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● ¿Qué ocurre en estas imágenes?
● ¿Qué está puesto en juego en torno a la representación del espacio?
● ¿Cómo está representada la mujer en el afiche de Martel?
● ¿Y en el de Avengers?
● ¿Cuál creen que es hegemónica, cual contrahegemónica y cual plantea una
hegemonía alternativa?
En estos tres ejemplos, vemos tres formas distintas de comunicar y construir
sentido, cada una con una intención y un subtexto diferente. Esta intención tiene
una finalidad, hacer un recorte de la realidad para transmitir un mensaje. Este
recorte, intencionado, repetido hasta al hartazgo, puede hacernos creer que e s la
realidad y no una parte de ella.
EJEMPLO CHILE
Framing
Si bien es difícil encontrar un consenso unívoco sobre el significado de la
noción de framing, podemos utilizar la acepción que la entiende como una “teoría
del encuadre”, que incluye todo un universo de palabras como “marco”, “formato”,
“cuadro” y “enfoque”. Analizar el framing es distinto a analizar el f rame, es decir,
analizar c ómo se encuadra es diferente a analizar q ué se encuadra. Cuando
analizamos la manera de encuadrar estamos observan el proceso de transmisión
de información que se da entre los medios y la sociedad a través de las noticias. La
prensa (ya sea en redes sociales, gráfico, tv, etc) produce framing constantemente,
mientras a su vez está embebida por los frames. La prensa transmite y depende de
los frames.
Nuestra propia forma de ver el mundo es a través de nuestro framing.
Nuestro encuadre nos los da todas nuestras experiencias, pero sobre todo el
imaginario social en el cual estamos inmersos. En “El hombre de al lado”, el framing
lo vemos por ejemplo, en el hecho de que la cámara siempre está puesta desde el
interior de la casa del arquitecto, generando identificación con el personaje: al
“otro” lo muestra encuadrado, lejano, amenazante. El protagonista sólo ve desde su
ventana, lo que le impide empatizar, generar un vínculo.
Nuestro framing está condicionado. Todas las imágenes, las películas, los
discursos, las noticias que recibimos diariamente nos condiciona y va moldeando
nuestro encuadre. En término simples, podríamos decir que nuestro framing tiende
a imitar el framing hegemónico.
¿Cuál es el problema con esto?
Primero, repasemos. El discurso hegemónico tiende a generar estereotipos
para simplificar el mundo, estos estereotipos son recortes de la realidad que se
hacen pasar como r eales. Estos estereotipos están cargados de prejuicios,
frecuentemente sobre grupos sociales. Cuando esos estereotipos transmiten y
reproducen desigualdad y violencia hacia estos grupos, surge algo que Pierre
Bourdieu v a a llamar violencia simbólica.
Violencia Simbólica y Violencia Mediática
La v
iolencia simbólica es el poder de imponer e inculcar instrumentos de
conocimiento y de expresión arbitrarias (pero ignoradas como tales) de la realidad
social. Bourdieu va a decir que es una aceptación general de la desigualdad, es el
borramiento del “arbitrario” cultural.
Suena complejo, pero traduzcamos con un ejemplo. Las personas van a la
escuela desde temprana edad y se les brinda herramientas para pensar el mundo,
para entenderlo: es indiscutible que la bandera argentina es celeste y blanca y la
Revolución de Mayo fue en 1810. La pregunta que va hacerse Bourdieu es “¿cómo
podemos discutirle algo a la escuela, si las únicas herramientas que tenemos son
las que nos da la escuela?”.
¿Cómo podemos discutirle a la hegemonía, si aceptamos la hegemonía como
lo normal?.
Aceptamos como normales miles de discursos que están legitimados y sin
embargo, son totalmente arbitrarios. ¿Por qué un bien cultural es más legítimo que
otro? Una pieza en un museo, por ejemplo, tiene más valor que la misma pieza
fuera del museo, está legitimado, pero es totalmente arbitrario. Es una modalidad
que contribuye a asegurar la dominación de una clase sobre otra y como diría
Weber, ayuda a la “domesticación de los dominados”. Si un artista del subsahara
africano y uno de Nueva York hacen el mismo cuadro, ¿cuál vale más?.
Esto genera la existencia de una relación donde el
“dominado” le otorga una adhesión al “dominante”. Es
decir, sólo disponemos para pensar y pensarnos (o, mejor
aún, para pensar nuestra relación con la hegemonía), de
instrumentos de conocimiento que la hegemonía nos dió.
Entonces, hacen que ésta se presente como n atural.
