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Seminario Bíblico Bautista Filadelfia

Asignatura: Doctrina
Profesor: Francisco Javier Trejo Cossío

El Espíritu Santo

Realizado por: Michell J. Huaroto C.

Comas, Junio de 2020


"La Obra del Espíritu Santo"
1. El Espíritu Santo es Creador:
Así como el Espíritu Santo tomó parte en la creación del universo, también tomó parte
en la creación de la iglesia. Igualmente, el Espíritu Santo ayuda a crear al hombre nuevo y
a crear en él la semejanza de Dios.
2. El Espíritu Santo es Convencedor, Revelador, y Maestro:
El Espíritu Santo convence al mundo del pecado, justicia, y juicio (Juan 16:8). Sin el
Espíritu Santo no podemos ver nuestro pecado. Con la ayuda del Espíritu Santo, podemos
ver claramente nuestro pecado en contraste a la santidad del Espíritu. Esto nos humilla y
nos trae a un lugar de rendición.
El Espíritu Santo nos guiará a la verdad (v.13). Sin el Espíritu Santo no podemos saber
la diferencia entre verdad y error. Sin el Espíritu Santo, no podemos conocer a la divinidad.
Por esta razón Charles Wesley escribió en uno de sus himnos, "Espíritu de fe ven, revela
las cosas de Dios y su divinidad."
Sin el Espíritu Santo no podemos aprender, ni sabemos cómo caminar con Dios, ni como
traer el mundo a Cristo (v. 26).
3. La Morada del Espíritu Santo es la Evidencia que Somos Cristianos:
Antes del día de Pentecostés Jesús dijo, "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros,
y estará en vosotros" (Juan 14:16-18).
Una de las cosas que distingue al cristiano es que tiene la presencia del Espíritu Santo.
Jesús dijo que el mundo no puede recibir al Espíritu Santo. Si en algún momento lo recibió,
ya no lo tiene porque lo ha rechazado.
Antes del día de Pentecostés, los apóstoles el Espíritu moraba con de ellos, pero después
moraba dentro de ellos. La característica que más distingue al cristiano es la morada del
Espíritu Santo. En Romanos 8:16 dice, "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios."
4. El Espíritu Santo Viene a Nosotros Cuando Nacemos de Nuevo:
Jesús le dijo a Nicodemo, un líder religioso de los judíos, "Os es necesario nacer de
nuevo" (Juan 3:7). Jesús no ofrece aquí una sugerencia, sino una necesidad. Sin haber
nacido del Espíritu, no entraremos en el reino de Dios que es "justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo" (Romanos 14:17). Jesús dijo, "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan 3:6).
En el mismo sentido que los padres de un bebé transmiten sus cromosomas, el Espíritu
Santo entra en nosotros en el momento de nuestro renacimiento. En ese momento la
personalidad del bebé es influenciada por los padres. Igualmente, como nuevos cristianos
recibimos la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo por medio del renacimiento
espiritual. Sin el Espíritu, no podemos vivir una vida cristiana. Una de las consecuencias
de esta nueva vida es el reconocimiento y rechazo del pecado. Como dice Juan, "Todo
aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece
en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3:9). Cuando nuestras mentes
dejan de discernir el pecado en nuestras vidas, la vida del Espíritu Santo salido de nosotros.
5. El Espíritu Santo es Santificador:
Después de nuestra conversión, debemos ser limpiados de nuestra naturaleza carnal que
nos dirige hacia el pecado. Esta limpieza total es la santificación entera y es lo que Pablo
tenía en mente cuando oro lo siguiente, "Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la
venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1 Tes
4:23-24).
La obra de santificación es posible solo por medio del poder del Espíritu Santo obrando
en nosotros. Solo el poder del Espíritu puede librarnos del nuestra naturaleza carnal.
6. El Espíritu Santo Da Poder a sus Testigos:
Jesús habla en la Biblia de otra gran función del Espíritu Santo. "Pero recibiréis poder,
cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8).
Después del primer derramamiento del Espíritu Santo, hombres que antes vivían en
temor de los judíos los confrontaron con el evangelio de Jesucristo. Luego otros fueron
empoderados por el según derramamiento. "Cuando hubieron orado, el lugar en que
estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con
denuedo la palabra de Dios" (Hechos 4:31). Para ser testigos efectivos necesitamos la
confianza y el poder del Espíritu Santo.
7. ¿Hay Necesidad del Bautismo del Espíritu Santo?
Juan dijo que Jesús bautizaba con el Espíritu y fuego (Mateo 3:11). Hay varios ejemplos
de este tipo de bautismo en el libro de Hechos. Desde los tiempos bíblicos muchos
Cristianos han experimentado el bautismo del Espíritu. El evangelista Charles Finney
(1792-1876) relató su experiencia. Fue converso en la mañana y bautizado con el Espíritu
en la tarde.
Él dijo, "De repente el Espíritu Santo vino sobre mí y me llenó completamente. Me
sentía como que estaba bajo la influencia de una corriente eléctrica que pulsaba por todo
mi cuerpo. Pude sentir el amor de Dios que se derramaba sobre mí. Por fin grite, "Si
continúas Señor, moriré."
La consecuencia de la experiencia que tuvo Finney fue su transformación en uno de los
más grandes evangelistas de todo tiempo.
La manifestación del Espíritu Santo fue tan poderosa en su vida que muchas personas
aceptaron la salvación de Jesucristo al escuchar el mensaje de Finney. A pesar de esto,
Finney confesó que pasó por etapas en su vida cuando tuvo que pedirle al Señor una nueva
llenura del Espíritu.
Lo más importante para nosotros es recordar que nuestras experiencias personales no
forman la base de nuestra doctrina. Este error común trae confusión, desilusión, y
frustración. Pablo nunca mencionó las experiencias del libro de los Hechos en sus cartas a
los nuevos cristianos. Pedro, Santiago, y Juan tampoco mencionan sus experiencias en el
día de Pentecostés para evitar la posibilidad de que otros atenten imitarlas.
Lo que sí enfatizan es una relación íntima con el Señor Jesús que es la fruta de la llenura
del Espíritu (Gal. 5:22-23).
Las experiencias del Espíritu Santo son privadas y nos traen a una nueva humildad y
