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DERECHO
NOTARIAL
DIRECTOR REDACTOR-IEFE
RAFAEL NÚÑEz~LAGOS ANTONIO RODRÍGUEZ ADRADOS
Notario de Madrid Notario de Madrid
CONSEIERO-ADMINISTRADOR SECRETARIO
ENRIQUE GIMÉNEZ-ARNAU DOMINGO IRURZUN GOICOA
Notario de Madrid Notario de Madrid
SUMARIO
Páginas
I. ESTUDIOS
A) NOTAS
B) LIBROS
ROMERO SAURA, F.: "La 'Calificación urbanística del suelo", 1975 475
C) NOTAS CULTURALES
NOTARIAL
JUNTA DE DECANOS
DE LOS
COLEGIOS NOTARIALES DE ESPA1'lA
Ruiz de A1arc6n, 3 - Madrid-14
CONTRIBUCION·AL ESTUDIO DEL ARTICULO
464 DEL CODIGO CIVIL
por
. Notario
SUMARIO
A) EL ESTADO DE LA CUESTIÓN.
1) Aclaración previa.
2) El artículo 976.
3) El artículo 1.160.
4) Los artículos 1.295 y 1.540.
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a) Planteamiento.
b) Análisis de la proposición primera del articulo 464-1.
1) Ideas generales.
2) Los derechos reales mobiliarios de garantía.
3) La venta con pacto de reserva de dominio.
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F) EL FACTOR TELEOLÓGICO.
1) Justificación de la termioología.
2) Carácter causal del sistema español en orden a la
adquisición de la propiedad. Alcance del sistema cau-
salista.
3) Aplicación del artículo 464 a la reivindicación indi-
recta. Objeciones y su refutación. Puntualizaciones.
I) EL ALCANCE DE LA PROBLEMATICA IMPLICITA EN
EL ARTICULO 464.
(1) Aludo a aquellos autores que han estudiado directamente el artículo 464.
Es, en cierto modo, una excepción cualificada MELON INFANTE, La posesión
de los bienes muebles adquirida de buena fe equivale al título, Barcelona, 1958.
En dicha monografía se presta más atención a la interpretación extensiva del
precepto que a las hipótesis clásicas sobre las que ha trabajado la doctrina,
tal vez porque MELON INFANTE da casi por supuesto que debe de prevalecer
la interpretación germanista del artículo 464. Por lo demás, se registran fre-
cuentes alusiones a la citada norma para excluir que las acciones de nulidad
o anulabilidad puedan perjudicar a terceros de buena fe. Vid, por todos
DE CASTRO, El negocio jurídico, Madrid, 1967, pág. 508.
De otra parte, y sea cualquiera la tesis que se defienda (romanista O ger-
manista) todo el mundo, que yo sepa, ha coincidido hasta ahora en entender
que las dos proposiciones que se formulan en el artículo 464-1, se refieren,
básicamente, al supuesto de que alguien haya adquirido de buena fe la posesión
de una cosa mueble creyendo que al adquirirla se convertía cu duefiu de
la misma.
Recientemente, MARTíNEZ CALCERRADA ha disentido de este planteamiento.
-12 -
(Cfr. "Adquisición de la posesión de bienes muebles del artículo 464 del C.c.",
en Revista de Derecho Privado, octubre de 1977, págs. 693 y sigs.). A su
juicio, la proposición primera del artículo 464-1 {La posesión de los bienes
muebles, adquirida de buena fe, equivale al título) constituye una regla jurídica
de suyo independiente del resto del precepto, Y. por tanto, de la que comporta
la proposición segunda. En su sentir, la primera de dichas proposiciones está
contemplando un negocio jurídico cuyo objeto es exclusivamente el "ius possc-
sionis" y no el dominio. Se está pensando en los casos en que el dueño, o
un mediador posesorio, transmita a otra persona la posesión de una cosa
en concepto distinto del de dueño (usufructo, arrendamiento, depósito, como-
dato, etc.). La equivalencia entre posesión y título significa, tan solo, que
quien pretenda privar al poseedor de su posesión deberá. demostrar que su
título es de dominio o superior al que ya ostenta "de posesión el poseedor
demandado". En la primera hipótesis, se entiende, simpre que el reivindicante
no sea precisamente quien transmitió el "ius pcssessionis". La proposición
segunda del 464-1 está prevista para 10 que MARTÍNEZ CALCERRADA llama
"comportamiento anormal del poseedor". Tal comportamiento anormal tiene
lugar si el adquirente del "ius pcssessionis" transmite la cosa a un tercero,
actuando como si fuera el dueño, de suerte que aquí sí se trata de un negocio
jurídico que tiene por objeto el dominio, aunque de hecho no 10 transmita
nunca pues se está siempre, en tales casos, ante un supuesto de privación
ilegal, y cabe, por tanto, la reivindicación.
Los límites espaciales que deliberadamente he impuesto a este trabajo me
impiden refutar extensamente la argumentación de mi querido amigo y com-
pañero. Empero, entiendo que su tesis debe descartarse en función de estas
dos consideraciones:
La) Dar por sobreentendido que la proposición primera del artículo 464-1
se refiere únicamente a Un negocio jurídico traslativo del "ius possessionis",
constituye, a mi modo de ver, una manifiesta petición de principio. Que el
artículo 464 aluda a la adquisición de la posesión no excluye que dicha adqui-
sición 'Se haya verificado en virtud de un negocio jurídico dirigido a transferir el
dominio. La exclusión no está justificada pues, conforme nos enseña el artículo
432 del C.c., la posesión puede adquirirse en dos conceptos, en el de dueño
o en el de tenedor de la cosa "perteneciendo el dominio a otra persona".
¿Qué base existe, pues, para sostener, sin más, que el artículo 464-1 ha
descartado la primera de dichas hipótesis?
2. a) La proposición segunda del artículo 464 pone de relieve no solo que
esa hipótesis (adquisición de la posesión en concepto de dueño) no ha sido
desechada por la proposición primera, sino que la misma está dictada exclu-
-13-
(7) Cfr. DÍEZ DEL CORRAL~ "La adquisición "a non domino" de bienes
muebles en el Proyecto de Ley Uniforme y comparación con el sistema
español", en Anuario de Derecho. Civil, 1972, págs. 2651266.
16 -
A) EL ESTADO DE LA CUESTIÓN.
(17) Por supuesto, dentro de cada una de las orientaciones generales que
se indican en el texto hay matices diferenciales, a veces importantes. Pero
como aquí se trata solamente de replantear la interpretación del artículo 464
con el propósito de apuntar algunos puntos de vista personales, basta, parece,
con señalar los tres canales interpretativos más importantes y generales por
donde ha discurrido y discurre nuestra doctrina. Por lo demás, puede verse
una completa exposición de todas las opiniones que ha suscitado el artículo 464
en la antes citada obra de VALLET DE GOYTISOLO. págs. 411 y siga.
(18) Con la cualificada excepción de MANRESA al que, posiblemente. y
después de publicado el Código civil, puede atribuírsele la paternidad de la
que puede considerarse posición intermedia: hay reivindicación siempre, pero
a condición de que el reivindicante pruebe "el extravío ° la privación ilegal
y, en su caso, la mala fe". Cfr. Comentarios al C6digo civil español (s.a edición.
1931), tomo IV, pág. 303.
-21-
(19) Con los condicionamientos que imponen los párrafos segundo y tercero
del articulo y sin perjuicio, corno se ha dicho, de lo dispuesto en el cuarto.
(20) Fue ALAS en su conocida monografía La publicidad y los bienes
muebles (Madrid, 1920) quien primeramente señaló que el artículo 464 con-
sagra una verdadera adquisición "a non domino" por parte del poseedor de
buena fe. Es pues, el iniciador, en nuestro país de la interpretación "germa-
nista" del precepto. A esta dirección se han adherido muchos y muy impor-
tantes autores. Se citan a título de ejemplo PÉREZ GONZÁLEZ y ALGUER, Notas
al Derecho de cosas de WOLFF. en el Tratado de Derecho civil de ENNECCERUS
Tomo lIT, vol. 1, pág. 414; GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, Madrid,
5. a edición, tomo 1, pág. 168; NÚÑEZ LAGOS. El enriquecimiento sin causa en
el Derecho español. Madrid, 1934, págs. 76 y sigs.; SANZ FERNÁNDEZ, "La
prenda sin desplazamiento", en Anales de la Academia Matritense del Nota-
riado, tomo JI, págs. 147 Y sigs., MELON INFANTE (ob. anteriormente cit), etc.
Merece ser destacado como el más calificado defensor de esta orientación
el Profesor HERNÁNDEZ GIL, que ha consagrado a la materia varios e impor-
tantes trabajos: "El giro de la doctrina española en torno al artículo 464 del
Código civil y una posible interpretación de privación ilegal" (Revista de De-
recho Privado, tomo XXVIII, págs. 496 y slgs.). "De nuevo sobre el artículo
464 del Código civil" (en la misma Revista, tomo XXIX, págs. 413 y sígs.),
"Comentario a la Sentencia de 19 de junio de 1945" (Revista General de Le-
gislaci6n y Jurisprudencia, torno 182, pág. 492, Dictámenes, Madrid 1968, 1,
págs. 101 y siga. y Nuevas perspectivas para la interpretación del articulo 464
del Código civil, cito en nota 1).
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Libro Homenaje a Ramón María Roca Sastre. volumen Il, págs. 1.014 y sigs.).
Otras Sentencias que muchas veces se traen a colación al tiempo de inter-
pretar el artículo 464 no son, desde luego, decisivas en relación COn el pro-
blema fundamental que la interpretación de ese precepto suscita. Algunas, como
la de 20 de junio de 1955, porque en ellas no se trata de si el poseedor de
buena fe queda o no inmune frente a la acción reivindicatoria (la acción que
se había ejercitado era la de entrega de legado, y por otra parte, la Sentencia
declara improcedente la aplicación del artículo 464, invocado pOI la deman-
dada y recurrente, al faltarlc la buena fe), y otras (las más) porque de lo que
se trata en ellas es si la equivalencia entre posesión y título puede considerarse
suficiente para estimar justificado el dominio del demandante, problema que
se resuelve afirmativamente, en particular cuando el artículo 464-1 ha servido
para fundar una tercería de dominio (Cfr. en este sentido, entre otras, las
Sentencias de 19 de diciembre de 1900, 8 de noviembre de 1915, 25 de mayo
de 1946, 13 de febrero de 1957, 18 de diciembre de 1958, y 14 de diciembre
de 1970, relativo a tercerías, y de 1 de diciembre de 1947 -que trató sobre
un caso de usucapi6n- y la de 22 de diciembre de 1954 -que se ocupó de
la prueba del dominio de un camión a los efectos de reclamar una indemni-
zaci6n-). Estas Sentencias, contrariamente a lo que cree ALBALADEJO (Cfr. "De-
recho civil Hl", Barcelona 1974, págs. 100/101), no afirman que el que ha
adquirido la posesión de buena fe ha adquirido el dominio, a pesar de haber
recibido la cosa de un "non dominan, sino simplemente, que cuando el poseedor
asume la posición de demandante (al revés de lo que acontece si de lo que
se trata es de contrastar si el poseedor de buena fe puede enervar el ejercicio
de una acción reivindicatoria que se esgrime contra él) es bastante, a los efectos
de considerar probado el dominio, la posesión en concepto de dueño adquirida
de buena fe.
La incidencia del articulo 464 en sede de embargos es, como señala DÍEz
PICAZO (Fundamentos del Derecho civil patrimonial ll, Madrid, 1978, pág. 563)
la siguiente: 1) El acreedor embargante puede alegarlo para hacer objeto de
embargo aquellos bienes muebles que se encuentran en poder del deudor. 2) El
tercerista --como ya se ha indicado-- puede entablar la demanda de tercería
de los bienes muebles embargados, demostrando una posesión adquirida por
él de buena fe. 3) A pesar de ser las tercerías de dominio un subtipo de la
acción reivindicatoria no se ha exigido al tercerista -contra lo que resulta
del artículo 464- la prueba de que perdió la cosa embargada, que fué privado
de ella ilegalmente, o que el deudor no la poseía en concepto de dueño, o
que carecía de la necesaria buena fe. Sin embargo, la Sentencia de 13 de
-25 -
(31) Son clásicas sobre este tema las aportaciones de MENEA ("Os limites
da reivindicacao no direito medioeval", Ccimbra, 1952) y de GARcÍA DE VAL-
DBAVELLANQ ("La limitación de la acción reivindicatoria de los bienes muebles
en el Derecho español medioeval", en Revista de Derecho Privado, 1947, pé-
ginas 631 y siguientes).
Empero, José María MIQUEL GONZÁLEZ en una magnífica monografía, "La
posesión de bienes muebles y el artículo 464 del Código civil" (aún inédita
cuando escribo este trabajo pero de muy próxima publicación) ha puesto en
tela de juicio que muchos de los textos citados por aquellos autores sean total-
mente claros y concluyentes, 10 que le lleva a afirmar que no se registra en
nuestro Derecho histórico del medioevo ninguna regla general como las común-
mente empleadas para aludir a la exclusión de la acción reivindicatoria, tales
como "Hand wahrc Hand", o "mobilia non habent aequelam". Por otra parte,
MIQUEL ha realizado, asimismo, una investigación profunda sobre las antiguas
fuentes genuinamente germánicas, manejando con profusión la literatura alemana
'Sobre la materia. Sin perjuicio de reconocer que existen textos como el recogido
por el famoso Espejo de Sajonia (cuya influencia, según el propio MIQVEL, es
inmensa) y en el que aparece formulado con bastante claridad el principio de
que los bienes muebles son irreivindicables, en el Derecho de muchas ciudades
alemanas se encuentran reglas contrarias a la no reivindicabilidad. En numerosos
textos la protección al tercero se concreta a concederle el derecho a ser reem-
bolsado del precio satisfecho por la cosa ("LOsungrecht").
Debo aclarar que la obra de MIQUEL consta de varias partes, la última
referida al Derecho español vigente, mientras que la primera se ocupa de
los presupuestos históricos del artículo 464 del Código civil. Esta primera
parte, constituyó la tesis doctoral del autor, y se estudió y discutió en el Semi-
nario de Derecho civil que, desde hace tantos años dirige con tanta cons-
tancia como sabiduría Don Federico de Castro. Cuando ya estaba muy avanzada
la redacci6n del presente trabajo, MIQUEL. por intervención de nuestro común
amigo Luis -DiEZ PICAZO, ha tenido la gentileza de facilitarme un ejemplar
completo de su libro (todavía en prensa). Estas circunstancias explican que,
con relación a sus comentarios relativos al Código civil, haya tenido que limi-
tarme a recoger aquellas de sus opiniones que más directamente interferían
las mfas, pues MIQUEL es defensor de la tesis romanista, aunque, como más
adelante se verá, quizá nuestras conclusiones ultimas no estén tan alejadas
como a primera vista podría parecer. También justifican que las citas y refe-
30 -
a sus racionalidad. Por su parte, VALLET (cit. pág. 432) invoca el criterio de
tratadistas tan conocidos como AUBRY y RAU favorable, al parecer, de que
el artículo 2.279 sienta una presunción de dominio a favor del poseedor que
solo puede ceder ante la prueba por el reivindicante de haber perdido la cosa
o sufrido "robo o hurto de la misma". MIQUEL estima que la tesis de los
citados autores franceses (que para mí no está demasiado clara) pudo influir
en SILVELA. encargado de redactar el artículo 464 en 1882. Se trata, claro
está, de una conjetura más o menos fundada.
MIQUEL, además, ha estudiado los antecedentes del artículo 2.279 en el
antiguo Derecho francés. Cree que se han generalizado con exceso las fuentes
(del siglo XIII, pues las anteriores no contienen, a su juicio, más que refe-
rencias muy escasas) de las que resulta la imposibilidad de reivindicar, de
suerte que parecen insuficientes para sentar una doctrina tan general como
la que ha prevalecido. Afirma que las primeras formulaciones del aforismo
"meubles n'ont pas de suite" son tardías (del siglo XIV) y no parecen equipa-
rables a la regla germánica "Hand wahre Hand".
En el siglo XVIII la regla "possession vaut titre" surge como consecuencia
de la dificultad con que puede tropezar el adquirente a la hora de probar
documentalmente su adquisición, 10 que tenía importancia debido a las res-
tricciones que se impusieron a la prueba testifical. Merced a aquella regla,
el adquirente no se veía obligado a probar su adquisición, 10 que había de
resultarle especialmente interesante en los casos en que el demandante pudiera
presentar un título escrito. Parece que fue la jurisprudencia del "Chátelet"
-según BOURJON- quien dió el paso adelante. Pero en la obra del propio
BOURJON existen numerosos pasajes en que la máxima "pcsseaicn vaut titre"
se aplica a casos que nada tienen que ver con la adquisición "a non domino",
aunque hay otros en que si parece recogerse a este último fin (aunque tampoco
a MIQUEL le parezcan totalmente decisivos).
{33) Hasta el siglo XIII el Derecho francés, de acuerdo con sus orígenes
germánicos, no concedía al propietario de una cosa mueble acción real para
1 eivindicarla cuando había perdido la posesión. Solo en caso de despcsesién
por causa de pérdida o robo se le concedieron acciones, originariamente pe-
nales, y que pronto se equipararon a la reivindicatoria. Regía la regla "mobilia
non habent sequelan" o "meubles n'ont pas de suite". A partir del siglo XIII
y debido a la influencia del Derecho romano, el ámbito de la reivindicación
se va ampliando paulatinamente hasta el punto de admitirla siempre. Cesa
la vigencia del adagio "meubles n'ont pas de sulte", cuya aplicación se con-
creta a la hipoteca: "meubles n'ont pas de suite par hypothéque".
Al triunfo de la reivindicación siguió, no obstante, como explica PICARD
{en el Tratado Práctico del Derecho Civil Francés, de PLANIOL y R1PERT,
- 32-
torno III. Los bienes. traducción española de DÍAZ CRUZ, pág. 318) una reacción
contraria, ya que la posibilidad de reivindicar los muebles contra terceros sig-
nificaba la ruina del comercio. Desde el comienzo del siglo XVII todos los
esfuerzos del Derecho francés se encaminaron a reducir "los funestos efectos
de la reivindicación de muebles resucitada". Se acortó, en primer lugar, la
duraci6n de la acción concedida al propietario, dejándola en tres años, y más
tarde se suprimió radicalmente la reivindicación contra terceros en el caso
de que el propietario hubiese confiado la cosa a otra persona que, Indebida-
mente, dispusiera de ella. Surge así una nueva máxima que sustituye, al
parecer con el mismo alcance, a las antiguas: "En fait de meubles, la possesion
vaut titre", Esta expresión, un tanto imprecisa, aparece por primera vez en
el libro de BOURJON, "Le droit commun de la France", aunque no sea este
autor quien la ideó. BOURJON se refiere a ella -puntualiza PICARv-- dando
por supuesto que constituye doctrina corriente. Ver no obstante las obser-
vaciones críticas de MIQUEL, en cuanto a la exactitud de estas ideas, por lo
general, compartidas por la doctrina dominante en Francia.
(34) Independientemente de cualquier opinión contraria surgida a raiz de
publicarse el Código de Napoleón, la tesis de que el artículo 2.279 excluye
la reivindicación mobiliaria como regla general constituye una doctrina com-
pletamente consolidada. Por lo demás, y como aclara MIQUEL, el principio
"possesion vaut titre", puede jugar en el Derecho francés de dos maneras:
con carácter sustantivo en favor del tercer adquirente sancionando una verda-
dera adquisición "a non domino", o como norma meramente probatoria. Así,
en el caso de que el demandado reconozca que recibió la cosa del actor
alegando un título cualquiera, traslativo del dominio, no tendrá necesidad de
probarlo, y deberá ser el demandante, quien tenga que justificar que el título
uo tenía ese carácter traslativo o, en caso contrario, que fue nulo o anulable.
Por lo que hace al Derecho español, estimo que si el demandado reconoce
haber recibido la cosa del demandante (o ser sucesor o causahabiente del que
la recibió) la innecesidad de probar la realidad del título alegado no hace
falta fundarla en el articulo 464 sino simplemente en el 448, en particular
si el reivindicante solo prueba su dominio apoyándose en la equivalencia entre
posesión y título que, como luego se verá, también puede jugar a su favor.
En otro caso, es decir, si el demandante puede justificar su título sin invocar
el artículo 464, y el demandado acepta que recibió la cosa de manos del
actor, entiendo que el proceso reivindicatorio se plantea fuera del campo de
aplicación de aquel artículo, y estimo muy dudoso que el poseedor no tenga
que probar la realidad del título alegado, aunque no sea preciso que aporte
una prueba documental. Finalmente. si es el demandante quien afirma que
- 33-
(45) Dice literalmente este segundo párrafo: "Néanmoins celui qui a perdu
ou auquel il a été volé una chose peut la reivindiquer pendant trois ans, a
compter du [our de la perte ou du vol, contre celui dans les mains duquel í1 la
trouve; sauf a celui el son recours contre celul duque1 i1 la tient".
- 39-
gistro figuren los datos de Jos que pueda inducirse que los bienes objeto de
la enajenación están sujetos a reserva.
Por mi parte, coincido con la opinión de ROCA. No veo claro que la reserva
tenga que mudar de naturaleza por el simple hecho de que no conste en
el Registro, expresamente, que los bienes objeto de la enajenación son reser-
vables. Tampoco se explica, si no es relacionando de alguna manera el
articulo 976 con el artículo 464, el distinto tratamiento que se dispensa, en
este punto, a los bienes reservables, según que sean muebles o inmuebles. De
aquí, que si se busca para el artículo 976 la única explicación que puede, en
mi opinión, justificarle, sería dable sostener que la validez de la enajenación,
como dice aquel artículo, caso de consumarse la reserva, está supeditada a
la buena fe del adquirente, salvo que se haya constituido hipoteca. Adviértase
que, desaparecida la antigua hipoteca legal tácita, la obligación de constituirla
expresa, conforme a los artículos 978 del Código civil y 184 de la Ley Hipo-
tecaria, no es de suyo una garantía suficientemente satisfactoria, pues cabe la
posibilidad de que la hipoteca no se constituya por carecer el reservista de
bienes hipotecables, tanto al nacer la reserva como más adelante (evento, este
último, en el que resultará inútil la prevención del artículo 189 de la Ley).
Erraba, pues, GARcfA GOYENA, al afirmar que las seguridades establecidas en
el artículo 810 del Proyecto (similar, aunque no idéntico, al 978 del Código).
alejaban todo peligro, que él mismo consideraba mayor en el caso de que
los bienes reservables fuesen muebles, al dar por supuesto, implícitamente, que
no eran recuperables en caso de enajenación, lo que a su vez venía a justificar
en el mismo principio que inspiraba los artículos 982 y 1.178 (vid. supra,
epígrafe anterior) a los que expresamente se remite. Debía haber estimado -y
ésta es también la interpretación que, a mi juicio, debiera prevalecer en trance
de aplicar la normativa vigente- que las enajenaciones de bienes muebles
reservables no pueden ser válidas -incondicionadamente- más que si la
hipoteca legal se ha constituido, y de no ser aSÍ, únicamente debe ser amparado
el adquirente de buena fe. (Cfr. GARcíA GOYENA, cit., tomo 11, pág. 205).
(54) Vid. VALLET, cit., pág. 439.
- 43-
(SS) Cfr. mi trabajo "Adquisiciones a título oneroso .;" cit., págs. 1.013
y siguientes.
(56) Vid. JORDANO BAREA, "La teoría del heredero aparente", en Anuario
de Derecho Civil, 111-3, pág. 702. Recuérdese, además, la hipótesis especial
con que se enfrentó la Sentencia de 14 de noviembre de 1950, citada en la
nota 22.
