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Cátedra I Elementos de Psicología Social

Autor I Marina Tomasini

Universidad Nacional de Córdoba


Dpto. de Cine y TV, FFyH.
Elementos de Psicología Social para la Producción audiovisual.

Ficha de Cátedra.

Notas introductorias al campo de la Psicología Social.


Constitución y desarrollo respecto a las demandas sociales, teorías referentes y
orientaciones Psicológica y Sociológica.

Autora: Marina Tomasini


Año 2012

Esta obra está licenciada bajo una


Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Compartir Obras Derivadas Igual 2.5 Argentina.
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/ar/

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Cátedra I Elementos de Psicología Social

Autor I Marina Tomasini

I. INTRODUCCIÓN
Este escrito se propone brindar a los y las estudiantes de la asignatura Elementos de
Psicología Social un panorama introductorio sobre la constitución y desarrollo de la Psicología
Social (PS) como campo de conocimiento. Cabe explicitar que el texto no hace justicia a la
vastedad del campo delimitado difusamente como Psicología Social ni da cuenta de los matices y
divergencias posibles dentro las perspectivas o escuelas de pensamiento que se mencionarán. Como
señala María Galtieri (1992), desde sus comienzos el campo de la Psicología Social se caracteriza
por un desarrollo complejo tanto en los trabajos europeos como americanos donde se van
recortando distintos núcleos de interés (como el estudio del prejuicio, las actitudes, el liderazgo, el
los fenómenos comunicacionales, los grupos, etc.) desde una diversidad de perspectivas teóricas y
metodológicas.
Asimismo, no se particulariza en el contexto latinoamericano y argentino ya que para ello
los/as estudiantes disponen en esta misma unidad del texto de Ana Correa “Aproximaciones al
campo de la Psicología Social”, publicado en el libro Notas para una Psicología Social.
Se espera que a partir de la lectura del presente escrito los estudiantes puedan:
1) identificar momentos y procesos claves en el surgimiento y constitución de la PS como
disciplina;
2) comprender la conformación y desarrollo de la PS en relación a las demandas sociales;
3) reconocer los principales referentes teóricos (particularmente provenientes de la
Psicología) que influyeron en las teorías y líneas de investigación en la PS;
4) comprender las bases teórico-epistemológicas de la PS de orientación psicológica y de la
PS de orientación sociológica, ubicando ambas tendencias en el marco más general de los
abordajes de la relación individuo-sociedad en las ciencias sociales.

Enfocar la constitución de un campo científico desde el concepto de demanda social implica


pensar sobre la relación entre los conocimientos producidos en una disciplina y un entramado
político, económico, ideológico. Se trata de la articulación saber-poder. Es desde esta perspectiva
crítica que, como sostienen Correa de Jesús y otras, se puede sostener que la Psicología Social ha
formado parte de los dispositivos de normalización “en la trama de la dominación que se desarrolla
a partir del binomio saber-poder”. (1994, p. 33). La idea de disciplinas normalizadoras proviene
del pensamiento de Michel Foucault, quien señala la incorporación de la ciencia en la organización
del Estado; a partir del siglo XX y a medida que se desarrolla el capitalismo se transforman los
mecanismos de dominación. Así, la Psicología ha desarrollado dispositivos de individualización e

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identificación que han servido para marcar exclusiones (normal-anormal, enfermo-sano, loco-
cuerdo) y facilitar así el proceso de vigilancia de sujetos y grupos (Correa de Jesús y otras, 1994).
Como sostiene el psicólogo argentino Mario Woronoski “Ya no hablaremos entonces de las
relaciones entre un campo que se supone real y un discurso que, exterior a él, se propone conocerlo.
No hay para nosotros conocimiento desencarnado sino operaciones del conocer incluidas en un
dispositivo. Compleja maquinaria que incluye: ‘un conjunto resueltamente heterogéneo…
discursos…instituciones… medidas administrativas… lo dicho y lo no dicho’ como sus elementos.”
(Woronoski, 1992, p. 49)

II. LA PSICOLOGÍA SOCIAL EN PERSPECTIVA HISTÓRICA


Para comprender el surgimiento de una disciplina es necesario ubicarlo en el contexto de las
condiciones históricas que plantean determinadas demandas sociales de conocimiento sobre ciertos
aspectos de la realidad o el mundo. Es decir que los campos de conocimiento se configuran en el
contexto de una época en la cual se formulan determinadas preguntas y producen determinadas
respuestas frente a aquello que inquieta o preocupa. La PS, como las demás ciencias sociales, es
producto del siglo XIX, cuando el individuo y la sociedad aparecen como objeto de reflexión
científica y la formulación de problemas sociales alcanza una magnitud inusitada (Galtieri, 1992).
Como señala Eva Muchinik (2003) el punto de partida en la construcción de la Psicología
Social como cuerpo de conocimiento se ubica en el desarrollo de la Psicología y de las Ciencias
Sociales en el siglo XIX. Sin embargo, es necesario remontarse hasta el siglo XVII con el
surgimiento de la modernidad en occidente para comprender el nuevo sentido del sujeto que aparece
con la filosofía cartesiana. En efecto, como veremos enseguida, fue Descartes quien postuló el libre
examen de las ideas claras para fundamentar la supremacía de la razón individual.
Por el lado de la Psicología, se considera que ésta surge como disciplina autónoma en el siglo
XIX. 1 Antes de esta autonomía disciplinar tenía fuertes anclajes en la filosofía y en la biología y
fisiología (ámbito en el cual la vida psíquica se relacionaba con sustancias cerebrales o con el
funcionamiento neurobiológico). En cuanto a la filosofía de las ciencias estaba dominado por dos
tendencias fuertes: el empirismo (como postulado central sostiene que en base a las experiencias
concretas con los objetos se van formando ideas generales y conceptos) y el racionalismo (ubica la
causa principal del conocimiento en el pensamiento, el conocimiento puede obtenerse por medio de
la lógica y el razonamiento).