entrega a Dios.
Es imperativo que nuestra doctrina está basada en nuestra necesidad del Espíritu y no
nuestras experiencias emocionales. Si no sentimos la llenura del Espíritu debemos
examinar nuestros corazones para eliminar cualquier desobediencia o tendencias
mundanas. Estos pecados hieren al Espíritu y si seguimos cometiéndolas apagaremos la
llama del Espíritu completamente (I Tes. 5:19).
Jesús dijo, "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas" (Mateo 6:33). Si cumplimos este mandato nos vaciaremos para permitir
la llenura del Espíritu.
La personalidad del Espíritu Santo:
Para saber si el Espíritu Santo es una persona se hace necesario examinar si cumple con
las condiciones básicas que hacen de un ser una persona.
Las tres cualidades básicas de la personalidad son: La capacidad de razonar, la capacidad
de experimentar emociones y la capacidad de decisión.
La razón.
El Espíritu Santo posee razón.
 Intercede:
Romanos 8: 27 “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del
Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”.
 Escudriña, revela:
1ª Corintios 2: 10-11 “Porque Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el
Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios. Porque ¿Quién de los hombres sabe
las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.
 Consuela:
Juan 14:26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quién el padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
 Llena:
Romanos 15:13 “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para
que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.
 Guía:
Juan 16:13 “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir”.
Las emociones.
El Espíritu Santo posee sensibilidad y es capaz de experimentar emociones.
 Se enoja:
Isaías 63:10 “Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual
se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos”.
 Ama:
Romanos 15:30 “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor
del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios”.
 Se contrista:
Efesios 4:30 “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados
para el día de la redención”.
La voluntad.
El Espíritu Santo es capaz de tomar decisiones por sí solo.
Reparte como él quiere.
1ª Corintios 12:11 “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo
a cada uno en particular como él quiere”.
Puesto que el Espíritu Santo reúne las cualidades de la personalidad, concluimos que él
es una persona y no simplemente una influencia. Además la Escritura se refiere siempre a
él como a una persona.
Juan 14:16-17 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no
le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros”.
Las acciones que la Biblia atribuye al Espíritu Santo pueden ser ejecutadas tan sólo por
una persona.
Se nos dice que el Espíritu Santo habla.
Hechos 8:29 “Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro”.
Apocalipsis 2:7 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.
 Enseña: Juan 14:26 “Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho”.
 Reprueba: Juan 16:8 “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia
y de juicio”.
 Elige: Hechos 13:2 “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo:
Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”.
Hechos 16: 6-7 “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por
el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; Y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a
Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió”.
Hechos 20:28 “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por
su propia sangre”.
 Testifica: Juan 15:26 “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del
Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de
mí”.
 Guía: Romanos 8:14 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos
son hijos de Dios”. Gálatas 5:18 “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la
ley”
 Escudriña: 1ª Corintios 2:10 “Pero Dios nos las reveló a nosotros, por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios”.
 Intercede: Romanos 8:26 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Habiendo demostrado que el
Espíritu Santo es una persona, queda pendiente el asunto de su divinidad. En cuanto a
esto hay suficiente evidencia como para concluir que él es Dios”.
LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
En la liturgia de la iglesia solemos escuchar las palabras “En el nombre del Padre, y
del Hijo y del Espíritu Santo Amén". Esta expresión es una fórmula trinitaria que le asigna
la deidad a las tres personas de la Divinidad.
De manera similar entonamos la Gloria:
Gloria sea al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como fue en el principio, y es ahora,
y siempre será, por siempre. Amén.
Este himno le asigna la gloria eterna a las tres personas de la Trinidad. Se le asigna la
gloria eterna al Espíritu Santo, junto con el Padre y el Hijo.
Mientras que la deidad de Cristo ha sido tema de debate por siglos, y este debate
todavía continúa en la actualidad, la deidad del Espíritu Santo es generalmente aceptada en
la iglesia. Posiblemente la razón por la cual la deidad del Espíritu Santo no ha sido tan
controvertida es porque el Espíritu nunca tomó forma humana.
La Biblia claramente representa al Espíritu Santo como poseyendo los atributos
divinos y ejerciendo la autoridad divina. Desde el siglo cuarto, casi todos los que
concuerdan con el hecho de que el Espíritu es una persona también concuerdan con que es
divino.
El Espíritu Santo es declarado Dios en el Antiguo Testamento.
Compárese:
(Isaías 6: 8-10) con (Hechos 28: 25-27); (Jeremías 31: 33-34) con (Hebreos 10: 15-
17).
Isaías 6: 8-10 “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá
por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este
pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, más no comprendáis. Engruesa el corazón
de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con los ojos, ni oiga
con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad”.

