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SEMANA SANTA
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ANÉCDOTA
-Como anécdota en la preparación de este tema, contaré que entre el
material que pude encontrar había uno llamado Las siete últimas palabras
de nuestro salvador en la cruz (Cuyo título original está en alemán: Die
sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze)
-Al empezar a leer este material, me di cuenta que no era lo que yo
pensaba, sino que se trataba de un trabajo orquestal del músico y
compositor austríaco Joseph Haydn.
-Esta obra se publicó en 1787 y fue interpretada en París, Berlín y Viena.
-Ahora sabes por qué me llamó la atención este material?
Porque trataba sobre las palabras de Jesucristo en la cruz y también de
algo que me gusta mucho……historia.
-En 1771, el sacerdote Don José Sáenz de Santa María fue nombrado
director espiritual del Oratorio de la Santa Cueva en Cádiz (un templo que
servía para realizar misas) Ese Oratorio fue fundado en el siglo XVIII
-Cada Viernes Santo se realizaban en ese Oratorio de la Santa Cueva, los
llamados “la Devoción de las Tres Horas”.
-Es decir, se leían allí, las últimas palabras de Cristo en la cruz del calvario.
-Esta práctica era original de las misiones jesuitas de Perú, donde se
intercalaba música entre cada una de las palabras.
-El jesuita peruano Alonso Messía Bedoya divulgó esta práctica en un libro
que se editó en Sevilla del año 1757, y muy pronto se difundió en el resto
del país.
-Pero volvamos al Oratorio de la Santa Cueva en Cádiz y a su director José
Saenz de Santa María.
-En 1778, el padre de Sáenz de Santa María falleció, heredándole una
fortuna así como el marquesado de Valde Íñigo. Con esta fortuna se
propuso engrandecer el templo a su cargo.
-Dado que para 1783 ya se habían realizado los trabajos de renovación y
ampliación de la Santa Cueva.
-Sáenz de Santa María decidió encargar una pieza musical que fuera digna
para la devoción del Viernes Santo.
-Se dice que el violonchelista Carlo Moro le sugirió encargar la obra
Boccherini; sin embargo, Sáenz de Santa María se dispuso a contratar al
compositor más importante de aquella época, Joseph Haydn.
-A finales del siglo XVIII, Haydn era un compositor conocido en toda
Europa, y desde enero de 1779 ya no tenía la obligación de componer
exclusivamente para el Príncipe Esterházy, por lo que a partir de ese
momento se dedicó casi por completo a componer por encargo.
-¿Qué pensaba el propio Haydn cuando le hicieron este encargo musical?
¿Quieres escucharlo?
Hace unos quince años, un canónigo de Cádiz me pidió componer música
instrumental sobre Las siete últimas palabras de Nuestro Salvador en la
cruz.
Era costumbre en la Catedral de Cádiz producir un oratorio cada año
durante la Cuaresma, el efecto de la interpretación no se ve reforzado por
las siguientes circunstancias.
Las paredes, las ventanas y los pilares de la iglesia estaban cubiertos con
tela negra, y solo una gran lámpara colgando del centro del techo rompía la
solemne oscuridad.
Al mediodía, las puertas se cerraron y comenzó la ceremonia.
Después de un breve servicio, el obispo ascendió al púlpito, pronunció la
primera de las siete palabras (u oraciones) y pronunció un discurso al
respecto.
Esto terminó, dejó el púlpito y cayó de rodillas ante el altar. El intervalo fue
llenado por la música.
Entonces el obispo pronunció la segunda palabra, luego la tercera, y así
sucesivamente, la orquesta siguiendo la conclusión de cada discurso.
Mi composición estaba sujeta a estas condiciones, y no fue tarea fácil
componer siete adagios de diez minutos cada uno, y que se sucedieran uno
a otro sin fatigar a los oyentes; de hecho, me resultó completamente
imposible limitarme a los límites señalados.
Joseph Haydn
I. Introducción.
En el día más negro de la historia humana, tres personas ascendían la
pronunciada pendiente del monte calvario.
Sobre esto, Lucas 23:32 dice: “Llevaban también con él a otros dos, que
eran malhechores, para ser muertos. 33 Y cuando llegaron al lugar
llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la
derecha y otro a la izquierda.”
-Aunque los romanos no inventaron la crucifixión, la perfeccionaron como
una forma de tortura y castigo capital diseñada para producir una muerte
lenta con máximo dolor y sufrimiento.