1
Se toma como hito fundador el establecimiento del primer laboratorio de Psicología, por Wundt en 1879.

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En cuanto a las ciencias sociales surgen con la modernidad, a partir de la Ilustración. Tal
surgimiento es posible cuando la idea del hombre como centro del cosmos reemplaza la idea
teocéntrica de Dios como fuente última de los actos y se instalan los valores de autonomía y razón.
Siguiendo a Eva Muchinik, hay dos órdenes de fenómenos, entrelazados entre sí, que deben
considerarse como parte del proceso histórico y de surgimiento de las ciencias sociales:
a. el cambio de estructura y fisonomía de la sociedad;
b. la modernidad, que irrumpe con los valores de subjetividad, autonomía e individualismo.
Para entender estos cambios es necesario remitirse a dos grandes revoluciones, una económica y
otra política, que dan lugar a modificaciones en los modos de vida y se enlazan con
transformaciones en las concepciones de hombre: la Revolución Francesa y la Revolución
industrial.
Con la primera revolución, desarrollada en Francia entre 1789 y 1799, se reemplaza la
monarquía absoluta como forma de gobierno por la Asamblea Nacional Constituyente. Esto supone
el final del absolutismo y el surgimiento de un régimen donde la burguesía, y eventualmente las
masas populares, se convierten en la fuerza política dominante. A este movimiento contribuyeron
distintos pensadores del siglo XVIII, denominados philosophes, y luego enciclopedistas, ya que
socavaron las bases del Derecho Divino de los reyes. La famosa proposición del filosofo René
Descartes “pienso, luego existo” pone a la razón (por lo tanto al hombre y no a Dios) como
fundamento de la existencia. El hombre se ubica como sujeto de conocimiento y en el lugar central
de la historia. Siguiendo a Feinman (2008), la verdad deja de ser revelación divina y pasa a ser
certeza, es verdadero aquello que es cierto para el hombre. El hombre es ahora subjectum, el que
subyace a todo lo que es. Es la conciencia del hombre la que puede explicar el resto de la realidad.
El “(yo) pienso, luego existo”, afirma la primera persona del singular y refuerza la búsqueda en la
interioridad como fuente de conocimiento, como indica Muchinik. Según la autora se trata de un
acto individual, sin referente social o comunitario. En términos morales, se gesta un ideal que
concede importancia a un tipo de contacto conmigo mismo, con la propia naturaleza interna. Es un
llamado a hallar “dentro” el modelo según el cual orientar la propia vida (en vez de moldearla según
los requerimientos de conformidad externa). Este ideal tiene que ver con el declinar de la sociedad
jerárquica de las sociedades antiguas, donde lo que hoy llamamos identidad estaba en gran parte
fijado por la propia posición social y familiar. Este va a ser el trasfondo de época de lo que
posteriormente llamaremos como “paradigma individualista” en la comprensión de los fenómenos
psicosociales.
Podría decirse que en la modernidad el individuo adquiere relieve y se recorta como figura.
Aunque hay que tener en cuenta, siguiendo a Vezzeti (1993) que hay más de una figura: el hombre

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ilustrado como sujeto de la razón, el ciudadano como unidad política y el alma sensible como
matriz estética del yo. El relieve del individuo se despliega en varios planos: “Por un lado, se trata
de una categoría del pensamiento filosófico y científico; aparece, en segundo lugar, como la
definición del actor moderno, representable y detectable en su eficacia social; incorpora, en tercer
término, un contenido de valor, la autonomía y la autorrealización, particularmente resaltante en la
constitución de la conciencia moderna” (1993, p. 50).
Feinman (2008) señala que hay una subjetividad dominadora que se lanza al dominio del
mundo. El pensamiento de la ilustración es el apoderamiento de la realidad por parte de la
Burguesía europea, del capitalismo burgués europeo. La Revolución Francesa significa la toma del
poder político por parte de la burguesía que ya se había adueñado del poder económico.

La Revolución Industrial comportó un gran cambio para la historia del trabajo y de los
trabajadores. Se introduce la máquina que sustituye el trabajo realizado a mano y la utilización del
vapor como fuente de energía que desplaza a las usadas hasta entonces (muscular, animal, eólica,
etc.). Abarca un período histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios
del XIX en el cual se producen transformaciones socioeconómicas y culturales, en Inglaterra
primero y el resto de Europa luego. Como indica Jürgen Kuczynski (1979) hubo una revolución
pero a largo plazo ya que la continuidad histórica no se quebró. Formas nuevas y viejas de trabajo
han coexistido y se han complementado.
Con la aparición de los grandes establecimientos industriales aparecen una nueva clase de
trabajadores: los trabajadores industriales. Con las nuevas formas de trabajo hay nuevas estructuras
sociales. Uno de los efectos de la concentración de los medios de producción fue reunir millares de
obreros de distinto origen en localidades que no estaban preparadas para recibirlos. Algunos obreros
desarraigados de su medio no tenían conciencia de trabajo colectivo. Recién la segunda generación
de industriales radicalizó más aún la “regularidad y la disciplina”. El trabajo monótono, el
mecanicismo, la preocupación por la eficacia, el control y la vigilancia en la fábrica, son tratados en
Tiempos Modernos, dirigida y protagonizada por Charles Chaplin (1936). Esta película que relata
las condiciones de empleo de la clase obrera en la época de la Gran depresión, es considera un
ejemplo de filme de crítica social.
El pensamiento de Comte (1798-1858) se vuelve dominante y legitima, desde la filosofía, al
método científico que se basa en la observación y experimentación. La nueva lectura de la historia
natural del hombre se aparta progresivamente, no sin dificultades, de la teología; el aumento del
interés por diversas áreas del conocimiento se acompaña de la coexistencia de un pensamiento
impregnado de metafísica con la búsqueda del conocimiento experimental de los fenómenos de

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distinto tipo. La ciencia moderna (que nace a fines del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII),
coincide con el impulso del comercio y la manufactura, cuando, a la vez, los intereses de los
hombres se trasladan de los fines teológicos hacia los fines utilitarios. “Las necesidades de
navegación estimulan la astronomía; la guerra y la industria transforman la alquimia en química,
dan forma a la física y la mecánica” (…) El surgimiento de las ciencias sociales en el siglo XIX es
la expresión de estos cambios. Se formulan nuevas preguntas, se intentan nuevas respuestas.”
(Muchinik, 2003, p. 16).

Pero volvamos sobre el proceso de industrialización. En este contexto, el movimiento migratorio


del campo a la ciudad, la urbanización y el hacinamiento en las ciudades, el surgimiento de un
cordón de viviendas marginales en condiciones de miseria, la subordinación del trabajador al
sistema industrial como eje organizador de la vida social, plantea un escenario de crisis y
conflictividad social. Correa de Jesús y otras (1994) plantean que el proyecto social capitalista no
estaba preparado para lidiar con estos problemas emergentes y establecen una correlación entre
estas condiciones sociales, históricas y políticas con la delimitación del objeto de estudio de la
Psicología Social que fue definido en torno a temas como el comportamiento de grupo y el
desarrollo del espíritu de pertenencia a determinado orden social.
Asimismo con la industrialización se registra una preocupación creciente, desde los sectores
empresariales, por el aumento de la productividad. En particular hay una preocupación por conocer
e intervenir en las relaciones humanas en la fábrica con el fin de aumentar el rendimiento de los
trabajadores. En este contexto se desarrollan una serie de estudios que dan lugar a un conjunto de
saberes y temáticas de investigación considerados como propios de la Psicología Social. Al respecto
Ana Fernández (1999) señala que la teorización sobre los grupos humanos cobra forma a partir de
una demanda proveniente del campo empresarial, con particular localización en los EEUU en los
años ’20 del siglo pasado. 2 Entre otros temas se estudia la relación entre la “productividad” y las
“redes informales” entre trabajadores fabriles o la actitud de los grupos de obreros hacia la empresa.

2
Esto no quiere decir que no se registren estudios y trabajos sobre los grupos con anterioridad sino que es a partir de
este momento cuando la demanda se hace efectiva por medio de encargos concretos.

