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PROPUESTAS DE MODIFICACIÓN A LA SECCIÓN CUARTA – MASA

HEREDITARIA

1. COLACION DE BIENES
1.1 Código Civil actual
Artículo 833° .- La colación de los bienes se hace a elección de quien colaciona,
devolviendo el bien a la masa hereditaria o reintegrando a ésta su valor. Si el bien
hubiese sido enajenado o hipotecado, la colación se hará también por su valor. En
ambos casos, el valor del bien es el que tenga en el momento de la apertura de la
sucesión.
1.2 Propuesta de Modificación
Artículo 833º .- Colación de Bienes
A) La colación se hace incluyendo el valor de la liberalidad en la masa distribuible
entre los legitimarios, para recalcular las cuotas a fin de que el colacionante tome de
menos en la partición un tanto igual al valor de la liberalidad actualizado a la fecha
de partición.
B) En caso la liberalidad importe bienes, se autoriza al obligado a colacionar a
descontar los gastos e inversiones que hubiere realizado para mantener el bien o
incrementar su valor.
C) La colación se hace incluyendo el valor de la liberalidad en la masa distribuible
entre los legitimarios, para recalcular las cuotas a fin de que el colacionante tome de
menos en la partición un tanto igual al valor de lo que ya recibió.
Exposición de motivos:
Esta propuesta encuentra su antecedente en el proyecto de reforma de 2006. Se
plantea modificar el criterio actual de reintegrar, o sea, devolver en dinero el valor
de la liberalidad a la cuota legitimaria o, a opción del colacionante, de restituir el
objeto de liberalidad a la masa hereditaria, que se configuran como un auténtico
retorno patrimonial que produce la extinción (real o económica) de la liberalidad.
También, se considera inconveniente que la elección de colacionar en valor o en
especie quede deferida en favor de quien debe colacionar, porque eso es, hasta
cierto, una imposición injustificada en contra de los intereses de los otros
legitimarios y, además, contrario a la voluntad del donante.
2. BIENES NO COLACIONABLES DEROGADO
2.1 Código Civil Actual
Artículo 836°. - No son colacionables los bienes que, por causas no imputables al
heredero, hubieren perecido antes de la apertura de la sucesión.
Exposición de motivos:
Se estima que este artículo establece, inadecuadamente que la liberalidad al
legitimario dispense un tratamiento diverso a que la norma confiere a terceros cuyo
bien hubiera perecido, porque para este caso no hay norma alguna que diga que la
donación a terceros del bien perecido no debe computarse para la legítima y que no
está expuesta a reducción por inoficiosa, cuando correspondiera, por lo que
correspondería su derogación.
3. APLICACIÓN SUPLETORIA DE NORMAS SOBRE COPROPIEDAD
3.1 Código Civil Actual
Articulo 845º.- El estado de indivisión hereditaria se rige por las disposiciones
relativas a la copropiedad, en lo que no estuviera previsto en este capítulo.
3.2 Propuesta de Modificación
Artículo 845°. - Régimen de indivisión.
1.La masa sucesoria indivisa constituya un patrimonio autónomo en el cual los
herederos no instituidos en cosa cierta y los legatarios de parte alícuota tienen
colectivamente.
2.La masa sucesoria indivisa constituye un patrimonio autónomo en el cual los
herederos no instituidos en cosa cierta y los legatarios de parte alícuota tienen
colectivamente un derecho común sobre todo o parte del patrimonio del causante,
sus frutos y mejoras, y los bienes subrogados, que se expresa en una cuota ideal
sobre el conjunto indiviso, sin directa titularidad sobre cada elemento singular. Los
derechos de los partícipes sobre el patrimonio indiviso no se confunden con los
derechos, obligaciones o posiciones jurídicas que por título diferente los partícipes
tengan con relación a dicho patrimonio o los elementos que lo componen.
3.En defecto de albacea u otro administrador o curador de bienes, cualquiera de los
partícipes puede realizar los actos a que se refiere el artículo 680.1.
4.En lo que no estuviera previsto en esta Sección, el estado de indivisión sucesoria
se rige por las disposiciones relativas a la copropiedad o a las obligaciones
divisibles o indivisibles, en lo que resulten aplicables.
Exposición de motivos:
El vigente artículo 845° establece, erradamente, que el derecho herencial del
heredero se puede asimilarse al derecho de cuota del copropietario en el derecho de
propiedad. Debe tenerse presente que el Código Civil no distingue la comunidad de
la copropiedad, por lo que debe entenderse para todos los efectos que el código
intenta aplicar las mismas reglas de la copropiedad a la comunidad hereditaria, en
atención a la nota común de presentarse un estado de indivisión, en ambos casos.