(57) Cfr. "Adquisiciones .¿" , cit., pág. 1.016.
-44-
miento le convierte, sin más, en cómplice del fraude intentado por el deudor,
quien pretende. merced a la enajenación, sustraer activo (el precio recibido)
a la acción de los acreedores. Por ello, y corno decía nuestro GREGORIO LÓPEZ,
debe bastar la "scientia ex parte recipientls". Mas respecto de los subadquirentes,
no basta que conozcan el carácter Irauduleutc de la primera enajenación
(ello sería contrario al artículo 1.294 en relación con el 1.298) sino que sean
cómplices de un nuevo fraude.
-48 -
(66) Cfr. VALLET. cit., pág. 440; también MELON INFANTE, ob. cít., pá-
ginas 128 y siguientes.
(67) Por eso DO parece exacto que VALLET diga que el precepto "solo
prevé el supuesto de que la reivindicación resulte imposible; sea por no poder
hallarse la cosa, por haberla destruido el tercero, o por otro motivo".
(68) VALLET, cit., pág. 440, aduce de contrario: "Un atento examen del
artículo 1.765 confirma cuanto decimos: En efecto, ¿cómo puede ser válida
la enajenación hecha por un incapaz?; y siendo ineficaz, ¿cómo puede ser.
posible que el propietario depositante pierda la acción reivindicatoria?". la
alegación no parece decisiva. A mi juicio, VALLET olvida: 1.0 Que la enaje-
nación realizada por incapaz no es nula, sino anulable, y por tanto, y mientras
no se ejercite la pertinente acción que solo puede ser entablada por el propio
incapaz o su representante legal, el negocio es, por de pronto, eficaz. 2.0 Que
cabe la confirmación expresa o tácita (procedente también del incapacitado,
una vez que haya desaparecido la incapacidad, o del representante legal) y
que, en tal caso, la eficacia de la enajenación es definitiva.
69) Para MELÓN INFANTE (ob. cit., págs. 129 y sigs.) el hecho de que
el artículo 1.765 se refiera a la acción reivindicatoria -y de aquí que, en
- 49-
adquirente (73).
6) Por último, es menester que dediquemos alguna atención
al artículo 1.962, y al complejo régimen de reenvíos o remisiones
que dimana del mismo. Dice el artículo: "Las accíones reales sobre
bienes muebles prescriben a los seis años de perdida la posesión,
salvo que el poseedor haya ganado por menos tiempo el dominio
conforme al artículo 1.955 y excepto los casos de extravío o venta
pública, y los de hurto o robo, en que se estará a lo dispuesto por
el párrafo tercero del mismo artículo citado" (es decir el 1.955, que
a su vez se remite, ya veremos como, al 464). Según he indicado
anteriormente, las palabras "hurto" o "robo" que lucen en el artículo
transcrito se han entendido como una especie de interpretación autén-
tica de lo que, a tenor del artículo 464, deba entenderse por "priva-
ción ilegal" (74).
A mi modo de ver, el artículo 1.962 no sólo no prueba lo que
se pretende que pruebe, sino que, además, es un precepto difícil-
mente inteligible al menos tal como está redactado. En efecto, el
artículo 1.962 consta de una regla general y de dos excepciones. La
regla general concierne a la prescripción extintiva de las acciones
reales sobre bienes muebles y se señala un plazo, el de seis años,
a contar de que la posesión se perdió. Tampoco ofrece mayor difi-
cultad la primera excepción. Si el poseedor ha ganado "por menos
término el dominio", conforme al artículo 1.955, es decir cum-
pliendo los requisitos del primer párrafo de ese precepto (usucapion
ordinaria), la acción reivindicatoria, a pesar de que todavía no haya
transcurrido el plazo para que se extinga por prescripción, no podrá
ejercitarse, porque el demandado se ha convertido en dueño.
Por el contrario, la segunda excepción carece de sentido. Se
refiere la misma a los casos de extravío y venta pública, hurto o
robo, en los que se estará, a Jo dispuesto por el artículo 464, ya que
a él reenvía el párrafo 3.° del 1.962, objeto de la primera remisión
a) Planteamiento.
(87) HERNÁNDEZ GIL estima preferible que la opinión que suele llamarse
germanista sea catalogada, "sin matices étnicos, como simplemente progresista".
Cfr. Nuevas perspectivas..., cít., pág. 28.
(88) Incluidos aquellos autores que, como VALLET, dedican especial atención
a la equivalencia entre posesión y título. VALLET, en efecto, antes de detenerse
en el estudio de este importante particular, se ha esforzado en demostrar que la
privación ilegal cubre, desde luego, las diversas variantes del abuso de con-
fianza.
Por su parte, HERNÁNDEZ GIL no obstante afirmar que la imposibilidad de
reivindicar, cuando no haya habido pérdida o privación ilegal, "no funciona
como mero argumento a contrario" sino que es ante todo, el resultado de
que "la posesión de los bienes muebles adquirida de buena fe equivale al
título", también justifica el sentido que debe darse al primer enunciado del
artículo 464 en función del segundo. Así lo prueban los conceptos transcritos
en la nota 85. Además, HERNÁNDEZ GIL no estudia en profundidad el sin-
tagma "la posesión... equivale al título". (Cfr. Nuevas perspectivas, cit., pá-
~nas 28/29 y 31/32~
(89) Esto no quiere decir, naturalmente, que al tiempo de interpretar la
- 60-
precisos para ser eficaz, la usucapión sobraría, pues por obra del título se
habría adquirido la propiedad. Sin duda, y así se desprende del artículo 1.950,
el vicio que purga la usucapión es el que consiste en el defecto de titularidad
del transmitente.
Pero si el título tiene otros defectos, intrínsecos al acto mismo, y que
determinan su nulidad o anulabilidad, ¿puede servir de base a la usucapión?
La doctrina y la jurisprudencia (cfr. por ejemplo, las Sentencias de 30 de
marzo de 1943 y de 3 de febrero de 1961) responden, por lo general, negati-
vamente. Con base en el artículo 433, que atribuye al término "vicio" (en
relación con la buena fe del poseedor) una dimensión mucho más amplia que
la resultante del artículo 1.950, se concluye que los títulos nulos no pueden
servir de base a la usucapión ordinaria. El único defecto subsanable por dicha
vía consiste en la falta de titularidad del transmitente. Acerca de los títulos
anulables parece razonable la postura de DÍEZ PICAZO, inspirada en ALBALADEJO:
La usucapión no impedirá al titular de la acción de anulabilídad entablar la
misma -en tanto no haya caducado, claro está, pero frente a la acción de
un tercero, reivindicante, el título anulable (siempre que no se haya ejercitado
por quien pueda hacerlo la acción de anulabilidad) es alegable como funda-
mento de la usucapión ordinaria. (Cfr. DÍEZ PICAZO, oh. cit., pág. 625).
Pienso que estas ideas pueden ser aprovechables en trance de interpretar
el alcance de la equivalencia entre posesión y título. La proposición primera
viene a establecer una presunción {en mi opinión, como luego se verá, "iuris
et de íure") 'en favor del poseedor de buena fe, en el sentido de que éste, al
adquirir la posesión, ha adquirido la propiedad aunque el transferente no sea
dueño, pero' no extiende esa presunción a la hipótesis de que el negocio tras-
latívo sea nulo por otros motivos. Insistiré después sobre esta cuestión.
(92) Incluidos quienes, como VALLET, hacen especial hincapié en el valor
especial que debe atribuirse al término equivalencia.
- 62-
(93) Quiero aclarar que los tres niveles de eficacia que, a mi juicio, puede
alcanzar la presunción de título DO se corresponden necesariamente con una
pretendida clasificación de las opiniones doctrinales que se registran sobre
el tema. Empero, no es imposible, con mayor o menor dificultad, encasillar
aquellas opiniones dentro de alguna de las tres variantes de la presunción que
se señalan en el texto.
- 63-
tario de la norma, según antes se vió. Salvo que se esté en alguno de los
supuestos previstos en la proposición segunda o el poseedor actual no cumpla
los requisitos necesarios para acogerse a la protección que le dispensa la pro-
posición primera del artículo 464-1, correspondiendo, en ambos casos, la carga
de la prueba al actor, oor aplicación de los principios generales en esta ma-
teria y del propio artículo 464~ 1 (proposición segunda). Insistiré luego sobre
estos particulares.
-70 -
sivamente del artículo 448. Dice este artículo que "el poseedor en
concepto de dueño tiene a su favor la presunción de que posee con
justo título y no se le puede obligar a exhibirlo". Como se ha puesto
de relieve recientemente (103), la doctrina, al tiempo de interpretar
el artículo 448, no es unánime en cuanto al sentido que en ese
precepto tiene la palabra "título". El título del artículo 448 podría
ser el documento en que consta el negocio adquisitivo que justifi-
caría la posesión. Se ha tratado de evitar _e ha dicho con frase
gráfica (104)- que el propietario tenga que ir contínuamente con
los "títulos" bajo el brazo para exhibirlos cada vez que cualquiera,
con razén o sin ella, entable un pleito o formule una reclamación.
El artículo 448 sería, pues, "una regla de facilitación del tráfico".
Sin embargo, y aunque efectivamente el precepto sirva a esta fina-
lidad, cabe también atribuirle "una consecuencia de la protección
que merece la apariencia jurídica: mientras no se demuestre lo
contrario se considera que apariencia y realidad coinciden" (105).
La presunción de título del artículo 448, vendría a significar pre-
sunción de propiedad en favor del poseedor. Y esta presunción
podría ser suficiente para dar por probado el dominio, si el deman-
dante puede demostrar su posesión en tal concepto, ntientras el
demandado no alegue y pruebe lo contrario.
Esta tesis, que no tendría que limitarse tan solo a la reivindica-
ción de los bienes muebles, luce con bastante claridad en la impor-
tante Sentencia de 12 de diciembre de 1966 (106), que si bien se
(111) Es de tener en cuenta que dicha Sentencia dió por probado -lo
había estimado así la Sala de instancia- que "al ser entregado el cuadro liti-
gioso al aludido señor o" con la finalidad o encargo de que lo restaurase,
este señor no pasó a ser poseedor de dicho cuadro en nombre propio. ni la
familia del señor O" (el político retratado) perdió la posesión mediata de él".
(112) La cuestión hay que relacionarla con lo establecido por el artículo
460·4. Según este artículo la posesión se pierde "por la posesión de otro,
aun contra la voluntad del antiguo poseedor, si la nueva posesión hubiese
durado más de un año". Consecuentemente, si el antiguo poseedor ha perdido
la posesión conforme a este artículo, parece evidente, como antes se indicó, que
el ex-poseedor no podrá pretender que su dominio se tenga por probado en
virtud de la presunción del artículo 448, que favorecerá únicamente al poseedor
actual. Por tanto, el demandante, si quiere reivindicar, tendrá que probar su
título. Esto es muy claro si la reivindicación versa sobre un inmueble, pero
quizá no 10 sea tanto si lo reivindicado es una cosa mueble, pues. según el
-74
artículo 460-4, del que resulta que el poseedor anterior, no obstante haber
perdido el "corpus" posesorio, sigue siendo poseedor duranteu TI año, y, de
otra, porque no resulta posible negar la consideración de verdadero poseedor
a quien ha adquirido la posesión conforme al artículo 438 sin los vicios que
de acuerdo con el artículo 444 se opondrían a la adquisición posesoria. (Sobre
la posibilidad de que una posesión clandestina deje de serlo y se convierta en
posesión pública, a todos los efectos, cfr. DÍAZ PICAZO, cit., pág. 485).
¿De qué forma puede hacerse compatible la coexistencia de estas dos
posesiones? La primera, es decir, la llamada posesión incorporal del despojado
es, desde luego, posesión civil y se sigue ostentando en concepto de dueño.
El poseedor podrá utilizar los interdictos (en particular contra el otro poseedor)
y continuar, en su caso, la usucapión que hubiere iniciado. No parece, en
cambio, que pueda transmitir o proporcionar a persona distinta la posesión
en concepto de dueño (dada la incorporeidad de la suya y la concurrencia
de la nueva posesión) mientras no ejercite el interdicto y recupere el "corpus"
que perdió. La nueva posesión (corporal) surte los mismos efectos que cual-
quier otra (no se olvide que el artículo 4ÓO·4 llama posesión a la que coexiste
con la posesión antigua) tanto "ad interdicta" como "ad usucapionem". La
única nota que tipifica a esta nueva posesión -particularidad importante desde
luego- es su fragilidad. Hasta que no transcurra el año el poseedor actual está
expuesto a perder su posesión si el antiguo poseedor ejercita el interdicto.
(113) Esta es en síntesis, y como ya se dijo, la opinión de VALLET, con
antecedentes en MANRESA y posiblemente en VALVERDE. Es también el criterio
que apunta la Sentencia de 19 de junio de 1945.
(114) Se invocan también consideraciones históricas y razones de orden
teleológico. Respecto de las primeras poco o nada se agrega a lo que se ha
expuesto antes en este trabajo sobre el particular. Insisto, en que ni los prece-
dentes históricos ni los legislativos son decisivos. Tampoco los de orden teleo-
lógico, que en parte ya han sido refutados en el apartado 1, y sobre los que
volveré después. Consiguientemente, los argumentos a que me refiero en el
texto se basan en lo que el propio artículo dice.
-77-
(122) No se olvide que, para VAllET (ver cit. pág. 469), la presunción del
artículo 448 es también una presunción de dominio.
(123) No se objete que la utilidad de la proposición primera del artículo
464 se justifica en todo caso en tanto facilita al demandante la prueba de
su título 0, si se quiere, le exime de probarlo. A ello hay que oponer: 1.0 Que
la función inmediata del artículo 464 no es, como ya se ha dicho antes, favo-
recer al demandante, sino al demandado aunque, indirectamente, también pueda
beneficiar al primero. 2.0 Que dado que el demandante debe probar la pér-
dida o la privación ilegal, parece que dicha prueba debe ser de suyo suficiente
para que la presunción de título a su favor (ex artículo 448) prevalezca sobre la
del demandado, máximo cuanto que, según la tesis que impugno, la equivalencia
entre posesión y título (a favor del demandado) queda destruida por aquella
prueba.
Contrariamente, la equivalencia entre posesión y título, tal como yo la
entiendo, si explica que el demandante, una vez que haya probado que se está
en alguno de los casos en que no actua dicha equivalencia (a favor del de-
mandado), pueda fundarse en ella para Dular la presunción de título (ex artículo
448) que aún conserva el poseedor. Lógicamente, debe prevalecer la equiva-
lencia entre posesión y título a favor del demandante sobre la posición. más
débil ya, del demandado, a no ser que éste pruebe que tampoco se dan los
presupuestos para que entre en juego la equivalencia en beneficio del actor.
Por ejemplo, si fue este quien robó la cosa (aunque después haya sido víctima
de otro robo) o la adquirió de mala fe. Incluso, si a pesar de haber sido
probada la privación ilegal "sensu stricto", el demandado prueba que el actor
recuperó la cosa y después se la transmitió regularmente a él, también habrá
demostrado que la equivalencia entre posesión y título DO puede funcionar
en favor del demandante. Esa equivalencia se refiere, en principio, a la po-
- 82-
(125) Sobre la interpretación del articulo 1.953, ver supra nota 94.
La prueba de que el título en cuya virtud posee el demandado no es intrín-
secamente válido corresponde al demandante. En primer término, porque.
como se dice en el texto, la existencia del título ha de presumirse por cuanto
Ia buena fe se presume, de donde se sigue que el actor deberá demostrar (si
quiere destruir la equivalencia entre posesión y título porque falta el segundo
requisito (implícito) en que se apoya) en virtud de que título posee el demandado
y que dicho título es inválido. En segundo lugar, porque así resulta de las
peculiaridades de la reivindicación mobiliaria.
Estas peculiaridades. así como las diferencias entre la reivindicación mobi-
liaria y la inmobiliaria han sido explicadas tanto por VALLET (en su trabajo
tantas veces citado) como por MIQl1EL y pueden aceptarse en principio aunque
se estime {como es m; caso) que el artículo 464 obsta a la reivindicación salvo
en los casos de pérdida o privación ilegal (expresión que, para mí, ha de inter-
pretarse en sentido relativamente restringido).
La reivindicación inmobiliaria descansa en la prueba de los títulos. Quien
debe probar el suyo es el demandante, pero si Jo consigue, la presunción del
nrtfculo 448 (en la medida en que favorece al demandado) o simplemente la
posición privilegiada de que goza como simple poseedor, quedan destruídas.
Una vez que el actor ha probado su titulo, el demandado, si quiere defen-
derse, tendrá que oponer otro título distinto en el que pretenda fundar su
derecho y, si lo hace, será el reivindicante el que tendrá que impugnarlo o
destruirlo, para que la reivindicación pueda prosperar. Se comprende, además,
que "el reivindicante no tenga que aportar, además, de la prueba positiva de
su propio título, la negativa de que el demandado carece de cualquier posible
titulo que le permita poseer.
La reivindicación mobiliaria, por el contrario, se basa en la posesión. De-
- 84-
aunque sea dentro de ciertos límites, las adquisiciones "a non domino".
De lo contrario, es decir si se estima que el artículo 464 permite
la reivindicación en todo caso, no se comprende qué papel desem-
peña el requisito de la buena fe, expresamente exigido para que
sea aplicable la protección que, de alguna manera, quiere dispen-
sarse al poseedor.
En efecto, si la reivindicación ha de prosperar siempre, resulta
irrelevante la buena o mala fe del poseedor (126). Si el demandante
consigue probar la pérdida o la privación ilegal ("lato sensu") el
demandado perderá el pleito, no obstante su buena fe, y si aquella
prueba fracasa, lo ganará aunque, de hecho, posea de mala fe. Para
salir de este circulo vicioso se recurre al siguiente subterfugio (127).
La prueba de la mala fe es una tercera alternativa que se brinda
al reivindicante que no ha logrado probar que perdió la cosa o que
fue privado de ella ilegalmente. La equivalencia entre posesión y
título puede destruirse demostrando, optativamente, la pérdida, la
privación ilegal, o la mala fe del poseedor. La buena fe de éste (que
debe presumirse) solamente le sirve para quedar fuera del alcance
de la acción reivindicatoria cuando el actor no haya probado ni la
privación ilegal ni la pérdida.
A mi juicio, esta forma de explicar el artículo 464, y en parti-
cular la justificación del requisito de la buena fe merced a lo que
he calificado de "subterfugio" (dialéctico, se entiende) no es de
recibo. En primer lugar, y como veremos después, no parece posible
probar la mala fe del poseedor sin probar, al mismo tiempo, la pér-
dida (128) o la privación ilegal, si la mala fe ha de entenderse como
(126) Salvo que alegue la usucapión ordinaria. Pero como antes subrayé
la equivalencia entre posesión y título protege al poseedor (y así lo reconocen
quienes defienden la interpretación que estoy combatiendo) al margen de que
baya o no usucapión. Salvo, pues. que el poseedor base su defensa en la
usucapión ordinaria (y la usucapión es un tema que está fuera del artículo 464)
queda sin contestación esta pregunta: ¿por qué y para qué exige el artículo 464
la buena fe del poseedor?
(127) Como se ha señalado ya, la posibilidad de destruir la equivalencia
entre la posesión y el título, basándose exclusivamente en la mala fe del
poseedor, se adujo, seguramente por vez primera, por MANRBSA (Comentario!
al C6digo civil español, tomo IV, pág. 303, s.a edición).
(128) En caso de pérdida parece que sí cabe, a primera vista, probar la
- 86-
mala fe del poseedor aunque el actor DO demuestre que extravió la cosa. Por
ejemplo: Una señora olvida su bolso en una tienda. Los dependientes del esta-
blecimiento no advierten la distracción, pero se dan cuenta de que cierta per-
sona (que después será demandada) a quien pueden identificar, se llevó el objeto
perdido. La mala fe del ocupante es manifiesta, porque dadas las circunstancias
DO podía suponer, bajo ningún concepto, que el bolso había sido abandonado
por su propietaria. Sin embargo, tampoco es claro que la prueba de la mala fe
en este caso no comporte también la prueba de la pérdida y que esta prueba
(de acuerdo con lo que se dice en el texto) deje de ser necesaria. Si la señora
que olvidó su bolso acredita que tenía la posesión del mismo (requisito indis-
pensable en todo caso para que pueda reivindicarlo) y que lo poseía por aquel
entonces, debe estimarse probado el extravío de conformidad con lo que se
expresa más adelante. Entender que en ese ejemplo {o en casos análogos) la
pérdida está probada (aunque no se haya podido proporcionar una prueba más
concluyente) es importante, si el que se apoderó de la cosa perdida la trans-
mite a un tercero cuya buena fe no pueda ser puesta en tela de juicio.
-" 87-
(131) Cfr. VALLEf, ob. cit., págs. 482 y 483. De las frases transcritas (tam-
bién Jos subrayados son míos) se deduce que, para VALLET solo puede decirse
que el poseedor es de mala fe cuando efectivamente conoció, al adquirir la
cosa. que ésta pertenecía al demandante, y no a quien se la transmitió (caso de
ser derivativa su adquisición).
Naturalmente, determinar si debe exigirse o no, para que la buena fe del
poseedor pueda considerarse suficiente, un cierto grado de diligencia, consti-
tuye un problema que afecta a la interpretaci6n del artículo 464, abstracción
hecha de que se defienda una u otra tesis en orden a la reivindicabilidad o
irreivindicabilidad de las cosas muebles y, al propio tiempo, nos remite a una
cuestión, que en un plano mucho más general, ha preocupado hondamente a
la doctrina en tanto se ha enfrentado con la necesidad de fijar el papel
que la buena fe desempeña en el campo de las relaciones jurídicas, cues-
tión, esta última, que, planteada en esos amplios términos, no puede, obvia-
mente, ser abordada aquí. (Pueden consultarse con fruto, en la doctrina espa-
ñola, los trabajos de GÓMEZ ACEBO, además del ya citado, "La buena y la
mala fe en la teoría general del Derecho privado", también en la misma Re-
vista, 1952; págs. 102 y sigs., DiEZ PICAZO, "La doctrina de los propios actos",
1963, págs. 126 y sigs., así como la amplia exposición de ROCA SASTRE, al
comentar el artículo 34 de la Ley Hipotecaria. cfr. Derecho Hipotecario, cit.
tomo 1, págs. 687 y sigs.).
Respecto de la adquisición de derechos y en tanto la protección (mayor
o menor) que se dispensa al adquirente dependa de su buena fe, la discusión
(desde una vieja polémica mantenida por WXCHTER y BRUNS a propósito de la
usucapión) estriba en decidir si hay buena fe siempre que el adquirente ignore
que adquiere de un "non domino", siendo irrelevante que el error padecido sea
excusable o inexcusable, o si, contrariamente, la buena fe requiere un compor-
tamiento medianamente diligente por parte del que adquiere, de suerte que
no cabe estimar su buena fe cuando el error que ha padecido es inexcusable.
En sede hipotecaria, el problema se ha suscitado en trance de interpretar
el artículo 34 de la Ley. Las opiniones se encuentran divididas, si bien parece
predominar la tesis de que no es necesaria la excusabilidad del error. (Cfr. ROCA
SASTRE, cit. págs. 709 y sigs.). Respecto del artículo 464, Gómz ACEBO (en
su trabajo citado en primer término, ver Revista de Derecho Privado. 1952,
págs. 217/218) entiende que debe ser exigible "la. diligencia media". Es de
- 89-
(136) De ser así habría que concluir que la proposición primera del ar-
tículo 464·1 está mal redactada y es punto menos que ininteligible. Lo que,
obviamente, no puede presumirse.