Lo vemos día a día tanto en los contenidos de los medios
de comunicación como en canciones, chistes, refranes,
diccionarios e incluso en los contenidos formales de la
educación: desde la crianza de niñas y niños (donde por
ejemplo se educa a los varones para el ejercicio de la
violencia y a las mujeres en la sumisión y el sostenimiento del hogar, entre otros
gestos sexistas) hasta el trato en ámbitos sociales y/o laborales, por citar sólo
algunos.
La violencia mediática es una de las
modalidades en que se manifiesta la
violencia simbólica y es definida por la ley
como: “aquella publicación o difusión de
mensajes e imágenes estereotipados a
través de cualquier medio masivo de
comunicación, que de manera directa o
indirecta promueva la explotación de un
sector social o lo injurie, difame, o
discrimine, deshonre, humille o atente
contra la dignidad del mismo.” Es algo
que se da continuamente en los medios
masivos, tendiendo a estigmatizar la
imagen que se crea de un determinado
grupo social. P
or ejemplo, en esta noticia de 2009, cuando se estaba debatiendo la
sanción de la Ley de Asignación Universal por Hijo. El periodista Pablo Calvo, del
diario Clarín, decide hacer un framing de la realidad, donde entre otras cosas,
compara a un cuerpo gestante con una fábrica de pensiones del Estado. Violencia
simbólica y mediática de varios niveles y hacia diversos grupos sociales.
Pero entonces, ¿cómo se resiste a esta hegemonía, a esta violencia? Me
gustaría que pensemos un segundo esto, tomando como punto de partida una
teoría de Bourdieu. El autor va a plantear una “paradoja” de la lengua vulgar.
Para Bourdieu existe la lengua legítima (que podemos llamar hegemonía) y la
lengua vulgar (contrahegemonía). La lengua legítima, como vimos, no tiene ningún
sustento para serlo: la hegemonía dice que algo es legítimo y debemos aceptarlo
como natural (la música clásica es más legítima que la cumbia, el varón en política
es más legítimo que la mujer, etc.).
Supongamos que la lengua popular, “ilegítima” quiere disputarle el sentido
sobre un bien cultural a la hegemonía. Para Bourdieu, la lengua vulgar está
condenada a una paradoja, porque:
A. si decide jugar el juego que propone la hegemonía con las
reglas de juego de la hegemonía, inmediatamente pierde,
porque está cediendo su lugar y está aceptando las reglas del
dominante.
B. si decide romper y jugar con sus propias leyes, lo único que
estaría reafirmando la distinción con la lengua legítima, y se
estaría construyendo como diferencia, en vez de construir su
propio relato.
Si los sectores populares acceden a la lengua legítima: ¿estarían generando
resistencia o sumisión? Pensemos en lxs directorxs populares que repentinamente
se hacen masivos, ¿están traicionando a sus orígenes o están intentando cambiar el
sistema d esde adentro?
EJEMPLO ELEFANTE BLANCO (11:13-15) -
EJEMPLO DIAGNÓSTICO ESPERANZA (comienzo- 4:10)
En estos dos fragmentos vemos dos maneras distintas de representar el
mismo espacio. Es un claro ejemplo de cómo construyen la hegemonía y la
contrahegemonía mensajes a través de los recursos formales. Pensemos por
ejemplo, la puesta de cámara en “Elefante Blanco”: se muestra la villa desde arriba,
desde lejos, con planos que nos hacen alejarnos. El sonido a la vez es agresivo,
violento: disparos, gritos, etc. Es la forma en que los discursos hegemónicos
representan constantemente a la villa. Como lugares gigantes y caóticos, con
personajes desindividualizados y sin rostros.
En Diagnóstico Esperanza se presenta el mismo espacio, pero la cámara ésta
vez se mete en los pasillos, recorre las calles, nos muestra el espacio desde
adentro. El personaje es presentado desde abajo, vemos su rostro, lo vemos
caminar por su barrio, inclusive, lo único que se nos muestra con un plano alejado,
es justamente la policía.
Conclusión
Se imaginan que nuestra postura, como diseñadorxs y comunicadorxs no es
irrelevante. Vamos a crear contenidos que pueden perpetuar o criticar
estereotipos. No sólo en el diseño, sino también en el lenguaje mismo.
Pero en lo que refiere a nuestro ámbito en particular, surge una paradoja a
la hora de afrontar a los estereotipos. Esta paradoja reside en el hecho de que,
como diseñadores audiovisuales, constantemente se nos pide que elaboramos
clichés. La mayoría de los libros de guión que hablan sobre la construcción de
personaje, nos hablan ni más ni menos que de personajes estereotipados, que
respondan a ciertas características que el público pueda entender, digerir e
interpretar.
