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F L O R A S USSEKIND

UN POETA INVADE LA CRÓNICA


F LORA S USSEKIND

T R A D U C C I Ó N D E ED U A R D O M I LÁ N

LGUNOS FANTASMAS ron- cronista de periódico fue una pieza fun- difícil trazarle un perfil intelectual pu-
A dan la noticia de la muerte de
Carlos Drummond de Andrade. ¿Qué
damental en la formación de ese pacto
de no extrañamiento, de una manera
ro. No sería suficiente, sin embargo, de-
cir que oscilaba entre poesía y crónica.
es lo que más se repite? Que ya no hay de ver las cosas, lo cotidiano, semejan- 0 que se tratara de un poeta también
poetas de su dimensión por aquí, que te al de cualquier lector potencial del cronista. Se trata, sí, de una obra en
el trono está vacío, que el genio, el gi- “Diário de Minas”, de la “Tribuna Po- que se disuelven las marcas relativas
gante, el último poeta-mayor brasile- pular”, de “A Manha”, del “Correio de tanto al trabajo como cronista y al ejer-
ño ha muerto. Quizás no sea demasiado Manha” o del “Jornal do Brasil”, pe- cicio poético. Y de un personaje bifron-
sorprendente. No es una novedad la riódicos en los que trabajó regularmen- te: el poetacronista. Es una duplicidad
consideración espectacular de la muer- te desde los años veintes hasta 1984, opuesta a la que une las figuras del
te en los media. Y Drummond fue de cuando abandona el oficio de cronista. poeta y del critico en la modernidad.
hecho uno de los poetas modernos más “Pobre cronista urbano, tus asuntos Explica, además, y en cierta forma, la
importantes del país. Lo que sorpren- huelen a reclamos y protestas, y aca- unanimidad que se creó en torno del
de en ese “el rey ha muerto, no hay barás al lado de la columna de cartas nombre de Drummond como el “mayor
nuevo rey”, que se viene repitiendo ha- de consumidores, enfadados con la ma- poeta” brasileño.
ce algún tiempo es la curiosa troupe la calidad de los electrodomésticos, que Tanto el poeta-cronista como el
de intelectuales que, independiente- se rompen una semana después de ins- poeta-crítico, a su manera, responden
mente de opciones literarias aparente- talados o ni siquiera empiezan a fun- a la pérdida de un lenguaje común, de
mente distintas, de repente se ha cionar”, decía en octubre de 1979 en un referentes unívocos y de un público ho-
transformado en coro. Taì vez sea el artículo que enfatizaba justamente esa mogéneo y sin fallas de clase o de opi-
momento de pensar, ante tal consenso, posible proximidad entre cronista y nión al que se enfrenta el escritor
lo que, en el caso de la poesía de Drum- lector, entre crónicas y cartas de pro- moderno. Sea buscando restaurar o
mond, sirvió para solidificar al poeta testa. Y ese vínculo cronista-lector pa- también volviendo más decisivo el cor-
de tal forma. rece desdoblarse en otro, entre el te con los posibles lazos de identidad
Hay una pista sugerida en un bello periodístico y el poético, en un vaivén con su público. Mientras la poesía crí-
poema, “Cancoes de Alinhavo” (“Can- constante hacia el cual llamaba la tica hace del poema un objeto y un
ciones hilvanadas”), incluido en Carpo atención Luiz Costa Lima en “Lira e interlocutor del ejercicio literario que
(Cuerpo, 1984): “Stéphane Mallarmé Antilira”: “El dominio del coloquialis- se construye justamente sobre los va-
agotó la taza de lo desconocido/ Nada mo en Drummond está sujeto a una cíos y las rajaduras formadas por el dis-
nos sobró sino lo cotidiano/ que empo- modalidad de percepción de la realidad; tanciamiento entre el artista y el
brece, deprime”. Una pista que en par- la poesía se des-espiritualiza por el público, y por las divisiones internas
te se encuentra con otra, enunciada en abandono de los temas sagrados -co- de ese mismo público, el poeta-cro-
“Carta a Stalingrado”, de A rosa do po- rroídos desde el principio por la nista responde por una vía distinta al
VO (La rosa del pueblo): “La poesía hu- ironía- para que se mire lo que es tri- desdibujamiento de tales identidades.
yó de los libros, ahora está en los vial: las piernas en el autobús, los de- La poesía -crónica no trabaja con cor-
diarios”. Es como si el poeta enfatiza- sastres cómicos que el amor provoca, tes sino sobretodo con restauraciones.
se en esos trazos, su camino preferido el aguardiente, el cabaret, las piedras De aquí la apropiación del lenguaje de
-de poeta-cronista- en un momento dispuestas en el medio del camino”. la prosa y del coloquialismo del texto
en que parecía caber a la figura del Desespiritualización que invade la poe- de periódico. Se dora la píldora litera-
poeta-crítico la función de personaje sía drummondiana porque ésta parece ria y ésta se torna de más fácil asimi-
clave de la poesía moderna. Es como si haber sido exactamente escrita con la lación por un lector no especialmente
Drummond, en medio del trabajo sis- pluma del Drummond-cronista. De la interesado en poesía y por poetas que
temático con parte de los recursos de misma manera como, en el periódico, sólo aceptan de la poesía moderna lo
esa poesía, con lo circunstancial, los he- a veces el Drummond-poeta invadía que les sirve de espejo. Y, entre el poe-
chos y los efectos de la prosa, se viera el espacio de la crónica y daba lugar a ta y el público se establece un media-
obligado a mirar siempre con cierta la “no noticia”, al verso, a la ficción. dor extremadamente eficiente: la
desconfianza los vuelcos autorreflexi- crónica. 0, como puede leerse en “A
vos de la literatura y de la crítica con- MIRADA DE CRONISTA Bolsa e a Vida”: “la vida es eso y todo
temporáneas, descartándolos en favor lo demás que el libro busca reflejar en
de una mayor complicidad con el lec- Poeta con ojos de cronista, cronista con estado de crónica, esto es, sin atormen-
tor. Y, en este sentido, su trabajo como líneas de poeta, el doble oficio vuelve tar al lector -solamente aquí y allí