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A modo de ejemplo…
Elton Mayo (1880-1949) realiza un experimento en la Western Electric Company, en
Hawthorne, Chicago, con el objetivo de estudiar la relación entre la satisfacción en el
trabajo y la eficiencia de los obreros en la producción. El gran descubrimiento fue la
importancia que tienen los grupos informales (y la presión que éstos pueden ejercer)
sobre el rendimiento y la producción. A diferencia de los grupos formales que definen las
organizaciones, los informales son producto de formas de asociación espontánea de los
obreros en grupos pequeños, que expresan la tendencia de los individuos a formar
agrupamientos según algún interés y motivación de los individuos y que pueden
relacionarse con la organización laboral en términos de adhesión y/o de resistencia y de
lucha y en tal sentido incide “favorable o desfavorablemente en el rendimiento”.
Entre las conclusiones del estudio se postula que el comportamiento del individuo se
apoya en el grupo, los trabajadores no actúan aisladamente como individuos. Así, los
trabajadores generan reglas informales entre ellos que se oponen a las normas formales de
la organización laboral (por ejemplo, no producir más de una media establecida o
producir menos de la media para no aumentar los estándares de exigencia). No regirse por
esas reglas informales puede exponer a las personas en su ámbito laboral a perder el
afecto y respeto de los compañeros. Mayo llega a proponer que el mejor rendimiento
depende en buena medida de las “redes informales” y la interrelación afectiva, más que
de las mejoras materiales en las condiciones de trabajo. 3

De modo que la conformación de la Psicología Social tiene que ver con la necesidad de dar
respuestas a fenómenos que no pueden ser abordados satisfactoriamente desde la Sociología y la
Psicología pero también se vincula con demandas sociales en cuanto al adelanto industrial, la
racionalización del trabajo, el aumento de la producción. En términos de Armando Bauleo esto da
cuenta del desarrollo de una “Psicología Social oficial”, es decir, de aquella ciencia que esbozaba
las respuestas a las preguntas que el sistema establecía. Para este autor, siguiendo a Marx, “…cada
sociedad se pregunta lo que puede responder y así esa Psicología Social oficial respondía a las
demandas de una sociedad de industrialización que necesitaba justificar comportamientos, y
soslayar conflictos que incomodaban en el ajuste de los agentes en el proceso productivo.” (Bauleo,
1983, p. 34).

3
El trabajo de Mayo permite ejemplificar cómo ha jugado en la historia de la Psicología Social la relación entre lo
enunciado, lo visibilizado, lo expuesto y las conclusiones que desbordan lo expresado por lo que no se dice, por las
relaciones negadas con la situación global en la cual estaban incluidas. Es lo que Bauleo denomina el “campo de los
mecanismos ideológicos” orientados a la conservación social. El papel de los grupos de intereses que se crean entre los
trabajadores, quienes tienden a agruparse espontáneamente, es un nivel de base para resistir, defenderse, luchar. Así,
podemos afirmar que lo que permanece no tematizado en el trabajo de Mayo es que el grupo informal no es meramente
el lugar donde se juegan relaciones de simpatía sino que es el lugar donde se expresan los sentimientos de solidaridad
ligados a la lucha y a la resistencia obrera en relación a las exhortaciones de la dirección. “Las normas que emergen y
que son vividas comunitariamente, no son otra cosa que la expresión de la lucha cotidiana del obrero contra lo que
quiere hacer de él la dirección.” (Enriquez, 1992 citado en Correa, 2005).

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Para Tomás Ibañez, la Psicología Social: “…aparece en tanto que disciplina específica tras un
largo proceso durante el cual la sociedad deja de ser concebida como un objeto «natural» y pasa a
ser considerada como una producción histórica, es decir como un objeto que es a la vez cambiante
e inmanente a las propias actividades humanas (1994, p. 286).
Como señala este autor, es en este contexto que una ciencia de la sociedad se hace a la vez
posible y necesaria; especialmente junto con la idea de que la sociedad es gobernable se requiere
disponer de conocimientos para gestionarla y gobernarla con racionalidad. Es necesario producir
teorías sobre su funcionamiento. El desarrollo político de las sociedades modernas enlazó la
legitimidad del Estado con la expresión ordenada de la opinión pública, creando así la necesidad de
una ciencia para conocerla y regularla. El hecho de que la psicología social se preocupara
intensamente de los fenómenos de opinión (actitudes, influencia social, representaciones sociales,
etc.) adquiere un pleno sentido en este contexto.
Asimismo, la generalización de la economía de mercado favoreció la emergencia de la
psicología social mediante un conjunto de exigencias que pasaban por “conocer las «necesidades»
de los consumidores, crear las «necesidades» pertinentes, y competir para conquistar las
preferencias de los consumidores” (Ibañez, 1994, p. 287).

Con la segunda guerra mundial se produce lo que Correa de Jesús y otras llaman la
norteamericanización de la Psicología Social. En el contexto de la guerra se trasladan muchos
intelectuales hacia Estados Unidos. Es el caso, para citar algunos, de Kurt Lewin quien perseguido
por los nazis huyó de Alemania hacia EEUU o de Paul Lazarfeld, psicólogo social afiliado al
partido socialista austríaco, quien luego deviene en un importante teórico de la

st comunicación.
Al mismo tiempo se registra un proceso de emigración masiva de Europa a Estados
Unidos de diversos sectores sociales. Desde los centros de poder se desarrollan proyectos
de integración social (campañas gubernamentales, leyes específicas) con el fin de integrar a los
“recién llegados” al orden social eablecido. Como señalan las citadas autoras, esto junto con la
industrialización acelerada y la búsqueda de mayor productividad marcó el desarrollo de la
Psicología Social en este momento. Ésta se caracterizó por el desarrollo de estudios y teorías que
garantizaran la integración al estándar de vida establecido. Se desarrolla una PS con énfasis en la
conducta observable y medible. Cobran impulso los estudios sobre actitudes, cambio de actitudes,
el comportamiento de los pequeños grupos, los procesos de influencia social y de conformidad
y presión grupal.

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A modo de ejemplo…
Lewin, estudiando la temática de la resistencia al cambio, hace una experiencia
para indagar la modificación de las costumbres alimentarias. Trabaja sobre la
resistencia de las amas de casa norteamericanas durante la segunda guerra a
incluir achuras en la dieta alimentaria, ya que se hacía necesario modificar estos
hábitos por el faltante de carne que el abastecimiento de las tropas ocasionaba
(Fernández, 1999). Lewin organiza dos dispositivos con el fin de estimar con cuál
se logra ejercer mayor influencia: 1. un experto brinda información en un formato
de conferencia a un grupo de mujeres; 2. se realizan grupos de discusión con amas
de casa sobre las costumbres alimenticias. Observa que con el segundo método se
producían mayores niveles de cambio de pautas alimentarias, reflejando en la
incorporación de achuras a las dietas de las mujeres que habían participado en los
grupos de discusión. Concluye que la interacción social y cognitiva puede
producir un descenso de la resistencia al cambio y favorecer el surgimiento de
nuevas conductas. Este trabajo se orienta a dar respuesta a una urgencia social
situada históricamente, cómo lo es la de operar sobre el consumo. “…los técnicos
capaces de incidir sobre cambios de hábitos, orientación del consumo, es decir,
los técnicos de grupo, se volverán cada vez más imprescindibles en una “cultura”
industrial que implementará la sociedad de consumo como alterativa para salir de
una de sus crisis económicas más severas” (Fernández, 1999, p. 73).

Siguiendo con el trazado de Correa de Jesús y otras, a partir de los sesenta se produce la
“crisis de confianza de la Psicología Social”. Volveremos sobre este punto más adelante pero por
el momento basta indicar que esta crisis tiene que ver con cuestiones teóricas (ausencia de marcos
teóricos que den coherencia a la heterogénea cantidad de investigaciones) y con cuestiones
políticas. Esto último alude a dos procesos interrelacionados, uno más ligado a la fisura de la
disciplina para dar respuestas a los encargos sociales y el otro vinculado con la crítica al
interior de la PS sobre su papel como disciplina normalizadora. Esto nos marca un contexto en
el cual la PS, por un lado, demuestra su incapacidad para hacer aportes eficaces al objetivo de
garantizar el orden social (es el momento de una gran crisis económica y de la derrota de EEUU en
Vietnam). En conexión con ello, ciertos sectores dentro de la disciplina cuestionan el sistema social
y se reconoce “la complicidad de la Psicología en general con el proyecto de dominación y control
social” (1994, p. 156). La politización de la ciencia (de la que hablaré más abajo) supone, entre
otras cosas, la crítica hacia las disciplinas por su compromiso ideológico con el encargo social
proveniente de sectores dominantes.

