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Casatorio Civil:
Desalojo por ocupación
precaria (Casación
2195-2011, Ucayali)
UNIVERSIDAD NACIONAL
DE SAN AGUSTIN
FACULTAD DE
DERECHO
Práctica Forense
Civil
INTEGRANTES:
DOCENTE:
AREQUIPA -PERU
2020
Análisis del IV Pleno Casatorio Civil:
Desalojo por ocupación precaria
Desde una visión tradicional del proceso de desalojo por ocupación precaria, el
poseedor siempre ha sido considerado como la parte débil de la relación jurídica y,
por tanto, merecedor de especial cuidado y protección; por cuanto en la
antigüedad se entendía que el poderoso reclamante podía abusar de su derecho a
desalojar al ocupante endeble, quien injustamente tendría que retirarse del
inmueble en el que probablemente había vivido muchos años y buscar, con mucha
dificultad, otro lugar donde instalarse.
Sin embargo, más adelante, algún principio de justicia ordena entonces que el
derecho a poseer del demandante sea aplazado, que el remedio para proteger la
titularidad no sea aplicado de inmediato o que finalmente la falta de restitución en
esas circunstancias no revista de mayor importancia para el sistema jurídico. Se
prefiere, en buena cuenta, mantener el status quo posesorio a resolver la urgencia
de que el predio retorne a quien prueba tener una titularidad sobre él.
ANTECEDENTES
I.
En ese sentido es correcto que el Juez señala que la fecha se absolución del
traslado fue el 15 de julio de 2012, pero ello no se ajusta a los actuados,
obedeciendo tal hecho a un error intrascendente del A quo, lo que de por sí no es
causal de nulidad, puesto que este hecho tampoco fue alegado por la demandada
ni ante el mismo Juez de primera instancia, cuando se realizó la audiencia única,
ni tampoco en sus alegatos previos a la sentencia. Máxime, si cuando se declaró
infundada la excepción que dedujera, ella ni su conviviente apelaron de dicha
decisión, así como tampoco alegaron la existencia de alguna invalidez procesal.
Por el contrario, manifestaron su plena conformidad con la decisión del juzgador,
de desestimar la excepción que dedujeron, tal como se observa del acta de fojas
cuatrocientos noventa y siete del principal.
Sobre este punto, a mayor abundancia, resulta necesario exponer que tampoco la
excepcionante alegó, en el acto de la audiencia única, que se había incurrido en
contravención al debido proceso al no notificársele el traslado de la absolución de
la excepción planteada, por lo que, al no haber demostrado, la recurrente, que se
le causó perjuicio alguno con ello, no se hace atendible la supuesta vulneración al
derecho al debido proceso.
3.1. La posesión.
Sus clases y efectos se encuentran en los artículos del 905° al 911° del Código
Civil.
Poseedor mediato sería aquel quien transmitió el derecho en favor del poseedor
inmediato. Por lo tanto, aquel es el titular del derecho, por ejemplo, el propietario.
Por su parte, el poseedor inmediato es el poseedor temporal, posee en nombre de
otro de quien le cedió la posesión en virtud de un título y de buena fe. Ejemplo de
poseedor inmediato es, pues, el arrendatario que posee para el propietario.
De lo regulado por los artículos 906° a 910° del Código Civil, emerge que la
posesión es legítima cuando existe correspondencia entre el poder ejercido y el
derecho alegado, será ilegitima cuando deja de existir esa correspondencia.
Gunther Gonzales (como se citó en Torres, 2015) se establece de forma clara que,
la posesión legítima no merece tanta preocupación porque proviene del derecho y
se funda en él a través de un título ya que así lo establece de forma ambigua el
código, el cual deberá ser válido, eficaz y otorgado.
Del Risco Sortil (2017) sostiene siempre que puede existir pago y precariedad al
mismo tiempo. Es el caso de un arrendatario que tiene un título vencido, pero
continúa pagando renta en la cuenta bancaria consignada en el contrato de
arrendamiento, a pesar de que el arrendador le ha requerido la restitución del bien.
No por este hecho (pago de renta) deja de configurarse la condición de precario,
salvo que el arrendador haya renunciado a su pedido de restitución a través de la
aceptación de los pagos.
Respecto a esta norma es importante considerar que no se tiene que acreditar ser
dueño del bien para acceder a la parte activa de este juicio de desalojo, ni los
jueces tienen que buscar necesariamente esta acreditación, ya que no está en
discusión el derecho de propiedad sino lo que está en discusión es quién tiene
mejor derecho a poseer. Se analizará entonces el título y circunstancias que
habilita a la posesión en cada una de las posiciones encontradas (demandante y
demandado) , los facticos determinados tanto de la pretensión como de su
contradicción, los medios probatorios presentados respecto a la no existencia de
título o el fenecimiento de este, y en función de ello se resolverá la controversia
con respecto a quién tiene mejor derecho de poseer.
