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PROVINCIA DE BUENOS AIRES

PODER JUDICIAL

Causa nº: 2-65344-2019


"LABRA, DANIEL JOSE C/ BANCO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES S/
DAÑOS Y PERJUICIOS "
JUZGADO EN LO CIVIL Y COMERCIAL Nº 2 - TANDIL
Sentencia Registro nº: ............. Folio: .............
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En la ciudad de Azul, a los veintiocho días del mes de mayo del año Dos Mil
Veinte, celebrando Acuerdo Telemático (arts. 1º apart. b 1.1. de la Resolución
10/2020 y 7 de la Resolución 14/2020; art. 4 inc. a Resolución 18/2020;
Resolución 165/2020; Acuerdo 3971; Acuerdo 3975/2020; arts. 1, 2 y 3 de la
Resolución 21/2020; Resolución de la SCBA 480/2020; Resoluciones de
Presidencia SPL Nº 22/20, Nº 23/20 y Nº 25/20 y Resolución N° 535/20), los
Señores Jueces de la Excma. Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial
Departamental, Sala II, Doctores Víctor Mario Peralta Reyes, Jorge Mario
Galdós y María Inés Longobardi, con la presencia virtual del Sr. Secretario
Doctor Claudio Marcelo Camino, para pronunciar sentencia definitiva en los
autos caratulados: “Labra, Daniel José c/ Banco de la Prov. de Buenos Aires
s/ Daños y Perjuicios” (Causa Nº 65.344), habiéndose practicado el sorteo
pertinente (art. 168 de la Constitución Provincial; arts. 263 y 266 del C.P.C.C.),
resultó que debían votar en el siguiente orden: Dr. Galdós, Dra. Longobardi y
Dr. Peralta Reyes.
Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las
siguientes:
-C U E S T I O N E S-
1ra.-¿Es procedente el recurso de apelación incoado contra la
sentencia de fs. 1289/1291 vta.?.
2da.- ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?.
-V O T A C I O N-
A LA PRIMERA CUESTION, el Sr. Juez Dr. Galdós, dijo:
I) 1. Con fecha 01/08/2000, el Sr. Daniel José Labra promovió
demanda contra el Banco de la Provincia de Buenos Aires y el Sr. Jorge Zunino,
a fin de que se indemnicen los daños que habría sufrido como consecuencia del
cierre de su cuenta corriente bancaria, y el perjuicio patrimonial que ello le
habría generado; sumado al derivado de otras maniobras burocráticas del
banco demandado, que le habrían impedido regularizar su situación crediticia y
continuar con su actividad económica de “movimiento de suelos” (fs. 207/222
bis).
Tras casi quince años de proceso, y un período de un año y
cuatro meses aproximadamente sin actividad impulsoria (ver fs. 1213 vta.), se
presenta con fecha 06/04/15 (fs. 1217/1223) el perito calígrafo oficial Andrés
Emilio Peroncini, quien había presentado su dictamen casi dos años atrás
(con fecha 05/06/13; ver fs. 1167 vta.), y solicita que en virtud de los arts. 36
inc. 1 y 34 inc. 5 CPCC, se intime a las partes a activar las actuaciones, y en
su caso, decrete la caducidad de instancia. Expresa que si bien no reviste la
calidad de parte, tampoco es un tercero ajeno al proceso sino un auxiliar del
servicio de justicia cuya participación fue requerida por los interesados y
dispuesta en autos. Aclara que no efectúa el aludido pedimento como
prerrogativa propia, sino que viene a poner en evidencia una situación de
hecho y a solicitar que el juez haga uso de la facultad- deber emanada de
esos preceptos. Ello así en razón de que la parálisis indefinida de las
actuaciones perjudica la regulación y cobro de sus honorarios judiciales; única
fuente de los ingresos económicos propios de su profesión.
A fs. 1224, en función de lo manifestado por el perito calígrafo y
considerando la Resolución de la SCBA 3694/12 que exhorta a los jueces a
aplicar de oficio el instituto de la caducidad de instancia, el magistrado de
grado procede intimar a las partes en los términos del art. 315 CPCC, bajo
apercibimiento de decretar la caducidad de instancia.
Con fecha 23/04/15 (fs. 1228/1229) la parte actora manifiesta su
intención de continuar las actuaciones, y solicita el pase de los obrados para la
designación de un perito psicólogo, conforme lo dispuesto a fs. 1005, 2º párr.
Accesoriamente, pone de relieve la dudosa legitimación del perito para requerir
la caducidad de los obrados en primera instancia, y, a fs. 1230, acompaña
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oficios para diligenciar. Con ello, por proveído del 7 de mayo de 2015 (f. 1232 y
vta.) se tienen por activadas las actuaciones.
Con posterioridad, tras librarse los oficios de inhibición ordenados
respecto de uno de los codemandados (fs. 1280/1282), y transcurrir casi un
año y tres meses sin que las partes realicen ninguna actuación procesal
útil, el mencionado perito calígrafo peticiona que se haga efectivo el
apercibimiento dispuesto en autos, y se decrete la caducidad de instancia de
las actuaciones (fs. 1287/1288).
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3. En ese marco, se dicta la sentencia apelada de fs. 1289/1291