' - 93-
-Por otra parte, el mismo DÍAZ PALOS para establecer la distinción entre
cosas confiadas y cosas sustraídas, tiene que apoyarse en una norma civil
(el prárrafo segundo del artículo 464. Cfr. Dfxz PALOS, oh. cít., pág. 142),
Además, la interpretación "penalista" del artículo 464 puede conducir a un
resultado contrario del que pretende DÍAZ PALOS (partidario de la tesis germa-
nista) pues como señalé en otra ocasión (cfr. "La mujer casada y el Derecho
de sociedades", cit. pág. 32), el Código penal de 1870, vigente cuando entró
en vigor el Código civil, incluía, a diferencia del actual, dentro del delito
de estafa el de apropiación indebida (que es la contrafigura penal del abuso
de confianza). Claro que, para nfAZ PALOS, esto no constituiría un obstáculo
pues en su opinión -de la que discrepo- las cosas estafadas son cosas
confiadas.
(140) Ver al respecto los pareceres de SANZ que incluye la estafa dentro
de la privación ilegal y de DíAZ PALOS que, como se ha dicho, la excluye.
(Cfr. SANZ, La prenda sin desplazamiento, cit. pág. 149 Y DfAZ PALOS, ob. cit.
páginas 162/163).
(141) Vid. en este sentido PÉREZ GONZÁLEZ y ALGUER, cit., pág. 78.
GARRIGUES, Curso cit., pág. 168, DÍAz PALOS, cit., pág. 142, Y HERNÁNDEZ Gn.,
Nuevas perspectivas, cit., pág. 33.
-96 -
del artículo 464, entre las cosas de que el propietario ha sido privado
ilegalmente y las cosas sustraídas, y que esta equívalencia justifica
la ínterpretación restrictiva que con tanto afán persigue la tesís
germanista. Y hay que convenir, en efecto, que esta apreciación
tiene fundamento. La palabra substracción, sobre todo en el con-
texto del artículo 464, sugiere el acto por el cual una persona se
apodera, violenta, clandestinamente, o incluso con engaño, de una
cosa que pertenece a otro, pero no parece que quiera aludir a la
hipótesis de abuso de confianza, ya que en éste se da por supuesto
que la cosa ha sido entregada voluntariamente por el propietario.
Pero tampoco esta especie de interpretación auténtica de lo que
quiere decir privación ilegal se ha visto libre de reparos. Argumen-
tando con las diversas acepciones de la palabra sustracción o subs-
tracción, según el Diccionario de la Real Academia española, se ha
contrapuesto la que figura en segundo término ("Hurtar, robar frau-
dulentamente") a la que encabeza la voz o artículo correspondiente
("Apartar, separar o extraer") para concluir que esta acepción, más
amplia, es también válida cuando se trata de averiguar el significado
de "cosa sustraída". "No hay duda, pues -se dice- de que si el
depositario, o el comodatario, o el administrador, enajenan la cosa
mueble depositada, prestada o administrada, la apartan, extraen o
separan de su relación con eldueño de la misma, es decir la sustraen
a su dependencia". Para confirmar esta interpretación se traen a
colación el articulo 1.922-7, párrafo 2.° del artículo 1.922 y su
inmediato precedente, el artículo 1.926, número 6 del Proyecto
de 1851 (142).
Con todos mis respetos para quienes así opinen, los conceptos
que quieren expresar los términos "apartar", "separar" o "extraer",
en tanto se proponen definir lingüísticamente una de las acepciones
de la voz "substracción", tienen, a mi juicio, muy poco o nada que
ver, con la discutida privación ilegal; aluden a simples operaciones
de carácter material o manual sin ninguna connotación jurídica espe-
cial. Cuando el párrafo segundo del artículo 1.927-7 se refiere a los
bienes muebles que "hubieren sido sustraídos", está pensando en el
caso de que el arrendatario (dueño de tales muebles) los haya saca-
do (143) de la finca arrendada para entregarlos a un tercero, pero
con la única finalidad de ocultarlos, y no para venderlos o transfe-
rirlos. El arrendatario ha llevado a cabo un acto puramente material
(aunque con la finalidad de defraudar el derecho del arrendador) y
no un acto jurídico, como el que en cambio se cumple en el caso
de abuso de confianza (144). No se ve, pues, por parte aiguna, la
semejanza entre la sustracción del artícuio 1.927-2 y la del artículo 464,
en particular si lo que se pretende es encajar en la del segundo el
supuesto de apropiación indebida (145).
embargo, el hecho posesorio a los que, aún siendo personajes (como el del
arrendatario, y dando por supuesto, claro es, que el arrendatario sea solamente
titular de un derecho de crédito) implican contacto con una cosa corporal.
Cfr. VALLET, La concurrencia de posesiones, cito pág. 111, Y HERNÁNDEZ GIL,
Las cosas y los derechos ... cit. págs. 16 y sigs. Sin embargo, yo no veo claro
que refiriendo el concepto de posesión antes al derecho que a la cosa no
quepa extender la "quasi possessio" a otros derechos siempre que sean sus-
ceptibles de un ejercicio continuado y aparente. Merece recordarse la Sen-
rencía que dictó el Juzgado del Distrito de la Latina de Madrid, el 9 de enero
de 1932, dando lugar a un interdicto para reponer al demandante en la po-
sesión de su estado de socio de Un casino.
-104-
de buena fe con los del propietario o con los del titular de otro
derecho real (164), aunque no se trate del derecho de propiedad.
Todavía conviene, antes de seguir adelante por este camino, hacer
una puntualización importante. Los derechos reales (y las acciones
de esta naturaleza (165)), se caracterizan (amén de otras particu-
laridades) por estar dotados de lo que se llama "reipersecutoriedad".
Es decir, dado que siguen a la cosa pueden hacerse valer aunque
"'-U510n frente a tercero, ver supra Il, C. n,c 4. La mala fe, como entonces
ne vió, debe ser valorada con otros criterios.
(167) La inscripción, según los casos, puede tener carácter necesario o
exigirse únicamente como requisito para que el derecho sea oponible a terceros.
(168) Acaso se objete que la creación de estos registros tiene por fin,
exclusivamente, proteger parcialmente la seguridad del tráfico precisamente
porque el Derecho positivo no asigna este cometido a la posesión. Se habría
pretendido, tan solo, proteger al adquirente en los casos más graves y extremos,
adoptándose para los bienes muebles, aunque con ese alcance limitado, el
mismo sistema de publicidad que para los inmuebles.
Contra esta posible objeción -a mi juicio carente de fundamento- habrá
que alegar, en primer término, que es completamente ilógico dispensar a los
adquirentes un trato discriminatorio, protegiéndoles en unos supuestos y en
otros no. Si el legislador quiere efectivamente tutelar la seguridad del tráfico
mobiliario no tiene justificación que lo haga a medias, de modo que los ter-
ceros queden a cubierto frente a ciertas acciones reales y desamparados ante
las restantes. Porque tan difícil puede resultar saber si el poseedor es efec-
tivamente dueño de la cosa que posee, como averiguar si la misma está o
no hipotecada.
Para no incurrir en esta inadmisible incoherencia es menester, como ya se
ha dicho en el texto, pronunciarse, de modo general, a favor de una de las
-113-
dos posibles opciones: proteger la seguridad del táfico y, por tanto, a los
adquirentes de buena fe, o defender los intereses del propietario y de los
demás titulares de derechos reales sobre la cosa. Si se decide proteger la segu-
ridad del tráfico no hay otro remedio que hacer efectivo el principio de publi-
cidad por medio de la posesión, pues la contratación sobre muebles (salvo
excepciones muy calificadas y concretas) no se puede canalizar registralmente,
al revés de lo que acontece con los inmuebles. Las razones de que ello sea
así son sobradamente conocidas. Las más importantes se mencionan más
adelante.
Por otra parte, la aptitud de la posesión para funcionar como instrumento
de legitimación es muy distinta según se trate de bienes muebles o de bienes
inmuebles. La posesión (material) de una cosa mueble coincide, en un eleva-
dísimo número de casos, con la posesión civil (vid. supra nota 151) y, también
lo normal eS que los derechos reales mobiliarios, empezando por el dominio,
se exterioricen mediante la posesión material de la cosa que constituye su
objeto. No acontece ciertamente lo mismo cuando se trata de bienes inmuebles.
Por eso es perfectamente admisible que la presunción de dominio que la
posesión (en concepto de dueño) comporta legitime al poseedor de un bien
mueble para disponer de él eficazmente, lo que sería excesivo, a todas luces,
referido a la posesión de bienes inmuebles.
Todo lo dicho permite, según creo, sentar la siguiente conclusión: los
registros mobiliarios (en los que solo se inscriben ciertas garantías reales o
reservas de derechos, y cuyo único efecto es condicionar la existencia misma
del gravamen o reserva, o su oponibilidad a terceros) presuponen que el legis-
Iador se ha inclinado por proteger, de modo general, la seguridad del tráfico
mobiliario y, por tanto, al adquirente de buena fe, pues, de otra suerte, se
incurriría en el contrasentido que he denunciado al principio de esta nota.
Consecuentemente, la única función que puede predicarse de los registros mo-
biliarios consiste en hacer compatible, dentro de lo posible, la tutela del adqui-
rente de buena fe con la existencia de garantías mobiliarias de carácter real
que no impliquen desplazamiento posesorio. La finalidad, pues, de dichos
registros es, como se dice en el texto, neutralizar los efectos de la publicidad
posesoria mediante la inscripción del derecho cuya eficacia "erga orones" se
quiere asegurar. Pero esta solución intermedia ha de manejarse con sumo
tacto -como después se comprobará- porque solo dentro de márgenes muy
reducidos es dable, sino se quiere perturbar gravemente él funcionamiento
normal del tráfico mobiliario, superponer la publicidad registral a la que
se funda en la posesión.
-114-
(171) Como dice d'ORS (Derecho privado romano. Pamplona, 1968, pá~
gina 390) "para la Jurisprudencia romana, el "pignus" es un tipo único de
garantía real aunque la entrega posesoria pueda ser de efecto inmediato o dife-
rido". De aquí, pues, el conocido aforismo "ínter plgnus autem hypothecam
tantum nominis sonus differt", Sin embargo, es evidente que la posibilidad de
articular un tipo de garantía real en que el deudor puede conservar en su
poder el objeto pignorado di6 lugar, de hecho, a la división del instituto en
dos figuras autónomas, aunque' formalmente apareciesen refundidas en una sola.
(172) Cfr. d'ORS, ob. cit., pág. 396.
-116-
(174) VALLET estima que si la cosa pignorada vuelve a manos del deudor
y éste la enajena, el acreedor DO podrá hacer valer sus derechos frente al ad-
quirente y tampoco su preferencia respecto de otros acreedores. Funda esta
conclusión en el artículo 1.922-2 del Código civil, a tenor del cual la prefe-
rencia de los créditos pignoraticios está supeditada a que "la prenda se halle
en poder del acreedor". Corrobora su punto de vista que el artículo 1.869-2.°
permita al acreedor "ejercitar las acciones que competan al dueño de la cosa
pignorada para reclamarla o defenderla contra tercero". (Cfr. Estudios sobre
garantías reales, cit., págs. 267 y 536).
Podría tal vez objetarse que si la cosa mueble vuelve a poder del pignc-
rante 10 que sucede es que la prenda se extingue. Así lo dispone, por ejemplo.
el parágrafo 1.253 del BGB. El artículo 1.191 de nuestro Código nos llevará
a idéntica solución en la mayor parte de los casos. No obstante, como el
citado precepto solo establece una presunción, en algunos casos concretos puede
tener virtualidad práctica la opinión de VALLET.
Por mi parte. nada tengo que oponer a esta tesis, que solo se justifica.
como el propio VALLET reconoce (vid. pág. 267), en virtud de la función legi-
timadora de la posesión.
(175) Sobre la crítica de este planteamiento, actualmente en crisis, cfr.
Dísz PICAZO. Fundamentos, cit., págs. 142 y sígs.
-118-
(178) En el caso, claro es, de que exista esa unión conexión física, que
falta en muchos casos.
(179) Ver la crítica de la Ley de 1941 en el trabajo de SANZ, ya citado.
"La prenda sin desplazamiento".
(180) Como dice SANZ (cit.. pág. 164), aunque el artículo 1.864 bis parecía
indicar algún criterio restrictivo, el último párrafo del precepto tenia carácter
-120-
zara a cubrirlo (183). ¿Cuáles pudieron ser las razones que impulsaron
al legislador -y esto es lo que únicamente nos puede importar
ahora- a patrocinar una solución tan ambigua como poco satisfac-
toria prácticamente? Sin duda, la falta de convicción acerca de que
la publicidad registral pudiera prevalecer sobre la publicidad pose-
soria inherente a la posesión retenida por el deudor o pignorante,
pues sólo así es posible explicar el escrúpulo del legislador, al dis-
poner que del precio satisfecho por el rematante debía resarcirse
previamente, el comprador de buena fe. La Ley de 1941 venía, por
consiguiente, a reconocer implícitamente la función legitimadora de
la posesión en el tráfico mobiliario y ni siquiera se atrevió a anularla
totalmente recurriendo al expediente de la inscripción.
La legislación vigente adopta un planteamiento mucho más claro
y racional, aunque tampoco sus soluciones resulten completamente
claras y satisfactorias. La Ley separa, según ya se ha recordado,
la hipoteca mobiliaria de la prenda sin desplazamiento. La hipoteca
mobiliaria es una verdadera hipoteca y afecta o perjudica a los
terceros adquirentes en la misma medida que una hipoteca inmobi-
liaria. Así se desprende, con toda evidencia, del artículo 16 de la
Ley según el cual "la hipoteca mobiliaria sujeta directa e inmedia-
tamente, los bienes sobre los que se impone, cualquiera que sea su
poseedor, al cumplimiento de la obligación para cuya seguridad fue
constituída". Ahora bien, es importante, para comprender el sistema
de la Ley y puntualizar exactamente su significado, tener en cuenta
estas dos circunstancias. En primer término, el objeto posible de la
(183) SANZ (cfr. oh. ctr.• págs. 169/170) entendió que el artículo 1.872
bis estaba en abierta y violenta contradicción con el 464 y que debía prevalecer
éste sobre aquel, con lo cual el primero pasaba a ser una norma inoperante.
A mi juicio, esta opinión era insostenible. No es ya oportuno (puesto que el
artículo 1.872 bis ha sido derogado) detenerse a refutar con detenimiento los
argumentos de SANZ. Sin embargo, hay algo que me parece incuestionable. Aún
dando por sentado que el artículo 464 deba interpretarse -como estoy tratando
de demostrar en este trabajo-- de acuerdo con la llamada tesis germanista,
esto DO obsta, obviamente, a que una norma especial pueda establecer una
excepción (o una matización) a la regla general que se supone implícita en
aquel artículo. Cosa distinta es que la excepción (o la matizaci6n) carezcan
de justificación suficiente, pero claro está que ello no autoriza a prescindir de
la misma.
-122-
(188) Así acontece, por ejemplo, con las mercaderías y materias almace-
nadas a que se refiere el artículo 53-2.º de la Ley y con los animales, sus
crías y productos, mencionados, en términos excesivamente genéricos, por el
artículo 52-3. Se incide, pues, aunque en menor medida, en el mismo defecto
en que incurría la Ley de 1941.
(189) En el Anteproyecto que preparó una Comisión de trabajo nombrada
por el Ministerio de Justicia el problema se abordaba y resolvía expresamente,
pero, como señala VALLET, la Comisión General de Codificación eliminó los
preceptos del Anteproyecto que se referían al tema y la omisión perduró (al
parecer conscientemente) en el Proyecto que se remitió a las Cortes. (Para
más detalles sobre los antecedentes de la Ley en este particular, cfr. VALLBT,
Estudios sobre garantías reales, cit., págs. 519 y sigs.).
(190) . Esta es, como sabemos, la opini6n de VALLET. Cfr. supra, nota 174.
(191) Cfr. en particular, los artículos 59, 60 y 63. El primero dispone que
el dueño de los bienes hipotecados tendrá, a todos los efectos legales, la con-
-124-
tario -dice BALDO (ob. cít., pág. 197)- a un acreedor que en caso de quiebra
del deudor no tiene un derecho de separación "ex Iure domini"? Se puede
contestar que la Ley otorga efectivamente al acreedor el derecho a separar
la cosa vendida de la masa de la quiebra (lo que solo tiene sentido si se
ha pactado la reserva de dominio) Y. en consecuencia, es lícito entender que
la aportación a la masa del "sobrante del precio obtenido en la subasta" sólo
es obligatoria cuando el vendedor prefiera ejecutar en lugar de quedarse
COn la cosa, previa la devolución a la masa de lo que proceda de acuerdo
con el artículo 11. Esta interpretaci6n es la más coherente con la naturaleza del
pacto y con el derecho del vendedor a interponer (fuera del procedimiento con-
cursal) una tercería de dominio. derecho congruente con la naturaleza del pacto
y que la jurisprudencia le ha reconocido reiteradamente. Si se supone que la
reserva de dominio consiste en un derecho real de garantía, el precepto sobra
una vez establecida la preferencia. Esta es la opinión de Bsncovrrz (oh. etc,
pág. 256), más no parece que hermeneútlcamente deba prevalecer una inter-
pretación que hace del precepto interpretado una norma inútil. En último
término y aunque se estime que el acreedor está obligado a ejecutar (separa-
damente), se trataría de una norma especial para el caso de quiebra. El
legislador puede haber considerado más justo, vista la insolvencia declarada
del comprador. que el vendedor no pueda hacer valer la reserva de dominio
en caso de quiebra (o concurso), decretando, para esta hipótesis, que la cosa
vendida se subaste, con el fin de que, si queda un sobrante, el remanente
ingrese en la masa (Vid. supra Dota 209),
-138-
(216) MIQUEL indica que s610 se cita, al respecto, una antigua Sentencia
de 1 de diciembre de 1909.
(217) Aunque la Sentencia de 10 de junio de 1958 resolvió sobre Ia
admisibilidad de una tercería, en su último considerando desliza la afirmación
de que el pacto de reserva de dominio no "priva al verdadero dueño de
reivindicarla" .
-l::l':l-
(222) Cfr. BALDO, ob. últimamente clt., pág. 278~ quien estima aplicable
el artículo 464, interpretado de acuerdo con la tesis germanista, y BERCOVITZ
(clt., págs. 275 Y sigs.), ya que para él el pacto no inscrito carece de efectos
reales.
-142-
F) EL FACTOR TELEOLÓGICO.
(229) No es del caso. claro está, hacer aquí la crítica de este modelo
de sociedad, ni de exponer las ventajas e inconvenientes de nuestra moderna
sociedad de COnsumo.
(230) Las frases transcritas han sido tomadas del trabajo de MIQUEL.
(231) Sacrificio en todo caso relativo pues su derecho a ser indemnizado
por quien abusó de su confianza es, por supuesto, indiscutible. El riesgo estriba
en que la indemnización no pueda hacerse efectiva si el mediador posesorio
es insolvente, y en la pérdida. en su caso, del valor de afección.
-147-
(244) Cfr. Sobre el ámbito de aplicación del artículo 543-3 del Código
de comercio, mi trabajo cit., "La mujer casada y el Derecho de sociedades",
págs. 24 y sigs. También, por lo que atañe a las acciones al portador y a la
aplicación del artículo 464 del Código civil a su adquisición, mis Estudios de
derecho mercantil, 2.a edición, Madrid, 1977, J, págs. 457 y sigs. Pueden
verse allí las graves consecuencias que en la vida de las sociedades anónimas
puede aparejar que no se reconozca el valor legitimador de la posesión, cuando
las acciones de la sociedad han sido emitidas al portador.
(245) El propio VALLET acepta que la protección dimanante de los ar-
tículos 85 y 545 del Código de comercio pueda no ser bastante. "Si se juzga
-nOs dice- que no es suficientemente amplia la extensión de! ámbito de
aplicación de los artículos 85 y 545 del Código de comercio, el problema
debe resolverse en el campo del Derecho mercantil, sin que haya por qué
generalizarlo en el artículo 464 del Código civil, de mayor ámbito y que
sale fuera del terreno del comercio propiamente dicho, pues abarca toda
reivindicación mobiliaria no resida por normas específicas". Cfr. La reivin-
dicací6n mobíííaria cit., pág. 474. A 10 que ocurre preguntar por qué ha de
esperarse a que el Derecho mercantil se reforme -sobre todo cuando no
está cIaro si debe conservar su autonomía- para dar solución a problemas
que pueden encontrarla merced al artículo 464.
Por lo demás, si lo que caracteriza al tráfico mercantil es la realización
de actos en masa, la normativa especial de este tipo de actos debe orientarse,
en la medida en que se trata de proteger al consumidor, en otro sentido (con-
diciones generales de Jos contratos, defensa de la competencia, etc.) pero no
reclama un especial tratamiento de las adquisiciones "a non domino" que se
justifica solamente en los casos y por las razones que se aducen en el texto.
-153-
la cosa para que, siempre y en todo caso, se estime que tales datos
permiten presumir razonablemente que el detentador es efectivamente
propietario. Pueden darse toda una serie de circunstancias que priven
a la tenencia de su valor indiciario de una propiedad presunta. Por
ejemplo, la cosa se encuentra en poder de una persona o entidad
de las que habitualmente se dedican a la custodia, reparación o
transporte de bienes ajenos. Es obvio que en esas hipótesis (o en
otras más o menos similares que pueden presentarse) la situación de
hecho no apunta hacia el detentador como propietario probable.
Aunque el adquirente crea que el tenedor es dueño de la cosa que
pretende transmitirle, sería esta una creencia carente de fundamento
y, por tanto, sin virtualidad suficiente para sancionar una adquisición
"a non domino".
La buena fe del adquirente -y así enlazamos con el segundo
requisito indispensable para que la confianza en la apariencia jurídica
pueda suplir la falta de titularidad en el disponente-exige un grado
mínimo de diligencia por su parte (266). Será necesario que habida
cuenta de las circunstancias del supuesto concreto de que se trate
la posesión del "tradens" aparezca claramente configurada como
posesión en concepto de dueño, 0, para decirlo de otra manera,
que no existan motivos de sospecha que induzcan a dudar sobre la
titularidad del poseedor que se presenta como propietario. Si tales
motivos (objetivamente apreciados) existen el adquirente deberá infor-
marse previamente en la medida necesaria para disipar las dudas
derivadas de una situación posesoria equívoca (267). Precisamente
que obra con negligencia crasa el que adquiere un vehículo sin la presentación
del permiso de circulación.
Este criterio prudente es encomiable aunque, tal vez, peque por exceso
en algunos supuestos. En términos generales, si el adquirente ignora quien
es el verdadero dueño y no existen indicios contrarios a la apariencia posesoria
debe reputarse cumplido el requisito de la buena fe: de 10 contrario la
protección que quiere dispensarse el adquirente podría resultar prácticamente
inoperante. Cuando se trate de bienes para los que existe una documentación
oficial, aunque sea administrativa (caso, por ejemplo, de los automóviles) el
adquirente debe exigir, desde luego, que se le exhiba.
(268) Cfr. MENGONI, cit., págs. 102 y 103, que se 'adhiere a esta doctrina.
-165-
También MIQUEL quien piensa que podría adaptarse a nuestro Derecho puesto
que la jurisprudencia ha reiterado la vigencia del principio de que nadie puede
ir contra sus propios actos. Hoy, además, estima MIQUEL, "la nueva redacción
del título preliminar, el artículo 7 concretamente, da suficiente base positiva
para aplicar este principio a las adquisiciones "a non domino", en el sentido
de que quien no puede ejercitar su derecho sino contra la buena fe (por su
conducta anterior) debe reputarse que lo ha perdido".