Para la propuesta normativa la partición sucesoria no es un acto de permuta, sino
que la cuota ideal se concreta en un bien. No existe permuta, sino determinaciones.

4. - PLAZO DE INDIVISION DE LA EMPRESA


4.1 Código Civil Actual .- El testador puede establecer la indivisión de cualquier
empresa comprendida en la herencia, hasta por un plazo de cuatro años, sin perjuicio de
que los herederos se distribuyan normalmente las utilidades. Tratándose de
explotaciones agrícolas y ganaderas se estará a lo dispuesto por la ley de la materia.
Asimismo, a partir de la publicación e inscripción registral del sometimiento de la
sucesión a cualquiera de los procedimientos concursales previstos en la legislación
nacional se producirá la indivisión de la masa hereditaria testamentaria o intestada.
4.2 Propuesta de Modificación
Artículo 846°. - Indivisión testamentaria y legal.
1. El testador puede establecer la indivisión forzosa de todo o parte de la herencia,
hasta por un plazo de diez años. Salvo disposición distinta del testador, los
copartícipes podrán distribuirse los beneficios que resulten, sin perjuicio de los
derechos de los acreedores de la masa sucesoria. 2. La indivisión a que se refiere el
inciso 1 solamente podrá quedar sin efecto por acuerdo unánime de todos los
herederos capaces o en el caso del artículo 850. 3. Lo dispuesto en los incisos 1 y 2
es sin perjuicio de lo estipulado en el pacto de familia conforme al artículo 663-A.
4. La sucesión también permanecerá indivisa a partir de la publicación del
sometimiento de la sucesión indivisa a cualquiera de los procedimientos
concursales.
Exposición de motivos:
En la propuesta normativa se mantiene el primer numeral del actual artículo 846°,
pero sin restringir la posibilidad de indivisión a que se trate de una empresa y
ampliando el plazo. El cuarto numeral se corrige el texto del último párrafo
agregado por la Ley N° 27809.
CRITICA:
Artículo 833.- La colación de los bienes se hace a elección de quien colaciona, devolviendo
el bien a la masa hereditaria o reintegrando a ésta su valor. El valor del bien es el que tenga
en el momento de la apertura de la sucesión. Si el bien hubiese sido enajenado, la colación
se hará al valor real de la enajenación, actualizado al momento de la apertura de la
sucesión.
En cuanto a los bienes anticipados y transferidos por el donatario, pensamos que el
legislador debió optar por una solución distinta a la plasmada en el artículo 833, la cual
recoge la consagrada en el Código venezolano y en Argentina. En efecto, creemos que la
solución del Código de valorizar el bien enajenado al valor que tenga en el momento de la
apertura de la sucesión, resulta en este caso injusta. Ya sea cuando el acto de disposición se
haga a título gratuito como a título oneroso, lo lógico es que lo colacionable sea el valor del
bien al momento de la transferencia, actualizado en todo caso por el índice de inflación u
otro reajuste de valor. De otra forma, como lo ha formulado el legislador, el anticipado que
enajena el bien puede verse beneficiado o perjudicado en forma inicua. Por ejemplo, podría
tratarse de un inmueble que tenga un gran valor por su ubicación al momento en que el
anticipado lo enajena, disminuyendo considerablemente al momento de la apertura de la
sucesión por no tener el lugar donde está situado la misma consideración, en cuyo caso el
anticipado saldría beneficiado. De producirse el caso a la inversa, se vería perjudicado. En
ese sentido, Colin y Capitant opinan que sería preferible adoptar la solución del Código
Civil suizo, cuyo artículo 630 establece que la colación se efectúa según el valor de las
donaciones en el día de la apertura de la sucesión, si el donatario ha conservado en su poder
las cosas donadas, o con arreglo al precio real de la venta, si las ha enajenado. Los ilustres
juristas apuntan, con razón, que de esta manera el donatario colaciona exactamente lo que
se ha enriquecido por la donación. En caso de expropiación, el valor recibido puede resultar
diminuto -en términos constantes- en relación al que pueda tener

el bien al momento de la apertura de la sucesión.


La modificación de este instituto, de acuerdo a lo explicado, constituirá un logro importante
de la reforma.
