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Federico Machado 

3° Año Diseño Teatral 

2019 

​BAKUNIN SAUNA: UNA OBRA ANARQUISTA  

 
ANÁLISIS DE UNA REPRESENTACIÓN TEATRAL 

 
 

Semiótica C 

Prof. Silvia Viroga 

EMAD 
El presente trabajo se propone un análisis del texto espectacular de la función 
de ​Bakunin Sauna: Una obra anarquista​, escrita y dirigida por Santiago Sanguinetti, en el teatro 
El Galpón el día 26 de mayo de 2019; se centrará el foco en el concepto de yuxtaposición y su 
relevancia sígnica tanto en la micropoética del autor en general como en esta obra en particular, 
donde el contraste de signos (y sus implicancias entre lo político como forma y lo político como 
contenido) tiene una importancia capital. 

Desde antes de ingresar a sala, en lo epónimo del título (designando a la vez a 


Mijaíl Bakunin, y al sauna en que se desarrolla la trama) hay indicios del contraste ideológico 
que se propone: por un lado una figura inicial y paradigmática del anarquismo como movimiento 
socio-político; por el otro, un baño de vapor asociado comúnmente a una clase social elevada y 
primer mundista, típica de los hombres y mujeres de negocios de las grandes empresas 
mundiales.  

El sauna como elemento escenográfico así como su iluminación (salvo por 


una escena, totalmente estática) y el humo índice del vapor generan una estética realista, que se 
va viendo contrastada con lo absurda que se vuelve la acción dramática. Tres ex-funcionaries 
anarquistas de IBM (Margarita, Rosa y Bernardo) planean un atentado contra la actual gerenta 
general de la empresa (Ema). Hay ya una contradicción interna de les personajes entre su 
ideología (anarquista) y lo que fue su forma de sustento (empleades asalariades de IBM, empresa 
multinacional estadounidense), que actúa como símbolo de la sujeción del individuo 
contemporáneo, en un mundo capitalista, al trabajo. Pero hay otro nivel más: la edad (de les 
personajes, que es también la de les actores) es metáfora de un cambio generacional e ideológico: 
de la explosión de los movimientos sociales en los ‘60 a la caída de los grandes relatos y el 
nuevo advenimiento del liberalismo, de la colectivización a la individualización, del mayo 
francés al yoga. Ema representa, por su edad y condiciones (como todos los personajes de la 
obra, en un nivel más simbólico o arquetípico que psicológico) todo un sistema de pensamiento 
volcado enteramente al yo, la meritocracia y los aportes personales a la sociedad: donaciones a 
ONG, preocupación por el medioambiente y el cuidado animal; de alguna forma, intentos de 
purgar cierta ​culpa blanca.​ Es en este cambio en la sensibilidad social que se ve puesta en 
cuestión la relevancia actual del anarquismo, su vigencia o deterioro como proyecto de cambio, y 
su misma banalización por parte del imaginario colectivo (la ya tan repetida idea de la anarquía 
como sinónimo de ​caos ​social). 

Son pocos los objetos escenográficos utilizados en ​Bakunin Sauna,​ una 


decisión que parece querer resaltar la irrupción de un elemento de yuxtaposición clave: una 
motocicleta del estilo de la compañía Harley Davidson, especializada en modelos de gran 
cilindrada y tamaño. Esta es, como lo son usualmente los objetos en la escena, un ícono de una 
motocicleta a la vez que una metáfora de la liberación y la rebeldía, mediante su asociación a los 
clubs de ​bikers ​estadounidenses que lo profesan como forma de vida (Bernardo además refiere 
que estuvo leyendo “los diarios del Che [Ernesto Guevara]”, que fueran trasladados al cine bajo 
el título de ​Diarios de motocicleta​). Una Harley Davidson en un sauna en Las Vegas (donde se 
desarrolla una reunión de IBM) es un objeto que no debiera estar ahí, que no pertenece. Rompe 
con el ordenamiento del significado lineal y plantea contradicciones. Es, además, usado en pocas 
ocasiones: para sacar de su interior armas de fuego, y luego para generar (toallas de sauna 
mediante) una trinchera en la puerta; genera entonces un ruido (visual y semántico) del tipo que 
hace pensar porqué la decisión de poner en escena un objeto de tal tamaño, que desordena el 
espacio, que salta constantemente a la vista, y que casi no es usado. Este efecto remite al 
principio dramático del ​arma de Chéjov​, según el cual si se pone un arma colgando en la pared, 
en algún momento esta deberá ser descolgada -utilizada-, de lo contrario nunca debió ponerse 
allí. Hay una búsqueda de la molestia, de que pase el ​tiempo dramático “​ vivido y acontecido: el 
del espectáculo al cual asiste el espectador” (Pavis, 421) suficiente como para que el espectador 
se pregunte y piense sobre su sentido, su razón de ser, de estar ahí. 