(269) En virtud de estas consideraciones pierde valor la objeción de
.que la apariencia posesoria, en tanto constituye la base de la protección al
tercero, se da, o puede darse igualmente, aunque se trate de cosas extraviadas
robadas o hurtadas. y sin embargo, la reivindicación se admite en tales casos,
según la doctrina que contrapone la pérdida voluntaria de la posesión a la
involuntaria. (Cfr. en este sentido Diez PICAZO, Lecciones de Derecho civil,
Valencia, 1968, IIJ, págs. 156~157 y VALLET, La reivindicación ... cit., pág. 473).
(270) Salvo los supuestos en que el interés general reclame que el derecho
del propietario sea sacrificado aunque haya sido privado de la posesión sin
su voluntad. Cfr. supra.
-166-
(275) Lo mismo hay que sostener si la privación ilegal (robo, hurto, etc.)
se consuma encontrándose la cosa en poder del mediador posesorio. Vid.
supra 10 dicho al perfilar el concepto de "privación ilegal".
WOLFF (ob. cít., pág. 406) también considera posible la reivindicación si
la cosa se le extravía (en el Derecho alemán el término "extravío" comprende
todos los supuestos de pérdida involuntaria de la posesión) a un poseedor
inmediato que posee en concepto de dueño (y que, por tanto, no es mediador
de una posesión superior del propietario) cuando no le alcance la protección
del articulo 934 del BGB. Por ejemplo, el 'adquirente que recibió la cosa del
propietario en virtud de una transmisión nula, la pierde después de impugnado
el negocio traslativo, pero antes de devolverla, o si la cosa le es robada a
quien adquirió de mala fe de un depositario. Entiendo que estas soluciones
son defendibles en el derecho español habida cuenta de las razones que se
aducen en el texto.
(276) Vid. supra, lo dicho al demostrar que la privación ilegal se refiere
solamente a la posesión material.
(277) Lo mismo ha de sostenerse cuando se trate de privación ilegal.
(278) Vid. supra nola 252.
-171-
(279) Cfr. supra nota 128. La reivindicación debe prevalecer salvo que
el hallador haya cumplido lo ordenado por el artículo 651 y se esté en el
caso previsto por el párrafo 4.Q de dicho precepto.
Respecto del tesoro oculto descubierto en propiedad ajena habrá que
atenerse a lo dispuesto por el artículo 351.
(280) Cfr. DÍEz DEL CORRAL (cit., pág. 292), si bien para él la privación
ilegal comprende también la que tiene por objeto la posesión civil. Igualmente
SANZ (cit., págs. 149 y 150), aunque este autor, cree, como yo, que sólo hay
privación ilegal (en el sentido del artículo 464) cuando el despeje se refiere
a la tenencia.
(281) Cuando SANZ (oh. cit., pág. 150) alude al dolo civil probablemente
pensó en el caso de que el propietario haya entregado la cosa en virtud de
-172-
(287) El ejemplo está tornado de MENGONI (ob. cit., págs. 121 y 122).
MENGONI estima que en esa hipótesis (y con mayor razón si B se apodera
violentamente del objeto, caso en el que difícilmente podrá estimársele de
buena fe) B no adquiere el dominio porque no es tercero (respecto de la adqui-
sición de la posesión). La explicación no convence. Por sí misma no explica
la razón por la cual el adquirente ha de ser tercero frente al "dominus" en
cuanto a la entrega de la cosa.
(288) Así 10 admiten, en términos generales, la doctrina y jurisprudencia
en Francia, Alemania e Italia. En nuestra doctrina vid. SANZ, ob. cít., pág. 150.
La cuestión puede tal vez presentar otros matices si se piensa en la adquisi-
ción a título de legado. La solución, a mi juicio, ha de ser en cualquier caso
negativa porque el artículo 464 sólo debe proteger al que adquiera a título
oneroso.
-175-
(296) Por eso pienso que la opinión de MENGONI, aún referida al Derecho
italiano, es sumamente discutible. Supuesto que el "Códice" sigue el sistema
consensualista en la transmisión de la propiedad ¿qué sentido tiene que el
artículo 1.153 recoja -aunque ampliándolo- el viejo adagio "possession
vaut titre", si no se atiende a la apariencia posesoria?
(297) Cfr. DiEZ PICAza, Fundamentos, cit., pág. 685.
(298) Lo que no significa que baste siempre la situación posesoria para
estimar suficiente la buena fe del tercero. Será preciso en muchos supuestos,
si ha de exigirse al adquirente un grado mínimo de diligencia, no confor-
marse con la apariencia dimanante de la posesión y realizar las "investiga-
ciones" sumarias a que alude MENGON!. (Vid lo dicho supra, y la exposición
de alguno de esos casos en la nota 267). De ahí no se sigue, sin embargo,
que la posesión DO sea el primer dato a tener en cuenta.
-179-
(299) Cfr. la Ponencia citada en la nota 226. pág. 211. Acerca de cuando
existen "los motivos suficientes y los medios racionales" a que se refiere
el artículo 36 de la Ley hipotecaria ver ROCA SASTRE (Derecho hipotecario,
cito n., págs. 32 y sigs.) donde se recogen las principales opiniones de los
comentaristas.
-180-
(300) Cfr. SALEILLES, De la passessian des meubles, París, 1907, pág. 74.
Vid. también PICARD, ob. cít., pág. 332.
(301) Cfr. supra II, D, b, 3 al analizar la proposición primera del aro
tículo 464-1. Coincide AMOR6s, ob. cit., pág. 200. "El artículo 464 -dice
AMOR6s- protege al adquirente no frente a la nulidad material de su título
adquisitivo (porque ello no es posible y sería incongruente con nuestro sis-
tema) sino frente a la falta de titularidad en el transmitente".
(302) Cfr. supra nota 125.
-181-
durante el año 1945, Valencia, 1946, págs. 244·245- JORDANO BARRA (cit.,
pág. 691) o LADARIA CALDENTEY (Legitimaci6n y apariencia jurídica, Barce-
lona, 1952, pág. 148). Unicamente, que yo sepa, se ha pronunciado expresa-
mente sobre el tema AMOR6s (cit., pág. 202) "El artículo 464 no distingue
~ice AMOR6s- entre adquisición de la posesión a titulo oneroso u gratuito
porque no vincula a la naturaleza del título adquisitivo la protección que
dispensa".
(309) Cfr. sobre el problema MORALES MORENO, ob. cít., págs. t45 y sigs,
-186-
ci6n "a non domino" tenga que ser medida con diferente rasero
según que el objeto de la misma sea un bien inmueble o un bien
mueble.
e) El adquirente ha de haber recibido la posesión (en concepto
de dueño) del mediador posesorio.-EI tercero que deriva su derecho
del mediador posesorio ha de haber adquirido de éste la posesión
de la cosa. La adquisición de la posesión por parte del tercero es
evidentemente necesaria por dos razones: la letra del artículo 464
(sólo la posesión de los bienes muebles adquirida de buena fe equivale
al titulo) y la exigencia general que comporta el artículo 609; la
tradición es indispensable, en nuestro Derecho, para adquirir el
dominio. Sin tradición, el título, en cuanto a su eficacia traslativa,
es todavía un título incompleto y el tercero no podrá devenir propie-
tario porque el artículo 464 (aparte de postular expresamente la
adquisición de la posesión) sólo subsana, según antes he tratado
de demostrar, el defecto que consiste en la falta de titularidad del
adquirente.
De las tres acepciones que en sentido técnico puede darse
a la palabra tradición, y al margen de la cuestión sobre si la
posesión se adquiere siempre originariamente o cabe también su
adquisición derivativa, parece claro que, en este caso, el tipo de
tradición que ha de concurrir es el que consiste en la entrega de
la posesión de la cosa en consideración a la transmisión de la propie-
dad, sin que sea indispensable para que la tradición exista que el
"tradens" sea propietario (313). Esta clase de tradición es la que
contemplan los artículos 1.462 y siguientes del Código civil. Con
todo, hace falta considerar si todas las formas de tradición explícita
o implícitamente previstas por estos preceptos son admisibles desde
el punto de vista de la proposición primera del artículo 464-1.
Ninguna duda puede ofrecer la tradición que consiste en la
entrega material de la cosa, o sea, y como dice el artículo 1.462-1,
cuando la cosa se "ponga en poder y posesión del vendedor". Tam-
bién parece satisfactoria la tradición escrituraria (poco frecuente pero
posible cuando se transmiten bienes muebles) siempre que el "tradens"
segunda cuestión ver lo que se dice más adelante en el texto. Sobre la primera
(posibilidad de otorgar voluntariamente carácter abstracto a la transmisión)
he expuesto mi criterio en mi trabajo, "Meditaciones sobre la causa", en
Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, julio-agosto 1978, págs. 689 y siga.
Ver, no obstante, la nueva actitud de Dfaz PICAZO, que comento en la
siguiente nota.
(321) Esto acontece cuando en el contrato antecedente alguna de las
promesas que lo integran no tiene causa porque la contraprestación que se
pretende conseguir a cambio no está suficientemente concretada, o si su
cumplimiento es imposible "ah initio"; si no se han dado los supuestos fácticos
previstos para que realmente haya contraprestación; cuando el promitente
tenga derecho a obtenerla por otro concepto, etc. Vid. para mayores detalles,
Meditaciones sobre la causa, cit., págs. 660 y sígs.
Un supuesto especialmente polémico es el del pago de lo indebido. A
primera vista, parece que si la deuda no existe, la entrega de una cosa para
extinguirla (pago) carece totalmente de causa lo que impide que la propiedad
(dentro de un sistema causalista) haya podido pasar del "tradens" al "accipiens".
Sin embargo, y desde el Derecho romano, el que paga 10 que no debe se
halla asistido de una acción típica (la "condictic indebiti") cuyo alcance es
meramente personal. Para el Derecho romano, el hecho de que el pago de lo
indebido por error solo de lugar a la "ccndictio" (de naturaleza personal
y no real) obedece, según d'Ons (ob. cit., pág. 377), a que el convenio de
pago es causa suficiente de la transmisión. La "datio" transmite, pues, la
propiedad "pero al ser el pago de un "indebiturn", falla la causa de la "iusta
causa dandi" y procede la "condictio recuperatoria".
Esta solución (considerar que la "causa solvendi" basta para la transfe-
rencia de la propiedad, sin perjuicio de reconocer al que pagó por error
la "condictio"), no convenció a los primeros comentaristas del Código francés
(que no contiene ninguna norma que expresamente resuelva la posibilidad de
193-
el sistema que resulta del artículo 609, entendiendo que el primero de dichos
preceptos sólo juega (en el sentido de descartar la reivindicación) si la supuesta
obligación no deriva de un contrato traslativo. Por ejemplo: se paga 10 que
DO se debe porque se ignora que el testamento que obliga al heredero a
satisfacer un legado ha sido revocado, o se entrega una cosa en pago de una
obligación de indemnizar que el "solvens" cree, equivocadamente, haber
contraído.
(322) Salvo que por aplicación de lo dispuesto por los artículos 1.30S
Ó 1.306 se excluya la repetición. Parece claro que si no puede exigirse la
devolución tampoco podrá reclamarse la cosa si ésta se encuentra en poder
de un tercero.
(323) Cfr. artículo 6-3 del Código civil.
(324) No pretendo, claro está, recorrer uno por uno los distintos supuestos
de negocios ineficaces y, menos aún, clasificar los distintos tipos de inefi-
cacia, señalando sus diferencias así como su alcance y naturaleza. Aquí
interesa, solamente, contraponer los supuestos de ineficacia inicial frente a
los de ineficacia sobrevenida.
Por lo demás, lo que distingue. a mi juicio, el negocio nulo del simple-
mente ineficaz "ab initio" es que el primero no tiene arreglo posible mientras
que el segundo admite la subsanación.
--196-
(337) DíEZ DEL CORRAL, oh. cit., pág. 288, acepta que la tesis que defendí
en mi trabajo antes citado "puede admitirse sin dificultad cuando se trata
de una acción de nulidad derivada de una nulidad absoluta o de pleno derecho".
En cambio, entiende que (salvo en el supuesto de error no provocado) hay
privación ilegal en los eventos de violencia, intimidación y dolo.
MIQUEL, en el trabajo inédito al que me he referido tantas veces, combate
también mi postura, aunque con mayor empeño. Recojo sus razones en el
texto para intentar refutarlas.
(338) Por MIQUEL, en el trabajo citado.
(339) En base del artículo 460~2 según el cual "El poseedor puede perder
su posesión.., 2.0 por cesión hecha a otro a título oneroso o gratuito".
(340) MIQUEL se refiere, al parecer, a la entrega de la cosa en virtud de
contratos nulos o anulables, aunque luego hace especial hincapié sobre los
segundos, o sobre los que son nulos por falta total de consentimiento en las
hipótesis de incapacidad del transmitente.
(341) Para MIQUEL esta distinción "no es una sutileza sin trascendencia".
Por mi parte, reconozco que no acabo de ver claro en qué consiste el razona-
miento de MIQUEL en este punto. Estimo que el problema de la transmisión
de la posesión tiene dos vertientes: una teórica (decidir si la posesión, como
hecho, es susceptible de transmisión "sensu stricto") y otra práctica, cuyas
consecuencias Se tocan en sede de usucapión, donde se contraponen la sucesión
y la unión de posesiones. (Cfr. el trabajo de ESPÍN, "La sucesión en la
posesión y la unión de posesiones en la usucapión", en Revista de Derecho
Privado, 1943, pág. 623). Independientemente de ello, si 10 que MIQUEL quiere
decir es que los incapaces no pueden perder la posesión sin la intervención
-2U3-
mayor raz6n habrá de sostenerse que tampoco obsta para que adquiera
la posesi6nen concepto de dueño. Por consiguiente, si la acción
impugnatoria se entabla después de que la cosa ha pasado a poder
de un tercero de buena fe, la conclusi6n ha de ser favorable a la
irreivindicabilidad.
Sin embargo, y según resuita de la proposici6n segunda del
artículo 464-1, la pérdida de la posesi6n no puede considerarse
voluntaria (a los efectos de que pueda ser aplicable la equivalencia
entre posesión y título a favor del tercero) si el mediador posesorio
ha obtenido la posesi6n en virtud de un acto ilícito, que es 10 que
ocurre, precisamente, en los casos de violencia, intimidación o dolo,
incluso aunque no se haya llegado a cometer un delito. No se trata,
por tanto, de discutir, si la voluntad del transmitente pese a estar
viciada, ha sido suficiente para transmitir (al menos "prima facie")
la posesi6n, cuesti6n que habría que resolver afirmativamente, sino
de valorar (negativamente) el comportamiento del mediador posesorio
(o primer adquirente) al tiempo de convertirse en poseedor.
El hecho de que el mediador posesorio haya privado al propie-
tario de la posesi6n (material) mediante un acto ilicito, es el consti-
tutivo de la "privación ilegal". Concurre esa circunstancia, cierta-
mente, en los contratos celebrados merced a la violencia o intimi-
dación ejercida por uno de IQs contratantes sobre el otro (344) o
cuando una de las partes (precisamente el transmitente en el primer
contrato) haya sido inducido a contratar por las "palabras o maqui-
naciones insidiosas" de la otra, como dice el artículo 1.269 del Código
civil. La conducta ilícita del mediador posesorio en estos casos se
proyecta 16gicamente tanto sobre el contrato como sobre su ejecu-
ci6n y, por tanto, sobre la entrega de la cosa que haya constituído
el objeto de aquel. Pero no ocurre 10 mismo si el contrato es anulable
(345) Creo, pues, que vengo a coincidir, en este punto concreto, con
DfEz DEL CORRAL en los resultados aunque discrepe en el planteamiento. Si la
anulabilidad obedece a la falta de capacidad de uno de los contratantes tal
vez la solución sea cuestionable, dado el sentido especialmente protector
que la reglamentación de la anulabiIidad tiene en ese caso (cfr. artículo 1.304
del Código civil).
(346) Así, en los casos de simulación absoluta o de reserva mental. Es
de tener en cuenta, no obstante, que según la doctrina común la reserva
mental no afecta a la validez del negocio. Por lo que dice a la simulación,
la Inopcnibilidad del negocio simulado a los terceros adquirentes de buena
fe, la soluci6n se proclama con carácter general aunque no exista (como
es el caso del Código español) un precepto concreto que la consagre (similar
al 1.415 del Código civil italiano). Se recurre a los "principios del sistema
jurídico", o a la aplicación extensiva de las normas que protegen a quienes
adquieren de un "non domino". En este segundo sentido DE CASTRO. con
cita expresa del artículo 464. (Vid. El negocio jurídico, cit., pág. 362).
Por el contrario, cuando falta el propósito negoclal, porque ni siquiera
se ha querido la declaración, como tal declaraci6n 00 que no acontece en la
simulación pero si en los negocios celebrados "docendi", "ludendo" o "iocandi
causa"), na cabe siquiera pensar que la entrega de la cosa se haya hecho con
el fin de que el contratante fingido se haga cargo de la posesión material.
-206-
Notario
INTRODUCCION.
RESUMEN GENERAL.
RESUMEN GENERAL.
Notario
(9) Véanse con más detalle en mi obra "La contratación en España por
extranjeros". Vol. J, 5. a ed. Madrid, 1976, p. 330 Y sgtes.
-246-
cíones, minuta que debe estar preparada con vista a nuestro ordena-
miento jurídico.
Es decir: a) forma del poder: regla "locus regít actum" (art, 11
Código Civil): Otorgado conforme a ella, y ante Notario, se presumirá
válido en España. b) contenido del poder (art. 10, apartado 11, Código
Civil): puede regirse por la Ley del país de otorgamiento si en el
poder consta el sometimiento expreso a la misma, y en su defecto
por la ley española; tanto en uno como en otro caso conviene se
redacte conforme a minuta preparada en contemplación de nnestro
ordenamiento.
4.° Porque si bienes cierto que puede ofrecer dificultades la
falta de conocimiento de la legislación nacional de la sociedad por el
fedatario calificador (cuyo conocimiento no es para él obligatorio
dicho sea entre paréntesis), se puede también orillar tal dificultad
acudiendo al certificado consular acreditativo de la legitimación, capa-
cidad del compareciente y personalidad jurídica de la sociedad.
y en defecto de certificación consular, y aunque el remedio no
se halle consagrado en la legislación, la práctica de ciertos organis-
mos admite que puedan acreditarse tales extremos por medio de
testimonio, certificación, o acta notariales, siempre que se trate de
notarios del tipo "latino".
(4) Vid. OMMESLAGHE "Le regime des societes par actions et leur adminis-
tration en droit comparé". Bruselas, 1960, p. 480.
(15) En algunas leyes del área angloamericana no se pueden oponer a
.terceros .Ias restricciones estatutarias a los poderes . de los administradores. Así
ocurre en California.
-252-
Notario
SUMARIO
L INTRODUCCION
A. En general.
B. Misión del Notario.
C. Forma y formalismo.
D. En los Derechos forales.
CONCLUSIONES
He de presentarles, ante todo, el guión que aspira a conducir
esta disertación. Ha de ser muy sencillo y, como propio de un acto
académico (1), no extenso. Los puntos, aparte de una breve "Intro-
ducción", son pocos y referentes a:
-Unas consideraciones sobre el rigor formal y el principio
espiritualista en los Derechos forales; junto con un importante aspecto,
que va de menos a más, sobre la libertad dispositiva, especialmente
en lo foral.
-Una formulación sobre el "quehacer" del Notario en las
obligaciones y los contratos en los diversos Derechos torales.
- y --debeis permitídmelo en aras del lugar donde ejerzo mi
profesión- una especial consideración del ejercicio de la función
notarial desde el Fuero Nuevo de Navarra, en el mismo campo de
obligaciones y contratos.
-Y, por último, unas obligadas conclusiones.
1. lNTRODUCCION
CONCLUSIONES
(1) fuPEST, op. cit., págs. 8, 9 Y 2. París, 1955. GENY, op. cit., pág. 376.
(2) Jesús BALLESTEROS, "En torno del sentido del derecho en la actualidad"
en "Verdad y Vida". Tomo XXXV, 1977, núm. 140, 'Pág. 455. Especialmente
Interesante es en tema de la dignidad del hombre la reciente Encíclica de.
Juan Pablo 11 "Redemptcr hominis", que hace suyo el documento del Concilio
Vaticano II "Dignitatis humanae", elevando a condición esencial la necesidad
de proteger y reconocer la dignidad del hombre, constantemente olvidada o
desconocida por los sistemas económicos y políticos modernos. Al hombre en
su individualidad y en su trascendencia.
-283-
que "Ce qui assume le stabilíté du droit c'est le plasticíté des régles
générales, qui peuvent toujours étre étendues é des objets nou-
veaux" (4), cosa que está olvidándose con demasiada frecuencia en
nuestros tiempos, cuando se quiere hacer tabla rasa de todas las
normas pasadas.
Hay una cita muy bella de BEROSON que dice que "l'humanité
gémit a derni-écraséésous le poids du progrés y qu'elle a fait" (5).
Ninguna de las soluciones del Derecho moderno está pudiendo
resolver los graves problemas que el hombre tiene en nuestros tiem-
pos. y sin embargo, los españoles, vamos a recoger, como una
novedad victoriosa, el Derecho de Familia que pudiéramos llamar
del fracaso.
Se ha dicho por RIPERT entre otros, que el Derecho es el pro-
ductoen cada momento de la sociedad en que se elabora, distin-
guiendo varias fuerzas creadoras de este Derecho. Se ha dicho que
el Derecho debe recoger la realidad circundante para que sea algo
vivo, que la realidad hace al Derecho y a veces va más deprisa
que el Derecho.
Pero es preciso constatar, como lo ha hecho RIPERT, en esta
obra tantas veces citada de "Les forces creatrices du Droit" que el
Derecho nace de una lucha y del triunfo de los más fuertes. Que el
Derecho es una fuerza viva que es la politica de la fuerza.
Se venía manteniendo que la creación de las leyes era obra del
poder legislativo. Pero las causas de la Ley son infinitamente más
variadas, ya que, en definitiva, las causas de la Ley se deben a las
fuerzas creadoras del Derecho, a grupos sociales que presionan sobre
la legislación. Grupos muchas veces minoritarios. "Fuerzas oscuras
en la sociedad moderna que luchan por el poder, que tratan de obtener
las normas más favorables. Consecuencia de este libre juego de las
fuerzas sociales son la abundancia de las leyes y la movilidad del
Derecho" (6). Pero además consecuencia de ésto es también la impo-
sición por grupos minoritarios de las nuevas normas jurídicas.
(7) RODRfGUEZ PANIAGUA. "Derecho y sociedad", Madrid, 1979, págs. 138 ss.
-286-
(12) Una de Ias obras más interesantes sobre el divorcio (O.S la del
Prof. Gabriel GARcfA CANTERO, "El divorcio", publicada en la Editorial BAC
en 1977, porque está tan documentada como rigurosamente ceñida a la obje-
tividad en el planteamiento y análisis de los problemas de esta institución.
