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La Literatura como enfoque pedagógico en la educación inicial

Para el niño y niña es importante el acercamiento a nuevas realidades a través del


enfoque pedagógico de la literatura. Con este enfoque que promueve la expresión y la
construcción de significados que serán importantes para su relacionamiento social y la
interiorización de códigos éticos. Con la actividad literaria los niños pueden desarrollar
habilidades comunicativas, sociales, afectivas y cognitivas; pues se aprende a indagar,
describir, interpretar e interactuar con distintas realidades por medio de diversidad de
símbolos y códigos. De esta manera, los niños y niñas se convierten en sujetos activos en
la transformación se susodichas realidades, porque son capaces de leer el mundo que los
rodea (tanto el natural como el socio-afectivo) y afectar a través de lenguajes con
múltiples formas y contenidos.

La literatura como proceso de lectura es un enfoque pedagógico sólido y actual, ya que


hace uso de múltiples recursos lúdicos y didácticos que facilitan el desarrollo de los niños
en sus múltiples formas con las anteriormente indicadas y además, permite entender las
variadas formas de ser infante, lo cual es necesario para la inmersión de ellos y ellas en los
ámbitos de la convivencia con los valores y reglas de conducta que engloba. Esto último es
importante a la hora de enfatizar determinados valores ético-sociales, siendo más
prioritario cuando en los núcleos escolares y familiares existen falencias al respecto.

Así pues, la literatura como enfoque pedagógico para la inmersión en el lenguaje es


necesario para que los niños y niñas se conviertan en sujetos portadores y constructores
de significado, situación que tal y como lo indica Bruner (1986) debe lograrse en un
ambiente de relación recíproca entre individuos que favorezca la capacidad de interpretar
y construir significados. En el abordaje de la literatura en la primera infancia se debe hacer
prevalecer la imaginación y la libertad que esta conlleva, con su arte de apelar a la
interpretación y la sensibilidad a través de su materia prima: las palabras. Para esta tarea
se puede utilizar la amplia gama de libros publicados para la primera infancia (cuentos,
mitos, leyendas, relatos, rondas, canciones, coplas, poesía, entre otras) y demás
actividades diversas que involucran el lenguaje pictórico y oral.
Dado lo anterior, es imprescindible que sean los niños y niñas introducidos en el lenguaje
literario, con la guía de un adulto con el que aprenda la relación de las palabras con el
tono de voz, los gestos, las imágenes, los símbolos, entre otros, para lograr un desarrollo
integral (personal, social y cognitivo), por esta razón el lenguaje en la primera infancia no
es simplemente la enseñanza mecánica de palabras y símbolos, sino más bien la
ampliación de posibilidades de imaginación, de análisis y de invención de significados en la
realidad cultural en la que están inmersos. Esto permite que se apropien de diversos
conocimientos que le serán útiles y/o satisfactorios para el resto de su vida y que
aprendan a sentir y pensar el lenguaje en general.

Perfil educativo del desarrollo lector en edades de dos y tres años

Los niños y niñas adquieren a muy temprana edad un conocimiento funcional del
sistema de escritura, así como sus relaciones y diferencias con el lenguaje oral. Esto es
posible por su inmersión en un entorno socio-cultural sumamente alfabetizado, que se
presentan a aquellos en diversos formatos y con distintos usos. Gracias a este contexto se
puede dar un desarrollo en el descubrimiento de la importancia del lenguaje en cuanto a
funciones y fines en la sociedad y, además, constituir la base de su desarrollo personal,
social y cognitivo.

En base a recientes investigaciones se ha encontrado que el dominio de la lengua escrita


se debe fundamentalmente al carácter cultural y social implícito en la continuidad y
mutación que ha tenido a lo largo del tiempo, más no tanto, al desarrollo de algunas
funciones asociadas a las lógicas psicomotoras y perceptivas que se presuponían que
ocurrían en la primera infancia. Esta última concepción se ha ido gradualmente superando
durante los últimos treinta años a medida que concepciones de nuevas perspectivas y
nuevos componentes de alfabetización han emergido.

La apropiación de la alfabetización en los niños y las niñas, es un proceso que no se


cierne a un determinado orden según la edad, sino en cambio, es un proceso de avances
progresivos observados a través del tiempo, lo cual es la base para la propuesta de fases
de lectura y escritura, observables en la resolución de problemas de distinta dificultad,
que van de la distinción entre imágenes y símbolos de escritura, hasta la comprensión más
compleja de lo que la escritura y sus diversos lenguajes pueden representar. Además, la
experiencia sugiere que todos los niños muestran avances desiguales en este proceso, ya
que este depende de diversos factores como los agentes educativos, las actividades
propuestas, el relacionamiento con los otros niños y otros recursos educativos, lo cual
evidencia lo complejo de este proceso. Estos nuevos conocimientos han servido de base
para la reciente elaboración de estándares para la alfabetización en la educación
temprana en diversos países como: “afirmaciones que describen las expectativas para el
aprendizaje y el desarrollo temprano de los niños a través de diversos dominios: salud y
bienestar físico, bienestar emocional y social, enfoques de aprendizaje, desarrollo del
lenguaje y de los sistemas simbólicos y conocimiento general del mundo que los rodea”
(www. ccddo.org 2005).