vta. que decreta la caducidad de instancia de las actuaciones por
“reincidencia”, imponiendo las costas por su orden, en razón, aclara, de
decretar la caducidad de oficio y no a instancia de parte. Efectúa las
pertinentes regulaciones de honorarios.
A fs. 1292 y vta. interpone recurso de apelación la parte actora,
fundándolo con su memorial de fs. 1376/1377 vta. Arguye allí que el perito no se
encuentra legitimado en los términos del art. 315 CPCC para requerir la
declaración de caducidad de instancia, y que la sentencia resulta contradictoria
en cuanto decreta la caducidad “de oficio”, pero a instancia de parte.
Subsidiariamente, solicita que se tenga en cuenta el carácter interruptivo del
informe de OCA agregado en autos (en referencia al de fs. 1336 agregado luego
de la sentencia de caducidad); el que a su entender obsta al decreto de
caducidad. En su ampliación de fundamentos, efectuada por escrito electrónico
del 19/10/19, agrega que el decisorio apelado vulnera el principio dispositivo en
virtud del cual el impulso del proceso corresponde a las partes, pues ha
admitido un pedido de caducidad de quien no es parte, omitiendo considerar,
además, el carácter restrictivo del instituto.
A fs. 1301 el Banco demandado recurre los honorarios regulados
en el punto IV por altos; y a fs. 1302, por igual motivo, los regulados en los
puntos III.2 y III.3. A fs. 1303 hace lo propio el perito Peroncini, por considerar
bajos los honorarios a él regulados.
Elevadas las actuaciones a esta Alzada, se dispone que
resultando definitiva la cuestión ella debe resolverse con la formalidad del
acuerdo (fs. 1390); con lo que pasados los autos al acuerdo, firme esa
providencia, y efectuado el sorteo de ley, se encuentran estos autos en
condiciones para su resolución.
II) Considero que la resolución apelada debe confirmarse.
En primer término, advierto un impedimento formal al planteo que
ahora efectúa la parte actora en punto a la legitimación del perito calígrafo para
requerir la caducidad de instancia de las actuaciones. Ello así pues la caducidad
decretada en autos, es directa consecuencia de la intimación firme
previamente cursada a las partes a fs. 1224 (es decir, de un despacho previo,
firme y consentido), y esa intimación también fue dictada previa
presentación del perito calígrafo Andrés E. Peroncini (fs. 1217/1223). De
modo que siendo ése el eje de su actual agravio, se advierte que el ahora
apelante debió en todo caso recurrir aquella intimación que dio inicio al
procedimiento de caducidad, y que constituye necesario presupuesto de la
resolución ahora recurrida. Sin embargo, en aquella oportunidad el actor se
limitó a poner de relieve el carácter “dudoso” de la legitimación del perito en
primera instancia (ver fs. 1229), consintiendo, de todos modos, los términos de
la intimación cursada.
Al respecto, tiene dicho esta Sala que las resoluciones que son
consecuencia o reiteración de otra anterior firme y consentida, resultan
inapelables “habida cuenta que conceder el recurso de apelación en esos
casos retrotraería el trámite hacia etapas precluidas” (art. 36 inc. 1º del
C.P.C.C.; esta Sala, causas nº 45.504 del 12-8-03, “Todaro Fioravanti...”; nº
48.279 del 19-5-05, “Bottino...”; nº 46.058 del 08-3-05, “Saloiña...”; nº 48.428 del
14-6-05, “Guerrero...”; nº 48.627 del 02-6-05, “Emiliozzi...”; nº 49.312 del 21-3-
06, “Lovecchio...”; nº 50.580 del 31-10-06, “Torres...”; nº 50.681 del 01-3-07,
“Jalil...”; nº 51.821 del 28-11-07, “Di Matteo...”; n° 53.764 del 26-11-09, “Suragro
S.A…”; nº 57.637, “Lappano…”, del 10/04/13, entre muchas otras).
III) 1. Ahora bien, no obstante que el aludido obstáculo ritual
constituiría óbice a la admisibilidad del recurso, considero conveniente agregar
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algunas consideraciones superadoras de la sola “ritualidad”. Ello en atención a