La referencia del artículo 833 al bien hipotecado es un tanto ambigua. En efecto, la
hipoteca es un derecho real de garantía, al igual que la prenda, la anticresis y el derecho de
retención, y los bienes pueden estar afectos a derechos reales principales distintos a la
propiedad como la posesión, el usufructo, el uso y habitación, la superficie y la
servidumbre. Todos estos derechos inciden en el valor del bien, disminuyéndolo cuando
recaen en él, lo cual no debe tenerse en cuenta para efectos de la colación cuando dichos
derechos han sido otorgados por el colacionante. Pero la disposición no dice quién hipotecó
el bien, aunque debe entenderse que se refiere a quien colaciona. Por otro lado, la hipoteca
está referida únicamente a inmuebles, y por ser accesoria, está condicionada a una
obligación principal. En realidad, el valor de un bien prendado o hipotecado es el mismo
que el de uno realengo, salvo que el adquiriente asuma la obligación que garantizan.
Nosotros creemos que el valor de un bien para efectos de la colación debe tomarse
independientemente de los derechos otorgados sobre el mismo por el anticipado, a
excepción del caso de disposición del mismo que hemos comentado.
Artículo 839.- Cuando el causante haya celebrado contratos a título oneroso con el
heredero, se colacionarán los beneficios que se consideren actos de liberalidad a favor de
éste.
El Código agrega un concepto más que no contenía el de 1936, al declarar en su artículo
839 que "no son colacionables las utilidades obtenidas por el heredero como consecuencia
de contratos celebrados con el causante, siempre que éstos, al tiempo de su celebración, no
afecten el derecho de los demás herederos".
En nuestro concepto, esta inclusión era innecesaria, pues rompe el esquema de la colación,
referida a actos a título gratuito otorgados por el causante antes de su fallecimiento. El
término "utilidades", además de parecernos impropio (no se sabe si se refiere a la
contraprestación patrimonial o al beneficio que excede ésta), denuncia un contrato a título
oneroso. Y de éste sólo deberá colacionarse la parte que tenga la calidad de liberalidad
otorgada por el de cujus. La norma se remite a la donación remuneratoria u onerosa, las
cuales como nos dicen Planiol y Ripert, son colacionables "pero sólo en la medida en que
ostenten un carácter verdaderamente gratuito, o sea, en cuanto al exceso neto del valor del
bien donado sobre el valor del servicio prestado o de la carga impuesta". En el mismo
sentido y refiriéndose a la donación remunerativa, Echecopar expresaba que debía ser
materia de colación con la reserva de tener en cuenta, en favor del donatario, el monto de la
remuneración que corresponda a sus servicios.
La intención de la norma es expresar que los beneficios serán colacionables en la medida en
que un contrato celebrado por el heredero con el causante perjudique a los demás
herederos. Es decir, la excesiva onerosidad del causante en beneficio de un heredero
afectando a los demás se considera como una liberalidad a favor de aquél.
Troplong manifesta que esta clase de donación no es novedad, narrando que los corintios,
deseando gratificar a los atenienses con veinte naves, no podían hacerlo en virtud de una
ley que impedía la donación, optando por convertir ésta en una venta a cinco dracmas la
pieza.
Artículo 840.- Los intereses y los frutos que produzcan el dinero y demás bienes
colacionables pertenecen a los herederos como copropietarios desde la apertura de la
sucesión.
El artículo 840 indica que "los intereses legales y los frutos que produzcan el dinero y
demás bienes colacionables integran la masa hereditaria desde la apertura de la sucesión",
es decir, desde la muerte del causante. En nuestra opinión, la redacción de este artículo es
errada. Si bien se entiende que la intención del legislador es colacionar el bien y no los
frutos percibidos por el heredero anticipado antes de la muerte del causante, debemos
aclarar que los que se devenguen o produzcan a partir de la apertura de la sucesión mal
pueden integrar la masa hereditaria, la cual deja de incrementarse a la muerte del causante.
A partir de ese instante, dichos frutos serán percibidos directamente por los herederos, en
copropiedad. Este error viene del Código de 1936, cuyo artículo 783 contenía la misma
regla. Su antecedente es el artículo 1049 del Código Civil español. Tal como recalcan
Planiol y Ripert, solamente deben comprenderse en el caudal los frutos civiles ya vencidos
y los frutos naturales o industriales ya percibidos al tiempo de la muerte, pues los frutos
percibidos después del fallecimiento, civiles o naturales, posteriores a la muerte, nunca han
entrado en el patrimonio del de cujus, perteneciendo a los herederos en su carácter de
copropietarios y no a título de herederos legítimos. Por tanto, no han de incluirse en el
caudal. Como el bien donado constituye el objeto principal siendo los frutos los accesorios,
es importante determinar desde qué momento estos últimos aumentan la masa hereditaria.
