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Asignatura: Doctrina
Profesor: Francisco Javier Trejo Cossío
El Espíritu Santo
Hechos 28: 25-27 “Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo
Pablo estas palabras: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestro
padres diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis,
y no percibiréis; Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron
pesadamente, Y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos”.
Jeremías 31: 33-34 “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón, y yo seré
a ellos por Dios, y ellos me sarán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el
más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de
ellos, y no me acordaré más de su pecado”.
Hechos 5: 3-4 “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que
mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te
quedaba a Ti? Y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No
has mentido a los hombres, sino a Dios”.
2ª Corintios 3:17 “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor,
allí hay libertad”.
El Espíritu Santo es declarado Dios en razón a sus atributos.
Él es Omnipresente:
Salmo 139: 7-10 “¿a dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aún allí me guiará tu mano,
y me asirá tu diestra.
Él es Omnisciente:
1ª Corintios 2:10-11 “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el
Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe
las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.
Él es Eterno:
Hebreos 9:14 “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se
ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas
para que sirváis al Dios vivo?”
En el Antiguo Testamento lo que se nos dice de Dios también es dicho sobre el Espíritu
de Dios.
Las expresiones "Dios dijo" y "el Espíritu dijo" son utilizadas indistintamente repetidas
veces. En el Nuevo Testamento este esquema continúa, y posiblemente el pasaje con más
fuerza en este sentido sea el que encontramos en Hechos 5:3-4, donde Pedro dice:
"Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y
sustrajeseis del precio de la heredad?.. No has mentido a los hombres, sino a Dios". Para
decirlo lisa y llanamente, mentir al Espíritu Santo es mentirle a Dios mismo.
Como conclusión final sobre la deidad del Espíritu Santo tenemos la bendición de
Pablo en su segunda carta a los Corintios, "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios,
y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén" (2 Cor. 13:14).
La llenura del espíritu Santo:
En el conocido texto de Efesios 5:18, Pablo nos exhorta a no embriagarnos con vino,
sino más bien ser llenos del Espíritu Santo. Pero ¿qué significa eso? ¿Cómo puede un
creyente ser lleno del Espíritu? ¿Cuáles son las evidencias de esa llenura?
Al tratar con este asunto es sumamente importante que recordemos que el Espíritu
Santo no es una sustancia o una influencia; no se trata de un gas o un líquido o un poder,
sino de una Persona, la tercera Persona de la Trinidad que viene a morar en la vida de todo
creyente desde el instante mismo de la conversión.
Dice el apóstol Pablo en Rom. 8:9 que “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es
de Él”. El Espíritu Santo mora en todos los cristianos, y no viene a nosotros por parte, sino
como una Persona completa. Cuando una persona viene de visita a nuestra casa no viene
en pedazos. O está o no está. Y con el Espíritu es exactamente igual.
No es que al convertirnos se nos da un poco del Espíritu, y luego, si cumplimos ciertas
condiciones, se nos da más y más, hasta que finalmente somos llenos, no. Algunas personas
tienen el Espíritu Santo (todos los cristianos) y otros no lo tienen (los que no son cristianos).
En Jn. 14:16-18 dice el Señor: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para
que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará
en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.
Aunque Cristo ascendió a los cielos Sus discípulos no han quedado huérfanos, porque
el Espíritu Santo ha venido a morar en sus corazones. Todo lo que Cristo fue para los
creyentes mientras estuvo en la tierra, el Espíritu lo es ahora para todos los cristianos.
Y no existe ninguna condición que cumplir para que el Espíritu venga a morar en
nosotros, excepto creer en Cristo. Todos los que creen disfrutan de esa bendición (Jn. 7:37-
39). Todos los que creen ya tienen el Espíritu.
Sin embargo, es a un grupo de creyentes a los que Pablo exhorta en Ef. 5:18 a ser llenos
del Espíritu. El Espíritu mora en todo cristiano, pero no todos los cristianos son llenos del
Espíritu.
¿Qué significa, entonces, ser llenos del Espíritu Santo? Muchas veces la Escritura usa
la expresión “ser llenos de” para señalar la condición de alguien que está siendo controlado
por algo.
Por ejemplo, en (Lc. 5:26) se habla de un grupo de personas que se llenaron de temor
al ver al Señor sanar a un paralítico; y en (Lc. 6:11) se dice de los fariseos que se llenaron
de furor contra Cristo porque sanó en el día de reposo a un hombre que tenía seca una
mano.
No es lo mismo sentir miedo o ira que estar lleno de miedo o de ira. Son dos
experiencias distintas. Una persona llena de miedo está controlada por el miedo, así como
el que está lleno de ira ha sido controlado por la ira al punto de que puede llegar incluso a
hacer locuras.
Ser lleno del Espíritu, entonces, no es otra cosa que ser controlado por el Espíritu que
mora en nosotros. Noten el contraste en (Ef. 5:18) “No os embriaguéis con vino, en lo cual
hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Lo que sucede con una persona cuando
se emborracha es que ha tomado tanto alcohol que su influencia lo domina. Ese hombre
está bajo el efecto de la bebida.
Lo que Pablo nos dice aquí es que no debemos dejar que eso ocurra, no debemos
permitir que el alcohol nos influencie de ese modo, sino que debemos dejarnos controlar
por el Espíritu.
Así como la bebida afecta la mente, el corazón la voluntad, así debemos ser afectados
por el Espíritu en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra voluntad. Esa es la
similitud entre la borrachera y la llenura del Espíritu Santo.
Pero como decíamos hace un momento, también existe entre ambas una diferencia
abismal entre estas dos experiencias, como veremos en la próxima entrada al tratar con el
tema de los frutos que produce la llenura del Espíritu.
CONCLUSIÓN:
Concluyo de esta manera: el Espíritu Santo es una persona, con intelecto sentimientos
y voluntad y yo como una nueva criatura que ha experimentado la gracia redentora de Dios,
y por el conocimiento de su palabra que dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. (1 Corintios 6:19-20)
Por tal motivo mi comportamiento debe estar acorde con esta verdad. El Espíritu Santo
siendo una persona se ofende, se entristece, se apaga. La verdad práctica de la personalidad
del Espíritu Santo es que siendo una persona, todas sus relaciones son personales. Entonces,
si vivimos en su compañía y mantenemos una relación inquebrantable con él seremos como
él en propósito, deseo, pensamientos, ideales y ambiciones espirituales.
Debo estar consciente de ello, y no practicar el pecado. “No quiero jamás traspasar su
voluntad, sino que dejare que él domine completamente mi personalidad”.