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Presidente de la Nación Argentina

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Para la lista de los presidentes argentinos, véase Anexo:Presidentes de la Nación
Argentina.
Para el listado de todos gobernantes argentinos (interinos, de facto y
constitucionales), véase Gobernantes de Argentina.
Para el gobierno del país en general, véase Gobierno de la República Argentina.
Presidente de la Nación Argentina
Standard of the President of Argentina Afloat.svg
Estandarte Presidencial
Alberto fernandez presidente (cropped).jpg
Titular
Alberto Fernández
Desde el 10 de diciembre de 2019
Tratamiento Señor Presidente (informal) Excelentísimo Señor (formal)
Residencia Quinta presidencial de Olivos
Bandera de Argentina Olivos, provincia de Buenos Aires, Argentina
Sede Casa Rosada
Bandera de Argentina Buenos Aires, Argentina
Designado por Elección mediante votación popular directa
Duración 4 años, con derecho a una sola reelección inmediata
Primer titular Bernardino Rivadavia
Creación Ley de presidencia del 6 de febrero de 18261
Salario AR$ 326.985/mes (11/2019)2
Suplente Vicepresidente de la Nación Argentina
Sitio web Presidencia de la Nación Argentina
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El presidente de la Nación Argentina es el jefe de Estado, jefe de Gobierno y
titular del Poder Ejecutivo Nacional, responsable político de la administración
general de la República Argentina y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.3 El
actual presidente es Alberto Fernández, de la alianza Frente de Todos, que tomó
posesión el 10 de diciembre de 2019.

Entre otros poderes y responsabilidades, el Artículo 99 de la Constitución de la


Nación Argentina encarga al presidente «expedir las instrucciones y reglamentos que
sean necesarios para la ejecución de las leyes», hace del presidente el comandante
en jefe de las Fuerzas Armadas, lo autoriza a nombrar oficiales ejecutivos y
judiciales, lo sitúa al frente de la política exterior de Argentina, y permite al
presidente conceder indultos o moratorias, aprobar o vetar leyes, introducir
legislación mediante decretos de necesidad y urgencia, y declarar el estado de
sitio y la intervención federal.

El presidente es elegido mediante el sufragio directo con posibilidad de una


segunda vuelta electoral para un mandato de cuatro años. Desde la reforma de la
Constitución Argentina de 1994, el mandatario tiene la posibilidad de una
reelección inmediata, pudiendo repetir nuevamente el mandato después de
transcurrido un período. En caso de muerte, destitución o renuncia de un
presidente, el vicepresidente asume la presidencia.

Hasta la fecha, hubo un total de cincuenta personas que asumieron el título y


cincuenta y tres presidencias (esto es porque Julio Argentino Roca, Hipólito
Yrigoyen y Juan Domingo Perón fueron reelectos transcurrido un periodo presidencial
como mínimo). De ellas, solo dos fueron mujeres, María Estela Martínez de Perón y
Cristina Fernández de Kirchner. De las personas elegidas para el cargo, doce son
dictadores que se autodenominaron "presidente", usurpando los poderes ejecutivo y
legislativo, tanto nacionales como provinciales, y en algunos casos también el
poder constituyente,4 bajo la doctrina de los gobiernos de facto de la Corte
Suprema. Además, siete vicepresidentes y cinco ciudadanos por ley de acefalía (dos
presidentes provisorios del Senado, un presidente de la Cámara de Diputados, un
gobernador y un senador) asumieron el cargo tras la falta de un presidente. En
cuanto al término del mandato por el que fueron elegidos, seis fueron derrocados
por golpes de Estado, tres murieron por causas naturales y doce renunciaron.

