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esa tradición ya estaría conformada en está hoy soterradamente –es decir, dis-
las obras de sus predecesores. frazadamente– expuesta, sin embargo
Termino entonces con dos pregun- son aparentes algunos pocos y tímidos
tas. Primera: el establecimiento de una destellos” (11-12). Con esto último se re-
tradición interpretativa en torno a un pro- fiere el autor a aquello que, acaso, podría
blema común ¿no implica que Aristóteles llegar a proteger el alma de la indefensión
distorsione a sus predecesores al homo- en la que la deja estar disfrazadamente
genizar los problemas de los que ellos se expuesta.
ocuparon? Y segundo: si esto es así y si Quien lee Disfraces y extravíos se ve
nosotros todavía operamos con el modelo a sí mismo movido, como la masa que es
psicológico establecido por esa tradición sostenida por el hilo de un péndulo, en-
interpretativa, ¿qué otros problemas po- tre una y otra de las formas de descuido,
drían pertenecer al ámbito psicológico, entre uno y otro de los destellos. El hilo
además de los que Aristóteles empleó de ese péndulo es la afortunada forma de
para definir sus contornos? El libro de escritura escogida por Giusti para llevar
Sánchez deja abiertas estas intrigantes a sus lectores de uno a otro de los extre-
preguntas, y solamente por invitar a sus mos del arco, es decir, para situarlo en
lectores a considerarlas, con el nivel de el movimiento pendular que es su libro.
detalle en que lo hace, merece ya un es- Antes de decir algo acerca del al arco
tudio cuidadoso. mismo –y para continuar con las me-
táforas–, quisiera referirme a la forma
Bibliografía como está escrito Disfraces y extravíos;
Cherniss, H. F. Aristotle’s Criticism of es decir, al hilo del péndulo. Gracias a
Presocratic Philosophy. Baltimore: Johns este, Giusti convierte a sus lectores en
Hopkins University Press, 1935. verdaderos testigos no solo del descuido
del alma, de los disfraces y de los extra-
juan pablo bermúdez víos detrás de los cuales ese descuido se
Universidad Externado de Colombia - oculta, sino, también, de los destellos
Bogotá - Colombia que asoman esporádicamente entre las
juan.bermudez@uexternado.edu.co
sombras. Quisiera, para empezar, ex-
plicar por qué razón creo que el hilo de
este péndulo al que me refiero es ya uno
http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.
de esos destellos.
v65n162.59712
En su libro, Introducción a la ética,
Giusti, Miguel. Disfraces y extravíos. Bernard Williams dice: “La filosofía moral
Sobre el descuido del alma. Ciudad de contemporánea ha encontrado una origi-
México: Fondo de Cultura Económica, nal manera de ser aburrida, ella consiste
2016. 248 pp. en no discutir, en absoluto, las cuestiones
morales” (xvii). Con esta afirmación no
“El alma –dice Miguel Giusti al co- quiere Williams referirse directamente
menzar su libro– fue una bella y efímera a los asuntos que la filosofía moral con-
fantasía griega que representaba la vida. temporánea prefiere dejar de lado, aun
Tras el persistente descuido al que ella cuando su importancia sea ostensible. La

ideas y valores • vol. lxv • n.o 162 • diciembre 2016 • issn 0120-0062 (impreso) 2011-3668 (en línea) • bogotá, colombia
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afirmación hace pensar, más bien, en la en condiciones de disparar a todo lo que