Vuelta 136 48 Marzo de 1988


UN POETA INVADE LA CRÓNICA

recordándole la condición humana”. por ejemplo, son poemas de la calidad gueante, ronco/ hecho de la impureza
No es gratuito, por lo tanto, afirmar de “A máquina do mundo” (“La máqui- del minuto/ y de voz con fiebre/ que gol-
que “Mallarmé agotó la taza de lo des- na del mundo”) o “Paisagem: como se pea/ esta guitarra destinada/ en el sue-
conocido” en el poema publicado en faz” (“Paisaje: como se hace”). Esto no lo, en el suelo”. Al preguntarse en ese
1984. Su opción fue otra. La del hecho, impidió, por otra parte, el excesivo sen- poema de A rosa do Pouo por la poesía
de lo trivial, de la crónica. No la opción timentalismo de su última poesía don- proliferan expresiones tales como “ur-
mallarmeana, siempre a un paso del si- de, de todos modos, irrumpían textos gente”, “rápido”, “con fiebre”. Expre-
lencio. Y tampoco la baudelairiana, como “Escrituras do Pai” o el ya cita- siones que sugieren “el calor de la
siempre en duelo con el lector. Drum- do “Cancoes de Alinhavo”. hora” del texto periodístico. “¿Podré es-
mond elige la ampliación a la vez que Es, fundamentalmente, con el ci- perar tanto el precio de la poesía?“, se
el estrechamiento de los lazos con el miento de la crónica que busca trans- preguntaba en el poema. Y la respues-
lector. Por eso la literatura en estado formar las “frases de piedra” (para ta funciona casi como una definición de
de crónica. Por ello, también, el uso usar la expresión de Joao Cabra1) de la duplicidad de la poesíacrónica del
consciente de dispositivos periodísticos, la poesía y rehacer, con una poesía- propio Drummond: “el canto rápido,
del cimiento de la prosa. Y si, con eso, crónica, los lazos rotos con el público zigzagueante”, “hecho con la impure-
trabajaba una relación mucho menos por la poesía “opaca” y “difícil” de la za del minuto”.
tensa de la de un Joao Cabral, por modernidad. Esto lo tematiza, con cier-
ejemplo, con el lenguaje corriente y con ta claridad, en “Mário de Andrade des-
las expectativas literarias de su tiem- ce a os infernos” (“Mario de Andrade
po, mantenía una exigente artesanía baja a los infiernos”): “De aquí a vein- “Um poeta invade a crônica” se publicó ori-
poética (véase, al respecto, el estudio te años: ¿podré/ esperar tanto el precio ginalmente en Folhetim (suplemento litera-
de Hélcio Martins sobre la rima en la de la poesía?/ Es necesario sacar de la rio de la Folha de Sm Paulo) el 21 de agosto
poesía de Drummond). El resultado, boca urgente/ el canto rápido, zigza- de 1987.

