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INTRODUCCIÓN

El estrés escolar ha sido una definición de difícil acuerdo y por lo tanto, de


compleja descripción. Las principales investigaciones realizadas en esta área
provienen desde la psicología educacional cuyo interés radica en describir las
habilidades, estrategias y características evolutivas que facilitan el
enfrentamiento de situaciones de estrés en niños y adolescentes, permitiendo
el despliegue de respuestas tanto internas como externas que sean adaptativas
y que no predispongan a patologías posteriores del desarrollo ni interfieran en
los logros académicos.
CAPITULO I

1. Definición del estrés:

Orlandini (1999), siguiendo la tradición que concibe el estrés como una


tensión excesiva, señala que “desde los grados preescolares hasta la
educación universitaria de postgrado, cuando una persona está en (…)
período de aprendizaje experimenta tensión. A ésta se le denomina
estrés académico, y ocurre tanto en el estudio individual como en el aula
escolar”, (citado en Barraza, 2004, p. 143). En esta misma línea,
Caldera, Pulido y Martínez (2007) definen el estrés académico como
aquél que se genera por las demandas que impone el ámbito educativo.
En consecuencia, tanto alumnos como docentes, pueden verse
afectados por este problema. Por otra parte, hay un enfoque psicosocial
del estrés académico, que enfatiza los factores psicosociales que
pueden originarlo, y que lo concibe como

el malestar que el estudiante presenta debido a factores físicos, emocionales,


ya sea de carácter interrelacional o intrarrelacional, o ambientales que pueden
ejercer una presión significativa en la competencia individual para afrontar el
contexto escolar en rendimiento académico, habilidad metacognitiva para
resolver problemas, pérdida de un ser querido, presentación de exámenes,
relación con los compañeros y educadores, búsqueda de reconocimiento e
identidad, habilidad para relacionar el componente teórico con la realidad
específica abordada (Martínez y Díaz, 2007, p. 14).

Finalmente, según Díaz, 2007 se enuncia la definición de estrés escolar,


que desde el modelo sistémico cognoscitivista, hace Barraza (2006), uno
de los autores latinoamericanos que más ha aportado datos
investigativos y conceptuales sobre el tópico que nos ocupa:

El estrés escolar es un proceso sistémico, de carácter adaptativo y


esencialmente psicológico, que se presenta
a) cuando el alumno se ve sometido, en contextos escolares, a una
serie de demandas que, bajo la valoración del propio alumno son
considerados estresores (input)

b) cuando estos estresores provocan un desequilibrio sistémico


(situación estresante) que se manifiesta en una serie de síntomas
(indicadores del desequilibrio

c) cuando este desequilibrio obliga al alumno a realizar acciones de


afrontamiento (output) para restaurar el equilibrio sistémico.

2. Afrontamiento del estrés

El afrontamiento “es el proceso a través del cual el individuo maneja las


demandas de la relación individuo-ambiente que evalúa como
estresantes y las emociones que ello genera” (Lazarus y Folkman, 1986,
p. 44). Además, el afrontamiento se relaciona estrechamente con la
evaluación cognitiva de las situaciones estresantes.

Este concepto se puede comprender como un estilo personal para


afrontar el estrés, o como un proceso. Los estilos de afrontamiento son
disposiciones personales estables, que permiten hacer frente a las
diferentes situaciones estresantes. Entendido como proceso, el
afrontamiento se define como los “esfuerzos cognitivos y conductuales
constantemente cambiantes (…) para manejar las demandas específicas
externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo” (Lazarus y Folkman, 1986,
p. 164). Este término se utiliza independientemente de que el proceso
sea adaptativo o no.

El afrontamiento también se puede enfocar como un estilo personal de


afrontar el estrés, como disposiciones personales más o menos estables
para hacer frente a las situaciones estresantes. Algunas personas
serían represores, tendiendo a la negación del problema y a evitarlo, y
otras sensibilizadoras: más vigilantes y expansivas y que suelen
exteriorizar el problema.
2.1. Estilos de afrontamiento

En la teoría psicoanalítica se introdujo el concepto de


defensas del yo: mecanismos psicológicos defensivos del
sujeto para hacer frente a los agentes que atentan contra
su integridad.

Los estilos de afrontamiento son disposiciones personales


para hacer frente a las distintas situaciones estresantes.
Uno de los modelos es el del represor-sensibilizador de
Byrne. El represor tiende a la negación y evitación, y el
sensibilizador es más vigilante y expansivo. Byrne sugirió
que la estrategia defensiva de los individuos al estrés
puede localizarse en algún punto de la dimensión bipolar
represión/sensibilización. Los represores experimentan
baja ansiedad ante el estrés, pero elevadas respuesta
fisiológicas. Los sensibilizadores presentan mayor grado de
ansiedad que el reflejado en sus respuestas fisiológicas.
Por tanto, utilizan códigos defensivos opuestos, y ambos
responden al estrés de forma estereotipada (reaccionan
frecuentemente empleando códigos defensivos, incluso
ante demandas débiles).