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Recapitulando…
Ignacio Martín Baró (1983), Psicólogo Social y sacerdote jesuita salvadoreño, considera que
en la historia de la psicología social se pueden diferenciar tres etapas:
1º) Fines del siglo XIX. En este primer periodo se concibe la sociedad como un todo unitario y se
trata de compatibilizar las necesidades del individuo con las necesidades del todo social, examinando
para ello los vínculos entre la estructura social y la estructura de personalidad. La pregunta fundamental
en este momento es "¿Qué nos mantiene unidos en el orden establecido?"
2º) Desde los albores del siglo XX hasta los años setenta. Corresponde al periodo de norte
americanización de la psicología social. La pregunta que se intenta responder es "¿Qué nos integra al
orden establecido?". Se asume que el sistema social es el representante de un orden social
incuestionable. Este periodo se caracteriza por el énfasis en lo psicológico y en el individuo como
unidad de análisis. Es el individuo el que debe adaptarse a la estructura social, militar o industrial, no la
estructura la que debe cambiar.
3º) el tercer periodo es el que emerge a partir de los sesenta-setenta. Durante el mismo la pregunta
cambia como consecuencias de la crisis que sufre la disciplina, por la derrota militar y política en la
guerra de Vietnam. La pregunta gira hacia ¿Qué nos libera del desorden establecido?. La psicología
social se ocuparía de estudiar la manera como el hombre construye y es construido por su sociedad.

III. ALGUNOS REFERENTES PSICOLÓGICOS Y SOCIOLÓGICOS QUE ORIENTAN


PERSPECTIVAS EN LA PSICOLOGÍA SOCIAL

⇒ Conductismo

Esta corriente prevaleció en la Psicología en el siglo XX. El psicólogo estadounidense John


Watson (1878-1958) fue su principal referente. Postula que el ambiente es el determinante de lo que
el hombre podrá llegar a ser: “Dadme un niño – expresa Watson - y haré de él un criminal o un
genio”. Siguiendo a Eva Muchinik, “el conductismo se orientó fundamentalmente hacia el trabajo
del laboratorio para mostrar bajo condiciones controladas la posibilidad de aprendizaje y
modificación de la conducta. A partir de Watson el psicólogo se sintió capaz de predecir y controlar
la conducta humana. (…) A pesar de la vigencia del conductismo en la Psicología de las primeras
décadas del siglo [pasado], la Psicología Social si bien no escapó totalmente a su influencia, se
orientó tempranamente hacia otras problemáticas y otras propuestas teóricas” (2003, p. 21).
En este punto coincide Tomas Ibañez para quien la psicología social nunca soportó el
predominio hegemónico del conductismo como si sucedió en la psicología general. El conductismo
metodológico de Watson (por medio de Floid Allport) marcó su influencia en el interés por la
conducta observable pero no dio lugar a una “escuela” en psicología social. Señala el citado autor
que más allá de las diferencias y controversias dentro de las orientaciones conductistas, comparten
como prepuesto del programa de investigación que la conducta social se adquiere a través de un

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proceso de condicionamiento 4 e intentan explicarla en términos de los principios de aprendizaje.


Hay una fuerte apuesta por la predicción de la conducta tanto a partir de los eventos presentes en
una situación y como de la experiencia previa de la persona con esos eventos (o eventos similares).

⇒ La Psicología de orientación guestaltista

Es una corriente de la Psicología que surge en Alemania a principios del siglo XX. Se interesan
por el estudio de la percepción, cuestionando la explicación de la misma como “suma de
sensaciones”. Afirman en cambio que la percepción muestra un carácter de totalidad, una forma,
“una gestalt” y esta experiencia constituye el problema de la Psicología (Heidbreder, 1960). 5 Con
la masiva llegada durante los años treinta del siglo pasado de psicólogos alemanes formados en esta
tradición se difunde rápidamente en la psicología social norteamericana como alternativa al
conductismo. Mientras que desde este enfoque se enfatizaba la determinación de la conducta por el
entorno, la orientación guestaltica prioriza la actividad constructiva del ser humano, insistiendo en
la idea que lo importante es la forma en que la persona interpreta la realidad. Ibañez señala que
después de la Segunda Guerra Mundial esta fue la orientación predominante en la Psicología Social.
En este devenir se acentúa el interés por los procesos cognitivos “internos” en base a los cuales el
individuo interpreta/construye la realidad aunque adquiere un carácter individualista.
Uno de los trabajos más relevantes dentro de la PS de esta orientación es el de Kurt Lewin. Con
su “teoría del campo” postula que el individuo está inmerso permanentemente en un campo de
fuerzas cuya composición determina la manera en que actúa la persona. Se trata de fuerzas
psicológicas relacionadas con las expectativas, las necesidades, con la percepción que tiene el
individuo de la realidad en la que está inmerso. Esta teoría se apoya en el concepto de sistema,
abordándolo desde una perspectiva dinámica ya que los considera en estado de tensión. Los
conceptos de “sistema” y “tensión” serán centrales luego en la teoría de la coherencia cognitiva de
Heider. Tanto Lewin como Heider consideran que para poder explicar la conducta es necesario
conocer la forma en que la persona construye psicológicamente la situación para ella misma y desde
ella misma. El trabajo de Heider, a su vez, será una destacada influencia en la teoría de la
coherencia cognitiva y la teoría de la atribución. Además, siguiendo a Tomás Ibañez, demarca el
campo para el estudio de “la ‘psicología ingenua’ o las ‘explicaciones de sentido común’
formuladas diariamente por las personas para dar cuenta de sus propias conductas y de las
actuaciones de las demás persona, anticipa el interés actual por los procesos inferenciales que
caracterizan el pensamiento cotidiano…” (p., 124).
Otra influencia de esta orientación en la PS se revela en el trabajo de Solomon Asch, quien
refuerza la idea según la cual la percepción no es mero reflejo de la realidad sino que tiene
propiedades estructurantes de la representación de la realidad. Los estudios de Asch sobre el
conformismo social marcan un conjunto de investigaciones sobre la presión social del grupo y los

4
Con este término se hace referencia a una modalidad de aprendizaje que consiste en aprender a responder de un modo
nuevo ante un estímulo que de forma innata no provocaba la respuesta en cuestión. Por medio del condicionamiento un
organismo asocia dos eventos, los que quedan condicionados. El ejemplo clásico es el experimento de Pavlov. En los
perros la respuesta de saliva se provoca originariamente por la presencia de alimento sobre la lengua, de modo que la
comida es el estímulo que provoca la respuesta. En el experimento, Pavlov hacía sonar una campana cada vez que
presentaba la comida al perro. Luego de cierto número de repeticiones el solo sonido de la campana, sin presencia de
alimento, provocaba la respuesta. Es así como un estímulo que en su origen no provocaba la respuesta es capaz de
producirla después de haber formado parte en repetidas ocasiones de la situación que la determinó (Heidbreder, 1960).
5
Uno de los temas que más interesó a los psicólogos de la Gestal es la percepción del movimiento. Si dos líneas no muy
alejadas entre sí se exponen en forma instantánea y sucesiva a una velocidad determinada, el observador no verá dos
líneas sino una sola que se desplaza desde la posición de la primera a la segunda. Aunque ambas líneas son estáticas y
están separadas en el tiempo y en el espacio lo que el observador ve es un movimiento. El intento de explicar estos
hechos constituye el punto de partida de la Psicología de la Gestalt ((Heidbreder, 1960).