A LA SOMBRA MORADA DEL JACARANDÁ


S E V E R O S A R D U Y

C UAN.DO TERMINÉ EL elogio


de un pianista, por entonces más
de moda que en nuestros días, y que
y naranja, rosa y verde pistacho; los co-
lores fulgurantes del espacio abierto
del Brasil-, pueden recrear la alegría
vida y de su discurso poético. Por la
boca de un ángel autoritario surge, en
el descentramiento, la epifanía, o el
fascinaba con su técnica deslumbran- simple, la risa burlona o la gaucherie emblema astronómico inaugural del
te, Roland Barthes, por la noche en narrativa de los contadores de histo- barroco. Faltaba la ornamentación es-
el “Flora”, repuso, no sin cierta displi- rias, y al mismo tiempo la energía de plendente y meridiana de la mina.
cencia, que prefería a los ejecutantes su voz nómada, su proferimento al aire La figura esencial de esa retórica,
que comunicaban a la interpretación libre, en las plazas paradójicamente es- en que el contraposto deriva del exce-
la sorpresa 0 la inocencia -supongo cuetas del barroco brasilero, a la som- so de una torsión, es sin duda la inver-
que fingida- que sentía al descubrir bra morada del jacarandá. sión progresiva: el relato se vira al
la partitura un amateur: una falta vo- Esa gaucherie, que es la maestría po- revés como un guante y ello sin que el
luntaria de destreza, un asombro que pular, el saber empañado del pueblo, lector, en ningún momento, tome cons-
recuerda al de la primera lectura, lo es la de las minas, la de la provincia ciencia de la evolución; asiste al coup
torpe de un desciframiento. natal, Minas Gerais, eso que, materia- de théâtre como ríe en un estrado de
Se me ocurre ahora que Roland pen- lizado en una torsión, el Aleijadinho, marionetas del afectado desenlace ti-
saba, el anunciar eso que es toda una como si la lepra lo estirara en una hé- rado por los hilos.
ideología del hacer estético, en los me- lice borrominesca, imprimió a los Pro- En “Extraordinária conversa com
ticulosos análisis de Gould, en su Bach fetas, a los apóstoles imantados por el urna senhora de minhas relacoes”, el
silabeado, descubierto a cada tecla, di- cénit. El propio escultor, visto por primero de los contos de aprendiz, es
gitalmente fraseado, enfáticamente Drummond, no era más que “una an- un diálogo descosido, en un autobús,
lento. gustia personificada errando incansa- con una dama que vista desde arriba
Estoy seguro de que a Barthes le hu- blemente por los caminos del oro”. resulta irreconocible, un diálogo en que
bieran encantado los Contos de apren- En “Poema de sete faces”, de Algu- el narrador no responde a las pregun-
diz de Carlos Drummond de Andrade, ma Poesia, Drummond sostiene que un tas habituales más que con versos de
esas instantáneas que, sin renunciar al ángel torcido -la mano minera del Mallarmé y de Valéry, lo que se con-
prodigio técnico, a un lenguaje constan- Aleijadinho-, asistió a su nacimiento vierte, gracias a la visión profunda de
temente intenso y atravesado por con- y le ordenó la poca destreza, que él tra- los senos, en un verdadero éxtasis, en
trastes cromáticos violentos -morado dujo como el carácter excéntrico de su la felicidad misma de la comunicación.

Vuelta 136 49 Marzo de 1988

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