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VIVIR SIN ATRACONES

Hola!

En primer lugar quiero darte las gracias por haberte descargado este ebook. ¿Sabías
que esto es un signo de fortaleza? Pues así es, porque reconocer que estás en una
situación que no te gusta y de la que quieres salir es un signo de total humildad y
fortaleza emocional… aunque quizás ahora pienses de ti justo lo contrario. ¿De
dónde sale esa fuerza en ti? ¡Deseando estoy que me lo cuentes!

Me imagino que, al igual que yo en su día, llevas ya demasiado tiempo sufriendo una
situación que se repite frecuentemente. A veces a diario. Dime si te resulta familiar…

Aparece un impulso interno irrefrenable en tu cuerpo… una sensación de agitación,


nerviosismo e inquietud. Angustia. Punzadas en la boca del estómago. Cuesta tragar
saliva. A la misma vez, en tu mente vienen pensamientos del tipo:
“Ya está aquí, ya me vienen las ganas. Necesito comer lo que sea. Si es dulce mejor.”;
“A ver ese chocolate… o Nutella… mmmmm, qué buena está la Nutella...”;
“Y ahora unas patatitas fritas al punto de sal? No pegan nada, pero… también van a
entrar que da gusto...”.

Y paralelamente a esto, se entremezclan pensamientos del tipo: “Bien, ahora estoy


sola…, menos mal que no hay nadie en casa… si mi familia, amigos,… me vieran
hacer esto, pensarían que hay algo que no está bien en mi…”, o “luego me
arrepentiré, pero ahora no me puedo controlar… ya haré más tarde lo que sea para
compensar esta bomba de calorías...”.

Y por último… “Otra vez me igual, no tengo voluntad para controlarme. ¡Ya nada
volverá a ser como antes!”; “No sé qué hacer para evitarlo… ¡es superior a mi!”. “Por
qué me pasa esto a mi? ¿Estoy condenada para siempre a esta lucha con la comida?”

2 Jesús Millán
VIVIR SIN ATRACONES

Todo esto en un momento de auténtica desconexión de la realidad en el que parece


que NO tengamos ningún control sobre lo que hacemos.

3 Jesús Millán
VIVIR SIN ATRACONES

¿Sabías que 3 de cada 100 personas en España recurren a los atracones


descontrolados de comida cuando sienten ansiedad? ¿Y que suponen la mitad de
los casos de obesidad?

Imagináte por un instante lo que sería dejar de sentir la comida como un problema
más.

¿Cómo de ligera te sentirías? ¿Qué harías que ahora no te permites hacer con esa
carga adicional que llevas?

Lo cierto es que es una carga emocional que hemos añadido a nuestro habitual
abanico de preocupaciones y que ahora puede suponer el objeto de nuestro
pensamiento durante gran parte del día.

Permíteme que te pregunte: ¿Te imaginas vivir como si este problema no hubiera
existido nunca?

4 Jesús Millán
VIVIR SIN ATRACONES

Mi nombre es Jesús Millán, tengo 33


años y viví exactamente esa situación
durante varios años de mi vida.

Ansiedad, pérdida de control ante la


comida, atracones, sentimientos de
culpa y duras medidas para compensar
todos esos excesos. Y me recuperé. Y
salí. Y sé cómo hacerlo.

Por eso, ahora como coach de intervención estratégica, me dedico a ayudar a


personas como tú a calmar su ansiedad y dejar de comer compulsivamente,
pudiendo así recuperar las riendas de su vida.

Mi trabajo no es otro que el de acompañarte a reestructurar tu psicología para que tu


relación con la comida sea totalmente natural y satisfactoria, como la del tipo de
persona para quién la alimentación no le supone ningún problema.

En otras palabras: que sientas, pienses y actúes como esa persona que no tiene la
necesidad de aplacar su ansiedad con atracones de comida, sino que la sepas
gestionar perfectamente; más aún, dejes de sufrir la ansiedad tal y como ahora la
conoces.

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Listas las presentaciones… ¿qué es exactamente eso que te lleva a perder el control
ante la comida? Correcto, un estado emocional que no toleras bien y que, además,
aún no sabes gestionar con eficacia… ¡aún!.