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procesos de influencia que guían los trabajos de obediencia de Milgram y el concepto de influencia
minoritaria de Moscovici.

⇒ Gustave Le Bon (1841-1931).

Se interesa por el estudio de las “muchedumbres o masas”, haciendo aportes valiosos a la


Psicología de los grupos y particularmente en el tema de la influencia social. El contexto de la
preocupación teórica de Le Bon se ubica a fines del siglo XIX con los hechos de la Comuna de
París. 6 Estos acontecimientos hacen aparecer en escena a las clases populares como actores
centrales de la vida política. La concepción que Le Bon tenía de “las masas” era peyorativa;
pensaba que alteraban la racionalidad, estaban movidas por la irracionalidad y convertía al
individuo en un “bárbaro” que actúa por instinto. Más allá de esta forma de concebir las masas,
el trabajo del autor permite esbozar los procesos de conformidad del individuo en los grandes
grupos.

⇒ Psicoanálisis.

La obra de Freud, fundador del psicoanálisis, es de una vastedad y complejidad que ha


tenido repercusiones no sólo en la Psicología sino en otros campos como la antropología y más
recientemente en la filosofía. Me limitaré aquí a señalar los aportes más directos a los
fenómenos psicosociales. En particular me voy a concentrar en dos trabajos, Totem y Tabú
(1913) y Psicología de las Masas y análisis del yo (1921). En el primero analiza el origen y
reproducción de las instituciones y el vínculo social a partir de la instauración de la ley como
prohibición (Correa, 2003). El conflicto humano fundamental es entre el deseo y la prohibición
y para la institución de lo social es necesaria la represión y sublimación de las pulsiones. En una
especie de analogía con el desarrollo individual, Freud apela al conflicto mítico que daría origen
a la cultura, a saber, el asesinato de un padre originario a manos de los machos de la tribu que
así destruyen el poder despótico del padre fundador e internalizan su autoridad y ley.
En Psicología de las Masas y Análisis del Yo se basa en el trabajo de Le Bon, y encara el
estudio de la influencia del líder y el fenómeno de sugestión. Este trabajo aporta términos claves
como el de identificación 7 y la relación del líder con las masas. Se refiere a la configuración del
vínculo humano, dando cuenta que en la vida anímica “el otro” está siempre integrado como
modelo, objeto, auxiliar o adversario (Correa, 2003).

⇒ Escuela de Chicago

Es una perspectiva sociológica que surge a partir de un conjunto de trabajos entre los años 1920
y 1930 con fuerte arraigo en la investigación naturalista (estudios etnográficos). Entre los muchos
autores de esta escuela se destacan los aportes de Mead a la PS quien, junto con Dewey y Cooley,

6
Tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, durante el gobierno de Napoleón III, los revolucionarios
parisinos resistieron el avance de los prusianos sobre Paris (ocupación que había sido acordada entre las partes como
condición de la Paz). Muchos de estos ciudadanos integraban la Guardia Nacional durante la guerra y por ello poseían
algunos cañones que impidieron el avance enemigo durante seis meses.
7
Según el diccionario de Laplanche y Pontalis (1981) la identificación es el proceso psicológico mediante el cual un
sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre el modelo de
éste. La personalidad se constituye y se diferencia mediante una serie de identificaciones. Es decir que da cuenta del
enlace afectivo a otra persona y refiere al proceso por el cual un individuo se vuelve semejante a otro, en su totalidad o
en parte.

12
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intentan responder a la pregunta sobre cómo se desarrolla el “yo” en el contexto de las relaciones
sociales. Mead, Influido por los principios evolutivos de Darwin, es uno de los primeros autores en
esforzarse por formular una teoría de la persona como emergente de una matriz de relaciones
intersubjetivas y de proponer a la comunicación simbólica como mecanismo para su emergencia.
Asimismo Mead se opuso a la visión del ser humano como un mero “reactor” a estímulos
suscitados por el ambiente. En cambio propondrá, junto con otros pensadores pragmatistas, que la
acción está autorregulada porque el individuo es un intérprete de su medio y de sus relaciones con
los demás. Esto implica reconocer que la sensibilidad y actividad del organismo están tan
genuinamente determinadas por el entorno material como por la autoconducción del organismo que
puede indicarse a sí mismo, por medio de símbolos, las consecuencias de ciertos tipos de reacciones
a determinados estímulos (Joas, 1995).
Esta perspectiva tendrá importancia crucial en el trabajo posterior de Herbert Blumer, quien
acuñó el término interaccionismo simbólico. La idea de acción significativamente orientada
subyace a lo que el autor denomina como las tres premisas de este enfoque: a) “…el ser humano
orienta sus actos hacia las cosas en función de lo que éstas significan para él.” b) “…el significado
de éstas cosas se deriva de, o surge como consecuencia de la interacción social que cada cual
mantiene con el prójimo.” c) “…los significados se manipulan y modifican mediante un proceso
interpretativo desarrollado por la persona al enfrentarse con las cosas que va hallando a su paso.”
(Blumer, 1982, p. 6).
Además de la corriente del interaccionismo simbólico la obra de Mead, sobre quien
volveremos enseguida, será un referente importante en corrientes actuales de la PS como la
etogenia, el construccionismo y la sociología del conocimiento de Berger y Luckman.

IV. LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE TENDENCIA INDIVIDUALISTA Y LA PSICOLOGÍA


SOCIAL DE TENDENCIA SOCIOLÓGICA

En la configuración de tendencias teóricas en la Psicología Social se puede reconstruir la


misma polémica que ha atravesado el campo más amplio de las ciencias humanas y sociales. En
términos simplificados y esquemáticos se puede afirmar que en el campo psicosocial la principal
disyuntiva es la que involucra la distinción entre el individuo y la sociedad. Esto quiere decir
que las estrategias para el análisis suelen elegir uno de los caminos posibles según a qué se le
conceda primacía analítica. Siguiendo a James Wertsch (1999) se puede decir que:
™ una postura defiende que se debe empezar por una descripción de los fenómenos sociales y
sobre esa base analizar la acción individual 8 o generar el análisis del funcionamiento
psicológico;
™ la otra postura supone que la forma de comprender los fenómenos sociales empieza por los
procesos psicológicos llevados a cabo por el individuo.

8
Tomo el concepto de acción en sentido amplio de modo que incluye no sólo el comportamiento observable sino
además los motivos, sentidos y circunstancias subjetivas implicadas en la acción.