intrincada y tediosa manera de hablar que se mueva. La diferencia entre el soldado
muchos de los más conocidos filósofos y el filósofo es evidente. Mientras que la
morales han escogido, justamente para creencia del soldado que está detrás de la
no decir lo que hay para decir y, por lo trinchera es, con todo, una creencia bien
tanto, para no ver lo que está ahí para ser fundada, la del filósofo no lo es. Y, sin
visto. El problema radica no solamente embargo, el aburrido estilo de este último
en el hecho de que aquello que está ahí busca hacernos creer que con su forma
para ser visto lo está de un modo que no de hablar no solo está en juego su vida,
verlo resulta escandaloso. El problema, sino también la nuestra. Tengo la impre-
además, es que la lista de esos asuntos sión de que es justamente esta suerte de
es interminable (cf. Giusti 11). “trincherismo filosófico” el que, en tantas
En cierta ocasión, alguno de aquellos y penosas ocasiones, convierte a grupos
que, como dice Giusti en su libro, con- numerosos de filósofos inteligentes poco
siguen hacer del vino un buen remedio más que en los colaboradores de esa suerte
(pharmakon) (178-180), contaba que, entre de “entorno corporativo”, al que alude
quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, Giusti en el primero de sus ensayos (19).
Williams usaba con frecuencia el término Los entornos desde los cuales hacemos
“filosofía de trinchera”. Con este término, hoy filosofía han pasado de ser ligeros y
por lo que entiendo, designaba Williams lúcidos, a ser laberínticos y burocratiza-
justamente el modo aburrido del que, con dos. Como bien se sabe, la burocracia es
frecuencia, se valen muchos autores en una forma de gobierno que se caracteriza
filosofía moral –y en otras áreas– para por ser el gobierno de nadie. Y los labe-
hacer del oficio poco más que un hábil rintos burocratizados son, por su parte,
artilugio, un disfraz detrás del que se los que ya desde hace varios años vienen
esconde una peligrosa frivolidad. El sen- proponiendo el destierro contra quienes
tido de lo frívolo se puede aclarar con las hablan en primera persona, desde algún
siguientes palabras de Williams: “el deseo lugar reconocible.
de reducir al mínimo [la posibilidad de El hilo del péndulo –el estilo– con
que su] compromiso moral sea visible” el que Giusti lleva a sus lectores de un
(xviii). La disposición de quien, de esta lado al otro, entre destellos, disfraces y
forma intrincada y tediosa, puede ser extravíos, es no solamente una buena
comparado con la actitud, a la vez ame- manera de darnos a entender que aquello
nazante y temerosa, del soldado artillero. que a él mismo le importa, importa ver-
Como el soldado, el filósofo de trinchera daderamente. Es también el vestigio del
actúa creyendo que aquello que se pone lugar y del tiempo desde donde alguien,
en juego, mientras se esconde detrás de con sus cinco sentidos bien despiertos,
su forma de expresarse, es nada menos ve, oye y siente lo que hay para ver, para
que su propia vida. Bajo estas condicio- oír y para sentir.
nes, las acciones del experto en trinchera El peso que pende de este hilo del
se reducen y se concentran en cargar y que hablo se mueve ligero entre uno y
recargar su arma compulsivamente, con otro de los lugares a los que nos quiere
el propósito de ponerla, una y otra vez, llevar Giusti, desde su propio lugar y sin

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disfraz. Uno de los ensayos, “Fracaso de el curso de la presencia fantasmagórica


la filosofía como disciplina”, deja ver de de Kant, oculta tras “los giros hegelia-
qué modo resulta tan costoso encontrar- nizantes” (137) à la Honneth.
se uno mismo en aquello a lo que puede En algunos de los ensayos que contiene
estar dedicando su vida. Me veo obli- el libro, su autor no se refiere directamente
gada a hacer manifiesta mi gratitud por a estos tres conceptos. Y, sin embargo –al
la manera como, con su libro, Giusti ha menos al lector puede llegar a parecerle
conseguido mostrarnos que ese mismo así–, ellos están, por decirlo de algún
–el de la primera persona del singular– modo, en el transfundo. Con el “trasfon-
debería ser el lugar para la filosofía en do” aludo al hecho de que esos mismos
general. Quizá por el costoso camino que conceptos aparecen en su forma de hablar
esta afirmación sugiere, y dado el ejemplo acerca de Alexander von Humboldt y de
que el libro nos da, otros vayamos abrien- Alonso Cueto; en su disposición para
do los ojos al destello: consiguiendo, con entender de qué modo el mundo puede
trabajo, que sea la filosofía misma, y no llegar a ser “verdaderamente descubier-
otra cosa distinta de ella, la que decida to” (188), tanto por aquel que, cargado
su propio dominio. de instrumentos de medición, atraviesa
Quien, entonces, se disponga para las montañas, los ríos y las selvas, como
abrir los ojos sabrá ver que desde el lugar por aquel que, leyendo, llega “verdadera-
de la filosofía sí que son visibles otros lu- mente” hasta la blancura de una ballena.
gares, cuidadosamente proscritos por el Los conceptos de pluralismo, recono-
trincherismo filosófico: París, 7 de enero cimiento y libertad, desde ese trasfondo,
del 2015; Nueva York, 11 de septiembre del aparecen también en la interesada dis-
2001; los Andes Peruanos, a comienzos posición de Giuisti por dar sentido al
de este siglo; la Atenas de Sócrates; así lugar que Víctor Krebs propone para lo
como el ancho mundo de Alexander von ético en lo estético. Algo análogo a esto
Humboldt a comienzos del siglo xix. sucede en el homenaje que se hace en el
A través de algunos de los 18 ensayos libro a Eduardo Rabossi. Quien, habi-
que constituyen el libro, y de la mano de tuado a precisar las particularidades de
Aristóteles, pero también, y sobre todo, una situación con el propósito de darse
de la de Hegel, nos lleva Giusti a pensar a responder por lo que esta exige, será
en serio sobre el sentido que, si se les también el mismo que pueda hablar de
mira bien, habrían de tener algunos de aquellos que son sus amigos como lo
los conceptos centrales de la filosofía mo- hace Giusti. Él será, con todo, el mismo
ral y política actuales: el de pluralismo, que no se dejará convencer por los luga-
el de libertad, el de reconocimiento y el res comunes, y por la estridencia con la
de tolerancia. Bien visto, como afirma que se suelen invocar el pluralismo, la
Giusti, el pluralismo no es otra cosa que libertad y el reconocimiento.
un concepto que se pretende ver como Hay un aspecto de Disfraces y ex-
un hecho. Bien vista, la libertad no puede travíos que está presente en algunos de
ser entendida, sin más, como ausencia los ensayos, y que, a mi modo de ver, es
de coerción. Bien visto, el concepto de persistente. Esta persistencia se resol-
reconocimiento no debe ser diluido en vió, al menos para mí, en una suerte de