-Era uno de los métodos más desgraciados y crueles de ejecución y
usualmente era reservada solo para esclavos, extranjeros, rebeldes y lo
más vil de los criminales.
-La ley romana usualmente protegía a los ciudadanos romanos de la
crucifixión, excepto tal vez en el caso de deserción de soldados.
-Era costumbre para el hombre condenado cargar su propia cruz desde el
poste de flagelación al sitio de crucifixión afuera de los muros de la ciudad.
-Él usualmente iba desnudo, a menos que eso fuera prohibido por
costumbres locales.
-Dado que el peso de toda la cruz era probablemente más de 300 lb. (136
kg), solo el travesaño era cargado.
-El travesaño, que pesaba de 75 a 125 lb. (34 a 57 kg), era colocado tras la
nuca del cuello de la víctima y era balanceado entre ambos hombros.
-Usualmente, los brazos extendidos eran atados al travesaño.
-La procesión al sitio de crucifixión era guiada por una guardia militar
romana completa, encabezada por un centurión.
-Uno de los soldados llevaba una señal sobre la cual el nombre del
condenado y su crimen eran mostrados. Luego, la señal sería colocada en
la parte superior de la cruz.
-En el sitio de ejecución, por ley, a la víctima le era dada una bebida
amarga de vino mezclado con mirra como un leve analgésico.
-El criminal era entonces tirado al piso sobre su espalda, con sus brazos
extendidos a lo largo del travesaño.
-Las manos podían ser clavadas o atadas al travesaño, pero el clavado era
aparentemente preferido por los romanos.
-Las puntillas eran clavos de hierro afilado de aproximadamente 5 a 7
pulgadas (13 a 18 cm) de largo con un eje cuadrado de 3/8 de pulgada (1
cm).
-Las puntillas comúnmente atravesaban las muñecas en vez de las
palmas.
-Después que ambos brazos eran fijados al travesaño, el travesaño y la
víctima juntamente eran levantados sobre el poste.
-Luego, los pies eran fijados a la cruz, por clavos o por cuerdas. El clavado
era la práctica preferida romana.
-Los soldados y la multitud civil a menudo se burlaban e insultaban al
hombre condenado, y los soldados habitualmente dividían sus ropas entre
sí.
-La longitud de supervivencia generalmente fluctuaba entre 3 ó 4 horas
hasta 3 ó 4 días y parece haber sido inversamente relacionado a la
severidad de la flagelación.
-Sin embargo, aun si la flagelación había sido relativamente leve, los
soldados romanos podían acelerar la muerte al romper las piernas abajo
de las rodillas.
-Comúnmente, insectos se posaban o se metían en las heridas abiertas o
en los ojos, oídos y nariz de la víctima agonizante e indefensa, y aves de
rapiña desgarraban en estos sitios.
-Para los judíos era maldito por la ley de Moisés
-Lo crucificaban alto para que no contaminara la tierra.
-Todo este acto terrible, doloroso y que nos hace erizar la piel que hemos
descrito, es indicado en el evangelio de Lucas 23.33 con sólo tres
palabras le crucificaron allí.
-Esta sencillez sólo es comparada con la forma cómo se relata en Génesis,
la historia de la creación de los millones y millones de estrellas que hay en
el universo. Dice Gn.1.16b …hizo también las estrellas.
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-Pero hay otra cosa que debemos indicar, que en todo esto que estaba
pasando Jesús, el énfasis no deberíamos ponerlo en las torturas físicas
que soportó.
-Se ha dicho que solamente los condenados en el infierno sabrán cuánto
sufrió Jesús mientras estaba muriendo en la cruz.
-El Hijo de Dios, descendió desde las regiones celestiales donde estaba en
la comunión más estrecha con su Padre (Jn. 1:1; 17:5) a esta tierra. Él
mismo fue hecho maldición y llevó sobre sí tu pecado y el mío. En la cruz
él exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mr.
15:34)
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-Luego que Jesús oró a su Padre pidiendo perdón para los que le estaban
crucificando, Lucas relata el siguiente episodio según Lucas 23:35 “Y el
pueblo estaba mirando; y aun los gobernadores se burlaban de él,
diciendo: sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.
36 Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole
vinagre, 37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y
hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. 39 Y uno de los malhechores que
estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti
mismo y a nosotros. 40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni
aún temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41 Nosotros, a
la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron
nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42 Y dijo a Jesús: Acuérdate
de mí cuando vengas en tu reino. 43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te
digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”
-En este relato encontramos algunos hechos admirables.