-No tiene título para poseer: Se engloba como precario al servidor de la posesión,
quien no es poseedor, y a quien el poseedor real le encarga el cuidado de un bien,
esto es por un acto de mera liberalidad y con carácter gratuito, y que si no atiende
el requerimiento del titular para la devolución del bien devendrá en precario. Para
ello no necesariamente se requiere de la presencia de un acto jurídico que legitime
la posesión del demandado, así también es precario el caso aquel en que el uso
del bien haya sido cedido a título gratuito, sin existir de por medio el pago de una
renta.
III) Tercera Regla. - “Interpretar el artículo 585 del Código Procesal Civil en el
sentido de que por ‘restitución’ del bien se debe entender como entrega de la
posesión que protege el artículo 911 del Código Civil, para garantizar al sujeto a
quien corresponde dicho derecho a ejercer el pleno disfrute del mismo,
independientemente de que es propietario o no” (énfasis agregado).
El primer párrafo del artículo 585 del Código Procesal Civil establece que “la
restitución de un predio se tramita con arreglo a lo dispuesto para el proceso
sumarísimo y las precisiones indicadas en este subcapítulo”
Ante ello, el Cuarto Pleno Casatorio zanja que la “devolución”, para efectos del
proceso de desalojo, como un pedido genérico de entrega de la posesión que le
corresponde, como es natural, al titular del derecho a poseer. Nótese que no es
necesario que exista un vínculo previo entre el demandante y el demandado para
que nazca este deber de restitución, el cual no tiene un origen convencional, sino
que es esencialmente legal.
Finalmente, no se debe acreditar ser propietario, pues el desalojo se tramita en
proceso sumarísimo, siendo tal discusión de la propiedad objeto de otro proceso
con vía procedimental más amplia.
IV) Cuarta Regla: “Establecer, conforme al artículo 586° del Código Procesal
Civil, que el sujeto que goza de legitimación para obrar activa no sólo puede ser el
propietario, sino también, el administrador y todo aquel que se considere tener
derecho a la restitución de un predio. Por otra parte, en lo que atañe a la
legitimación para obrar pasiva se debe comprender dentro de esa situación a todo
aquel que ocupa el bien sin acreditar su derecho a permanecer en el disfrute de la
posesión, porque nunca lo tuvo o el que tenía feneció.”
Esta regla determina quiénes son los sujetos que cuentan con legitimidad en el
proceso de desalojo.
Por lo tanto, deben ser evaluadas por los jueces: el demandante, quien debe
probar tener un título que le permita poseer el bien que no ocupa y el demandado,
quien debe acreditar que su posesión actual está amparada en un título vigente
(debe acreditar que no hay ausencia de título o que su título no ha fenecido)
V) Quinta Regla. - Son considerados en base a situaciones reiterativas
conocidas por la judicatura y da pautas para su solución. Buscan que las
demandas de desalojo por ocupación precaria tengan un pronunciamiento sobre la
posesión y trata de evitar a toda costa que el proceso quede descartado a través
de la declaración de improcedencia de la demanda. Son tomados en cuenta no
como números clausus:
Entonces, para ser procedente el desalojo por precario, bastará que el Juez ,
verifique el cumplimiento de la formalidad de resolución prevista por la ley
(mediante requerimiento con carta notarial, según el Art 1429) o el contrato
(mediante clausula resolutoria, según el Art 1430) , sin decidir la validez de las
condiciones por las que se dio esa resolución.
Para que proceda la demanda de desalojo por precario, se deberá exigir que el
demandante haya requerido, en forma previa a la demanda, mediante documento
de fecha cierta, la devolución del inmueble.
VI) Sexta Regla. - “En todos los casos descritos, el Juez del proceso no podrá
expedir una sentencia inhibitoria, sino que deberá de pronunciarse sobre el fondo
de la materia controvertida, en el sentido que corresponda, conforme a los hechos
y la valoración de las pruebas aportadas”.
La finalidad del pleno es clara y está orientado a brindar una protección eficaz al
derecho a la posesión y a que los jueces, en todos los casos, se pronuncien sobre
esta titularidad, que es lo que realmente debe ocurrir en el proceso de desalojo.
Existe ahora una prohibición a la inhibición, sino pronunciarse sobre el fondo de la
controversia a fin de evitar las declaraciones de improcedencia.
Por ello, dicho autor considera que debe interpretarse que, fuera de los seis casos
expuestos por la Corte Suprema, no existe impedimento para declarar la
improcedencia de la demanda.
VII) Séptima Regla. - “En lo que concierne a lo dispuesto por el artículo 601 del
Código Procesal Civil, cuando ya ha prescrito el plazo para interponer la
pretensión interdictal, el accionante no podrá optar por recurrir al desalojo para
lograr la recuperación de su bien”
El artículo 601 del Código Procesal Civil108 establece que la pretensión interdictal
prescribe al año de iniciado el hecho que fundamenta la demanda. Sin embargo,
vencido este plazo, el demandante puede ejercer su derecho a la posesión en un
proceso de conocimiento.
