Retratar el espíritu de una ciudad depende mucho de quien esté detrás del lente y de cómo se

conozca aquello a plasmarse en la pantalla, sin embargo, al tener tanta riqueza para abordar es
necesario tener distintos ojos que nutran la imagen. “Siete días en La Habana” es una película
coral dividida en siete partes y dirigida por siete directores, lo cual permite a la película explorar la
vida de la ciudad y pasar desde la comedia política hasta el melodrama romántico en un mismo
sitio en solo dos horas.

El recorrido inicia con el relato de un joven norteamericano cuya curiosidad responde al llamado
de la sexualidad impregnada en la Habana, particularmente en la femenina, lo cual lo llevará a
encontrarse con una joven trans. Este capítulo destaca por generar así un retrato crítico de los
tabúes aun presentes sobre la sexualidad no heteronormativa presente en el país, mismo tema
que rescata después la película en el capítulo escrito, dirigido y fotografiado por Gaspar Noé . Por
otro lado, el segundo episodio que también es protagonizado por un turista (Emir Kusturica
interpretándose así mismo), aborda el descubrimiento musical del serbio al apreciar a los músicos
locales. Llama la atención que en ambos se muestra cita protección hacia el turista extranjero
como fuente primordial de recursos, una protección que inclusive lleva a los locales a
sobreponerse sobre sus colegas, situación común en américa latina.

Además de lo anterior resalta el episodio dirigido y escrito por Elia Suleiman, particularmente el
que más disfrute. En este, apreciamos al director palestino interpretándose a sí mismo como es
costumbre en su filmografía. En este caso, lo vemos contemplando la ciudad, viajando a la
embajada palestina y apreciando el mar mientras esperar a un Fidel castro absorto en un discurso
anti-imperialista que dirige a su pueblo, pueblo que al parecer se encuentra casi todo frente a el,
pues vemos la ciudad vacía ante el recorrido de Elia. En este muestra de manera sutil, cómica y
con una cámara contemplativa, una comparación sobre el colonialismo que sufre tanto Cuba como
Palestina, a través de un ritmo lento, pareciera que Elia se sorprende de como la guerra la llevan
de forma distinta, pues a diferencia del territorio que habita, el que visita no se encuentra
invadido. Este tinte político sobresale cuando en pantalla vemos a castro en un discurso y en la
nuestra vemos a Arafat, enmarcados por la frase que pronuncia Fidel “se sorprenderían de lo que
n pueblo pequeño es capaz de hacer”, mientras Suleiman mira por la ventana.

Por otro lado, los otros episodios dirigidos tanto por Medem, Cantet, Tabía y Trapero resaltan la
cotidianidad de cuba ante el amor, la religión y el acontecer diario en la isla.