II. Jesús muriendo en medio de dos ladrones.
1. Era el cumplimiento de una profecía. Isaías 53:12 dice: “Y fue contado
con los pecadores”
-Ignoramos su nombre.
-Sabemos que era un malhechor, un ladrón, un bandido…
-Quizá formaba parte de una cuadrilla de salteadores que se encontraban
en las montañas.
-Tal vez era conspirador, un revolucionario que luchaba contra el Imperio
Romano, un zelote.
-Sus actos lo llevaron a la muerte en la cruz.
-Y ahora, está al lado de Cristo suplicando: Señor, acuérdate de mí”
-Al hacer esta petición, este hombre ya no era el mismo de antes.
-Y si bien es cierto, al principio junto con su compañero se burlaban de
Jesús, repitiendo las palabras y sentimientos de los gobernantes (Mt 27.44
y Mr.15.32), la Palabra de Dios, que no regresa vacía, hace eco en la vida
de aquel hombre agonizante.
-Vemos que luego, guarda silencio y se arrepiente de sus pecados, y en
seguida súplica por su salvación: ¡“Jesús, acuérdate de mí”!
-En esa breve intervención que tiene en ese momento:
-Reprende a su compañero.
-Reconoce su propia culpa (Admite que él y su compañero , merecían
esa terrible muerte de cruz.
-Confiesa a Jesús reconociendo que es inocente.
PREGUNTA: ¿Qué fue lo que te condujo a tu conversión?
-¿Y a este hombre? No lo sabemos, pero es posible:
-El temor de caer en las manos del Dios vivo sin estar preparado (Hb
10.31) Quiero que mires estas palabras ¿Ni aun temes tú a Dios? (Lc
23.40)
Las solemnes palabras de Jesús cuando dijo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has desamparado?
Qué bueno que es nuestro Dios que nos permite estar junto a Usted,
amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le extiende cordial bienvenida al
estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando las frases que pronunció Jesús
desde la cruz del Calvario. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará
acerca de lo que encierran las solemnes palabras de Jesús cuando dijo:
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
I. Introducción. Agradecimiento y saludos. Las frases que pronunció Jesús
desde la cruz del Calvario están saturadas de verdades preciosas sobre su
carácter como Dios-Hombre y su obra como Salvador. Hoy nos toca
introducirnos en uno de los dichos de Jesús, que por su profundidad
representa un gran desafío a la razón humana. Se encuentra en Mateo
27:45-49. Permítame leerlo para usted. La Biblia dice: “Y desde la hora
sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la
hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani?
Esto es: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado? Algunos de los
que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este. Y al instante, corriendo
uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en
una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías
a librarle.” En este pasaje bíblico encontramos tres acciones asombrosas.
La acción de la naturaleza, la acción del Salvador, y la acción de algunos
que estaban al pie de la cruz. Examinémoslo en detalle.
II. La acción de la naturaleza. El día judío comienza a las seis de la mañana.
Jesús fue clavado a la cruz a la hora tercera, es decir a las nueve de la
mañana y tres horas más tarde, a la hora sexta, es decir justo al medio día,
cuando se suponía que el sol estuviera brillando a su máxima plenitud,
sucedió algo asombroso el día se tornó tinieblas y así permaneció hasta la
hora novena, las tres de la tarde, cuando Jesús entregó su espíritu. Se
trató de un fenómeno sobrenatural. Los fenómenos sobrenaturales no se
pueden explicar, solamente se los acepta. Las densas tinieblas nos hacen
pensar en al menos dos cosas. En primer lugar en el pesar de la creación al
ver morir a su Creador. Era como si la creación estuviera cerrando los ojos
para meditar en lo que estaba pasando. Aquel que creó todo con sólo el
poder de su palabra, estaba agonizando en una cruz como si fuera un
vulgar criminal. ¿Por qué? Pues porque cuando entró el pecado en el
mundo, la creación entera quedó a merced del maligno. A partir de este
instante, la creación ha estado gimiendo a una, como una mujer con
dolores de parto, esperando su liberación. La muerte de Cristo era el
precio que se debía pagar para que la creación obtenga su liberación.