La respuesta la da el artículo en comentario.
Al haberse referido el Código a los frutos, no debió remitirse a los intereses legales, pues el
interés es fruto. Esta reiteración es repetición del artículo del Código español citado, la cual
fue criticada por De Buen por considerar ambos conceptos como dos cosas distintas,
cuando la palabra intereses es equivalente a frutos civiles. En todo caso, la referencia
deberá ser únicamente a los intereses, por cuanto la parte de los mismos que exceda la tasa
legal también debe pasar a los herederos desde el fallecimiento del actor.
Artículo 866.- Vencido el heredero en un proceso sobre los bienes que se le adjudicaron,
tendrá derecho de solicitar a sus coherederos en forma proporcional los pagos que
corresponden de conformidad con el artículo 1495. Si alguno resulta insolvente, la
responsabilidad la asumen los solventes y el que la pide.
Es principio reconocido que cuando el adquiriente de un bien pierde la propiedad del
mismo, en forma total o parcial, por un derecho de un tercero anterior a la transferencia, en
virtud de una resolución judicial, el transferente está obligado a responder por la evicción.
Por ello, en el subcapítulo de los derechos y obligaciones de los copropietarios en el Libro
de los Derechos Reales, el artículo 982 establece la responsabilidad mancomunada de los
propietarios, al declarar que están recíprocamente obligados al saneamiento en caso de
evicción, en proporción a la parte de cada uno. Quiere decir que no tienen responsabilidad
solidaria frente al adquiriente si enajenan el bien, respondiendo en todo caso
proporcionalmente. Este artículo corrige la equivocada redacción del artículo 921 del
Código derogado, que declaraba que los condóminos estaban recíprocamente obligados a la
evicción y saneamiento, en proporción a la parte de cada uno.
Es en base a este principio que el artículo 866 dice a la letra: "Vencido el heredero en un
juicio sobre los bienes que se le adjudicaron, sus coherederos le indemnizarán, a prorrata, el
valor que ellos tenían al momento de la evicción. Si alguno resulta insolvente, la
responsabilidad la asumen los solventes y el que la pide". Es decir, el heredero propietario
puede repetir contra cada coheredero proporcionalmente, para que respondan por el valor
de los bienes al momento de la pérdida del mismo. Si uno resulta insolvente, la
indemnización que a éste le correspondía será repartida proporcionalmente entre los demás,
incluido el adjudicatario perjudicado.
En nuestra opinión, esta disposición adolece de dos defectos. En primer lugar, se refiere
únicamente a la indemnización, cuando ésta es sólo uno de los siete conceptos -y el último-
que el adquiriente puede pedirle al transferente en virtud del saneamiento, conforme lo
dispone el artículo 1495; y solamente en el caso de que el transferente haya incurrido en
dolo o culpa al celebrar el contrato. Los otros son el valor del bien al momento de la
evicción, teniendo en cuenta la finalidad para la que fue adquirido; los intereses legales
desde que se produce la evicción; los frutos devengados por el bien durante el tiempo que
lo poseyó de buena fe o su valor, si fue obligado a devolverlos con el mismo bien; las
costas del juicio de evicción, en caso de haber sido obligado a pagarlas; los tributos y
gastos del contrato que hayan sido de cargo del adquiriente; y las mejoras hechas de buena
fe por el adquirente, no abonadas por el evincente. Así, podrá apreciarse que en el caso de
la partición sucesoria a que se refiere el artículo 866 citado, lo que procede es que el
transferente entregue al adquiriente el valor del bien y los demás conceptos señalados; mas
no así una indemnización. Indudablemente, el término "indemnizarán" ha sido usado
impropiamente por el legislador en lugar de la voz "pagarán" o "entregarán".
En segundo lugar, aunque la disposición no lo dice, debe interpretarse que el heredero
vencido puede exigir a sus coherederos el saneamiento, a prorrata, con exclusión de su
parte, y no la totalidad. Por ejemplo, si la partición se hizo sobre 100 y eran cinco herederos
con igual derecho y cinco bienes de igual valor, cada uno recibió un bien por valor de 20. Si
uno pierde el bien, los otros cuatro deberán compensarlo no por el valor de 20, que sería la
totalidad, sino sólo por 16; es decir, descontando del pago la parte del heredero vencido,
pues la pérdida del bien implica una disminución de la masa hereditaria, que debe afectar a
todos por igual.