Sanguinetti reflexiona, en un anexo final a la ​Trilogía de la Revolución,​ sobre 


el contexto de yuxtaposición como “​coexistencia de elementos disímiles en una misma imagen” 
que suponen “en un mismo golpe de recepción [...] un rechazo al realismo”. Y ​Bakunin Sauna s​ e 
sitúa en una continuidad absoluta con esta propuesta que ha sido tomada por el autor como 
centro de su micropoética. Si bien la acción se centra en espacios que podemos considerar 
realistas, los personajes y sus textos son de un nivel de sátira, de histrionismo, de absurdo que lo 
aleja de esa corriente, sin llegar a la abstracción. El manejo del tiempo transcurre casi de forma 
aristotélica: la trama se desarrolla, salvando la elipsis de la escena con luz negra, en tiempo real. 
El tiempo dramático y el tiempo de la ficción se ​parecen,​ pero no son el mismo. En este sentido, 
la velocidad y cantidad del texto dicho en escena produce una sensación vertiginosa, con 
personajes que pisan constantemente sus frases, gritan, se insultan, se desesperan, todo a la vez. 
Nuevamente la sensación de caos, el no saber qué hacer, es un ​leit motiv d​ e la obra en su 
totalidad, que remite a cierto estado social actual de la política.  

Epicentro quizás del desarrollo de la trama es el personaje de Mijaíl Bakunin; 


no el verdadero, si no la inteligencia artificial en la que Margarita inserta el pensamiento (e 
imagen) del filósofo, con la intención de que les ayude a les octogenaries a maniatar a Ema para 
llevar a cabo su plan: grabarle una A circulada (símbolo del anarquismo) en la frente con un 
cuchillo para transmitirlo en vivo en el Foro Económico Mundial de Davos. Si trazamos un 
modelo actancial a la manera de Greimas (y tomando para ello el primer acto de la obra, esto es, 
hasta la escena de elipsis) podemos definir que, siendo Margarita el sujeto -personaje que realiza 
la acción principal a analizar-, su objeto -aquello que desea obtener o lograr- es el atentado 
contra Ema, que contiene su transmisión en el Foro. El Destinador -causa que la mueve, la 
impulsa- podríamos situarlo como su posicionamiento ideológico, su necesidad explicitada de 
generar algo,​ un impacto, a la vez que su proximidad a la muerte (que le da valor para hacerlo). 
La Destinataria -que se beneficia de la acción- en definitiva es ella, ya que si bien supone la idea 
de generar una impacto social, su placer reside en ser la ejecutante del acto político en cuestión. 
Les Ayudantes son tanto Rosa y Bernardo como Bakunin. La Oponente (de también dudosa 
efectividad) es Ema, y posteriormente, el propio Bakunin, cuando se devela que Margarita 
incluyó en su programación una mezcla de videos de asesinatos, Charles Manson y José Mujica. 

Bakunin como personaje abre un abanico de interpretaciones posible a partir 


de la yuxtaposición de conceptos y personajes históricos, un enjambre semántico entre la 
inteligencia artificial, el anarquismo, el asesinato serial y el progresismo. Como indicara el 
propio Sanguinetti en su artículo así como en diversas entrevistas, su teatro no propone una 
didáctica política que ofrezca respuestas a problemas, si no que se plantea estos encuentros 
contradictorios para generar preguntas, para construir pensamiento. Las cuestiones de las 
máquinas sobrepasando a sus creadores, tomando consciencia de sí mismas como tales (un 
argumento ya clásico en la ciencia ficción moderna con grandes exponentes en el cine y 
televisión como Ghost in the Shell o la serie Westworld) que vuelve a exponer cuál es la unidad 
fundante de lo humano cuando las emociones y el pensamiento pueden replicarse en unidades 
electrónicas (y los cuerpos son también un conjunto de circuitos, si se quiere); la importancia de 
la vuelta al pensamiento en un mundo cada vez más orientado a la acción, que el filósofo 
esloveno ​Slavoj Žižek​ hizo constar en un conocido video viral titulado ​No actúes. ¡Sólo piensa!​, 
donde afirma que ​“[...] durante el siglo XX hemos intentado cambiar el mundo demasiado 
rápido. Es tiempo de pensarlo.”, reflejado en el cambio de Bakunin de las ideas anarquistas a la 
violencia por la violencia misma.  