Todo esto con un fin claro y necesario: la economía de la narración a la hora
de construir el relato. Cuánto más estereotipados sean los personajes, más fácil
será la asimilación por parte de los espectadores.
Pero entonces ¿qué se debe hacer? ¿Se debe construir personajes
estereotipados con tal de ahorrar imágenes, diálogos y explicaciones en el guión
que ayuden a crear una narración más sencilla, “entretenida” y clara? o por el
contrario, ¿se debe crear personajes complejos y únicos que sean excepciones a la
regla imperante y que modifiquen las convenciones de los verosímiles
hegemónicos, pero que dificultan el relato o los hacen “aburridos”? ¿Se puede
escapar de esta paradoja?
Quizás no se pueda dar una respuesta certera y sencilla a esto, pero sí se
puede encontrar una manera menos “peligrosa” de afrontarla. Lo esencial al
momento de crear un personaje, es preguntarse si lo que estoy contando sirve
para combatir o para alimentar un prejuicio, un estereotipo.
Sea cual sea la respuesta, se debe estar dispuestx a asumir la
responsabilidad de la propia creación.
Somos responsables de lo que creamos, de lo que decimos.
Anexo I - Las redes sociales y la hegemonía.
Filtro Burbuja
Pensemos ahora cómo opera la hegemonía y el framing en las redes
sociales. En principio, en las redes, los usuarios tienen la libertad de elegir a sus
contactos, los medios a los que siguen y los temas que les interesan, pero esta
selección puede derivar en un encierro en una burbuja. Esta burbuja es generada
por los algoritmos mediante los que Facebook, Twitter, Instagram o Spotify
recomiendan contenidos personalizados según tu comportamiento, tus
preferencias y las acciones de amigxs y conocidxs. No está de más decir que, por
ejemplo, el algoritmo de ranking o recomendaciones de Facebook, es secreto.
Precisamente, un filtro burbuja es ese universo que nos envuelve al realizar
nuestras búsquedas, como resultado de la personalización y de los mecanismos de
los algoritmos, que seleccionan los resultados según la información previamente
proporcionada por el usuario. Los gigantes de Internet se sirven de nuestros datos
personales -los productos que hemos buscado, las tendencias políticas que
vertemos o las webs que consumimos- para ajustar nuestra navegación. Si bien
está naturalizado, el discurso hegemónico logró perfeccionar el alcance y la llegada
a las personas, de una manera tan sutil que la mayoría jamás se va a enterar.
Esto desemboca en dos fenómenos: por una parte, nos alejamos de aquella
información con la que no simpatizamos o que no coincide con nuestros puntos de
vista y nos aislamos en esa burbuja cultural e ideológica, ya que solamente nos
llegan contenidos ajustados a nuestras preferencias e intereses. Es una forma más
avanzada del framing, el contenido ya llega a nosotros filtrado, vemos lo que
queremos ver. ¿Pero esto es así?
Imagínense que un día se levantan y
se dan cuenta que todo el mundo
piensa como ustedes. La información
que vamos a recibir puede ser nueva,
pero no estimula la creatividad:
vemos contenidos que encuadran un
mundo cada vez más pequeño. Vivir
en estas burbujas nos lleva
directamente a la polarización de las opiniones. Si pertenecemos a grupos donde
todxs pensamos igual, se va a acrecentar cada vez más y más la diferencia con
aquellxs que piensan distinto y nuestro mundo se va a volver cada vez más
estereotipado y rígido.
La hegemonía en redes sociales se esconde tras mensajes posmodernos,
ética empresarial y algoritmos oscuros. Se ha vuelto cada vez menos visible y más
eficiente.
Anexo II - Test de Bechdel
En 1985, la historietista Alison Bechdel incluyó en uno de sus
cómics una conversación entre dos personajes donde uno de
los dos aceptaba ver una película si cumplía ciertas
condiciones:
1. Aparecen al menos dos personajes femeninos.
2. Estos personajes se hablan una a la otra en algún
momento.
3. Esta conversación trata de algo distinto a un hombre.
Bechdel estaba evidenciando un problema que todavía hoy persisten en los
relatos audiovisuales hegemónicos: los personajes femeninos tienden a ser
personajes débiles o secundarios, y cuando son protagonistas, lo único que hacen
es construirse a través de la diferencia con el varón.
Pensemos en las últimas tres películas que vimos en lo que va del año: ¿pasan la
prueba del Test de Bechdel?.