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VICTIMA, AGRAVIADO Y QUERELLANTE PARTICULAR

LA VICTIMA

La victima es aquella persona, grupo, entidad o comunidad afectada por la


comisión del delito, aunque no sea específicamente la tenida en cuenta por el sujeto
activo del delito. Comúnmente es la persona que sufre la acción delictiva y aparece en
proceso penal como agraviado; en el caso de robo o agresión sexual, interviene el
afectado directamente, es decir, la víctima del delito; en el caso de homicidio,
intervienen el familiar más cercano de la víctima, debidamente acreditado; en el caso de
una empresa, su representante. (EL NUEVO PROCESO PENAL. Pablo Sánchez
Velarde)

El capítulo I del título IV, dedicado a la víctima, regula la institución del


agraviado, diferenciándola del actor civil como parte procesal propiamente dicha. El
agraviado es típicamente, un sujeto procesal penal con determinados derechos de
participación y deberes procesales, pero sin el estatus de una parte procesal. La víctima
es la persona respecto de la cual se materializa la conducta típica; mientras que la
categoría de perjudicado tiene un alcance mayor en la medida que comprende a todos
los que han sufrido un daño, así no sea patrimonial, como consecuencia de la realización
de un hecho delictivo [ROSERO GONSALES]. Los arts. 94-97 NCPP se encargan de
precisar legalmente el concepto de agraviado, regular puntualmente sus derechos y
deberes procesales, y ordenar su intervención cuando se está ante una pluralidad de
agraviados constituidos en actor civil. (DERECHO PROCESALPENAL. Cesar San
Martin Castro)

EL AGRAVIADO

CONCEPTO DE AGRAVIADO

Para definir lo que debe entenderse por agraviado, el Código ha seguido un


concepto amplio muy cercano a la Declaración de Naciones Unidas sobre los principios
fundamentales de justicia para las víctimas del delito y del abuso del poder (Resolución
40/3, de 29-11-85), aunque solo asume un concepto de victima directa. No incorpora el
concepto de victima indirecta (SCIDH Castillo Petruzzi y otros de 04-09-98), que sería
aquella persona que ha sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o
para prevenir la victimización – aquí este sujeto no es el titular del bien jurídico
lesionado por el delito, pero si ha sufrido un daño directo y propio al asistir a dicho
titular en peligro o al prevenir la victimización [SANZ HERMIDA]. Tampoco se ha
incorporado el concepto de victima potencial, vale decir los que sostienen un interés
potencial reconocidamente valido en la reivindicación de sus derechos (voto
concurrente del juez Antonio A. Cantado Trindade en la SCIDH Castillo Petruzzi y
otros de 04-09-98).

El art. 94 CPP se pone en cuatro supuestos:

La regla primera define, en términos generales, al agraviado desde dos coordenadas. Lo


será tanto el que resulte directamente ofendido por el delito – titular del bien jurídico
afectado (lesionado o puesto en peligro) por el delito, cuanto el que resulte perjudicado
con las consecuencias del mismo – cualesquiera persona que haya sufrido daños
directos, inclusive lesiones físicas o mental, sufrimiento emocional, perdida financiera o
menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u
omisiones penalmente relevantes (relevante al respecto es la SCIDH Aloeboetoe de 10-
09-93). Están incluidos en este segundo grupo los que resulten afectados por la acción
típica, aun cuando no sean titulares del bien jurídico protegido.

La regla segunda se pone en el caso de que el delito arrojara como resultado la muerte
del agraviado. En este caso, la condición de tal corresponde a los establecidos en el
orden sucesorio previsto en el artículo 816 del Código Civil, que recoge seis órdenes
sucesorios. Esta posición que mantiene la legitimación para pretender una
indemnización basada en el derecho iure hereditatis es objeto de un cambio
jurisprudencial en los tribunales españoles, donde se considera que el derecho de la
indemnización se funda en un derecho propio, dado que el hecho del fallecimiento
impide, por sí mismo, que en patrimonio del difunto pueda ingresar derecho alguno
[SSTSE de 16-03-71 y de 19-12-97]. De esta manera, las personas a quienes
corresponde la indemnización por el fallecimiento de la víctima son los perjudicados y
no los herederos, conforme a las reglas previstas en le Código Civil [ARNAIZ].

