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Fig. 1. ‘‘Lion Panel’’ Chauvet Cave, Ardeche Valley, France, 35,000 BC (Dunlop and Williams
1996).
Entre 1852 y 1913 se iniciaron 33 colegios veterinarios en América del Norte, todos los
cuales cerraron entre 1860 y 1927 (Comité de Investigación y Educación Médica
Veterinaria del Consejo Nacional de Investigación, 1972). Entre 1862 y 1916 se iniciaron
otras 11 escuelas o facultades de medicina veterinaria, todas las cuales continúan
funcionando hoy (AVMA, 2004). Las cuatro décadas entre 1880 y 1920 fueron años
especialmente buenos para el avance de la ciencia veterinaria y la salud pública. En 1884
se formó la Oficina de Industria Animal bajo la dirección del Dr. Daniel E. Salmon. Durante
ese mismo período general, muchos estados de EE. UU. comenzaron los Departamentos
de Ciencias Veterinarias. El Cuerpo Veterinario del Ejército se estableció en 1916. El
gobierno federal y muchos gobiernos estatales iniciaron importantes programas de
higiene de los alimentos. Los descubrimientos de agentes causantes de enfermedades, el
esclarecimiento de la patogénesis y la comprensión de las relaciones entre las
enfermedades animales y humanas crearon grandes avances en nuestra comprensión de
la salud pública veterinaria. Es interesante ver un solo ejemplo: el de la tuberculosis en el
ganado en 1892, a través de los ojos del Comité de Ciencia y Política Sanitaria de la
Asociación Médica Veterinaria del Estado de Pennsylvania:
‘‘Nosotros, como veterinarios, sabemos que el mayor flagelo para la raza humana
se originó en y con ganado lechero tuberculoso, y por este medio continúa siendo
diseminado y extendido por todo el mundo. Los hechos indican que el ganado
tuberculoso es un centro fructífero para la propagación de la enfermedad.
Sabemos que por ellos y también por los productos alimenticios que provienen de
ellos, que la enfermedad se transmite a toda la familia humana, o esa porción de
ella que consume la carne y la leche de este animal. Es un hecho indiscutible que la
enfermedad tuberculosa siempre se encuentra entre aquellas personas, civilizadas
o salvajes, que usan la carne y la leche del ganado como alimento. También es
indiscutible que no se encuentra entre aquellas personas que no lo usan como
alimento, ya sean salvajes o civilizados. Que la asociación de estos hechos no es
prueba de que la enfermedad se transmite del ganado al hombre, esto lo
admitimos; pero constituye una evidencia circunstancial tan fuerte que la
profesión médica del mundo ha presentado casi unánimemente un veredicto de
CULPABILIDAD EN EL PRIMER GRADO ". (Informe del Comité de Ciencia y Política
Sanitaria, 1892)