El IV Pleno Casatorio precisa que esto evidencia que el accionante no podrá optar
por recurrir al desalojo para lograr la recuperación de su bien, puesto que, al haber
sido negligente en la defensa de su posesión durante el plazo de un año, mal
puede pretender usar un procedimiento sumario para recuperar su bien, dado que
el despojo presupone que ha sido el mismo accionante quien padeció ese acto de
desposesión ilegítima.
VI. EVALUACIÓN PRÁCTICA POST IV PLENO
CASATORIO CIVIL
Piénsese en el propietario de una casa que vive en ella: el derecho que le otorga
legitimidad a su posesión es la «propiedad», pero esta podría haber derivado de la
compraventa celebrada con el anterior dueño (título negocial) o de un proceso de
prescripción adquisitiva (título legal).
En el caso del título negocial existe (en la mayoría de los casos) un acuerdo entre
las partes interesadas, en virtud del cual quien tiene el derecho a poseer transfiere
o cede este derecho a favor de su contraparte. Es lo que en la doctrina se conoce
como «adquisición derivada»: alguien adquiere un derecho (comprador) gracias a
que otro se lo transfiere (vendedor).
Si bien en los 3 casos estamos ante poseedores ilegítimos, la ley no trata por igual
a todos ellos. No es lo mismo un usurpador que, con conocimiento de causa,
invade una propiedad ajena, que aquel que compra un bien de quien –sin serlo–,
aparenta ser el propietario (compraventa ineficaz).
El distinto estado subjetivo con que actúa cada poseedor ilegítimo ha llevado a la
ley a distinguir entre el poseedor (ilegítimo) de buena y mala fe, asignándole a
cada uno diversas consecuencias. El poseedor de buena fe es aquel que cree
equivocadamente en su legitimidad. El ilegítimo de mala fe, en cambio, es
consciente que no tiene un derecho que respalde su posesión.
Sin embargo, para ser calificado como un poseedor de buena fe no basta con
decir «yo creí que tenía derecho a estar en el bien». Esta creencia debe
respaldarse en algo: piénsese en el usurpador que invade una propiedad y que
pretende sustentar su buena fe diciendo que él creía tener derecho a estar en el
bien. Esa creencia no se sustenta en nada y por ende no es atendible. La creencia
que se invoca (es decir, el error en el que se dice haber incurrido) debe recaer en
algo, y ese algo es precisamente el título.
Entonces, el error del poseedor consiste en creer que el título en base al cual
ejerce su posesión es válido y eficaz. Si no se tiene título no hay nada sobre lo
cual pueda recaer el «error», por lo que la buena fe queda absolutamente
descartada. En conclusión, siempre que la ilegitimidad derive de la ausencia de
título, la posesión, además de ilegítima, será de mala fe.
Por ello, cuando el 911º del Código Civil define al precario como aquel sin título,
no se está refiriendo a cualquier poseedor ilegítimo, sino específicamente a aquel
poseedor cuya ilegitimidad deriva de la ausencia de título. Es decir, el 911º regula
a un poseedor ilegítimo de mala fe contra el cual procede el desalojo: tanto el
usurpador que ingresa a un inmueble sin el permiso de nadie (ausencia de título)
como aquella persona que en algún momento tuvo una razón que lo autorizaba a
estar en el bien (por ejemplo, un contrato de arrendamiento, usufructo, comodato,
uso, habitación, etc.) pero dicha razón ya desapareció (vencimiento del plazo),
carecen de una razón que justifique su posesión y ambos son conscientes de ello
(y por ende actúan de mala fe).
De este modo, con el IV Pleno quedó claro que el desalojo procedía, de forma
general, contra el poseedor precario (poseedor ilegítimo sin título), y sólo
excepcionalmente contra el poseedor ilegítimo que, teniendo un título, el mismo
presentaba un vicio evidente de nulidad.
Esta sentencia cambia todo lo que hasta ahora había venido señalando, pues
hemos pasado del «desalojo por posesión precario» al «desalojo por posesión
ilegítima». En efecto, ahora la presentación de un título por parte del demandado
ya no será impedimento para que el desalojo proceda. Por el contrario, dentro del
desalojo el juez deberá determinar si dicho título efectivamente justifica la
posesión del demandado, lo cual implica que se analice su validez y eficacia (todo
ello dentro del desalojo). Y ojo que esta vez la Corte Suprema no ha puesto un
límite al análisis de la validez del título, como sí lo hizo en el IV Pleno Casatorio,
en donde indicó que la nulidad solo podía ser valorada cuando resultase evidente.