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DE FOLKLORE
SEGUNDA EPOCA NUMERO 2 JUNIO - 1953
No es, pues, esta fecha una festividad más, establecida por los
congresos indigenistas interamericanos. Obedece ella a una reali-
dad sociológica. Un mestizaje acelerado se opera en América.
Tierra impropicia para las teorías racistas, donde la fraternidad
del mensaje evangélico acerca cada vez a los pueblos y unifica a
las razas, si de razas puede hablarse, presenta paralela a este
movimiento como imponderable fuerza espiritual, la conciencia
nítida de su integración étnica y cultural. Porque, en verdad, es-
tamos pasando de la mezcla ineludible o fortuita, a la fusión uni-
ficadora, más que aceptada, consciente de nuestros efectivos hu-
manos, saciando así también nuestras ansias de total ocupación
real del suelo ilímite con que nos regaló la Providencia y nos
conquistó el soldado peninsular.
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que nos lleva con visión comprensiva hacia lo indígena. Una
nueva jornada se impone en el devenir de estos pueblos, aún en
la misma Colombia, aunque su problema indígena no ofrezca la
intensidad de otras naciones hermanas: incorporar efectivamente
el indio a la cultura. Mas para ello urge levantar todo el conjunto
de sus condiciones de existencia. Estudiar su mentalidad, sus
aspiraciones, sus instituciones, su situación económico-social, su
tipo de vida, sus costumbres, sus distintos grado de cultura. Sólo
así será eficaz este nobilísimo empeño nacional. Sólo así se hará
realidad en el indígena la altísima concepción de la dignidad de
la persona humana, a cuyo servicio se ordena todo, la ley, la
ciencia, la economía, el arte y hasta el mismo universo. Unica-
mente Dios está por encima del hombre.
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fe, su cultura, su estilo. N o regáteó nada. N o trajo propósitos
mercantiles porque ni los tenía, ni los tuvo, ni los tiene. Y de
Maeztu son estas palabras: "Han elaborado los siglos sucesivos
ideal alguno que supere al nuestro? De la posibilidad de salva-
ción se deduce la de progreso y perfeccionamiento. Decir en lo
teológico que todos los hombres pueden salvarse, es afirmar en
lo ético que deben mejorar, y en lo político, que pueden progre-
sar. Es ya comprometerse a no estorbar el mejoramiento de sus
condiciones de vida y aun a favorecerlo en todo lo posible". Con
estas expresiones se dirige Hernán Cortés a los aborígenes meji-
canos: "Dios que hizo el Cielo y la Tierra, os hizo a vosotros y a
nosotros e a todos, e cría lo con que nos mantenemos e si fuéra-
,mas buenos nos llevará al Cielo, e si no al Infierno, como más
largamente os diré cuando más nos entendamos; e yo quiero que
aquí donde tenéis estos ídolos esté la imagen de Dios y de su Ma-
dre bendita ... " y esta semilla fue la que arraigó. N o se frustró.
Fue el germen de las nuevas nacionalidades. Fue un germen
evangélico. Y vibrará más tarde en las clásulas rebeldes de To-
rres.
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