Aquí parecemos arribar a uno de los temas centrales de la obra. El mundo 


contemporáneo es -al decir de Margarita- un “enchastre ideológico”: discursos mediatizados y 
polarizados que acentúan una grieta fundada en las luchas (de clases, género, étnicas), nuevos 
avances del liberalismo y la ultraderecha en américa latina apoyados por los sectores que luego 
se ven perjudicados por ellos, la búsqueda de la realización personal en perjuicio de los avances 
colectivos, la fragmentación y en definitiva la pérdida de la política. Margarita parece ser un 
punto de unión entre visiones arquetípicas estandarizadas sobre el anarquismo: por un lado Rosa 
y Bernardo, dejo de la visión romántica asociada al sesentismo (sus tatuajes y las múltiples 
referencias a la libertad sexual, Woodstock y demás); por el otro, la violencia del caos encarnada 
en Bakunin hacia el final. En el medio Margarita, una vieja anarquista que fusiona su postura 
ideológica con el avance tecnológico de forma muy pragmática. Y en el extremo opuesto a les 
cuatro Ema, ejemplo perfecto del capitalismo “amigable”. 

 
Y uno de los cuestionamientos en esta línea podría ser, ¿tiene sentido estrenar 
esta obra en uno de los teatros más concurridos del circuito comercial, aún cuando el mismo 
tiene tras de sí una historia que concuerda con las búsquedas políticas que la obra se plantea? 
Una respuesta posible es que los mecanismos de producción teatral modifican también la 
recepción, y hacen al teatro como hech​o político y postura ética; por ende, si se quiere generar un 
cambio, una disrupción, parecería coherente hacerlo fuera del circuito clásico, fuera del sistema 
convenido. Ahora bien, otra interesante postura es lo que representa cuestionar los mismos 
mecanismos dentro del sistema, para espectadores que quizás caigan a ambos extremos del 
espectro ideológico. La disrupción en un teatro ya instalado como hegemónico -amén de su 
historia de resistencia- también es un hecho político a analizar. Permite una mayor llegada y 
variedad de público, a la vez que borra la categorización hecha por Eliseo Verón sobre les 
destinataries de la enunciación política. Al ampliar el sentido, ya no hay ​prodestinataries ​o 
paradestinataries​, o todes son pasibles de serlo, e incluso de ser une en un momento y otre al 
siguiente.  

A modo de epílogo, dos comentarios. 

El acto en sí del atentado es totalmente simbólico. Grabar un símbolo 


anarquista en la frente de una CEO no es en sí el objetivo, si no lograr mostrar el video en el 
Foro Económico, generando (en épocas de viralización de contenidos audiovisuales) una 
repercusión simbólica mundial. En este sentido puede se accede a una zona de ​liminalidad​ que 
emparenta el acto político con el hecho artístico: una intervención. 

El hecho de que Margarita fume con su cigarro apagado, responde 


seguramente a la discusión en torno al reciente comunicado emitido por el Ministerio de Salud 
Pública uruguayo, en el que establecía la prohibición de fumar en las representaciones teatrales 
ya que incitaba a les espectadores a hacerlo, normalizando la situación. El signo “hacer que 
fumo” se vuelve entonces de doble entrada: en parte responde a la disposición, en parte la hace 
evidente y la critica, volviendo el absurdo sobre el hecho mismo de la ​re-presentación​. 

BIBLIOGRAFÍA 

Pavis, Patrice. ​Diccionario del Teatro.​ EspaEbook. 

Sanguinetti, Santiago. ​Trilogía de la revolución. ​Montevideo: Estuario, 2015.  

Sanguinetti, Santiago. “Bakunin Sauna: “la dialéctica absurda del mundo 


contemporáneo.”” Leonardo Flamia. ​Voces. ​5 Jun. 2019. Web. 

http://semanariovoces.com/bakunin-sauna-la-dialectica-absurda-del-mundo-conte
mporaneo/ 

Ubersfeld, Anne. ​Semiótica teatral. ​Madrid: Cátedra, 1998. Impreso. 

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