la trascendencia de la decisión apelada -que pone fin a este extenso proceso-, y
a que el carácter dudoso de la cuestión planteada y los términos en que fue
despachada la petición del perito (de oficio), pudieron conducir al apelante a
consentir aquella primera intimación (art. 384 CPCC; arts. 2 y 3 CCCN).
Ciertamente, se presenta en autos una circunstancia atípica, pues
si bien se ha intimado y dictado una caducidad de instancia “de oficio”,
ello ha sido en ambas oportunidades previo pedimento del perito calígrafo
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designado en autos (auxiliar de justicia y tercero respecto de las partes;


aunque no en los términos de los artículos 90 y ss. CPCC). De suerte que por el
modo en que ha sido despachada la intimación de fs. 1224, así como la
resolución de caducidad ahora apelada (como dije, “de oficio”; fs. 1289/1291
vta.), no se trata tanto de determinar si un perito posee legitimación para
requerir la caducidad de instancia de las actuaciones, sino más precisamente de
dilucidar si el pedimento efectuado por el mencionado, que “alertó” al
Juez del transcurso de los plazos pertinentes, vició de algún modo el
ejercicio de las facultades propias que éste ha invocado al decretar la
mentada caducidad. Adelanto una respuesta negativa a ese interrogante.
2. En primer término, en razón del rol que ha tenido el perito
calígrafo en la caducidad de instancia a la postre decretada “de oficio”,
advierto que si bien acorde el texto del art. 315 CPCC, un perito oficial no
cuenta con expresa legitimación para requerir la caducidad de instancia de las
actuaciones, en ciertos supuestos la doctrina y la jurisprudencia –aunque no en
forma unánime (ver en tal sentido las opiniones divergentes citadas por Loutayf
Ranea, Caducidad de la Instancia, 2 ed., Astrea, Bs. As., 2014, págs. 577 y ss),
han ampliado la nómina de sujetos legitimados al efecto, en su calidad de
terceros (en los términos de los arts. 90 y SS. CPCC) o terceros interesados.
En particular relación con la legitimación del perito oficial para
requerir la caducidad, se ha dicho, partiendo de su derecho a obtener la
regulación y percepción de sus honorarios, que “si la ley no coarta la
postulación, el perito que acredita un interés real en ciernes bien puede impetrar
la caducidad. Está desobligado a esperar a que las partes se decidan a
promover actos interruptores. La conexión del perito con el juicio resulta
evidente. Y el interés, conforme al consabido dictamen, es la medida de la
acción. (….). Lo cierto es que la jurisprudencia ha permitido la solicitud a
compañías de seguros que oficiaban como terceros coadyuvantes; a letrados
tras una sentencia que les deparaba honorarios; al actor, pese a que el art. 315
