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Los niños y niñas adquieren a muy temprana edad un conocimiento funcional del
sistema de escritura, así como sus relaciones y diferencias con el lenguaje oral. Esto es
posible por su inmersión en un entorno socio-cultural sumamente alfabetizado, que se
presentan a aquellos en diversos formatos y con distintos usos. Gracias a este contexto se
puede dar un desarrollo en el descubrimiento de la importancia del lenguaje en cuanto a
funciones y fines en la sociedad y, además, constituir la base de su desarrollo personal,
social y cognitivo.
Durante los primeros cuatro meses de edad los niños y las niñas demuestran prestar
atención a sonidos verbales por sobre otros tipos de sonidos. Esta conducta se amplía y
complejiza en el segundo y tercer año de edad, donde inicia la llamada fase de “conciencia
y exploración”, en la cual los niños toman conciencia de sus características lingüísticas en
la interacción con su entorno, al seguir y realizar indicaciones verbales, al reconocer
nombres de personas y objetos, al realizar y responder preguntas simples y al memorizar
frases con algún sentido. Durante esta fase en general, ocurren hitos importantes en el
avance de la escritura del niño y la niña, cuando empiezan a generar los primeros
grafemas escritos que pueden asemejarse a letras y que demuestran la capacidad de
comprender y comunicar mensajes escritos.
Así pues, las aptitudes y destrezas de lectura y escritura solo podrán desarrollarse si los
niños se encuentran en un entorno de adecuada socialización en su cotidianidad, tanto en
actividades con otros niños y niñas, como con adultos. El entorno cultural y social
posibilitan en los infantes, su participación en actividades que les permita alcanzar
mayores dominios y comprensión, pues su curiosidad y motivación respecto al lenguaje no
se desarrolla plenamente en aislamiento. Esto último debido a que las características del
lenguaje oral se aprenden con atención consciente como sujeto pasivo y activo, que
posteriormente irá automatizando progresivamente conforme su edad avanza.
Las habilidades lingüísticas de expresión y comprensión durante los primeros tres años
de vida, dependen de la calidad del entorno educativo. Durante estas edades los niños y
niñas mantienen una exploración activa del lenguaje oral y escrito en sus diferentes
aspectos, que les permite apropiarse de la realidad cultural, social y física de si entorno.
Con la toma de conciencia y exploración del lenguaje en esta fase, los niños y niñas
pueden avanzar en el descubrimiento de variadas características de este sistema de
representación, como lo es por ejemplo la escritura de izquierda a derecha y de arriba
abajo.
Por esto se puede evidenciar como un importante progreso de esta fase de aprendizaje,
la comprensión de los signos gráficos y su carácter comunicativo. En esta fase logran
progresar de los balbuceos a las palabras y frases, evidenciando esto que desde etapas
muy tempranas de su desarrollo pueden identificar que los textos contienen información
que pueden llevar a sus realidades. Durante este proceso es observable como la
adquisición de las funciones del lenguaje se va dando de manera integrada para luego
gradualmente tomar conciencia de las unidades que integran el continuo del habla en
determinadas agrupaciones y signos. Con esto también progresa la conciencia fonológica,
desde los sonidos iniciales hasta las rimas entre palabras, encontrando de manera lúdica
variados rasgos del lenguaje.
Dado lo anterior, los niños y niñas adquieren formas gramaticales de mayor complejidad
y la memorización y/o creación de juegos verbales como las rimas, canciones o relatos, de
la mano de la adquisición de mejores procesos fonológicos. En esta fase de exploración los
infantes manifiestan su curiosidad e interés por todo lo que ocurre a su alrededor, tanto
en los espacios familiares, como en los escolares y demás espacios públicos; por esta
razón, su desarrollo en el grado de conciencia y exploración de sus realidades y los
múltiples lenguajes dependerán críticamente de lo observado en los adultos cercanos. De
esta manera, si la práctica de lectura y escritura en los adultos es limitada, esto influirá en
un limitado desarrollo de habilidades lectoras en los niños. Por otra parte, el adulto
cercano puede jugar un rol activo y positivo en el desarrollo cognitivo de los infantes y sus
habilidades de escritura y lectura, si les lleva a la atención de determinadas características
del lenguaje oral y sus relaciones o diferencias con el lenguaje escrito. Con la interacción
de materiales impresos como el periódico, libros y otros textos escritos, el adulto puede
promover en ellos a tempranas edades ( segundo y tercer año de edad), el gusto por la
lectura y con esto, el desarrollo de capacidades cognitivas, personales y socio-culturales.