Romanos 8:20-22 dice: “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por
su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque
también la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción,
a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” Las
tinieblas que rodearon la escena del calvario, a pleno medio día nos hacen
pensar en esta verdad. Segundo, las tinieblas nos hacen pensar en el
pecado del mundo que estaba siendo puesto sobre Jesús. 2 Corintios 5:21
dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado; para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Las tinieblas simbolizan
el pecado. Jesús tuvo que ser rodeado de tinieblas de pecado de todo el
mundo para que pecadores como yo, podamos ser rodeados de la
maravillosa luz de la justicia.
III. La acción de Jesús. En medio de la oscuridad absoluta, Jesús clamó a
gran voz diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Elí es la palabra hebrea que
significa: Dios mío. ¿Lama sabactani? es una frase en idioma Arameo que
significa: ¿Por qué me has desamparado? De modo que Jesús estaba
diciendo: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? Este es un
grito de angustia. El Salmo 22 escrito como 1000 años antes de Cristo,
profetiza con exactitud lo que tuvo que sufrir el Cristo, el Mesías de Israel.
Observe lo que dice en el versículo 1: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me
has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las
palabras de mi clamor?” Jesús cumplió con esta profecía al exclamar ese
grito de angustia. Pero hay algo mucho más profundo. El grito de angustia
de Jesús revela lo que estaba sucediendo esos momentos entre él y su
Padre. Jesús experimentó un desamparo progresivo de los suyos. Primero
fue Judas Iscariote, después sus discípulos más cercanos, Pedro, Jacobo y
Juan, se quedaron dormidos. Luego Pedro y Juan le siguieron de lejos
hasta el patio del palacio en donde Pedro le negó, luego todos le
abandonaron y huyeron. Se quedó sólo. Los hombres le abandonaron,
pero no su Padre. Él estuvo allí en medio de su sufrimiento atroz, pero
llegó un momento cuando Jesús fue desamparado inclusive por su propio
Padre. Esto aconteció cuando el pecado del mundo fue puesto sobre
Jesús. El Padre es santo y no puede tolerar el más mínimo pecado en su
presencia. Era inevitable que el Padre dé la espalda a su Hijo cuando su
Hijo se hizo pecado en la cruz del calvario. Jesús se sintió total y
absolutamente desamparado. Eso explica su angustioso clamor. Dios
desamparó a su Hijo para poder ampararnos a nosotros. Dios cerró la
puerta a su Hijo para abrirnos la puerta a nosotros. Dios entregó a muerte
a su Hijo para poder darnos la vida eterna.
IV. La acción de la gente al pie de la cruz. Al oír el grito de angustia de
Jesús, algunos de los que estaban allí decían: Este está llamando a Elías.
Pensaban que Jesús estaba llamando al profeta Elías. No faltó un
comedido que al instante, a la carrera, fue y tomó una esponja, y la
empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Mirando
esto, los otros insistían en que lo dejen, para ver si viene el profeta Elías a
librarle. Toda esta gente oyó el clamor de Jesús pero no entendió en
absoluto su significado. No entendió lo que Jesús estaba haciendo y el
motivo de su clamor. Hoy en día sucede igual. La mayor parte de la gente
en este mundo está de acuerdo en que Jesús murió en la cruz, pero no
entiende lo que eso significa. Tal vez usted es uno de ellos. Si es así, usted
debe saber que Jesús fue desamparado de su Padre en la cruz para que el
Padre pueda ampararle a usted. Para eso lo único que necesita hacer es
recibir a Jesús como su personal Salvador.
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Saludos cordiales amiga, amigo oyente. Es muy grato para La Biblia Dice…
darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. En el transcurso de esta
semana hemos estado meditando sobre las frases que pronunció Jesús
desde la cruz del Calvario. Al acercarse el momento de entregar su espíritu
al Padre, Jesús dijo: Tengo sed. Sobre esto nos hablará David Logacho,
luego de la siguiente pausa musical.
El Señor Jesucristo fue crucificado a las nueve de la mañana, y durante las
primeras tres horas que estuvo en la cruz había luz. Después hubo
oscuridad por otras tres horas. En medio de la densa oscuridad Jesús
exclamó: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Las tres
últimas frases de Jesús se enfocan sobre sí mismo. Sobre su cuerpo: Sed
tengo, sobre su alma: Consumado es, y sobre su espíritu: Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu. Jesucristo entregó todo, cuerpo, alma y
espíritu, para poder salvar al pecador. Con esto en mente, permítame leer
lo que registra Juan en su evangelio, capítulo 19 versículos 28 y 29. La
Biblia dice: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba
consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba
allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una
esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.” Estaba por
consumarse el drama del Calvario, cuando el inocente y santo Hijo de Dios
iba a morir en lugar del pecador. El texto dice que Jesús sabía que todo
estaba consumado y que en instantes más iba a entregar su espíritu al
Padre. En eso, tal vez sacando fuerza de flaqueza, Jesús exclamó: Tengo
sed. Sobre esto, podemos pensar en al menos tres motivos de Jesús para
expresarse de esta manera.