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emplazamiento. El emplazamiento es y significa también que, por el camino


explícito en el primero de los ensayos, y de la compulsión, perdemos de vista no
si no lo es en los demás, a mi modo de solo el éidos, sino también el telos de eso
ver, sí está sugerido al menos en la ma- que hacemos (Anders 256).
yoría de ellos. En la introducción, como Como Prometeo, estamos, si se quie-
hemos visto, dice Giusti: “el alma es una re, desbordados por lo que hacemos
alegoría de la vida” (11). Y más adelante, (Anders 256-259). Eso que hacemos, si
en el segundo de los ensayos, señala: bien es verdad que requiere de nues-
[L]a aceleración y el rumbo inespe- tra diligencia, también requiere de
rado que tomaron los acontecimientos nuestra imaginación y de nuestros sen-
históricos de las últimas décadas han he- timientos; requiere, en términos de
cho enmudecer, o al menos han silenciado Giusti, de nuestra capacidad para mi-
parcialmente, los relatos conceptuales que rar hacia atrás y para escuchar (cf. 54).
nos servían de referencia. El mundo no “El alma es una alegoría de la vida”,
cambió de acuerdo a nuestras previsiones dice Giusti. Quisiera entender el sentido
teóricas, y nuestras categorías no logran de esta afirmación de la siguiente mane-
dar cuenta de los cambios, ni, menos aún, ra: el alma se actualiza no solamente en
prever su desenvolvimiento. (28) nuestra capacidad para producir cosas,
sino en nuestra capacidad para imaginar
Si nuestras previsiones teóricas y nues- y para sentir cosas acerca de lo produ-
tras categorías vienen perdiendo de vista cido. Bien podemos vivir haciendo más
al mundo, quizás se deba ello, como creo y más. Sin embrago, como sabemos, re-
que se sugiere en el libro, no solamente a sulta muy costoso hacer más y más, si
la forma atrincherada de ver la realidad, aquello que hacemos desborda lo que
propia del desempeño actual de muchos es posible imaginar y lo que se puede
filósofos morales, sino también a las ra- sentir. Después de todo, no es otra cosa
zones que explican el rumbo mismo que que la compulsión la que nos conduce,
han venido tomando los acontecimientos disfrazados, al extravío del mundo y
a los que se refiere la cita. Quiero suge- sus sentidos.
rir con esto que no solamente quienes
dedicamos nuestra vida a la filosofía Bibliografía
hemos perdido de vista aquello que ha- Anders, G. La obsolescencia del hombre.
cemos. Todas y cada una de las formas Vol. I. Sobre el alma en la época de la
de burocracia son expresiones del hecho revolución industrial. Valencia: Pre-
de no saber concebir ya, para cada cosa textos, 2010.
que se hace, una unidad entre lo que se Williams, B. Morality: An Introduction
hace, es decir, lo que se produce, lo que to Ethics. Cambridge: Cambridge
se imagina para eso que se hace y lo que University Press, 2000.
se siente mientras se dispone uno para
llevar a cabo el producto hasta termi- angela uribe botero
narlo. En términos aristotélicos, esto Universidad Nacional de Colombia -
significa que nuestro modo de produ- Bogotá - Colombia
auribeb@unal.edu.co
cir cosas es poco más que compulsivo;

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