El primer presidente fue Bernardino Rivadavia con el título de «presidente de las


Provincias Unidas del Río de la Plata», creado por ley del Congreso del 6 de
febrero de 1826. Después de su renuncia desapareció el cargo en la legislación
argentina hasta que en 1853 fue restablecido por una nueva constitución,
disponiendo que el mandato tenía una duración de seis años, sin posibilidad de
reelección inmediata; la designación se hacía por votación indirecta en un colegio
electoral que votaba separadamente en cada provincia y la Municipalidad de Buenos
Aires, y si ningún candidato lograba más de la mitad de los votos, decidía el
Congreso entre los dos más votados. Justo José de Urquiza fue el primer elegido de
acuerdo con el nuevo régimen y desempeñó el cargo como «presidente de la
Confederación Argentina», al igual que su sucesor, Santiago Derqui, quien luego de
las reformas constitucionales de 1860, asumió como «presidente de la Nación
Argentina», título vigente hasta la fecha. Adolfo Rodríguez Saá fue el que menos
tiempo permaneció en el cargo, con tan solo 7 días, y Julio Argentino Roca, con sus
12 años en el puesto, fue el que permaneció por más tiempo.

Índice
1 Origen
1.1 Primera Junta de Gobierno
1.2 Director supremo
1.3 La figura presidencial en los textos constitucionales
1.3.1 Constitución de 1826
1.3.2 Constitución de 1853
1.3.3 Reformas constitucionales
2 Poderes y deberes
2.1 Artículo 99
2.1.1 Poderes ejecutivos
2.1.2 Poderes legislativos
2.1.3 Poderes judiciales
3 Proceso de elección
3.1 Elegibilidad
3.2 Elección
3.3 Asunción presidencial
3.4 Duración
3.5 Discusión sobre el inicio y finalización del mandato
4 Cese o incapacidad
4.1 Vacancia del cargo
4.2 Subrogación y sucesión presidencial
4.3 El vicepresidente
4.4 Caso especial de asunción de José María Guido
4.5 Gobiernos de facto
5 Salario y complementos
5.1 Atributos presidenciales
5.1.1 Banda presidencial
5.1.2 Marcha de Ituzaingó
5.1.3 Bastón presidencial
5.2 Símbolos presidenciales
5.2.1 Estandarte presidencial y sillón de Rivadavia
5.3 Palacio presidencial
5.3.1 Residencia oficial y de verano
5.4 Sueldo y transporte
5.5 Seguridad
5.6 Escolta presidencial
5.7 Edecán presidencial
6 Postpresidencia
6.1 Salón de los Bustos
7 Véase también
8 Referencias
9 Enlaces externos
Origen

Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta de las Provincias Unidas del Río
de la Plata

Nicolás Avellaneda fue el presidente más joven de Argentina asumiendo con 37 años.
Los orígenes de la Argentina como nación se remontan a 1776 cuando, en el marco de
las llamadas reformas borbónicas, el rey de España creó el Virreinato del Río de la
Plata –que abarcaba aproximadamente los territorios de las actuales Argentina,
Bolivia, Paraguay, Uruguay y sur de Brasil– separándolo del Virreinato del Perú. El
jefe de Estado seguía siendo el rey, representado localmente por el virrey que, en
general, eran nacidos en España.

Primera Junta de Gobierno


Artículo principal: Primera Junta
La Primera Junta de Gobierno, oficialmente Junta Provisional Gubernativa de las
Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII, fue la Junta de
gobierno surgida el viernes 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, capital del
Virreinato del Río de la Plata, como consecuencia del triunfo de la Revolución de
Mayo que destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. La sede del gobierno fue
fijada en el Fuerte de Buenos Aires, que sirviera desde 1776 como residencia de los
virreyes y donde hoy se encuentra la Casa de Gobierno. La Primera Junta existió
como tal hasta el 18 de diciembre del mismo año, ya que con la incorporación de
diputados del interior se transformó en la Junta Grande.

El Presidente de la Primera Junta de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue
Cornelio Saavedra.

Director supremo
Cuando se unieron representantes de otras ciudades del interior y luego el gobierno
se delegó primero en un triunvirato y luego en un poder ejecutivo unipersonal con
el nombre de director supremo creado por la Asamblea Nacional de 1813.