La regla tercera está referida al supuesto de delitos que afectan a una persona jurídica
cometidos por quienes las dirigen, administran o controlan, y en ese caso se consideran
agraviados, los accionistas, socios, asociados o miembros, regla que permite un mayor
control social de quien tiene una posición de dominio en la persona jurídica y, por ende,
si la representatividad solo la tiene este último, la defensa de los derechos quienes
tienen intereses legítimos en ella quedaría sensiblemente relativizada.

La regla cuarta consagra una tendencia internacional a darle participación en el proceso


penal a las asociaciones que protegen intereses difusos y colectivos o en los supuestos
de crímenes internacionales. La primera categoría comprende aquellos intereses que
pertenecen idénticamente a una pluralidad de sujetos, en cuantos integrantes de grupos,
clases o categorías de personas, ligadas en virtud de la pretensión de goce, por parte de
cada uno de ellos, de una misma prerrogativa.

De tal forma que la satisfacción del fragmento o porción de interés que atañe a
cada individuo, se extiende por naturaleza a todos; del mismo modo que la lesión a cada
uno afecta, simultánea y globalmente, a los intereses de los integrantes del conjunto
comunitario [citado por LLOBET, de FLAH / SMAYEVSKY] será el caso, por
ejemplo, de los delitos ambientales y contra el consumo. La segunda categoría está
referida a los crímenes internacionales, que son aquellos establecidos en tratados
internacionales aprobados y ratificados por el Perú – delitos de genocidio, desaparición
forzada, tortura y otros. En ambos casos, como están más o menos identificadas las
personas individuales afectadas – personas directamente ofendidas por el delito, las
asociaciones pueden intervenir como tales – incluso constituirse en actores civiles, en la
medida en que se cumplan dos presupuestos: a) que estén reconocidas e inscritas con
anterioridad al delito perpetrado; y b) que su objeto social se vincule directamente con
los intereses afectados por el delito. No basta, entonces, que la asociación este destinada
a la protección de estos intereses, sino se requiere que el delito en concreto afecte
intereses colectivos o difusos o integre el listado de los crímenes internacionales
[LLOBET]. (DERECHO PROCESAL PENAL. Cesar San Martin Castro)

El código define al agraviado y dice que es todo aquel que resulte directamente
ofendido por el delito o perjudicado por las consecuencias del mismo. Tratándose de
incapaces, de personas jurídicas o del Estado, su representación corresponde a quienes
la ley designe. También son considerados agraviados los accionistas, socios, asociados o
miembros, respecto de los delitos que afectan a una persona jurídica cometidos por
quienes las dirigen, administran o controlan (art. 94). Se comprenden a las asociaciones
de derechos humanos o de protección ambiental u otras que defienden intereses
colectivos o difusos, siempre que el objeto social que se vincule directamente con los
intereses de la víctima u ofendido y haya sido reconocida o inscrita con anterioridad a la
comisión del delito objeto del procedimiento.

El Título Preliminar del Código también establece que se garantiza el ejercicio de


los derechos de información y de participación procesal de la persona agraviada o
perjudicada por el delito y obliga a la autoridad pública a velar por su protección y a
brindarle un trato acorde con su condición (art. IX.3)

Entre los derechos del agraviado deben señalarse lo siguientes:

a. A ser informado de los resultados del procedimiento aun cuando no haya


intervenido en el pero que lo solicite.
b. A ser escuchado antes de cada decisión judicial que implique la extinción o
suspensión de la acción penal, siempre que lo solicite.
c. A recibir un trato debido y respetuoso, conforme a la dignidad que tiene una
persona; a la protección de su integridad y la de su familia. Se preservara su
identidad en los casos de agresión sexual.
d. A impugnar el sobreseimiento y la sentencia absolutoria.
e. Debe ser informado de sus derechos cuando interponga una denuncia.
f. Debe ser informado de su derecho a declarar ante la autoridad judicial.
g. Tratándose de menores e incapaces, tiene derecho a ser acompañado de persona
de su confianza.

