
incrementa la baja tolerancia a la frustración y acontece el arrebato temperamental
por parte de ambos esposos. Los individuos perturbados, a menudo, tienden a
responder de forma ansiosa y hostil, incluso ante situaciones de vida relativamente
buenas, desde el momento en que tienen básicamente actitudes o asunciones
filosóficas irracionales e ilógicas. Cuando las presiones externas son mayores, las
reacciones pueden ser todavía más neuróticas o psicóticas.

Las personas perturbadas particularmente a menudo responden


negativamente ante el matrimonio o la convivencia estrecha, porque, en el mejor
de los casos, el matrimonio monogámico es un asunto excepcionalmente
complicado y porque nuestras expectativas al respecto son demasiado irrealistas.
Parece chocante que mientras los amigos, amantes y sociedades de negocios
normalmente muestran su mejor comportamiento y consecuentemente tratarán a
uno amablemente y de forma no crítica, los esposos y los niños no parecen ser
capaces de mantener esta misma clase de pretensión educada durante mucho
tiempo. Consecuentemente, los compañeros domésticos son más propensos a
estar frecuentemente irritados, escasamente atemperados, no asertivos y a
complicarse la vida. Por lo general, el esposo medio piensa que precisamente
debido a que está casado, su mujer deberá ser normalmente amable y sensible y
la esposa media piensa que debido a que su marido por estar casado con ella,
debe ser invariablemente dulce y solícito. Lo mismo se puede aplicar a otras
relaciones de convivencia, tanto si es entre personas del mismo sexo como si son
personas casadas de distinto sexo. Así, dos personas que, si fueran realistas,
estarían frecuentemente esperando incluso el peor comportamiento de sus
compañeros, están demandando irracionalmente la mejor conducta por parte del
otro. El resultado de estas altamente inaceptables asunciones sobre lo que es una
pareja deberían conducir normalmente a provocar profundas desilusiones y
disgustos para quienes mantienen dichas actitudes. Esto es especialmente cierto
en las perturbaciones básicas individuales, que tienden a inventar y aferrarse a
infundadas premisas en primer lugar, y después se provocan a sí mismos mayores
disgustos cuando comprueban que sus asunciones carecen de base.

La primera y principal causa de desavenencias en la convivencia


matrimonial, entonces, son las irrealistas expectativas que tienden a tener los
esposos no solamente sobre ellos mismos y los demás (como en el caso de
desavenencias no matrimoniales), sino también sobre la propia relación en sí.
Ellos, insensatamente, se acogen a la suposición de que su compañero debe ser
de forma continua y absolutamente amoroso y condescendiente - cuando, siendo
sensatos, deben creer que sería deseable que sus compañeros fueran así, pero
las circunstancias son que él o ella a menudo no lo son. Entonces, después de
que alguno interioriza y mantiene esta autoderrotista creencia, las parejas
generalmente hacen una cosa más que asegura sus interacciones neuróticas para
siempre: por cabezonería se aferran y rehúsan totalmente trabajar para
eliminar sus demandas irrealistas respecto al otro.

Esta es la verdadera tragedia, y una de las principales causas de neurosis:


ir sin rumbo y erráticamente, Aunque los humanos adquieren y crean, por lo
general tempranamente en sus vidas, una filosofía autoderrotista importante y
patrones destructivos de respuesta, el caso es que, teóricamente, son capaces de
cambiar esas filosofías y pueden descondicionarse a sí mismos. No obstante,
normalmente no lo hacen. Por ello es por lo que nosotros nos referimos a la gente
irracional como neurótica o perturbada mas que como estúpida e incompetente:
porque ellos presumiblemente pueden comportarse mejor de lo que normalmente
lo hacen. El neurótico, como considero en mi libro, Como vivir con un neurótico, es
una persona que se comporta de manera estúpida pero no una persona estúpida.
Los neuróticos pueden comportarse mejor, pero a menudo no lo hacen; porque
tienden a dejarse llevar, continuando con sus hábitos autoderrotistas de conducta.