Hechos 28: 25-27 “Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo
Pablo estas palabras: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestro
padres diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis,
y no percibiréis; Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron
pesadamente, Y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos”.

Jeremías 31: 33-34 “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón, y yo seré
a ellos por Dios, y ellos me sarán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el
más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de
ellos, y no me acordaré más de su pecado”.

Hebreos 10:15-17 “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de


haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, Y añade: Y nunca más
me acordaré de sus pecados y transgresiones”.

El Espíritu Santo es declarado Dios en el Nuevo Testamento.

Hechos 5: 3-4 “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que
mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te
quedaba a Ti? Y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No
has mentido a los hombres, sino a Dios”.
2ª Corintios 3:17 “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor,
allí hay libertad”.
El Espíritu Santo es declarado Dios en razón a sus atributos.

 Él es Omnipresente:
Salmo 139: 7-10 “¿a dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aún allí me guiará tu mano,
y me asirá tu diestra.

 Él es Omnisciente:
1ª Corintios 2:10-11 “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el
Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe
las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.

 Él es Eterno:
Hebreos 9:14 “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se
ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas
para que sirváis al Dios vivo?”

En el Antiguo Testamento lo que se nos dice de Dios también es dicho sobre el Espíritu
de Dios.
Las expresiones "Dios dijo" y "el Espíritu dijo" son utilizadas indistintamente repetidas
veces. En el Nuevo Testamento este esquema continúa, y posiblemente el pasaje con más
fuerza en este sentido sea el que encontramos en Hechos 5:3-4, donde Pedro dice:
"Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y
sustrajeseis del precio de la heredad?.. No has mentido a los hombres, sino a Dios". Para
decirlo lisa y llanamente, mentir al Espíritu Santo es mentirle a Dios mismo.

La Escritura también le asigna atributos divinos al Espíritu Santo.


Pablo escribe sobre la omnisciencia del Espíritu en 1 Cor. 2:10-11, "El Espíritu todo
lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas
de Dios, sino el Espíritu de Dios". El salmista atestigua sobre la omnipresencia del Espíritu
en el Sal. 139:7-8: "¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Ya dónde huiré de tu presencia? Si
subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás". El
Espíritu también trabaja en la creación, moviéndose sobre la faz de las aguas (Gen. 1:1-2).