I. El primer motivo fue en cumplimiento de una profecía. Juan dice que
cuando Jesús dijo: Tengo sed, se estaba cumpliendo la Escritura. Las
palabras que Jesús mencionó movieron a que alguien se acerque a una
vasija llena de vinagre, empape una esponja en vinagre, la ponga en un
hisopo y la acerque a la boca de Jesús, de modo que Jesús beba ese
vinagre. Pero todo esto fue profetizado como mil años antes de que
sucediera. Note lo que dice Salmo 69 un salmo mesiánico que anuncia de
antemano cosas relativas a la vida y obra del Mesías. Allí en el versículo 21
encontramos lo siguiente: “Me pusieron además hiel por comida, y en mi
sed me dieron a beber vinagre” De esto podemos aprender que la muerte
de Jesús en la cruz no fue un accidente o una cruel jugada del destino, sino
el cumplimiento de algo que fue profetizado, porque eso era
absolutamente necesario para que Dios pueda perdonar al pecador.
II. El segundo motivo fue porque efectivamente Jesús estaba
experimentando sed física. Esto habla de la humanidad de Jesús. No olvide
que él es 100% hombre y a la vez 100% Dios. Como hombre, Jesús nació,
creció, tuvo hambre, se cansó, lloró y tantas otras cosas más propias de
los hombres. Antes de ser colgado de la cruz fue maltratado en extremo.
Fue golpeado, fue azotado, fue escupido, se le puso una corona de espinas
sobre su cabeza, tuvo que llevar a cuestas su propia cruz hasta el monte
Calvario. Su condición física debe haber estado totalmente mermada.
Ponga atención a lo que profetizó Isaías en cuanto a la condición física del
Mesías. Leo en Isaías 52:14 “Como se asombraron de ti muchos, de tal
manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más
que la de los hijos de los hombres.” En estas precarias condiciones, Jesús
fue clavado de pies y manos a la cruz. En la cruz había soportado casi seis
horas del más terrible sufrimiento. El Salmo 22 profetiza como se sentía el
Mesías estando en la cruz. Quisiera leer sólo una porción. Entre los
versículos 14 y 15 “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se
descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis
entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi
paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte.” Estas eran las
condiciones físicas de Jesús. No es extraño por tanto que haya
pronunciado esa frase: Tengo sed. Jesús bebió la copa llena de
sufrimiento. ¿Por qué? Por amor, amable oyente. Era el precio que él
tenía que pagar para que pecadores como yo podamos ser librados del
terrible castigo por el pecado. Jesús soportó en su cuerpo lo que nosotros
pecadores merecemos. De esa manera, los que le hemos recibido como
nuestro personal Salvador, ya no tenemos que sufrir en carne propia el
castigo por el pecado.
III. El tercer motivo es el más hermoso. Jesús tenía sed por la agonía física
que experimentaba, pero también había una razón espiritual para ello.
Cuando el Señor Jesús fue hecho pecado, lo cual fue necesario para hacer
la transacción por nuestra salvación, Jesús fue objeto de la ira de un Dios
santo enojado por el pecado. El juicio de Dios es tan severo que implica
pasar la eternidad en un lugar llamado infierno. El infierno es un lugar que
produce sed. En Lucas 16 el Señor Jesucristo nos contó de un hombre que
murió y se encontró en el Hades, en tormento en fuego. Una de las cosas
que este hombre quería era que alguien venga con algo de agua para
calmar su profunda sed. El infierno es un lugar de eterna sed, donde la
gente sufrirá eternamente de sed y de ninguna manera podrá satisfacerla.
Por contraste en el cielo nadie tendrá sed. Apocalipsis 7:16 dice: “Ya no
tendrán hambre ni sed” Qué interesante, para que los que vamos a estar
en el cielo no tengamos sed jamás, Jesús tuvo que experimentar profunda
sed en la cruz del Calvario.
IV. Aplicación. Tal vez hoy mismo usted está en profunda sed, no me
refiero a una sed física sino a una sed espiritual. Sed de significado, sed de
seguridad, sed de esperanza, sed de paz, sed de amor. Es posible que ha
tratado de diversas maneras de saciar esta sed de su alma y hasta ahora
todo ha fracasado. En este momento, tengo buenas noticias para usted.
