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Los actos de corrupción son nocivos y merecen un estudio adecuado de los problemas
que generan. No podemos, dejar de lado que en nuestro país, la corrupción es percibida
como una anomalía cotidiana, un quebrantamiento del funcionamiento normal de las
instituciones, incluso como hechos propios de la idiosincrasia nacional. Esto
evidentemente afecta la confianza del ciudadano en sus instituciones; además, que
pervierte la ética pública, promoviéndose una moral relajada y una actitud pasiva.
2
En nuestro país, diariamente se toman decisiones que si bien pueden originar una
productividad, también una desaceleración de la misma; para el ámbito político es un
claro ejemplo donde la malversación de fondos o robo al propio Estado por parte de sus
representantes ha sido prueba que ratifica la existencia de este fenómeno llamado
corrupción. Los efectos en este primer ámbito han creado un desequilibrio como
inestabilidad en el correcto sistema de gobierno, y a esto nos referimos en el primer
párrafo, cuando hicimos mención de como algunas personas aspirantes a un
determinado cargo tienen un cambio radical teniendo una proyección diferente guiada
por intereses propios, olvidando o ignorando sus orígenes en ciertas ocasiones como
verdaderos objetivos que debería perseguir; simultáneamente también se da un estado
de desconfianza como inseguridad por parte de la ciudadanía que brinda apoyo
incondicional a aquellos que demagógicamente llegan al poder y no corresponden a su
palabra haciendo de la profesión o la candidatura solo un puesto para ganar dinero o
administrarlo, según el argentino Michel Rowland1 “el impacto político puede medirse
en diversos elementos, entre ellos la corrupción como desigualdad social, la clase
política como canales ilegales de control y el aparato administrativo como ineficiencia
de intermediación”; esta noción minuciosa esclarece la existencia de un sistema
corrupto, realidad que no es muy ajena a la nuestra, sea cual sea la legislación que se
mencione.
1
Michel Rowland. “La hora de Transparencia en América Latina: Manual de anticorrupción de la función
pública”. Visión contemporánea de la corrupción. Buenos Aires, Argentina. Granica/Ciedla 1998. Pág.
31-42
2
Marina Guillen. Abogada penalista experta en Compliance y Anticorrupción. Artículo “Corrupción:
causas y consecuencias sociales”. España. 2016.
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Ante lo expuesto, un dicho muy común y popular de este aspecto, infiere que los
políticos son corruptos en su mayoría, pero a pesar de saberlo la ciudadanía ofrece aún
su voto de confianza a esos partidarios, entonces ¿una fe ciega o un voto informado?,
interrogante que nos desplaza de nuestro objetivo pero nos ayuda a conocer el “ser” en
nuestra sociedad, asimismo como el “deber ser” opta por un cambio positivo donde
individuos integrantes no cedan a la influencia de este fenómeno social. En ocasiones
los sentimientos de muchos ciudadanos pueden ser tan afectados, que en efecto nos ha
vuelto un país desunido, desconfiado, y hasta egoísta los unos a los otros, por ello se
podría afirmar que la corrupción es una enfermedad que se propaga afectando a todos,
convirtiendo a la democracia en solo un sistema que no abarca cambios, pero esos
cambios inician por uno mismo como el buen ejemplo que difundamos, para así no
convertirnos en aquello que nos oponemos.
Sin duda la economía se ha vuelto en un anzuelo que muchos pican a fin de satisfacer
sus necesidades, inicialmente una persona que no ha incurrido en estos actos le puede
parecer una irregularidad pero suele ser una tentación que induce a olvidar que alguna
vez tuvimos principios o escrúpulos una vez aceptada y se vuelve una práctica corriente
que es transmitida paulatinamente, es aquí donde se trazan dos direcciones que ya
mencionamos con anterioridad, el camino sencillo pero injusto (interés personal) o el
camino difícil pero justo (interés colectivo). El estudio de la corrupción cuenta con
diferentes dificultades, pero sin duda una de las más importantes y difíciles de superar
es que, debido a la complejidad del fenómeno, su carácter transversal y su naturaleza
4
Dejándonos de asuntos subjetivos, la ética en este ámbito se deteriora ya sea por una
mala gestión o administración de funcionarios, ¿la desigualdad o desconfianza se deberá
a un latente y desesperado estado de necesidad?, Sinceramente los hechos dicen más
que mil palabras y es aquí donde el estado de necesidad cumple un rol esencial para el
futuro de todo gobierno, por ejemplo: egresados postulan para ocupar un puesto
importante de trabajo en una empresa del Estado, donde el empleador de manera nada
imparcial contrata a quienes tengan mejores contactos pero carecen de escrúpulos y
deshecha a quienes son verdaderamente eficientes como profesionales.
3
Javier Miranzo Díaz. “Causas y efectos de la corrupción de las sociedades democráticas”. Revista de la
Escuela Jacobea de Posgrado. España. 2018. Pág. 21
4
Max Weber. “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. 1985. Pág. 82
5
48% de los peruanos cree que no se debe condenar a los funcionarios corruptos mientras
realicen obras (Fuente: Décima Encuesta Nacional sobre Percepción de las Corrupción
– Proética). Resumiendo, esto en un “claro, si al final todos roban”.