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NUESTRO FOLCLOR ANTON GARCIA DE BONILLA

CAPITULO III

LA LEYENDA

“ Conviene considerar el mito,

no como una fabulación estúpida

de la mente humana en lucha

con las famosas potencias

engañosas de Pascal, sino

como una técnica operatoria

de igual valor epistemológico

que las matemáticas”


JEAN MARKALE

Tanto el mito como la leyenda, constituyen dentro del marco de la creencia, un capitulo
de singular importancia, puesto que representan, como dijera el antropólogo Albert
Marinus, una verdadera “actividad psicosocial” del hombre, cuya función consiste en
estructurar un presente con base en los acontecimientos del pasado, y que el
sentimiento popular los considera como claras explicaciones de su proceder actual y,
más aún, necesario resultado de vivencias que no pueden desaparecer, puesto que si
ello sucediera, desaparecería también la razón de su ser actual.
“Esas historias no deben su supervivencia a un interés gratuito: no se las considera
como cuentos imaginados, ni aun relatos auténticos: constituyen…la expresión de una
realidad primordial, superior, más importante, que condiciona la vida presente, el
destino y las actividades de la humanidad y cuyo conocimiento proporciona al hombre
la motivación de sus actos rituales o morales, y, al mismo tiempo, le dan indicaciones
sobre los medios para realizarlos”

La leyenda realiza una labor unificadora dentro del pueblo, identificando sus hombres,
mujeres, paisajes, actitudes, etc., con sus equivalentes del pasado; de un pasado
exaltado, lleno de gloria, que la distancia cronológica no alcanza a opacar, sino que, por
el contrario, eleva y adiciona nuevos elementos acordes con la época. Cada generación
interpreta hechos, realidades anteriores, de acuerdo a sus exigencias psicosociales, por
ello, la importancia de la leyenda no reside en sus características exteriores, sino en sus
verdaderas “esencias culturales”.

Es la misma actividad de la conciencia popular la que determina la necesidad de


mantener vivo un suceso revelador de su personalidad, proyectándolo a través de
tertulias, artículos periodísticos, versiones literarias y artísticas, etc.
Cabe destacar, sin embargo, que estos fenómenos tienen ocurrencia en las culturas
populares genuinas, que “responden a unidades sociales pequeñas e integradas
estrechamente, o a conglomerados de unidades de este tipo que hayan ya conseguido
satisfactoriamente sus ajustes mutuos” , es decir, donde las transformaciones culturales
no son continuas, como ocurre v.gr. en los países latinoamericanos (especialmente en
las provincias). En las civilizaciones avanzadas suele acontecer que los cambios se dan
rápidamente y son tan variados, que la masa humana no alcanza a absorberlos.

Con estos criterios esenciales sobre el valor y la significación de la leyenda, entremos a


ocuparnos de Antón García de Bonilla, el “Jinete Fantasma” y de Leonelda Hernández,
la “bruja”, que constituyen el eje central de la leyenda ocañera.

DON ANTON GARCIA DE BONILLA: EL “JINETE FANTASMA”

El Antón García de Bonilla que ha venido a formar parte de la leyenda ocañera fue,
ciertamente, un personaje histórico, real.

El primer Antón había venido con Francisco Hernández en la expedición fundadora


que salió desde Pamplona, después de haber participado también en la fundación de
esta ciudad. Una vez realizada la fundación de la ciudad de Ocaña en 1570, se radico en
ella y tuvo muchos descendientes, cuatro, al menos, con el mismo nombre de Antón.
Entre los altos cargos que ocupara el viejo español, se mencionan los de Regidor
Perpetuo y Alcalde Ordinario. Se cuenta que logro amansar una enorme fortuna,
heredada luego por sus hijos. Antón García de Bonilla (el mozo), vendría, con el tiempo,
a ocupar los mismos cargos que su antecesor, y su reputación de filántropo se
extendería por entre todos los habitantes de la comarca.

Antón García de Bonilla

Obra de los hermanos Salas, venezolanos.

Colegio Nacional de José Eusebio Caro


“Era don Antón García de Bonilla hijo de don Antón, el conquistador valiente de su
mismo apellido. Heredo de su padre con el temple toledano de su alma, crecidísimo
caudal que aumento aun más a poder de indomable energía, de talento y de asombrosa
actividad. Casado muy joven con doña María Téllez, linda como una rosa al abrirse,
buena como el trigo candeal, e hija del linajudo Luis Téllez Blanco Girón…Espléndido
como un sátrapa de oriente, romántico y artista tal vez sin comprenderlo, convertía
para su placer y el de su dama los turbulentos ríos en deliciosos lagos encantados…
Duro con los siervos altivos, enérgico e indomable, cuando el caso llegaba, como un
barón feudal, ostentoso y deslumbrador en sus riquezas…” .

La leyenda de Antón García se ha venido transmitiendo de generación en generación,


bajo diversas modalidades, pero conservando su esencia fundamental en lo que se
refiere al basamento cultural, que pondera la grandeza española en lo tocante a la
ostentación, el lujo, los criterios sobre honorabilidad, orgullo y bondad.