del CPCN lo omite; al síndico o al fallido; al citado de evicción; a subinquilinos;
al adquirente de un inmueble interesado en que se levanten medidas
cautelares; al fiador en el proceso seguido contra el deudor principal (…).” (cf.
Chiappini, Julio O., Caducidad de la instancia pedida por el perito, LLC2013
(julio), 605; el destacado me pertenece). Por lo demás, como también los
destaca el citado autor, “de todos modos, aunque la ley no autorice a alguien
para solicitar la perención, como debe ser declarada de oficio el estímulo se
salió con la suya: alertó al juez quien, se supone, obrará en consecuencia. Con
lo cual no importa quién pide la caducidad sino qué pide: Cám. Nac. Civil, sala
C, La Ley 1977-A-546-Nº 33.945.” (Chiappini, Julio O., ob. cit.).
En igual sentido, se ha destacado que “si frente al abandono de
ambas partes del proceso principal —sea por acuerdo extrajudicial o no— se le
impide peticionar en razón de la subordinación a la actividad (inactividad) de
aquéllas, es fácil vislumbrar cómo dicha imposibilidad atenta contra la
garantía de defensa en juicio, pues se le están quitando y restringiendo las
facultades propicias para alegar en defensa de derechos sustanciales que
le pertenecen (honorarios), afectándose ilegítimamente su obtención y
concreción. Máxime si se repara que estos derechos no representan un mero
interés o una mera expectativa, sino que han nacido al amparo de una
legislación arancelaria y que, en consecuencia, han ingresado a su patrimonio
como prerrogativas adquiridas y a las que la propia ley provincial declara de
carácter alimentario. En tal sentido, circunscribir su actuación al impulso
de las partes luce, en general, injusto y alejado de la solución legal (…).
Así, el derecho constitucional de remuneración justa no sólo se quebrantará
sino que, inclusive, se tornará meramente ilusorio con la consecuente y
simultánea afectación del derecho de propiedad. En efecto, el dictamen pericial
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como pieza procesal en la que ha volcado sus conocimientos científicos,


técnicos, artísticos o prácticos correspondientes a la especialidad de que se
trate, es el fruto de su trabajo y, como tal, fuente de su derecho a una justa
remuneración. Es decir, el servicio prestado y materializado a través del
dictamen consolida el derecho al cobro de la remuneración.” (Soler Virginia,
Legitimación activa del perito oficial para deducir la caducidad de la segunda
instancia. Las dos caras de la misma moneda, LL, APC 2013-6, 01/06/2013,
736, en comentario al fallo del Trib. Sup. Just., Córdoba, sala Civ. y Com., auto
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n. 5 del 15/2/2013, in re "Banco Credicoop Cooperativo Ltdo. v. Barale, Ángel y