13
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Esta polémica ha tenido pregnancia en la disciplina, como sostiene Bauleo: “Este tipo de
discusión permanente sobre la prioridad imaginaria de uno de los polos, para efectuar un
esquema explicativo de la relación individuo-sociedad, era el dilema constante en el cual tenía
que sumergirse todo psicólogo social” (1982, p. 32).
A continuación reconstruiré algunos supuestos y lineamientos teóricos en las orientaciones
de tendencia individualista y de tendencia sociológica porque ha sido un debate central en la
disciplina. Pero antes quiero señalar que la escisión individuo y sociedad o la lógica disyuntiva
de pensamiento que tiende a priorizar uno de los polos en el análisis de fenómenos sociales o
psicosociales ha ido cediendo considerablemente. Entre los diversos autores que aportaron a la
superación de la dicotomía individuo-sociedad destaco la teoría de las representaciones
sociales, que se estudiará en esta materia, porque introduce una categoría que para algunos
(Jodelet, 1984; González Pérez, 2001) es una nueva unidad de enfoque de fenómenos múltiples
que se observan y estudian a variados niveles de complejidad, individuales y colectivos,
psicológicos y sociales. 9

IV. a- La tendencia individualista: la Psicología Social Psicológica


En la reconstrucción histórica de la Psicología Social que realiza Nigel Armestead (1974)
caracteriza como individualista a la Psicología Social tradicional, que él llama “Psicológica” y
que ha sido dominante en la historia de la disciplina. Dice el autor:
“Este triple reacción [hacia el instrospeccionismo, las teorías del instinto y las teorías de la
mentalidad de grupo] 10 estableció unos rasgos característicos de la psicología social psicológica
que se conservan todavía: el énfasis en la conducta observable públicamente ha dado origen a
una aproximación externa a la gente: lo importante es lo que hacen no lo que piensan o dicen”
(…)
La reacción hacia las teorías del instinto se tradujo en una actitud muy precavida hacia la
motivación: muchos psico-sociólogos evitaron durante mucho tiempo pensar en términos
motivacionales que no fuesen los impulsos básicos de hambre, sed o bienestar. (…)

9
Muchinik señala que, en la Psicología actual, Moscovici le aporta un fuerte sesgo psico-social al estudio del
conocimiento, del procesamiento de información, de la representación de la realidad.
10
El introspeccionismo refiere al estudio de la experiencia interna (sentimientos, sensaciones, ideas) mediante la
capacidad reflexiva que tiene la mente de referirse o ser consciente de forma inmediata de sus propios estados. La tesis
de la mente grupal sostiene que los grupos se caracterizan por una psicología distintiva que no se puede reducir a la
psicología de sus miembros individuales. Para esta perspectiva, en los grupos los individuos son dominados por un
“mente de grupo” que transforma su conducta y su psicología.

14
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Finalmente la reacción contra las teorías de "mentalidad de grupo” llevó a un enfoque atomista
en la psicología social: aún cuando se examinaran grupos de personas, la unidad explicativa es
el individuo y sus características individuales. (…)
“Desde un principio la Psicología Social psicologista concibió lo social como la interacción
entre organismos que daba origen a diferentes resultados conductuales, estando estos
organismos abstraídos de cualquier contexto social o proceso de la vida real.”
Así se bosqueja una Psicología Social Tradicional o Psicológica que además de individualista
se caracteriza por el énfasis en el estudio de la conducta como manifestación observable a partir de
diseños experimentales del comportamiento. La PS Psicológica definió su quehacer desde el
laboratorio de PS Experimental para analizar las variables de la influencia social sobre el
comportamiento, preocupada por establecer leyes generales de conducta social a partir de las
condiciones más o menos controladas de laboratorio.
Al respecto Eva Muchinik (2003) sostiene que hay acuerdo entre distintos autores
contemporáneos en las críticas dirigidas a la PS Tradicional, sobre todo la anterior a la segunda
guerra mundial, por centrarse en el estudio del individuo e ignorar el contexto social. Es decir, se la
cuestiona por haber conceptualizado demasiado al individuo y sus procesos psicológicos y muy
poco al medio.
Más aún se objeta la pretensión reduccionista de explicar fenómenos sociales a base de
características puramente psicológicas (Ibáñez y Doménech, 1998). El reduccionismo consiste en
reducir la explicación de fenómenos o procesos complejos al nivel más elemental posible (por
ejemplo, reducir procesos biológicos a sus componentes físicos o químicos). En las ciencias
sociales un ejemplo paradigmático lo constituye la teoría de Homans quien afirma “Lo social no es
más que la suma de sus partes individuales...” (1987, p. 92). Así, para explicar la acción individual
y social apela a los impulsos, de origen genético, que impelen a la actuación del individuo sobre el
entorno. 11 Cuando se realiza determinada acción los impulsos son reducidos y es probable que esa
acción se repita. El individuo, capaz de discernir entre dos o más alternativas, tiende a escoger la
que le ha proporcionado éxito y a descartar aquellas de las que no obtenido la respuesta esperada.
De este modo reduce fenómenos complejos y multideterminados a unos pocos principios básicos,
no pudiendo incorporar de manera adecuada otros niveles de explicación, tales como el contexto
que organiza y otorga sentido a la interacción entre el organismo y el entorno o los fenómenos
específicos que emergen en una interacción que no están contenidos en los individuos.

11
en general los ejemplos que el autor presenta están referidos a conductas básicas presentes tanto en el hombre como
en los animales, tales como obtener agua o alimentos o impulsos que empujan a realizar comportamientos de huída.

15
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Planteos como estos derivan en una concepción restringida de lo social como suma de
partes individuales, limitan la incidencia del entorno a la interacción entre organismos. Así, por
ejemplo, las versiones conductistas, reducirán lo social a la influencia de otras personas en términos
de estímulos sociales ante los que las personas responden. Otro ejemplo de individualismo se
encuentra en la idea de que los grupos no son más que agregados de individuos y que la conducta
no cambia de forma cualitativa en los grupos. En posiciones como estas se abstrae a la interacción
entre individuos de cualquier contexto institucional, socio-político o cultural. Tampoco se tiene en
cuenta el universo simbólico constitutivo de las tramas sociales en las que tienen lugar las acciones
e interacciones de los sujetos.

Un ejemplo: la reducción de la violencia a factores individuales


En su texto “La construcción social de la violencia”, Domenech e Iñiguez (2002)
analizan distintas perspectivas de estudio en la Psicología Social sobre la agresión y la
violencia. Allí podemos encontrar un ejemplo de una forma individualista de explicar
estos fenómenos en las llamadas teorías instintivistas. En clara conexión con el
darwinismo, estos modelos de explicación se basan en el instinto y así sitúan la causa de
la violencia en el interior del individuo. La agresión se desencadenaría ante la aparición
de una señal. Sus funciones serían las de supervivencia de la especie y las posibilidades
de modificación son muy escasas.

IV. b- La tendencia sociológica: Mead y el interaccionismo simbólico


Pese a la primacía de la posición individualista recién expuesta, desde los inicios de la disciplina
surgen trabajos como el de Kurt Lewin o George Mead que se asientan en otras premisas
alternativas a las de la PS tradicional. Sobre éste último hablaremos enseguida pero anticipo que es
propiamente de Mead de quien puede decirse que sienta las bases para el desarrollo de una PS
Sociológica.
En cuanto al ya mencionado Lewin es oportuno reconocer que parte de sus teorías se orientan
por premisas no individualistas. 12 Con su conocida afirmación “el grupo es más que la suma de sus
partes” quiere decir que el grupo es una realidad que no se puede reducir a los individuos que lo
componen y ello implica el abandono de la posición que coloca al individuo en primer plano.
Incorpora una nueva forma de análisis de los fenómenos humanos que da primacía al “todo” antes

12
Igualmente, Muchinik señala que Lewin limita la objetividad del observador para tomar en cuenta la percepción del
sujeto en la situación: la realidad del sujeto es aquella que percibe, la que está presente en su campo psicológico, con
lo cual sustentó la primacía de lo fenomenológico por sobre el ambiente real en la orientación de la conducta, que
era la posición dominante en la psicología de su época.