El cargo de director supremo se mantuvo cuando, luego de declarada la independencia


el 9 de julio de 1816 por un Congreso reunido en la ciudad de San Miguel de
Tucumán, se aprobó una Constitución en 1819, pero debido a circunstancias
políticas, la misma nunca entró en vigor, el poder central se disolvió y el país
quedó como una confederación de provincias.

Una nueva constitución aprobada en 1826 creó por primera vez el cargo de
presidente, para el cual fue electo Bernardino Rivadavia, el primer presidente
argentino. Debido a la guerra entre Argentina y Brasil, Rivadavia renunció después
de un breve período de tiempo, y la oficina se disolvió poco después.

Una guerra civil entre «unitarios» (unitaristas, es decir gobierno central con sede
en Buenos Aires) y «federales» (federalistas con plena autonomía de las provincias)
se produjo en las décadas siguientes. En este momento, no había una autoridad
central y lo más cercano a ello era el representante de relaciones exteriores, por
lo general el gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El último en llevar este
título fue Juan Manuel de Rosas que, en los últimos años de su gobierno, fue
elegido jefe supremo de la Confederación Argentina, adquiriendo poder efectivo en
el resto del país.

En 1852, Rosas fue derrocado y se convocó a una asamblea constituyente. Esta


constitución, aún en vigor, estableció un gobierno federal nacional, con la oficina
del presidente, electo mediante el Colegio electoral. El período de mandato se fijó
en seis años, sin posibilidad de reelección. El primer presidente elegido en virtud
de la Constitución fue Justo José de Urquiza. Después de una breve interrupción en
1860, la sucesión de presidentes se realizó respetando las normas legales hasta que
a partir de 1930 fue interrumpida por varios golpes de Estado, con lo cual se
intercalaron presidentes de facto y otros legalmente elegidos.

En 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976, golpes militares depusieron los presidentes
electos. En 1930, 1943 y 1955 las Fuerzas Armadas designaron militares con el
título de presidente. Como resultado de los golpes de estado de 1966 y de 1976, el
gobierno federal fue ejercido por una junta militar integrada por los jefes de cada
una de las tres ramas de las Fuerzas Armadas —Ejército, Fuerza Aérea y Armada— la
que, a su vez, designó a un militar como presidente. En 1962, antes que los
militares alcanzaran a nombrar un nuevo presidente, asumió ese cargo el presidente
provisional del Senado que era el reemplazante legal del presidente depuesto.

Es discutible si estos jefes de estado militares adecuadamente pueden ser llamados


presidentes, dada la ilegitimidad de sus gobiernos. La posición del gobierno
argentino actual es que los militares que desempeñaron el Poder Ejecutivo entre
1976 y 1983 no fueron explícitamente presidentes legítimos, por lo cual no se le ha
reconocido derecho a una pensión presidencial. La situación de los anteriores
presidentes militares no está definida, si bien todos ellos en la actualidad ya han
fallecido.

La figura presidencial en los textos constitucionales


Constitución de 1826

Bernardino Rivadavia fue el primer responsable del Poder Ejecutivo en ser


denominado «presidente».
Artículo 68.- El Poder Ejecutivo de la nación se confía y encarga a una sola
persona, bajo el título de Presidente de la República Argentina.
Artículo 70.- Antes de entrar al ejercicio del cargo, el Presidente electo hará en
manos del Presidente del Senado, y a presencia de las dos Cámaras reunidas, el
juramento siguiente: «Yo (N...) juro por Dios Nuestro Señor y estos Santos
Evangelios, que desempeñaré debidamente el cargo de Presidente, que se me confía;
que protegeré la Religión Católica, conservaré la integridad e independencia de la
República y observaré fielmente la Constitución».
Capítulo primero. Naturaleza y calidades de este poder . Sección V. Del Poder
Ejecutivo, Constitución de la Nación Argentina (1826)
La Constitución de 1826 establecía que el poder ejecutivo es ejercido por una
persona bajo el título de presidente de la República Argentina (artículo 68). Los
requisitos eran ser ciudadano argentino,5 tener treinta y seis años, nueve como
ciudadano y un capital de diez mil pesos (artículos 24 y 69). Tenía un mandato de
cinco años y no podía ser reelecto (artículo 71). En caso de enfermedad, muerte,
renuncia o destitución el cargo era ejercido por el presidente del senado (artículo
72). Era elegido de la siguiente forma (artículos 73 al 80): En la capital y en
cada provincia se formaba una junta de 15 electores quienes votaban cuatro meses
antes de que finalice el mandato con «balotas firmadas». Una vez terminada la
votación y el escrutinio, el acta iba dirigida al presidente del Senado quien junto
a cuatro miembros del congreso hacían el conteo final. El que reunía las dos
terceras partes de los votos era proclamado presidente. En caso de que ninguno lo
reuniere, era elegido por los 2/3 del congreso. Podía ser destituido por acusación
de la Cámara de Representantes por «delitos de traición, concusión, malversación de
los fondos públicos, violación de la Constitución, particularmente con respecto a
los derechos primarios de los ciudadanos, u otros crímenes que merezcan pena
infamante o de muerte». y ser destituido por el senado