Verás… el momento en el que


aparece el impulso por comer y
arrancas hacia la cocina para aplacar
la ansiedad no es más que el resultado
de una conducta que tienes
automatizada: aparece una emoción
(o conjunto de ellas), aparecen
determinados pensamientos y tu
cuerpo comienza a experimentar un
estado al que comúnmente llamamos ansiedad. Entonces, como remedio, repites
automáticamente la misma decisión que un día tomaste (inconscientemente) para
aplacar ese estado de ansiedad: acudes a la comida para calmarte y sentirte mejor por
unos momentos.

¿Y qué pasó aquel día que tomaste esa decisión sin sinquiera darte cuenta? Muy
sencillo: experimentaste el placer de comer toda clase de comida sabrosa (y guarradas
sabrosas a la que aún llamamos comida) sin freno, permitiéndote abandonarte por un
ratito al placer inmediato que te daba esta clase de alimentos. Y a tu cerebro eso le
gustó y mucho, tanto que lo grabó y a base de repetirlo lo instauró como una
conducta placentera que se dispara de forma automática cuando aparecen
determinado tipo de emociones.

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Pero tú y yo sabemos que esa forma de calmar la ansiedad no es saludable: no te


gusta realmente hacerlo así; no es bueno para ti; no es bueno para los que te rodean;
ni tampoco es sostenible en el tiempo.

Pero no olvidemos que aunque es inconsciente, se trata de una decisión. Y como


todas las decisiones que tomamos, un 70% depende del ESTADO EMOCIONAL del
momento y un 30% de nuestro MAPA MENTAL (nuestra forma particular de ver el
mundo).

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¿Cómo son las emociones que nos llevan a la nevera/ despensa?

Todos los estados emocionales, incluido el que te empuja al atracón de comida, son
el resultado de una combinación de 3 variables:

1) Tu ENFOQUE: que no es más


que aquello en lo que estás
poniendo tu atención en ese
preciso momento. En otras
palabras: qué pensamientos
acaparan tu atención en ese
preciso instante.

2) Tu SIGNIFICADO: la interpretación que hace tu mente (habitualmente de forma


inconsciente) de eso en lo que te estás enfocando. Lo hace mediante el lenguaje,
usándolo para describir interiormente la experiencia. En otras palabras: qué historia
te cuentas a ti misma respecto a eso que pasa por tu cabeza, te des cuente o no: esto
en lo que estoy pensando es... bueno, malo, peligroso, placentero, doloroso, me da
miedo, me provoca ansidad, no puedo hacer nada,…

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3) Tu FISIOLOGÍA: la reacción
fisiológica que sientes en tu cuerpo en el
momento en el que tu mente ha dado un
significado a eso que te pasa. Es decir:
aumento del ritmo cardíaco, sequedad en
la garganta, punzadas en el estómago,
salivación, sensación de agitación,
nerviosismo,…

Estas 3 variables son las que forman una TRIADA EMOCIONAL. Y la que tienes
cuando vas a por comida (normalmente no muy saludable) es una triada muy
concreta.

¿Sabes cuál es tu Triada Emocional para el Atracón de Comida?

Busquemos las respuestas...

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¿Cómo se cambian las emociones que te empujan a comer?


Ahora ya sabes que las emociones están formadas por 3 componentes: enfoque,
significado y fisiología.

Cada una de estas tres variables son tres caminos para cambiar esa emoción por otra.
Modificando totalmente una de ellas, la emoción resultante se ve alterada. ¿De qué
manera puedes hacerlo? Sigue leyendo...

1) Cambia tu pensamiento
Responde estas preguntas y sabrás qué pensamientos te llevan a esa emoción que, de
momento, gestionas “taponándola” con el placer inmediato de comer:

1. ¿En qué te enfocas justo antes de darte un atracón?


2. ¿Qué cadena de pensamientos aparecen por tu mente?
3. ¿Cómo te hacen sentir? ¿En qué parte de tu cuerpo lo sientes?
4. ¿Qué resultados te da este enfoque?
5. ¿Qué pasaría si lograras cambiar tu foco de atención en el momento en el que
más lo necesitas?

Cuando te descubras pensando lo que sueles pensar justo antes de un atracón es el


momento de actuar, te apetezca o no, para llevar tu atención a otro lugar. Por ejemplo,
tu propia respiración.

Aquí tienes un ejemplo.