16
Cátedra I Elementos de Psicología Social

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que a las “partes”. Uno de los temas más importantes en las investigaciones de Lewin y sus
colaboradores es la unidad del grupo y su permanencia como totalidad dinámica (que se refleja en
estudios sobre cohesión grupal, las relaciones de los miembros entre sí, los procesos de interacción,
entre otros), como también las relaciones dinámicas entre elementos y las configuraciones de
conjunto (se incluye aquí aspectos como la finalidad del grupo, las normas, la división de roles,
status, etc.). (Fernández, 1999).

En cuanto a la figura de George Mead la destaco en este escrito ya que es un autor pionero
en el desarrollo de una Psicología Social sustentada en una concepción compleja de lo social y de
un modelo de constitución de la persona a partir de una matriz de relaciones sociales. Su visión de
lo social está enclavada en una concepción simbólica de la realidad social que constituye nuestros
pensamientos e identidades; el individuo es emergente de un proceso social y la comunicación
simbólica es el mecanismo constitutivo en su surgimiento.
En el contexto de aparición de su obra, Mead discute con las posiciones que adoptan como
punto de partida explicativo al individuo como unidad de análisis. En cambio propone analizar
dentro del todo social, constituido por una compleja actividad grupal, la conducta de cada uno de
los individuos que lo componen: “Para la psicología social, el todo (la sociedad) es anterior a la
parte (individuo), no la parte al todo”. (Mead, 1957, p. 54). Si bien esta posición no va a ser
dominante en los inicios de la disciplina, ya que ha prevalecido la tendencia a ver lo social como
agregación de acciones e intenciones individuales, sienta las bases para una tesis anti-individualista
en la Psicología Social.
Desde esta posición la sociedad es constitutiva del individuo a través del self o si mismo, el
cual se constituye y modifica continuamente mediante interacciones con otros que involucran
símbolos con significado compartido. Es decir, esboza una teoría que permite comprender cómo se
va “construyendo la sociedad dentro de la mente y del sí mismo a través de la interacción: lo social
no es lo que ocurre cuando se junta gente, sino algo más profundo, implicado en nuestros
pensamientos e identidades.” (Muchinik, 2003, p. 24).
La persona se construye en la interacción. Las respuestas que las otras personas ofrecen a
nuestro comportamiento es constitutivo de la identidad/self. Como propone Iñiguez (2001), la idea
parte seguramente de la noción de “espejo” de Cooley quien sostiene que los/as otros/as reflejan a
modo de espejos las imágenes que nosotros damos y es a partir de esa imagen de dónde generamos
nuestra identidad/self. Saca el foco así del individuo y su interior y pone en su lugar a las relaciones
con los otros como lo constitutivo de la identidad. Lo crucial entonces es que la identidad se
construye necesariamente desde los otros, en y para las demandas que presentan las diferentes

17
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interacciones en las que estamos inmersos. Desde este modelo propone que la atribución de sentido
a nuestros actos se realiza siempre en diálogo (real o imaginario) con las perspectivas de los otros
(Mead, 1909).
Asimismo desde este modelo se plantea una tensión entre una instancia de la persona que se
identifica con un grupo social y una instancia que representa la posibilidad de apropiación de un rol
activo y particular que reconstruye la comunidad. Esto quiere decir que no hay una determinación
absoluta del comportamiento, más bien la respuesta o la posición que cada quien tomará en una
situación no es algo que pueda determinarse de antemano, hay un margen de incertidumbre en la
acción.
Además de la ya mencionada influencia de Mead en el interaccionismo simbólico formulado
por Blumer la teoría medeana se encuentra en el pensamiento de otros interaccionistas como
Anselm Strauss (1977) quien recupera la importancia de la visión abierta y en parte imprevisible de
los acontecimientos ya que la interacción social, si bien está guiada por reglas, sus resultados no
pueden ser determinados de antemano. Strauss diferencia entre la definición social e institucional
del rol y su interpretación. Esta distinción está aludiendo a la dificultad de pensar en definiciones
completas y exhaustivas de roles ya que los participantes de una situación interpretan definiciones
difusas de los mismos y allí se juega la importancia del campo de la intersubjetividad.
También en la microsociología de Erving Goffman se revela el influjo del trabajo de Mead.
Para el sociólogo canadiense la internalización de un rol comporta la posibilidad de su
distanciamiento. De hecho, una de las facetas más interesantes de su trabajo investigativo es el
análisis de una gama amplia de comportamientos en distintos establecimientos sociales que indican
la negación de los individuos a aceptar las definiciones de sí que llevan implícitas las prescripciones
de roles. Aún en el marco de instituciones totales fuertemente restrictivas, como la cárcel o el
hospital psiquiátrico, no deja de rastrear aquellos recursos que revelan un margen de autonomía en
los individuos (Goffman, 2004).
La idea de la indeterminación del comportamiento y la visión del ser humano como activo
constructor de realidad en el marco de procesos intersubjetivos se verá desarrollada en la
etnometodología de Harold Garfinkel (2006). Para este autor hay un trasfondo común que usamos
como esquema de interpretación pero los actores están continuamente interpretando las situaciones
en las que se aplica tal o cual regla y este es un componente de toda conducta socialmente
organizada. Más que conformarse con la idea de que los actores siguen reglas a Garfinkel le interesa
investigar cómo los actores identifican (interpretan) una ocasión en la que se aplica tal o cual regla.

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V. LOS AÑOS SESENTA Y SETENTA EL RECONOCIMIENTO DE LA DIMENSIÓN


IDEOLÓGICA
Podría afirmarse que, pese a sostenerse en presupuestos epistemológicos distintos, ambas
tradiciones mencionadas – la psicológica y la sociológica – no tematizaron la dimensión política
como parte del proceso de producción de conocimiento, ni reconocieron suficientemente la
influencia de la ideología en la práctica científica.
A partir de los años sesenta y setenta, en un contexto de luchas y revoluciones sociales, se
inicia un fuerte cuestionamiento al orden social y a las instituciones.13 Se politiza la ciencia, se
reconoce que, en tanto es una práctica social, no está exenta del atravesamiento de lo político y se
da visibilidad a los efectos del conocimiento en la reproducción o cambio social. 14
En este momento han sido de considerable importancia las críticas provenientes del contexto
latinoamericano donde se objeta una forma de hacer ciencia y de interpretar a los seres humanos en
relación con su ambiente, de modo estrecho y descontextualizado. Maritza Montero (1994) señala
en particular el surgimiento de la psicología comunitaria latinoamericana en los años setenta,
imbuida de los aportes de la sociología y de la educación popular. Desde aquí se aboga por
reconocer la inserción social del psicólogo y la toma de conciencia de los intereses a los que sirve.
Esto se conecta con la asunción de un rol que supone un compromiso que en América Latina se
define con las mayorías oprimidas, con la liberación y en Europa se pronuncia por el punto de vista
de la resistencia. “La psicología debe trabajar porque sus sujetos de estudio, seres humanos, en uso
de sus capacidades y potencialidades, adquieran conciencia y control sobre sus vidas y
circunstancias vitales”. (p. 39).

