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1. Introducción*
Estimada hermana, me alegra que me pregunte con toda libertad. Será un placer para mí
tratar de responder a sus interesantes preguntas, que a contiuación me plantea, hasta
donde llegue mi entendimiento y conocimiento de la Biblia.
¿Puede usted explicarme Hechos 15:28,29? ¿Qué quiere decir abstenerse de sangre y de
la carne de animales estrangulados? ¿Hasta donde implica abstenerse de sangre?
¿Estamos obligados al diezmo?
¿Usted se reúne en alguna iglesia en particular?, yo necesito reunirme con hermanos en la
fe, pues actualmente no lo hago por temor equivocarme de iglesia.
¿Estaría bien celebrar la navidad aunque sus inicios son paganos?
(BLS) Hechos 15:29: No coman carne de animales que hayan sido sacrificados en honor
a los ídolos; no coman sangre ni carne de animales que todavía tengan sangre adentro, y
eviten las relaciones sexuales que la ley de Moisés prohíbe. Si cumplen con esto, harán
muy bien. Reciban nuestro cariñoso saludo.»
¿Qué cuestión era ésta? Pues que “algunos que venían de Judea enseñaban a los
hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”(Hechos
15:1). ¿Quiénes eran los que reclamaban que los gentiles que se convertían al cristiano
tenían que circuncidarse? “algunos de la secta de los fariseos, que habían creído” (Hechos
15:5).
Hechos 15:5: Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron
diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
Finalmente, San Pablo nos exhorta a que nuestra libertad de conciencia nunca “venga a
ser tropezadero para los débiles” (1 Corintios 8:9). Transcribo todo el capítulo ocho, por
considerarlo muy aclaratorio:
1 Corintios 8:1-13: En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos
conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. (2) Y si alguno se imagina
que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. (3) Pero si alguno ama a Dios, es
conocido por él. (4) Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos,
sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. (5)
Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay
muchos dioses y muchos señores), (6) para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el
Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. (7) Pero
no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los
ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se
contamina. (8) Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque
comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. (9) Pero mirad que
esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. (10) Porque si
alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la
conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los
ídolos? (11) Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo
murió. (12) De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil
conciencia, contra Cristo pecáis. (13) Por lo cual, si la comida le es a mi hermano
ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.
Aunque son dos prohibiciones distintas, en realidad encierran una única prohibición, que
es la de comer la carne de los animales con su sangre, o la de comer la sangre de los
animales separada de su carne o mezclada con otras cosas (Génesis 9:4; Levítico 3:17;
7:26; 17:10; 19:26; etc.). Por tanto, todo animal, ahogado o estrangulado o muerto de
cualquier otra manera, si no se hubiese podido desangrar previamente, entonces esa es
carne que ningún judeo-cristiano comería, ni tampoco un cristiano gentil debería comer,
aunque solo fuera por respeto a aquellos, porque Jehová Dios mandó: “Pero carne con su
vida, que es su sangre, no comeréis” (Génesis 9:4). Notemos, que la prohibición se refiere
a no comer ninguna sangre de animales; por supuesto, tampoco la de seres humanos,
pues que eso sería una práctica de caníbales, agoreros, hechiceros o adivinos.
Génesis 9:2-4: El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y
sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces
del mar; en vuestra mano son entregados. (3) Todo lo que se mueve y vive, os será para
mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. (4) Pero
carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.
Levítico 19:26: No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinos.
Sin embargo, otra cosa muy distinta, que no tiene nada que ver con comer –pues lo que
uno come pasa por el aparato digestivo, y lo que no se absorbe se elimina en forma de
heces– es transfundir sangre, previamente extraída a un ser humano, e infundirla a otro
por vía endovenosa. Puesto que la sangre es vida, cuando se inyecta sangre humana a un
ser humano se le está donando vida (Génesis 9:4; Levítico 17:11).
Por tanto, su pregunta –“¿hasta dónde implica abstenerse de sangre?”– creo que ha sido
contestada bíblicamente, pues intuyo que usted se refiere a si sería lícito recibir
transfusiones de sangre.