Tomemos como ejemplo a Richard, el marido que he mencionado al


comienzo de este escrito. Es una persona inusualmente brillante, bien educada, y
con talento artístico. Aún así, fácilmente caía en graves comportamientos
autoderrotistas en su relación consigo mismo y con su esposa. Primero, la rígida
aceptación, y negativa a una activa disputa, de la hipótesis de que tenía que tener
éxito como escritor y que si no lo tenía era una persona despreciable y sin valor.
Segundo, cuando se deprimía en sus esporádicos intentos de escribir, se permitía
a sí mismo regodearse en su depresión durante días o semanas, sin hacer ningún
esfuerzo real para ver que sus creencias disfuncionales eran las que le mantenían
en su depresión y para cambiar y cuestionar de forma vigorosa esas ideas.
Tercero, hacía pequeños esfuerzos, incluso aunque esperara permanecer casado
indefinidamente, para mejorar la relación familiar con su esposa e hijos, pero en
lugar de mantenerlos persistentemente para hacer exactamente lo que debía, se
comportaba como si no tuviera responsabilidades familiares. Cuarto, rehusaba
hacer ninguna concesión por el hecho de que el matrimonio es el tipo de relación
donde uno, a menudo, no se preocupa por como le gustaría que fueran los niños y
la mujer de uno, desde el momento que ellos están preocupados por sus propios
problemas.

Quinto, cuando su esposa Anne actuaba mal, Richard era intransigente en


permitirla tener algún error, al contrario se sentía obligado a criticarla y de forma
airada se lo hacía notar con cuantiosos detalles. Sexto, cuando observaba que
Anne usaba sus criticas negativas contra ella para sentirse herida y humillada, él,
obcecadamente, se apegaba a la creencia de que su difamación hacia ella podría,
de alguna manera, mágicamente, hacerla cambiar a mejor. Séptimo, cuando podía
conseguir tener pacificada a su esposa en algún grado accediendo amablemente
a tener relaciones sexuales que fueran más satisfactorias para ella,
vengativamente elegía tener sexo incluso menos que lo que deseaba
personalmente.

De muchas formas, entonces Richard, actuaba ineficazmente en sus


relaciones tanto consigo mismo como con su esposa; además, cuando su principal
premisa - que debería ser feliz en el matrimonio, no importa cuan grandes fueran
sus diferencias y extensivos sus bloqueos emocionales- obviamente corrompía su
relación, no hacía nada para intentar cambiar esa premisa. Al contrario,
rígidamente se mantenía en ella y prefería creer que era solamente los defectos
de su esposa los que hacían que su vida y su matrimonio no funcionaran bien.

Esta tendencia, que lleva al desastre en una relación, es tan pronunciada


entre las personas perturbadas y sus matrimonios que incluso los seguidores de
Carl Rogers, que tienden a creer que los casados solamente necesitan actuar de
forma abierta y honesta uno hacia el otro para mantener una buena relación, han
tenido que reconocerlo. Así, en los cursos de instrucción programada de
orientación rogeriana para mejorar la comunicación en el matrimonio, el Instituto
de Desarrollo Humano de Atlanta apunta que ambos esposos son responsables
de una pobre comunicación: "Cualquiera de ellos puede hacer algo para cambiar
las cosas, y no obstante, se centran en maldecir a la otra persona y esperar a que
cambien. Naturalmente, no ocurre nada - y nada ocurrirá hasta que uno de los dos
se detenga en intentar culpar a la otra persona y se pregunte a sí mismo, <¿Como
puedo yo mostrarme diferente? ¿Qué puedo hacer yo respecto a esto?>".
Obviamente, incluso los rogerianos, muy a su pesar, han aceptado que el
distanciamiento y la culpa pueden perpetuar la discordia en las relaciones de
forma indefinida y en consecuencia las parejas que interactúan de forma
perturbada habitualmente han tenido que ser persuadidas no simplemente en
expresar sus verdaderos sentimientos el uno al otro - sino, y mucho más
importante, trabajar para conseguir cambiar las actitudes culpabilizadoras que
crean y perpetúan sus sentimientos hostiles.

Por las personas más perturbadas y sus interacciónes con los demás que
he podido ver en la terapia y en la práctica de consejo matrimonial, cada vez estoy
más convencido que todas las formas de psicoterapia se hacen más complicadas
debido a varias clases de distanciamiento personal y de comisión de errores. La
neurosis y la psicósis, como apunte a mediados de los sesenta, son desórdenes
emocionales que han sido largamente provocados por pensamientos
enrevesados. El origen de estos pensamientos irracionales es interesante, pero
juega un relativamente pequeño papel en su tratamiento. Muchos clientes, incluso
antes de venir a psicoterapia, saben muy bien como fue el comienzo en que
tuvieron pensamientos alocados y qué deberían hacer para vencerles, igual que
un fumador sabe como empezó a fumar y que debe hacer para dejarlo. Pero por
resentimiento de este conocimiento, continúan con sus demandas irracionales,
aunque pararlas fuera fácil, y rehusan realizar el duro trabajo que requiere el
superarlas.