-296-
SUMARIO
1. INTRODUCCION
1. Propósito.
2. La disposición final tercera, letra e).
3. La Base 1."-1 y 2.
4. Perspectiva constitucional.
31. La fe pública.
32. Crear lo que no vimos.
33. Los puros [edatarios públicos.
34. La autenticidad de fondo.
35. El control de legalidad.
36. Eficacia analitica y eiicacia sintética.
37. Acto notorial y acto administrativo.
38. La teoría estructural del instrumento público.
39. Función notarial y jurisdicción.
-305-
• • •
2. La disposición final tercera, letra e).--Según el artículo 2-2-c)
de la vigente Ley de Funcionarios Civiles del Estado (Texto articu-
lado aprobado por Decreto 315/1964, de 7 de febrero), quedan
excluidos de su ámbito de vigencia "los funcionarios que no perciban
sueldos o asignaciones con cargo a las consignaciones de personal
de los Presupuestos Generales del Estado", "expresión -nos dice
la Memoria que precede al Anteproyecto que comentamos- que por
vía de negación, concede un tratamiento particular a los funcionarios
de arancel". "Por lo que se refiere al ámbito de aplicación estricta-
mente dicho -añade la Memoria-, la disposición final tercera abre
el camino a la inclusión del régimen de aquellos funcionarios que
no perciben sus retribuciones, en la actualidad, con cargo a los
Presupuestos de las distintas Administraciones, sino de los propios
particulares y conforme a un arancel"; la Comisión que en la citada
disposición final tercera se establece, tendrá también por misión la
presentación al Gobierno del oportuno estudio y propuesta, para su
-309-
• • •
3. La Base 1.°_1 y 2.-La complejidad de la figura del Notario
que resulta de las consideraciones que preceden, no puede conside-
rarse impedida por la combinación de los dos primeros números
• • •
4. Perspectiva constitudonal.-Es preciso tener en cuenta, final-
mente, que el Anteproyecto no hace otra cosa que dar cumplimiento
al artículo 103-3 de la Constitución, por 10 que hay que llegar a
una consideración constitucional del problema.
Las normas contenidas en el articulo 103 sobre la Administra-
ción Pública y sobre los funcionarios públicos patentizan la exclusión
de los Notarios; baste señalar, en su número 1, la sola referencia
a los "intereses generales" y a los principios de "jerarquía, descen-
tralización, desconcentración y coordinación", que nada tienen que
ver con la actuación notarial, así como la que hace a la "sindicación"
el número 3; igual deducción nace, sin dificultad, del artículo 149-18'.
El mismo articulo 149-18.' atribuye a la competencia exclusiva
del Estado la "ordenación de los instrumentos públicos"; están aqui
incluidos sus efectos jurídícos y aquellos requisitos de los mismos
que son presupuesto de tales efectos, y, entre ellos, los rasgos esen-
ciales de la figura del Notario porque, como escribió CARNELUTTI,
"el documento merece la fe de su autor" (lO); ninguna alteración
sustancial del sistema notarial puede vislumbrarse en este precepto
que, en 10 relativo a los Notarios, hay que conectar con el artículo 36,
en el que quedan encuadrados los Colegios Notariales, con las
peculiaridades propias de un Colegio de profesionales ejercientes de
una función pública; encuadramiento que confirma plenamente el
artículo 10, núm. 22 del Proyecto de Estatuto de Autonomía para
el País Vasco.
La perspectiva constitucional puede ser más profunda. La Cons-
• • •
5. La Ley Orgánica del Notariado y su Reglamento.-Ha sido
criticado el artículo 1.°_1 de la Ley Orgánica por omitir toda refe-
rencia a la función profesional del Notario; pero es preciso tener en
cuenta que es la función pública del Notario, el "dar fe", lo que
fundamentalmente compete regular a la Ley; que esle precepto "no
define al Notario --según hizo observar GONZÁLEZ PALOMINO-,
sino que delimita el campo de su actuación funcional" (11) al separar
la fe pública judicial de la extrajudicial; y que, como dijo la Dirección
de los Registros en Orden de 14 de marzo de 1950, en el artículo 1.0
de la ley "se determinan las funciones mínimas, irrenunciables e
indelegables del Notario, pero no excluye en modo alguno las demás
que presta normalmente el Notario como complemento y desarrollo
de su función"; aquella separación no podría entenderse, por otra
* * *
6. La iurisprudencia-s-B: Tribunal Supremo ha reconocido repe-
tidamente esta misión de consejo; citemos ahora solamente la Sen-
tencia de 3 de julio de 1965: "Que el Notario debe autorizar el
instrumento público una vez requerido legalmente, siempre que el
acto sustancial objeto del mismo sea conforme a la Ley, correspon-
diendoen la realidad a una relación jurídico formal entre el Notario
y los que solicitan su ministerio, llevando consigo, como presupuestos
para su ejercicio, la dirección de la voluntad de las partes con miras
a su eficacia (art. 147 del Reglamento), la obligación de asegurarse
de la legalidad de la relación jurídica (art. 145) y la de cerciorarse
de su legitimidad (arts, 170 y 175), Y como elemento básico a dichos
fines, la de aconsejar a los interesados, y teniendo como contenido
la previsión, nacimiento, modificación y extinción de toda clase de
derechos"; "la obligación de aconsejar a los interesados" es, pues,
"elemento básico" de la relación jurídica entre el Notario ye1 requi-
rente, que lleva como presupuesto "la dirección de la voluntad de
las partes con miras a su 'eficacia", esto es, la "labor directiva o
asesora" de que hablara CASTÁN, que hacía de. nuestro Notariado,
según el mismo, "una especie de Notariado mixto" en el que "son
igualmente esenciales y destacadas la labor de asesoramiento y la
facultad autenticadora" (13).
También la Dirección General de los Registros y del Notariado ha
hablado muchas veces de la "misión de asesoramiento" (Resolucián
de 12 de marzo de 1970), "función de asesoramiento" (Resolución
de 4 de noviembre de 1971) o "misión asesora", que repite la Reso-
lución de 28 de noviembre de 1978.
* ••
(13) CA5TÁN TOBEÑAS (José): "Función notarial y elaboración notarial del
Derecho" (Madrid, Reus, 1946, 224 págs.), pág. 51.
-317-
siempre, como dice D'ORAZt, "de una obligación genérica que grava al
Notario como consecuencia del officíum de que 'está investido, o de
una específica obligación ex lege" (19); es, en una palabra, verdadera
y propia función notarial, no Un añadido a la función notarial en
virtud de un convenio entre el Notario y los clientes.
* * •
8. Su examen en el procedimiento instrumental.--Quizá la labor
asesora del Notario pueda apreciarse mejor, en efecto, en el caso
concreto, siguiendo a grandes rasgos el proceso de formación de un
instrumento público determinado y la actuación en él del Notario;
no será entonces difícil separar, prima [acle, lo que en esta actuación
es función pública y lo que es actividad profesional. Piénsese en una
escritura pública cualquiera; una compraventa, un testamento, la cons-
titución de una sociedad, etc., que presente los problemas y dificul-
tades normales en tales instrumentos públicos.
El momento inicial del proceso formativo de un documento nota-
rial concreto y determinado está constituído por el requerimiento de
prestación de funciones del particular al Notario, que origina una
relación jurídica formal entre el Notario y cada uno de los que han
solicitado su intervención, en la que se insertan las obligaciones de
aquél.
La primera actuación del Notario consiste en tomar contacto
con la voluntad que las partes le traen, unas veces de palabra, otras
en minuta escrita, otras íncluso en documento privado ya firmado,
examinando las notas y documentos que los interesados presentan y
escuchando sus explicaciones (audítio vel auscultatio partís); pero
inmediatamente tiene que tomar la iniciativa ~omienza la actividad
profesional-, porque esa voluntad que las partes le manifiestan rara-
mente es una verdadera voluntad contractual, ni es tampoco la voluntad
verdadera de las partes.
La voluntad de las partes es, como generalmente se reconoce,
una voluntad empírica, dirigida fundamentalmente a los fines prác-
ticos de la vida, y no a los efectos jurídicos; pero este contenido real
(19) D'ORÁZI FLAVONI (Prof. Mario): "Sul contenuto della prestazione no-
tarile" (11 Foro Italiano, Volumen LXXXII, 1959, págs. 154-162), pág. 157.
-320-
• • •
9. Su naturaleza notariai.:-:Vista la existencia de esa función
asesora, de interpretación y adecuación de la voluntad de las partes
al Ordenamiento, su naturaleza presenta dos caracteres esenciales:
es función notarial; y es función privada; el Notario desempeña una
función, que es verdaderamente función notaríal en su sentido más
estricto, y que tiene carácter privado: es todo lo que nos proponíamos
demostrar en el presente apartado.
Es función notarial porque, como ya hemos visto, no tiene un
origen convencional, en un contrato libremente pactado entre el
cliente y el Notario, que estaría al arbitrio del Notario no aceptar;
sino que tiene un origen legal: artículos 17-1 de la Ley y 1.°_2 y
147-1 del Reglamento, fundamentalmente, y también un origen natu-
ral, porque deríva de la naturaleza misma del sistema notarial, tal
-~24-
* * *
10. Su naturaleza privada.-Sin que ello suponga ninguna con-
tradicción con esa naturaleza notarial, la función de consejo tiene
naturaleza privada; la mísma Sentencia de 3 de julio de 1965 que
acabamos de citar, habla, en la segunda Sentencia, de la "manifiesta
negligencia profesional" del Notario, poniendo así de relieve que se
trata de una actividad profesional, de una actuación no íuncio-
narísta.
Las Resoluciones de la Dirección General de los Registros y del
Notariado de 27 de febrero y 16 de abril de 1969 y de 10 de febrero de
1970 han reconocido este carácter privado, profesional, al declarar
cuestión ajena a Su propia competencia "la procedencia de los otorga-
mientos formalizados"; y en el mismo sentido la Resolución de 12 de
marzo de 1970 también entiende que "quedan al margen del expediente
los problemas de si se debieron o no autorizar los instrumentos públicos
formalizados", y la Sentencia de 25 de mayo de 1976 desestima el
recurso interpuesto contra la segunda de las citadas Resoluciones
"por ser materias no propias en cuanto DO susceptibles de recurso
en esta vía" -la contencioso-administrativa-i-, "la discusión sobre
la procedencia de los otorgamientos formalizados".
Esta doctrina jurisprudencial es inatacable. El Notario, cuando
participa de funciones públicas, está sometido a la disciplina de su
Colegio profesional, y éste es, a su vez, fiscalizado por un órgano
administrativo, la Dirección General de los Registros y del Nota-
riado, "produciendo así unas Resoluciones --dice la Sentencia de
26 de junio de 1976-, cuya naturaleza en cuanto a la Corporación
es la de actos de control y en cuanto al contenido, de intervención
administrativa en el ejercicio privado de funciones públicas atribuidas
a los Notarios", contra las que cabe acudir a la vía contencioso-
administrativa. Pero el Notario, como cualquier profesional, es libre
en sus funciones de asesoramiento y adecuación, sin control corpora-
-326-
• • •
11. La adecuación facu/tativa.-Este contenido privado de la
prestación notarial puede venir aumentado en virtud de 'encargo espe-
cial de los requirentes o de alguno de ellos, libremente aceptado por
el Notario. Estamos ante lo que la doctrina denomina adecuación
-327-
• • •
12. El asesoramiento autónomo.-Hemos indicado con anterio-
-329-
• • •
Con independencia de estos supuestos de adecuación facultativa
y de asesoramíento autónomo, que tanto contribuyen a la virtualidad
práctica de la función notarial, existe, pues, una función notarial
privada normal u ordinaria, que ha descrito recientemente la Reso-
lución de 28 de noviembre de 1978 con las siguientes palabras:
"resalta uno de los aspectos de la función notarial, que no sólo da
autenticidad al documento redactado, sino que además, en su misión
asesora y materializadora de la voluntad de las partes, el Notario
intenta construir y dar solución jurídica a las dificultades y problemas
que la realidad de la vida ordinaria ofrece, con la protección de
todos los intereses en juego"; función asesora; función de adecuación;
y, en consecuencia, función promocional, motor de paulatino, pero
incesante, progreso del Ordenamiento jurídico.
El Notario tiene, en fin, una función privada, que es también
función notarial y que, como al principio del presente apartado indi-
cábamos, le sitúa fuera de cualquier normativa que tenga por objeto
el estatuto de los funcionarios que desempeñan exclusivamente la
función pública.
* * *
13. El Notario y su posición entre los juristas.-A simple vista
puede comprobarse la peculiar posición del Notario entre los juristas
oficiales -Funcionarios públicos- y los juristas libres -Abogados-;
esta peculiaridad es consecuencia ineludible de la compleja naturaleza
de su función, pública y privada, debida a su vez a la diversidad
de intereses, públicos y privados, que está llamada a satisfacer; por
ello se da en todos los tiempos y lugares en que se llega a esa forma
superior de Notariado -la única que en sentido estricto merece
este nombre- que es el Notariado latino.
La función notarial, lejos de ser en su totalidad una función
pública, tiene su arranque, como hemos comprobado, en el ejercicio
privado de la profesión de jurista libre; y es en este terreno en el
que se desenvuelve la mayor parte de la actividad notarial.
El jurista libre, el profesional del Derecho, tiene dos grandes
campos de actuación: la pacífica aplicación de la norma y su cum-
plimiento coactivo a través del pleito. El pleito, el patrocinio procesal
para el pleito -,-el postulare del clásico tríptico romano-, constituye
el núcleo de la profesión de Abogado; y a partir de él, y para preve-
nirle, la actuación del Abogado se va extendiendo al mundo de la
voluntaria aplicación de la norma jurídica, pero en concurrencia ya
con otros profesionales libres, y entre ellos, en lo que aquí interesa,
en concurrencia con el Notario. Un utensilio fundamental para esta
pacífica vida jurídica está constituido por el documento; y de la
misma manera que la litis era el núcleo de la profesión de Abogado,
el núcleo de la profesión de Notario está constituído por ese tipo
especial de documentos de gran eficacia jurídica que son los instru-
mentos públicos; pero también aquí, y precisamente para la mayor
perfección del documento, para su absoluta adecuación a los mandatos
de la norma y a las necesidades y deseos de los particulares, la función
del Notario se expande por todo el mundo del cumplimiento del Dere-
-332-
• • •
14. La Ley Orgánica del Notariado y su Reglamento.-Si hay
una profesión, tiene que haber un profesional; para la Ley Orgánica,
el puesto de Notario es "oficio" o "cargo", pero es también una
profesión: "el impuesto a que están sujetas las demás profesiones
análogas" (art. 13-2), las "faitas... que puedan afectar al decoro
de la profesión" (art, 43), expresiones que se completan con el reco-
nocimiento de sus rasgos esenciales: libertad profesional (conf, ar-
tículos 17-1 y 43), responsabilidad personal (conf. art. 14), retríbu-
ción por arancel (art. 45) y colegiación (art, 41); pero sin llegar a
calificar al Notaría de profesional, como hace el Reglamento.
El Reglamento Notarial de 1935 contiene ya esta calificación
expresa: "Los Notarios son a la vez profesionales del Derecho y
funcionarios públicos, correspondiendo a este doble carácter la orga-
nización del Notariado" (art. 1.°_2); y el Reglamento vigente, conserva
este texto literalmente, según dijimos, y 10 explicita entendiendo la
profesión como función de consejo: "Los Notarios son a la vez
profesionales del Derecho y funcionarios públicos, correspondiendo
a este doble carácter la organización del Notariado. Como profesio-
nales del Derecho tienen la misión de asesorar a quienes reclaman
su ministerio y aconsejarles los medios jurídicos más adecuados para
el logro de los fines licitas que aquellos se proponen alcanzar". No
interesa aquí el contenido de esa profesión, sino sólamente el reco-
nocimiento expreso de que el Notario es un profesional del Derecho.
• • •
15. Otras disposiciones legales.-Fuera de la específica legisla-
ción notarial, la profesionalidad de los Notarios está también recogida
en numerosas disposiciones, incluso con rango de Ley. Destaquemos
las de índole fiscal; el Notario siempre ha necesitado "licencia fiscal"
para el ejercicio de su profesión, y nunca ha sido considerado fiscal-
mente entre los funcionarios públicos, sino entre los profesionales;
-333-
* ••
* * *
17. La doctrina.-Difícilmente encontraríamos entre los notaria-
listas españoles posteriores a 1935 algún dísidente al concepto del
Notario profesional del Derecho; precisamente porque el Reglamento
Notarial no hizo entonces otra cosa que recoger el común sentir
de la doctrina, generalmente expresado en la antigua terminología
de "profesor" de Derecho, desde los primeros comentaristas de la
Ley Orgánica. Nos limitaremos a algunas citas bien significativas.
RUIZ GÓMEZ: "El Notario, antes y más que fedatario, es profesor
de una facultad: perito de los actos civiles díchos: persona, hoy
jurisconsulto, habitualmente dedicado a perfeccionarlos, o purgar de
defectos los proyectos de los mismos en 10 que, con la ley, la ciencia
y las artes se relacionan y a redactar bien los documentos en que
se consignan" (22). COSTA: "un Profesor de Derecho que interviene
activamente, de un modo positivo, en los instrumentos que autoriza,
cuidando de que no falte en ellos ninguno de los requisitos necesa-
rios para su validez" (23). FERNÁNDEz CASADO: "El Notario es un
profesor encargado de presidir y dirigir el establecimiento de las
relaciones pacíficas de derecho privado, redactar y autorizar los docu-
mentos en que se hacen constar, y dar testimonio de hechos que a su
presencia ocurran", concepto que comienza a desarrollar con las
siguientes palabras: "Preferimos la palabra profesor a la de funcio-
nario, porque además de ser, en nuestra opinión, el Notario esencial-
mente profesor y sólo accidentalmente funcionario, queremos alejar
todo lo posible la idea o concepto de Notario de la de empleado
público" (24). Textos todos de las últimas décadas del siglo XIX.
(22) Ccnf. FERNÁNDEZ CASADO, op. cit., en nota 24, pág. 144.
(23) COSTA (Joaquín): "La reforma de la fe pública", 2. a edición (Madrid,
1897, 229 págs.), pág. 32.
(24) FERNÁNDEZ CASADO (Miguel): "Tratado de Notaría", Tomo 1 (Madrid,
1895, 845 págs.), págs. 146-7.
-336-
* * *
18. El concepto. de profesional libre.-Si queremos profundizar
más, tendremos que partir de un concepto de lo que es, jurídica-
mente, una profesión liberal. Podemos aceptar el concepto de
LEGA (25), gran especialista en la materia: "El profesional libre viene
ante todo considerado como prestador de obra intelectual efectuada
en régimen de autonomía técnica y jerárquica frente al cliente, con
amplia discrecionalidad (bajo el aspecto de la técnica profesional) y
con organización de trabajo propia"; o el acogido por la Unión
Nacional de Profesiones Liberales de Francia: "Ejerce una profesión
liberal el quc, teniendo una competencia comprobada, tiene una
actividad de servicio de carácter principalmente intelectual, goza de
una libertad total en la elección de los consejos que da a su cliente,
es libremente escogido por este cliente y compromete su responsa-
bilidad en sus actos profesionales" (26).
* * *
19. La profesión.-El primer requisito para la existencia de un
profesional es que exista una profesión; a ello se refieren las expre-
siones "prestador de obra intelectual" y "actividad de servicio de
carácter principalmente intelectual" de las definiciones antes consigna-
das. Esta profesión, o conjunto de servicios a prestar por el profe-
sional, tiene que ser típica, se ha de poder deslindar de las otras
profesiones vecinas, de cuyo intrusismo habrá de defenderse, por ]0
que las actividades o servicios que la integran han de ser los mismos
para todos los profesionales que la desempeñan.
La existencia y contenido de la profesión de Notario, en la
realidad jurídica yen las normas positivas, ha quedado demostrada
en las páginas que preceden; el intrusismo profesional se da en el
zurupetismo iletrado y en las categorías más elevadas a que basta
con aludir aquí; el Reglamento lo tiene en cuenta, al atribuir a las
(25) LEGA (Carló): "Le libere prcfessioni intellettuali nelle Jeggí e nella
giurisprudenza" (Milano, Giuffré, 1974, 1.000 págs.), pág. 97.
(26) Conf. CHAPPUIS, cp. cit., en nota 30, pág. 16.
-m-
Juntas Directivas, entre otras, la facultad de "recabar el auxilio de
las Autoridades de todas clases para evitar y poner término a aquellas
actividades que impliquen intrusismo profesional, especialmente aque-
llas formas de publicidad en que se atribuyan funciones notariales
o la prestación de servicios o trabajos relacionados con la profesión"
(art. 332-7.a); y la homogeneidad de todos los Notarios está pro-
clamada en el mismo artículo 1."-2 de la Ley: "Habrá en todo el
Reino una sola clase de estos funcionarios"; aunque se emplee la
palabra "funcionarios", el principio de jerarquía, propio de éstos, es
sustituído por el de la homogeneidad profesional; ni por razón de la
materia, ni por razón de la cuantía hay entre los Notarios la menor
diferencia funcional: "con idénticas funciones", dice el artículo 1."-1
del Reglamento.
Los servicios en que la prestación notarial consiste son cierta-
mente intelectuales, como exigen las citadas definiciones rindiendo
tributo a la tradición.
• ••
20. El títu/o.-El requisito sustancial, la profesión, se comple-
menta con el requisito formal, el titulo, que acota la actividad en que
la profesión consiste, legitima para su ejercicio al que lo posee y
excluye de ella a quien no lo tiene; para lo que necesariamente habrá
de ser expedido por el Estado, previa la comprobación de la compe-
tencia del profesional, en garantía de los particulares que requerirán
sus servicios, y que no están en condiciones de apreciar esa compe-
tencia. El título de Notario está regulado en los artículos 11 y 13-1
de la Ley y 34 de su Reglamento .
• • •
21. La libertad del profesional.-El profesional realiza su acti-
vidad "en régimen de autonomía técnica y jerárquica frente al cliente,
con amplia discrecionalidad (bajo el aspecto de la técnica profesio-
nal)", "goza de una libertad total en la elección de los consejos
que da a su cliente".
El Notario, según hemos expuesto, es libre en sus funciones priva-
-338-
• • •
22. Su libre organización.-La libertad del profesional se extiende
a aquella "organización de trabajo propia" mediante la que ejerce
su profesión. El Notario tiene que establecer su despacho en la
población en que está demarcada su Notaría; pero dentro de ella,
elige libremente el local en que instalarse, su presentación, mobiliario,
maquinaria y, con alguna limitación, derivada de la Legislación
laboral, sus empleados y su jornada; aunque para él, como para todo
profesional, no hay día ni hora inhábil, salvo para documentos muy
excepcionales, como los protestos. Nadie discutirá que el Notario,
por su instalación, por sus inversiones, cada día más cuantiosas, por
las responsabilidades laborales y sociales por sus colaboradores y, en
fin, por su forma de vida, aparece claramente como un profesional.
• * •
23. La responsabilidad civil.-La libertad del profesional, en su
ejercicio y en su organización, tiene como obligada contrapartida su
-339-
• • *
24. La libertad de elección del público.-El profesional es libre-
mente escogido por el cliente; es la última nota de las definiciones
indicadas que nos queda por comentar.
Estamos ante un requisito esencial del profesional, que le dis-
tancia del funcionario "competente", impuesto al administrado para
cada actuación de indole administrativa. En la raíz de toda profesión
liberal está, en efecto, "el dato psicológico: la confianza" de que
hablaba SAVATIER (28), que, en cuanto al Notario, ha sido señalada
por la Resolución de 20 de septiembre de 1962 ("las relaciones entre
Notarios y otorgantes, basadas normalmente en la confianza") y ha
sido bellamente expresada por CARNELUTTI: "Busca el notario, como
todo iotérprete, en algo que es desconocido; y es, en fin, el alma
del hombre; busca porque la parte, ante él, a diferencia de lo que
hace con frecuencia delante del juez, parece que se abre, en lugar
de cerrarse" (29).