Jesús en la cruz experimentó sed en su alma, para que personas como
usted y como yo no tengamos jamás sed del alma. Mire lo que dice
Apocalipsis 22:17 “Y el que tiene sed, venga: y el que quiera, tome del
agua de la vida gratuitamente” ¿Por cuánto tiempo más va a vivir con sed
en su alma? Cuando usted confíe en Jesús como su Salvador, nunca más
tendrá sed.” No espere más, puede ser demasiado tarde. Se dice de Aníbal
que cuando pudo haber tomado Roma, no lo quiso, y cuando quiso tomar
Roma no lo pudo. Algo así suele pasar a menudo con la salvación. Cuando
pueden hallar a Cristo, no lo quieren y cuando quieren hallar a Cristo no lo
pueden. Cuando pueden alcanzar misericordia no la quieren y cuando
quieren alcanzar misericordia no lo pueden. Si Dios ha hablado hoy a su
corazón sobre la necesidad de recibir a Cristo como su Salvador, no lo deje
para más tarde, porque bien puede ser demasiado tarde….
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Terminado.
Logrado.
Pagado en su totalidad.
La Biblia claramente nos recuerda que Jesús fue perfecto y sin pecado.
Vivió una vida pura sin mancha por lo que solamente Él pudo ser
presentado como un sacrificio puro y grato ante los ojos de Dios. Aun a
pesar de haber sido tentado en todas las cosas, tal y como nosotros lo
somos, él vivió una vida santa.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros,
pero sin pecado” (Hebreo 4:15).
En el instante en que Jesús respiró su último aliento el velo del templo que
cubría la entrada a lugar santísimo, el lugar de la presencia de Dios entre
la gente se partió a la mitad en su totalidad [la referencia bíblica se puede
leer en Mateo 27:51]. A veces en nuestras mentes podemos imaginarnos
un manto cualquiera, como las cortinas de nuestras casas, pero en los
archivos de la historia podemos ver que aquel velo era en realidad de 60
pies de alto y hasta 4 pulgadas de grueso. El tamaño y grosor de tal velo
hubiera hecho imposible que cualquier humano lo rompiera de una sola
vez. Esto fue hecho milagrosamente por la mano de Dios significando que
abrió la puerta para que podamos venir ante él y que su presencia no se
confinaría jamás a un solo lugar santísimo, sino en todos nuestros
corazones.
¿Qué significa la muerte de Jesús para nosotros?
Jesús vino a salvar, vino a rescatar a la gente sin esperanza para darnos
vida y libertad que solo podemos encontrar por medio de Jesús.
Vidas fueron cambiadas aquel día cuando Jesús exclamó sus últimas
palabras. Muchos comenzaron a darse cuenta de quien él es en realidad,
ya no lo podían negar.
“El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron
el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: En
verdad éste era Hijo de Dios” (Mateo 54:27).
Aun a pesar de las batallas que tengamos en esta vida, nosotros nunca
estamos solos. Jesús siempre está a nuestro lado y jamás nos abandonará
en medio de nuestras dificultades. Jesús nunca nos dijo que amaramos al
mundo y todo lo que nos pueda ofrecer. Por el contrario, nos llama a
tomar nuestra cruz, negarnos a nosotros mismos y seguirlo a Él. Nos dice
que seamos sal y luz en este mundo.
Cada día es una nueva oportunidad y él tiene planes para marcar una
diferencia en estos días. Mi oración es que su gracia y sabiduría y fuerza te
cubran por completo el día de hoy. Que en él y solo en el podamos
encontrar paz de cualquier estrés o preocupación, que podamos rendir a
sus pies cualquier necesidad, lucha y duda y en lugar aceptemos su amor,
paz y perdón.
10 versículos bíblicos que nos recuerdan el poder de Cristo sobre la
muerte:
“Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que
fuéramos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).
“Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
“Sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir
heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino
con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre
de Cristo” (1 Pedro 1:18-19).
“Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
“Y Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que
muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis
sanados” (1 Pedro 2:24).
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre
sino por mí” (Juan 14:6).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, más tenga vida eterna”
(Juan 3:16).
“Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había
perdido” (Lucas 19:10).
“Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; a saber, que
Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando
en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a
nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:18-19).
“Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que
Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se
cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación” (Romanos
10:9-10).
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