Al lado de los derechos que tiene el agraviado, le corresponde declarar como testigo en
el proceso penal, cuando sea citado. (EL NUEVO PROCESO PENAL. Pablo Sánchez
Velarde)

Deberes del agraviado

El agraviado, con independencia que se constituya en actor civil en los delitos


públicos o se erija en querellante particular en los delitos privados (art. 462.3 NCPP), si
es convocado, debe declarar en las actuaciones de la investigación preparatoria y del
juicio oral. El deber de concurrencia y de contribuir al esclarecimiento de los delitos es
de carácter constitucional y comprende a todas las personas: victimas, testigos y peritos.
(DERECHO PROCESAL PENAL. Cesar San Martin Castro)

EL QUERELLANTE PARTICULAR

BASE LEGAL
El Código Penal establece que para uno cuantos tipos legales que su persecución
se insta mediante acción privada (delitos contra el honor, contra la intimidad y lesiones
culposas leves): arts. 138, 158 y 124 CP). En plena correspondencia con el citado
Código, el apdo. 2 del art.1 del Código Procesal Penal, estipula que en los delitos de
persecución privada la acción penal la ejerce el ofendido por el delito, es una simple
restricción en la legitimación, no altera la naturaleza pública de la acción y está
motivada por razones de política criminal en atención a la realidad social [GONSALES
MONTES]; La acción privada se ejerce ante el juez y mediante la presentación de una
querella, es su único modo de personación, que no está sometida a condición de
procedibilidad alguna. A su vez la sección IV del libro quinto del NCPP instaura en
estos casos un proceso especial – proceso por delito de ejercicio privado de la acción
penal, con exclusión del Ministerio Publico, donde la acusación es privada y se aplican
los principios dispositivo y de aportación de parte. El querellante particular es la única
parte acusadora.

PRECISIONES CONCEPTUALES

Es querellante particular la parte acusadora necesaria en los delitos privados, esta


denominación no está relacionada con el carácter de la acción, sino con los presupuestos
de persecutoriedad que ejerce la acción, delitos en los que queda excluida la
intervención del Ministerio Publico, el ejercicio de la acción queda atribuido en
exclusividad al ofendido, el ostenta el monopolio de la acción penal. Se requiere que el
agraviado resulte directamente ofendido por el delito en mención; es decir, ha de
ostentar la titularidad del bien penal protegido y ser sujeto pasivo del delito – sujeto
pasivo es la persona titular del bien jurídico ofendido [QUINTERO].

Para poder participar en el proceso penal, para ser parte, es menester que el sujeto tenga
capacidad para ser parte – puede ser persona física o jurídica, según el delito en
cuestión, capacidad procesal, lo que implica que deberá actuar por medio de su
representante legal si tiene limitada la capacidad de obrar y postulación debida por
abogado [BANACLOCHE]. En los casos de los delitos contra el honor en que el
ofendido haya fallecido o haya presuntamente muerto o exista una declaración judicial
de ausencia o muerte presunta, el art. 138 del Código Penal otorga esa capacidad
procesal para ser parte a su cónyuge, ascendientes, descendientes o hermanos, y por
hechos que, inclusive, pudieron haber sucedido cuando el agraviado hubiera ya
fallecido; formula que difiere a la posición adoptada en el art. 75 del Código Penal
Argentino, donde la ley legitima al cónyuge y sus familiares nombrados a perseguir
hechos punibles contra el honor del ofendido, cuando la ofensa sucedió en vida
[MAIER]. Pero además, junto a lo anterior, ha de concurrir el presupuesto de la
legitimación activa que viene determinada precisamente por ostentar la titularidad de
dicho bien jurídico. El ofendido por el delito es quien ejercita el derecho a la tutela
jurisdiccional (art. 139.3 de la Constitución), que en proceso penal, se manifiesta como
un ius ut procedatur o derecho a que se incoe un proceso penal [GIMENO]. El titular
del bien jurídico, en este caso, comporta en lo procesal el derecho al ejercicio conjunto
de las pretensiones punitivas y de resarcimiento (art. 107 NCPP), de lo que se desprende
que si ejercita la acción civil ex delicto en la vía civil se entenderá extinguida la acción
penal y no podrá intentar posteriormente iniciar ese proceso. La legitimación pasiva en
estos casos corresponde a quien se atribuya la conducta delictiva, a quien se considere
responsable del delito en agravio del querellante particular.