De otra forma, si el saneamiento se entendiera por el total, el afectado recibiría 20, o sea
toda su cuota hereditaria, y los demás verían reducida la suya a 15. La norma comentada
yerra al no aclarar tan importante asunto. Dice sólo, a continuación, que el heredero
vencido también asume la responsabilidad del insolvente, junto con los demás. Pero no
solamente participa en la parte del saneamiento que no puede cubrir el insolvente, sino
también en la proporción en que ha participado él mismo en la partición, por el pago que le
toca recibir. El error de técnica de redacción viene del artículo 793 del Código anterior, del
cual es transcripción literal.
Si el bien se pierde en juicio por causa expresamente excluida de la partición, o posterior a
ésta o por culpa exclusiva del heredero, no hay saneamiento por evicción (artículo 867); y,
en consecuencia, el heredero propietario no recibirá compensación alguna.
Consideramos importante tomar en cuenta estos aspectos en la reforma que están recogidos
en el artículo planteado.
Artículo 869.- Son de cargo de la masa hereditaria:
1.- Los gastos del funeral, y en su caso, los de incineración, que se pagan preferentemente.
2.- La retribución de los albaceas, los honorarios de los abogados y los gastos judiciales en
que fuese necesario incurrir con respecto a la sucesión.
El concepto de los gastos provenientes de la última enfermedad del causante como carga de
la herencia -a que se contrae el inciso 2 del texto actual de este artículo-, rompe el esquema
de que sólo las obligaciones posteriores a la muerte constituyen las cargas, siendo nuevo en
nuestro ordenamiento. Y en realidad, debería haber sido considerado como deuda; es más,
como obligación de la sociedad de gananciales, en vista de que el artículo 316, inciso 1,
expresa que es de cargo de ésta el sostenimiento de la familia.
Este error conceptual puede provenir de la legislación chilena posterior al Código Civil,
pues las Leyes 5427 y 16271 consideran entre las bajas generales de la herencia a los gastos
de última enfermedad. En relación a este concepto, el profesor Somarriva se inclina por la
norma primigenia del Código, que no consideraba como tales a estos gastos, expresando
que en el fondo éstos no son sino deudas hereditarias, a diferencia de los gastos de entierro,
que se producen una vez fallecido el causante. El Anteproyecto Lanatta constreñía este
enunciado a un período cierto, refiriéndose a la enfermedad hasta por seis meses anteriores
al fallecimiento, lapso que eliminó la Comisión Revisora.
Debe observarse que el Código no distingue entre gastos efectuados y pendientes a la fecha
del fallecimiento del causante, por lo que debemos entender que se refiere a ambos. Esto
complica más la figura, pues se trata de deducir como carga de la herencia un concepto que
no se encuentra en ella: los gastos realizados. Para que la deducción sea posible, tenemos
que agregarla antes idealmente a la masa, para después hacer la imputación del cargo como
corresponde. Es decir, afectará la herencia después de deducidos los gananciales del
cónyuge supérstite.
Además, llama la atención que se haya eliminado el plazo prudencial de seis meses que, en
todo caso, estableció el Anteproyecto Lanatta, pues al no existir éste, la última enfermedad
puede tener una duración de veinte años, en cuyo caso los gastos incurridos en ella pueden
superar ampliamente el patrimonio del causante al momento de su fallecimiento.
Por todas estas razones, pensamos que esta carga debe ser eliminada de nuestro
ordenamiento, debiendo constituir una deuda de la sociedad conyugal.
Respecto al inciso 3 -gastos de administración-, consideramos que es un enunciado
demasiado lato. No especifica a qué administración se refiere. Más apropiada nos parece la
redacción empleada por Lanatta en su Anteproyecto, remitiéndose a la retribución de los
albaceas, los honorarios de los abogados y los gastos judiciales en que fuere necesario
incurrir con respecto a la sucesión. Al respecto, los honorarios de los abogados pueden
considerarse como cargas de la herencia siempre que sean en interés de todos los herederos
o haya manifestación expresa de éstos respecto a la actuación de aquellos; no así si se trata
de trabajos realizados en interés de un heredero determinado.
Atendiendo estos conceptos es que hemos planteado la modificación del artículo.

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