Esto es particularmente cierto en matrimonios, y otras relaciones de amor,


donde un compañero, tal como el marido mencionado arriba, ve claramente que el
trato hacia su compañera es miope y tonto, pero no obstante, obstinadamente,
continúa su conducta de sabotear la relación. En el caso de Richard, fui capaz de
mostrarle que sus expectativas sobre el matrimonio en general y su esposa en
particular eran altamente irrealistas y que tenía pocas oportunidades para una vida
hogareña feliz si las seguía manteniendo. De algún modo, para mi sorpresa,
repentinamente se avino a trabajar para superar y cuestionar sus propias
asunciones, empezando a reducir su ira y conteniéndose cuando su mujer y sus
hijos se comportaban mal, concentrándose más en resolver sus problemas de
escribir que demandando a su mujer un cambio para que se adaptara a él, e hizo
verdaderos esfuerzos para proveer a su mujer con el tipo de estimulación afectiva
y sexual que a ella le agradaba.

El trabajo concertado con Richard para su matrimonio pronto empezó a


tener efectos. Anne dejo de buscar aventuras, animó a los niños a que fueran más
respetuosos y afectuosos con él, y se centro en su pintura más que acosarle a él
respecto al tiempo que dedicaba escribiendo. Aunque Anne no tuvo un cambio
significativo sobre sus básicas asunciones de que necesita absolutamente su
amor para considerarse una persona con valor, y por lo tanto mantenía algunas
necesidades neuróticas, fue capaz de vivir más felizmente con sus deficiencias -
muy favorecido por el afrontamiento de Richard de su propia neurosis y el dejar de
culparla a ella por estar perturbado. El duro trabajo realizado por parte de
Richard, asimismo, le condujo a una considerable reducción de su propia
perturbación y en la interacción de pareja negativa; mientras el trabajo, aunque
limitado, en la parte de Anne les condujo a un mejor matrimonio evitando el
mantenimiento de muchas de sus propias premisas negativas sobre ella misma.

De manera similar, he encontrado que siempre que puedo inducir a algún


cliente de psicoterapia o de consejo de relación a trabajar en cambiar sus
asunciones creadoras de neurosis, deviene un cambio en su personalidad básica
y las interacciones con sus compañeros, familiares y otras personas de relación
íntima casi siempre mejoran. Este trabajo generalmente consiste en ayudar a los
compañeros a: a) asumir el hecho de que son ellos mismos los que se equivocan
a menudo, aunque sus compañeros de relación también se pueden equivocar; b)
ver claramente que detrás de sus equivocaciones e ineficacias neuróticas, están
unas asunciones filosóficas irrealistas e irracionales; c) Vigorosa y continuamente
debatir y cuestionar esas asunciones a través de un exámen crítico de las mismas
y activamente realizando ejercicios que prueben que son infundadas; d) hacer
apropiadas concesiones para las dificultades intrínsecas y frustraciones de
determinadas relaciones humanas tales como el matrimonio monógamo; e)
aprender a mantenerse comedido cuando su compañero se comporta de forma
errónea, o también señalando de forma objetiva y no culpabilizadora los errores
del otro mientras se intenta constructivamente mostrarle como puede comportarse
correctamente en el futuro. Citado más arriba, recordar continuamente que una
relación es una relación, que raramente puede espontáneamente progresar de
una manera mágica, y que se haría mejor en trabajar activamente para recrear y
mantener el afecto honesto con el que normalmente se comienza.

Para resumir: La perturbación marital y de las relaciones de sexo-amor se


crea cuando los compañeros se neurotizan respecto a sus propios derechos y
cuando, consecuentemente, tienen expectativas irrealistas sobre como debería ser
el comportamiento del otro. Independientemente de la causa originaria de
adquisición de esas premisas irracionales, la gente normalmente no entiende
claramente que son ellos, e incluso cuando sí lo hacen, los que se niegan
obstinadamente en trabajar contra dichas premisas y superar sus creencias
irracionales. Básicamente, entonces, van a la deriva y actuan equivocadamente; y
sus relaciones perturbadas continuarán generalmente hasta que superen ese
tendencia perezosa, pensando simplemente que no tienen que esforzarse, y que
no hay otro camino para superar el dilema personal y de relación que el trabajar,
trabajar y esforzarse en superarlo.

Potrebbero piacerti anche