Sus atribuciones eran (artículos 81 al 101) publicar y hacer ejecutar las leyes,
convocar al congreso, hacer anualmente la apertura de sesiones, ordena las
elecciones legislativas, ser el comandante de las fuerzas de mar y tierra
necesitando el permiso del congreso para mandar al ejército en persona, proveer la
seguridad interior y exterior, tomar medidas para garantizar la paz, hacer tratados
con aprobación del senado, nombrar y destituir a sus cinco ministros, nombrar
embajadores y demás agentes con aprobación del senado, recibir delegaciones
extranjeras, expedir las cartas de ciudadanía, ejercer el patronato general de las
iglesias, «Todos los objetos y ramos de Hacienda y Policía, los establecimientos
públicos, y nacionales, científicos y de todo género, formados y sostenidos con
fondos del Estado las casas de moneda, Bancos nacionales, correos, postas y caminos
son de la suprema inspección y resorte del Presidente de la República», aplicar
indultos y nombrar jueces de la corte suprema. Además, nombraba a los gobernadores
de las provincias a propuesta de un Consejo de Administración y aprobaba sus
presupuestos. Todo proyecto de ley debía pasar por el poder ejecutivo quien las
aprobaba u objetaba.

Constitución de 1853
Artículo 71.- El Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con
el título de «Presidente de la Confederación Argentina».
Artículo 77.- Al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidente
prestaran juramento, en manos del presidente del Senado (La primera vez del
presidente del Congreso Constituyente), estando reunidos el Congreso, en los
términos siguientes: "Yo N.N:, juro por Dios nuestro Señor y nuestros Santos
Evangelios, desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente (o
vicepresidente) de la Confederación y observar y hacer observar fielmente la
Constitución de la Confederación Argentina. Si así no lo hiciese, Dios y la
Confederación me lo demanden."
Capítulo primero. De su naturaleza y duración. Sección II. Del Poder Ejecutivo,
Constitución de la Nación Argentina (1853)
Los artículos 71.º a 90.º contenían las estipulaciones relativas al poder
ejecutivo. El titular de este era unipersonal, y llevaba el título de Presidente de
la Confederación Argentina. Un vicepresidente, electo juntamente con él, lo
supliría en caso de ausencia, inhabilidad o renuncia.

Los requisitos para la elección como presidente eran similares a los exigidos para
los senadores; se les añadía la condición de nativo, o de ser hijo de uno en caso
de haber nacido fuera del territorio nacional, y la práctica de la religión
católica, única concesión a los montoneros. Su mandato se extendería por un período
de seis años, sin posibilidad de reelección hasta que un período completo hubiese
pasado; ninguna causa permitía la extensión de este más allá de los seis años
cumplidos desde la fecha original de asunción.