otros…”, el destacado es propio; en igual sentido, Cam. de Apel. en lo Civil,
Com., Laboral y de Minería de Neuquén, Sala 1, causa nº 359948/07, “Peña,
María Irene…”, del 24 de abril de 2014)
Y no obsta a lo dicho la circunstancia de que el perito
pueda pedir la regulación provisional de sus honorarios, puesto que esa
posibilidad no está prevista para paliar el abandono del proceso por las partes,
sino para afrontar la demora normal en el trámite de un expediente judicial
activo. Por lo demás, como lo pone de relieve la autora citada en último término,
“la justeza de una remuneración implica necesariamente su completitud,
cualidad que define y liga al monto del honorario de manera proporcional a la
importancia de la labor desarrollada y, principalmente, a su suficiencia. Y contra
esta última cualidad se alza no sólo una regulación de honorarios pendiente de
firmeza sino, también, una regulación provisoria, pues —en verdad— el
desmedido e ilimitado transcurso del tiempo tiende a transformar lo provisorio
en definitivo. En este sentido, el monto provisorio —en algunos casos— puede
ser menor al que al final le correspondería teniendo en cuenta la determinación
de la base regulatoria de acuerdo al resultado del pleito” (cf. Soler Virginia, ob.
cit.).
Con base en los argumentos antedichos, no dudo de que se
debe reconocer cuanto menos al perito oficial designado en autos, frente a
la injustificada y prolongada inactividad de las partes, y al amparo de su derecho
a obtener una regulación de sus honorarios y finalmente su paga, la facultad de
estimular la jurisdicción para el ejercicio de su potestad de decretar de
oficio la caducidad de instancia. Ello sin perjuicio de que, eventualmente,
ante al pedimento de que ejerza sus potestades propias, el juez podrá rechazar
in limine la petición, o denegarla por las razones que estime pertinentes y, frente
a ello, el perito no tendrá recurso de apelación alguno (tal como ocurre con las
resoluciones dictadas en materia de medidas para mejor proveer; cf. esta Sala,
causas nº 58.490, “Molina Lorena Astrid…”, del 26/11/13; nº 60.624, “Garcia
Lourdes Roxana…”, del 10/11/15, entre otras tantas).
Sin embargo, podrá también, como ocurrió en autos, tomar nota de
lo expuesto por el auxiliar de justicia y - en ejercicio de facultades propias y de
su paralelo deber- verificar lo manifestado, y si lo entiende procedente acorde
las particularidades del caso, poner en marcha el procedimiento legal
previsto para la caducidad de instancia, y en su caso, finalmente
decretarla. No hay nada jurídicamente reprochable en ese proceder, más allá
de su inconveniencia para el aquí apelante.
Nótese que lo hasta aquí dicho no importa asimilar la petición
de una parte, a la formulada por un perito para estimular las potestades
propias del judicante, puesto que mientras en el primer supuesto éste deberá
admitir el pedido de caducidad de instancia cuando se reúnan los recaudos
legales pertinentes; en el segundo, como quedó dicho, sólo lo hará en caso de
considerar conveniente u oportuno ejercer sus facultades propias; lo que
evaluará acorde su sano arbitrio y discrecionalidad, ajustados a las
particularidades del caso concreto. De allí que en este último caso, a diferencia
de lo argüido por la parte actora, no media vulneración del principio dispositivo,
sino un ejercicio por el juez, a su sano arbitrio, de potestades que puede ejercer
oficiosamente.
3. Pero aún prescindiendo de lo hasta aquí dicho, lo cierto es que
vista la cuestión ya no desde la perspectiva de las facultades del perito, sino
desde las potestades propias del órgano judicial, advierto que un
entendimiento contrario al que aquí propicio, importaría admitir, sin base legal,
que una petición de caducidad formulada por quien no se encuentra
formalmente legitimado por el art. 315 CPCC, tenga la virtualidad de
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neutralizar o tornar nulo temporariamente el ejercicio oficioso de la