La libertad de elección de Notario, implicita en el artículo 2.°
de la Ley, está expresamente proclamada en el artículo 3.°-2 del
Reglamento: "Los particulares tienen el derecho de libre elección
de Notario", salvo el supuesto de tumo oficial, que aquí se indica,
y que se desarrolla en los artículos 126 y siguientes; pero este turno
• • •
25. La concurrencia profesionaI.-La libertad de elección del
público produce, como consecuencia inmediata, la libre concurrencia
entre los profesionales, con sus desviaciones de concurrencia ilícita.
El Reglamento fomenta, en beneficio de los clientes, la libre concu-
rrencia entre los Notarios, prohibiendo los convenios de reparto de
documentos (art, 137) y sanciona la celebración de convenios de
repasto prohibidos, el acaparamiento de asuntos por medios reproba-
bles,el ejercicio no personal de la profesión, el invadir extralegal
y subrepticiamente el término municipal del lugar en que tenga su
residencia otro compañero y, en general, cualquier otro acto de
competencia ilícita (arts. 344, 345 Y 347); cierto es que en la actua-
lidad la concurrencia entre los Notarios no reviste los negros carac-
-342-
• • •
26. La clientela.-Consecuencia mediata de aquella libre elec-
ción del público, es la formación de una clientela del profesional.
También el Notario tiene que cuidar, con su preparación, con su
dedicación, con su servicio, que aquellas personas que han acudido
a él, quizá por casualidad, vuelvan cada vez que necesiten de un
Notario y vayan constituyendo una clientela estable, con lo que, al
mismo tiempo, su actuación ganará en profundidad; la conservación
de las matrices fomenta la formación de la clientela notarial, pero
el cliente no queda unido de manera definitiva al Notario, puede
cambiar de Notario a su voluntad, y ello ha de constituir un acicate
de superación continua para el Notario; el Reglamento, en materia de
permutas (arts. 106-8), de limitaciones a la libre instalación de des-
pachos (art. 42) y hasta de publicidad (art. 71-4), trata de evitar que
un Notario se aproveche de una clientela que él no ha formado, con
o sin el consentimiento del Notario que la biza .
• • •
27. El contrato de profesión liberal.-Jurídicamente, la libre
elección del público se concreta en su libre contratación con el profe-
sional, mediante un contrato que en tiempos se consideró mandato
o arrendamiento de servicios, y que actualmente se individualiza
como contrato de prestación de obra intelectual o sencillamente con-
trato de profesión liberal; aunque, como en tantos otros sectores, la
libertad de contratación tienda aquí también a restringirse.
El Notario y su cliente contratan con toda normalidad en todo
el amplio espacio de la adecuación facultativa, ampliando las obli-
gaciones que el esquema legal pone a cargo del Notario; pero también
respecto de.la adecuación necesaria, a pesar de formar parte del tipo
legal de la-prestación notarial, es posible el convenio entre el Notario
y el otorgante en el sentido de disminuir contractualmente las obliga-
-343-
•••
28. La retribución.-&te contrato de 'Profesión liberal es one-
roso; el cliente tiene que satisfacer al profesional una retribución
por los servicios que de él recibe; y a fin de evitar los abusos que,
en una y en otra dirección, podrían producirse, el importe de la
retribución o los criterios para determinarlo suelen establecerse en
un arancel o tarifa, formado mediante la colaboración, en muy
diversas formas y medidas, entre la Administración y el Colegio
profesional respectivo,
La Ley Orgánica conservó este sistema de retribución de los
Notarios mediante Arancel (art. 45), que había sido observado entre
nosotros sin interrupción por lo menos desde la iegislación alfonsina
(Fuero Real, I-VIII-l; Espéculo, IV-XII-60; Partidas, lIl-XIX-15);
es también el procedimiento seguido en el mundo occidental que nos
rodea; así, en Bélgica, la tarifa notarial vigente, de 16 de diciembre
de 1950, ha sido profundamente modificada por Reales Decretos de
22 de enero de 1971 y de 7 de julio de 1976, e incrementada por
Real Decreto de 8 de agosto de 1978; en la Alemania Federal, la
Ley de Aranceles de 26 de julio de 1957 ha sido modificada por la
Ley de Documentación de 28 de agosto de 1969 y por la Ley de
30 de mayo de 1973, modificatoria también del Código civil; en
Grecia, el Código del Notariado de 25 de agosto de 1977, regnla los
honorarios de los Notarios en sus artículos 95 al 106, que sustituyen
la normativa anterior, contenida en la Ley Notarial de 18 de enero
de 1973; en Francia la llueva tarifa de los Notarios está establecida
por el Decreto núm. 78-262, de 8 de marzo de 1978; los aranceles
anteriores eran de 29 de septiembre de 1953, modificados en 17 de
-344-
• • •
29. La colegiación.-Profesión liberal y Colegio Profesional son
realidades que se exigen la una a la otra; el Colegio no puede existir
sin una profesión que constituya su substancia y la profesión no
puede quedar perfectamente definida y defendida si no se articula
en un Colegio. El profesional, en efecto, por su formación y supe-
rioridad técnica, no necesita protección frente a la persona que con-
trata sus servicios -como le ocurre al trabajador por cuenta ajena-,
sino frente a los otros profesionales: los: de su misma profesión
--concurrencia desleal-s-, y los de las profesiones vecinas -intru-
sismo-; el Estado fomenta, a 'Su vez,estos Colegios como instru-
mento de disciplina de unas profesiones que, por definición, son
libres; y para ello, la primera de las peculiaridades de los Colegios
Profesionales a que se refiere el artículo 36 de la Constitución es
la colegiación obligatoria, frente a la libertad sindical proclamada en
el artículo 7.° Son, pues, antitéticos los Colegios de profesionales
y los Sindicatos de trabajadores por cuenta ajena, y, entre ellos,
los de funcionarios públicos, cuyo derecho a la sindicación se reco-
noce, con peculiaridades, en el artículo 103-3 del texto constitucio-
nal; las personas que los integran, el principio a que obedecen, los
-347-
* * *
30. El trabajo en equipo.-Para no continuar indefinidamente,
vamos a tratar de un último punto; el trabajo en equipo de los
profesionales -de la misma y de distintas profesiones-, que tanto
se está difundiendo en la práctica como única soluci6n a los problemas
que afligen a las profesiones liberales y que, respecto de la profesi6n
notarial, ponía de manifiesto la Circular 67-21-bis, de 14 de noviem-
bre de 1967, del Ministerio de Justicia de Francia: "su ejercicio
individual resulta cada vez más difícil, debido a la diversidad y a
la amplitud de los conocimientos juridicos que implica, y necesita
también más, para ser plenamente eficaz, la modernización y des-
arrollo del equipamiento de los despachos".
Ha sido Francia, precisamente, el país europeo que más ha
avanzado en esta materia; la Ley 66-879, de 29 de noviembre de
1966, regul6 las sociedades civiles profesionales, y bien pronto su
aplicación a los Notarios fue desarrollada por el Decreto 67-868,
de 2 de octubre de 1967 y por la Circular antes citada. La práctica
de los demás países europeos occidentales presenta una evoluci6n
favorable al trabajo en equipo de los Notarios, como el de los demás
profesionales, y en España la modificación de los artículos 42 y
137 del Reglamento por el Decreto 2310/1967, de 22 de julio, ha
hecho posibles las uniones de despachos, con autorización de la
Junta Directiva; pueden verse 1::1'8 Resoluciones de 11 de abril de
1973 y de 11 de enero de 1978.
-348-
•••
31. La fe pública.-EI Notario viene normalmente considerado
cama un fedatario público; su funci6n suele resumirse en la frase
tradicional "dar fe"; y así lo hace el mismo artículo 1.°_1 de la
• • •
32. Crear lo que no vimos.-La fe pública del Notario se
adapta perfectamente a estas ideas en tema de actas, sobre todo
en las de presencia (art. 199-2) y en las de referencia (art, 208);
-350-
• • •
33. Los puros fedatarios públlcos.s-Bst« modalización de la
esencial fe-creencia, objetivada en eficacia, por la interferencia en
el estadio previo de la fe-creación originada por la función privada
del Notario de asesoramiento y adecuación, es la que separa al
Notario de los demás documentadores públicos. D'ORAZI lo pone
magníficamente de relieve: "Al notario se le encomienda, en efecto,
el desenvolvimiento de una actividad dirigida a establecer con exac-
titudel fin concreto querido por las partes. Cuando éste no sea
actuable jurídicamente, la actividad se dirige a identificar los límites
de variabilidad del propósito perseguido por las partes mismas, en
relación a los esquemas predispuestos por el ordenamiento jurídico,
adoptando por tanto el esquema más idóneo y más próximo al intento
práctico manifestado. = Así puede justificarse la antigua y aguda
intuición, ya recordada por mí, que hace del notario el dominus
negotii: así se acierta también a poner en evidencia la sustancial dife-
rencia que media entre la fase de valoración propia de todo docu-
mentador y la función de adecuación propia del notario, en conexión
con la función documental que le compete" (35).
Hace ya muchos años que, entre nosotros, lo había expuesto
BECEÑA, al comparar las funciones de los Secretarios Judiciales y las
de los Notarios: "La función del Secretario es al acto jurídico proce-
i
(34) SANAHUJA y SOLER (José M.a): "Tratapo de Derecho Notarial", Tomo 1
(Barcelona, Bosch. 1945. 499 págs.), pág. 2.
(35) D'QRAZI FLAVONI (Mario): "La responsabilitá civile nel1'esercizio del
Notariato", en "Contributi giuridici della Scuola di Notariato "A. Anselmi" nel
SUD primo decennio (1949-1958)" (Milano, Giuffré, 1958, págs. 37-85), pág. 68,
-352-
• • •
34. La autenticidad de fondo.-EI sentído estricto de fe pública
antes esbozado, circunscrito a la esfera de los hechos, como fuerte
presunción de verdad de la narración, se ve desbordado en la letra b)
del artículo 1.°_3 del Reglamento Notaríal; transcribamos entera-
mente este párrafo: "Como funcionarios ejercen la fe pública nota-
rial, que tiene y ampara un doble contenido: a) En la esfera de los
hechos, la exactitud de los que el Notario ve, oye o percibe por sus
sentidos. b) Y en la esfera del Derecho, la autenticidad y fuerza
probatoria a las declaraciones de voluntad de las partes en el instru-
mento público redactado conforme a las leyes"; síntéticamente lo
había dicho ya el articulo 1.°_1 de la Ley: "dar fe, conforme a las
leyes, de los contratos y demás actos extrajudiciales"; hacen plena
fe "de la convention", que decía el artículo 1.319-1 del Código de
Napoleón; no se trata, pues, de ninguna extralimitación reglamentaria;
el mismo artículo 1.218-1 del Código civil, redactado pensando espe-
-S54-
* • •
35. El control de legalidad.-Otra función pública esencial del
Notario es el control de la legalidad de los documentos que autoriza,
que se lleva también al artículo 1.°-1 de la Ley, "conforme a las
-~S6-
• • •
36.-Ejicacia analítica y eficacia sintética.-Estas dimensiones
que a la función pública del Notario imprime su función privada
-<:ontrol positivo y profundo de la legalidad; contribución a la auten-
ticidad de fondo; labor creadora-s-, explican buena parte de la
eficacia analítica y prácticamente toda la eficacia sintética del ins-
trumento público.
Se impone, por un lado, el más fino análisis del documento, a
fin de decantar, en cuanto a su contenido ideológico o expresivo, la
graduada eficacia de cada una de sus menciones. El sujeto del
pensamiento documentado pucde ser el Notario o pueden ser los
particulares que en él intervienen. Si el sujeto es el Notario mismo,
y su pensamiento pertenece a la esfera de los hechos, la eficacia de
la narración -fe pública en sentido estricto- puede conectarse
directamente con la función pública; pero si pertenece a la esfera
del Derecho, aunque el autor del pensamiento documentado sea el
Notario mismo, a la función pública hay que unir la función privada,
-357-
• ••
37. Acto notarial y acto administrativo.-"Hay un hecho incon-
testable -escribió NÚÑEZ-LAG05--: el acto notarial no es un acto
administrativo. No está sujeto a ningún régimen de disciplina jerár-
quica ni de recurso administrativo" (39). Si la función notaria! fuera
exclusivamente función pública habría que remontarse a la teoría
de la división de poderes para demostrar que, a semejanza de la
función judicial, había quedado fuera del Derecho Administrativo;
pero la concurrencia de la función privada y la especificación que
ella hace de la misma función pública, lo hacen innecesario.
El concepto de acto administrativo tiene actualmente una gran
amplitud; GARcíA DE ENTERRÍA lo define como "la declaración de
voluntad, de juicio, de conocimiento o de deseo realizada por la
Administración en ejercicio de una potestad administrativa distinta
de la potestad reglamentaria" (40); y dentro de estos términos no
cabe duda de que entran los actos administrativos de certificación,
(41) MARTÍNEZ JIMÉNEZ (José Esteban): "La función certificante del Es-
tado" (Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1977, 254 págs.),
págs. 84 y ss.
-359-
• • •
-360-
* * *
39. Función notarial y jurisdicción.-Laexistencía de este pro-
cedimiento notarial, la independencia jerárquica del Notario y la
neta separación que hemos visto entre función notarial y Adminis-
tración, entre acto notarial y acto administrativo, no deben llevar
a una asimilación entre las figuras del Notario y del Juez, entre
función notarial y Jurisdicción.
La función notariales eminentemente anteprocesal y antiproce-
sal; el procedimiento notarial no puede parangonarse, en absoluto, a
un verdadero y propio proceso, por falta de sujeción de las partes y por
* * *
Creemos haber demostrado que la función pública del Notario no
es nunca función pública pura, sino que aparece inescindiblcmente
mezclada y especificada por su función privada y que el acto notarial
tiene una naturaleza distinta a la del acto administrativo; todo ello
separa al Notario de los fedatarios puros, encargados de los actos
administrativos de certificación, que son los sometidos al Estatuto
de la Función Pública.
(44) MORELLO (A.), FERRAR! (E.) Y SORGATO (A.); "L'atto notarile" (Mi-
lano, Giuffré, 1977, 532 págs.}, págs. 345 y ss.
-363-
.. • *
40. El artículo 1.°_1 de la Ley Orgáníca.-"El Notario es el
[uncionario púbííco autorizado para dar fe, conforme a las leyes, de
los contratos y demás actos extrajudiciales", dispone el articulo 1.°_1
de la Ley Orgánica del Notariado, confirmada, en el punto a que
ahora nos referimos, por multitud de disposiciones del más diverso
rango. A pesar de todo 10 que a lo largo del presente apartado
iremos diciendo, todos los Notarios españoles son funcionarios públi-
cos, como dato de Derecho positivo, y no pueden ser privados de
esta condición en virtud de una Ley que defina de la manera que
juzgue más conveniente a su objeto lo que ha de entenderse por fun-
cionario público, sino solamente por renuncia expresa, pérdida de
la nacionalidad española y separación del servicio en virtud de expe-
diente disciplinario o por sentencia judicial, conforme a los artícu-
los 37 y siguientes de la Ley y a la Base 8-2 del Anteproyecto. Lo
que sí puede hacer una Ley -una Ley sobre el Notariado-, es
transformar todo lo profundamente que se quiera la figura del Notario
y el sistema notarial, pero respetando los derechos adquiridos -espe-
cialmente, como es sabido, los de índole económica- de los Notarios
actualmente existentes; una antigua redacción del Anteproyecto así 10
consignaba expresamente; ahora parece qne se guarda silencio sobre
ello, pero si una Ley de este nuevo ámbito llegara en tal sentido, y
perseverara en este silencio, tendrían que hablar los Tribunales de
Justicia.
• ••
41. Algunas notas diierenciales del Notario.-Todo esto sentado,
es preciso reconocer que en el Notario se dan una serie de notas
diferenciales que difícilmente se concilian con el concepto de un
verdadero y propio funcionario público; a todas ellas hemos ya tenido
ocasión de referirnos, por Jo que aquí nos limitaremos poco más
que a una enumeración:
-364-
* * *
42. La dirección mixta.-Estas particularidades tenian que pro-
ducir necesariamente dudas a la doctrina -notarialista y administra-
tivista, española y extranjera-, a la jurisprudencia y hasta al mismo
legislador.
El articulo 1.0 del Reglamento Notarial, conserva para el Notario,
como hemos visto, el carácter de funcionario público que le atribuye
la Ley, pero añadiéndole el carácter de profesional del Derecho.
En el mismo sentido se ha producido la jurisprudencia; Sentencia
de 18 de octubre de 1969: "el Notario, como profesional del derecho
y funcionario público", "tal profesional y funcionario"; Sentencia
de 17 de mayo de 1972: "en su doble condición de profesional del
derecho y de funcionario público"; Resolución de 4 de noviembre
de 1971: el Notario "tiene el doble carácter de funcionario público
y de profesional del Derecho".
Esta postura mixta, no uniformemente entendida, está amplia-
mente difundida en nuestra doctrina. Destaquemos, entre los nota-
ríalistas, a SANAHUJA: "El Notario tiene carácter público y privado
-367-
• ••
43. El Notario, oficial público.-El carácter de funcionario pú-
blico del Notario no puede para muchos conservarse ni con la adición
del carácter de profesional del Derecho, ni con la mezcla de los
elementos funcionariales y profesionalístas; y eu este sentido se habla
del Notario oficial público, no funcionario público.
"Les notaires sont les [onctionnaires publics", comenzaba el ar-
tículo 1.0 de la Ley de 25 de Ventoso del año XI; pero, como ha
demostrado recientemente PONDE (48), ello carecía de precedentes
y se debía únicamente al hundimiento, en la Constitución de 1791,
del antiguo régimen gremial, con el que se confundió el corporati-
vismo notarial, mientras que en su preámbulo se magnificaba a los
funcionarios: "ninguna otra superioridad que la de los funcionarios
públicos en el ejercicio de sus funciones". Pero la doctrina francesa
fue poniendo de manifiesto que el Notario no debía calificarse de
• • •
44. El ejercicio privado de funciones públicas.-El equilibrio
entre el funcionario u oficial público y el profesional del Derecho,
se quiebra en favor de éste cuando la actuación del Notario viene
explicada, según la conocida tesis de ZANOBINI, como un supuesto
de ejercicio privado de funciones públicas.
El Tribunal Supremo ha adoptado modernamente esta concep-
ción; Sentencia de 26 de junio de 1976: "ejercicio privado de fun-
ciones públicas atribuidas a los Notarios"; Sentencia de 31 de marzo
de 1977: "ejercicio privado de funciones públicas, cuales las desem-
peñadas por los Notarios". Antes, según vimos, lo había hecho el
Consejo de Estado en su dictamen número 28.999, de 25 de octubre
de 1962, sobre el anteproyecto de lo que iba a ser texto articulado
de la vigente Ley de Funcionarios Civiles del Estado, al afirmar, en
cuanto a los funcionarios excluídos como no remunerados por Presu-
puesto, "que, de ordinario, tampoco son verdaderos funcionarios,
sino más bien profesionales que ejercen privadamente determinadas
funciones públicas", palabras que están referidas, en primer tér-
mino, a los Notarios.
En la doctrina notarialista, esta posición fue parcialmente man-
tenida por NÚÑEZ MORENO: "Por lo que se refiere a la relación
jurídica, la función notarial es una función técnica y es una función
social. Con relación al documento es una función pública, pero de
ejercicio privado" (49). Más éxito ha tenido entre los administrati-
* * *
45. Concesión, sustitución, auxilio.-Entre las doctrinas admi-
nistrativistas que tratan de concretar la forma de producirse ese
ejercicio privado de funciones públicas, o de remozar, en general,
esta doctrina, han tenido algún eco entre nosotros las indicadas
en el presente enunciado. La teoría de la concesión ha sido moder-
namente acogida por MARTÍNEZ JlMÉNEZ, en la mejor obra de con-
junto sobre "La función certificante del Estado": los Notarios son
"concesionarios de la fe pública certificante"; "se trata de una pro-
fesión liberal ejercitada a través de una concesión especial. Esta
concesión es de una función, la función de la fe pública" (54). La
teoría de la sustitución, iniciada por GIANNINI y muy difundida actual-
mente en Italia, ve en los Notarios uno de los supuestos más claros
de "ejercientes por sustitución una actividad pública", desde una
"posición de extraneidad al organismo administrativo", desde "la no
participación orgánica en la estructura de los entes del Estado"
(VOCINO) (55). Por su parte ALESSI encuadra a los Notarios entre
los sujetos auxiliares de una función pública en base de una profe-
sión, en contraposición a aquellos que lo hacen en base a una conce-
sión. Recordemos entre nosotros en el primer sentido la "vicariedad"
de LLISET BORREL (56) y en el segundo a Royo-VILLANovA: "ejerce,
sí, una función pública, pero que ésta tiene un carácter auxiliar...
de fe pública en la vida jurídica de los particulares, asumiendo cierto
aspecto profesional" (57).
Estas doctrinas no pasan de tener una significación meramente
descriptiva, desde una perspectiva exclusivamente administrativista.
Pero no penetran en la esencia de la función notarial, que no tiene
una naturaleza "administrativa", de manera que la Administración
pudiera llevarla a cabo por sus propios funcionarios, aunque por
razones de oportunídad la hubiera "concedido" a unos profesionales
o hubiese autorizado a que éstos "sustituyesen" a aquellos. De
ninguna manera puede hablarse de sustituir o de conceder respecto
a toda la función privada, profesional, de los Notarios, que los
funcionarios administrativos no podrían realizar; ni tampoco en cuanto
a su función pública, porque no es una "pura" función pública, sino
que está modalizada por la función privada, de la que no es separa-
• • •
46. La actividad profesional con transcendencia pública.-Una
doctrina de gran interés ha sido expuesta recientemente por GARCÍA
DE ENTERRÍA: "la denominada función pública del Notario -en
nuestro sistema jurídico- no es, propiamente, una función que
corresponda al Estado y que éste delega a determinados profesiona-
les, sino que, más bien, es una actividad profesional con transcen-
dencia pública de modo que quíen la ejercíta, por razón de ejercitarla
legalmente, asume ipso iure una función pública, sin que sea posible
hablar de un fenómeno de transferencia, concesión o delegación de
funciones. El Estado reglamenta y tutela esa activídad que, como
dice la doctrina italiana, implica el ejercicio de una función pública
en base al desempeño mismo de una profesión" (58). Todas las
profesiones liberales, incluso la del Abogado o del Médico, son, en
efecto, como decía SAVATIER, "para-públicas" (59), tienen un marcado
interés público, que se acentúa en el caso del Notario; pero no cabe
desconocer que la mayor parte de los problemas que modernamente
afectan a la profesión notarial son enteramente semejantes a los que
presentan en general las profesiones liberales.
• • •
47. Funcionario público y funcionario del Estado.-En nuestra
doctrina notarial, desde otro punto de' vista, ha estado muy difundida
• • •
48. Funcionario público y funcionario de la Administración.-
En muchas de estas concepciones late la necesidad de no confundir
al Notario con los funcionarios de la Administración; y no solamente
por la consideración de índole política de mantener la independencia
• • •
El desdibujamiento, al menos, de la condición de funcionario
público del Notario es evidente; y, desde luego, el Notario no tiene
nada que ver con el funcionario de la Administración Civil del
• • •
(64) MARTíNEZ JIMÉNEZ, op. cít., en nota 41, pág. 38.