El art. 108 NCPP consagra como presupuesto procesal o requisito de actividad la


exigencia de una querella para la iniciación de los procesos penales por delitos privados,
es un acto procesal de postulación que asiste al ofendido por el delito, en tanto titular de
la pretensión, mediante la cual solicita al juez la iniciación del procedimiento y la
adquisición de la cualidad de parte acusadora [GIMENO]; y, además, prevé bajo
sanción de inadmisibilidad los presupuestos, requisitos formales y elementos materiales
que deben contener el escrito de querella: identificación del querellante o su
representante, determinación de su capacidad y legitimación, determinación de la
legitimación pasiva – indicación de la persona contra quien dirige la acción, relato
circunstanciado del hecho y exposición de las razones fácticas y jurídicas que justifican
su pretensión – causa de pedir, precisión justificada de lo que peticiona – petitum o
petición, y ofrecimiento de pruebas. Esta, como quedo expuesto, se expresa siempre por
escrito – adopta la forma escrita, requisito formal, y debe ir firmada por abogado, que
expresa el presupuesto de postulación – y se interpone ante el juez penal unipersonal –
presupuesto procesal de competencia del órgano jurisdiccional (arts. 108.2 y 459.1
NCPP).

El art. 109 del NCPP reconoce las facultades del querellante particular. Se destaca su
derecho de participar en todas las diligencias, ofrecer prueba, recurrir, e interponer
cuantos medios de defensa y formular requerimientos en salvaguarda de sus derechos.
Un derecho especifico es la facultad de que pueda intervenir a través de un apoderado,
lo que no significa del deber de declarar – el testimonio es una carga publica y, salvo los
casos de excepción (art. 165 NCPP), debe acudirse al llamamiento judicial [D.
ALBORA].

En cuanto al mantenimiento en el proceso, el querellante particular podrá desistirse


expresamente de la querella – manifestación de voluntad en ese sentido. El art. 110
NCPP también reconoce el desistimiento tácito, que tiene lugar cuando no concurre, sin
justa causa, a las audiencias, a prestar declaración o cuando no presente sus
conclusiones al final de la audiencia. Una regla para garantizar la declaratoria del
desistimiento tácito es que la incomparecencia requiere de una justificación antes de la
realización de las audiencias o, en todo caso, dentro de las 48 horas siguientes a la fecha
fijada para la querella. El efecto sustancial del desistimiento, expreso o tácito, es la
renuncia a continuar haciendo valer la pretensión; y en función al art. 78.3 CP, la
extinción de la acción penal – no solo la caducidad de la instancia, que importa un
sobreseimiento inmediato por mediar causa extintiva de la acción penal; el querellante
no puede intentarla de nuevo (art. 464.3 NCPP). (DERECHO PROCESALPENAL.
Cesar San Martin Castro)

Este sujeto procesal es propio de los procedimientos privados o por ejercicio privado de
la acción penal en donde su ejercicio está reservado exclusivamente al agraviado u
ofendido por el delito. El art. 107 establece expresamente que el directamente ofendido
por el delito podrá instar ante el órgano jurisdiccional, siempre conjuntamente, la
sanción penal y pago de la reparación civil contra quien considere responsable del delito
en su agravio. En estos casos el Ministerio Publico no interviene.

Doctrinariamente se denomina a dicho sujeto procesal el querellante particular, al


procedimiento especial, querella y a la persona denunciada querellada. El procedimiento
es muy sencillo y rápido. Además de ser un requisito que el querellante sea el titular de
la acción, la ley exige como contenido de la querella:

a. La identificación acreditada del querellante o su representante, con indicación


del domicilio real y procesal.
b. El relato de los hechos, las razones fácticas y jurídicas que justifican su
pretensión, así como la identidad del querellado.
c. La pena y reparación civil que pretende.
d. El ofrecimiento de la prueba que sustente su querella.
Sobre la figura del querellante particular gira toda la pretensión penal. Tiene facultad
para participar en las diligencias judiciales, ofrecer la prueba, interponer recursos y
medios impugnatorios. La ley procesal le concede la posibilidad de intervenir en el
proceso a través de un apoderado designado especialmente para tal efecto (art. 109.2).

Cabe resaltar que siendo el querellante el único sujeto procesal que puede iniciar el
procedimiento, por el carácter dispositivo del mismo, también puede decidir dar por
concluida su pretensión penal. En este sentido, el nuevo código contempla, establece el
desistimiento que se puede presentar bajo dos formas: a) expresamente, en cualquier
estado del procedimiento, pero sin perjuicio de pagar las costas procesales; y b)
tácitamente, cuando deja de concurrir a las diligencias sin haber justificado su
inasistencia o cuando no presente sus conclusiones al final de la audiencia.
(EL NUEVO PROCESO PENAL. Pablo Sánchez Velarde)

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