A este respecto, la interpretación que los Testigos de Jehová hacen –de los textos citados
arriba y de otros muchos del AT que prohíben comer sangre y que transcribimos más
abajo– no puede ser más aberrante, pues consideran que la transfusión de sangre
humana es lo mismo que comer la sangre o tomar un trago de sangre, al estilo “vampiro”,
agorero o adivino, etc. Lo cual no se ajusta al sentido bíblico y es totalmente absurdo e
ilógico. Comprobemos que todos los textos se refieren a no comer la sangre de los
animales. La sangre humana nunca ha sido un alimento para seres humanos excepto
cuando la naturaleza humana ha alcanzado cierto grado de perversión o degradación
provocada por diversas influencias demoniacas, como ha sucedido desde los más remotos
tiempos de la antigüedad y hasta nuestros días:
Levítico 3:17: Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis, que
ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis.
En este texto, además, se prohíbe la grasa de la carne, lo que es una profilaxis magnifica
para evitar el exceso de colesterol en sangre.
Levítico 17:10-11: Si cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran
entre ellos, comiere alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere
sangre, y la cortaré de entre su pueblo. (11) Porque la vida de la carne en la sangre
está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma
sangre hará expiación de la persona.
Notemos que aquí además del motivo de respeto por estar “la vida de la carne en la
sangre” se añade otra importante razón de naturaleza ritual, porque la sangre se usaba
para hacer “expiación de la persona” (Levítico 17:10-16).
Levítico 17:10-16: (12) Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de
vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora entre vosotros comerá sangre. (13) Y
cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos,
que cazare animal o ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con
tierra. (14) Porque la vida de toda carne es su sangre; por tanto, he dicho a los hijos de
Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su
sangre; cualquiera que la comiere será cortado. (15) Y cualquier persona, así de los
naturales como de los extranjeros, que comiere animal mortecino o despedazado por fiera,
lavará sus vestidos y a sí misma se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche;
entonces será limpia. (16) Y si no los lavare, ni lavare su cuerpo, llevará su iniquidad.
En los textos anteriores se vuelve a insistir en la misma prohibición de comer la sangre
indicando la misma razón que en otros pasajes citados más arriba. Pero además se dan
indicaciones para los animales o aves cazadas, e instrucciones para corregir la impureza
ritual, cuando se comiere “animal mortecino o despedazado por fiera”.
Deuteronomio 12:15-27: Con todo, podrás matar y comer carne en todas tus poblaciones
conforme a tu deseo, según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado; el inmundo y el
limpio la podrá comer, como la de gacela o de ciervo. (16) Solamente que sangre no
comeréis; sobre la tierra la derramaréis como agua. […](21) Si estuviere lejos de ti el
lugar que Jehová tu Dios escogiere para poner allí su nombre, podrás matar de tus vacas y
de tus ovejas que Jehová te hubiere dado, como te he mandado yo, y comerás en tus
puertas según todo lo que deseares. […] (23) Solamente que te mantengas firme en no
comer sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con su carne.
(24) No la comerás; en tierra la derramarás como agua. (25) No comerás de ella, para
que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, cuando hicieres lo recto ante los ojos de
Jehová. (26) Pero las cosas que hubieres consagrado, y tus votos, las tomarás, y vendrás
con ellas al lugar que Jehová hubiere escogido; (27) y ofrecerás tus holocaustos, la carne
y la sangre, sobre el altar de Jehová tu Dios; y la sangre de tus sacrificios será derramada
sobre el altar de Jehová tu Dios, y podrás comer la carne.
Sin embargo, si somos cristianos maduros tomaremos en cuenta los siguientes sabios
consejos que San Pablo nos da:
Romanos 14:14-23: Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo;
mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. (15) Pero si por causa de la
comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la
comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. (16) No sea, pues, vituperado vuestro
bien; (17) porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo. (18) Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado
por los hombres. (19) Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.
(20) No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad
son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. (21)
Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda,
o se debilite. (22) ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el
que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. (23) Pero el que duda sobre lo que
come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es
pecado.