-375-
• • •
50. Origen del Notariado de tipo latino.-En Occidente, los
tabeliones sobrevivieron, al igual que otras corporaciones profesio-
nales, a la caida del Imperio, produciéndose una fragmentación terri-
torial recientemente estudiada entre nosotros por el Notario José
BONO (66) a base de distinguir cinco áreas documentales funda-
mentales: ravenatense, lombardo-toscana, franca, alemana y visigoda;
en cuanto a ésta, el Liber Iudiciorum (VII-5-9), ya contrapone los
notarii a los notarii publici o del oficio palatino; la elevación de
aquellos -los antiguos tabeliones- de simples scriptores a notarii
publici, y la correspondiente transformación de la charta en instru-
mentum publicum, dotado de fe pública, se realiza sin bruscas muta-
ciones merced al influjo de los glosadores, que crean una propia
doctrina notarial, y de los canonistas que, paralelamente, la aceptan
y mantienen; el fenómeno surge en Italia, a partir del siglo XI, y
el mayor florecimiento de la ciencia notarial tiene lugar en el siglo XIII,
en la Universidad de Bolonia, con RAINERO DE PERUGIA, SALATIEL,
ROLANDINO, etc.
• ••
51. Desarrollo del Notariado de tipo latino.-También en el
siglo XIII empiezan las principales ordenaciones legales del Notariado
latino: en 1231, la contenida en el Liber Augustalís del Emperador
Federico II para el Reino de Sicilia; en 1232 la Ordenanza del
duque Mateo II para el Ducado de Lorena, y, limitándonos a nuestro
Derecho, con importantes precedentes en los Fueros extensos, espe-
cialmente en los de la familia Cnenca-Teruel, Jaime I dicta en 1240
una ordenación notarial para el reino de Valencia, contenida en los
(66) BONO (José): "Historia del Derecho Notarial Español", 1-1, Madrid,
1979, 376 págs.; conf. págs. 58 y ss.
Fori regni Valentiae, y en 1247 otra para Aragón, qne forma parte
de la Compilación de Huesca; inmediatamente después se produce la
insuperable obra de Alfonso X para Castilla, con el Fuero Real, el
Espéculo y las ·Partidas.
Es, pues, el Notariado latino consecuencia de la implantación
del Derecho romano común, y a la vez concausa de la misma, pues
las fórmulas notariales contribuyeron grandemente a su arraigo; por
ello el Notariado latino llega hasta donde alcanza el fenómeno de
la recepción y, sin que sea obstáculo esa denominación de "latino",
en el siglo XIV se expande por Alemania, siendo regulado en 1512
por la Reichsnotarordnung del emperador Maximiliano I.
España llevó el Notariado latino a la América española, como
por su parte hicieron Portugal (Brasil) y Francia (Louisiana, Quebec).
y en nuestros días, el sistema latino de Notariado se difunde por
países de culturas bien distintas, como Turquía o el Japón, y tiende a
abrirse paso en el tercer mundo.
En todas partes, la fc pública se había unido al documento
sin mengua de la profesionalidad de su autor (que llegó en muchas
partes al grado extremo de la venalidad del oficio) y de su consi-
guiente independencia de la Administración pública.
• • •
52. Sistemas jurídicos y sistemas notariales.-En el mundo actual,
dejando a un lado otros sistemas de base preferentemente religiosa
o filosófica, como el musulmán o el hindú, más alejados de nos-
otros, existen tres sistemas o familias -para seguír la expresión de
René DAVID (67)- de Derecho; la familia romano-germánica, basada
en el Derecho romano, la familia anglosajona o de la common law
y la constituida por los Derechos socialistas.
A estos tres sistemas jurídicos corresponden otros tantos tipos
de Notariado totalmente diferenciados; al sistema romano-germánico,
el Notariado propiamente dicho o Notariado latino; al sistema de
la common law el no evolucionado Notariado anglosajón; y al sistema
• ••
53. El Notariado latino.-La esencia y difusión del Notariado
latino ya han sido puestas de manifiesto suficientemente en las páginas
que preceden; nos limitaremos aquí a contemplarlo en las legislacio-
nes más características, especialmente las más próximas a nosotros;
labor muy facilitada por la publicación, en 1975, por la Fundación
para el progreso de la Ciencia Notarial de Amsterdam, de un libro
grandemente interesante: "Le Notariat latin de demain".
1. Italia.-País origen del Notariado latino, lo ha mantenido
a lo largo de toda su historia; la función privada del Notario está
reconocida en el articulo 47-3 de la Ley Notarial, de 16 de febrero
de 1913: "Spetta al notaio soltanto d'indagare la volanta delle partí
e dirigere personalmente la compilazíone integrale dell'atto" yen
el artículo 67-1 de su Reglamento, de ID de septiembre de 1914:
"Spetta al notaío di dirigere la compilazione dell'atto dal principio
alla fine, anche nel caso che lo faccia scrivere da persona di sua
fiducia; a lui solo compete d'indagare la volanta delle parti e di
chiedere, dopo di aver dato ad esse lettura dell'atto, se sia conforme
alla loro volanta"; con esta base positiva, desde luego no excesiva,
se ha edificado toda la teoría bifróntica dominante, del Notario
"pubblico ufficiale e libero proiessionista", expresamente acogida en
el artículo 1.° del último de los proyectos de reforma redactados
en Italia, el GONELLA-1972.
Doctrinalmente, y especialmente a partir de la Mesa Redonda
-379-
(68) Conf. "11 ruolo del notaio nelIa formazione del regolamento contra-
ttuale", Universitá degli Studi di Camerino, 1976, 139 págs.
-380-
• • •
54. La Unión Internacional del Notariado Latino.-Los Nota-
riados de tipo latino no están aislados; desde 1948 están agrupados
en la Unión Internacional del Notariado Latino, integrada por treinta
y seis países, entre los cuales, además de los lingüísticamente de raíz
latina, se encuentran Alemania Federal, Austria, Holanda, Grecia,
Turquía y Japón; otros países envían observadores a sus Congresos
y son varios los que tienen solicitada o desean solicitar su admisión,
intentando al propio tiempo acercarse a la organización notarial
latina.
La Unión, como dice el artículo 1.0 de sus Estatutos, "representa
la unidad espiritual del Notariado Latino", y el concepto que tiene
del Notario quedó ya acuñado en el Primer Congreso Internacional
(Buenos Aires, 1948): "El Notario latino es el profesional del Dere-
cho encargado de una función pública consistente en recibir, inter-
pretar y dar forma legal a la voluntad de las partes, redactando
los instrumentos adecuados a ese fin y confiriéndoles autenticidad,
conservar los originales de éstos y expedir copias que den fe de su
contenido"; al conmemorarse su XXV aniversario, el XII Congreso
Internacional, reunido por segunda vez en la capital argentina, emitió
la llamada Declaración de Buenos Aires, en la que se reitera que
"es finalidad de la Unión lograr para todos los países miembros un
desarrollo armónico de la actividad notarial en donde secorijugan: ...
El ejercicio de su misión en el doble aspecto de profesionales del
derecho que dan forma jurídica adecuada a la voluntad manifestada
por las partes, y fedatario por delegación del Estado que otorgó al
notario y sólo a él la investidura para legitimar y dar autenticidad
a las convenciones, fijándolas en el tiempo, de manera tal que por la
forma que las contiene produzcan plena fe", y añade: "Que esta
caracterización del Notario de tipo latino, independiente en el ejer-
cicio de su función, libremente elegido por los particulares y direc-
tamente retribuido por éstos es incompatible con la organización del
.Notario directamente dependiente de la Administración Pública y
retribuido por ésta como cualquier otro funcionario".
Son órganos de la Unión la Asamblea de los Notariados miem-
bros y el Consejo Permanente, con un Presidente, que es el Presidente
de la Unión, y tres Vicepresidentes, uno para cada una de las si-
guientes zonas: Europa y otros países no americanos; América del
Norte, América Central y Caribe; y América del Sur. Hay una Comi-
sión de Asuntos Europeos, con una Sección del Mercado Común,
y una Comisión de Asuntos Americanos. Cuenta, como instituciones,
con la Oficina Notarial Permanente de Intercambio Internacional
(ONPI), para la difusión, intercambio, información y edición de la
Revista Internacional del Notariado y de otras publicaciones, y con
los Secretariados Permanentes, para la recopilación, sistematización,
circulación y archivo de toda la documentación relativa a la Unión;
hay un Secretariado Permanente Americano, con sede en Buenos
Aires, y otro Europeo, con sede en Milán. Organiza los Congresos
Internacionales -el XV Congreso se acaba de 'celebrar en París,
mayo de 1979-, y patrocina las reuniones profesionales que excedan
del ámbito meramente nacional. Y ostenta la representación del
Notariado ante todos los Organismos Internacionales.
Para dar idea de la importancia que, en este ámbito internacio-
nal, tiene la Unión Internacional del Notariado Latino baste hacer
resaltar que ha sido reconocida como Organismo Consultivo no Guber-
namental en 1977 por la UNESCO y el 5 de mayo de 1978 por
la ONU, y que está representada ante la FAO, la Organización de
Estados Americanos (OEA), el Consejo de Europa y Parlamento
Europeo, el Mercado Común Europeo, el Mercado Común Ameri-
cano, los Organismos de Ginebra, la Asociación Latino Americana
de Libre Comercio (ALALC), el Pacto Andino, la Conferencia de
La Haya, Unidroit, la lnternational Bar Association, la Internatio-
nal Law Association y el Instituto Hispano-Luso-Americano de Dere-
cho Internacional; por lo que respecta al Mercado Común Europeo
son de destacar sus actuaciones en tema de Sociedad Anónima
Europea y de unificación de poderes.
España pertenece a la Unión Internacional del Notariado Latino
desde su fundación, desempeñando en ella un papel de primera fila;
aquí se han celebrado <19s ..Congresos Internacionales de la. Unión,
-385-
• • •
55. El Notariado anglosajón.-Las tareas que lleva a cabo el
Notario en los países latinos no son llenadas en Inglaterra entre las
tres diversas categorías de profesionales concurrentes en este campo:
el solicitor, el comisario para juramentos (commissioner of oaths) y
el notary o public notary; porque cuando nos preguntamos cuál de
ellos es el verdadero Notario, la respuesta más acertada es que no lo
es ninguno de los tres, y la respuesta completa es que tampoco lo son
los tres juntos, porque es frecuente que la misma persona reúna
las tres cualidades. Baste recordar que el Common Law desconoce
el documento auténtico y su eficacia de fe pública, de manera que,
como dice GALGANI refiriéndose en concreto al public notary, su
intervención sólo confiere al documento "un color de particular vera-
cidad", por lo que el public notary únicamente puede llegar a ser
considerado como "testigo cualificado" (74); la comparación parece,
por tanto, que ha de centrarse en el documento en sí y en la actuación
profesional para el mismo, prescindiendo de la eficacia que la Ley
le atribuya.
El profesional inglés que, en tesis general, más se aproxima,
quizá, en el sentido indicado a la figura del Notario latino es el
solicitor, jurista que tiene, entre otras, una función de documentación
(74) GALUANI (Sergio): "Notary or public Notary - Una yace del' Enci-
clopedia britannica", en los "Contributi", cits., supra, nota 35 (págs. 167·70).
págs. 168 y 169.
-3B6-
• • •
56. El Notariado estalal.-Un tercer tipo de Notariado es el
rígidamente estatal, integrado por Notarios puros funcionarios públi-
cos, con formas de origen tradicional, que tienden unas veces a la
esfera judicial y otras a la administrativa, central o local, y con
carácter claramente residual, lo hará que no nos ocupemos de ellos.
Pero hay dos sistemas de Notariado administrativo que a nuestros
efectos presentan especial interés.
El primero es el que concuerda con el sistema jurídico colecti-
vista, del que podemos tomar como prototipo el Notariado de la
URSS. En Rusia existía un Notariado de tipo judicial, que tuvo su más
importante manifestación en la Ley Notarial de 14 de abril de 1866;
tras la Revolución se establecieron Secciones Notariales en los Soviets,
pero ya el 4 de octubre de 1922 se crea el Notariado estatal y el
-389-
• ••
El Notariado español no es, pues, un "residuo feudal", como
se ha llegado a insinuar, sino nno de los modelos del tipo latino
de Notariado, que es el Notariado más avanzado y el único que en
realidad merece este nombre. Otra conclusión creemos que se deduce
del estudio histórico y comparatista que precede; ni la Historia ni
el Derecho comparado tienen, desde luego, valor normativo para
nuestro legislador; pero muchas y muy poderosas razones habrán
de acumularse para abandonar una tradición histórica secular y para
intentar trazar nuestras instituciones -"provincialismo" lo llama
RENÉ DAVID (78)-, al margen de los países de nuestras mismas
concepciones culturales, jurídicas, políticas y sociales, obstaculizando
la integración a que estamos llamados.
• • •
57. La función privada y el carácter profesional.-En el Nota-
riado de tipo latino el Notario tiene una función privada, que se
añade a su función pública y la modaliza, y que hace que el Notario
sea un profesional del Derecho, además de ser un funcionario público,
e incluso que deje de ser, en su sentido rígido o estricto, un puro
funcionario público y sea fundamentalmente un profesional; es la
esencia misma del Notariado latino.
En el Notariado administrativo, por el contrario, el Notario es,
pura y simplemente, un funcionario de la Administración del Estado,
encargado de una función pública stricto sensu; el Notario, hasta
por definición, no podría ejercer una función privada en conexión
con su función pública, ni podría ser profesional del Derecho además
de ser funcionario público; menos todavía podría imaginarse que la
función privada afectase a la función pública y el carácter de profe-
sional a la naturaleza del funcionario.
El artículo 1.° del Código del Notariado portugués señala, en
efecto, la esencia pública de la función del Notario: "La función
-392-
notarial tiene esencialmente por fin dar forma legal y conferir auten-
ticidad a los actos jurídicos extrajudiciales"; el consejo habrá de
buscarse por los otorgantes fuera de la Notaría y antes de acudir
a ella, sin que el Notario se interfiera, según pone de manifiesto la
regulación de los otorgamientos conforme a minuta: "Los notarios
deben reproducir las minutas, salvo en aquello en que infringieren
leyes de interés y orden público"; "las minutas, una vez reproducidas
en el acto, quedan archivadas, después de rubricadas por Jos otorgan-
tes o de haber sido puestas en todas sus hojas las respectivas impre-
siones digitales" (art. 58°-2 y 4).
En un sistema político autoritario, en el que, fuera del ámbito
del interés político, subsiste un cíerto clima de libertad profesional,
los particulares pueden, ciertamente, buscar otros asesores; pero
ello no les es posible en un sistema colectivista en el que, al igual
que ocurre con los Notarios, también están funcionarizados los Abo-
gados y, en general, cualquier consultor jurídico; se ha dicho, en
consecuencia, que en la URSS los Notarios tienen también función
de consejo, pero la "función de control" que les está atribuída lo
impide totalmente; como ha escrito REGHIZZI, "la ingerencia notarial
cn los actos jurídicos privados es ciertamente más intensa y extensa
que en los ordenamientos occidentales y una semejante función de
vigilancia va indudablemente en menoscabo de aquella que el notario
podría desenvolver como consultor de las partes" (79); lo que ha
querido llamarse función de consejo no es otra cosa que la función
de asistencia de todo funcionario, recogida en el artículo 8.°-1 de
la Ley del Notariado Estatal de 1973.
• • •
58. El interés público y el interés privado.-Y es que el Nota-
riado, en el sistema colectivista, es una institución directa e inme-
diatamente destinada a la satisfacción de un interés público, y más
en concreto, de un interés estatal; bien lo pone de manifiesto el mismo
artículo 1.0 de la Ley del Notariado Estatal: "La función del nota-
riado estatal consiste en la protección de la propiedad socialista, de
• • •
59. Algunas consecuencias funciona/es e instrumenta/es.-De
este diferente punto de partida y de aquella existencia o supresión
de la función privada, derivan una serie de consecuencias que separan
radicalmente, desde el punto de vista del Derecho Notarial, el sistema
latino y el sistema administrativo.
l. En el sistema administrativo el Notario es por esencia un
fedatario; su función puede ampliarse hasta llegar a ser un docu-
mentador, un creador de documentos, cuando no se limita a extender
una diligencia pública en un documento ajeno, sino que confecciona
él mismo el documento, pero en virtud de minuta o instrucciones
completas ajenas. En el sistema latino el Notario es también un
docurnentador, pero como dice CARNELUTTI, "ser documentador es
-394-
• • •
60. La independencia y la subordinación jerárquica.-La inde-
pendencia profesional del Notaría en el sistema latino, consagrada en
nuestro artículo 1.°_3 del Reglamento, se contrapone a la subordi-
nación jerárquica propia de toda Administración Pública; las COnse-
cuencias de esta dicotomia son también numerosas; nos limitaremos
ahora a las de tipo organizativo.
1. La actuación del profesional es personalísima, al estar basada
en la confianza del cliente; los funcionarios son, por el contrario,
fungibles; la funci6n notarial en el sistema administrativo se desperso-
naiiza;en el sistema latino, propiamente, no hay Notarías, sino
Notarios; y en el sistema administrativo lo que hay son Notarias y
funcionarios que las sirven; lo mismo en Rusia que en Portugal
el nombre del Notario ha desaparecido hasta del sello.
2. El sistema de libre elección de Notario del sistema latino
apenas puede sobrevivir en un sistema funcionarizado, basado en el
funcionario competente. En Portugal, por ejemplo, en todas las
poblaciones en que haya más de una Notaría, excluidas Lisboa y
Oporto, los servicios notariales funcionan en régimen de Secretaria
(art, 12° D-L 44.063), esto es, de Notaría Unica, y los asuntos son
repartidos, por turno o semanalmente, entre los diversos Notarios,
de forma que sólo los restadores, los donantes y los adoptantes pueden
elegir Notario (art. 6.° del Código).
3. La burocratización se incrementa vertiginosamente en el sis-
tema administrativo. En Portugal, según los articulos 10, 12 Y 13 del
Código del Notariado, los Notarios tienen que llevar nada menos
qne diecisiete libros: ocho de actos notariales, cuatro de oficina y
cinco de Secretaria; y las obligaciones burocráticas periódicas que,
en 1963, consignaban PIRES y SARAIVA (91) eran cuatro semanales
(3 en los 2 primeros días hábiles y 1 en los 3 primeros días hábiles
de la semana), veintiuna mensuales (1 en los dos primeros días hábi-
les, 1 antes del día 5, 3 antes del día 8, 4 antes del dia 10, 1 del
10 al 20 de cada mes, 9 antes del día 15 y 2 antes de fin de mes)
y ocho anuales (l antes del 5 de enero; 1 antes del 10 de enero;
1 antes del 30 de enero; 1 del 1 al 8 de febrero; 1 antes del 15 de
febrero; 2 antes de fin de febrero; y 1 en el mes de marzo): más
de 450 envíos anuales de partes, índíces, estadísticas, etc., además
de los correspondientes a documentos concretos; es de suponer que
esta complicación burocrática habrá ido en aumento.
4. La agilidad del profesional no puede pedírsele al funcionario;
muchas actas notariales obedecen a que no 'es posible esperar el
tiempo que exige el desplazamiento de un Juez, o de un Inspector;
un Notariado funcionarizado no sería una ayuda, sino una rémora
para el mundo de los negocios.
5. La organización por Colegios es propia del Notariado latino
de profesionales libres; de ahí los Colegios Profesionales; en un
Notariado de tipo administrativo, los Notarios habrían de seguir el
sistema sindical de los funcionarios públicos frente al Estado em-
pleador.
• • *
61. Control de legalidad y control político.-E! Notario desem-
• • •
62. Los principios de legalidad y de jerarquía normativa.-Este
control político que se persigue mediante la funcionarización del
Notariado, pone de relieve otra dimensión, más profunda jurídica-
mente, de la subordinación jerárquica del Notario en el sistema
administrativo. En el sistema latino, como hemos visto. el Notario
* • *
63. Notariado y régimen democrático.-La misma concordancia
que hasta aquí hemos contemplado entre sistema administrativo de
Notariado y regímenes colectivistas y autoritarios, de izquierda y de
derecha, existe entre Notariado latino y libertades públicas y privadas,
entre el sistema latino de Notariado y régimen democrático. Hace un
par de años, en la sesión inaugural del 74" Congreso de los Notarios
de Francia (Niza, Mayo-I977), el Ministro de Justicia francés,
Mr. Alain PEYREFITTE, resumía perfectamente este importante papel
del Notariado latino en nuestras sociedades democráticas: "je voudrais
vous redire ma conviction quiest la conviction du Gouvernement,
que le Notariat de France, qui est 11 la pointe des professions libérales,
est essentiel il notre socíété libérale. = Le jour oü notre société
libérale serait mal en point, bien vite le Notariat iuí-méme serait mal
en point. Le jour 011 le Notariat serait gravement atteint, c'est bien
vite notre société de liberté elle-méme qui serait gravement atteínte".
De aquí que, como ya hemos visto, el Primer Ministro francés,
Mr. Raymond BARRE haya declarado en su alocución al XV Congreso
Internacional del Notariado Latino (Paris, 2l-Mayo-1979) que "por-
que participa de la gran tradición de las profesiones liberales, el
notario desempeña también una función de libertad, por el papel
preciado de asesor, de árbitro y de conciliador que juega entre las
partes", añadiendo: "Este concepto de vuestra profesión, lo ha hecho
suyo el Gobierno francés desde hace mucho tiempo y se atiene
al mismo sin ambigüedades. Para nosotros, el estatuto del Notariado
excluye toda idea de funcionarización". Tratemos de explicar breve-
mente esta conexión entre régimen democrático y Notariado latino.
* * *
64. Las libertades civiles.-"Dondequiera que florece el Nota-
riado -IlOS dice la Moción de la Comisión "Pietro Micheli"-,
allí hay también un reconocimiento y un respeto a las libertades indi-
viduales, protegidas por el Estado y desenvueltas y hechas efectivas
en gran medida por medio de la actividad de los notarios". El No-
tariado latino confiere ante todo a la persona una libertad civil que,
según hemos comprobado, muy difícilmente puede sobrevivir en un
Notariado funcionarizado; el derecho a la libre elección de Notario.
Este derecho, esta libertad, es un derecho fundamental de la
persona si se tiene en cuenta la índole privada, familiar, íntima, que
muchas veces tienen los asuntos sometidos a la intervención notarial.
y es garantía indispensable para el normal funcionamiento de las
restantes libertades civiles. Piénsese en lo que quedaría de la libertad
testamentaria sin la libre elección de Notario: tendría que refugiarse
en el testamento ológrafo; como tantas y tantas libertades, ante el
Notarío impuesto, se refugíarían en el documento privado.
Esta defensa de las libertades y de los derechos civiles tiene
lugar mediante actas notariales y en las mismas escrituras públicas;
baste citar, como ejemplo bien reciente, las Resoluciones de 8, 11,
Y 26 de febrero de 1977 y de 4 de mayo y 22 de noviembre de 1978,
-403-
• ••
65. El modelo económico.-Entre estos derechos civiles están
los de índole económica, sustancialmente, "la libertad de empresa en
el marco de la economía de mercado" que reconoce el artículo 38
de la Constitución, que es la que corresponde al Notariado de típo
latino, frente al Notariado administrativo, propio, como hemos visto,
de una economía colectivísta o al menos fuertemente intervenida. En
el XV Congreso Internacional del Notaríado Latíno, recientemente
celebrado en París (mayo, 1979) se han tratado especialmente estos
problemas a través de tres temas: "La empresa y la función del
Derecho; sus necesidades jurídícas y contractuales. El papel del
Notario en su satisfacción"; "La vida jurídica de la empresa indivi-
dual"; y "Formas jurídicas de la empresa social". Baste remitirnos
aquí a las ponencias de los Notarios españoles (Antonio de la Espe-
ranza Martínez-Radío; José Luis Espinosa Anta; Francisco Lucas
Fernández; Luis Roca-Sastre Muncunill; Isidoro Lora-Tamayo Ro-
dríguez; Luís Rojas Montes; Juan Romero-Girón Deleito), y a las
conclusiones adoptadas.