Durante los primeros cuatro meses de edad los niños y las niñas demuestran prestar
atención a sonidos verbales por sobre otros tipos de sonidos. Esta conducta se amplía y
complejiza en el segundo y tercer año de edad, donde inicia la llamada fase de “conciencia
y exploración”, en la cual los niños toman conciencia de sus características lingüísticas en
la interacción con su entorno, al seguir y realizar indicaciones verbales, al reconocer
nombres de personas y objetos, al realizar y responder preguntas simples y al memorizar
frases con algún sentido. Durante esta fase en general, ocurren hitos importantes en el
avance de la escritura del niño y la niña, cuando empiezan a generar los primeros
grafemas escritos que pueden asemejarse a letras y que demuestran la capacidad de
comprender y comunicar mensajes escritos.

Estos tipos de progresos en el lenguaje escrito pueden no evidenciarse si no se cuenta


con un marco de referencia comprensivo para identificarlos adecuadamente.
Contrariamente, los adultos suelen asociar estos primeros lenguajes escritos
rudimentariamente, como una falta absoluta de conocimiento, desconociendo que en
realidad es un progreso que predice un muy probable avance de aprendizaje. Los estudios
recientes en desarrollo del lenguaje demuestran que el entorno social activa las
capacidades cognitivas que los niños y niñas tienen para la adquisición de un lenguaje
fluido alrededor de los tres años de edad. Por este motivo es indispensable dotarlos de las
oportunidades necesarias para la práctica y acceso activo del lenguaje en la interacción
con otros individuos.

Así pues, las aptitudes y destrezas de lectura y escritura solo podrán desarrollarse si los
niños se encuentran en un entorno de adecuada socialización en su cotidianidad, tanto en
actividades con otros niños y niñas, como con adultos. El entorno cultural y social
posibilitan en los infantes, su participación en actividades que les permita alcanzar
mayores dominios y comprensión, pues su curiosidad y motivación respecto al lenguaje no
se desarrolla plenamente en aislamiento. Esto último debido a que las características del
lenguaje oral se aprenden con atención consciente como sujeto pasivo y activo, que
posteriormente irá automatizando progresivamente conforme su edad avanza.

Las habilidades lingüísticas de expresión y comprensión durante los primeros tres años
de vida, dependen de la calidad del entorno educativo. Durante estas edades los niños y
niñas mantienen una exploración activa del lenguaje oral y escrito en sus diferentes
aspectos, que les permite apropiarse de la realidad cultural, social y física de si entorno.
Con la toma de conciencia y exploración del lenguaje en esta fase, los niños y niñas
pueden avanzar en el descubrimiento de variadas características de este sistema de
representación, como lo es por ejemplo la escritura de izquierda a derecha y de arriba
abajo.

Por esto se puede evidenciar como un importante progreso de esta fase de aprendizaje,
la comprensión de los signos gráficos y su carácter comunicativo. En esta fase logran
progresar de los balbuceos a las palabras y frases, evidenciando esto que desde etapas
muy tempranas de su desarrollo pueden identificar que los textos contienen información
que pueden llevar a sus realidades. Durante este proceso es observable como la
adquisición de las funciones del lenguaje se va dando de manera integrada para luego
gradualmente tomar conciencia de las unidades que integran el continuo del habla en
determinadas agrupaciones y signos. Con esto también progresa la conciencia fonológica,
desde los sonidos iniciales hasta las rimas entre palabras, encontrando de manera lúdica
variados rasgos del lenguaje.

En su inmersión socio-cultural los infantes pueden comprender la función social de los


lenguajes en diversos ámbitos como el informativo (señales de tránsito, direcciones, etc),
el comercial, el narrativo y otros. Al alcanzar los anteriores progresos en la fase de
exploración, los niños y niñas comienzan una nueva relación con la escritura y la lectura;
con una nueva actitud inician la fase experimental, en la cual empiezan a tomar conciencia
de sus limitaciones como lectores y escritores y, donde su acercamiento a la lengua escrita
se vuelve más reflexiva. Además, en esta fase se puede evidenciar algunos indicios de
conocimiento metacognitivo en su actuación y un mejor conocimiento de las
características del lenguaje oral y escrito. Son notables principalmente algunas habilidades
lingüísticas asociadas a la comprensión de indicaciones verbales en secuencia que no
están necesariamente relacionadas entre sí, como, por ejemplo: “quítate la chaqueta
ayúdame a ordenar las sillas” y relacionadas con habilidades conversacionales que giran
en torno a un tema específico, como lo es el relato de alguna actividad cotidiana.

Dado lo anterior, los niños y niñas adquieren formas gramaticales de mayor complejidad
y la memorización y/o creación de juegos verbales como las rimas, canciones o relatos, de
la mano de la adquisición de mejores procesos fonológicos. En esta fase de exploración los
infantes manifiestan su curiosidad e interés por todo lo que ocurre a su alrededor, tanto
en los espacios familiares, como en los escolares y demás espacios públicos; por esta
razón, su desarrollo en el grado de conciencia y exploración de sus realidades y los
múltiples lenguajes dependerán críticamente de lo observado en los adultos cercanos. De
esta manera, si la práctica de lectura y escritura en los adultos es limitada, esto influirá en
un limitado desarrollo de habilidades lectoras en los niños. Por otra parte, el adulto
cercano puede jugar un rol activo y positivo en el desarrollo cognitivo de los infantes y sus
habilidades de escritura y lectura, si les lleva a la atención de determinadas características
del lenguaje oral y sus relaciones o diferencias con el lenguaje escrito. Con la interacción
de materiales impresos como el periódico, libros y otros textos escritos, el adulto puede
promover en ellos a tempranas edades ( segundo y tercer año de edad), el gusto por la
lectura y con esto, el desarrollo de capacidades cognitivas, personales y socio-culturales.

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