preexistente potestad legal del judicante sobre la materia. Y en tal caso,
cabría preguntarse por cuánto tiempo se extendería tal “invalidez”, de
modo de no caer en el absurdo de propiciar que el juez rechace el pedimento
del perito por cuestiones formales, y sin solución de continuidad, e
irremediablemente “alertado”, decrete de oficio la caducidad de los obrados. La
petición previa del perito no muta el carácter oficioso de la caducidad
decretada por el Juez, pues atendiendo incluso a los términos en que fue
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requerida, ni éste tenía el deber de decretarla –lo que de todos modos hizo, a su
sano arbitrio y discreción, art. 384 CPCC-, ni aquél tenía el derecho subjetivo
procesal de exigir al Juez el ejercicio de sus propias potestades (sobre la
distinción entre derecho subjetivo procesal y facultad procesal, ver Palacio Lino
Enrique, Derecho Procesal Civil, Abeledo Perrot, 2011, T. III, pág. 33 y vta.)
En suma, a la luz de lo hasta aquí dicho, estimo que en el caso la
caducidad decretada de oficio por el Juzgado de origen no es reprobada
por el ordenamiento jurídico, pese a la particularidad de haber mediado
una petición previa de un perito oficial (art. 316 CPCC). A ello agrego que la
postura que propongo es conteste con lo reiteradamente destacado por esta
Sala en punto a que “… el instituto de la caducidad excede los intereses de los
particulares y está por encima de ellos. Su fundamento no sólo radica en el
abandono del proceso que la inactividad procesal permite suponer sino también
en el interés público que tiene el Estado en evitar su prolongación sine die; por
ello se ha señalado que propende al bien común, responde a razones de orden
público, agilizando el reparto de justicia, evitando así la duración indefinida de
los procesos…” (cfr. Loutayf Ranea, Roberto G. y Ovejero López, Julio C.
“Caducidad de la instancia”, 2da. edición actualizada y ampliada, Ed. Astrea,
2005, pág. 27). Tal orientación fue recogida en el ámbito provincial por la ley
13.986 (B.O. 7/5/2009) que reformó los arts. 310 y 315 del CPCC y puso de
manifiesto la tensión existente sobre los juzgados derivada del incremento de
las demandas y el factor tiempo, que exige cada vez mayor celeridad en la
prestación del servicio de justicia. Volvió a reiterarse la necesidad de otorgar un
instrumento al Estado “para evitar la indefinida prolongación de los juicios”
haciendo efectiva la manda constitucional que dispone que las causas sean
decididas en un tiempo razonable (art. 15 de la Constitución Provincial; esta
Sala, causas n° 62.137, “Fideicomiso c/ Etchegoyen”, del 12/6/17; n° 62.062,
“Loimar…”, del 27/6/17; n° 63.193, “Delgano Franco...”, del 22/05/18, entre
otras).
En virtud de las razones expuestas propicio al acuerdo confirmar
la resolución apelada en cuanto decreta la caducidad de instancia de las
actuaciones (art. 316, 34 inc. 5 y ccds. C.P.C.C.; arts. 2 y 3 CCCN, arts. 14 y 17
CN), con costas al actor perdidoso en el trámite recursivo (art. 68 del C.P.C.C.).
IV. Resta ahora abordar la procedencia de los agravios planteados
contra las regulaciones de honorarios practicadas en la sentencia apelada.
A fs. 1301 el Banco demandado recurrió por altos los honorarios
regulados en el punto IV ($44.027 al Contador Antonio Civale, $36.689 al Perito
Calígrafo Andrés E. Peroncini y $22.014 a la Lic. María Celeste Etchemendi); en
el punto III. 2 ($15.000 al Dr. Javier Edilio Zarini por la excepción de defecto
legal rechazada a fs. 421/433), y en el punto III.3 ($22.000 al Dr. Zarini y $7.500
a los Dres. Jorge Diego Salsamendi y Adolfo Selsi por la incidencia de fs.
755/756).
Por su parte, el perito Peroncini (fs. 1303) considera que los
honorarios a él regulados resultan bajos, discordantes con las previsiones del
régimen específico aplicable (Ley 20.243), y, puntualmente, con su dedicación
en la tarea cumplida y su rol activo tendiente al impulso de las actuaciones y su
final conclusión por caducidad. Entiende que sus honorarios deben regularse en
el máximo de la escala legal fijada en el art. 30 de la aludida ley, es decir en el
8% y no el 5% como se fijara en la anterior instancia.