• • •
66. Los derechos políticos y administrativos.-También los dere-
chos politicos han encontrado frecuentemente la garantía del Notarío
latino, mientras que el Notariado administrativo ha sido utilizado
-404-
• * •
• * •
• ••
69. El costo del servicio notarial.-También desde el punto de
vista de su costo, el Notariado latino se muestra muy superior al
Notariado administrativo.
El costo puede considerarse, ante todo, desde el punto de vista
del Estado. En el sistema administrativo del Notariado todos los
gastos de instalación y sostenimiento de las oficinas notariales tienen
que ser a cargo de los Presupuestos del Estado, mientras que con-
forme al sistema latino todos estos gastos son satisfechos por los
Notarios, sin que el Estado abone absolutamente nada, ni siquiera
por razón de jubilaciones. El problema sería prácticamente insupe-
rable en el momento de tránsito de sistema, con la instalación ex novo
de todas las Notarías, adquisición o arriendo de locales, material de
oficina, mecanización, sueldos de Notarios, sueldos de los empleados
-cuyo alto nivel no seria fácil rebajar-, seguridad social de éstos,
asunción de todas las obligaciones mutualistas para con Notarios y
empleados jubilados y los familiares de los fal1ecidos, etc. Pero aun
sin considerar este momento del tránsito, las obligaciones que el
-407-
• • •
70. La función promocional del Notario.-La reciente Resolu-
ción de la Dirección General de los Registros y del Notariado de
28 de noviembre de 1978, que ya hemos citado, hace constar que
el problema discutido "resalta uno de los aspectos de la función
notarial, que no sólo da autenticidad al documento redactado, sino
que además, en su misión asesora y materializadora de la voluntad
de las partes, el Notario intenta construir y dar solución jurídica
a las dificultades y problemas que la realidad de la vida ordinaria
ofrece con la protección de todos los intereses en juego". Séanos
permitido terminar estas notas con una referencia a esta tarea pro-
mocional o de colaboración del Notario latino, con su labor profe-
sional, a la evolución del Derecho. El fenómeno es bien conocido;
fue ya estudiado por CASTÁN (98), y siempre se ha puesto de mani-
• • •
La superioridad del Notariado latino frente al Notariado admi-
nistrativo es, pues, clara, desde todos los puntos de vista. Su intro-
ducción sería, en los momentos actuales, especialmente perjudicial,
al privar a los españoles del asesoramiento notarial en vísperas de
tantas reformas legislativas como van a afectarle.
PROBLEMAS FISCALES RELACIONADOS CON LA
DOCUMENTACION NOTARIAL
por
Registrador de la Propiedad
DERECHO TRANSITORIO
• ••
Aunque las oficinas gestoras no suelen exponer por escrito los
razonamientos jurídicos en los que se basan para pretender enervar
la aplicación de la exención (lo cual constituye un evidente motivo
para pedir la nulidad de las liquidaciones practicadas, por cuanto
el silencio dc la Administración provoca una indefensión del contri-
buyente), ciertamente de una forma verbal tales Oficinas argumentan
cual es la razón de su proceder; estiman que la denominada Ley
Castellana de 3 de diciembre de 1953 y la vigente normativa fiscal
sobre polígonos de nueva urbanización son incompatibles y que en
consecuencia no puede reconocerse a los adquirentes de pisos sitos
en ciertos polígonos la exención del Texto Refundido por cuanto los
edificios sitos en tales poligonos podían acogerse a los beneficios
genéricos de la Ley de 3 de diciembre de 1953.
Si efectivamente existiese incompatibilidad entre la Ley de diciem-
bre de 1953 y el Texto Refundido del Impuesto de Transmisio-
nes y con el Decreto de 27 de mayo de 1968, habría que aplicar
a la colisión de normas sucesivas en el tiempo los principios de la
hermenéutica jurídica. En este caso habría que estimar que se había
producido una derogación tácita de la Ley de 1953 por las otras
normas a que nos acabamos de referír, pues esto es 10 que ocurre
-425-
han sido los detalles adjetivos. Así que por ejemplo y para no agotar
el tema podemos destacar las diferencias con 10 establecido en la
Ley del Suelo de 12 de mayo de 1956, que se refiri6 a esta materia
en el artículo 193.1. En el apartado e) de dicho precepto se habla
de la transmisi6n de la propiedad de edificios (y no se contempla
la posibilidad actual de que la enajenaci6n pueda comprender vivien-
das separadas); por otra parte la Ley del Suelo exigía para conceder
la exenci6n que la transmisi6n de la propiedad se hubiera efectuado
dentro de los seis primeros años desde la terminación del edificio
(mientras que el Texto Refundido y el Decreto de 1968 restringen
el ámbito temporal a s610 los tres primeros años desde la terminación
del edificio).
Estas diferencias marginales, que no afectan a la esencia de la
exoneración concedida, confirman, por vía adjetiva, el deseo de
prolongar la exención, si bien con circunstancias cambiantes que la
vayan adecuando a los cambios temporales y a las coyunturales
políticas económico-tributarias del Gobierno. En definitiva lo que
está haciendo el legislador es cumplimentar las exigencias del derecho
transitorio, como lo demuestra un examen somero de las disposicio-
nes transitorias del Reglamento del Impuesto de Derechos Reales
de 15 de enero de 1959 y más recientemente la propia normativa
transitoria del Texto Refundido de abril de 1967.
En efecto; la disposición transitoria segunda después de preceptuar
que "quedan sin efecto cuantas exenciones y reducciones no figuren
mencionadas en esta Ley" (aquí se brindaba una amplia posibilidad
para la derogación tácita a que tantas veces hemos aludido y que no
obstante repudió expresamente el legislador); añade Ha cuyos pre-
ceptos habrá de estarse exclusivamente para determinar la extensión
de las exenciones en ella recogidas". Esta extensión es la que cons-
tituye un refrendo para esas diferencias que hemos puesto de relieve,
como la de los tres o los seis años o la de la transmisión en bloque
de los edificios o sólo de las viviendas o la más reciente (innovada
por el Decreto de 1968) de que el polígono haya de estar contenido
en un plan parcial. Esta es la cambiante "extensión de una exención"
que, en su sustancia básica, se mantiene pese a los cambios acciden-
tales.
-428-
•• •
-430-
• ••
El artículo 190 de la Ley del Suelo se refiere a los sectores de
reforma interior, sobre los que incide la Ley del Suelo y la norma-
tiva anterior a ella, es decir, la Ley de 18 de marzo de 1895 y el
Reglamento para su aplicación de 15 de diciembre del mismo año, así,
en cierta medida la Ley de 3 de diciembre de 1953.
. .. .
En cuanto a los recargos y arbitrios locales previstos en la Ley
del Suelo, parece que los beneficios tributarios que venimos exami-
nando también se extienden a estas cargas accesorias; lo vamos a
confirmar el artículo 1.0 del Decreto de 30 de junio de 1966 según
el cual los beneficios tributarios en las cuotas del Tesoro de la
Contribución Territorial Urbana, en sus recargos y de los arbitrios
locales, ordinarios y extraordinarios, que recayeran sobre edificacio-
nes, a que se refieren los artículos 189 y 190 de la Ley sobre el
Régimen del Suelo y artículo 12, apartado 7 del Texto Refundido
de la Contribución Territorial Urbana, se regulan, de conformidad
a lo prevenido en la legislación propia de esta materia y en este
Decreto.
El artículo 3.° de este mismo Decreto determina la forma de
fijar la base liquidable de cada finca urbana y no lo repetimos porque
ya lo hemos expuesto anteriormente.
-436-
• ••
Con respecto al Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, los
solares y las edificaciones sobre ellos construidas, situados en polígo-
nos de nueva urbanización, a los que se refiere la vigente Ley del
Suelo, nos sitúan frente a la exención del número 37 del articulo 65
del Texto Refundido del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales,
según el cual está exenta la primera transmisión de edificios, ya se
haga por bloques o separadamente por viviendas, que se construyan
en polígonos de nueva urbanizacióu o de reforma interior, cuando
no se hubiera terminado la construcción o se efectuase dentro de los
tres años desde la terminación del edificio.
Si el alcance de esta norma, así como el precepto paralelo de
la Ley del Suelo, no hubiese sido recortado por un posterior Decreto,
la adquisición de los edificios construidos en solares de nueva urba-
nización estaríaexenta siempre que se cumpliesen los tres requisitos
a que nos vamos a referir:
al Que se tratase de una primera transmisión de los aparta-
mentos o viviendas. Es decir, de la venta directa realizada por el
constructor a favor de cualquier persona ajena al negocio inmobilia-
rio, que constituya el objeto social específico o la dedicación exclu-
siva, en el supuesto de empresario individual, del ente constructor.
b) Que la transmisión de los apartamentos se realizase cuando
todavía no hubiese concluido la total construcción del edificio.
e) O bien que la enajenación se hubiera efectuado dentro de
los tres años desde la terminación del edificio.
Como los requisitos b) y e) vienen enunciadcs disyuntivamente,
quiere decir que bajo la vigencia de la Ley del Suelo y del Texto
-437-
-443-
VOTO NUM. 1
Los informes de los ponentes han puesto de relieve la falta de una orde-
nación del derecho de la Empresa que reuna las normas hoy dispersas y que
necesita para su mejor desenvolvimiento, la multiplicidad de ramas del derecho
que el Empresario debe tener en cuenta, el desconocimiento que muchos
Empresarios tienen de las reglas que normalmente rigen la actividad económica
y social.
VOTO NUM. 2
VOTO NUM. 3
VOTO NUM. 4
Los ponentes han estudiado con especial interés los casos complejos de
decisiones y contratos que el notario, consejero de las partes, autentica, pero
a los cuales han concurrido no sólo dichas partes sino además una pluralidad
de especialistas.
Teniendo en cUent~ el papel que el notario debe desempeñar y los límites
del mismo.
VOTO NUM. 5
SEGUNDA COMISION
PRIMERA:
SEGUNDA:
TERCERA:
CUARTA:
QUINTA:
SEXTA:
SEPTlMA:
colectiva, entendemos que debe ser realizada únicamente por razones econé-
micas, y no por otras consideraciones que llevan naturalmente a la simulación
y a la creación de sociedades imaginarias. Esta Comisión sostiene la conve-
niencia de una absoluta neutralidad en materia fiscal y de seguros sociales,
que impida que estos factores influyan en las motivaciones que conducen a
la transformación de la empresa individual en empresa social.
OCTAVA:
TERCERA COMISION
en 'Vigor aunque distinguiendo la forma, neutra, del contenido que debe ser
clasista, proletario. Lo ha confirmado el propio Stalin en su libro de 1952
"Problemas económicos del socialismo en la URSS" en el que refiriéndose
al período de transición al comunismo declara que las leyes económicas no
pueden ser modificadas y por ello aunque en el futuro será supérfluo el
tráfico de bienes destinados al consumo, mercancías, como nada hay modi-
ficable upar explosión", debe tolerarse en tal período. El intercambio de
bienes de consumo es materia esencial para el derecho civil, con 10 que este
se encuentra realmente reconocido como "piel de serpiente presta para la
muda". Pero el resultado es decepcionante: de la ley únicamente se utiliza
su letra, conforme a las reglas forma-contenido, por 10 que realmente 10
que se produce, en expresión burguesa, es un absoluto fraude a la ley.
Las reflexiones doctrinales adquieren mayor profundidad y extensión cen-
trándose, principalmente, en el derecho civil y su objeto. Se intenta oponerte
al administrativo y distinguirle del llamado derecho de la planificación. Se
perfila el concepto de la propiedad personal, de bienes de consumo o uso
con tal finalidad, aunque en ciertos casos y solo formalmente se admite la
posibilidad de que medios de producción constituyan mercaderías y sean
regulados por la normativa civil. También el contrato es materia contrastada
y aquilatada, fracasando los intentos de sustituirlo por el concepto "relación",
más general y menos económico.
1958-61. En primero de los indicados años se celebra la Conferencia de
Babelsberg,de carácter científico del Partido y con especial enfoque hada la
situación de la ciencia del derecho y del Estado. En ella Ufbrticht manifiesta
su insatisfacción por el estado de revisionismo e incita a superar los angostos
horizontes jurídico-burgueses y a e-laborar el nuevo Código, con dogmática
revolucionaria y socialista, que constituya el instrumento de lucha contra la
tenaz resistencia del pensamiento tradicional.
Ello induce al reexamen de conceptos fundamentales que ya contaban con
abundante sedimento. Se vuelve a la esfera del derecho civil que se separa
del de economía, al que corresponde la propiedad del pueblo, de ·los medios
de producción, quedando para el civil lo relativo al intercambio, tutela y
transmisión hereditaria de la propiedad personal, la protección de la perso-
nalidad y materias próximas. La tesis no es absoluta. Los bienes de consumo
y 10 con ellos relacionado fijan su contenido para otro sector doctrinario.
El derecho subjetivo, base esencial del sistema capitalista, debe ser objeto
de demolición y sustituido por los derechos personales socializados cuya
finalidad es el uso de bienes, la disposición es accesoria, y que deben ser
derechos individuales, pero 10 menos individuales posible. La concordancia
entre intereses gene-rales y particulares permite hablar de la objetivación del
derecho subjetivo. En cambio hay que adicionar el cuadro con un derecho
casi político, el de participar en la organización de la vida social. No faltan
interesantes estudios relativos al contrato y a la metodología y sistemática
jurídicas.
-462-
• ••
La Introducción de Stanzione resalta el acontecimiento socio-cultural que
constituye la aparición del nuevo Código acrecentado al tratarse de un país
socialista y de tanta tradición jurídica como Alemania Oriental. Pese a las
reiteradas expresiones de desconfianza hacia la codificación de la cívilistica
actual, que considera corresponde a un período superado y desbordado por
innúmeras leyes especiales, en países socialistas han aparecido 4 en los últimos
años y hay otros en proyecto y en los árabes ejemplos tan valiosos como los
de Egipto y Argelia.
El ZGB contiene un breve Preámbulo al que sigue una discutida 1.a parte
con 16 Principios de derecho civil socialista; la 2.a está dedicada a la propie-
dad, socialista y personal; la 3.a a 10s contratos relativos a Ia vida material
y cultural; es la más extensa e incluye temas como viajes y recreos, comu-
nidad de ciudadanos (léase sociedades rudimentarias) y auxilio recíproco;
la parte 4.a está dedicada al disfrute de inmuebles para habitación o recreo;
la 5.a a la protección de vida, salud y propiedad; la 6.3 al derecho sucesorio
y la 7.3 bajo el epígrafe "Disposiciones Especiales para particulares relaciones
de derecho civil" comprende normas que abarcan desde el cumplimiento
contractual hasta la prescripción, pasando por derechos de garantía, interdicción,
declaración de fallecimiento, prescripción, etc. Es un verdadero cajón de
sastre.
Ha sido calificado como un "Derecho Residual", pues son objeto de nor-
mativa especial. al no ser considerados materia civil, los temas de familia.
trabajo, cooperativas, fundos, bienes inmateriales y, sobre todo. lo relativo
a economía. Algunos juicios han sido durísimos. Kittke, es un ejemplo.
Se ha resaltado su lenguaje popular. alejado de tecnicismos; el abandono
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Se recopilan en los dos volúmenes de esta obra, de una parte los traba-
jos de Glorgio Cencetñ, el tan echado en falta reconstructor del tránsito de
la charra al ínstrumentum, sobre la historia del notariado boloñés; y de otra
las actas del congreso que en la propia Bolonia fue celebrado sobre el tema
en 1976.
El primero consta, a su vez, de la edición de dos colecciones diplomáticas
y de algunos estudios.
Son dos aquéllas: (pp. 1-182) los documentos de Bolonía del siglo X (úni-
camente dos del archivo catedralicio, ya que los fondos de ese obispado
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Se recopilan en los dos volúmenes de esta obra, de una parte los traba-
jos de Glorgio Cencetñ, el tan echado en falta reconstructor del tránsito de
la charra al ínstrumentum, sobre la historia del notariado boloñés; y de otra
las actas del congreso que en la propia Bolonia fue celebrado sobre el tema
en 1976.
El primero consta, a su vez, de la edición de dos colecciones diplomáticas
y de algunos estudios.
Son dos aquéllas: (pp. 1-182) los documentos de Bolonía del siglo X (úni-
camente dos del archivo catedralicio, ya que los fondos de ese obispado
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anteriores aJ siglo XV han desaparecido en su mayoría abrumadora; y los
demás monásticos, diez y ocho de San Esteban, y el resto de San Pedro,
San Francisco y Santa Cristina); y los también boloñeses del archivo de los
canónigos regulares de San Viuorío y San Giovanní in Monte Olíveto, del
siglo XI (las tales casas religiosas documentadas desde 1062 y 1045 respec-
tivamente). Bastantes de los primeros ya habían sido publicados) y al contrario
que COn los segundos, en los cuales se muestra demasiado parsimonioso,
ocurre, el editor DOS da noticias abundosas de cada uno.
Los estudios introductorios son breves y descuidan un poco el aspecto
diplomático, mientras insisten en el paleográfico y en el histórico-jurídico
(interesante por tratarse de una zona de derecho mixto entre longobardo y
romano, como no distante de Pavía y próxima a Ravena). Precisamente a
propósito de ese aspecto paleográfico, y refiriéndose en concreto a un privi-
legio de Otón JII expedido a favor de la iglesia de Ravena el año 999 (núme-
ro XXn. leemos en Cencetti, al aludir a la letra minúscula diplomática en
que está escrito el original conservado, cómo sus "caratteristiche sano ben
note a chiunque conosca i primi elementi delle scienze storíche", de ma-
nera que se considera dispensado de examinarlas. Debemos hacer, sin
embargo constar, que esto 10 escribía el estudioso italiano el año 1936. Desde
entonces ha llovido mucho en la historiografía, y la demagogia ha llegado
a poner en cuarentena la utilidad de la ciencia paleográfica para fabricar la
historia econornlcista y masiva que está de moda e interesa. reduciéndola a
una lectura de los textos, negando su valor indiciario de fuente y por
añadidura desdeñando a título de patrimonio de una elitista minoría que se
desprecia su misma entidad en el conjunto de Ias huellas quedadas de su
tiempo. Que no todo ha sido progreso en este terreno según los triunfalistas
de su propia barbarie querrían hacernos confesar. Una barbarie que por otro
lado resulta sumamente cómoda académicamente a sus mantenedores.
Muy denso de erudición y agudo de observación e intuiciones es el trabajo
sobre La "rogatío" nelle carte bolognesi. Contrihuto alto studio del documento
notarile italiano net secoli X-XII (pp. 219-353). Sus conclusiones no se atreven
a precisar el estado de la cuestión anteriormente a 1054. Pero para después
se cree autorizado a sostener que "las rogaciones boloñesas, lejos de ser
simples minutas sin valor jurídico consisten en instrumentos virtuales, los
cuales podían ser hechos efectivos mediante un sencillo iussus del emitente al
notario o a su legítimo sucesor, o sea que se encuentran investidas de una
cuasi-autenticidad que corresponde al estadio de evolución a que había llegado
el notariado en Bolonía en aquella época, también deducible del examen de
las fórmulas de la completio. En esa evolución el rito de la manuiírmatio
y de la traditio chartae pierde rápidamente importancia hasta quedar preterido
del todo, y entonces el momento fundamental de la documentación pasa a
serIo el de la declaración de voluntad emitida ante eJ notario por las partes,
asistidas de los testigos: el notario toma razón de la misma en una rogatío
que ya DO es un simple borrador privado de valor jurídico, sino que por su
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nar y clasificar varias prácticas del Derecho aragonés que estaban en uso
y andaban diseminadas, esparcidas y desparramadas desde los tiempos de
Hmeno Pérez de Salanova, en los días de Jaime U", con la misma estructura
de los Fueros de Aragón, siendo tal "en el foro su fama que hubiera parecido
manco y débil cualquier justiciazgo si él no tuviera la lugartenencia") sí bien
hasta muy recientes tiempos había quedado olvidado por la moderna historia
de la literatura jurídica, hasta que por el año 1933 Alfonso Garcia Gallo
emprendiera los trabajos preparatorios de la edición crítica de los cuatro
manuscritos entonces conocidos de las tales Observancias, por indicación de
don Galo Sánchez (de Hospital habían dado antes noticias Ureña y Moneva).
Dichos cuatro manuscritos eran el 9166 de la Biblioteca Nacional, los
209 y 205 de la Biblioteca de Palacio, y el 21594 de la Biblioteca Universi-
taria. y Provincial de Zaragoza. Luego ha sido descubierto otro en esta
última, el 175.
y al fin el infatigable profesor Gonzalo Martínez Díez) nos ha dado la
tal edición, que su maestro García Gallo. por las vicisitudes bélicas del país
primero y por otras dedicaciones eruditas después, había venido postergando.
En su introducción (la cual contiene una utilísima exposición de la litera-
tura jurídica aragonesa anterior y coetánea a Jaime de Hospital), el padre
Gonzalo nos define de esta manera el contenido de la obra editada: "Las
Observancias aragonesas recogen ante todo los usos, costumbres y prácticas
jurídicas admitidas en los tribunales del reino y especialmente en la curia del
Justicia Mayor, y siempre se nos habían presentado como el producto más
genuino e incontaminado del derecho tradicional de Aragón. Pero he aquí
que al lado de las fuentes aragonesas Jaime de Hospital utilizará profusa-
mente para formar sus conclusiones también las fuentes del Derecho Común:
romano y canónico; el Codex y el Digesto serán tan citados como los mismos
Fueros de Aragén; además una serie de autores del Derecho Común serán
aducidos reiteradamente". De ahí su trascendencia, en cuanto nos descubre
"impensadamente una de las vías de penetración del Derecho Común en el
ordenamiento jurídico aragonés hasta ahora insospechada", a través de la
recogida de sus conclusiones en la otra compilación de observancias terminada
en 1437 bajo la dirección de Martín Dfez de Aux, cumpliendo el encargo
hecho por Alfonso V en las Cortes de Teruel de 1428.
La edición del Profesor Martínez Díez está hecha a base del texto de
cada uno de los cinco manuscritos, colacionados rigurosamente como a la vista
salta de su muy extenso y minucioso aparato crítico de variantes. Y los
índices son ejemplares (el de citas jurídicas sobre todo, y el de práctica
forense que le complementa, pero también los toponímico, antroponímico
y cronológico).
y creemos un deber encomiar lo cuidado de la tipografía, detalle tan
poco frecuente en estos tiempos tan malhadados para el libro como van corriendo
(no ha mucho que ]0 recordaba en sus confesiones el erudito librero zaragozano
Inocencio Ruiz).
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A. APORTACION ESPAI'IOLA.
B. APORTACION ITALIANA.
día. Esa VIStan del conjunto legislativo que se ofrece es muy prometedora
en 10 que a estudio futuro se refiere.
día. Esa VIStan del conjunto legislativo que se ofrece es muy prometedora
en 10 que a estudio futuro se refiere.
de ciertos años de las últimas épocas ibéricas tenía la misma razón de ser
que éste de ahora: escasez y masiva intervención de intermediarios.
Se estudia con detenimiento este problema de la estabilidad de la califi-
cación en las dos etapas legislativas que el autor se marca: la de la primitiva
ley de 1956 y la actual de 1975, así como diversos aspectos técnicos dentro
de cada una de ellas.
de ciertos años de las últimas épocas ibéricas tenía la misma razón de ser
que éste de ahora: escasez y masiva intervención de intermediarios.
Se estudia con detenimiento este problema de la estabilidad de la califi-
cación en las dos etapas legislativas que el autor se marca: la de la primitiva
ley de 1956 y la actual de 1975, así como diversos aspectos técnicos dentro
de cada una de ellas.
1. INTRODUCCION.