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2) Cambia tu lenguaje.
Constantemente tenemos nuestro foco de atención puesto en algún sitio:
pensamientos, sensaciones corporales, el entorno que percibimos por nuestros
sentidos,… y continuamente también nos hablamos usando el lenguaje común de
todo aquello en lo que nos enfocamos. El lenguaje es la forma de codificar nuestra
experiencia de una forma en la que podamos comprenderla. Y dependiendo del
lenguaje que usemos, aparecerá una emoción u otra.

Dicho de otra manera: una experiencia existe (y queda registrada en nuestra mente)
cuando hay palabras que la describen.

¿Has observado alguna vez como ante un mismo hecho, cada persona reacciona de
una forma distinta? ¡A veces, totalmente opuesta! Eso es así porque la descripción
interna que hace cada persona de la misma experiencia es diferente, por lo que la
reacción emocional también lo es.

Te voy a contar una historia muy reciente que servirá como ejemplo:

En una comida familiar de un domingo cualquiera, me cayó encima un poco (o un


mucho ) de salsa de tomate en la camisa blanca con aspecto de mancha de sangre.
Parecía recién salido del rodaje de una película de zombis, lo que me hizo partirme de
risa. Mi madre, reaccionó como una bestia: <<¡¡Aayyy la camisa blanca!! ¡¡Las
manchas de tomate son mu malas pa' limpiar!! ¡¡No tenéis cuidado; luego la que va
a limpiar soy yo!!, bla bla…>>, en fin, cosas de madre.

Mismo foco de atención para los dos: mancha de salsa de tomate en la camisa blanca.
Diferente significado interno para esa experiencia:

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Yo: “jajaja ¡¡parezco un zombi!!”


Mi madre: “Lo que cuesta quitar las manchas de tomate”.

Y a partir de ahí, distinta emoción:


Yo: humor, alegría.
Mi madre: irritación, enfado, impotencia.

Esto es lo que yo veía... ... y esto lo que veía mi madre.

Sin lenguaje no hay experiencia. Y según el lenguaje que uses, así será tu experiencia.

No te sientes igual si llamas a una experiencia fracaso que aprendizaje …

No es lo mismo decirte a ti misma que estás triste que decir que te sientes
desorientada…

Tampoco es lo mismo decir que te sientes desorientada a decir que ahora estás
buscando...

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O tener por delante un problemón a tener un reto...

Estar viviendo una época difícil que desafiante...

Obviamente, no se trata de darle un significado irreal, absurdo y totalmente opuesto a


lo que creas. Pero sí puedes comenzar a darle otro significado a lo que te pasa
cuidando mucho las palabras que usas para hablarte y las frases que te lanzas
constantemente.

Pregúntate lo siguiente:
1. ¿Qué dices a ti misma cuando vas tener un atracón?
2. ¿Qué frases usas normalmente?
3. ¿Son frases que te culpan por tu falta de voluntad? ¿Son de desvalorización
propia? ¿O simplemente usas oraciones que te animan a buscar comida
menospreciando los sentimientos que tendrás después?
4. ¿Qué palabras usas para describirte en esos momentos?
5. ¿Te crees realmente lo que te estás diciendo a ti misma en el momento del
atracón?

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3) Cambia tu cuerpo
Todas las emociones tienen una respuesta fisiológica en tu cuerpo. Tus sensaciones
corporales internas, tus gestos faciales, tu posición corporal, la velocidad de tus
movimientos, tu tono de voz,… todo lo que se puede percibir de tu cuerpo es una
expresión más de la emoción del momento. Y cuando tienes ansiedad y estás a punto
de arrasar sin control alguno con la comida, también hay una corporalidad concreta.

Y la buena noticia es que puedes cambiar tu emoción cambiando tu fisiología. Y


además… ¡es relativamente fácil!

Si yo ahora te pido que levantes el brazo izquierdo, puedes, ¿verdad?. Si te pido que
cierres los ojos y sonrías, puedes… ¿correcto? Ahora, levántate de la silla y vuélvete
a sentar… ¿puedes? Sí, lo puedes hacer porque puedes modificar tu corporalidad a
voluntad.

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Pues usemos eso a nuestro favor: en el preciso momento que estás sintiendo la
emoción que te lleva a comer, puedes cambiar tu estado fisiológico a voluntad e
interrumpir esa emoción indeseada, ya que la mente humana no es capaz de gestionar
dos mensajes contradictorios a la vez.