Como conclusión final sobre la deidad del Espíritu Santo tenemos la bendición de
Pablo en su segunda carta a los Corintios, "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios,
y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén" (2 Cor. 13:14).
La llenura del espíritu Santo:

En el conocido texto de Efesios 5:18, Pablo nos exhorta a no embriagarnos con vino,
sino más bien ser llenos del Espíritu Santo. Pero ¿qué significa eso? ¿Cómo puede un
creyente ser lleno del Espíritu? ¿Cuáles son las evidencias de esa llenura?
Al tratar con este asunto es sumamente importante que recordemos que el Espíritu
Santo no es una sustancia o una influencia; no se trata de un gas o un líquido o un poder,
sino de una Persona, la tercera Persona de la Trinidad que viene a morar en la vida de todo
creyente desde el instante mismo de la conversión.
Dice el apóstol Pablo en Rom. 8:9 que “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es
de Él”. El Espíritu Santo mora en todos los cristianos, y no viene a nosotros por parte, sino
como una Persona completa. Cuando una persona viene de visita a nuestra casa no viene
en pedazos. O está o no está. Y con el Espíritu es exactamente igual.
No es que al convertirnos se nos da un poco del Espíritu, y luego, si cumplimos ciertas
condiciones, se nos da más y más, hasta que finalmente somos llenos, no. Algunas personas
tienen el Espíritu Santo (todos los cristianos) y otros no lo tienen (los que no son cristianos).
En Jn. 14:16-18 dice el Señor: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para
que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará
en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.
Aunque Cristo ascendió a los cielos Sus discípulos no han quedado huérfanos, porque
el Espíritu Santo ha venido a morar en sus corazones. Todo lo que Cristo fue para los
creyentes mientras estuvo en la tierra, el Espíritu lo es ahora para todos los cristianos.
Y no existe ninguna condición que cumplir para que el Espíritu venga a morar en
nosotros, excepto creer en Cristo. Todos los que creen disfrutan de esa bendición (Jn. 7:37-
39). Todos los que creen ya tienen el Espíritu.
Sin embargo, es a un grupo de creyentes a los que Pablo exhorta en Ef. 5:18 a ser llenos
del Espíritu. El Espíritu mora en todo cristiano, pero no todos los cristianos son llenos del
Espíritu.
¿Qué significa, entonces, ser llenos del Espíritu Santo? Muchas veces la Escritura usa
la expresión “ser llenos de” para señalar la condición de alguien que está siendo controlado
por algo.
Por ejemplo, en (Lc. 5:26) se habla de un grupo de personas que se llenaron de temor
al ver al Señor sanar a un paralítico; y en (Lc. 6:11) se dice de los fariseos que se llenaron
de furor contra Cristo porque sanó en el día de reposo a un hombre que tenía seca una
mano.
No es lo mismo sentir miedo o ira que estar lleno de miedo o de ira. Son dos
experiencias distintas. Una persona llena de miedo está controlada por el miedo, así como
el que está lleno de ira ha sido controlado por la ira al punto de que puede llegar incluso a
hacer locuras.
Ser lleno del Espíritu, entonces, no es otra cosa que ser controlado por el Espíritu que
mora en nosotros. Noten el contraste en (Ef. 5:18) “No os embriaguéis con vino, en lo cual
hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Lo que sucede con una persona cuando
se emborracha es que ha tomado tanto alcohol que su influencia lo domina. Ese hombre
está bajo el efecto de la bebida.
Lo que Pablo nos dice aquí es que no debemos dejar que eso ocurra, no debemos
permitir que el alcohol nos influencie de ese modo, sino que debemos dejarnos controlar
por el Espíritu.
Así como la bebida afecta la mente, el corazón la voluntad, así debemos ser afectados
por el Espíritu en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra voluntad. Esa es la
similitud entre la borrachera y la llenura del Espíritu Santo.
Pero como decíamos hace un momento, también existe entre ambas una diferencia
abismal entre estas dos experiencias, como veremos en la próxima entrada al tratar con el
tema de los frutos que produce la llenura del Espíritu.
CONCLUSIÓN:

Concluyo de esta manera: el Espíritu Santo es una persona, con intelecto sentimientos
y voluntad y yo como una nueva criatura que ha experimentado la gracia redentora de Dios,
y por el conocimiento de su palabra que dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. (1 Corintios 6:19-20)
Por tal motivo mi comportamiento debe estar acorde con esta verdad. El Espíritu Santo
siendo una persona se ofende, se entristece, se apaga. La verdad práctica de la personalidad
del Espíritu Santo es que siendo una persona, todas sus relaciones son personales. Entonces,
si vivimos en su compañía y mantenemos una relación inquebrantable con él seremos como
él en propósito, deseo, pensamientos, ideales y ambiciones espirituales.
Debo estar consciente de ello, y no practicar el pecado. “No quiero jamás traspasar su
voluntad, sino que dejare que él domine completamente mi personalidad”.

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