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Tanto los agentes privados como el Estado están interesados en los bienes de consumo.
En el agregado, el consumo constituye uno de los componentes fundamentales del
Producto Bruto Interno, la variable macroeconómica más importante de una nación.
Por otro lado, el bien de capital, elaborado por la industria pesada, se define por tomar un
producto (en algunos casos una materia prima de la naturaleza, en otros casos un bien
intermedio también elaborado) y transformarlo en otro con características diferentes, que
habitualmente se lo denomina bien de consumo pero eventualmente podrá ser otro bien
de capital, pues obviamente que algún proceso productivo los determina.
Como componente, el aumento del consumo es un crecimiento del Producto de un país, y
por lo tanto una noticia aparentemente positiva: sin embargo, al ser dos componentes, el
consumo tiene cierta correlación negativa con la inversión, que es el motor del
crecimiento a futuro.
A grandes rasgos, se puede afirmar que los países en los que el consumo tiene mayor peso
son los que la inversión está más retraída, y viceversa: los países con un crecimiento más
vigoroso, como China, tienen algo retraído el consumo y tienen un altísimo nivel de
inversión.
Gracias al gasto público pueden sufragarse gastos de servicios como seguridad, justicia,
sanidad o educación.
Una mala administración de este gasto puede conducir a una devaluación o ajuste que
perjudique la economía del país.
Inversiones de plazo medio: si bien en estas inversiones los beneficios no son adquiridos
de manera inmediata como en las inversiones de corto plazo, tampoco es necesario
esperar años para poder ver los frutos de la inversión.
Algunos ejemplos de este tipo son la compra y venta de divisas, que genere una cierta
diferencia para el que realiza la transacción, lo mismo con la compra de un inmueble o
incluso con un mueble, como un auto para convertirlo en un vehículo destinado al
trasporte de pasajeros.
Inversiones a corto plazo: en este caso el capital invertido es retribuido, junto con las
ganancias de manera muy rápida. Se considera que el tiempo estimado para recuperar el
dinero debe ser menor a veinticuatro meses, pero no se pretende que sea antes de los
seis. En este caso las ganancias obtenidas son resultan tan altas como las de las otras
clases de inversiones.
Depósitos: la forma más sencilla de acceder a inversiones de corto plazo son a través de
los depósitos en bancos. Si bien las ganancias pueden ser inferiores en relación a otras
inversiones, quien deposita tiene la certeza que será devuelto todo su capital inicial, es
decir que no existe la posibilidad de tener pérdidas. Además, si son depósitos a corto
plazo es posible de retirar el dinero en cualquier momento, permitiendo otras inversiones
en el momento que se presenten.
Propiedad: no sólo permite acceder a grandes beneficios económicos, sino que también
son muy seguros. Es muy conveniente para las empresas que pretenden tener beneficios a
largo plazo.
En los mercados financieros, junto a las acciones sobre empresas, un inversor tiene a su
disposición la posibilidad de invertir en multitud de tipos de activos. Hoy en día, con las
facilidades que nos ofrecen las mayoría de la plataformas de los brokers, no tiene mucho
sentido que nos dediquemos a operar únicamente en Bolsa.
La primera cuestión que habría que resolver es la siguiente: ¿cómo debemos clasificar las
inversiones financieras?. En su día, en el blog ya escribimos un artículo hablando de los
diferentes estilos de clasificación de los tipos de inversión. Tal y como vimos, no existe un
único modo estándar para hacer esto y, en realidad, cada experto usa la catalogación de
inversiones que considera más adecuada según su punto de vista.
– Acciones
– Índices de Bolsa
– Divisas
– Metales
– Materias Primas
– Energía
– Bienes Inmobiliarios
– Bonos
– Renta Fija de Corto Plazo
– Inversiones Alternativas
– Depósitos Monetarios