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Violencia en la Escuela

¿Qué podemos hacer?


26/08/2018

Córdoba, Leticia DNI: 28684471


Eigler, María Elena DNI: 28684469
Vallejos, María José DNI: 260019996
Vallejos, María Eugenia DNI: 23434084
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Visión general
El trabajo consiste en un análisis realizado a la luz de las ideas-fuerza compartidas en el

curso sobre las prácticas violentas en las que estamos inmersos, debiendo identificar el

contexto específico en el que ocurren las prácticas violentas que se analizarán (familia,

escuela, barrio, comunidad, etc.).

Desarrollo
Como bien sabemos estamos atravesando una época de transición socioeconómica en

nuestro país que, por supuesto, penetra las paredes de la escuela. Estos cambios se cuelan

en las instituciones educativas traídos, ni más ni menos, que por los actores involucrados

en el propio sistema educativo, sus docentes y estudiantes. Muchas veces el problema de

la brecha generacional entre estos es tal, que no llegan a comprenderse mutuamente,

intentando cambiar al otro, pero sin éxito. Otras veces simplemente nos cuesta, como

educadores, entender que nuestros alumnos no son individuos carentes de conocimientos,

historia y aprendizajes, sino que debemos respetarlos y reconocerlos como seres

subjetivos, que ya traen consigo visiones intrínsecas del mundo, su personalidad y

carácter. La educación formal no debe de ninguna manera anular este aspecto del

estudiante, sino que debe, a partir del mismo, construir positivamente.

Una deuda pendiente de la escuela de hoy en día (y sus docentes) es aprender a modificar

la forma en que el niño o adolescente resuelve sus propios conflictos que, como a todo ser

humano, tendrá a lo largo de toda su vida. Lo que queremos decir con todo esto es que el

conflicto es inevitable, pero lo que sí debemos evitar como educadores es la violencia en la

resolución del mismo. Como bien afirmaba el sociólogo Galtung, J., “puede haber conflicto

sin violencia pero no violencia sin conflicto. Siempre debajo de una violencia hay un conflicto no

resuelto”.

Estos episodios de violencia pueden darse en todos los ámbitos de la vida donde haya

personas interrelacionándose, desde el seno familiar hasta el club o la esquina, pero como

docentes nos interesa reducir nuestro análisis al contexto escolar propiamente dicho.
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Resolución de conflicto, una mirada cercana


Con el propósito de hacer nuestro análisis lo más cercano posible a la realidad en la que

vivimos hoy en día, recurriremos a material real en el que se muestra a un profesor de una

escuela primaria intentando resolver un conflicto originado por dos alumnos (Olivier y

Julien). Se podrá ver dicho video accediendo al siguiente enlace: Diálogo en el conflicto

¡Comencemos!

En el video observamos las diferentes aristas de un conflicto donde el alumno Olivier

responde al mandato social de dominación de unos sobre otros, del más fuerte al más

débil, con un fundamento algo sexista al principio y de competitividad destructiva, que el

profesor intenta desalentar. Resulta que a Olivier lo han descubierto mientras jugaban a la

escondida (pilla-pilla), éste entonces enfurece y ataca a las nenas mas chicas generando un

episodio violento. El profesor encargado de la resolución de este conflicto comienza

preguntándole: “¿Estuvo bien hacer daño a las pequeñas? no fue culpa de ellas”. El alumno, ya

en calma y con la capacidad de pensar claramente luego de su explosión de enojo,

recapacita y reconoce que lo que hizo no estuvo bien.

Esta violencia invisible de todos esos mandatos sociales de los que hablamos al principio,

generaron un episodio de violencia visible en el cual Olivier termina agrediendo a sus

compañeros.

Luego, el profesor continúa indagando sobre el conflicto. El alumno Julien, también

involucrado en la pelea, le comenta al docente que él también agredió a Olivier, pero que

le dio la posibilidad de retirarse y que sin embargo él se resistió a irse de la lucha, a lo que

el adulto le pregunta: “¿Qué pasó para que no quisieras irte? ¿Querías demostrar que eras tan
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fuerte como él? Quieren demostrarse el uno al otro lo fuerte que son. ¿Tiene que haber un

ganador?”. Ambos niños responden que no. De esta manera el adulto intenta demostrarles

que la necesidad de dominación sobre el otro no tiene ningún sentido, que ambos son

compañeros de escuela y que ninguno tiene por qué sentir la necesidad de demostrarse

más fuerte que el otro. Por medio del diálogo, el entendimiento y la comprensión, el

docente intenta desalentar la búsqueda de la supremacía, que es la raíz del conflicto y el

origen de los episodios violentos entre ambos.