Veamos a través de la pluma del escritor don Ciro A. Osorio Quintero, una versión
particular de esta leyenda:

“ Cuando un día desventurado, en una de sus haciendas, sus hijas y sobrinas cayeron
víctimas de la epidemia, y la ciencia vencida le abrió paso a la muerte inminente, Don
Antón, atribulado, pensó en Santa Rita, la santa milagrosa que se venera en una calle
melancólica de Ocaña. Sin reparar en la hora ni en el mal tiempo, don Antón
emprendió viaje precipitado a la ciudad seguido de sus criados y cabalgaduras de
remuda… hasta que al fin, a la segunda, muy cerca de las doce, llego al santuario y se
echo a los pies de la patrona de los desesperados… hecha la promesa formal a trueque
de la salud de sus idolatradas enfermas, don Antón regresó a su hacienda. Como por
ensalmo, los hermosos luceros de su hogar habianse restablecido notoriamente… paso
el tiempo. Vino la vejez y con ella llegó la muerte. Don Antón no volvió a acordarse de
Santa Rita. Pero Santa Rita no se olvido de Antón…

Y he aquí por qué, cuando aun este lento progreso de que ahora disfrutamos no nos
había iluminado las oscuras noches, don Antón, caballero en veloz potro de fuego,
volvía a cruzar en desesperado galope, al favor de las sombras, las desoladas calles de la
ciudad dormida rumbo al olvidado santuario de la santa abogada de imposibles” .
Don Antón.

ciudadadeocana.com

No cabe duda que esta modalidad de la creencia refleja el espíritu español de Ocaña,
fundamentalmente en cuanto hace referencia al sentimiento de religiosidad.

Transmitido, como dijéramos, de padres a hijos, en continua sucesión de años, el relato


se convierte en parte propia de las gentes sin distingos ni consideraciones, logrando así
mantenerse vivo hasta nuestros días y, aun más, modificado y adicionado formalmente
en la televisión nacional, de tal forma, que su vigor se proyecta incluso fuera del marco
local que le dio origen.

Los datos recogidos sobre Antón García de Bonilla, nos hablan de él como un personaje
maravilloso, de imponencia física destacable, “hombre de bien”, preocupado siempre
por el bienestar y el progreso de la comarca, poetas, pintores y literatos han realzado su
imagen en diversas formas, como signo evidente de permanencia de la leyenda.

Como una muestra de la supervivencia de la leyenda de Antón García de Bonilla,


transcribiremos algunos fragmentos poéticos y literarios de escritores vernáculos:

“ A la ruinosa calleja

llaman del Tejo los hijos

“bajada de Santa Rita”

y dicen haber sentido

y así los viejos abuelos


les contaron haber visto

como en cierta noche fija

viene a cumplir su castigo

de la fallada promesa

Don Antón, el fementido”


ANA MARIA CASTILLO (1937)

“…Don Antón García de Bonilla, encomendero de Aguachica, fundador de Pamplona


y milagrero personaje de castellana leyenda… ” .
LUIS EDUARDO PÁEZ COURVEL (1941)

“Antón García de Bonilla

letrado, soñador y romántico

con sus áureos esquifes

y artificiales lagos:

bohemios y aguerridos chapetones,

Encomenderos y soldados

Que plasmaron las primeras gestas

En suelo americano”
ANA VALIER (1970)

“ Loor eterno, pues, al generoso don Antón García de Bonilla, que amo con el más
puro amor a sus semejantes; que los amo noblemente, divinamente, en sus almas; que
quiso desprenderse de un poco de su bienestar para convertirlo mágico, sublime, en
regueros de luz que les disipasen las densas tinieblas”
ALEJO AMAYA (1938)

“Que cara de promesero atormentado traería don Antón en esas espectaculares


excursiones suyas de ultratumba?. Nadie lo sabe. Porque quienes, escépticos y
valerosos, atrevieronse a entreabrir una reja para verle pasar, apenas dan cuenta de
la ígnea silueta del potro veloz, bajo cuyos cascos herrados saltaba una iluminada
sinfonía de estrellas”
CIRO A. OSORIO QUINTERO (1962)

“ Oh rey de mi villa mi alma atormentada

de extraño lirismo, te vive implorando,

mientras que en las noches y en la madrugada

la gente sencilla

- Antón de Bonilla – Antón de Bonilla

Sobre un potro ígneo te ve cabalgando…”


ADOLFO MILANES (1930)

“Mas don Antón no cumplió

como gentil caballero

la promesa a Santa Rita…

y decían que, por eso,

al filo de medianoche

y entre un macabro silencio

la calleja bajaba

don Antón después de muerto,

cubierto con negra capa


que le caía hasta el suelo

caballero en potro arisco

alado como los vientos,

que reventaba las piedras

con sus zapatos de hierro…


EFRAIN JACOME RINCON (1958)

Estos fragmentos, tomados de diferentes géneros literarios, nos indican la permanencia


de la leyenda en la cultura local.

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