En primer término ha de señalarse que toda vez que el recurso de
apelación deducido a fs. 1301 por la demandada, contra la regulación de
honorarios de los peritos intervinientes no ha sido fundado en tiempo y forma,
corresponde decretar su deserción (art.246 CPCC).
Sentado lo expuesto, corresponde abocarse al tratamiento de los
restante recursos. Consecuentemente, por el valor y mérito de los trabajos
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realizados en autos, lo dispuesto por los arts. 1, 16, 22, 28, 47 y cc. del
Decreto-Ley 8904/77; art. 30 y cc. de la Ley 20.243; el monto al que asciende la
base regulatoria del presente ($733.784,90); y el resultado obtenido
(cf.fs.1289/1291vta.; que se confirma por medio de la presente sentencia), ha de
modificarse, en lo que ha sido motivo de recursos, la regulación apelada de
fs.1291/1291vta., fijándose los honorarios recurridos en la siguiente forma: a)
por la excepción de defecto legal: a favor del Dr. Javier Edilio Zarini, en la
suma de pesos seis mil seiscientos cincuenta ($6.650); b) por la incidencia
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resuelta a fs.755/756: a favor del Dr. Javier Edilio Zarini, en la suma de pesos
seis mil seiscientos cincuenta ($6.650); y a favor de los Dres. Adolfo Selsi y
Jorge Diego Salsamendi, en la suma de pesos dos mil quinientos cincuenta
y seis ($2.556) para cada uno; y los del perito calígrafo Andrés Emilio
Peroncini, en la suma de pesos cincuenta y ocho mil setecientos tres
($58.703), en todos los casos con más aporte legal e I.V.A., si correspondiere.
Asimismo, conforme lo dispuesto por el artículo 31 de la Ley
14.967, regúlanse los honorarios del Dr. Javier Edilio Zarini, por la labor
cumplida en esta instancia, en la suma equivalente a cinco con sesenta
(5,60) jus arancelarios, con más aporte legal e I.V.A., si correspondiere.
Así lo voto.
A la misma cuestión, los Dres. Longobardi y Peralta Reyes
adhieren al voto que antecede, votando en igual sentido por los mismos
fundamentos.
A LA SEGUNDA CUESTION, el Sr. Juez Doctor Galdós, dijo:
Atento a lo que resulta del tratamiento de la cuestión anterior, se
resuelve: 1) Confirmar la resolución apelada de fs. 1289/1291 vta., con costas
al actor apelante en su calidad de perdidoso (art. 68 del Cód. Proc.). 2)
Decretar la Deserción del recurso de apelación deducido a fs. 1301 por la
demandada, contra la regulación de honorarios de los peritos intervinientes, en
razón de no haber sido fundado en tiempo y forma (art.246 CPCC). 3)
Modificar, en lo que ha sido materia de recursos, la regulación apelada de
fs.1291/1291vta., fijándose los honorarios, por el valor y mérito de los trabajos
realizados en autos, lo dispuesto por los arts. 1, 16, 22, 28, 47 y cc. del Decreto-
Ley 8904/77; art. 30 y cc. de la Ley 20.243; el monto al que asciende la base
regulatoria del presente ($733.784,90); y el resultado obtenido
(cf.fs.1289/1291vta.; que se confirma por medio de la presente sentencia), en la
siguiente forma: a) por la excepción de defecto legal: a favor del Dr. Javier
Edilio Zarini, en la suma de pesos seis mil seiscientos cincuenta ($6.650);
b) por la incidencia resuelta a fs.755/756: a favor del Dr. Javier Edilio Zarini, en
la suma de pesos seis mil seiscientos cincuenta ($6.650); y a favor de los
Dres. Adolfo Selsi y Jorge Diego Salsamendi, en la suma de pesos dos mil
quinientos cincuenta y seis ($2.556) para cada uno; y los del perito calígrafo
Andrés Emilio Peroncini, en la suma de pesos cincuenta y ocho mil
setecientos tres ($58.703), en todos los casos con más aporte legal e I.V.A., si
correspondiere. 4) Regular, conforme lo dispuesto por el artículo 31 de la Ley
14.967, los honorarios del Dr. Javier Edilio Zarini por la labor cumplida en esta
instancia, en la suma equivalente a cinco con sesenta (5,60) jus
arancelarios, con más aporte legal e I.V.A., si correspondiere.
Así lo voto.
A la misma cuestión, los Dres. Longobardi y Peralta Reyes
adhieren al voto que antecede, votando en igual sentido por los mismos
fundamentos.
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:
S E N T E N C I A
Azul, 28 de mayo de 2020.-