Si echamos un vistazo a este conflicto a través de una mirada “triádica” podemos

comprender aún más el porqué de los modos en que ambos niños decidieron resolver el

problema. Olivier durante un tiempo mantuvo una actitud mediante la cual pretendía

imponerse sobre los otros y al no lograrlo se generó en él un sentimiento muy profundo de

frustración. Ésta contradicción generada en su interior, lo lleva a intentar saciar su

necesidad de dominación por medio de conductas violentas para con sus compañeros, que

son quienes han impedido la satisfacción a su necesidad de dominio.

Algo para destacar y aprender de este fragmento es que el profesor, y el equipo docente

en general, hubieran tenido que tomar cartas en el asunto mucho antes, para evitar este

triste desenlace, e intentar solucionar el conflicto inmediatamente notaron el clima de

tensión latente entre los dos niños. Es evidente que en principio, antes del episodio

violento de la pelea entre los estudiantes, hubo violencia verbal tal como manifestó el

alumno Oliver al decir, refiriéndose a Julien, “Es que me insulta…”, si esto hubiese sido

detectado y no se hubiese pasado por alto, es posible abordar el conflicto tempranamente,

antes de que crezca y alcance una fase de violencia física, ya incontenible, como lo que

ocurrió ese día en el patio de la escuela. Para ello, debemos enseñar a nuestros alumnos a

convivir, respetarse mutuamente y a relacionarse pacífica y sanamente.

Como bien sabemos, la actividad docente no consiste únicamente en enseñar una serie

de conocimientos, de contenidos concretos y específicos, sino también en fomentar el

aprendizaje de habilidades, valores y conductas sociales aceptadas que permitan el

establecimiento de relaciones sociales apropiadas, satisfactorias y pacíficas en un

ambiente sano.
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Es muy importante trabajar la comunicación, facilitar un intercambio apropiado de

mensajes, que tenga en cuenta los aspectos verbales y no verbales. Se trata de desarrollar

una comunicación fluida mediante la utilización de la escucha activa, la empatía y la

asertividad.

En el video observamos que el profesor tiene plena consciencia de estas aristas del rol

docente y genera distintas estrategias para llevar a los niños a la reflexión. Les hace saber

por ejemplo, que las palabras pueden llegar a hacer más daño que la propia violencia física

cuando les comenta que “...las palabras que dices pueden herir más que si le atacan

físicamente.” Utiliza también como medida estratégica el hecho de colocar a los niños en

una posición de los “mayores del grupo”, y por lo tanto responsables de dar el ejemplo a

los más pequeños, con esta acción los une en una labor donde ellos son protagonistas

importantes en el proceso de formación.

Como podemos ver en el video, el docente o mediador que trata el conflicto entre ambos

niños aplica ciertas herramientas, como se explicó más arriba, para resolver la situación

originada, lo que indicaría que el mismo se encuentra capacitado para tal rol. Así

observamos cómo se va generando un clima de calma y de negociación que lleva a los

niños a ponerse de acuerdo en cuanto a las normas de convivencia en la escuela y a la

aceptación de una convivencia pacífica.

Analizando la realidad
Creemos que el video que analizamos en la primer parte de este trabajo, si bien es de

origen francés, refleja en parte la realidad en la que vivimos en las escuelas de nuestro

país. Conflictos como este son tratados a diario en todas las instituciones educativas de

Argentina, así como también en todos los lugares públicos y privados en donde

compartimos nuestras vidas con otros individuos. El conflicto está y estará presente en

cada individuo y en todo momento de su vida, el problema es la falta de conocimiento

sobre esta problemática por parte de padres, docentes y directivos, que muchas veces en

lugar de intentar evitar la violencia en la resolución del mismo, se intenta eliminar el


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conflicto y ésta tarea, al estar hablando de algo tan intrínseco a cada persona y tan

subjetivo, es prácticamente imposible.

Los docentes (aunque esto también ocurre en casa con los padres), solemos aplicar

sanciones que tenemos a mano en la escuela como amonestaciones, suspensiones y hasta

retos y gritos, que lo único que logran es reproducir situaciones de violencia y meternos en

un espiral de ira del cual es difícil salir. Por este motivo es que todas las instituciones

educativas y todo su personal deberían repensar la manera en la que están resolviendo los

conflictos con sus alumnos y con todos los sujetos intervinientes en la educación de los

mismos que incluye padres, directivos, docentes, asistentes escolares, tutores y demás.

De esta forma nos queda pensar, cómo continuar con la educación y la formación de

profesores y maestros en el área de resolución de conflictos.