El procedimiento para la elección presidencial era indirecto; el electorado de cada


provincia escogería un número de delegados, igual al doble de la cantidad total de
diputados y senadores que se eligiesen por la misma. Los electores de cada
provincia votarían discrecionalmente a los candidatos que juzgasen más
convenientes, y remitirían copia sellada de su resolución al Senado de la Nación;
una vez recibidas todas las listas, la Asamblea Legislativa realizaría el
escrutinio de estas. De haber como resultado mayoría absoluta de un candidato, la
proclamación sería automática. En caso de no contar ninguno con la misma, la
Asamblea Legislativa elegiría inmediatamente y a simple pluralidad de sufragios
entre los dos candidatos más votados, o más en caso de haber empate en el primer o
segundo puesto. En este último caso, de no haber candidato con mayoría absoluta en
primera instancia, se realizaría balotaje entre los dos candidatos más votados en
la primera vuelta. El quorum para esta elección era de tres cuartas partes de los
congresistas.

De acuerdo con el primer inciso del artículo 90.º, el presidente era la autoridad
suprema de la Confederación, en lo que se denomina un régimen presidencialista: no
respondía de sus acciones, dentro del marco impuesto por la Constitución, a ninguna
autoridad superior, y no requería de la aprobación del Congreso para el ejercicio
de las atribuciones que le competen. Era además el titular del poder ejecutivo de
la ciudad designada capital federal, y el jefe de las fuerzas armadas.

El presidente gozaba de facultades legislativas: además de la sanción y


promulgación de las leyes dictadas por el Congreso, incluyendo la facultad de veto,
estaba a su cargo la expedición de los reglamentos necesarios para la aplicación de
la ley, llamados decretos, aunque respetando el espíritu original de la misma. La
firma de tratados con otros estados estaba a su exclusivo cargo, así como la
decisión de dar o no trámite a los documentos emitidos por el pontífice católico.

Como autoridad en materia de política exterior, es el encargado del nombramiento de


embajadores y otros ministros destinados a la negociación con las potencias
extranjeras; la elección y remoción de los titulares de embajada requería acuerdo
senatorial —un vestigio de la influencia de la constitución norteamericana, en la
que el Senado comparte con el presidente la potestad sobre las relaciones
exteriores, sobre los convencionales—, pero la de los funcionarios de rango
inferior estaba enteramente a su cargo. Por lo mismo, era la autoridad a cargo de
la gestión de los asuntos militares, disponiendo del ejército, designando a los
oficiales de este —con acuerdo del Senado, en caso de los puestos superiores del
escalafón—, emitiendo patentes de corso, declarando la guerra o decretando el
estado de sitio cuando su causa es el ataque de una potencia extranjera.

Su implicación con las tareas del Congreso no se limitaba a la promulgación de las


leyes: estaba a cargo del presidente la apertura de las sesiones en Asamblea
Legislativa, en la que comunicaba al mismo sus consideraciones acerca de su tarea,
y la prórroga o convocatoria a sesiones fuera del período ordinario.

Con respecto al poder judicial, estaba a su cargo la designación de los jueces de


los tribunales federales, para lo que requería el acuerdo senatorial; además,
contaba con la facultad de indultar a los condenados por delitos de jurisdicción
federal, salvo en casos de juicio político. No tenía la facultad de imponer
condenas, pero sí de —en estado de sitio— decretar el arresto temporal o el
traslado de personas, salvo que estas prefiriesen abandonar el territorio nacional.
Si no contaba con el acuerdo del Congreso al dictarlas, estas medidas caducaban
automáticamente a los 10 días.

Como encargado de la administración nacional, le estaba encomendada la recaudación


de la renta nacional y su aplicación, dentro del marco de la ley de presupuesto;
tenía facultad para otorgar el goce de licencias o montepíos, y para recabar
cualquier clase de información por parte de la administración nacional.

La Constitución fijaba como ayudantes del presidente a cinco ministros, elegidos


por este, en carteras de Interior, de Relaciones Exteriores, de Hacienda, de
Justicia, Culto e Instrucción Pública, y de Guerra y Marina. El refrendo
ministerial era necesario para los decretos de gobierno. Los ministros estaban
además obligados a dar informes al Congreso en la apertura de sesiones, y
facultados a tomar parte en los debates de este, aunque sin voto. La tarea era
incompatible con el ejercicio del poder legislativo nacional.

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