AUTOS Y VISTOS:
CONSIDERANDO:

Por todo lo expuesto, atento


lo acordado al tratar las cuestiones anteriores, demás fundamentos del acuerdo,
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citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los


arts.266, 267 y concs. del C.P.C.C., se resuelve: 1) Confirmar la resolución
apelada de fs. 1289/1291 vta., con costas al actor apelante en su calidad de
perdidoso (art. 68 del Cód. Proc.). 2) Decretar la Deserción del recurso de
apelación deducido a fs.1301, por la demandada, contra la regulación de
honorarios de los peritos intervinientes en razón de no haber sido fundado en
tiempo y forma(art.246 CPCC). 3) Modificar, en lo que ha sido materia de
recursos, la regulación apelada de fs.1291/1291vta., fijándose los honorarios,
JUSTICIA
USO OFICIAL – JURISDICCIÓN ADMINISTRACIÓN DE

por el valor y mérito de los trabajos realizados en autos, lo dispuesto por los
arts. 1, 16, 22, 28, 47 y cc. del Decreto-Ley 8904/77; art. 30 y cc. de la Ley
20.243; el monto al que asciende la base regulatoria del presente
($733.784,90); y el resultado obtenido (cf.fs.1289/1291vta.; que se confirma por
medio de la presente sentencia), en la siguiente forma: a) por la excepción de
defecto legal: a favor del Dr. Javier Edilio Zarini, en la suma de pesos seis mil
seiscientos cincuenta ($6.650); b) por la incidencia resuelta a fs.755/756: a
favor del Dr. Javier Edilio Zarini, en la suma de pesos seis mil seiscientos
cincuenta ($6.650); y a favor de los Dres. Adolfo Selsi y Jorge Diego
Salsamendi, en la suma de pesos dos mil quinientos cincuenta y seis
($2.556) para cada uno; y los del perito calígrafo Andrés Emilio Peroncini,
en la suma de pesos cincuenta y ocho mil setecientos tres ($58.703), en
todos los casos con más aporte legal e I.V.A., si correspondiere. 4) Regular,
conforme lo dispuesto por el artículo 31 de la Ley 14.967, los honorarios del Dr.
Javier Edilio Zarini por la labor cumplida en esta instancia, en la suma
equivalente a cinco con sesenta (5,60) jus arancelarios, con más aporte
legal e I.V.A., si correspondiere. Regístrese. Notifíquese por Secretaría y
devuélvase.
REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 28/05/2020 11:13:36 - PERALTA REYES Victor Mario
(victor.peraltareyes@pjba.gov.ar) -
Funcionario Firmante: 28/05/2020 11:44:46 - GALDOS Jorge Mario
(jorge.galdos@pjba.gov.ar) -
Funcionario Firmante: 28/05/2020 12:25:42 - LONGOBARDI Maria Ines
(maria.longobardi@pjba.gov.ar) -
Funcionario Firmante: 28/05/2020 12:26:24 - CAMINO Claudio Marcelo
(claudio.camino@pjba.gov.ar) -
234400014002201678

CAMARA DE APELACION EN LO CIVIL Y COMERCIAL SALA II - AZUL


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