Weinberger y colbs sugieren 4 tipos de afrontamiento


del estrés:

 Represor: alta puntuación en DS (deseabilidad


social) y baja en AA (autoinformes de ansiedad).

 No defensivo/no ansioso: baja en DS y en AA.

 No defensivo/ansioso: baja en DS y alta en AA.

 Defensividad ansiosa: alta en DS y en AA.


El estilo bajo incrementador/alto atenuador es efectivo para
afrontar las situaciones en las que la amenaza es
incontrolable o ante frustración aversiva por demora en la
gratificación. El estilo alto incrementador/bajo atenuador, lo
es para afrontar las situaciones en las que la amenaza es
controlable. Kohlmann ha propuesto 4 patrones de
afrontamiento:

 Modo vigilante rígido: personas con alta vigilancia y baja


evitación (sensibilizadores). Tendencia a buscar información
sobre el estresor para configurar una imagen mental de
confrontación anticipada, ya que se estresan primariamente por
la experiencia de incertidumbre respecto a una situación de
amenaza.
 Modo evitador rígido: personas con baja vigilancia y alta
evitación (represores). Se asume que la activación emocional
producida por las señales anticipatorias de la confrontación
produce gran nivel de amenaza para el sujeto, por lo que
tienden a prestar poca atención a las características
amenazantes del estresor.
 Modo flexible: uso flexible de estrategias relacionadas con la
situación. Característico en personas "no defensivas": con baja
vigilancia y baja evitación. Tienen una marcada orientación
hacia los requerimientos situacionales que prevalecen en cada
momento
 Modo inconsistente: afrontamiento ineficaz. Son “personas
ansiosas”. Alta vigilancia y alta evitación. Se estresan
frecuentemente tanto por la incertidumbre de la situación como
por la activación emocional elicitada por las señales
anticipatorias. Cuando el sujeto intenta alejarse del estresor
para reducir su ansiedad, se produce incremento de la
incertidumbre con el consecuente incremento de estrés.
2.2. Estrategias básicas de afrontamiento

Hay estrategias de afrontamiento más estables Que otras,


de acuerdo con la situación estresante, puesto que el
afrontamiento depende del contexto. Lazarus y Folkman
(1988, citado en Sandín, 1995) formularon ocho estrategias
de afrontamiento: confrontación, distanciamiento,
autocontrol, búsqueda de apoyo social, aceptación de la
responsabilidad, escape-evitación, planificación de solución
de problemas y reevaluación positiva. Estas dos últimas se
han asociado con resultados positivos. Los recursos
emocionales (apoyo), instrumentales (ayuda material) e
informativos (consejo), que aportan otras personas al
afrontamiento, se denominan apoyo social. “El apoyo social
constituye los recursos sociales para el afrontamiento”
(Sandín, 1995, p. 33).

3. Tratamiento

La Organización Mundial de la Salud, como parte del programa de salud


mental escolar, plantea la necesidad de fomentar el desarrollo integral
saludable de los alumnos, previniendo así la aparición temprana de
patologías del desarrollo. A pesar de no existir una aproximación clínica
al estrés escolar, entre los factores protectores se destaca la necesidad
de desarrollar capacidad para afrontar el estrés y el manejo de
situaciones estresantes (23). La guía clínica prioriza la prevención y
abordaje temprano de síntomas iniciales en escolares y entrega algunas
indicaciones de intervención para patologías asociadas a estrés (24): s
Ejercicios de respiración s Relajación muscular gradual s Técnicas de
resolución de problemas

Potenciar fortalezas y habilidades s Identificar a padres o familiares que


entreguen apoyo emocional s Retomar hábitos y horarios adaptativos s
Reanudar actividades recreativas gratificantes Cuando el cuadro clínico
sobrepasa las capacidades de afrontamiento del estudiante, la
derivación a equipos de especialistas en salud mental infanto-juvenil
constituyen un paso a considerar para una intervención efectiva en el
tiempo. De ser necesario se inicia tratamiento farmacológico para
reducción de daño y manejo sintomatológico. Se realiza psicoterapia
para trabajar directamente la modificación inicial de patrones
conductuales, habilidades cognitivas y estrategias de afrontamiento
efectivas. Diseño de horario semanal de trabajo que deje tiempo a
actividades recreativas, hábitos de sueño, hábitos de estudio, horarios
de alimentación, trabajo en técnicas asertivas de comunicación e
interacción para fomentar trabajo en equipo de pares y delegar
responsabilidades. Se recomienda realizar actividades deportivas que
disminuyen el estrés, actividades de relajación de fácil manejo, aprender
a disfrutar de la vida y no sólo responder al rendimiento académico o
competitividad y de ser necesario, realizar intervenciones terapéuticas
específicas para patologías asociadas.

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0716864015000073

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