Desde nuestro lugar de docentes, debemos lograr que los alumnos sean capaces de

discutir sobre temas variados y llegar a acuerdos mediante el diálogo constructivo, que

expongan cada uno su punto de vista, que sean partícipes activos en la resolución de

conflictos, expresando libre, democrática y pacíficamente su posición y pensamientos.

Plantearnos además interrogantes

tales como, ¿estamos entrenados

para detectar tempranamente

relaciones insanas, diferencias entre

compañeros, tensión en la

convivencia o ciertas conductas

agresivas? ¿Los docentes somos

capaces de manejar efectivamente

un conflicto? ¿Poseemos las

herramientas y el conocimiento para

llevar a cabo ciertas tácticas de resolución? Caso contrario, ¿tenemos la iniciativa de

buscar ayuda, de capacitarnos y de educarnos para afrontar estos cambios sociales que

se reflejan en el día a día de la escuela?


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Si los docentes pudiéramos estar preparados, capacitados y predispuestos para

intervenir y resolver éste y otro tipo de situaciones de violencia que se viven en el contexto

escolar, ya sea verbal, ideológica, física; podríamos llevar a cabo un cambio de conciencia,

de pensamientos, de restablecimiento de ciertos valores perdidos u olvidados, y de

educación que hasta los mismos niños podrían poner en práctica en sus demás entornos

(familia, barrio, clubes, etc.).

Desde la institución educativa se puede aportar al proceso de cambio constructivo a

través de medidas y acciones que reduzcan la violencia. Como por ejemplo, atender cada

caso como problemas reales, no minimizar ni normalizar ningún tipo de situaciones no

pacíficas, así como desnaturalizar las injusticias. Solicitar e incentivar la participación de

todo el personal, de los alumnos, y también de los padres en la resolución de conflictos.

Hablar siempre de lo ocurrido, incentivar la comunicación y el buen trato, analizar los

modos de dirigirse al otro y de comportarse, contener emocionalmente tanto a las partes

involucradas como al resto de los aprendices, son todas tareas que podemos llevar a cabo

desde ya.

A fin de lograr un ambiente saludable y armónico es conveniente prestar atención a la

distribución de tiempos y espacios. Atender los criterios para el agrupamiento de los

alumnos. Crear relaciones de confianza y cultivar una estrecha y respetuosa relación con

los padres y con la comunidad educativa.

Aportes a la cultura de la paz


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Siguiendo las ideas directrices de Howard Gardner, debemos trabajar con nuestros

alumnos no sólo los contenidos del currículum, sino que es conveniente lograr poner en

funcionamiento todo su potencial para alcanzar una estructura de mentes autocontenidas.

Desarrollar con ellos una mente disciplinada, con capacidad de síntesis y creatividad es

fundamental para avanzar en esta dirección. Esto va a apuntar a cultivar en los aprendices

determinados tipos de pensamientos y conductas, a fin de mejorar la calidad de las

relaciones y las formas de comunicarnos. Quienes logren adquirir esta disciplina serán

capaces de comprender de modo más profundo los hechos y sucesos que ocurran en su

entorno, podrán sentirse parte y por lo tanto sujetos responsables de dichos eventos,

asumiendo el compromiso de actuar como agente de cambio del entorno en el cual están

inmersos.

El pensamiento sintético les dará la posibilidad de identificar y manejar descomunales e

infinitas cantidades de información, y por ende, realizar una adecuada y conveniente

selección. Todo esto va mucho más allá del conocimiento y los contenidos curriculares.

Estas estructuras mentales deben desarrollarse y prosperar paralelamente a un conjunto

de aspectos éticos y morales que

ineludiblemente contribuyen a la

convivencia pacífica y respetuosa

que tanto aspiramos en las

relaciones de los individuos y al

servicio de su progreso como raza

humana.

Es imperioso tener en cuenta que

todos aquellos conflictos que no sean oportuna y adecuadamente tratados y abordados,

son pasibles de avanzar y culminar en situaciones de violencia. En palabras de Johan

Galtung “No se pueden prevenir los conflictos pero sí la violencia” y advierte que “si bien la

escuela sola NO PUEDE revertir todas las situaciones violentas, podemos contribuir en algo, y es

nuestra responsabilidad no pasarlo por alto. Sin la escuela SON IMPOSIBLES los cambios

culturales”. Sólo es posible “...llevar adelante una tarea de NO VIOLENCIA, si primero se


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comprende los conflictos”, de lo contrario no habría posibilidades de éxito. Desde nuestro

lugar, hoy, cada una de nosotras estamos aportamos nuestro granito de arena para

contribuir a la causa, porque creemos que todo es posible, que podemos hacerlo y que

seremos capaces de cultivar una cultura de la paz.

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