La relación lenguaje, ideología y ciencia


Uno de los cuestionamientos centrales tiene que ver con la relación existente entre el
lenguaje y el mundo que representa. Como lo propone Gergen (1994), se plantea un desafío a la
suposición de que “el lenguaje puede representar, reflejar, contener, transmitir o almacenar el
conocimiento objetivo. Tales críticas invitan a una reconsideración completa de la naturaleza del
lenguaje y cuál es su lugar en la vida social;” (p. 54).

13
Es la época de la revolución cubana, el mayo francés, el cordobaso, los movimientos de emancipación africana así
como de visibilización de movimientos sociales tales como el feminismo, las luchas anti-racistas.
14
Puede notarse un paralelismo con lo que sucede en el arte, en el movimiento cinematográfico de la Novelle Vague,
con Godard o Truffaut entre otros, se postula: “no hay estética sin política” o “la historia del arte es combate entre
distintas formas de representar el mundo”. Así como se propone la politización del arte, se politiza la ciencia.

19
Cátedra I Elementos de Psicología Social

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Se propone, en cambio, una relación de inherencia entre el lenguaje, la ideología y el


conocimiento científico. Lejos de la idea de la neutralidad del lenguaje que es entendido en su
función de referenciar los objetos del mundo, los filósofos del giro lingüístico proponen que hay
una lengua que nos precede. No dominamos una lengua sino que ella nos domina a nosotros, somos
hablados por ella (Feinmann, 2008). Estos son condicionamientos históricos tanto del sujeto como
de la producción de conocimiento.
Ibáñez (1992) formula esta relación entre ciencia-ideología por medio del lenguaje: “no hay
afuera del lenguaje” (…) “Esta imposibilidad de ‘salir’ del lenguaje abre de par en par las puertas
del conocimiento científico a la masiva irrupción de las características básicas que marcan al
lenguaje natural” (p. 19).
Gergen señala especialmente el papel de las metáforas como guías de las construcciones
teóricas: “Las metáforas no se derivan de las observaciones sino que sirven como preestructuras
retóricas a través de las cuales se construye el mundo observacional. Una vez que un teórico se ha
comprometido con la metáfora del ser humano como maquina, por ejemplo, la exposición teórica
queda limitada de modo importante (…) el teórico mecanicista está obligado a segmentarse del
entorno, a definir el entorno en términos de estímulos o inputs, a construir la persona como algo
que responde a esos inputs… (Gergen, 1994, p. 64).
Así es como el análisis crítico empieza a revelar aspectos ideológicos, morales o políticos en el
seno de explicaciones aparentemente objetivas o neutras del mundo, de la sociedad o del sujeto.
Como señala Gergen, esta crítica fue usada por teóricas feministas para mostrar las representaciones
androcéntricas en la ciencia, por los negros para desacreditar el racismo, por los homosexuales para
poner de manifiesto las actitudes homofóbicas en las representaciones del mundo asumidas por
ciertas teorías científicas o por algunos investigadores que analizan el imperialismo de la etnografía
occidental. Queda en cuestión la idea de que la ciencia puede proporcionar descripciones objetivas
y exactas del mundo:
“afirmar la neutralidad respecto a los valores es simplemente cerrar los ojos a los modos de
vida cultural que el propio trabajo apoya o destruye (…) “el valor de la neutralidad es un afán
quimérico: el profesional siempre inevitablemente afecta la vida social tanto para bien como
para mal, mediante cierto criterio valorativo (Gergen, 1994, p. 82).
De modo que en la perspectiva crítica, el conocimiento que se produce en la PS - como en todas
las ciencias - ya no es pensado como aséptico, neutral y objetivo. Por un lado, porque los supuestos
culturales se filtran en los conceptos que manejan las teorías, dado que están hechas de lenguaje y
las categorías lingüísticas conllevan valores. Por otro lado, el conocimiento de la ciencia modifica

20
Cátedra I Elementos de Psicología Social

Autor I Marina Tomasini

de alguna manera los objetos sobre los que versa. Se destaca de este modo el carácter político del
conocimiento porque:
Incorpora creencias instituidas,
Induce modificaciones sociales.
I) Incorpora creencias instituidas: un objeto de investigación o análisis social, por ejemplo
“la violencia”, no es un observable (como lo es un empujón, un golpe, un grito) sino un modo de
denominar o clasificar lo que se observa (Noel, 2006). Este autor señala que hay usos pre-
construidos sobre la violencia, que orientan las definiciones de lo que se considera violento. La
investigación puede caer en la trampa de las definiciones asumidas sobre determinados fenómenos.
Continuando con el ejemplo, dice Noel que cuando en una escuela de sectores medio-altos un chico
empuja a otro de modo tal que este último se cae y se corta el labio, tendremos muy probablemente
un “accidente”. Mientras que un acto similar en una escuela de barrios populares muy
probablemente será interpretado como indicio y síntoma de “lo violentos que son los chicos”.
II) Induce modificaciones sociales: los discursos de las teorías científicas circulan
continuamente entre el “ámbito de la ciencia” y el “sentido común”, y al hacer esto penetran en las
construcciones simbólicas de los actores sociales. Ibañez (1994) señala que: “la teoría sobre los
objetos físicos no inciden sobre sus propiedades «naturales» porque los elementos capaces de
incidir sobre esas propiedades no se hallan nunca mediatizadas por la significación. Por lo
contrario, las teorías sobre los fenómenos sociales pueden repercutir eventualmente sobre sus
propiedades porque estas son sensibles a su vez, a la eficacia causal de las significaciones. Esto
hace que los conocimientos elaborados por la psicología social puedan incidir en principio sobre
las realidades sociales que se pretende conocer (p. 290).
Esto quiere decir que la naturaleza simbólica de la realidad social hace que la misma sea
sensible y afectable por las producciones simbólicas. Cualquier modificación de nuestra forma
de ver la realidad social, auspiciada por las teorías científicas, es susceptible de modificarla.
Para aclarar este punto podemos considerar lo que sucedió cuando se empieza a estudiar el SIDA.
Algunos estudios científicos hablaron de “grupos de riesgo”, considerando en ellos a homosexuales,
adictos a drogas y prostitutas. Esto ayudó a formarse una visión social de esta enfermedad como
“peste” (se hablaba del SIDA como “peste rosa”) y se la asoció a un castigo divino como
consecuencias de conductas sociales desviadas o moralmente incorrectas (Sontag, 1989). Vemos así
que aquello que dicen las teorías científicas “ingresa” en ciertas visiones del sentido común acerca
de la sociedad, los grupos, etc.

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Cátedra I Elementos de Psicología Social

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Finalmente, un aspecto clave en la Psicología Social crítica es la idea según la cual hay que
ejercer la condición de reflexividad y crítica sobre las mismas teorías y prácticas psicológicas; estas
también deben formar parte de los objetos que se pretenden dilucidar. Tal como lo propone Ibáñez:
“La PSC, debe definirse básicamente en términos de nuevas prácticas. Más que proclamaciones
generales o producción de conocimientos, la PSC debe ayudar a desarrollar prácticas que
debiliten los efectos de poder de la institución científica sin reproducir nuevamente sus
estructuras de dominación. Esto significa que la PSC no puede limitarse a ofrecer herramientas
para criticar la sociedad contemporánea (el discurso crítico no es suficiente por sí mismo), no
puede limitarse a ofrecer herramientas para producir conocimiento emancipador (el
conocimiento no tiene efectos emancipadores por sí mismo, sino que debe generar prácticas que
debiliten los efectos de poder de la ciencia (incluida la Psicología Social)” (Ibáñez, 1996: 156).

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