¿Qué puedes hacer? Te sugiero varias formas de las muchas que hay:

1. La más efectiva, sin duda: activar el cuerpo con ejercicio. A veces no es

necesario salir a correr o prepararte para practicar deporte; con unos saltos o
burpees puede ser suficiente.

2. Cambiar tu expresión facial. Cada

expresión facial tiene su propia


bioquímica que le acompaña. “Pillarnos”
en el acto cuando tengamos expresiones
faciales que acompañan estados
emocionales limitantes es un buen hábito
para gestionarlos bien e inducir otros
estados más potenciadores. Puedes, por
ejemplo, reír y sonreír sin ganas.

3. Modificar tu respiración. La Respiración es la única función vital que


podemos gestionar a voluntad, por lo que se convierte en nuestra aliada para
influir en nuestros estados emocionales. Es un reflejo de la Emociones, pero
también un ingrediente de las mismas.

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4. Una de las claves para conseguir cambios es desarrollar Patrones de


Movimiento que generan estados de Seguridad, Poder, Flexibilidad, Diversión
y Valentía.

Ejemplo: brazos en jarra, pecho hacia fuera, piernas semiabiertas, mentón


levantado, sonrisa y estómago encogido… durante 2'. Produce aumento de
testosterona y reduce el cortisol.

Nosotros hacemos las Emociones según el Enfoque y el Significado. Podemos


modificarlas mediante el enfoque, el lenguaje y la fisiología. El Agente Estresante
que provoca nuestra respuesta emocional sigue ahí, no ha cambiado; pero sí nuestra
respuesta emocional.

La Fisiología coexiste con la emoción que sentimos. Si la fisiología es otra, podemos


pensar en el problema, pero no sentirlo (por ejemplo, cuando hacemos deporte).

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Igual que nos sentimos mal sin ningún motivo aparente y lo aceptamos, también
podemos sentirnos bien, también sin ningún motivo.

¿Y ahora qué?
Puedo intuir lo que estás pensando: “Y ahora que ya sé cómo puedo cambiar el
estado emocional que me lleva al atracón ¿será suficiente para evitar comer sin
medida?”

Sí, pero no. Ese Estado Emocional que te lleva a comer compulsivamente es algo que
llevas repitiendo mucho tiempo, por lo que se ha convertido en un patrón emocional

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recurrente. Para modificarlo, se requiere romperlo y sustituirlo por otro patrón


emocional mediante la repetición frecuente e intensa. No existen soluciones mágicas
que te “curen”, sin más, de la noche al día.

Por otro lado, recuerda que las decisiones inconscientes y automáticas, como
devorar comida para atenuar tu ansiedad, dependen un 70% del estado emocional y
un 30% de tu mapa mental (tu propia concepción de la realidad) que tiene que ser
trabajado por solucionar el problema de base que te lleva a ese estado emocional de
forma tan automática.

Para ello, hay que desvelar que creencias sostienen tu vida, cuáles son tus valores y
reglas internas, las necesidades humanas que tienen más peso en ti,…

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Sin ir más lejos: la conducta destructiva de darte un atracón de comida cuando sientes
ansiedad es un medio (un mal medio, pero medio al fin y al cabo) para cubrir ciertas
Necesidades Humanas en ti que actualmente no se hayan completamente
satisfechas. Sobretodo tus dos Necesidades Humanas Primarias, es decir, las que
sientes más imprescindibles satisfacer en ti.

Estas 2 Necesidades Primarias Básicas están entre las 6 que cualquier ser humano
posee por su propia condición de ser humano: Necesidad de Seguridad, Necesidad de
Amor/ Conexión, Necesidad de Importancia, Necesidad de Variedad, Necesidad de
Crecimiento y Necesidad de Contribución.

Descubrirlas, te dará mucho más poder para atajar los problemas reales que te llevan
a ese estado de ansiedad que canalizas mediante atracones de comida recurrentes.

Mírate este vídeo que tengo para ti si quieres saber más sobre este tema al respecto.

Sin mayor dilación, te doy las gracias por dejarme acompañarte en este breve pero
provechoso espacio de tu vida. Continuemos juntos en esta encrucijada y elijamos el
camino de tu recuperación.

Un fuerte abrazo,

Jesús Millán

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